· La intensificación del comercio agrícola promueve la comercialización de la producción agrícola en pequeña escala. Esta integración creciente en el mercado tiende a introducir un gran cambio en los medios de subsistencia rurales, que suele incluir la diversificación de los ingresos del hogar, el desempeño de trabajo asalariado en actividades no agrícolas y la emigración. Los recursos de los hogares, comprendida la tierra, se suelen reasignar a la producción de cultivos comerciales, lo que puede ir en detrimento de la producción de alimentos para el hogar y de la función tradicional de las mujeres como principales responsables de la seguridad alimentaria de la familia.
· Las antiguas limitaciones que afrontan las mujeres para tener acceso a los recursos productivos (tierras, crédito, insumos, transporte, servicios de extensión, almacenamiento, asistencia técnica, oportunidades en el mercado y tecnología) les impiden adoptar nuevas técnicas o incrementar sus economías de escala. Su productividad y su capacidad de pasar a la producción de cultivos más rentables están muy limitadas. Por ello, las mujeres por lo general están peor ubicadas que los hombres para protegerse de los efectos negativos y aprovechar los posibles beneficios de la liberalización del comercio.
· Las políticas e incentivos internos pueden obligar a las mujeres a reducir el tiempo dedicado a atender la parcela agrícola, que es la base de la seguridad alimentaria, para buscar empleo en el sector exportador. Esto incrementa la doble carga que soportan las mujeres: su responsabilidad de obtener ingresos y a la vez desempeñar su función de proveedoras de alimentos para el hogar. Todo esto se suma al trabajo no remunerado que las mujeres aportan a la economía reproductiva.
· Conforme se concentran y globalizan más las operaciones del mercado, los pequeños productores, en particular las mujeres, quedan cada vez más excluidos. Los pequeños productores de los países en desarrollo abandonan con más frecuencia o venden sus parcelas, lo que da lugar a la concentración de tierras y a la expansión de la producción de cultivos comerciales. Los pequeños productores, que a menudo no pueden reducir los costos de transacción y pierden competitividad, se ven obligados a abandonar la producción. La liberalización del comercio, si bien abre los mercados internos a la importación de alimentos, también puede expulsar del mercado los alimentos producidos en el país.
· En el seno de los hogares, la asignación de recursos presenta un sesgo de género a través del cual las mujeres a menudo son las que menos control tienen de los beneficios. La mayoría de las productoras suele tener pequeñas parcelas, mientras que las explotaciones medianas y grandes por lo general pertenecen a los hombres que, en consecuencia, están en mejores condiciones para capitalizar la expansión de los productos agrícolas comerciales. Cuando las mujeres participan en la agricultura comercial, los hombres de la familia suelen controlar las ganancias de las ventas que ellas producen. En el caso de Uganda, por ejemplo, una larga proporción de mujeres participa en el sector exportador, aunque ellas no comercializan sus productos y, por lo tanto, no cosechan los beneficios de su trabajo.
· Las desigualdades de género en el control de los recursos no sólo repercuten en la capacidad de las mujeres de beneficiarse de la liberalización del comercio, sino también en la capacidad de los países de responder ante los cambios de la política comercial. Si bien en los países exportadores semiindustrializados las diferencias de salarios pueden fomentar la inversión y el crecimiento, la situación es diferente en muchas economías agrícolas. Las desigualdades de género que existen pueden ser un obstáculo al desempeño positivo del sector exportador en las economías agrícolas donde predominan los pequeños productores. De esta manera, si los países agrícolas desean beneficiarse de la liberalización del comercio agrícola, e incrementar la producción y la productividad agrícola, sería necesario subsanar las limitaciones actuales, como el acceso de las mujeres al crédito y fertilizantes.
· La acelerada transformación del entorno internacional ha ejercido grandes presiones en los productores agrícolas de los países en desarrollo para introducir mejoras tecnológicas a fin de poder competir no sólo en el mercado interno contra las importaciones agrícolas baratas, sino también contra las grandes agroindustrias en los mercados internacionales. Esos productores, que no pueden competir en este entorno, tienden a abandonar la producción agrícola. Las mujeres, que constituyen la mayoría de los pequeños productores y de subsistencia, reciben muy pocos beneficios de la posible apertura de nuevas oportunidades para la agricultura.
· Las repercusiones de la comercialización de los medios de subsistencia de los hogares rurales a menudo son ambivalentes: acarrean un incremento de los ingresos monetarios, pero también entrañan pérdidas en otros importantes ámbitos sociales y económicos, como la producción de alimentos para el hogar, las actividades sociales, la atención a los niños, la educación y el esparcimiento. Es más, como la agricultura cada vez se orienta más al mercado, los hogares rurales pueden depender cada vez más de obtener ingresos monetarios para satisfacer las necesidades básicas de alimentos de la familia.
· Los beneficios potenciales de la liberalización del comercio para las mujeres a menudo se deben al paso de ellas a sectores no agrícolas y no a que mejore el sector agrícola. Estas oportunidades, no obstante, no siempre incrementan los ingresos de las mujeres ni mejoran sus condiciones de vida. La mayor parte de estas oportunidades de trabajo se caracterizan por sus bajos salarios, falta de protección social y malas condiciones de contratación. De esta manera, la contribución de las mujeres a los ingresos de la familia puede disminuir en realidad, lo que debilita su capacidad de negociación en el seno de la familia.
· A corto plazo, las productoras agrícolas de exportaciones no tradicionales tienden a estar mejor situadas para disfrutar algunos de los beneficios de la promoción de las exportaciones. Si bien a largo plazo pueden presentarse incertidumbre y limitaciones a la expansión del sector, ya que estas exportaciones suelen ser de productos no esenciales o que tienen muy poco valor agregado, o que están destinados a mercados limitados, como las plantas medicinales, las hierbas y las especias.
· Las mujeres participan muy poco en la toma de decisiones en el sector agrícola, y las políticas agrícolas no suelen incorporar sus intereses ni los factores de género asociados a la agricultura y el desarrollo rural. La falta de una perspectiva de género en la política agrícola interna - que también pasa por alto los factores asociados a la reproducción social y a la contribución de las mujeres a la economía rural - también está presente en la formulación de las políticas comerciales y en las disposiciones internas asociadas. En consecuencia, las negociaciones comerciales han tendido a subestimar cuestiones fundamentales relacionadas con los objetivos de desarrollo humano y reproducción social.
· Las redes tradicionales de protección social en las zonas rurales suelen desaparecer al integrarse la agricultura de los países en desarrollo en la economía mundial. Esto incrementa la vulnerabilidad de las familias rurales, y en particular de las mujeres, debido a la carga adicional que ellas llevan, por la emigración de sus parientes debida al deterioro de la actividad agrícola de la familia y al paso a actividades orientadas a la exportación.
· En el contexto de la liberalización del comercio agrícola, la privatización del mercado y la globalización, la política social adquiere mayor pertinencia como instrumento para garantizar la equidad social y el desarrollo. Sin duda, la eliminación gradual de los obstáculos al comercio y la reducción de las medidas de protección para la agricultura interna en los países en desarrollo imponen un mayor desafío a los gobiernos para compensar los costos que representan para ciertos grupos, incluidas las productoras campesinas.
· En los últimos 10 años se ha producido una bibliografía cada vez más numerosa sobre los aspectos de género relacionados con el comercio, pero existe muy poca información práctica sobre la participación de las mujeres en la expansión del comercio, y sobre las repercusiones de la liberalización del comercio en los derechos de las mujeres y en sus funciones en la agricultura y la economía rural, así como en la equidad de género en general.