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Problemas de la asistencia técnica

Se entiende por asistencia técnica el que las naciones compartan los conocimientos teóricos y prácticos con objeto de promover el desarrollo social y económico de los países menos adelantados. Pero no sólo se trata de una hermosa idea, sino de una actividad concreta y en marcha que el Fondo Especial de las Naciones Unidas para el Desarrollo Económico se encargará de impulsar y ampliar cada día más.

Sin embargo, de vez en cuando, se habla del mal uso que se hace de la asistencia técnica, o del fracaso de tal o cual proyecto, en el que se basan los escépticos para emitir entonces un juicio apresurado sobre todo el programa. De esto quizás tengan parte de culpa quienes escriben acerca de la asistencia técnica porque, llevados de la fe que en ella tienen, comentan sus éxitos sin mencionar casi nunca las dificultades.

Como toda gran empresa, la ejecución de un programa de asistencia técnica es un problema complejo y erizado de dificultades. El hecho de que casi todos los proyectos se lleven a término y de que muchos de ellos produzcan resultados muy superiores a lo que se esperaba, abona la validez general de los proyectos y la eficiencia y la devoción que en ellos ponen los especialistas.

El experto debe ser algo más que un simple depósito de conocimientos y técnicas. Para ser eficaz, no sólo debe aportar a su tarea un deseo de comprender los problemas técnicos, sino también de entender a las gentes junto a las cuales tratará de resolverlos. A veces, los técnicos de países adelantados pecan de optimismo al querer aplicar su elevado nivel técnico a las condiciones locales. No siempre advierten que las «últimas» técnicas no son necesariamente las más apropiadas para un país subdesarrollado desde el punto de vista económico.

Se precisan dotes extraordinarias de percepción para saber de antemano si un determinado experto posee las cualidades necesarias para que su misión dé los frutos esperados. En ocasiones, los técnicos se encuentran con que se les encargan tareas para las que se necesitan dotes diversas de las que ellos poseen. De esto los expertos no tienen la culpa.

Debido a la diversidad de nacionalidades de que disponen los servicios de las Naciones Unidas, el problema del idioma es quizás menos agudo que con la asistencia técnica bilateral. Pero no obstante su alcance mundial, la FAO no siempre encuentra fácilmente la especialización requerida y el idioma necesario reunidos en una misma persona. A veces, el obstáculo del idioma se puede superar si el experto va a trabajar en un centro urbano, si es capaz de trabajar por intermedio de un técnico nacional equivalente, o si está dotado de una especial habilidad para hacerse entender. Si no se logra vencer el impedimento, el proyecto está condenado al fracaso.

Cuando se piensa en todos los factores que hay que tener en consideración, deja de sorprender el hecho de que a veces se necesiten meses para encontrar la persona con todos los requisitos exigidos por una determinada solicitud de asistencia técnica. Pero por otra parte, también, el factor tiempo tiene una gran importancia y puede ocurrir que una brillantísima elección no sirva de nada si el experto llega demasiado tarde para ejecutar la labor que se le pide, o si la persona o institución de la que depende no lo deja libre por el período necesario para cumplir con la misión.

Al igual que otras muchas actividades, la asistencia técnica a veces padece de esa tendencia a suponer que el propio campo de interés es más importante que el de cualquiera otra persona. Los ministerios, que varían con frecuencia, a veces no se ponen de acuerdo sobre la escala de prioridades. Y así ocurre que los proyectos fracasen directa o indirectamente porque los fondos son inadecuados: inadecuados para facilitar a una misión los materiales que necesita; inadecuados para realizar el proyecto en la escala primitivamente concebida; e inadecuados para llevar a la práctica el contenido de los informes y las recomendaciones.

Aunque es verdad que los fondos de capital no pueden sustituir los conocimientos humanos que se proporcionan a través de la asistencia técnica, también lo contrario es verdad. Las personas que han adquirido nuevos conocimientos, por lo general desean ponerlos en práctica. Si no hay dinero para ampliar la industria o el servicio para los cuales han sido capacitados, o para plantar los bosques que se les ha enseñado a ordenar, se desembocará forzosamente en la desilusión. En su mayoría, los proyectos se conciben, como no podía ser menos, dentro del marco más amplio de un plan nacional de fomento, pero con el inconveniente de que dependen de un financiamiento anual. Los planes se modifican y, por ejemplo, el hecho de que en un año se haga una asignación presupuestaria para crear un centro de demostración, no garantiza que el próximo año el mismo gobierno, u otro nuevo, vaya a conceder el dinero que se necesitará para ampliar ese centro en la forma proyectada.

Con frecuencia, la asistencia técnica se resuelve en un poro ejercicio de paciencia. Ciertamente, el hecho de que se experimenten dificultades no significa que este esfuerzo de fomento económico esté condenado al fracaso. Nada más lejos de eso. Esas dificultades significan sencillamente que para lograr los resultados apetecidos, quizás haya que esperar más tiempo de lo que creían los profanos.

FIGURA 1. - Trozas de E. globulus y árboles en una extensa barrera viva de 40 años de edad. Mar del Plata, provincia de Buenos Aires.

FIGURA 2. - Arbol típico de E. globulus apeado en una extensa barrera viva de SO años. Mar del Plata, provincia de Buenos Aires.


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