M. Chipeta y T. Michaelsen
Mafa Chipeta es oficial forestal superior (análisis de políticas) y punto de contacto de la FAO como gerente de tareas del Capítulo 11 (Lucha contra la deforestación) del Programa 21 y de los de la CNUMAD.
Tage Michaelsen es oficial forestal superior (conservación de bosques) y punto de contacto de la FAO como gerente de tareas para el Capítulo 13 (Ordenación de los ecosistemas frágiles: desarrollo sostenible de las zonas de montaña) del Programa 21 de la CNUMAD.
La labor de la FAO, y particularmente del Departamento de Montes, para conseguir el objetivo del desarrollo sostenible de los bosques y de las zonas de montaña establecido en la CNUMAD
La década 1985-1995 ha estado marcada por la intensificación del debate político sobre los temas forestales. Desde que se lanzó el Plan de Acción Forestal en los Trópicos (PAFT) con el objetivo de , hasta el momento presente, en que se debaten cuestiones tales como las ventajas e inconvenientes de iniciar un proceso que culmine en la adopción de un acuerdo internacional jurídicamente vinculante sobre los bosques, y la certificación de la madera, la comunidad internacional ha recorrido un largo camino y es capaz ahora de analizar los temas forestales con una mayor conciencia de las repercusiones políticas, socioculturales y económicas. La FAO, una parte de cuyo mandato consiste en ser un foro neutral, ha sido el escenario en el que se han desarrollado gran parte de esos debates.
Los especialistas en temas forestales han comprendido el sentido de las palabras de los políticos cuando, en el momento de iniciarse el PAFT, afirmaron que las cuestiones forestales son demasiado importantes para dejarlas en manos de los técnicos. De hecho, los órganos rectores internacionales del sector forestal a los que presta servicios el Departamento de Montes de la FAO, como el Comité de Montes (COFO), las comisiones forestales regionales y el Comité de Desarrollo Forestal en los Trópicos, que eran el principal foro mundial para debatir las cuestiones de política forestal, han visto como los principales temas que han planteado se abordan ahora en niveles de decisión más elevados, como el Consejo y la Conferencia de la FAO o la Comisión sobre el Desarrollo Sostenible (CDS), constituida después de la celebración de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo (CNUMAD). Actualmente, los comités desempeñan más bien la función de secretarías técnicas y órganos asesores, y realizan una labor preparatoria para los foros de carácter más político. En muchos casos, los órganos consultores establecidos se han complementado con foros especiales que se han constituido bajo el impulso de numerosas iniciativas internacionales alentadas por el interés de la población, que los comités existentes (que realizan a un ritmo más contenido su labor de creación de consenso) no podían satisfacer.
El proceso de transformación continúa, no sin dificultades. En diferentes momentos, los especialistas forestales tuvieron que constatar que sus opiniones eran ignoradas por los políticos, que hacían caso de la opinión pública y de las organizaciones no gubernamentales, las cuales, según el parecer del personal forestal, tenían un conocimiento técnico limitado. Sin embargo, esta situación ha cambiado radicalmente durante el último decenio. Los especialistas forestales, conscientes de que una opinión pública bien informada puede ser un fuerte aliado para conseguir apoyo para la realización del programa forestal, se han preocupado cada vez más de hacer llegar a la opinión pública y a los políticos una información adecuada. Gracias a ello, los ministros, diplomáticos y planificadores debaten ahora con un profundo conocimiento las cuestiones forestales. Al mismo tiempo, muchas organizaciones no gubernamentales nacionales e internacionales se han convertido en interlocutores de pleno derecho que pueden desempeñar una función fundamental tanto en la formulación como en la ejecución de los programas de desarrollo.
