DILEMAS DEL DESARROLLO
Y LAS POLITICAS FORESTALES
Los técnicos forestales de todo el mundo debieron de acoger el informe de la Comisión Brundtland de 1987, que instaba a un desarrollo sostenible, como el reconocimiento, tanto tiempo esperado, de un principio fundamental para ellos. Después de todo, fue en el ámbito de la silvicultura donde hace muchos siglos se postularon los elementos básicos de la ordenación sostenida de los recursos. Los chinos se enfrentaron con el problema del abastecimiento sostenible a largo plazo de madera para la construcción ya en el siglo IV a.C. En India y Sri Lanka, los gobernantes comenzaron a establecer reservas forestales, a controlar las talas y a regular la caza hace más de 2 000 años.
Las culturas occidentales adoptaron más tarde medidas protectoras análogas. El cantón de Schwyz, en Suiza, aprobó en 1343 una ley para conservar los bosques con el fin de disponer de un suministro constante de leña y madera y como protección contra los aludes1. En el siglo XVI, los estados alemanes trataron de impedir la deforestación promulgando ordenanzas en las que se regulaba el suministro de madera; estas leyes exigían a las familias plantar setos vivos y cavar zanjas en lugar de construir vallas de madera, obligaban a los constructores a sustituir las tablas de madera por ladrillos en los tejados y regulaban la fabricación de carbón vegetal. En Sajonia se ordenó que todas las nuevas casas se construyeran por entero de piedra, mientras que sólo guardabosques especialmente designados podían decidir qué árboles habían de talarse, incluso en los bosques privados2.
Con el tiempo, las políticas y prácticas de ordenación forestal evolucionaron y se adaptaron a las nuevas exigencias económicas, necesidades sociales y circunstancias políticas. Durante muchos siglos, los gobiernos europeos mantuvieron reservas forestales con el fin de disponer de una fuente regular de madera para la construcción de buques de guerra. Más adelante, la ordenación de los bosques se centró en los árboles como principal fuente de combustible para la revolución industrial. A mediados del siglo XIX, los técnicos forestales europeos habían perfeccionado prácticas basadas en el rendimiento sostenido para mantener el equilibrio entre aprovechamiento de la madera y crecimiento de los bosques. Más adelante, técnicos forestales americanos ampliaron el concepto de rendimiento sostenido para incluir la conservación de recursos distintos de la madera y servicios de carácter ecológico.
Aunque el término rendimiento sostenido puede tener distintos significados para distintos técnicos forestales, la tradición de ordenar los bosques para un futuro indefinido ha seguido siendo un principio rector de la teoría de la silvicultura. Los técnicos forestales han creado modelos biológicos para aumentar al máximo la producción de madera a largo plazo, han sentado las bases de técnicas económicas para evaluar la rotación óptima de las cortas y han introducido un modo de abordar la ordenación sostenible de los bosques basado en el ecosistema3. Esta experiencia proporcionará un modelo para establecer un equilibrio entre las exigencias económicas y sociales y la productividad de los recursos naturales. En cambio, la opinión pública critica y discute cada vez más la competencia de estos técnicos para administrar y controlar las prácticas forestales.
Está muy extendida la idea de que se está explotando excesivamente los bosques; un examen somero de los numerosos indicios existentes no convence de lo contrario. En un estudio de la Organización Internacional de las Maderas Tropicales (OIMT), citado con frecuencia, se afirma que a mediados del decenio de 1980 menos de 1 millón de hectáreas de bosques tropicales, de los 828 millones existentes dentro de los países miembros de la OIMT, estaban sometidos a una ordenación basada en el rendimiento sostenido4. La FAO estima que durante el decenio de 1980 se perdieron cada año 15,4 millones de hectáreas de bosques tropicales, y que la superficie de los bosques gravemente degradados es tal vez mayor incluso que la superficie deforestada5.
Existe la impresión general de que el aprovechamiento comercial de la madera es la causa principal de la deforestación acelerada en las zonas tropicales y de la degradación de los bosques templados. Se critica la escasa atención prestada a los usos del bosque distintos de la extracción de madera, en particular el valor de los espacios verdes naturales, la flora y fauna silvestres, los productos no madereros, los servicios ambientales, el equilibrio ecológico y la biodiversidad6. Cuando las actividades de aprovechamiento de la madera entran en contradicción con estos valores, se estima que las políticas forestales favorecen a la industria maderera. El descontento con respecto al modo en que se administran los bosques y la preocupación por el medio ambiente natural están compeliendo a los gobiernos a elaborar políticas que tengan en cuenta las funciones múltiples y contrapuestas que se exigen de los recursos forestales.
Los bosques son ecosistemas complejos que pueden procurar una gran variedad de beneficios económicos, sociales y ambientales. Los bosques y espacios arbolados son esenciales para la vida humana, pero las distintas personas y grupos valoran de diverso modo los beneficios que ofrecen y los servicios que prestan. También difieren mucho los intereses locales, nacionales e internacionales. Además, las numerosas funciones que se espera que desempeñen los bosques en el desarrollo local, nacional y mundial cambian drásticamente en el curso del tiempo.
Estos beneficios múltiples y funciones variables en relación con el proceso de desarrollo están poniendo en entredicho conceptos e instituciones surgidos en épocas en las que los bosques se consideraban reservas lejanas que habían de ser administradas como fuentes de ingresos públicos y divisas, tratadas como depósitos de nuevas tierras de cultivo o protegidas como reservas naturales. Hoy en día los bosques no se consideran ya como algo aislado en el espacio, de escaso interés político y con una función económica de carácter sectorial. Los bosques influyen en las decisiones locales, nacionales e internacionales, y son influidos por ellas.
También están cambiando las funciones de la silvicultura (es decir los conocimientos, conceptos, instituciones y prácticas mediante los cuales se satisfacen las diversas y contrapuestas demandas de productos forestales). Los cambios se iniciaron en el decenio de 1970, cuando la creciente conciencia del grado en que las comunidades locales dependen de los bosques y los controlan movió a intensificar la participación local en los programas y actividades de ordenación forestal. Surgieron nuevas formas de cooperación entre las comunidades locales y los gobiernos nacionales, entre las que destacaron la silvicultura comunitaria, la silvicultura en explotaciones agrícolas, la ordenación forestal conjunta y las pequeñas empresas forestales. Estas actividades pusieron de relieve la importancia de los bosques para el fomento del desarrollo rural y, al mismo tiempo, minaron la confianza en el control exclusivo por parte del Estado. Los bosques adquirieron un valor simbólico en el debate más amplio sobre el ejercicio centralizado o descentralizado del poder.
