Las políticas y la planificación del desarrollo agrícola y rural a menudo no reflejan adecuadamente los diferentes papeles y necesidades de los hombres y las mujeres. Entre los factores que explican la escasa atención prestada al «factor humano» por los encargados de las políticas y la planificación, se puede mencionar la falta de información específica sobre las funciones que desempeñan los agricultores y las agricultoras en el ámbito de la seguridad alimentaria y el desarrollo agrícola, sobre todo sobre las contribuciones de las mujeres. También se puede citar la tendencia a aplicar enfoques analíticos que favorecen el aumento de la producción de productos comerciales, dejando de lado las condiciones e implicaciones socioeconómicas y de género.
En la actualidad, la elaboración de políticas de desarrollo se encuentra en proceso de transformación, intentando promover una mayor participación de los interesados en la planificación y la toma de decisiones en todos los niveles, ampliando la función del sector privado y aumentando la descentralización. Esta transformación requiere estadísticas más precisas y sistemáticas sobre las productoras y los productores rurales y el fortalecimiento de la participación para que hombres y mujeres pueden hacer escuchar su voz. Un punto esencial al respecto consiste en recopilar, analizar y difundir datos e información desglosados por sexo, tal como lo recomienda la Estrategia de acción, (Igualdad de oportunidades y securidad alimentaria: el papel de información, FAO, Roma, 2000) de la Consulta de alto nivel sobre la mujer rural y la información, organizada por la FAO en 1999.
La cuestión de la participación es otro aspecto fundamental en lo que respecta a la elaboración de políticas de desarrollo agrícola y rural que tengan en cuenta el género. En ese sentido, el aumento del poder de decisión de los grupos rurales, especialmente de las mujeres, es un requisito esencial para que puedan participar en los procesos de toma de decisiones y adopción de políticas en todas las esferas -económica, política, social y cultural- de la sociedad, así como en los planos comunitario, nacional e internacional. El fortalecimiento de las capacidades desempeña un papel clave en este proceso.
En los últimos 20 años, la información sobre la mujer rural ha aumentado considerablemente, pero todavía se expresan reservas sobre su validez y pertinencia, así como sobre su utilidad para la toma de decisiones y la planificación. Por ejemplo, de una muestra de 93 censos agrícolas nacionales que se llevaron a cabo en diferentes países entre 1989 y 1999, cerca de la mitad no incluía información sobre las unidades dirigidas por mujeres. Sin embargo, en numerosos países en desarrollo, las encuestas realizadas indican que una de cada cinco explotaciones está dirigida por una mujer, cifra que subestimaría la proporción de explotaciones cuya propiedad o manejo corresponde a mujeres. A menudo se asume que el hombre, el «jefe de hogar» legalmente reconocido, es también el «jefe de la explotación», incluso en los casos en que las mujeres son responsables del trabajo diario y de las decisiones relativas a la gestión de la explotación.
Una de las razones por las cuales el trabajo de las mujeres permanece invisible en las estadísticas es que buena parte de él se realiza fuera de la economía formal. Este trabajo sigue sin ser reconocido en gran medida, ya que suele considerarse que el sector no estructurado (tanto en la agricultura como fuera de ella) constituye una categoría residual, con carácter supuestamente efímero, que no contribuye de forma sensible a la producción de la economía nacional.
Las ocupaciones marginales constituyen el medio de subsistencia (remunerado o no) para más del 80 por ciento de las mujeres en los países de bajos ingresos y para el 40 por ciento en los países con ingresos medios. Estos países representan en conjunto el 85 por ciento de la población mundial. Ciertos estudios realizados en nueve países en desarrollo revelaron que las mujeres dedican el 34 por ciento de su tiempo a actividades encuadradas en el mercado laboral (frente al 76 por ciento en el caso de los hombres) y el 66 por ciento restante lo invierten en actividades que no forman parte de él.
Para obtener datos que reflejen adecuadamente la importancia del trabajo de las mujeres, se necesitan métodos que reconozcan el tiempo que dedican las mujeres a las actividades productivas y reproductivas, tanto remuneradas como no remuneradas, así como el valor que éstas tienen.