EL SECTOR FORESTAL Y LAS ZONAS DE MONTAÑA: IMPORTANCIA DE LA CNUMAD
El sector forestal
Para la FAO, y especialmente para su Departamento de Montes, la CNUMAD fue, en muchos sentidos, como un sueño hecho realidad: se daba finalmente a los bosques, en el ámbito del desarrollo nacional e internacional y en el debate político, un lugar destacado, que el Departamento de Montes, mediante su intensa labor, había reclamado para el sector. En el marco del Programa de Acción Forestal Tropical, nombre con que se rebautizó al PAFT en 1990, se centró la atención en la importante contribución del sector forestal al desarrollo social y económico nacional en su conjunto. De la dirección y coordinación de los programas de acción forestal no se encargarían únicamente los responsables del sector forestal sino las autoridades de planificación o desarrollo del gobierno central. El proceso estaría dirigido e impulsado por los países, debía basarse en la planificación de carácter participativo e involucrar a los grupos de población que habitan en los bosques, a las poblaciones indígenas, a las organizaciones no gubernamentales, al sector privado y a otros grupos interesados. Estos planteamientos fueron ratificados por el Décimo Congreso Forestal Mundial celebrado en París en 1991.
Además, el Departamento de Montes de la FAO y la comunidad forestal mundial en general sustituyeron, a comienzos de los años noventa, el principio del rendimiento sostenido, centrado en la explotación maderera, por el concepto de la contribución de los bosques al desarrollo sostenible. Así pues, la comunidad forestal internacional estaba perfectamente preparada para los debates que iniciaron los gobiernos desde que la Comisión Preparatoria de la CNUMAD (ComPrep 1) celebró su primera reunión en Nairobi, en agosto de 1990. Los políticos y diplomáticos que comenzaron a intervenir en lo que había sido hasta entonces un diálogo circunscrito a los profesionales de los temas forestales añadieron nuevas dimensiones a la cuestión.
La CNUMAD permitió conseguir algunos de los objetivos por los que la comunidad forestal llevaba luchando desde hacía años: un plan de acción negociado políticamente, que se concretó en el Programa 21 y, más específicamente, en el Capítulo 11 del mismo (Lucha contra la deforestación), y además, la (que se denominan en lo sucesivo Principios Forestales), que sentaba las bases para un debate más constructivo y equilibrado gracias a que, entre otras cosas, reconocía la soberanía nacional sobre los recursos naturales y dirigía la atención hacia todos los tipos de bosques.
Uno de los aspectos más positivos de la CNUMAD es el hecho de que políticos y funcionarios participaron intensamente en los debates sobre cuestiones forestales que se desarrollaron durante la etapa preparatoria de la Conferencia. Constituyen el núcleo de un grupo de personas de alto nivel muy bien informadas que influyen en la discusión política de los temas forestales, proceso que en el período posterior a la CNUMAD se ha institucionalizado a través de la CDS.
La FAO suministró información básica, preparó documentos de secretaría y actuó como asesor en este proceso de debates. Continúa siendo el principal foro técnico de carácter intergubernamental para el examen de las cuestiones forestales (a través del COFO y las reuniones de ministros responsables del sector forestal), y tiene la condición de gerente de tareas para la aplicación del Capítulo 11 del Programa 21 y de los Principios Forestales.
Desarrollo de las zonas de montaña
Las zonas de montaña no fueron objeto de un capítulo especial en el Programa 21 sino cuando las negociaciones preparatorias de la CNUMAD estaban ya muy avanzadas. De hecho, la incorporación del desarrollo sostenible de las zonas de montaña al Programa 21 se debió principalmente a los esfuerzos de un grupo autodenominado Programa de montaña, del que forman parte la Sociedad internacional para las zonas de montaña, la Cooperación Suiza de Desarrollo, la Universidad de las Naciones Unidas, el Centro Este-Oeste, la Unión Mundial para la Naturaleza, la Universidad de Berna, la Academia Rusa de Ciencias y el Centro Internacional para la Ordenación Integrada de las Montañas. Varios organismos de las Naciones Unidas, entre ellos la FAO y el Banco Mundial, colaboraron también con la Secretaría de la CNUMAD, aportando por ejemplo estimaciones de costos. Su tardía inclusión en el proceso preparatorio de la CNUMAD fue la causa de que el tema del desarrollo de las zonas de montaña, que constituye el Capítulo 13 del Programa 21, fuera aprobado sin ser apenas debatido. En septiembre de 1993, la Comisión Interorganismos sobre el Desarrollo Sostenible (IACSD) encomendó a la FAO la función de gerente de tareas para el Capítulo 13.
