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Editorial

Es comprensible que el lector de este número especial de Unasylva dedicado al Año Internacional del Bosque desee saber las razones por las que el Consejo de la FAO decidió «tan repentinamente», e incluso cabria decir «apresuradamente», proclamar 1985 Año Internacional del Bosque. Fundamentalmente por cuatro razones:

· la presión de los acontecimientos sobre la situación de los bosques en el mundo; en todas partes se expresa, justificadamente, preocupación por los ominosos factores que están causando la desaparición de una superficie cada vez mayor de bosques;

· la lluvia ácida y la degradación de los bosques de ella derivada en Europa occidental y América del Norte han alertado a la opinión pública y movilizado a técnicos y científicos;

· los incendios forestales en la cuenca del Mediterráneo y en las zonas tropicales secas son fuente importante de preocupación, y todavía no se ha hallado solución satisfactoria;

· la pérdida o transformación cada año de los recursos forestales tropicales de más de 11 millones de hectáreas, al mismo tiempo que la sequía provoca la muerte de millones de árboles y es causa de erosión del suelo y desertificación, especialmente en el Africa subsaheliana.

Esta inquietante situación ha hecho que la Comisión Forestal Europea, en primer lugar, y el Comité de Montes de la FAO, después, alertaran de esta situación al Consejo de la FAO, el cual decidió tomar medidas y dar la señal de alarma. El Consejo, en su reunión del 19 al 30 de noviembre de 1984, aprobó la resolución 2/86 por la que se proclamaba 1985 Año Internacional del Bosque.

Igual que en otras celebraciones análogas, el Año Internacional del Bosque tiene por objeto sobre todo, alertar, informar, sensibilizar y motivar, de modo que se : tomen medidas en defensa no sólo de los recursos forestales mundiales sino también de todas las formas de producción, utilización de la tierra y conservación que se refieren a los árboles y a la vegetación leñosa en general. La FAO, a la que se asignó la tarea de iniciar y promover el Año, lo está haciendo de diversas maneras:

· proclamación del Año Internacional del Bosque por el Director General, Edouard Saouma, el 22 de enero de 1985;

· envío de información pertinente y una invitación a la participación de todos los Estados Miembros, otros organismos de las Naciones Unidas y diversas instituciones y organizaciones gubernamentales y no gubernamentales nacionales, y regionales;

· ejecución de un plan de acción propio, que comprende preparación y distribución de materiales de información y extensión; difusión de la información técnica disponible; asignación y ofrecimiento del propio personal técnico de la sede y de campo para proyectos forestales, agrícolas e incluso pesqueros; y, en el contexto de sus funciones ordinarias, adopción de disposiciones para una acción futura apropiada en relación con las ideas generadas por el Año Internacional del Bosque. El Congreso Forestal Mundial, la Conferencia Forestal del Commonwealth y otras importantes reuniones internacionales y regionales sobre silvicultura ofrecerán la oportunidad de transmitir el mensaje del Año Internacional del Bosque. En dicho mensaje se destacarán todos los problemas actuales de los bosques, pero se hará especial hincapié en el importante tema de la silvicultura y la seguridad alimentaria y sus cuatro temas anejos: conservación de los bosques; silvicultura y población; industrias forestales apropiadas, y crisis de la leña.

Los artículos de este número de Unasylva versan sobre esos problemas. En el articulo principal sobre la silvicultura y la seguridad alimentaria se resalta la importancia que tiene la silvicultura en el mantenimiento, mejora o rehabilitación de la capacidad productiva de la agricultura, el rendimiento directo de alimentos vegetales y animales, y su contribución a la satisfacción de las necesidades de energía de los hogares para la preparación de los alimentos. Le sigue un articulo relativo a la contaminación del aire como amenaza para los bosques de Europa. Por último, debe tenerse en cuenta que el mejor guardián de los recursos forestales es la población, que también es la principal beneficiaria. Por lo tanto, los esfuerzos de las organizaciones no gubernamentales deberán tender a facilitar una mayor participación de la población en todos los aspectos del aprovechamiento, mejora y regeneración de los recursos forestales. El último articulo se refiere a este tema.

Si el Año Internacional del Bosque logra transmitir de manera convincente este mensaje, es mucho lo que se habrá conseguido, aunque en definitiva no seria sino un comienzo.


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