La importancia de los bosques para las comunidades locales indujo a gobiernos, ONG y donantes a considerar una variedad de derechos, obligaciones, incentivos y ayudas que impulsaran a la población a invertir en el desarrollo y ordenación de los bosques. En todo el mundo, los países prestaron mayor atención a los intereses de las comunidades locales en relación con los bosques y a su capacidad para ordenarlos con arreglo a los intereses nacionales. Se examinaron nuevas organizaciones, estructuras, normas y regímenes de tenencia de la tierra que acrecentaran la productividad de los bosques, protegieran sus cualidades ambientales y permitieran a las comunidades rurales utilizar los recursos forestales para satisfacer sus necesidades económicas y sociales. Dado que estos intereses y objetivos no siempre eran compatibles, las controversias en torno a los bosques aumentaron gradualmente en lugar de resolverse.
En el decenio de 1980, los países empezaron a reconocer la importancia de los bosques a nivel mundial para la estabilidad de la biosfera, la diversidad biológica y la protección de culturas indígenas y tradicionales amenazadas. Este papel más amplio impuso nuevas obligaciones a los gobiernos. Mientras que en el decenio de 1970 se habían visto compelidos a perfeccionar los instrumentos de colaboración con las comunidades locales, en el decenio de 1980 se esperaba de ellos que actuaran como intermediarios entre los intereses internacionales y las actividades y exigencias locales en relación con los recursos forestales. Los encargados de formular las políticas forestales buscaron medios para llegar a un equilibrio entre las crecientes expectativas internacionales y las necesidades y actividades dispersas y diversas de los hogares y comunidades locales.
Los bosques adquirieron de nuevo un valor simbólico en un debate más amplio, cuyo tema era esta vez la soberanía de los países y su derecho a administrar el territorio, y por tanto la población, en interés de la nación. Si bien los bosques habían desempeñado durante decenios un papel internacional como fuente de productos comerciables, su importancia para la prestación de servicios no comerciables a nivel mundial exigía ahora una variedad mucho más amplia de relaciones internacionales.
En el decenio de 1990, los bosques constituyen un tema central del discurso sobre los principios del desarrollo sostenible. A pesar de su mensaje de armonía, el concepto de sostenibilidad suscita tensiones entre el crecimiento económico impulsado por las fuerzas del mercado, la presión social en favor de una distribución más equitativa de las oportunidades económicas y la necesidad de mantener la productividad ambiental, los servicios de carácter ecológico y la diversidad biológica para satisfacer las aspiraciones económicas y sociales futuras. No es probable que los grupos que defienden posturas tan diversas alcancen sus objetivos sin hacer algunas concesiones.
Las expectativas de la sociedad, en constante variación y a veces contrapuestas, plantean problemas difíciles de resolver en relación con las políticas aplicables tanto al sector forestal como al desarrollo nacional. Las políticas centralizadas y sectoriales anteriores estuvieron motivadas con frecuencia por la necesidad de obtener ingresos y divisas para el desarrollo de la economía nacional. Las nuevas estrategias de desarrollo nacional exigen políticas que integren los bosques en las actividades de desarrollo rural y que mantengan el equilibrio entre las necesidades económicas y ambientales a nivel nacional, local e internacional. Además, estas estrategias deben reconocer que las condiciones en que se encuentran los bosques son una consecuencia del desarrollo y llevan la huella de los usos opuestos a que están sometidos.
Los recursos forestales ocupan ahora un lugar central en los debates nacionales sobre el modo de reestructurar enteros sistemas económicos y políticos, así como de conseguir que esos cambios estructurales sean compatibles con los intereses nacionales en materia de acción local, distribución social y sectorial, obligaciones internacionales y soberanía nacional. Los gobiernos están hoy buscando marcos normativos de carácter pragmático que tengan en cuenta tanto la contribución de los bosques al desarrollo como las estructuras institucionales y administrativas necesarias para aprovechar mejor esas contribuciones.
Organismos internacionales, organizaciones no gubernamentales y centros de investigación están realizando estudios importantes cuya finalidad es ayudar las autoridades responsables a hacer frente a estos problemas complejos. La FAO, el Banco Mundial, los bancos regionales de desarrollo, la OIMT, el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), la Unión Mundial para la Naturaleza (UICN) y el Instituto Mundial sobre Recursos, entre otros, están recogiendo, analizando y distribuyendo información a fin de que la opinión pública sea más consciente y esté mejor capacitada para responder a los problemas de la silvicultura7.
La preocupación por las nuevas funciones de la silvicultura adquirió aún mayor resonancia en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo (CNUMAD) celebrada en junio de 1992. La CNUMAD hizo hincapié en los problemas relacionados con el medio ambiente y el desarrollo forestal elaborando un conjunto de principios forestales, dedicando el Capítulo 11 de su Programa 21 a la lucha contra la deforestación y subrayando la importancia de las funciones no madereras del bosque en los convenios sobre biodiversidad y cambio climático8. Varios países han iniciado programas específicos de carácter internacional para aplicar las recomendaciones de la CNUMAD en el sector forestal. Este amplio consenso sobre los principios de la ordenación sostenible de los bosques representa el primer compromiso jamás alcanzado con respecto a responsabilidades que traspasan las fronteras nacionales. Sin embargo, llevar a la práctica estos principios será una tarea ingente.
La formulación de estrategias y políticas forestales eficaces implica una difícil elección entre una serie de opciones. Por ejemplo, aunque se sabe que el desmonte de bosques para dejar espacio a cultivos y pastos, la tala excesiva para obtener leña, la explotación forestal incontrolada con fines comerciales y la expansión de la infraestructura son factores que contribuyen a la deforestación y a la degradación de los bosques, el problema fundamental con que se enfrentan las autoridades encargadas de formular políticas consiste en abordar las causas subyacentes, entre las que se incluyen la pobreza, el hambre, el acceso a la tierra, la falta de oportunidades para obtener empleo e ingresos y la creciente demanda económica de bienes y servicios forestales.
Sin embargo, algunas políticas gubernamentales agravan esas causas subyacentes, produciendo efectos intensos y duraderos sobre los recursos forestales9. Los impuestos, las condiciones de las concesiones forestales, los precios reglamentados, el transporte controlado de bienes forestales, la inseguridad en la tenencia de tierras y árboles, los obstáculos arancelarios y no arancelarios al comercio internacional, los incentivos a la inversión, las estrategias para el sector agrícola y las políticas macroeconómicas influyen tanto en las decisiones económicas como en la ordenación y conservación de bosques templados y tropicales. En muchos casos, estas políticas fomentan directamente o subvencionan involuntariamente la deforestación y la degradación.
Hoy en día, los países están buscando políticas económicas, mecanismos reguladores, incentivos financieros, estructuras de organización y disposiciones relativas a la tenencia de la tierra más apropiadas para impulsar prácticas forestales sostenibles. En muchos países, la búsqueda de esas políticas va acompañada de un examen más amplio de la función del Estado como regulador del mercado, como propietario de tierras y como administrador de bosques. Este examen obedece en parte a la necesidad de los gobiernos de obtener el máximo provecho de los recursos y en parte el descontento del público con respecto a la actuación de los gobiernos y, en particular, a la actuación y políticas de los servicios forestales.
