MIKKO KANTOLA
MIKKO KANTOLA es Jefe del Departamento Forestal Asociación de Eficiencia en el Trabajo, de Helsinki. Este documento fue preparado para un simposio sobre cuestiones de interés común para la agricultura y los montes celebrado en Roma con ocasión de las recientes reuniones de la Comisión Forestal Europea y de la Comisión Europea de Agricultura.
EN EL PRESENTE ESTUDIO, el papel de la silvicultura agrícola se refiere a los países de economía de mercado en los que existe la propiedad privada de las explotaciones y de los bosques agrícolas. En ellos, el Estado se limita simplemente a ejercer cierta influencia sobre este tipo de actividad forestal. Los propietarios de montes y las distintas formas de cooperación entre ellos, así como los municipios, los grupos industriales forestales y otros grupos nacionales intervienen muy activamente en las medidas que se adoptan en relación con la silvicultura agrícola. Los partidos políticos pueden sentirse asimismo interesados por la misma, especialmente en el caso de que desempeñe un papel importante en la economía nacional del país en cuestión.
A fin de garantizar la continuidad de las actividades silvícolas, el Estado suele fijar unas directrices a este respecto. Esta labor de protección se lleva a cabo en parte a través de medidas económicas generales y, especialmente, por medio de una política forestal propiamente dicha. Estas disposiciones pueden dividirse en medidas de regulación y de fomento. Las primeras suelen consistir en leyes y medidas de control y las segundas abarcan distintos tipos de prestación de asistencia.
La mayoría de las legislaciones forestales europeas tienen un carácter prohibitivo, referido no solamente a los bosques de tipo recreativo y protector, sino también a los que se explotan económicamente. Determinan, por ejemplo, las obligaciones que incumben al propietario y al comprador de tierras forestales y regulan la organización de la administración. Con objeto de garantizar la continuidad de los rendimientos, aspiran a impedir la devastación de los montes y contienen disposiciones relativas a la protección contra los incendios o a los requisitos mínimos que se exigen para el ejercicio de las actividades forestales. En los últimos años, la legislación forestal ha tomado medidas más positivas encaminadas a lograr una mejor ordenación de los montes.
Las actividades de control y asistencia por parte del Estado, de acuerdo con las leyes, varían también según los distintos países. En algunos países, la supervisión corre a cargo de funcionarios del Estado; en otros, se encomienda esta actividad a organizaciones privadas o semioficiales que, además de esta labor de control, ayudan y fomentan la silvicultura agrícola. Esta ayuda estatal puede consistir en una asistencia gratuita, prestada en forma de planificación, colaboración de capataces, herramientas, semillas y plantas, con la finalidad de garantizar las inversiones a largo plazo necesarias para la producción nacional de madera. También puede revestir la forma de préstamos concedidos con un tipo de interés muy bajo, en función de las posibilidades económicas del propietario del monte. Por supuesto, cierta parte de la capacitación vocacional y de las investigaciones científicas, así como diversos tipos de servicios de extensión financiados total o principalmente por el Estado, favorecen las actividades silvícolas de las pequeñas explotaciones agrícolas.
Dentro de los límites del control y de la asistencia prestada por el Estado, los agricultores privados pueden crear bosques y explotarlos. Los que cuentan con bosques propios dan también importancia a su facultad de explotarlos, en la medida de lo posible, dentro de los límites de la legislación y el control. Es por ello necesario asignarles unas obligaciones y estimularles a través de sus propias organizaciones. Las obligaciones, derechos y ayuda, dosificados en las debidas proporciones, seguirán siendo en el futuro las claves del desarrollo en las pequeñas explotaciones.
La silvicultura agrícola puede considerarse como:
· producción de madera para la industria forestal o para otros compradores
· producción de madera en la explotación agrícola
· forma de aprovechamiento de la tierra
· suplemento del empleo estacional
· suplemento de los beneficios obtenidos merced al trabajo realizado
· modo de obtener fondos de las cosechas forestales
· garantía de racionalización de la agricultura
· modo de nivelar las fluctuaciones económicas
· posibilidad de inversión para los fondos disponibles
· protección contra la inflación monetaria
· garantía para los créditos. posibilidad de recreo y esparcimiento
· fuente de satisfacciones de la propiedad privada
· síntoma de riqueza.
Especialmente en los países septentrionales, los bosques constituyen una par te esencial de la explotación agrícola. De la superficie boscosa total de Noruega, el 73 por ciento es propiedad de agricultores o de otras personas privadas, y los porcentajes correspondientes de Finlandia y Suecia son del 63 y 51 por ciento, respectivamente. En tales circunstancias, el modo de llevar a cabo estas actividades silvícolas en las pequeñas explotaciones agrícolas reviste gran importancia para todo el país en su conjunto.
La silvicultura agrícola plantea, sin embargo, un cierto número de problemas que se derivan fundamentalmente del tipo de propiedad y de las dimensiones de la misma. Osara (1936) afirmaba que la responsabilidad de la situación en la que se encuentran las pequeñas parcelas forestales incumbe muchas voces al propietario anterior, en los casos en que las parcelas situadas cerca de los pueblos hayan sido descuidadas o aprovechadas excesivamente a efectos domésticos o sometidas a una recolección muy apurada antes de haber sido vendidas a sus nuevos propietarios. Osara destacaba también otros fallos de este tipo de explotación silvícola. Los «bosques enanos», concretamente, no pueden producir toda la madera necesaria para el uso doméstico y tampoco abarcan todas las gamas idóneas de madera. Osara insistía, por consiguiente, en que es preciso definir claramente la finalidad de la explotación forestal a pequeña escala como la producción de la máxima y más valiosa cantidad posible de madera para su venta. Si se logra esto, quedará también satisfecha la demanda de madera para usos domésticos.