Cabe señalar una diferencia en la actuación de la FAO como gerente de tareas para el sector forestal y para las zonas de montaña, a saber, que en la Organización existe un Departamento de Montes pero no un Departamento que se ocupe específicamente de las zonas de montaña. Para acopiar todos los conocimientos técnicos necesarios para hacer frente a esta nueva responsabilidad, se estableció un grupo interdepartamental sobre las zonas de montaña en el que se integraron nueve dependencias técnicas y el Departamento de Montes.
Recuadro: El rol de gerente de tareas de la FAO
LAS LINEAS DE ACTUACION Y LA FUNCION DE LA FAO
El sector forestal
Los problemas derivados de factores externos que afectan a la sostenibilidad de los bosques sólo han sido solucionados parcialmente. Los incentivos a la agricultura continúan favoreciendo la transformación de terrenos forestales en tierras de cultivo o de pastoreo. En muchos países en desarrollo, el acelerado crecimiento demográfico, la pobreza y las políticas que favorecen otras formas de aprovechamiento de la tierra amenazan la supervivencia de los bosques. La contaminación industrial sigue siendo un grave riesgo para los bosques en los países desarrollados. La FAO ha llamado la atención sobre la necesidad de garantizar que el desarrollo de otros sectores sea compatible con la ordenación forestal sostenible, con particular atención al uso de la tierra, la agricultura, la desertificación, la diversidad biológica, el cambio climático y la energía [NdR: Para un examen más detallado de la importancia de las relaciones intersectoriales sobre el desarrollo forestal sostenible, véase el artículo de M.-R. de Montalembert].
En los apartados siguientes se mencionan una serie de aspectos del sector forestal en los que deben conseguirse progresos más sustanciales, así como el papel que debe desempeñar la FAO en la consecución de ese progreso. Estos temas forman parte de las principales áreas de programas del Capítulo 11 (Lucha contra la deforestación) del Programa 21: desarrollo institucional; actividades encaminadas a conseguir la ordenación forestal sostenible y el aumento de la cubierta vegetal; el desarrollo basado en la elaboración, utilización y comercio de productos forestales, así como en una mayor valoración de los bosques; y la evaluación y observación sistemática de los bosques.
Para que las actividades que se realicen sean sostenibles, la prioridad fundamental de la FAO y de otros organismos ha de ser apoyar el desarrollo de las capacidades nacionales para realizar correctamente los procesos de formulación de políticas, adopción de decisiones y ordenación de los bosques. La creación de capacidad ha sido el objetivo central del apoyo internacional, y la FAO ha seguido desempeñando un papel fundamental a este respecto, particularmente a través de proyectos financiados por el PNUD, fondos fiduciarios o gobiernos donantes. Aunque continuará prestando asistencia a los gobiernos (actividad dominante hasta la fecha), la FAO prestará cada vez más apoyo a las organizaciones no gubernamentales. Revestirá gran importancia la ayuda a los países a definir las funciones del gobierno y de los distintos grupos de interés, y contribuir a que actúen de forma complementaria, en función de las ventajas comparativas de cada una de las partes.
El desarrollo institucional
Las instituciones serán más eficaces si todas ellas trabajan en la misma dirección. Por ello, la FAO promoverá la creación de mecanismos mundiales, nacionales y de otro tipo para fomentar el diálogo y el consenso entre los gobiernos, las organizaciones no gubernamentales, el sector privado comercial y otros grupos interesados como un aspecto esencial del fortalecimiento institucional. Aunque ello puede conseguirse en parte mediante los comités estatutarios existentes, cuya composición podría modificar la FAO para dar cabida en ellos a otras instancias además de los gobiernos, seguirá siendo necesaria la existencia de foros que cuenten con la participación de todos los gobiernos, a efectos de la concertación de acuerdos formales. [NdR: Véase la referencia a la participación de las organizaciones no gubernamentales en el resumen de los debates de la 17a reunión de la Comisión Forestal para América del Norte].