La opinión pública está ejerciendo actualmente una enorme presión sobre los gobiernos para que introduzcan innovaciones y cambios institucionales en breve plazo. La contribución de los bosques al desarrollo nacional dependerá del grado en que se consiga responder a este desafío.
FINALIDAD DEL PRESENTE CAPITULO
La finalidad del presente capítulo especial es mejorar la comprensión del modo en que las políticas económicas y sociales influyen en los recursos forestales. Aunque no se intenta establecer un programa de acción ni proponer un conjunto de opciones correctas en materia de políticas, su objetivo es sensibilizar e informar a profesionales y funcionarios públicos, de modo que comprendan y aprecien mejor los problemas relacionados con los bosques.
La elección de políticas para ordenar los ecosistemas forestales es una de las tareas más difíciles con que se enfrenta la comunidad mundial. La trascendencia política de los problemas forestales ha obligado a los silvicultores a reevaluar sus conocimientos, funciones, actitudes, límites, responsabilidades y prácticas. Este proceso ha entrañado debates productivos que se han traducido en respuestas innovadoras a las preocupaciones expresadas por la opinión pública. En el presente capítulo se intenta seguir impulsando el debate, estimular la reflexión sobre el modo de ordenar y utilizar los recursos forestales, promover cambios y ayudar a los grupos interesados a reconocer que algunos objetivos son incompatibles, que no todos los grupos pueden conseguir todos sus objetivos y que, sin cooperación y concesiones mutuas, ninguno de ellos podrá alcanzar lo que se propone.
Las expectativas y exigencias de grupos muy diversos desde el punto de vista político son cada vez mayores y causan fuertes tensiones en las instituciones y en las políticas vigentes. El análisis que aquí se ofrece pone de manifiesto que las políticas macroeconómicas y sectoriales son instrumentos poderosos que tratan de alentar comportamientos apropiados en amplias extensiones de tierras con diferentes entornos sociales y ecológicos. Los efectos económicos, sociales y ambientales no dependen tanto de las consecuencias de las políticas sobre un solo bosque como de sus efectos netos en estos diversos entornos. Es necesario considerar los bosques desde este punto de vista más amplio y determinar el potencial ecológico, las motivaciones sociales y la capacidad de organización que proporcionan la base para calcular los efectos netos de las políticas nacionales.
El capítulo se divide en cinco secciones. En la sección I se examinan el estado actual de los recursos forestales y su importancia para las economías, sociedades y medio ambiente. En la sección II se ofrece información general sobre la nueva función de la silvicultura en las estrategias de desarrollo y en las economías nacionales, y se describe cómo los bosques han rebasado el estricto marco sectorial para incorporarse a la corriente principal de los intereses políticos en la que participan grupos muy diversos. En la sección III se analizan los problemas fundamentales con que se enfrentan las autoridades responsables y se examinan los modos en que las políticas económicas influyen sobre los recursos forestales. También se estudia la información disponible sobre las repercusiones de las políticas macroeconómicas, intersectoriales y del sector forestal. En la sección III se introduce el concepto de modelos de formación de paisaje como ejemplo para reconocer, explicar y orientar las interacciones entre políticas que influyen sobre el modo en que las personas usan los bosques. En la sección IV se examina la relación entre las políticas comerciales para el sector forestal, las prácticas de ordenación de bosques y sus efectos sobre el medio ambiente. También se comparan los costos y consecuencias administrativas de los planes de certificación de productos forestales. En la sección V se estudian orientaciones futuras para que las políticas forestales contribuyan al desarrollo sostenible.
EL ESTADO DE LOS RECURSOS FORESTALES
Los bosques se clasifican, evalúan, describen, cartografían, valoran y estudian de diversos modos. A pesar de los intentos realizados durante decenios, no existe un único sistema de clasificación forestal aceptado. Es difícil incluso elaborar definiciones comunes, en parte porque la naturaleza no es suceptible de compartimentación y en parte porque los grupos con diferentes culturas, idiomas, disciplinas profesionales e intereses tienen sus propios puntos de vista respecto de los bosques.
Las evaluaciones de los bosques indican la extensión y estado de las diversas zonas forestales. La vegetación forestal se divide en esas zonas sobre la base de características geoclimáticas o fisionómico-estructurales. Las clasificaciones fisionómico-estructurales combinan el aspecto de los bosques (bosque abierto o cerrado) con la estructura vegetativa (bosque perennifolio o caducifolio). Cada clasificación contiene diversas variantes que responden a diferentes factores económicos, geográficos y biológicos. Cada uno de estos métodos tiene sus ventajas, según quién recoja, utilice y evalúe la información.
Hoy en día es indispensable que los silvicultores, las autoridades encargadas de formular políticas y los científicos tengan amplios conocimientos sobre las regiones y ecosistemas forestales. Por ejemplo, los genetistas forestales han demostrado que el origen geográfico de las semillas de árboles utilizadas para regenerar los bosques es crucial para su supervivencia. Sin embargo, la creación de esta base de conocimientos es una tarea formidable. Los silvicultores deben proporcionar información sobre los ecosistemas forestales y sus procesos internos, en los que pueden intervenir miles de especies que se influyen mutuamente en un medio en constante evolución. Los ecologistas forestales deben tipificar y clasificar las regiones y los geógrafos deben describirlas indicando las principales zonas ecológicas. Un reciente estudio realizado en Canadá permitió identificar 5 428 ecodistritos forestales10.
El inventario de los bosques mundiales de 1947, que fue la primera evaluación forestal de la FAO, se centró en la capacidad de producción de madera. Con el tiempo surgieron nuevos motivos de preocupación y se hizo más evidente la necesidad de evaluar los bosques en relación con sus muchos otros valores. Las posteriores evaluaciones de la FAO en relación con los recursos forestales mundiales se siguieron ocupando de la capacidad de producción de madera, pero también intentaron recoger información sobre recursos de leña (decenio de 1970), deforestación de bosques tropicales (decenio de 1980) y fragmentación de los bosques, intensidad de la explotación forestal, condiciones de la biomasa y plantaciones (decenio de 1990). La evaluación de los recursos de los bosques templados de 1990 incluyó un examen de las funciones de los bosques por zonas.