Holopainen (1966) ha expuesto como sigue las características de la silvicultura en explotaciones agrícolas:
· Como forma individual de monte privado no constituye en general una rama independiente del proceso de planificación y adopción de decisiones de la explotación agrícola, sino que forma parte de sus actividades totales.· Las metas nacionales fijadas a la producción agrícola, con la consiguiente estructura de costes y precios, favorecen muchas veces a la agricultura cuando el propietario privado toma sus decisiones sobre el aprovechamiento de la tierra, inversiones, empleo de la mano de obra, etc.,
· En la situación de planificación anteriormente citada, existe el peligro de que el fomento de los montes en las explotaciones agrícolas incite a vender una madera que es necesaria como capital de producción o a encauzar las inversiones hacia la producción agropecuaria porque produce beneficios más rápidamente que los bosques.
· La propiedad de la tierra carece de estabilidad en ciertos países. Muchas veces, las explotaciones agrícolas se reparten entre los hijos, se vende la tierra o se la explota cuando podría ser utilizada mejor destinándola a otras finalidades, etc. Estas incertidumbres reducen el interés por el fomento de los montes.
· Con frecuencia el agricultor no tiene conocimientos forestales suficientes y, al sentirse en una situación de mayor dependencia con respecto a la agricultura, le interesa más lograr una capacitación adicional en la agricultura que en la silvicultura, lo cual trae consigo el peligro de adoptar decisiones que no sean perfectamente ponderadas.
· El desarrollo de la agricultura, en general, se enfrenta con el grave obstáculo de que la difusión de los conocimientos e innovaciones es mucho más lenta en las explotaciones agrícolas que en las industriales. Especialmente en el caso de pequeñas parcelas forestales, esta falta de conocimientos reviste a veces caracteres muy agudos.
· En determinados países, algunos tipos de aprovechamiento subsidiario, como el pastoreo en las tierras boscosas, frenan gravemente la producción de madera.
· La pequeña extensión de los bosques privados incide en los resultados económicos de la silvicultura al no permitir explotaciones a gran escala ni tampoco bajos costes unitarios en la ordenación. extracción mecanizada y mercadeo.
· Los bosques agrícolas pequeños, que producen unos ingresos modestos, influyen también en la política de inversión de su propietario debido a la falta de oportunidades para invertir dinero y mallo de obra en mejoras forestales a largo plazo.
La silvicultura ofrece también muchas ventajas. Al principio de este capítulo se han destacado algunas de ellas desde el punto de vista de la agricultura. Debido a la trabazón existente entre agricultura y silvicultura, el propietario de la explotación agrícola puede utilizar en la producción común medios tales como, por ejemplo, edificios, maquinaria, mano de obra, que permitan una menor inversión de capital en compensación con la que se requeriría en el caso de unas actividades agrícolas o forestales llevadas por separado. Las fluctuaciones estacionales de la agricultura, en particular, crean la necesidad de contar con mayores posibilidades de empleo fuera de la agricultura y con más horas de trabajo para la energía de tracción que puede utilizarse indistintamente en la agricultura y en la silvicultura. Con ello no solamente los precios de la madera en pie, sino también su explotación, consolidan la economía agrícola.
Debido a la creciente demanda de madera, las actividades silvícolas aumentan la necesidad de mano de obra que contrarresta la reducción de las actividades de recolección. Resulta por ello posible incitar a los propietarios forestales a aumentar la producción de madera utilizando la mano de obra de su propia explotación agrícola; con este sistema se han logrado resultados muy favorables en Finlandia y en algunos otros países. Por otra parte, como la mano de obra agrícola constituye una reserva para una industria y un sector terciario cada vez mayor, cabe prever que, más tarde o más temprano, también en la silvicultura agrícola se producirá una escasez de mano de obra.
La mayoría de las pequeñas explotaciones agrícolas están situadas cerca de zonas pobladas o en tierras productivas. Por consiguiente, sus probabilidades de producir bosques de buena calidad y de vender productos a base de madera son muy favorables y también pueden estar en muy buenas condiciones para lograr arria producción intensiva de madera, a pesar de los numerosos inconvenientes anteriormente expuestos. Según Hahtola (1967), en cl régimen silvícola no influye el tamaño de la explotación. Resulta, pues, posible que unas pequeñas explotaciones agrícolas desempeñen satisfactoriamente el papel que les incumbe en la silvicultura. Hace 15 años, un comité estatal llevó a cabo en Suecia un estudio sobre la situación productiva, la densidad, etc., de la silvicultura agrícola en comparación con la correspondiente a los montes públicos y de compañías forestales. Este estudio descubrió que no existen diferencias fundamentales en punto a los aspectos biológicos o productivos. Así pues, «la política forestal nacional de Suecia, a través de una combinación de disposiciones legislativas, control y subvenciones, ha demostrado en cl pasado que es posible lograr un rendimiento satisfactorio en las explotaciones silvícolas pequeñas a posar del reducido tamaño de las actividades agrícolas y forestales combinadas» (Sundberg, 1966).