La ordenación forestal sostenible
Por lo que concierne al aumento de la cubierta forestal y a otros aspectos de la ordenación forestal sostenible, una de las principales funciones de la FAO es promover la formulación de políticas coherentes entre todos los sectores que utilizan la tierra con el fin de hacer compatibles las diferentes formas de utilización de la tierra con la conservación y utilización sostenible de los bosques. Para ello será necesario perfeccionar la interacción entre los diferentes comités de la FAO que se ocupan de la agricultura, la ganadería, la seguridad alimentaria y las actividades forestales. Por lo que respecta a la actuación sobre el terreno, la labor fundamental se centrará en la elaboración y transferencia de tecnologías y, de manera especial, en el fortalecimiento de la capacidad de investigación. La mejora de las semillas y de las características genéticas de importantes especies, la difusión de técnicas para la repoblación forestal de zonas degradadas, el apoyo a la expansión de ecosistemas representativos y de hábitat de vida silvestre, y la preparación de programas nacionales de acción para conseguir la ordenación sostenible son algunos de los aspectos de los que continuará ocupándose la FAO con los medios de que dispone. [NdR: Véase el artículo de J.-P. Lanly sobre la prosecución de la ordenación forestal sostenible].
Considerando el importante papel que desempeñan las poblaciones que viven en los bosques, la FAO tratará de coordinar los conocimientos y prácticas autóctonos con el desarrollo de la capacidad para poder aplicar la ciencia y la tecnología modernas.
Elaboración, utilización y comercio
En el ámbito de la elaboración, utilización y comercio, una importante contribución de la FAO será la de ayudar a corregir el desequilibrio existente en la ejecución de los planes de acción, habida cuenta de que en el período posterior a la CNUMAD la asistencia internacional ha tendido a poner el acento en la conservación en detrimento del desarrollo. La FAO cooperará con otras instancias para difundir y promover la adopción de los códigos de prácticas modelo existentes para una explotación forestal respetuosa del medio ambiente, y redactará códigos para la elaboración y utilización de los productos forestales madereros y no madereros. Asimismo, prestará apoyo a la industria productiva basada en los bosques como fuente de sustento y prosperidad sostenibles, siempre que esas actividades sean compatibles con la ordenación forestal y con los intereses de las poblaciones indígenas y de otras comunidades que dependen más directamente de los bosques.[NdR: Véase también el artículo de K.H. Schmincke sobre la función de la industria forestal para el desarrollo global].
Considerando la importancia que tiene el comercio para el desarrollo, la FAO intentará eliminar las restricciones unilaterales al comercio de productos forestales, haciendo oír su voz en todos los foros a los que tiene acceso. Al mismo tiempo, apoyará los esfuerzos de la Organización Internacional de las Maderas Tropicales (OIMT) y de otras organizaciones que participan activamente en el comercio para intensificar el diálogo, particularmente con los grupos ecologistas. También apoyará la elaboración de criterios indicadores neutrales para determinar si los productos proceden de fuentes sostenibles, y su adopción por la comunidad internacional. [NdR: Los problemas existentes para el comercio y mercadeo de productos forestales serán el tema del número 183 de Unasylva].
