este número de Unasylva se dedica a presentar determinados aspectos de las actividades de la FAO relacionadas con la enseñanza y capacitación forestales. Se trata de una actividad a la que los diversos órganos rectores de la Organización han concedido suma prioridad en el decenio último, durante el cual el Cuadro de la FAO sobre enseñanza forestal se transformó en un Comité Consultivo sobre Enseñanza Forestal.
Cuando comenzó a actuar el Fondo Especial de las Naciones Unidas para el Desarrollo Económico y los programas de ayuda bilateral se ampliaron y coordinaron más estrechamente con los programas de campo de la FAO, aumentó con rapidez la capacidad para financiar proyectos nacionales de enseñanza y capacitación. Numerosos países en desarrollo ampliaron considerablemente su trabajo en la esfera general de la enseñanza como base para acelerar su progreso económico y social.
Actualmente ha concluido la ejecución, en lo que respecta a la FAO, de siete proyectos nacionales de enseñanza forestal financiados por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (Fondo Especial) y ejecutados por la FAO durante el decenio último, con una inversión total de 10 millones de dólares, y que han quedado completados por lo que a la FAO se refiere. Hay otros 23 proyectos análogos del PNUD (Fondo Especial) en curso de ejecución, que representan un compromiso de unos 38,5 millones de dólares. Los resultados de estos proyectos pueden comprobarse con claridad en los muchos países de Africa, Asia y América Latina que refuerzan continuamente sus cuadros técnicos y profesionales con ayuda del PNUD.
Conforme progresaban sus programas de campo y en relación con su trabajo del Plan Indicativo Mundial para el Desarrollo Agrícola en la esfera de las necesidades de mano de obra y las posibilidades de empleo, la FAO ha ido ampliando gradualmente sus actividades de planeamiento, abarcando en diversos grados la estructura y métodos de los sistemas de enseñanza forestal, así como sus aspectos geográficos y cuantitativos. Su objetivo ha sido integrar el planeamiento de los recursos humanos con la planificación económica, respondiendo a interrogantes básicos, como el número de trabajadores forestales realmente necesarios en los países en desarrollo y el lugar y forma de su capacitación. En este número de Unasylva se describen algunos de estos aspectos.
Aunque se ha tratado de prever el futuro y de fomentar la creación de nuevas escuelas forestales o perfeccionar las existentes, es evidente que la FAO no ha tratado hasta ahora, en medida suficiente, de influir en el contenido y métodos de la enseñanza forestal para hacer que la silvicultura profesional desempeñe el nuevo papel que, al parecer, se espera de ella frente a los grandes cambios de la situación social y al progreso de los conocimientos científicos y de la tecnología. Esos cambios exigen poner al día la competencia del personal forestal para adaptarla a los nuevos objetivos y postulan en favor de una enseñanza con mayor capacidad de evolución y un espíritu más amplio y crítico. El progreso de la ciencia exige a un tiempo audacia y equilibrio para incorporar a los planes de estudio las nuevas conquistas de la investigación. El progreso hace que los conocimientos adquiridos queden rápidamente anticuados, con la consiguiente necesidad de una enseñanza permanente para el especialista. Ello es especialmente cierto en lo que se refiere a los países en desarrollo, pero, al igual que ocurre en otras esferas de conocimiento, las cuestiones relativas a la calidad de la mano de obra necesaria para el desarrollo forestal y a las nuevas aspiraciones de los estudiantes de estas especialidades tienen alcance mundial. Efectivamente, todo el contenido y la forma de la enseñanza forestal están hoy sometidos a una revisión crítica en muchos lugares y las tradiciones que parecían más firmemente aceptadas son hoy objeto de discusión abierta.
No es probable que esta reevaluación contemporánea del contenido de la enseñanza forestal permita dar una solución universal al problema de ajustar los planes de estudio de estas materias al conjunto de conocimientos y a la mentalidad que debe tener en el próximo decenio el técnico forestal. Sin embargo, hay algunas cosas que parecen claras, por ejemplo, que la enseñanza forestal universitaria debe ser interdisciplinaria y encauzarse a formar dirigentes de mentalidad orientada al desarrollo, que el técnico forestal universitario debe haber aprendido a utilizar los modernos instrumentos de la administración y la gestión científicas, y que los planes de estudio deben dar importancia primordial a los conocimientos que se refieran más especialmente al país o región en que el estudiante vaya a ejercer su profesión.
Para ayudar a resolver esta situación, dentro del programa de actividades de la FAO para 1971 figura una Consulta Mundial sobre Enseñanza y Capacitación Forestales, que tendrá como objetivo primordial examinar con razonamiento, más bien que con entusiasmo, el contenido de la enseñanza forestal. Esta consulta, que será la primera de este tipo, debe brindar la oportunidad de aprovechar lo hecho hasta ahora, al par que facilitar una nueva orientación y objetivo a las actividades de la FAO, de acuerdo con los cambios profundos que se producen en el mundo entero en la esfera de la enseñanza.
El Departamento de Montes de la Universidad de Ibadán, Nigeria.