Han sido estudiadas en muchos países. Se puede citar la investigación realizada sobre la relación existente entre las cortas para la venta y la gestión de la finca agrícola en su conjunto, incluyendo su medio ambiente económico y social (Hahtola, 1967). En ese análisis de factores se interpretaron los 12 siguientes: tamaño de la explotación, tamaño de las fincas, grado de mecanización, utilización fuera de la granja de la capacidad de tracción, relación entre la mano de obra y el tamaño de los hatos con la superficie, autosuficiencia de la energía de tracción, tamaño de las cortas para la venta, momento en que se inicia la corta, cortas de mejora, estructura de la mano de obra en la corta, productividad de las cortas para la venta y aprovechamiento racional de las tierras boscosas. Esta solución en 12 dimensiones permitió un examen multidimensional de la relación existente entre las cortas para la venta y la totalidad de las actividades agrícolas. Cabe destacar los siguientes resultados obtenidos gracias al citado estudio (Hahtola, 1967):
· Una población diseminada parece acentuar la importancia que tiene el bosque para la explotación agrícola.· La parcelación racional de las tierras forestales permite unos métodos de corta más perfectos.
· Los métodos de corta mejoran y aumentan la proporción de cortas para la venta en proporción directa a la cercanía a los centros de población.
· La abundancia de mano de obra y la utilización fuera de la explotación agrícola de la energía de tracción parecen favorecer, normalmente, el aprovechamiento forestal intensivo en proporción al tamaño de la finca.
· El tamaño de la explotación agrícola no ejerce repercusión alguna sobre el régimen silvícola.
· La productividad de las cortas para la venta (mano de obra utilizada por unidad de producción) influye en el empleo total de mano de obra y de energía de tracción en la explotación agrícola. La utilización exterior de la misma mejora la productividad de este tipo de cortas. Se logra un efecto similar mediante actividades de producción tales como la ganadería, que proporcionan un gran número de puestos de trabajo en el invierno.
· El hecho de que existan otras probabilidades de utilizar la mano de obra y la energía de tracción - es decir, el pleno empleo - mejoran en parte la productividad de las cortas para la venta, incluso cuando se emplea mano de obra forastera.
· En cambio, la abundancia de mano de obra y el empleo de los trabajadores fijos de la explotación agrícola resultan probablemente nocivos para la productividad de las cortas para la venta. En tales casos, este tipo de corta constituye simplemente una actividad de «relleno» y no se presta la debida atención a los métodos y a la organización del trabajo.
· Al aumentar el tamaño de la explotación agrícola, entran en juego factores favorables y desfavorables. El incremento de la cantidad cortada y del grado de mecanización favorece la productividad. El hecho de que existan oportunidades mejores para utilizar la propia mano de obra en fincas mayores surte, en cambio, efectos opuestos.
Las técnicas de ordenación forestal y silvícola adoptadas en los países europeos surgieron fundamentalmente durante una época en la cual la energía necesaria para las actividades forestales venía suministrada por hombres y animales. Hoy en día las modernas técnicas de corta exigen en la mayor medida posible la corta rasa y una gran superficie a fin de lograr resultados económicos. Esto pone de manifiesto la necesidad de reajustar y simplificar los procedimientos silvícolas tradicionales a fin de adaptarse a las necesidades de las modernas técnicas de recolección mecanizada.
El hecho de definir la cuestión de este modo no debe hacer olvidar que, tradicionalmente, se asigna una importancia fundamental a la silvicultura y una significación secundaria a su recolección. La silvicultura tiene dos vertientes principales: como ciencia biológica exclusivamente o como actividad que se propone lograr unos beneficios máximos. Ahora bien, si se acepta que la función de la silvicultura agrícola consiste en elevar al máximo los beneficios económicos derivados del hecho de producir y de recolectar los montes, es preciso reconocer que la silvicultura y la recolección deben adaptarse la una a la otra.
Otra característica diferenciadora de la silvicultura agrícola en Europa es el acicate de aumentar los rendimientos en un momento en que Europa ha pasado a ser un gran importador neto de madera rolliza y elaborada procedente de otros continentes y cuando se prevé que la demanda de madera aumentará aún más. Cuando el nivel de la demanda va simultáneamente acompañado por un rápido cambio de la estructura de la demanda, la variedad deseada de tamaños de los árboles, calidades y especies debería ser puesta en conocimiento de los agricultores de la región. Este tipo de medida presupone la aplicación de una política y de una ordenación forestal a escala nacional.
A condición de que el aumento de la demanda de la madera en Europa promueva la intensificación de la silvicultura, cabe estimar que los propietarios de pequeñas explotaciones - tras haber sido también estimulados por una información idónea, actividades de capacitación y asistencia - mostrarán un interés cada vez mayor por aumentar el rendimiento de sus bosques con tal, por supuesto, de que resulte rentable mejorar tal rendimiento. Utilizando los resultados de la genética forestal, del cultivo y abonado del suelo y de la regulación de las condiciones hidrológicas, se podrá lograr un progreso biológico integral. Con objeto de elevar al máximo los beneficios, procedería evaluar los resultados de estas iniciativas en términos de cantidad, calidad y economía.
Las circunstancias actuales son, sin embargo, muy distintas en diversos países y, especialmente, en los europeos. Por ello, el conocimiento de los factores que inciden en el progreso biológico y en la explotación de las masas arbóreas es todavía muy limitado, a pesar del considerable volumen de investigaciones científicas. Es probable, sin embargo, que con los medios anteriormente expuestos se puedan abreviar los ciclos de rotación de los bosques en el futuro, no solamente en la Europa meridional, sino también en la septentrional. Todavía no se sabe, sin embargo, cuál es la combinación óptima de intensidad, ciclo y tipo de aclareo.