Evaluación y observación
Por lo que concierne a la observación sistemática de los bosques, la FAO institucionalizará la evaluación de los recursos forestales mundiales (que en la actualidad se realiza con una periodicidad decenal) e intentará progresar hacia la evaluación continua. Para ello adoptará diversas medidas, entre ellas el aumento gradual del personal dedicado a esta tarea. La FAO sostiene que la fortaleza de la capacidad nacional es indispensable para realizar adecuadamente la evaluación de los recursos forestales y, por consiguiente, continuará buscando financiación internacional para reforzarla. En el ámbito de la información sobre los bosques, otra de las prioridades será la formulación y difusión de metodologías para aumentar el valor económico de los bienes y servicios forestales, con el fin de justificar el apoyo al sector por parte de la opinión pública y de las autoridades políticas.
Si bien es cierto que el impulso nacional será el elemento central de las cuatro áreas programáticas del Capítulo 11 del Programa 21, la FAO habrá de solicitar un mayor apoyo internacional, que hasta el momento ha sido limitado desde el punto de vista de la financiación. Además, los fondos no se han distribuido equitativamente y en algunas ocasiones la coordinación entre los donantes es insuficiente. Si se consigue una financiación más estable y se mejora su distribución, será posible preparar y ejecutar de manera más satisfactoria los planes de acción forestal nacional (PAFN). Aun reconociendo que la financiación internacional es limitada, la FAO seguirá insistiendo para que todos los países induzcan al sector privado y a los grupos no gubernamentales a intensificar sus esfuerzos, y para encontrar mecanismos innovadores de financiación nacional que permitan reducir la dependencia de los recursos internacionales. [NdR: Véase el artículo de M.K. Muthoo sobre la cooperación multilateral en el sector forestal].
En cuanto al marco jurídico para la cooperación internacional en asuntos forestales, la situación no se ha modificado desde la celebración de la CNUMAD. Los Principios Forestales no se han revisado todavía y no está claro si deben transformarse en un instrumento jurídicamente vinculante. La FAO ofreció la oportunidad de debatir esta cuestión en el 12º período de sesiones del COFO, en marzo de 1995, y en la reunión de ministros.
El desarrollo sostenible de las zonas de montaña
Una de las principales dificultades con que tropieza el desarrollo sostenible de las zonas de montaña es la falta de conciencia respecto a los rasgos que las distinguen; de ello derivan problemas diferentes que los que afectan a las tierras llanas y que, en consecuencia, exigen una atención especial. Con frecuencia no se percibe perfectamente la fragilidad de los ecosistemas de montaña y sus efectos negativos sobre las poblaciones de las tierras llanas. Esto explica que los organismos internacionales no hayan formulado programas para estas zonas y que, a nivel nacional, sea difícil encontrar departamentos, programas o legislación que se ocupen de forma exhaustiva de las zonas montañosas. Estos territorios y las poblaciones que viven en ellos se beneficien sólo marginalmente de los programas nacionales de educación, salud e infraestructuras, principalmente porque el costo per cápita que entraña el suministro de dichos servicios en las zonas remotas de las montañas supera la media nacional y, por ende, se considera antieconómico, y también porque las comunidades montañesas no poseen la suficiente influencia económica y política.
La existencia de un capítulo especial sobre las zonas de montaña en el Programa 21 constituye una oportunidad sin precedentes para afrontar de forma novedosa y exhaustiva los problemas específicos de las zonas de montaña. En ese texto se reconoce de forma indirecta el de las zonas de montaña y, en clara ruptura con el pasado, se afirma que las poblaciones, las culturas y las economías de las zonas de montaña son valores que se deben potenciar, y que la conservación a largo plazo de esas zonas no pasa por el desarrollo agrícola e industrial de las tierras llanas, al que sigue ineluctablemente la despoblación gradual de las tierras altas.
El Programa 21 incluye dos áreas programáticas, . Esas áreas programáticas son las siguientes: Generación y consolidación del conocimiento sobre la ecología y el desarrollo sostenible de los ecosistemas de montaña; y Promoción del aprovechamiento integrado de las cuencas hidrográficas y de otros medios de vida.