En su evaluación más reciente de los recursos forestales, la FAO estima que la superficie forestal mundial es de 3 400 millones de ha, o sea el 26 por ciento de la superficie de las tierra emergidas. La definición de bosques de la FAO incluye sistemas ecológicos con un mínimo de un 10 por ciento de cobertura arbórea. Además de las zonas clasificadas como bosques, 1 600 millones de ha están cubiertos de plantas leñosas y de otro tipo de vegetación como arbustos y matorrales. Los espacios arbolados tienen a menudo algunas características de los bosques, pero no reúnen el requisito mínimo relativo a la cobertura arbórea de la definición de los bosques abiertos o cerrados. En la Figura 9 se indica la distribución de la cubierta forestal mundial por regiones. Más del 50 por ciento de los bosques mundiales se encuentran en cuatro países: la Federación de Rusia (22 por ciento), Brasil (16 por ciento), Canadá (7 por ciento) y los Estados Unidos (6 por ciento). En el Cuadro 7 se enumeran los países más arbolados del mundo de acuerdo con la superficie forestal total, con la proporción entre esa superficie y la superficie total de las tierras y con la superficie forestal por habitante.
Algunos de los países menos arbolados tienen un clima sumamente árido, como por ejemplo Argelia, Egipto y Arabia Saudita. Otros son países que hace tiempo tuvieron grandes masas forestales pero que desmontaron la mayor parte de sus bosques originales en beneficio de la agricultura, los asentamientos humanos y la infraestructura. Bangladesh, Haití y el Reino Unido son ejemplos de tales países.
Bosques templados y boreales: recursos y problemas
Los bosques templados y boreales ocupan 1 640 millones de ha, algo menos de la mitad de la cubierta forestal mundial. Más del 70 por ciento de estos bosques se encuentran en la Federación de Rusia (45 por ciento), Canadá (15 por ciento) y los Estados Unidos (13 por ciento). En general, las dimensiones globales de los bosques templados en los países industrializados se mantienen estables o están creciendo incluso ligeramente gracias a la repoblación forestal. En Europa, la superficie de las tierras boscosas y arboladas aumentó en 2 millones de ha entre 1980 y 1990.
La zona templada incluye dos formaciones ecológicas básicas: el bosque templado mixto y el bosque boreal. Los bosques templados mixtos comprenden coníferas, frondosas, caducifolias, perennifolias y otras especies que se encuentran en zonas no tropicales y en cordilleras de países subtropicales y tropicales. Los bosques boreales ocupan la franja circumpolar que se extiende entre la tundra ártica y la zona templada y están formados principalmente por coníferas. Los bosques boreales son muy vastos; abarcan 920 millones de ha, constituyen el 27 por ciento de la superficie forestal del planeta y contienen más del 70 por ciento de sus bosques de coníferas.
Existe un amplio consenso respecto a la enorme contribución de los bosques de la zona templada al suministro mundial tanto de madera para la industria como de productos no madereros y de servicios recreativos y ambientales. Sin embargo, son a menudo menos apreciados por su flora y fauna que los bosques higrofíticos tropicales, aun cuando contengan algunos de los árboles más altos y más viejos del mundo. Las secuoyas y abetos de Douglas de América del Norte y los eucaliptos de Australia pueden alcanzar casi 100 m de altura, y se estima que algunos pinos de Balfour del sudoeste de los Estados Unidos tienen más de 4 800 años de antigüedad. El valor farmacológico de la diversidad biológica en la zona templada es también considerable. Por ejemplo, el tejo del Pacífico contiene una sustancia química, llamada taxol, que es un medicamento eficaz contra diversas formas de cáncer. Un estudio reciente reveló que el 28 por ciento de los árboles canadienses tienen propiedades medicinales11. En el Recuadro 11 se ofrece información general sobre los beneficios que aportan los bosques templados y boreales por lo que respecta al almacenamiento de carbono y la diversidad biológica.
Cuestiones relativas a la ordenación y calidad de los bosques de la zona templada. La preocupación del público en general por el modo en que se ordenan y aprovechan los recursos de los bosques templados es cada vez mayor12. La calidad, salud y vitalidad de los bosques son los principales motivos de preocupación: distintos grupos están poniendo en duda que las políticas forestales, prácticas de ordenación y estructuras de propiedad vigentes sean capaces de establecer un equilibrio entre la calidad del bosque y las necesidades contrapuestas de madera, empleo, conservación de la flora y fauna silvestres, recursos hídricos, paisaje y beneficios recreativos.
CUADRO 7 | |||
Los diez países más arbolados, 1990 | |||
7a | |||
Superficie forestal total | |||
País |
Cubierta forestal total |
Porcentaje de la superficie de las tierras |
Hectáreas por habitante |
(miles de ha) |
|||
Ex Unión Soviética |
754 958 |
35 |
2,6 |
Brasil |
561 107 |
66 |
3,7 |
Canadá |
247 164 |
27 |
9,3 |
Estados Unidos |
209 573 |
23 |
0,8 |
China |
127 780 |
14 |
0,1 |
Zaire |
113 275 |
50 |
3,1 |
Indonesia |
109 549 |
61 |
0,6 |
Perú |
67 906 |
53 |
3,0 |
Colombia |
54 064 |
52 |
1,7 |
India |
51 729 |
17 |
0,1 |
7b |
|||
Proporción con respecto a la superficie total de las tierras | |||
País |
Porcentaje de la superficie de las tierras |
Cubierta forestal total |
Hectáreas por habitante |
(miles de ha) |
|||
Suriname |
95 |
14 768 |
36,6 |
Guyana |
94 |
18 416 |
17,7 |
Guayana francesa |
91 |
7 997 |
86,9 |
Belice |
88 |
1 996 |
11,0 |
Brunei Darussalam |
87 |
458 |
1,7 |
Papua Nueva Guinea |
80 |
36 000 |
9,0 |
Guinea-Bissau |
72 |
2 021 |
2,1 |
Gabón |
71 |
18 235 |
15,6 |
Camboya |
69 |
12 163 |
1,5 |
Brasil |
66 |
561 107 |
3,7 |
Finlandia |
66 |
20 112 |
4,0 |
7C |
|||
Superficie forestal por habitante | |||
País |
Hectáreas por habitante |
Cubierta forestal total |
Porcentaje de la superficie de las tierras |
(miles de ha) | |||
Guayana francesa |
86,9 |
7 997 |
91 |
Suriname |
36,6 |
14 768 |
95 |
Guyana |
17,7 |
18 416 |
94 |
Gabón |
15,6 |
18 235 |
71 |
Botswana |
11,1 |
14 261 |
25 |
Belice |
11,0 |
1 996 |
88 |
Rep. Centroafricana |
10,5 |
30 562 |
49 |
Congo |
10,0 |
19 865 |
58 |
Namibia |
9,4 |
12 569 |
15 |
Canadá |
9,3 |
274 164 |
27 |
Los intentos de medir y definir la «calidad del bosque» revelan diferencias de interpretación entre los distintos puntos de vista13. Para la industria forestal, es posible que los bosques primarios del Pacífico nordoccidental de los Estados Unidos sean excesiva-mente maduros. Para los conservacionistas, estos bosques tienen la edad perfecta para una reserva de biodiversidad. Para casi todos los excursionistas, los bosques primarios son más agradables desde el punto de vista estético que las plantaciones con filas de árboles de la misma edad.