Los costes de explotación se pueden reducir introduciendo la mecanización en la silvicultura. En un gran número de circunstancias se podrán utilizar económicamente arados, excavadoras, escarificadores, removedoras de tierra rotatorias, rastras de láminas y otras máquinas de preparación de la tierra, plantadoras mecánicas, abonos aplicados por medio de tractores y aviones, nuevas técnicas de cultivo de las plantas, etc. El aumento de la mecanización exige, sin embargo, que se organicen también las actividades silvícolas con carácter más regular, con objeto de poder llevarlas a efecto de un modo económico.
Procedería experimentar en mayor medida los medios de reducir los costes silvícolas y de recolección. Convendría estudiar, por ejemplo, la posibilidad de efectuar el aclareo en hileras, dejando abiertos unos senderos, incluso cuando se trate de crear nuevas masas arbóreas, efectuar los desbosques del modo más perfecto posible, etc., con objeto de evitar pérdidas de rendimiento y de poder formular recomendaciones pertinentes a los agricultores.
Hasta el momento, las pequeñas explotaciones agrícolas se han visto también obligadas a esforzarse por elevar al óptimo el rendimiento de sus bosques, tanto cuantitativa como cualitativamente, de un modo idóneo. Es posible que en el futuro, y especialmente en relación con las variaciones de la demanda, el aumento de ésta por lo que se refiere a la madera para pasta y el desarrollo de las técnicas de elaboración industrial de la pasta provoquen una situación en la que quizá resulte aconsejable, en el caso de ciertas regiones, procurar elevar al máximo el rendimiento de la producción de madera para pasta mediante el sistema de rotaciones cortas y cultivo intensivo. Esto, a su vez, dará un nuevo ímpetu no solamente a las pequeñas explotaciones agrícolas, sino también a la ciencia de la silvicultura.
En las labores de conversión mecánica y transporte de madera, los costes por unidad de trabajo consisten en el coste de la mano de obra y en el de las máquinas. Así pues, para reducir los costes por unidad de trabajo, es preciso reducir su suma global. Ahora bien, al disminuir el coste de la mano de obra gracias al empleo de máquinas, tienden a aumentar los costes de éstas.
Existen diversos grados de mecanización en los que los costes de máquina, unidos a los costes de mano de obra, deciden cuál es el coste por unidad de madera en cada caso corriente. Se puede definir el grado de mecanización como la relación existente entre el coste de la máquina y el coste por unidad de madera. Si el trabajo se hace totalmente a mano, el grado de mecanización es nulo y, si se ha logrado una mecanización total, equivale a la unidad (Brunet, 1966).
Así pues, valiéndose de inversiones pequeñas en máquinas y de producciones diarias relativamente bajas, resulta posible lograr, en la recolección de los pequeños bosques agrícolas, unos costes por unidad de trabajo iguales o incluso menores que en cl caso de recurrir a inversiones más cuantiosas en máquinas y mayores producciones diarias de la silvicultura a gran escala. En cambio, en la silvicultura a gran escala, las máquinas eficientes que requieren clavadas inversiones resultan la solución más económica.
Cabe citar como ejemplo tres inversiones distintas en máquinas y su coste diario en relación con la labor de cortar los árboles y arrastrar los productos hasta las márgenes del camino (Kantola, 1967):
Inversión en máquinas, en miles de dólares |
Coste diario de mano de obra y maquinas, en dólares | |
Tractor agrícola con cabrestante |
3,0 |
13 |
Tractor forestal o tractor con accesorios forestales |
15,5 |
100 |
Cosechadora forestal |
62,0 |
300 |
Según este ejemplo, cl coste de recolección ascenderá a 2,50 dólares por metro cúbico en todos los casos si las producciones diarias aproximadas son las siguientes:
Inversión en dólares |
m3/día |
3000 |
5 |
15500 |
40 |
62000 |
120 |
Así pues, en el primer caso, el trabajo de un hombre equivaldría a 0,20 días/hombre por m3; en el segundo, a 0,15 y en el tercero a 0,05 días/hombre por m3, aunque el coste por unidad de trabajo sería el mismo en los tres casos.
CONCLUSIONES:
· En el trabajo mecánico, la producción diaria debe incrementarse en relación con la mayor mecanización empleada.· El trabajo de un solo hombre no basta como criterio de medida cuando se trata de descubrir cuál es el grado más económico de mecanización.
· Deberá escogerse el grado más económico de mecanización comparando la suma de los costes de mano de obra y máquinas por día con la producción diaria en cada caso concreto.
· Cuando se intente reducir los costes, convendrá cifrarse el objetivo de una mano de obra óptima, y no mínima, según las circunstancias.
Como se ha expuesto anteriormente, la cuantía de la inversión requiere una determinada producción diaria. Exige también una determinada producción anual porque, en el trabajo mecánico, el coste de las máquinas por hora de trabajo depende en muy gran medida de la cuantía del trabajo anual.
El coste tolerable de explotación de un tractor (Arnkil, 1966) de 18.500 dólares requiere, en el caso finlandés, 1.500 horas de trabajo anuales, por lo menos. La influencia de la cuantía de las inversiones sobre el coste total indica que no es prudente utilizar máquinas de este precio cuando se trabaja menos de 1.000 horas al año. Es preferible que el nivel de utilización equivalga a 2.000 horas anuales. Además de esto, Arnkil afirma que la capacidad de transporte de un tractor forestal de 18.500 dólares, con una capacidad de 0,78 dólares por m3 apilado, debería equivaler, durante un período de utilización de 1.500 horas, a unos 8,6 m3 apilados por hora. En consonancia con esto, un tractor forestal de este tipo ha de transportar anualmente por lo menos 13.000 m3 apilados para resultar rentable.