La consolidación de los conocimientos
En su intento de consolidar el conocimiento sobre los ecosistemas de montaña, la FAO contribuirá a desarrollar una red informativa y una base de datos de alcance mundial. A esos efectos debería crearse un reducido servicio de secretaría, posiblemente en el seno de la Universidad de las Naciones Unidas. La red pondría en contacto a organizaciones no gubernamentales, asociaciones regionales, de las zonas de montaña, especialistas en la problemática de las montañas e instituciones académicas, y su finalidad debería ser que las autoridades responsables y la opinión pública conocieran mejor los ecosistemas de montaña, los diversos aspectos de las cuencas hidrográficas y el fomento de los cultivos. Además, la red fomentaría las actividades de investigación y vigilancia al nivel de las comunidades locales. Las bases de datos permitirían preparar atlas en los que se subrayaría la función mundial y regional de los ecosistemas de montaña. Se apoyarían las evaluaciones y estudios regionales, los sistemas de información y las bases de datos regionales sobre las zonas de montaña y las directrices regionales para la acción, así como la vigilancia de la situación del medio ambiente y del desarrollo de las montañas del mundo.
Aprovechamiento integrado de las cuencas hidrográficas
Desde hace varios decenios, la FAO viene participando intensamente en la ordenación de las cuencas hidrográficas de montaña en muchos países. Ahora, ha llegado el momento de prestar atención a dos aspectos de estos y otros programas similares de conservación y desarrollo. El primero consiste en fomentar los debates nacionales sobre la formulación de estrategias y programas globales para el desarrollo de las zonas de montaña. El segundo se refiere a la necesidad de reevaluar los proyectos y programas en curso y proyectados para asegurarse de que estén correctamente orientados para conseguir tres importantes objetivos establecidos en la CNUMAD: elaborar, para el año 2000, una planificación y ordenación adecuadas del uso de la tierra (tanto por lo que respecta a las tierras cultivables como no cultivables) en las cuencas hidrográficas de montaña, para impedir la erosión del suelo, aumentar la producción de biomasa y mantener el equilibrio ecológico; promover actividades generadoras de ingresos y mejorar la infraestructura y los servicios sociales, en particular para proteger el medio de vida de las comunidades locales y de las poblaciones indígenas; y elaborar mecanismos técnicos e institucionales para los países afectados a fin de mitigar los efectos de las catástrofes naturales mediante medidas de prevención, establecimiento de zonas de riesgo, sistemas de alerta, planes de evacuación y suministros de emergencia.
La FAO colaborará con los gobiernos y las organizaciones competentes en la creación de capacidad nacional para el desarrollo sostenible de las zonas de montaña, en esferas como la formulación de planes de acción y programas de inversión nacionales, la participación de representantes de las comunidades montañesas en la planificación del desarrollo nacional y la conservación y desarrollo de tecnologías y cultivos específicos de las zonas de montaña.
Por lo que concierne a las mujeres de las zonas de montaña, los aspectos que recibirán una atención prioritaria serán los relativos a la promoción, la equidad y la igualdad, y, asimismo, la mejora de los servicios para atender las necesidades específicas de la mujer; los servicios relativos a la salud reproductiva y a la nutrición; la educación encaminada a reducir las diferencias entre niños y adultos de ambos sexos por lo que respecta a los niveles de instrucción; y la posibilidad de garantizar la participación de las mujeres en los programas de desarrollo y de transferencia de tecnología. Debe reconocerse plenamente la función de los niños y los jóvenes en el desarrollo sostenible de las zonas de montaña, pues no sólo heredarán la responsabilidad de conservar el medio ambiente en el futuro, sino que ya hoy pueden participar activamente. La mejor manera de velar por sus intereses es aplicar un enfoque participativo que les impulse a integrarse plenamente en el proceso de formulación de los programas y planes de acción.
En muchos lugares, el desarrollo sostenible de las zonas de montaña exige un cambio de actitud hacia la población indígena, el reconocimiento de su derecho a la tierra, de sus conocimientos sobre las condiciones especiales de vida y de gestión de los recursos naturales, la protección frente a la explotación por parte de las industrias extractivas, frente a los traficantes de droga, los operadores turísticos, los movimientos guerrilleros, etc.