Los grupos interesados en las funciones no madereras de los bosques son los que más presionan para que se modifiquen las prácticas de ordenación. En Europa, estos grupos están denunciando la expansión de las plantaciones de una sola especie basadas en el cultivo intensivo, la repoblación forestal de ecosistemas raros y la acidificación del agua relacionada con la repoblación forestal. Los grupos que actúan en América del Norte están especialmente preocupados por las prácticas de explotación forestal, el precio de la madera en pie, y la tasa, volumen e intensidad de la extracción de madera en los bosques primarios14. En Canadá, los conflictos surgidos al planificar el uso de la tierra, en relación con la política de concesiones madereras y talas rasas, dieron lugar a un nuevo método de ordenación de carácter consultivo y al programa de los «bosques modelos». Los diez bosques modelos cubren una superficie de 7 millones de ha, en las que han de aplicarse las prácticas forestales ecológicamente más idóneas. Todos los bosques modelos son objeto de ordenación con miras a un suministro sostenible de madera, pero casi todos ellos desempeñan también muchas otras funciones importantes, entre ellas las relativas a la calidad del agua, diversidad biológica, hábitat de flora y fauna silvestres, estabilidad de las comunidades, actividades recreativas y valores culturales y espirituales15.
La explotación maderera en la región del Pacífico nordoccidental de los Estados Unidos y la repoblación forestal de los pantanos escoceses en el Reino Unido han suscitado conflictos en torno a la protección de las aves. En ambos países, las controversias se han centrado en el valor de las aves como indicador de la salud de los ecosistemas forestales. En ambos casos, el problema se ha interpretado como un conflicto entre puestos de trabajo y aves, y entre las necesidades de las comunidades locales que dependen de los bosques para obtener empleo y los intereses de «forasteros» que valoran los servicios ambientales de los bosques. Además, los conflictos han revelado la enorme importancia que se concede a las cuestiones forestales en los países industrializados; el Presidente de los Estados Unidos intervino para resolver la cuestión en el Pacífico nordoccidental, mientras que en el Reino Unido el Ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación terció en la polémica.
Estos dos casos ilustran los tipos de problemas con que se enfrentan las autoridades responsables de los bosques templados para establecer un equilibrio entre valores e intereses en competencia, incluidos los valores que pueden cuantificarse en términos económicos y los que, si bien proporcionan beneficios públicos más amplios, no tienen todavía un mercado.
La zona de los bosques tropicales
La zona de los bosques tropicales abarca 1 760 millones de ha, divididos en seis zonas ecoflorísticas: los bosques higrofíticos tropicales, los bosques caducifolios húmedos, los bosques de las zonas secas, y muy secas, los de la zona desértica y los bosques de colinas y montañas. En el Cuadro 8 se indica la distribución regional de estas seis categorías. El 96 por ciento de los bosques tropicales corresponden a los cuatro tipos de formación siguientes.
Los bosques higrofíticos tropicales se encuentran en zonas con más de 2 500 mm de precipitaciones anuales. Son bosques de hoja perenne, exuberantes y ricos en especies animales y vegetales. Más de la mitad de los 718,3 millones de ha de bosques higrofíticos del mundo están situados en dos países: Brasil (41 por ciento) e Indonesia (13 por ciento). La composición y estructura de los bosques higrofíticos varían en función de la distancia del océano y de los ríos, la altitud y la posición geográfica.
RECUADRO 11 Además de su importancia económica, los bosques templados y boreales desempeñan una función importante en la diversidad biológica y en el balance del carbono de la tierra, es decir el equilibrio entre el carbono liberado y el acumulado. El dióxido de carbono (CO2) es uno de los principales gases asociados con el efecto de invernadero. Dado que una cantidad considerable de carbono se almacena temporalmente en los bosques, éstos influyen en la acumulación del carbono en la atmósfera, tanto a través de las emisiones procedentes del fuego, la pudrición, la extracción de madera y la elaboración como a través de su capacidad de absorción y almacenamiento en el curso de su crecimiento. En la evaluación de los recursos forestales realizada por la FAO en 1990 se documenta la expansión constante de los recursos de los bosques templados y boreales, que está redundando en un aumento de la absorción y almacenamiento de carbono. Entre los posibles efectos de un calentamiento mundial sobre los bosques templados y boreales se incluyen cambios en la tasa de crecimiento de los árboles, en la composición de las especies y en la gravedad de las consecuencias de incendios, plagas y enfermedades, y desplazamientos de las fronteras de los bosques. Algunos cambios, como el aparente efecto fertilizante de las emisiones de CO2 sobre el crecimiento de los árboles, pueden resultar beneficiosos. Otros, tales como la disminución de la zona cubierta por bosques boreales en su frontera meridional, podrían ser perjudiciales para las economías que dependen de esos bosques1. Algunos de los países que tienen bosques boreales están intentando reducir al mínimo el grado de calentamiento mundial. Por ejemplo, en Canadá se está pidiendo a los responsables de la ordenación forestal que presten más atención a los tipos de bosques explotados, la cantidad de madera extraída y los efectos de esa extracción sobre el suelo de los bosques, ya que esos factores influyen en el volumen del carbono almacenado. Los bosques del Canadá son un sumidero neto de carbono, ya que acumulan un 45 por ciento más de carbono del que liberan. Para seguir mejorando el balance de carbono, las autoridades del Canadá están examinando modalidades de elaboración y consumo que aumenten lo más posible el volumen de carbono almacenado temporalmente en los bosques. Se considera que los bosques boreales, que tienen menos especies de árboles por hectárea que los bosques tropicales, poseen un nivel de biodiversidad relativamente bajo. Sin embargo, según los últimos conocimientos sobre la biota del suelo y los invertebrados, se tiende a una reevaluación de la diversidad de la zona boreal. Dos tercios de todas las especies de microorganismos, vegetales y animales que se encuentran en Canadá residen en los bosques. Los bosques regenerados en la zona boreal de ese país después de la extracción de madera contienen una proporción mayor de álamos y abedules y menor de piceas y pinos. En Suecia, la conversión de bosques de edad madura en plantaciones uniformes de piceas y pinos amenaza con la extinción de 200 especies de plantas y animales que viven en los bosques y con la disminución de otras 800. Entre estas especies se incluyen líquenes, hongos e invertebrados que dependen de la madera muerta, componente raro en las plantaciones. Unas 880 especies de escarabajos dependen de los árboles muertos y ayudan a reciclar los nutrientes de los bosques. En Finlandia, más del 50 por ciento de las 1 692 especies de flora y fauna amenazadas se localizan en las zonas de bosques de edad madura que aún persisten2. El creciente reconocimiento de estos valores del bosque forestal ha inducido a ampliar las actividades de investigación y protección, entre las que se pueden citar las siguientes: Es indispensable ampliar los conocimientos sobre los sistemas ecológicos característicos de los bosques boreales inexplorados, valorar los beneficios no madereros de los bosques y determinar prácticas forestales apropiadas partiendo de una comprensión objetiva de la silvicultura sostenible. 1 B. Street, B.J. Stocks, D.C. MacIver y R.B. Stewart. 1993. Impacts of climate change on Canadian forests. Documento presentado en la 14a Conferencia Forestal del Commonwealth, Kuala Lumpur, Malasia. 2 Taiga Rescue Network. 1992. Forests and forestry in Scandinavia: a status report. Taiga News (julio). |
Los bosques caducifolios húmedos se encuentran en zonas con precipitaciones anuales de 1 000 a 2 000 mm. La estructura de estos bosques varía en función de la cantidad y distribución de las lluvias, el tipo de suelo y la duración de la estación seca. Algunas especies de árboles dominantes pueden perder sus hojas al final de la estación seca. Este tipo de bosque posee en general menos diversidad que el bosque higrofítico.
