En muchas partes de los trópicos subhúmedos y semiáridos los rendimientos de los cultivos están declinando en relación con insumos tales como los fertilizantes y en lugares en que las sequías y la escasez de agua de riego son cada vez más evidentes.
El África subsahariana y Asia proponen dos desafíos diferentes para elevar la producción de alimentos y así satisfacer sus necesidades alimentarias:
Gran parte de la agricultura en el África subsahariana y en Asia no es de regadío sino de secano por lo que cada año está asociada, desde el momento de la siembra, a la incerteza de la confiabilidad y la cantidad de lluvia. Las limitaciones para la expansión del área actualmente cultivada son, sin duda, la incerteza de las lluvias y los peligros químicos y topográficos asociados con la incorporación al cultivo de tierras marginales. En África subsahariana es necesaria una tasa de aumento de la producción de alimentos de cuatro por ciento anual para mantener el ritmo del crecimiento de la población hasta el año 2030; sin embargo, en los últimos años la tasa de aumento de los rendimientos de los cultivos ha sido solamente de dos por ciento anual (FAO, 1996b).
El principal cultivo en gran parte de Asia es el arroz, bajo riego o de secano, en valles húmedos o en tierras altas lluviosas. Existen tres problemas principales que limitan la futura expansión de la producción del arroz bajo riego: (i) creciente competencia por el agua de riego para usos no agrícolas; (ii) aún con el desarrollo de variedades e híbridos de arroz de alto rendimiento, sus rendimientos están aumentando más lentamente de lo esperado y aparentemente están llegando a un techo del potencial productivo; (iii) solo cinco por ciento del potencial total original de las tierras regables podrían aún estar disponibles en el 2030 para la expansión del arroz regado (excepto en India) (FAO, 2000a).
El problema del descenso del aumento anual de rendimiento por unidad de superficie no está limitado al arroz regado. El trigo y el maíz también están aparentemente alcanzando esos niveles; para los tres cultivos alimenticios más importantes del mundo -arroz, trigo y maíz- el promedio de los aumentos de rendimiento entre 1963 y 1983 fue respectivamente de 2,1, 3,6 y 2,9 por ciento anual; pero en los 10 años del período 1983-1993 las tasas de incremento han caído respectivamente a 1,5, 2,1 y 2,5 por ciento anual (FAO, 1996b).
Cerca del 40 por ciento de todos los alimentos son producidos bajo riego en aproximadamente el 18 por ciento del área mundial de tierras arables -además del aporte de los cultivos permanentes; el 60 por ciento restante es producido en condiciones de secano. A medida que la población mundial ha aumentado, las tierras arables y los cultivos permanentes disponibles por persona han disminuído, excepto en el caso de Europa (Cuadro 1).
CUADRO 1
Tierras arables y área permanente bajo
cultivos (1 000 ha), por 1 000 habitantes, por regiones
Región |
1975 |
1995 |
África |
0,45 |
0,29 |
Asia y el Pacífico |
0,21 |
0,18 |
Europa |
0,30 |
0,43 |
América Latina y el Caribe |
0,39 |
0,33 |
América del Norte |
0,95 |
0,75 |
Mundo |
0,35 |
0,27 |
Base de datos FAOSTAT, 2002.
Existe evidencia que los rendimientos por unidad de superficie de algunos cultivos de secano sin fertilizar están declinando tal como indica el Cuadro 2; además, ensayos con fertilizantes de variedades locales de maíz han mostrado que las respuestas a los fertilizantes también han disminuído durante varios años (Cuadro 3).
CUADRO 2
Declinación del promedio de los
rendimientos de maíz sin fertilizar, en kg/ha, variedades locales/
tradicionales, Malawi
Distrito |
1957-1962 |
1985/86-1986/87 |
Lilongwe |
1 760 |
1 100 |
Kasungu |
1 867 |
1 120 |
Salima |
1 693 |
1 060 |
Mzuzu |
1 535 |
775 |
Douglas, 1994.