Como orientación general en el caso finlandés, cabe afirmar que la utilización rentable de un tractor forestal requiere por lo menos de 200 a 250 días de trabajo anual. Así pues, una empresa profesional de tractores tiene que arrastrar anualmente de 10.000 a 15.000 m3 de madera desde el bosque hasta los márgenes del camino. Según Sundberg (1966) un tractor forestal especial (16.000 dólares) requiere en Suecia un período de utilización superior a los 8 ó 9 meses, lo cual equivale tan sólo a una producción anual de 6.000 a 7.000 m3.
Según Sundberg, la influencia del volumen de la explotación sobre el coste directo de extracción en las zonas muy pobladas de la Suecia central dotadas de una buena red vial es la siguiente
Volumen de la explotación, m3 |
100 |
200 |
400 |
600 |
800 |
1000 |
Coeficiente de coste directo de extracción por unidad de madera |
123 |
107 |
97 |
93 |
90 |
88 |
Sundberg afirma también que el volumen mínimo crítico de las operaciones semimecanizadas debería ser en el sur de Suecia de 10 a 20 ha en el caso de aclareos y de 2 a 4 ha en la corta a matarrasa, o sea de 500 a 1.000 m3 de corta. En el norte de Suecia, las superficies respectivas serían 60 y 14-20 ha y el total de corta de 2.000 m3. El tamaño necesario aumentará gradualmente a 1 mecanizarse cada vez más las operaciones.
Cuando se examina la cuestión de la recolección mecánica, sigue revistiendo interés el tamaño de la madera en pie que se quiere recolectar. Se sabe perfectamente que la recolección por unidad cúbica, en el caso de un trabajo mecánico normal, resulta tanto más cara cuanto más pequeños son los árboles. Además de esto, el coste de recolección por unidad cúbica con cosechadoras forestales parece depender en muy gran medida del tamaño del tronco. En la densidad de la masa influyen también notablemente los costes de recolección. Como regla práctica, puede decirse que, en el caso finlandés, las masas recolectadas mecánicamente deberían tener una densidad mínima de 40 m3 por ha. Si las masas escogidas para la corta son considerablemente menos densas, se producirá un aumento de los medios necesarios y de los costes. Koroleff (1941) ha expuesto gráficamente la relación correspondiente a los Estados Unidos. Existen asimismo otros muchos factores que influyen en el coste de la recolección mecánica. Se mencionará solamente la densidad de la red vial y la cantidad y tipo de lotes de madera que se requieren.
Al examinar las oportunidades de mecanizar la recolección de madera en la silvicultura agrícola, es preciso tomar también en consideración la conexión existente entre silvicultura y recolección. Según los principios de silvicultura actualmente vigentes, se deben cultivar árboles madereros valiosos en vez de fomentar el crecimiento de masas y, de este modo, se pretende lograr el máximo incremento posible del valor de la madera. Por esta razón, es preciso eliminar considerables cantidades de montecillo en las cortas de mejora, incurriéndose, por consiguiente, en costes demasiado elevados de silvicultura y de recolección real. Sería, pues, ventajoso que el abonado y preparación del sucio llevara a utilizar métodos de obtención de madera para pasta que entrañaran una necesidad mínima de aclareo. Convendría también perfeccionar la maquinaria agrícola de modo tal que se pudieran emplear las mismas máquinas - especialmente los tractores - en las operaciones de recolección, en las silvícolas y en otras operaciones de la explotación agrícola y similares.
Basándose en lo anteriormente expuesto, se advierte claramente que el coste de la recolección puede reducirse al mínimo con un alto grado de mecanización que requiere, sin embargo, que se cumplan las siguientes condiciones:
· Una producción diaria suficientemente elevada.· Un número anual de horas do trabajo efectivas lo suficientemente elevado.
· Trabajadores forestales permanentes especializados que obtengan un nivel de salarios y beneficios sociales comparables a los de otras especialidades.
· Estaciones de trabajo forestal lo suficientemente grandes.
· Masas escogidas para la corta densa y unos árboles de gran volumen.
· Empleo de la corta rasa en la mayor medida posible y número reducido de surtidos de madera.
· Organización de distintos trabajos forestales (incluida la silvicultura) de modo tal que los trabajadores forestales profesionales puedan tener trabajo durante todo el año.
Estos requisitos son muy difíciles y, en muchos casos, imposibles de cumplir, especialmente en la silvicultura agrícola. En general, las probabilidades de obtener un trabajo vocacional fijo vienen obstaculizadas por los siguientes factores:
· En muchos países europeos se recolecta la madera en pequeñas estaciones de trabajo, en las que tan sólo la mitad está integrada por cortas a matarrasa susceptibles de mecanización y la otra mitad por cortas de aclareo mucho menos rentables.· En muchos países, las masas y las estaciones de trabajo no están situadas sistemáticamente a lo largo de los mismos caminos y carreteras, aunque esto facilitará considerablemente las operaciones de transporte.
· Si existen una misma zona varios compradores, esto hace que se entrecrucen los transportes y que la programación del trabajo en el tiempo resulte difícil cuando se cuenta con máquinas de gran eficiencia.
· Ahora y en lo sucesivo hay y habrá muchos propietarios forestales que quieren cortar y transportar sus propios árboles hasta la carretera a fin de obtener ingresos suplementarios en los momentos en los que no pueden realizar otro trabajo rentable.
· Las fluctuaciones entre la oferta y la demanda, tanto en los mercados internacionales como en los nacionales, hacen que resulte muy difícil la explotación uniforme de las estaciones y la organización del trabajo a lo largo de todo el ano.
