DILEMAS DEL DESARROLLO
Y LAS POLITICAS FORESTALES
II. Los bosques y el desarrollo nacional
Cuando, a principios de los años cincuenta, la comunidad internacional dirigió su atención a los países en desarrollo, los economistas no estaban preparados: carecían de un modelo teórico para analizar el proceso de crecimiento económico de esas sociedades, esencialmente agrarias24. Muchos economistas afirmaban que los países en desarrollo debían avanzar por el mismo camino que las naciones más ricas del mundo para pasar de economías agrarias a economías industrializadas. Los modelos de desarrollo describían ese proceso de crecimiento como una serie de etapas lineales por las que tenían que pasar todos los países.
En esas estrategias iniciales de desarrollo se prestaba escasa atención a recursos naturales como los bosques y se hacía hincapié, en cambio, en la formación de capital y en el progreso técnico como factores principales para conseguir aumentar los ingresos y alcanzar el desarrollo económico. En general, se consideraba que los terrenos forestales debían dedicarse a otros usos más productivos. Se creía que los bosques, aunque también podían ser una fuente de ingresos y divisas, eran un elemento relativamente poco importante en el empeño de fomentar el desarrollo económico sostenido25. Se afirmaba también que las industrias forestales, con la excepción de las de pasta y papel, no tenían la envergadura suficiente para cumplir una función importante en el proceso de industrialización.
LOS BOSQUES EN EL CONTEXTO DE LAS ESTRATEGIAS INICIALES DE DESARROLLO
También los donantes internacionales descuidaban al sector forestal en favor de otros sectores de actividad. En efecto, el Banco Mundial no elaboró un documento normativo sobre el desarrollo forestal hasta 1978, y entre 1949 y 1968 sólo financió dos proyectos forestales en países en desarrollo, una fábrica de pasta química de madera y de papel para periódicos en Chile y una fábrica de papel en Bangladesh26. Durante ese mismo período, se concedieron préstamos para financiar proyectos de colonización de tierras, construcción de embalses y de carreteras y otras actividades de desarrollo para cuya ejecución era necesario desmontar los bosques. Fue en 1980 cuando el Banco Mundial concedió el primer préstamo para un proyecto de carácter forestal, cuyos objetivos eran la conservación del suelo y la ordenación de cuencas hidrográficas.
La silvicultura pasó a formar parte del mandato de la FAO en 1945 y durante los 15 años siguientes la Organización elaboró inventarios forestales, informes estadísticos y de perspectiva y análisis de mercado, pero prestó menos atención al sector forestal que a otros sectores. Durante los años cincuenta, la FAO se fijó cuatro objetivos fundamentales: aumentar el rendimiento de los bosques, reducir las pérdidas en las operaciones de extracción maderera y en las industrias de elaboración, acceder a los bosques vírgenes de los países tropicales y establecer nuevos bosques27. Incluso después de que la Conferencia de la FAO de 1960 aprobara una reorganización, que suponía la creación de los departamentos de Administración, Asuntos Generales e Información y Desarrollo, las actividades forestales continuaron siendo competencia de una dirección del Departamento Técnico. Finalmente, la FAO estableció el Departamento de Montes en 1970.
Posiblemente, de entre los especialistas dedicados al desarrollo en aquella fase inicial, fueron los economistas quienes actuaron con mayor negligencia. Las publicaciones de carácter económico dedicadas al desarrollo contribuyeron muy poco a la comprensión de la función de los bosques en el desarrollo. En la economía del desarrollo se tendía a descuidar al sector forestal porque se ignoraba la importancia del capital natural como base del crecimiento económico. Por consiguiente, los economistas no adquirieron la capacidad teórica y práctica de valorar el capital natural. La economía forestal hizo lo que no había hecho la economía del desarrollo, al formular modelos de optimización que se ocupaban explícitamente de la relación entre el capital natural, el crecimiento y los ingresos. Sin embargo, en esos modelos y técnicas de optimización se examinaban las propiedades específicas de los bosques más que los problemas generales importantes para la economía del desarrollo.