CUADRO 3
Declinación de la respuesta de una
variedad local de maíz a los fertilizantes, Malawi
Distrito |
Tasa de respuesta media 1957-1962 (kg maíz/kg N) |
Tasa de respuesta media 1982-1985 (kg maíz/kg N + P2O5) |
Lilongwe |
23 |
13 |
Kasungu |
24 |
18 |
Salima |
25 |
17 |
Mzuzu |
32 |
18 |
Gobierno de Malawi, 1957-1985.
En el estado de Paraná, en el sur de Brasil, desde el momento que se incorporaron a la agricultura las tierras de los bosques nativos, en 10 años los rendimientos de los cultivos bajo formas de labranza convencional disminuyeron entre cinco y 15 por ciento. Esto fue acompañado por fuertes pérdidas de suelo, incluyendo materia orgánica, y de los nutrientes agregados dando lugar, aguas abajo, a inundaciones, sedimentación y otros daños (Láminas 1 y 2).
Datos recogidos en Lesotho muestran que el promedio de los rendimientos de los principales cultivos (generalmente sin adición de fertilizantes) declinaron entre 1978 y 1986 como resultado de la combinación de factores climáticos adversos, deterioro de las condiciones del suelo y persistente erosión y escorrentía. Para analizar estos datos se ha utilizado un promedio de tres años consecutivos a fin de eliminar los efectos de las variaciones entre años (Cuadro 4).
CUADRO 4
Promedio de rendimientos (kg/ha) durante tres
años consecutivos de los cinco cultivos más importantes,
Lesotho
Año |
Maíz |
Sorgo |
Frijoles |
Trigo |
Arvejas |
78/79-80/81 |
953 |
1 031 |
607 |
926 |
889 |
79/80-81/82 |
843 |
761 |
453 |
811 |
651 |
80/81-82/83 |
769 |
654 |
395 |
653 |
521 |
81/82-83/84 |
714 |
607 |
290 |
562 |
447 |
82/83-84/85 |
732 |
668 |
253 |
530 |
428 |
83/84-85/86 |
723 |
663 |
242 |
556 |
441 |
Según datos del Gobierno de Lesotho, 1987.
Al mismo tiempo, se ha observado que la degradación que ocurre en las cuencas hidrográficas ha dado lugar a un flujo más irregular de las corrientes de agua con más inundaciones y aguas barrosas en la estación lluviosa y un menor volumen y duración de las corrientes durante la época seca (Láminas 3, 4 y 5).
La degradación de la tierra inducida por el hombre está muy difundida en tierras de secano y bajo riego y en zonas tropicales y templadas. La degradación representa un desafío a la sostenibilidad de los sistemas de producción en todas las regiones, incluso en aquellas áreas de baja densidad de población (según FAO, 2001a). En las tierras de secano, la compactación, la erosión y la escorrentía son problemas importantes. En las tierras regadas los problemas están más a menudo relacionados con el escaso control del drenaje, la salinización y la compactación que generan deficiencias de nutrientes (Figura 1).
FIGURA 1 |
Fuente: Mapa 12 - Atlas técnico (parte 15). Cumbre Mundial de la Alimentación 1996 - Volumen 3: Documentos de Antecedentes Técncos 12-15.
Tales problemas no están confinados a las áreas tropicales. La tala de bosques (Lámina 6), el pastoreo en laderas pronunciadas (Lámina 7) y los efectos compactantes de la maquinaria agrícola (Lámina 8) producen un exceso de escorrentía y de erosión en las zonas templadas. La Lámina 9 muestra un suelo que ha sido compactado a cerca de 8-10 cm de profundidad por el repetido uso de implementos con discos, lo cual tiene el efecto de reducir su profundidad efectiva. Bajo la vegetación nativa este suelo es profundo y absorbe el agua. La diferencia en el crecimiento de las plantas de soja entre la parte superior a la izquierda y la superior derecha de la lámina puede ser relacionada con los efectos de la erosión y la falta de humedad inducida en la zona radicular.
Lámina 1
Agua limpia de tierra estable
absorbente. Cerrado, Brasil.
