Indice Página siguiente


Las comisiones forestales regionales de la FAO

BEIRUT, Rotorua y Curitiba: se pondría en un aprieto a muchas gentes si se les pidiera la localización exacta de estas tres ciudades. No podrían distar más entre sí de lo que distan, tanto desde un punto de vista geográfico como étnico. Pese a ello, un vínculo especial las unió en 1964, ya que fueron las sedes de las reuniones de tres de las comisiones forestales regionales de la FAO: la Comisión Forestal para el Cercano Oriente (Líbano), la Comisión Forestal para Asia y el Pacífico (Nueva Zelandia) y la Comisión Forestal Latinoamericana (Brasil).

Otras dos de estas comisiones se reunirán en 1965: la Comisión Forestal Africana, en un país del Africa oriental, y la Comisión Forestal Norteamericana, en Wáshington, D.C. La Comisión Forestal Europea se reunirá a continuación, en 1966.

El objetivo general de estas comisiones es reunir periódicamente a los jefes de las administraciones forestales nacionales y los representantes de las industrias forestales, para que celebren un cambio de opiniones y de información en cuestiones pertinentes a la política forestal de interés regional y para llegar a acuerdos en cuanto a las recomendaciones más apropiadas a este respecto, que deban transmitirse al Director General de la FAO y luego, a su vez, a los Estados Miembros. Puede también pedirse a las comisiones que asesoren en lo relativo a las prácticas y actividades más adecuadas en torno a problemas técnicos de índole particular y, para este fin, suelen establecerse organismos auxiliares que se disuelven una vez cumplida su tarea.

El tema en que especialmente se centraron los debates en las reuniones de las tres comisiones de las que se informa en el presente número, fue el desarrollo de las industrias forestales basadas en bosques artificiales. Que sea necesario crear bosques artificiales resulta claro si se examinan las condiciones del Cercano Oriente. No parece tan lógico, sin embargo, en la América Latina, donde es proverbial la existencia de extensas masas forestales naturales no aprovechadas; la respuesta es que, para fines industriales, el interés se orienta cada vez más a los tramos densos de bosque plantado con especies seleccionadas. Nueva Zelandia fue elegido como país hospedante de la Comisión Forestal para Asia y el Pacífico por encontrarse ya en un momento irreversible en su transformación de una economía maderera basada exclusivamente en las especies indígenas a una basada enteramente en las especies exóticas. En New Zealand forestry, publicado por el Ministerio de Montes para dicha reunión, libro muy notable en muchos aspectos, se lee lo siguiente: «Aunque las especies madereras indígenas seguirán aún figurando en el comercio muchos años todavía, su importancia, tanto relativa como absoluta, está disminuyendo rápidamente».

Son muchas las razones de que esto haya ocurrido en Nueva Zelandia. No ha sido solamente la demanda de madera la causa de la devastación de los primitivos bosques indígenas. Los primeros colonizadores necesitaban tierra para la agricultura y la ganadería. Casi durante un siglo el hacha y el fuego han ido ampliando las zonas colonizables por procedimientos equivocados y ruinosos. Las tierras de montaña intensamente erosionadas son en muchos lugares vestigio de la despiadada obra de los colonos que más valiera no hubieran hecho.

En otras partes del mundo se han sufrido pérdidas parecidas de una cubierta forestal que hoy se considera esencial. La erosión en la cuenca del Mediterráneo, los desiertos de Asia y del nordeste del Brasil, dilatadas extensiones de suelos arcillosos y pedregosos en China, las yermas laderas de lo que en otros tiempos fueron los famosos bosques de cedros del Líbano y otros testimonios parecidos nos hablan de épocas en que la necesidad venció a la prudencia. En algunas zonas, la repoblación forestal va ofreciendo gradualmente nuevas defensas a un suelo que acabaría por desaparecer si no se le protegiera contra la lluvia y los vientos.

La reforestación también proporciona gradualmente el medio de satisfacer en el futuro las necesidades de madera de una población en crecimiento. Por ejemplo, Nueva Zelandia está creando una industria de la madera, la pasta y el papel de proporciones considerables, en comparación con el resto del mundo.

También otros países, como lo han demostrado las reuniones de las comisiones forestales regionales de la FAO en 1964, están ansiosos de establecer nuevas fuentes de materias primas para las industrias forestales que conduzcan tanto a un grado intenso de empleo nacional como a un máximo de beneficios de la exportación.

FIGURA 1. - Tramo de un monte de pino insigne propiedad de una empresa privada cerca de la Bahía de la Abundancia en la Isla Norte. Plantado hacia 1925-35 en tierras agrícolas marginales. Más del 40 por ciento de los actuales montes de exóticas de Nueva Zelandia es de particulares o empresas privadas.

FIGURA 2. - El mismo característico paisaje de piedra pómez visto por un artista de últimos del siglo pasado.


Inicìo de página Página siguiente