Los bosques de la zona seca se encuentran en zonas tropicales con precipitaciones anuales comprendidas entre 500 y 1 000 mm. Son relativamente poco densos e incluyen sabanas, espinares, arbustos y otros tipos de vegetación leñosa dispersa y de poca altura. Los bosques de la zona seca tienden a ser frágiles y a degradarse fácilmente. Más de la mitad de estos bosques se encuentran en Africa. Los bosques de la zona seca incluyen robles, mezquites, enebros, acacias y garriga.
Los bosques tropicales de tierras altas son bosques situados en altitudes superiores a los 800 m e incluyen los bosques nubosos (bosques higrofíticos de montaña), que tienen menor altura, una flora más sencilla y una mayor proporción de musgos y líquenes que los bosques higrofíticos de tierras bajas. Las especies tropicales de tierras altas son análogas a las de los bosques templados. Los bosques de tierras altas cubren la cordillera del Himalaya, partes de Myanmar, Tailandia y Viet Nam, las altiplanicies de México, los Andes, las tierras altas de Etiopía y las zonas montañosas en torno al lago Victoria.
Más de 200 millones de personas viven en zonas claros de los bosques tropicales. Entre ellos se incluyen grupos que han vivido en los mismos bosques durante generaciones, denominados a menudo poblaciones indígenas o tribales; personas que se han trasladado recientemente a esas zonas, descritas a menudo como colonizadores o pobladores ilegales; y personas que viven parte del tiempo en el bosque, trabajando como pequeños recolectores de productos forestales16. Los bosques contribuyen a la seguridad alimentaria, proporcionando fuentes de alimentos, ingresos, empleo, leña, medicamentos y materiales de construcción. La caza de animales del bosque aporta una proporción considerable de las necesidades de proteínas de los habitantes de los bosques y de la población rural de muchos países.
Los bosques proporcionan también importantes servicios indirectos. Por ejemplo, los bosques que rodean las ciudades, aldeas y comunidades ofrecen una protección fundamental contra la erosión del suelo en las laderas de las colinas y cerca de las corrientes de agua. La deforestación de las cuencas hidrográficas vecinas pueden ocasionar inundaciones en las zonas de tierras bajas, desplazamiento de poblaciones y reducción de la producción de alimentos, como sucedió recientemente en Tailandia y Madagascar.17
La deforestación tropical. Las tasas, causas y efectos de la deforestación difieren considerablemente de un país o región a otro. Estas diferencias se deben a la densidad y tasas de crecimiento de la población, la cantidad y calidad de los recursos forestales, el nivel y la tasa de desarrollo, la estructura de los derechos de propiedad y los sistemas de cultivo. Estimaciones recientes indican que casi dos tercios de la deforestación tropical en todo el mundo se debe a que los agricultores desmontan tierras con fines agrícolas18. En el Cuadro 9 se ofrecen datos sobre las tasas de deforestación por regiones en las cuatro zonas forestales más importantes. Como señala la FAO en su reciente libro sobre la ordenación forestal sostenible (nota 5, pág. 252), los bosques tropicales no se están destruyendo por motivos triviales. Se están desmontando con el fin de proporcionar a las poblaciones en expansión tierras para sus cultivos alimentarios y comerciales. Muchas economías en desarrollo dependen de los productos madereros como fuente de empleo, rédito e ingresos fiscales y de exportación. Las concesiones madereras y la producción industrial de madera en rollo, de la que se obtienen madera aserrada, paneles, pasta y papel, proporcionan esas oportunidades.
Las pérdidas más importantes de superficie forestal se están registrando en los bosques húmedos caducifolios de las zonas tropicales, que son las más aptas para los asentamientos humanos. Se estima que en el decenio de 1981-90 se deforestaron 61 millones de ha, lo que representa más del 10 por ciento de la superficie restante de los bosques húmedos caducifolios. La proporción de la superficie todavía arbolada es del 46 por ciento (sólo del 29 por ciento en Asia). En cambio, el 76 por ciento de la superficie de la zona de bosques higrofíticos de todo el mundo sigue estando cubierta de árboles. Durante el último decenio, la superficie total de los bosques higrofíticos talados fue de 46 millones de ha.
CUADRO 8 | |||||||
Superficie de las formaciones forestales tropicales, 1990 | |||||||
Región |
Superficie forestal total |
Bosques higrofíticos |
Bosques caducifolios húmedos |
Bosques caducifolios secos |
Zona de colinas y montañas |
Zona muy seca |
Zona desértica |
(............................................................. miles de ha .............................................................) | |||||||
Africa |
527 586 |
86 616 |
251 143 |
92 527 |
35 256 |
58 660 |
3 385 |
Asia |
310 597 |
177 371 |
41 832 |
41 108 |
47 163 |
37 |
3 085 |
América Latina y el Caribe |
918 116 |
454 309 |
294 306 |
44 944 |
121 895 |
1 045 |
1 616 |
TOTAL |
1 756 299 |
718 297 |
587 281 |
178 579 |
204 314 |
59 742 |
8 086 |
Fuente: FAO. |
Los 100 millones de ha de plantaciones existentes en todo el mundo permiten cubrir del 7 al 10 por ciento del consumo comercial de madera a nivel mundial. En la superficie de las plantaciones forestales no se incluyen otros 14 millones de ha plantadas de caucho y cocoteros. Estas plantaciones se encuentran principalmente en Asia, y la madera obtenida de ellas reviste una importancia creciente19.