· Los métodos de aorta dependen de requisitos impuestos por los aserraderos con respecto a la recepción de madera, de factores legislativos y comerciales y de otro tipo. Hablando en términos generales, los aserraderos no están todavía en condiciones de recibir madera en todas las formas posibles; existe un número demasiado grande de especies madereras convertibles; es preciso detener y medir la madera demasiadas veces mientras es transportada desde el bosque hasta el aserradero; los caminos forestales siguen siendo imperfectos; no se permite viajar por carreteras normales con cargas del tamaño requerido, etc.
· Especialmente en los países septentrionales existen amplias extensiones - que en Finlandia equivalen quizá al 50 por ciento - en las que el transporte de la madera solamente es posible cuando el terreno está helado. En terrenos de este tipo el trabajo forestal no puede por menos de tener carácter estacional.
· En ciertos países aumenta el carácter estacional del trabajo forestal debido, por ejemplo, al transporte por flotación o a las limitadas posibilidades de corta y almacenamiento, motivadas por las condiciones atmosféricas o el transporte a larga distancia.
Por estas razones, no se puede llevar a cabo en todas partes la recolección y otros trabajos forestales durante todo el año. Así pues, en muchos países europeos los trabajadores forestales permanentes no constituyen la única solución. Además de esto, resultarán necesarios los trabajadores forestales estacionales - en el caso de que pueda disponerse de ellos - cuando la finalidad de la mecanización consista en lograr una recolección económica de la madera.
El crecimiento de la economía nacional modifica la relación existente entre las distintas especialidades laborales de un país. Una de las características más destacadas de este desarrollo dinámico es la disminución de la población agrícola. En Italia, por ejemplo, ha disminuido en un 28 por ciento desde 1958. Todos los años abandonan la agricultura unas 200.000 personas. Además, en muchos países disminuye la proporción de la población agrícola. En Finlandia equivalía al 41,5 por ciento de la población total en 1950, al 33 por ciento en 1956 y actualmente es tan sólo del 27 por ciento Se prevé que esta proporción disminuirá aún más.
A consecuencia de esto, ha disminuido el número de explotaciones agrícolas, especialmente en los países que siguen una política vigorosa de aumento de La industrialización y disminución de la población agrícola. En Francia, por ejemplo, la superficie cultivada no ha experimentado modificación alguna de 1955 a 1963, pero el número de explotaciones agrícolas se redujo a aproximadamente 1.360.000, 400.000 de las cuales abarcaban una superficie menor de 20 ha. Hace 20 años había en Suecia 300.000 fincas, y ahora ascienden tan sólo a 180.000; y se calcula que dentro de 10 años esa cifra será inferior a 100.000.
El éxodo de la agricultura a otros sectores se debe a los esfuerzos por incrementar la productividad agrícola. También influyen en él el crecimiento común de la economía nacional, el aumento de la industrialización y el desarrollo de los servicios terciarios, la mejoría del nivel de vida y, especialmente, la política laboral y agraria. En el éxodo de los agricultores a los países extranjeros influye, por otra parte, la política oficial de los países receptores. Suponiendo que una proporción dada de la población agrícola constituya una mano de obra real o potencial para la silvicultura, se puede apreciar en su justo valor la influencia que tiene la política laboral nacional sobre la mano de obra forestal.
En los países que han alcanzado un alto grado de mecanización - por ejemplo, Canadá, la U.R.S.S. y Suecia - cabe observar que, además de sus grandes extensiones forestales, tienen en común la característica de que escasea la mano de obra en las regiones boscosas. Amplias zonas del Canadá y la U.R.S.S. han estado siempre despobladas y, en Suecia, la política laboral y agraria de los últimos decenios ha acelerado el éxodo de la mano de obra que abandona las regiones forestales. La única a posibilidad ha consistido en reducir al mínimo el empleo de trabajo manual utilizando máquinas pesadas y trabajadores fijos, con objeto de garantizar la entrega de madera en los aserraderos. La mecanización de los trabajos forestales, en los que so emplea mallo de obra agrícola estacional, no resultaría más económica en estas circunstancias.
Según los estudios llevados a cabo sobre la estructura social de los trabajadores en Europa, hall existido vínculos muy íntimos entre la mano de obra agrícola y la silvícola. La mayoría de los trabajadores forestales han sido agricultores independientes o asalariados procedentes de pequeñas fincas de menos de 7 a 10 ha, donde estos agricultores se han visto obligados a buscar ingresos adicionales mediante un trabajo forestal en los períodos en los que escaseaba el trabajo en el campo. Grammel (1962) puso de manifiesto que en Europa central se ha dado una íntima relación entre la fase de desarrollo económico regional y la organización del trabajo forestal, así como la estructura regional de la agricultura.
En Europa septentrional, el rápido desarrollo económico y técnico del decenio 1950-59 ha empezado a surtir efectos sobre la estructura social de la mano de obra forestal. En Finlandia, por ejemplo, los trabajadores agrícolas y sus familiares procedentes de fincas interiores a 5 ha, constituyen la mitad del total de trabajadores forestales retribuidos en 1950, mientras que esta proporción equivalió tan sólo a la cuarta parte en 1961. Los pequeños agricultores han sido sustituidos por trabajadores forestales profesionales sin tierra y, en parte, por trabajadores agrícolas y sus familiares procedentes de explotaciones agrícolas mayores que tienen una superficie arable de 5 o más ha. La mano de obra integrada por trabajadores forestales profesionales (mano de obra retribuida utilizada en la silvicultura 101 o más días al ano) constituía el 25 por ciento, aproximadamente, en 1950 y }legó hasta el 50 por ciento en 1961 (Heikinheimo-Ristimäki, 1965).