T. F. SHAXSON
Las estimaciones de los daños causados por la compactación y la erosión en la región de Eurasia sugieren que cerca de 327 millones de hectáreas han sido severamente afectadas por el viento y la erosión hídrica. Aproximadamente 170 millones de hectáreas han sido afectadas por la compactación del suelo. Estimaciones conservadoras calculan una pérdida de producción de 15 millones de toneladas de granos, dos millones de toneladas de remolacha azucarera y 500 000 toneladas de maíz. Otros estiman una disminución de la producción entre 16 y 27 por ciento como resultado de la compactación con una pérdida de 50 millones de toneladas de granos (Karabayev et al., 2000).
Lámina 2
Agua de inundación turbia
con suelo erosionado: no entró en la tierra antes de confluir en el
río. Río Caledon, Lesotho.
T. F. SHAXSON
Lámina 3
El arroyo Namadzi surge en una
cuenca de ladera mal cultivada y no lleva agua en la época seca. Namadzi,
Malawi.
T. F. SHAXSON
Lámina 4
Desde el mismo punto de vista de
la Lámina 3, aguas arriba del puente sobre el camino: en la época
lluviosa y después de una tormenta el arroyo Namadzi es un torrente
violento lleno de tierra. Namadzi, Malawi.
T. F. SHAXSON
Lámina 5
Árboles maduros crecidos a
lo largo y sobre la orilla del río. La destrucción de la porosidad
del suelo y de la permeabilidad causada por un mal manejo de la cuenca han dado
lugar a fuertes picos de las inundaciones que han erosionado las orillas y
dejado los árboles abandonados en el medio del cauce. Mikolongwe,
Malawi.
T. F. SHAXSON
Lámina 6
La tala de árboles de un
bosque artificial y la destrucción de la cobertura del suelo en
pendientes pronunciadas desnuda el suelo y favorece la escorrentía y la
erosión. Palmerston North, Nueva Zelandia.
T. F. SHAXSON
Lámina 7
La reducción de la
cobertura del suelo debida al sobrepastoreo con ovejas causa deslizamientos de
tierra con pérdida de plantas, agua y suelo. Palmerston North, Nueva
Zelandia.
T. F. SHAXSON
Un estudio de los efectos de la compactación del suelo sobre la producción de trigo en Nueva Zelandia demostró que a medida que el suelo se degrada los costos aumentan y los rendimientos bajan, reduciendo los márgenes de ganancia por hectárea (Shepherd, 1992). Esto es una indicación de un problema mayor ya que los agricultores, al caer los rendimientos aplican más fertilizantes, enmascarando de ese modo la declinación de una producción insostenible y antieconómica.
En Paraguay Central, una encuesta entre agricultores de pocos recursos mostró que la erosión y la escorrentía continuaron y que disminuyeron los rendimientos de algodón, tabaco, maíz y otros cultivos. Como resultado, los ingresos netos de las fincas cayeron y los agricultores no pudieron adquirir implementos o insumos para ayudar a revertir esa tendencia a la disminución de los rendimientos. En consecuencia, los agricultores y sus familias abandonaron las tierras migrando a las ciudades en búsqueda de medios de vida que la agricultura no les podía dar (Sorrenson et al., 1998).
Las fuentes potenciales de aumento de la producción, en general, son: (1) expansión del área de tierra arable; (2) incremento de la intensidad de cultivo a fin de cosechar un área mayor; (3) aumento de los rendimientos por unidad de superficie (FAO, 2000a). Considerando los problemas actuales de la producción citados anteriormente, estas expectativas serían optimistas si las áreas de los suelos ya dañados continuaran siendo manejadas como en el pasado. Sin embargo, la expansión de la tierra arable será limitada porque casi todas las tierras de buena o mediana calidad ya han sido ocupadas y la expansión del área cultivada será sobre otras tierras con mayores dificultades y peligros lo cual se reflejará negativamente sobre los rendimientos y la economía de la producción agrícola, tanto de los cultivos de secano como de los cultivos bajo riego. El incremento de la intensidad de cultivo con períodos de recuperación regulares más cortos (o incluso sin recuperación) durante los cuales los suelos dañados pudieran recuperar su fertilidad darán lugar a un continuo empeoramiento de la degradación de la tierra. Las tasas de incremento de los rendimientos están tendiendo a disminuir y los límites superiores de los rendimientos potenciales, al menos de los cultivos de grano más importantes, se están aparentemente reduciendo incluso donde se hace un alto uso de insumos en los mejores suelos.
