El estado mundial de la agricultura y la alimentaci�n 2005 examina los v�nculos entre agricultura, comercio y pobreza y formula la siguiente pregunta: �pueden el comercio agr�cola internacional, y su ulterior reforma, ayudar a superar la pobreza extrema y el hambre?
Las estad�sticas mundiales sobre la pobreza y el hambre son de sobra conocidas. Se calcula que 1 200 millones de personas viven con menos de un d�lar EE.UU. al d�a, y las estimaciones m�s recientes de la FAO indican que 852 millones de personas carecen de alimentos suficientes para llevar una vida activa y sana. Tambi�n existe actualmente una mayor conciencia de que la pobreza extrema y el hambre son en gran medida fen�menos rurales. La mayor parte de las personas aquejadas por la pobreza y el hambre viven en zonas rurales y dependen de la agricultura para obtener sus medios de subsistencia. En la medida en que el comercio afecte a la agricultura, afectar� necesariamente a los medios de subsistencia y a la seguridad alimentaria de la poblaci�n m�s vulnerable del mundo.
La econom�a mundial est� cada vez m�s integrada a trav�s del comercio, y la agricultura forma parte de esa tendencia m�s amplia. En algunos pa�ses, la expansi�n del comercio agr�cola –impulsada por reformas de las pol�ticas agr�colas y comerciales– ha contribuido al inicio de un per�odo de r�pido crecimiento econ�mico que ha favorecido a los sectores pobres de la poblaci�n. De hecho, algunos de los pa�ses que m�s �xito han tenido en sus esfuerzos por reducir el hambre y la pobreza extrema se han valido del comercio de productos agr�colas, recurriendo a las exportaciones, a las importaciones o a unas y otras, como elemento fundamental de su estrategia de desarrollo.
Sin embargo, muchos de los pa�ses m�s pobres no han tenido esa experiencia positiva. Por el contrario, son cada vez m�s marginados y vulnerables, al depender de las importaciones para satisfacer una parte creciente de sus necesidades de alimentos sin haber podido ampliar y diversificar sus exportaciones agr�colas o no agr�colas. A�juicio de la FAO, el proceso de reforma en marcha ha de tener en cuenta las circunstancias espec�ficas de esos pa�ses, en particular su etapa de desarrollo agr�cola y las pol�ticas complementarias que se necesitan para garantizar su integraci�n satisfactoria en los mercados agr�colas mundiales.
La FAO reconoce desde hace tiempo que el comercio agr�cola es vital para la seguridad alimentaria, la mitigaci�n de la pobreza y el crecimiento econ�mico. Las importaciones de alimentos son fundamentales en muchos pa�ses para garantizar un suministro m�nimo de alimentos b�sicos como complemento de la producci�n local. Las exportaciones agr�colas son una fuente importante de divisas e ingresos rurales en muchos pa�ses en desarrollo. La reducci�n de las subvenciones agr�colas que distorsionan el comercio y de los obst�culos al comercio agr�cola puede servir como catalizador del crecimiento, al permitir a los productores de todo el mundo competir sobre la base de sus ventajas comparativas.
Ello no obstante, el comercio internacional de productos agr�colas se caracteriza por una serie de problemas que imposibilitan la competencia sobre la base de las ventajas comparativas. Los mercados de muchos productos y alimentos b�sicos de zonas templadas est�n distorsionados de manera sustancial por las subvenciones y la protecci�n gubernamentales, especialmente en los pa�ses de la Organizaci�n para la Cooperaci�n y el Desarrollo Econ�micos (OCDE). Algunos pa�ses desarrollados siguen subvencionando a sus agricultores y, cuando ello da lugar a excedentes en el mercado, incluso a sus exportaciones agr�colas. En�el caso de otros productos agr�colas, en particular los tropicales como el caf�, el t�, las fibras naturales y las frutas y hortalizas, existen otros problemas, como aranceles altos, complejos y estacionales y una considerable progresividad arancelaria.
Estas distorsiones tienden a hacer bajar los precios de los mercados mundiales de productos alimenticios b�sicos y a limitar el acceso a los mercados. Ello ha contribuido a que el costo global de las importaciones de alimentos de los pa�ses de bajos ingresos que son importadores netos de alimentos se mantenga bajo, pero tambi�n ha enviado se�ales err�neas a los gobiernos de los pa�ses en desarrollo, induci�ndoles a veces a descuidar su propia agricultura. Los precios bajos y la falta de inversiones han obstaculizado el desarrollo agr�cola y rural en los pa�ses pobres. En este contexto, hay que subrayar que a los pa�ses desarrollados les interesa que los pa�ses en desarrollo crezcan m�s deprisa, aunque s�lo sea para que aumente el tama�o de los mercados para sus exportaciones no agr�colas.
Los pa�ses en desarrollo tienen tambi�n que adoptar decisiones importantes. Aunque algunos exportadores de pa�ses en desarrollo se beneficiar�an de la liberalizaci�n de las pol�ticas agr�colas de la OCDE, es de prever que los mayores beneficios para los pa�ses en desarrollo provengan de la liberaci�n del comercio entre ellos. De hecho, la mayor parte de los posibles beneficios que la liberalizaci�n del comercio agr�cola mundial reportar�a a los pa�ses en desarrollo ser�a el resultado de las reformas de sus propias pol�ticas. El comercio agr�cola Sur-Sur est� registrando una r�pida expansi�n, a medida que los ingresos aumentan, las ciudades crecen y el estilo de vida propicia unos reg�menes alimenticios m�s diversificados. Estos son los mercados de crecimiento del futuro.