En los demás países septentrionales, así como en los de la Europa central, ha aumentado también la proporción de los trabajadores forestales profesionales. Grammel (1962) cita los siguientes cambios acaecidos en los montes suabos (Alemania) entre 1953 y 1.960:
|
Variación 1953-60 |
Situación 1960 |
...Por ciento... |
||
Trabajadores forestales profesionales (más do 200 días al año) |
+45 |
28,8 |
Trabajadores temporeros (de 60 a 200 días al ano) |
-40 |
28,6 |
Trabajadores ocasionales (menos de 60 días al año) |
+53 |
42,6 |
Según Steinlin (1966): «este tipo de situación laboral resulta muy ventajoso para la industria forestal, dado que permite que una determinada cantidad del trabajo de cada año sea llevado a cabo por trabajadores especialistas, compensándose los agotadores días del invierno mediante el empleo de mano de obra ocasional. Esto trae consigo, por lo tanto, una distribución anual típica de la mano de obra».
Steinlin ha examinado la mano de obra forestal procedente de distintos tipos de explotaciones agrícolas según otros estudios realizados. Afirma que el auge del desarrollo de una región, unido al aumento de la industrialización y a la expansión de los servicios terciarios, provoca cambios en la estructura de la agricultura. Disminuirá, por ello, el número de explotaciones agrícolas de 2 a 10 ha, que resultan demasiado pequeñas para un trabajo familiar en régimen de jornada completa, pero demasiado grandes para que su titular acepte otro empleo de plena dedicación. Serán sustituidas por explotaciones familiares mayores (superiores a 10 ha), que constituyen el objetivo de la política oficial agraria en la mayoría de los países de la Europa central. Por otra parte, existirán las llamadas «tierras de la hora nona», en las que se trabajará después de haber laborado toda la jornada en otro lugar. Esto lleva a la conclusión de que la mecanización continua obliga a la industria forestal a emplear trabajadores profesionales forestales en régimen de jornada completa, recurriendo, además de ellos, durante el invierno, a mano de obra ocasional procedente de la agricultura. En otras palabras, los trabajadores forestales profesionales se reclutarán fundamentalmente en las pequeñas explotaciones agrícolas, que serán abandonadas o reducidas a esas «tierras de la hora nona».
En una sociedad en evolución, la política forestal, laboral y agraria influyen también en los resultados prácticos del desarrollo. En Suecia, por ejemplo, la política laboral, unida a la agraria, ha traído consigo una escasez de mano de obra agrícola en las regiones forestales. Sólo cabe, por ello, una solución cuando se trata de mecanizar las operaciones forestales: lograr un alto grado de mecanización con trabajadores fijos. En otros países existe todavía la posibilidad de escoger el grado deseado de mecanización que se quiera utilizar según la situación en punto a precios y salarios, la mano de obra forestal disponible y la región de que se trate. Se puede citar como ejemplo Finlandia, en donde el 63 por ciento de la superficie forestal del país y el 72 por ciento del producto forestal es propiedad de agricultores privados. Según los cálculos del autor del presente trabajo (Kantola, 1967), en 1980, las explotaciones agrícolas finlandesas dispondrán todavía de una mano de obra forestal suficiente, a pesar del aumento de la industrialización y del auge de los servicios terciarios, y teniendo asimismo en cuenta la producción en constante aumento de la agricultura y la silvicultura. Así pues, también en el futuro se podrá realizar más económicamente el trabajo forestal perfeccionando las mácquinas y los métodos agrícolas. En algunas pequeñas granjas especializadas en actividades ganaderas, el medio más importante para racionalizar el trabajo forestal puede consistir en emplear simplemente tres máquinas: una sierra mecánica, un tractor agrícola y una ordeñadora mecánica.
Ahora bien, la creciente mecanización de la recolección de madera puede traer consigo una distensión gradual de los vínculos que unen la agricultura a la silvicultura en muchos países europeos. Resulta posible ampliar las estaciones de trabajo forestal mediante la cooperación y la concentración. Se podrán utilizar, por tanto, tres tipos de mano de obra: una determinada proporción de trabajadores forestales profesionales empleados durante todo el año (de 10.000 a 15.000 m3 anuales por cada tractor forestal especial) podrá efectuar la recolección de madera como empleados profesionales o contratados; parte de la recolección podrá correr a cargo de mano de obra agrícola estacional (de 1.000 a 5.000 m3 por cada tractor agrícola provisto de accesorios forestales de tipo medio); la mano de obra ocasional (de 100 a 500 m3 anuales por cada tractor agrícola con accesorios ligeros de utilización temporal) podrá encargarse de las labores de recolección de madera en sus propias explotaciones agrícolas de pequeñas dimensiones. En este último caso, cabe considerar el empleo del tractor agrícola como un trabajo marginal, por lo que el coste fijo anual se carga a la extracción únicamente en proporción al tiempo que han durado dichas operaciones.
En la vida económica procede armonizar las actividades de la administración pública con las del sector privado según las exigencias del crecimiento y del desarrollo de la economía nacional. A consecuencia de ello, se deben movilizar también totalmente las potencialidades de la silvicultura en las pequeñas explotaciones agrícolas mediante los esfuerzos conjugados de toda la colectividad. La mayoría de los problemas que se plantean en la silvicultura agrícola pueden zanjarse recurriendo a la política económica general y a la forestal. De esas medidas se ha ocupado, por ejemplo, Holopainen (1966). Sólo se mencionarán aquí algunas de ellas al examinar la cooperación económica y otras medidas oportunas en las pequeñas explotaciones agrícolas.