Lámina 8
El uso de maquinaria
agrícola pesada puede compactar el suelo y favorecer la
escorrentía, incluso cuando esta nunca es intensa. Abbotsbury,
Inglaterra.
T. F. SHAXSON
Lámina 9
Efectos de la compactación
sobre el hábitat de las raíces de soja.
T. F. SHAXSON
La intensificación es la única opción para incrementar la biomasa utilizable y el agua disponible por unidad de superficie terrestre. El desafío consiste en llegar a esa intensificación sin dañar los suelos y la cantidad y confiabilidad de los recursos hídricos. Lamentablemente, los intentos hechos en el pasado para intensificar la producción usando métodos convencionales a menudo han causado daños al suelo.
La sostenibilidad de la agricultura depende no solo de la continuidad del suelo como un lugar adecuado para la producción de cultivos, pasturas y árboles sino también para que los jóvenes se entusiasmen con las actividades agrícolas de modo de ofrecer continuidad de una generación a otra, desarrollando y aplicando conocimientos actualizados y capacidad suficiente para el buen manejo de las plantas, los animales y la tierra.
¿Cómo puede la agricultura volver a ser un medio de vida satisfactorio para las personas de modo que puedan permanecer en las áreas rurales? ¿Cómo se puede asegurar un abastecimiento suficiente agua para el crecimiento de las plantas y el flujo regular de los ríos cuando las experiencias más recientes muestran en forma creciente severos efectos de las sequías sobre las plantas y una disminución de la regularidad y volumen del flujo de las corrientes de agua? ¿Cómo es posible obtener no sólo mayores resultados sino también mejor calidad y más seguridad alimentaria todo el año? ¿Cómo es posible producir una mayor variedad de alimentos para mejorar la nutrición y la salud y reducir la pobreza generando ingresos? Los enfoques convencionales parecen ser inadecuados para satisfacer estas necesidades a pesar de los esfuerzos hechos hasta ahora.
Las partes fundamentales de cualquier estrategia para enfrentar estos temas incluyen:
Reconocer el suelo como el componente fundamental y vivo del ambiente: hasta el momento ha recibido menos atención en comparación con los componentes encima de la superficie que son más fácilmente percibidos.
Favorecer la capacidad inherente de la vida en si misma, especialmente la capacidad de bacterias, hongos, fauna del suelo y plantas para colonizar continuamente y modificar los hábitats.
Prolongar la utilidad del agua de lluvia y de la materia orgánica, por el reciclaje a través de diferentes procesos bióticos tantas veces como sea posible.
En 1971 D. A. Poole escribió:
Debemos empezar a considerar nuestras disciplinas individuales como parte de un todo -un todo ecológico- como una de las distintas partes móviles que dependiendo de la forma en que son aplicadas, catalizan u obstruyen el trabajo del todo. Debemos reconocer y promover la ecología de nuestras disciplinas individuales, a ninguna de las cuales se les puede permitir actuar por si sola. El público no se interesa por los aspectos técnicos de la conservación de los suelos, los bosques, la vida silvestre u otra disciplina sino por sus efectos sobre el ambiente. Las personas apoyarán -teórica y prácticamente- a aquellos profesionales cuyos programas aseguren sinceramente un mejoramiento ambiental. Y ellos resistirán -tal como lo hacen fuertemente hoy día- aquellos programas basados más en la filosofía de los libros que en la aceptabilidad ambiental.
Actualmente esto también es tan cierto como cuando fue escrito hace más de 30 años.