Ante los nuevos desafíos planteados por los procesos de liberalización política y económica, es extremadamente importante poner las estadísticas a disposición de una mayor variedad de usuarios. Este acceso más amplio a los datos contribuirá a potenciar los papeles del hombre y de la mujer del medio rural en favor del desarrollo gracias a un conocimiento más preciso y representativo de sus intereses.
Esta necesidad ha sido enfatizada en la Consulta de alto nivel sobre la mujer rural y la información, organizada por la FAO en 1999, que elaboró una Estrategia de acción para obtener información más detallada sobre las contribuciones económicas y sociales de las mujeres y de los hombres.
Las políticas que aparentemente no hacen distinciones de género pueden tener un impacto muy diferente sobre los agricultores y las agricultoras. Por ejemplo, un incremento en el precio de los fertilizantes puede conducir a que tan sólo los agricultores que se dedican a cultivos comerciales, que en su mayoría son hombres, puedan adquirir los fertilizantes, mientras que las agricultoras, que cultivan productos de subsistencia, ya no puedan permitírselos. Además, es preciso que las políticas reconozcan y se opongan a las desigualdades existentes. La realidad de mujeres sin acceso a la tierra y a los servicios de extensión podría verse reforzada si las políticas no la contrarrestasen. |
Acciones planificadas El Plan de acción incluye una amplia gama de compromisos que pretenden incorporar el análisis de género y los métodos participativos en los programas de investigación y las políticas y la planificación para el desarrollo. La incorporación de la perspectiva de género en la recopilación y el análisis de datos también se considera una cuestión prioritaria. Recopilación y análisis de datos
Políticas
Participación y fortalecimiento del poder de decisión
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Integración de la perspectiva de género en los datos relacionados con el desarrollo agrícola y rural Desde los años 80, la FAO presta asistencia a los Estados miembros que lo solicitan en el ámbito de la recopilación y análisis de datos desglosados por sexo, la producción de estadísticas que tengan en cuenta las cuestiones de género y la presentación de éstas para la planificación y la formulación de políticas agrícolas o para el seguimiento y evaluación de las intervenciones de desarrollo. En el marco de este apoyo, la Organización empezó a desarrollar, desde el año 2000, una metodología y herramientas de capacitación llamadas «Datos con perspectiva de género en el ámbito del desarrollo rural y agrícola», destinadas a reforzar las competencias de los productores de datos y estadísticas agrícolas (estadistas, planificadores, investigadores, analistas políticos) en materia de conciencia sobre la igualdad entre hombres y mujeres en la recopilación, tabulación, análisis, interpretación y presentación de las informaciones sobre agricultura. Se organizaron talleres en Namibia, Uganda, Zambia y Zimbabwe, en el marco del Programa de apoyo integrado al desarrollo sostenible y la seguridad alimentaria. En Rumania se organizó otro taller regional para los países de Europa del Este. Después de los talleres de Namibia y Zambia, la FAO trabajó con expertos del Ministerio de Agricultura y las oficinas centrales de estadísticas para retabular los conjuntos de datos y producir bases de datos desglosados por sexo que se puedan usar en los procesos de toma de decisiones y en la planificación y formulación de políticas de desarrollo agrícola y rural. Los datos retabulados pueden servir como base para llevar a cabo un análisis de género y obtener una mejor comprensión del desarrollo rural. Son útiles también para introducir la dimensión de género en los sistemas nacionales de producción y uso de los datos estadísticos. |
La incorporación de las cuestiones de género es la única forma de garantizar que la equidad hombres-mujeres se convierta en un aspecto central de todas las intervenciones en favor del desarrollo agrícola y rural, en ámbitos como la investigación, el asesoramiento político, la elaboración de políticas y la legislación, así como en la planificación, la implementación, el seguimiento y la evaluación de programas y proyectos.