CUADRO 9A | |||||
Cubierta forestal y deforestación en la zona tropical | |||||
Región |
Superficie total de tierras |
Superficie de bosques, 1981 |
Superficie de bosques, 1990 |
Cambio anual de superficie en 1981-1990 |
Tasa anual de cambio |
(............................................. millones de ha .............................................) |
(%) | ||||
Africa |
2 236 |
568 |
527 |
-4,1 |
-0,7 |
Asia |
892 |
350 |
311 |
-3,9 |
-1,2 |
América Latina |
1 650 |
992 |
918 |
-7,4 |
-0,8 |
TOTAL MUNDIAL |
4 778 |
1 910 |
1 756 |
-15,4 |
-0,8 |
CUADRO 9B | |||||
Deforestación en la zona de bosque higrofítico tropical | |||||
Región |
Superficie total de tierras de la zona |
Superficie total arbolada, 1990 |
Deforestación anual, 1981-90 | ||
(millones de ha) |
(millones de ha) |
(% de la zona) |
(millones de ha) |
(% de la zona) | |
Africa |
118,5 |
86,6 |
73 |
0,5 |
0,5 |
Asia |
306,0 |
177,4 |
58 |
2,2 |
1,1 |
América Latina |
522,6 |
454,3 |
87 |
1,9 |
0,4 |
TOTAL MUNDIAL |
947,1 |
718,3 |
76 |
4,6 |
0,6 |
CUADRO 9C | |||||
Deforestación en la zona de bosque húmedo caducifolio | |||||
Región |
Superficie total de tierras de la zona |
Superficie total arbolada, 1990 |
Deforestación anual, 1981-90 | ||
(millones de ha) |
(millones de ha) |
(% de la zona) |
(millones de ha) |
(millones ha) | |
Africa |
653,6 |
251,1 |
38 |
2,2 |
0,9 |
Asia |
144,6 |
41,8 |
29 |
0,7 |
1,5 |
América Latina |
491,0 |
294,3 |
60 |
3,2 |
1,0 |
TOTAL MUNDIAL |
1 289,2 |
587,2 |
46 |
6,1 |
1,0 |
CUADRO 9D | |||||
Deforestación en las zonas seca y muy seca | |||||
Región |
Superficie total de tierras de la zona |
Superficie total arbolada, 1990 |
Deforestación anual, 1981-90 | ||
(millones de ha) |
(millones de ha) |
(% de la zona) |
(millones de ha) |
(% de la zona) | |
Africa |
823,1 |
151,2 |
18 |
1,1 |
0,7 |
Asia |
280,6 |
41,1 |
15 |
0,5 |
1,1 |
América Latina |
145,4 |
46,0 |
32 |
0,6 |
1,3 |
TOTAL MUNDIAL |
1 249,1 |
238,3 |
19 |
2,2 |
0,9 |
CUADRO 9E | |||||
Deforestación en las formaciones tropicales de tierras altas | |||||
Región |
Superficie total de tierras de la zona |
Superficie total arbolada, 1990 |
Deforestación anual, 1981-90 | ||
(millones de ha) |
(millones de ha) |
( % de la zona) |
(millones ha) |
(% de la zona) | |
Africa |
169,2 |
35,3 |
21 |
0,3 |
0,8 |
Asia |
102,6 |
47,2 |
46 |
0,6 |
1,2 |
América Latina |
429,1 |
121,9 |
28 |
1,6 |
1,2 |
TOTAL MUNDIAL |
700,9 |
204,4 |
29 |
2,5 |
1,1 |
Nota: En el Cuadro 9A se ofrecen cifras relativas a la cubierta forestal de la zona tropical en su conjunto, incluidos los bosques existentes en zonas como los desiertos o las áreas alpinas, no consideradas como zonas de desarrollo del bosque natural. Los datos de los Cuadros 9B a 9E se limitan a las zonas de desarrollo del bosque natural. Las sumas de las cifras de estos cuadros no concuerdan necesariamente con las del Cuadro 9A. |
Las estadísticas relativas a las plantaciones han de manejarse con cautela porque en algunos informes se utilizan cifras basadas en la acumulación de las superficies plantadas, sin deducir las áreas ya taladas. En otros casos, las cifras se basan simplemente en el número de plántulas distribuidas a los agricultores o comunidades y no en el número de las que se plantan o sobreviven. Por otra parte, en las cifras se puede omitir el número de árboles plantados por los agricultores a partir de sus propias plántulas.
Las plantaciones no pueden proporcionar toda la variedad de bienes y servicios que ofrece el bosque natural. Son cultivos de árboles, análogos a los cultivos agrícolas, con una ecología simplificada de una sola especie o, como máximo, de unas pocas especies elegidas normalmente por su rendimiento y fácil manejo. La finalidad principal de la mayoría de las plantaciones es producir madera u otros productos con rapidez y economía. Su función, sumamente valiosa, constituye un elemento complementario en las estrategias nacionales o mundiales de ordenación forestal.
Las plantaciones pueden ser muy productivas. El crecimiento maderable de una plantación tropical puede llegar a 30 m3 por ha, en comparación con los 2 a 8 m3 por ha de un bosque natural sometido a ordenación. En Brasil se han conseguido rendimientos anuales de hasta 70 m3 por ha a partir de clones de híbridos de especies de eucalipto. Sin embargo, estas cifras deben manejarse con precaución (véase Recuadro 12). Los rendimientos previstos en la etapa de planificación de muchas plantaciones están sobreestimados, con frecuencia en más del doble20. Las plantaciones de árboles bien planificadas y administradas pueden ser sumamente productivas y son ideales para sustentar industrias madereras en gran escala.
