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Una buena planificación
técnica o financiera debe basarse en registros detallados y en
la evaluación regular de los logros de los servicios de sanidad
animal. Tales evaluaciones deberán determinar no sólo las
repercusiones económicas de los servicios de sanidad animal para
la comunidad, sino también su impacto biológico, social,
ambiental y de salud pública. Deben realizarse a nivel estatal,
de servicio de sanidad animal y de las granjas.
Evaluación económica
El análisis de costes/beneficios debería tratarse como una parte solamente de la planificación y gestión efectiva de la sanidad animal. Con los datos disponibles pueden hacerse simples comparaciones de los costes y beneficios para formarse una idea de las prioridades en la lucha contra las enfermedades, pero los resultados podrían no ser fiables. Hay que desarrollar una amplia capacidad de análisis económico y social en cada país; la evaluación deberá abarcar los problemas de la productividad animal deprimida y las enfermedades subclínicas, además de las enfermedades infecciosas específicas. Deberán considerarse también otras formas de análisis económico, como la eficacia en función de los costes, la utilidad de los costes y el análisis del excedente del consumidor y productor.
Los beneficios deben desglosarse en:
la eliminación de las pérdidas directamente observables;
los beneficios no obtenidos, en forma de potenciales no aprovechados para la mejora de la productividad animal;
los beneficios directos, como los aumentos de la producción agrícola, la tracción animal, las exportaciones y la sustitución de importaciones;
los beneficios no cuantificables, incluida la mejora de la sanidad humana, el bienestar y la prosperidad.
La evaluación de un programa de sanidad animal requiere un procedimiento lógico que debería comprender:
estimaciones aproximadas de la magnitud e impacto de cada problema en estudio, utilizando los datos existentes para una evaluación preliminar de las prioridades;
la agregación de los datos sobre la estructura de la población y de los rebaños, junto con las pruebas existentes sobre la incidencia y prevalencia de enfermedades específicas y las pérdidas de producción, y, cuando sea necesario, la realización de estudios transversales o de control de casos estadísticamente diseñados para colmar las lagunas en la información requerida;
el diseño de modelos conceptuales o diagramáticos para ilustrar las características epidemiológicas y el impacto del problema en estudio;
el diseño de modelos biológicos en forma matemática, para estimar los riesgos y el alcance de los problemas con o sin medidas de lucha, y cuantificar y evaluar el impacto directo sobre la producción animal. Deberían incorporarse también los beneficios indirectos;
la cuantificación sistemática para cada tipo de unidad de producción rebaño o grupo de población -, de los aumentos de la producción que se podrían lograr y de los costes de cada plan de lucha o de producción emprendido o propuesto, utilizando modelos estáticos o dinámicos para mostrarlos resultados acumulativos cuando sea factible;
la realización de un análisis parcial del presupuesto para determinar la relación costes/beneficios para el granjero individual, que influirá en su deseo de emprender actividades de control sanitario y compartir los gastos;
la realización de un análisis de costes/beneficios para poder comparar, desde el punto de vista nacional y de la industria pecuaria, las ganancias derivadas de los gastos en actividades de control sanitario, habiendo aplicado los debidos ajustes de precios a secciones tales como la sustitución de importaciones, las exportaciones, las subvenciones y los «costes de oportunidad» de los recursos. Estas evaluaciones deberán comprender minuciosos análisis para detectar el efecto de los errores en los datos y suposiciones, así como las posibles variaciones de los precios;
el uso del análisis de decisión, y particularmente de «árboles de decisiones», para observar el impacto de diversas decisiones en fases clave de la ejecución de un programa;
un examen de las consideraciones políticas, sociales, de salud pública y ambientales, que pueden cuantificarse dentro del análisis económico, o bien clasificarse según su importancia en el transcurso de debates.
Impacto político, social, de salud pública y ambiental
El impacto de los servicios de sanidad animal en estas esferas puede incluir:
la mejora de las rentas, las oportunidades de empleo y las condiciones de vida, que contribuyen a la estabilidad social y política;
la reducción o eliminación del impacto de las zoonosis sobre la población humana;
la contribución a la mejora de las condiciones de trabajo y la disminución de los gastos médicos para el tratamiento de las zoonosis;
la mejora cualitativa y cuantitativa de la nutrición humana;
la conciencia de que aunque las mejoras en los servicios de sanidad animal pueden tener un impacto sobre el número de cabezas y la productividad del ganado, los plenos beneficios de esos progresos sólo podrán alcanzarse si los insumos veterinarios están asociados con una mejora de la comercialización y los precios de los productos pecuarios;
a pesar de que la aplicación de medicamentos veterinarios, hormonas, plaguicidas, etc., cuando se efectúa de acuerdo con las recomendaciones del fabricante, no lleva a una contaminación toxicológica inaceptable del medio ambiente, los servicios de sanidad animal deben tener cuidado de asegurar que esos productos se utilicen de forma adecuada. Las recomendaciones al respecto se encuentran recogidas en las Directrices para la utilización de plaguicidas de la FAO/OMS.