Esta incorporación requiere la aplicación de un enfoque analítico que tenga en cuenta los vínculos entre las diferentes actividades sociales y económicas, así como las distintas formas en que los hombres y las mujeres, en los variados grupos socioeconómicos, se ven involucrados en ellas. En este sentido, el Análisis socioeconómico y de género (ASEG) puede ofrecer un marco de referencia útil para incorporar estas consideraciones en los proyectos, programas y políticas para el desarrollo (ver cuadro).
El mejoramiento de la recopilación y el análisis de los datos sobre la división del trabajo y las responsabilidades de los hombres y las mujeres rurales, puede ayudar a diseñar políticas más efectivas y equitativas. Sin embargo, contar con cifras más representativas por sí solo no es suficiente para garantizar que las políticas y los programas tengan en cuenta las necesidades y las prioridades de los agricultores y agricultoras. Para que esto suceda, es necesario diseñar de forma participativa políticas que se basen en la comprensión que tiene la población rural acerca de sus problemas y de las estrategias necesarias para subsanarlos. Por lo tanto, es necesario involucrar a las mujeres y a los hombres rurales en el análisis y en la planificación.
Participación es un término que se interpreta de muchas maneras. Incluso los agentes de un mismo proceso de planificación agrícola pueden darle un significado diferente. También puede ocurrir que no involucre a todos los agentes, limitándose a grupos específicos. Existen distintos grados de participación:
El género y la participación son dos conceptos que se tienen en cuenta en los procesos de desarrollo en todo el mundo desde hace más de dos décadas. Cada uno de ellos ha generado nuevas formas de pensar y de trabajar. En consecuencia, hoy en día existe una gran variedad de literatura y una amplia gama de métodos, todos orientados a la consecución de objetivos similares de participación social y adquisición y control del poder. Uno de estos métodos empleados para fomentar la participación es el diagnóstico rural participativo.
Análisis socioeconómico y de género (ASEG) El Programa de análisis socioeconómico y de género (ASEG) tiene como objetivo incorporar consideraciones socioeconómicas y de género en los proyectos, programas y políticas de desarrollo para asegurar que los procesos de desarrollo tomen en cuenta las necesidades y prioridades de hombres y mujeres. Proporciona a los agentes de desarrollo métodos y herramientas prácticos para realizar el análisis socioeconómico y de género y fortalece la capacidad de incorporar el género a las acciones de desarrollo. El programa privilegia un enfoque del desarrollo basado, por un lado, en el análisis de los aspectos socioeconómicos que afectan los proyectos y programas de desarrollo y, por otro lado, en la identificación participativa de las prioridades de los hombres y las mujeres en materia de desarrollo. Gracias al marco analítico se puede hacer hincapié en los aspectos sociales, culturales, económicos, demográficos, políticos, institucionales y ambientales del contexto de desarrollo. Las conexiones entre estos aspectos se examinan después desde una perspectiva de género. El programa está destinado a tres niveles: los agentes de campo, los planificadores del desarrollo y el personal directivo. El programa brinda capacitación, publicaciones y una colaboración continuada a cada uno de estos grupos. El programa de capacitación, iniciado en 1997, permitió formar y sensibilizar a unas 1 500 personas (el 56 por ciento eran mujeres) en más de 50 Estados miembros. El material pedagógico incluye manuales para cada uno de los niveles mencionados, cartillas de capacitación y directrices, así como guías sectoriales sobre temas como el riego, las microfinanzas, el ciclo de proyecto, los programas de emergencia, el seguimiento y la evaluación, etc. El material informativo se actualiza con frecuencia y nuevas herramientas y estudios de caso se desarrollan según las necesidades. |
Basado en los conocimientos y experiencia de los hombres y las mujeres de las aldeas, el diagnóstico rural participativo es un método que emplea herramientas que facilitan el proceso de investigación-acción gestionado por las comunidades locales. Resulta útil para involucrar a las comunidades en las fases de generación y análisis de la información y en la planificación. Algunas herramientas, tales como los mapas de recursos, los gráficos de tendencias de los problemas, los diagramas de sistemas de explotación agrícola, los perfiles de actividades diarias, pueden combinarse con el análisis de género para facilitar el estudio de los sistemas de subsistencia de los diferentes grupos socioeconómicos. Otras herramientas ayudan a las comunidades y a los diferentes grupos objetivo, basados en criterios de nivel socioeconómico y de género, a identificar y jerarquizar sus problemas y necesidades de recursos y a desarrollar planes de acción de grupo o comunidad.