RECUADRO 12 Malasia posee una larga experiencia en lo que respecta a las plantaciones de árboles. Para satisfacer las necesidades previstas de madera, a finales de los años 50 se establecieron plantaciones de teca en el norte de la península. Un decenio después, se plantaron pinos tropicales de crecimiento rápido con el fin de suministrar pasta de fibra larga a una industria de la pasta y del papel en expansión. Para plantar Pinus caribaea, P. merkusii y Araucaria spp. se desmontaron bosques naturales de tierras bajas. En el decenio de 1980, una serie de circunstancias movió a las autoridades responsables a ampliar las plantaciones. En primer lugar, las previsiones revisadas pusieron de manifiesto que los bosques naturales por sí solos no permitían cubrir en su totalidad la creciente demanda de trozas de madera. Las estimaciones iniciales relativas a las tasas de crecimiento y producción del sistema de ordenación selectiva resultaron ser demasiado optimistas. En segundo lugar, tres decenios de desarrollo agrícola habían confinado gran parte de los bosques naturales de Malasia a zonas montañosas menos productivas y más difíciles de ordenar. En tercer lugar, como resultado de la explotación excesiva de muchas zonas, había una extensión considerable de bosques secundarios necesitados de tratamiento y rehabilitación. El Gobierno reaccionó estableciendo un Programa compensatorio de plantación de bosques. Como el nombre indica, este programa en gran escala tenía la finalidad de compensar la producción decreciente de madera de los bosques naturales de Malasia estableciendo 188 000 ha de plantaciones de árboles de crecimiento rápido y calidad utilitaria. A medida que los programas de desarrollo convirtieran los bosques naturales en tierras destinadas a la agricultura y otros fines, la madera sería utilizada por una industria elaboradora en expansión. Un objetivo importante del programa compensatorio de plantación era mantener la producción de madera en niveles que permitieran conservar la capacidad de elaboración de madera del país. A principios del decenio de 1980, donantes internacionales promovieron el uso de especies de crecimiento rápido como Acacia mangium, Gmelina arborea y Paraserianthes falcataria como medio de aliviar la presión sobre los bosques naturales. El Gobierno de Malasia aceptó financiar la plantación de estas especies, aunque apenas se conocieran los resultados en el país de la especie principal que había de plantarse, Acacia mangium, ni estuviera dicha especie bien introducida en los mercados nacional e internacional. Con el tiempo, se pusieron de manifiesto los problemas que planteaba A. mangium. Aunque este árbol crece rápidamente, tiene una configuración insatisfactoria, es vulnerable a la pudrición del duramen y no es una fuente segura de madera de calidad utilitaria. Hasta la fecha, su madera parece más apropiada para obtener astillas, uso final mucho menos valioso. Como resultado de ello, el Gobierno ha interrumpido el Programa compensatorio de plantación de bosques. |
En los países tropicales, la superficie neta de las plantaciones (teniendo en cuenta las tasas estimadas de supervivencia) es de unos 30 millones de ha, contando las plantaciones industriales y comunitarias pero sin incluir los árboles plantados por los agricultores en sus propias tierras21. La superficie dedicada a las plantaciones está creciendo a una tasa media de unos 2,6 millones de ha al año; aproximadamente la mitad de esta superficie corresponde a plantaciones de propiedad comunitaria.
En un reciente estudio sobre las plantaciones tropicales se llegaba a la conclusión de que la planificación es en general insuficiente, sobre todo en lo que respecta a cuestiones esenciales como la elección de las especies y de los sitios. También se señalaba que los proyectos de plantación se formulan a menudo precipitadamente, prestándose escasa atención a cuestiones importantes por limitaciones de tiempo o financieras22.
En los países templados hay numerosas plantaciones que no han prosperado o lugares que se han degradado debido al establecimiento de grandes plantaciones de una sola especie, a la introducción de especies inapropiadas o el establecimiento de plantaciones de la misma edad. Algunas plantaciones de zonas templadas, sometidas a una ordenación inadecuada, están degradando hábitats naturales de importancia decisiva, aumentando la erosión del suelo, modificando los ciclos hidrológicos locales, intensificando los ataques de plagas y enfermedades y elevando los niveles de contaminación agroquímica23.
En los países en desarrollo, la escasez de tierras limita la expansión ulterior de las plantaciones. Al aumentar la población agrícola, que utiliza toda la tierra no arbolada para producir alimentos, la superficie disponible para las plantaciones es cada vez más reducida. La experiencia de los dos últimos decenios demuestra que las tierras degradadas o yermas pueden ser el único recurso a disposición de los campesinos pobres sin tierras. Sin embargo, existen amplias zonas en las que los bosques naturales están gravemente degradados o en que la fertilidad del suelo ha disminuido como consecuencia del cultivo excesivo, las cuales podrían aprovecharse para establecer plantaciones.
1 A.H. Gron. 1947. The economic foundations of forest politics. Unasylva, 1(3).
2 J.G. Laarman y R.A. Sedjo. 1992. Global forests: issues for six billion people. Nueva York, McGraw-Hill.
3 P.H. Pearse. 1993. Forest tenure, management incentives and the search for sustainable development policies. En W.L. Adamowicz, W. White y W.E. Phillips, eds. Forestry and the environment. Wallingford, Reino Unido, CABI.
4 D. Poore. 1988. Natural forest management for sustainable timber development. Londres, IIED.
5 FAO. 1994. El desafío de la ordenación forestal sostenible. Perspectivas de la silvicultura mundial. Roma.
6 A.V. Korotkov y T.J. Peck. 1993. Los recursos forestales de los países industrializados: evaluación CEPE/FAO. Unasylva, 44(174).
7 Entre los numerosos estudios recientes cabe citar: FAO, op. cit., nota 5, pág. 252; N.P. Sharma, ed. 1992. Managing the world's forests: looking for balance between conservation and development. Dubuque, Iowa, Kendall/Hunt; y Laarman y Sedjo, op. cit., nota 2, pág. 252.
8 J.P. Lanly. 1992. Los aspectos forestales en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo. Unasylva, 43(171).
9 A. Contreras-Hermosilla. 1993. Forestry policies in India. Documento preparado para el Seminario de la región de Asia meridional sobre ordenación forestal y desarrollo sostenible. Kandy, Sri Lanka, 4-9 de octubre de 1993.
10 Forestry Canada. 1993. The state of Canada's forests. Ottawa.
11 D.E. McAllister. 1991. Estimating the pharma-ceutical values of forests, Canadian and tropical. Canadian Biodiversity, 1(3).
12 A.V. Korotkov y Peck, op. cit, nota 6, pág. 253.
13 N. Dudley, J.P. Jeanrenaud y S. Stolton. 1993. Towards a definition of forest quality. WWF, Reino Unido.
14 WWF. 1993. What is happening to the global forestry policy? Documento de antecedentes para la Conferencia sobre los Bosques del Mundo. Copenhague.
15 Forestry Canada, op. cit., nota 10, pág. 258.
16 FAO, op. cit., nota 5, pág. 252.
17 N.P. Sharma, R. Rowe, K. Openshaw y M. Jacobson. 1993. World forests in perspective. En Sharma, ed., op. cit., nota 7, pág. 255.
18 R. Rowe, N.P. Sharma y J. Browder. 1993. Deforestation: problems, causes and concerns. En Sharma, ed., op. cit., nota 7, pág. 255.
19 J.J. Gauthier, 1991. Plantation wood in international trade. Documento presentado en el seminario, Problemas de las plantaciones de árboles - Ventajas e inconvenientes, Ginebra. CASIN.
20 FAO, op. cit., nota 5, pág. 252.
21 D. Pandey 1992. Assesment of tropical forest plantation resources. Umeå Uppsala, Universidad de Ciencias Agrícolas de Suecia.
22 Pandey, op. cit., nota 21.
23 N. Dudley. 1992. Forests in trouble: a review of the status of temperate forests worldwide. Gland, Suiza, WWF.