Cabe se�alar, sin embargo, que tal vez algunos pa�ses en desarrollo no salgan ganando de una ulterior liberalizaci�n del comercio agr�cola. Los pa�ses cuyas exportaciones agr�colas dependen de un acceso preferencial a los mercados protegidos de la OCDE saldr�an perdiendo si sus preferencias se erosionaran. Los pa�ses que son importadores netos de alimentos tambi�n resultar�an perjudicados, especialmente a corto plazo, en la medida en que la supresi�n de las subvenciones de la OCDE dar�a lugar a un aumento de los precios de los productos alimenticios b�sicos en los mercados mundiales.
Aunque parece haber un consenso general en que la liberalizaci�n del comercio promueve la eficiencia y el crecimiento econ�mico, los resultados inmediatos para las personas afectadas por la pobreza y la inseguridad alimentaria ser�an heterog�neos en la actual situaci�n de distorsi�n de los mercados de productos b�sicos agr�colas. La experiencia ense�a que las ganancias y p�rdidas y la distribuci�n de ganadores y perdedores entre personas y pa�ses est�n determinadas por el contexto. En la pr�ctica, el resultado depende en gran medida de la existencia de factores complementarios. La�mejor forma de conseguir que el comercio internacional y la liberalizaci�n del comercio contribuyan a reducir de manera sostenible el hambre y la pobreza es establecer medidas complementarias apropiadas.
Estas medidas incluyen, por un lado, inversiones que permitan a la poblaci�n aprovechar las oportunidades que brinda el comercio y, por otro lado, redes de seguridad social para que los miembros m�s d�biles y vulnerables de la sociedad est�n protegidos contra las perturbaciones que pueda causar la reforma del comercio. Se ha de prestar siempre especial atenci�n a las dificultades espec�ficas con que se enfrentan los pa�ses menos adelantados, los pa�ses de bajos ingresos y con d�ficit de alimentos y otros grupos vulnerables.
Entre las inversiones m�s importantes cabe se�alar las que tienen por objeto reducir las grandes fluctuaciones de la producci�n agr�cola en las zonas que dependen de las lluvias mediante peque�os proyectos h�dricos ejecutados a escala de aldeas y comunidades; mejorar las carreteras rurales para facilitar la llegada de los insumos a los productores y de la producci�n a los mercados; y mejorar todos los componentes de la cadena de comercializaci�n. Es especialmente necesario mejorar las instalaciones de almacenamiento y envasado en las explotaciones agr�colas y durante todo el proceso de mercadeo, as� como las instalaciones de los mercados, mataderos y puertos. Igualmente importante es aumentar la capacidad de inversi�n para que los pa�ses puedan cumplir las normas de calidad e inocuidad y los Acuerdos de la Organizaci�n Mundial del Comercio sobre Medidas Sanitarias y Fitosanitarias y sobre Obst�culos T�cnicos al Comercio; ello incluye la formaci�n profesional, el equipo y los recursos, y el refuerzo de las instituciones con el objeto de facilitar una m�s amplia participaci�n de los pa�ses en los organismos de normalizaci�n.
Estos tipos de inversi�n en la agricultura y las zonas rurales les reportan m�ltiples beneficios, entre los que destaca el aumento de la capacidad de los pa�ses en desarrollo para participar de manera m�s efectiva en la econom�a internacional. Con una asistencia adecuada de los pa�ses m�s ricos, las normas comerciales pueden dejar de ser una amenaza para convertirse en una oportunidad.
Los estudios y an�lisis realizados por la FAO proporcionan ense�anzas alentadoras y una orientaci�n general sobre las pol�ticas que han de aplicarse. Una ense�anza muy importante es que los encargados de formular pol�ticas deben examinar m�s atentamente de lo que lo han hecho hasta ahora el modo en que pueden utilizarse las pol�ticas comerciales para promover el crecimiento en favor de los pobres. Para ello es necesario esforzarse en aplicar pol�ticas y realizar inversiones que complementen las reformas comerciales con el fin de que los pobres puedan aprovechar las oportunidades relacionadas con el comercio, estableciendo al mismo tiempo redes de seguridad para proteger a los miembros vulnerables de la sociedad.
La Declaraci�n del Milenio pone de relieve la importancia del comercio internacional en el contexto del desarrollo y la eliminaci�n de la pobreza. En la Declaraci�n del Milenio, los gobiernos se comprometieron, entre otras cosas, a crear un sistema multilateral de comercio abierto, equitativo, basado en normas y no discriminatorio. Ese sistema es fundamental si se quiere que el comercio agr�cola internacional promueva un crecimiento econ�mico m�s equitativo y contribuya a la consecuci�n de los objetivos de la mitigaci�n de la pobreza y la seguridad alimentaria.
Jacques Diouf
DIRECTOR GENERAL DE LA FAO