En relación con el fomento de la silvicultura y la economía de las pequeñas explotaciones agrícolas, en vista de las constantes modificaciones de la agricultura, cabe recordar que también resulta aconsejable la evolución de la estructura de las explotaciones agrícolas. Entre otras, cabría adoptar las siguientes medidas:
· Las fincas demasiado pequeñas deberían concentrarse en unidades mayores y proporcionar superficies adicionales a las explotaciones agrícolas de pequeñas dimensiones.· Arrendar las superficies adicionales para su explotación agrícola, e introducir los cambios necesarios en las zonas labrantías.
· Preparar secciones cartográficas agrícolas y forestales lo más amplias y uniformes posibles.
· Plantar bosques en pequeños campos diseminados en los que la agricultura ha dejado ya de ser rentable.
Se pueden satisfacer las exigencias de la silvicultura y de la recolección mediante la cooperación entre las explotaciones agrícolas. A este respecto será necesario adoptar las siguientes medidas:
· Concentrar las masas escogidas para la corta en torno a ciertas carreteras seleccionadas todos los años por los propietarios forestales o por sus asociaciones.· Escoger las masas marcadas para la corta en función de las técnicas de extracción, situándolas en primer término en zonas que tengan rendimientos poco satisfactorios, con objeto de facilitar el crecimiento de los bosques.
· Apilar junto a los caminos escogidos todos los años por mutuo acuerdo la madera obtenido mediante las cortas para la venta llevadas a cabo por las pequeñas explotaciones agrícolas.
· Fomentar la cooperación de los propietarios agrícolas en la recogida de la madera, concentrando asimismo las estaciones de trabajo y las labores de recolección llevadas a cabo por trabajadores forestales profesionales contratados fuera de las explotaciones agrícolas, con objeto de facilitar un alto nivel de mecanización del modo más económico posible.
Se deben satisfacer también las necesidades financieras. Además de la asistencia que preste el Estado, procede fomentar la autofinanciación. En Noruega se deduce y deposita en una cuenta especial un determinado porcentaje del valor anual de las ventas de madera con objeto de utilizarlo más tarde a efectos de mejora forestal de las fincas correspondientes (Holopainen, 1967). En Finlandia, la autofinanciación está vinculada a la imposición fiscal y se sigue el sistema de recoger fondos para las asociaciones comunes de propietarios forestales en función del tamaño y calidad de los bosques.
La administración y las organizaciones necesarias para satisfacer las necesidades de la silvicultura agrícola varían según los distintos países y no se puede tomar a este respecto ninguna decisión que tenga una validez universal. La planificación regional, la investigación científica que garantiza una buena explotación de los bosques, la organización de las actividades forestales, la construcción de redes viales, la creación de medios de capacitación vocacional de nivel superior y elemental, etc., facilitan la buena cooperación entre la administración pública y las organizaciones responsables del fomento de la silvicultura agrícola.
En muchos países se da una colaboración entre propietarios forestales en los planes silvícolas, económico-político y económico-técnico. En Finlandia, la colaboración silvícola se basa en las 389 asociaciones existentes de propietarios forestales, cada una de las cuales abarca la superficie de un municipio. Están completamente autofinanciadas y recogen fondos para su personal mediante los impuestos anteriormente citados. La colaboración económico-política puede revestir la forma de asociaciones que abarquen todo el territorio del Estado y que sigan una política económica por su propio interés. A veces, como ocurre en las organizaciones de este tipo de los países septentrionales, han creado fábricas de transformación de la madera de las que son propietarios ellas mismas y sus miembros. Parte de esta actividad puede implicar también el mercadeo en régimen de cooperativas de los surtidos de madera, junto a los márgenes de los caminos o los propios bosques. La colaboración económico-técnica entre pequeños agricultores puede tener la finalidad de ampliar las unidades de producción, simplificar ésta y lograr ingresos suplementarios. Reinikainen (1966) ha elaborado la siguiente lista de los distintos tipos de cooperación entre pequeñas explotaciones agrícolas:
UTILIZACIÓN MUTUA DE MÁQUINAS Y MANO DE OBRA
Basada en la propiedad privada:
· Ayuda prestada por los vecinos
· Empresa dedicada al alquiler de máquinas
· Empresa de maquinaria
· Empresa de maquinaria y cooperativa en colaboración
· Círculo de alquiler
· Banco de máquinas
Basada en la propiedad colectiva:
· Consorcio de máquinasconsorcio independiente de máquinas
cooperativa de máquinas
sociedad de máquinas en comandita
organización común
concesionarios de máquinas· Círculo de trabajo (círculo de máquinas)
PRODUCCIÓN EN COMÚN
Basada en la propiedad privada:
· Planificación mutua de la producción (ventas en común, etc.).
· Producción mutua (pastos comunes para las vacas, cooperación en la cría del ganado, etc.)
· Cooperación forestal regional (consorcio forestal).
Basada en la propiedad colectiva:
· Operaciones en común (ordeño, estabulación).
· Comunidad de explotación (pequeñas fincas agrupadas en empresas comunes en relación con la totalidad o con parte de la producción).
Existen, pues, muchas oportunidades de llevar a efecto distintos tipos de cooperación en la agricultura y en la silvicultura agrícola. Los distintos factores técnicos económicos, sociales y psicológicos determinarán cuál de ellos conviene emplear en cada caso concreto. Ahora bien, es preciso también contar con un alto grado mental y de instrucción de los agricultores y con una planificación bien concebida de los órganos de cooperación para alcanzar buenos resultados económicos y sociales.
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