Es necesario adoptar un punto de vista diferente sobre la corriente de recursos y servicios destinados a las zonas de montaña o provenientes de éstas, tanto por lo que respecta a los recursos hídricos como a los bosques y pastizales, la mano de obra, los servicios públicos, etc. Las comunidades de las zonas en cuestión pueden obtener ingresos de diversas fuentes, como los derechos, nuevos o revisados, sobre el agua, los cánones forestales o mineros, los derechos y arriendos de pastizales, la comercialización de hierbas medicinales y de otros productos forestales no madereros, los derechos de acceso a los parques nacionales, las licencias para las actividades turísticas, etc. Esos ingresos permitirían que dichas comunidades realizaran inversiones para mejorar la situación de la vivienda, las comunicaciones, las carreteras, la educación, la nutrición, etc., y que no recibieran ese tipo de servicios como un donativo de socorro del gobierno. Para financiar el desarrollo de las zonas de montaña es de gran importancia que se reconozca más cabalmente el valor económico del agua, según se indica en el Capítulo 18 del Programa 21 y en el documento normativo del Banco Mundial sobre la ordenación de los recursos hídricos.
Recuadro: Seguimiento de la CNUMAD
CONCLUSIONES
La CNUMAD fue un acontecimiento de importancia decisiva para los bosques. En primer lugar, la Conferencia prestó al sector forestal una mayor atención que a otros sectores, y en la actualidad grupos muy diversos han expresado su deseo de participar en las actividades de conservación y desarrollo de los bosques. En segundo lugar, aunque reconocían su importancia mundial, los gobiernos afirmaron la soberanía nacional sobre los bosques y, en consecuencia, aceptaron la responsabilidad de garantizar la ordenación forestal sostenible. En tercer lugar, los gobiernos se comprometieron a conseguir un equilibrio entre la conservación y el desarrollo, y en particular a seguir garantizando la posibilidad de obtener un medio de vida sostenible mediante la comercialización de los productos forestales. En cuarto lugar, se ha puesto de manifiesto que la ordenación forestal tiene una dimensión multisectorial. Finalmente, la CNUMAD concedió una gran importancia a la cooperación entre grupos diferentes dentro de los países y entre diversas naciones, haciendo, por tanto, un llamamiento a la cooperación internacional. La FAO no sólo aportó muchas de las ideas predominantes que se examinaron en la CNUMAD, sino que continuará contribuyendo para hacerlas realidad. Para conseguirlo cooperará estrechamente con otras organizaciones intergubernamentales y con otros grupos interesados.
Algunos de los problemas que afectan a los bosques dificultan también el desarrollo sostenible de las zonas de montaña. No obstante, es esencial que los responsables de adoptar las decisiones tengan en cuenta las condiciones específicas de las montañas. Así, los ecosistemas y la población que vive en ellos recibirán la atención necesaria, y la población podrá participar en los beneficios que producen los recursos de las montañas (por ejemplo, el agua). Las instituciones activas en dichas regiones deben reconocer su particular responsabilidad para con esos territorios. Ello exigirá mecanismos financieros para el desarrollo, mejorar la condición de la mujer y de la población autóctona e intensificar su participación, mejorar el acceso a la enseñanza y diversificar y fortalecer la economía de esas zonas.
Para llevar a la práctica con eficacia los acuerdos de la CNUMAD, tanto en las tierras forestales como en las zonas de montaña, es necesario conjugar la acción nacional y la cooperación internacional. Todas las iniciativas, ya se trate de políticas, estrategias, programas de acción, acuerdos o convenios (tanto voluntarios como jurídicamente vinculantes) serán valorados en función de su contribución a la ordenación sostenible de los bosques o de las zonas montañosas. El desarrollo de la capacidad nacional en todos los países es fundamental para conseguir resultados satisfactorios y, por ende, deberá ser objeto de una atención prioritaria.