Los enfoques participativos fortalecen el poder de decisión de hombres y mujeres ya que les brindan la confianza y los conocimientos técnicos necesarios para que puedan analizar su situación, lograr un consenso y tomar las decisiones y medidas que mejoren sus condiciones de vida.
El concepto de fortalecimiento del poder de decisión (ver glosario) va más allá de la participación. Es más que ampliar el acceso a la toma de decisiones. Implica que las personas puedan entender su situación, reflexionar sobre los factores que la determinan y, lo que es más importante, dar los pasos necesarios para mejorarla. Concretamente, las comunidades adquieren la capacidad de realizar actividades, elaborar su propia programación y cambiar el curso de los acontecimientos. Fortalecer el acceso al poder por parte de la mujer significa incrementar su poder e implica una transformación radical de las estructuras que la mantienen en una posición de subordinación.
«Un proyecto de la FAO en Etiopía ha combinado el análisis de género con los métodos de planificación participativa.» |
Se corre un gran riesgo si se contribuye a fortalecer el poder de decisión sin tener en cuenta la noción de equidad. Hay que evitar que el poder se concentre en los hombres en detrimento de las mujeres, en una elite local dominante en desventaja de los pobres y desfavorecidos. El reto consiste en fomentar un proceso en el que se refuerce el poder de decisión del más débil y se auspicie la equidad. Numerosas organizaciones para el desarrollo, incluyendo las agencias de las Naciones Unidas y las ONG, consideran el fortalecimiento del poder de las mujeres como una meta política que puede ser alcanzada apoyando actividades tales como programas de microcrédito y capacitación para la participación política y al liderazgo. Numerosos organismos desarrollaron igualmente indicadores de adquisición de poder y de evaluación participativa con el fin de medir los progresos obtenidos en materia de equidad de género.
Por ejemplo, el Banco Grameen y el Comité para el Progreso Rural de Bangladesh utilizan ocho indicadores para medir el nivel de adquisición de poder por parte de las mujeres, entre los cuales se hallan movilidad, seguridad económica, participación en las decisiones más importantes en el hogar, nivel de conciencia política y legal, e intervención en las campañas políticas.
Etiopía: Planificación participativa y análisis de género al servicio de la extensión agrícola El objetivo del projecto era mejorar la capacidad del personal del Departamento de Extensión, en todos los niveles, en el uso de los métodos participativos. Se inició con la formación de capacitadores en el método de diagnóstico rural participativo y en el análisis de género. Las personas formadas capacitaron después a los agentes de campo que condujeron el diagnóstico rural participativo en las aldeas. Reuniones de agricultores hombres por un lado y de mujeres por el otro revelaron las diferencias en términos de responsabilidades, limitaciones y necesidades. Se descubrió que las mujeres trabajaban dos veces más que los hombres en las estaciones agrícolas pico y casi tres veces más en otros períodos. El diagnóstico puso énfasis en las preocupaciones de los hombres, por ejemplo, la irregularidad de las lluvias que los obligaba a arar varias veces, y las de las mujeres, tales como la escasez de tierra cultivable y la falta de acceso a los servicios de extensión. Gracias a la mejor comprensión acerca de los papeles de los hombres y las mujeres, el personal de extensión pudo identificar las áreas en las que cada grupo, sobre todo las mujeres, necesitaba apoyo en materia de extensión. Se reconoció la importancia de organizar la capacitación en las aldeas mismas, ya que de otro modo las mujeres difícilmente podían asistir a causa de su pesada carga de trabajo y de las barreras culturales existentes. Muchas de las participantes pudieron acceder por primera vez a una capacitación relevante para sus necesidades. |