Fue a mediados del siglo pasado cuando los técnicos forestales comenzaron a interesarse por las cuestiones de la optimización a largo plazo y de las contrapartidas entre las decisiones presentes y futuras. Por ejemplo, en 1849 el técnico forestal alemán Faustmann elaboró un modelo de optimización a largo plazo sobre el momento óptimo de la extracción (o edad de rotación). Para determinar el momento óptimo de extracción, los primeros modelos se basaban en criterios de eficiencia biológica y económica. En general, los modelos biológicos establecen el volumen máximo de madera de una masa forestal en función de las tasas de crecimiento del bosque, y los modelos económicos determinan el mayor valor actual de los beneficios netos de la madera; entre los criterios que se utilizan figuran el valor de la madera y el valor del dinero y otros costos, en función del tiempo, con respecto a la plantación y la extracción. La cuestión de la optimización es, con mucho, la que ha sido objeto de un análisis más profundo en el ámbito de la economía forestal, pero siempre se ha centrado en el nivel concreto de las masas forestales específicas28. No hace mucho tiempo, la economía del desarrollo comenzó a plantearse a nivel macroeconómico la cuestión del presente y el futuro de recursos no renovables como el petróleo y los minerales. Sólo recientemente se han comenzado a aplicar a escala nacional las enseñanzas extraídas del debate sobre la optimización de los recursos forestales renovables.
IMPORTANCIA DE LOS BOSQUES EN EL CONTEXTO DE LAS ECONOMIAS NACIONALES
Si bien es cierto que en un primer momento la estrategia de desarrollo no tenía en cuenta al sector forestal, pueden mencionarse dos notables excepciones. La primera de ellas la constituye Hirshman29, quien en 1958 resaltó la importancia de las características intrínsecas del sector forestal y su interacción con otros sectores. Hirshman subrayaba la importancia de la madera industrial y de la fabricación de papel para el crecimiento económico. La segunda excepción destacable la constituye Westoby30, quien al frente de un equipo de la FAO rechazó el enfoque tradicional del sector forestal en el capítulo especial de El Estado mundial de la agricultura y la alimentación, 1962. En el estudio de la FAO se afirmaba que los responsables de establecer el orden de prioridades en el desarrollo no eran conscientes de la contribución potencial de los bosques al desarrollo de base industrial. El informe se basaba en los conceptos de Hirshman sobre los núcleos de desarrollo, las regiones atrasadas y las interacciones entre los diversos factores para poner en evidencia que los bosques (como capital natural) podían desempeñar una función vital en el fomento del desarrollo económico. Entre las numerosas consideraciones que se hacían en el estudio destacan las siguientes:
El estudio de Westoby contribuyó a dirigir la atención internacional hacia el sector forestal. Durante el decenio siguiente, aumentó de manera sustancial el número y la financiación de proyectos forestales, que empezaron a ser preparados, documentados y razonados con mucho más esmero.
Dos factores adicionales impulsaron a los donantes a aumentar la financiación. En primer lugar, los estudios de mercado preveían que en los países industrializados se registraría una notable expansión de la demanda de madera y de productos madereros procedentes del mundo en desarrollo. En segundo lugar, los proyectos forestales se aplicaban con resultados más satisfactorios que otros tipos de proyectos de desarrollo31.
Sin embargo, más de diez años después, Westoby renegó de sus puntos de vista iniciales a la vista de cómo había evolucionado el sector forestal32. En un documento que presentó en 1975 a la Asociación Forestal del Commonwealth, afirmaba que la explotación de grandes extensiones de bosques vírgenes tropicales había sido, en la mayor parte de los casos, destructiva, inútil e incluso devastadora. Westoby argumentaba que casi ninguna de las actuaciones habían tenido efectos profundos o duraderos en la vida social y económica de los países en que se habían producido y que eran demasiados los proyectos forestales que no ayudaban a satisfacer las necesidades vitales de la población local.
Otros estudios establecían idénticas conclusiones, señalando que los proyectos forestales apenas contribuían al proceso de industrialización, creaban pocos puestos de trabajo y apenas influían en el proceso global de crecimiento. En 1980, el Director de Industrias Forestales de la FAO afirmaba que:
«En conjunto, los bosques se están explotando como una mina, de la que se extraen los árboles más preciados sin que preocupe lo que pueda ocurrir posteriormente. Para los bosques y para la población que depende de ellos, el único efecto duradero evidente es la retrogresión»33.
A finales de los años setenta, las modificaciones registradas en el concepto global del desarrollo económico reservaban un nuevo papel a la silvicultura. La experiencia reveló que las estrategias de asistencia al desarrollo basadas únicamente en el fomento de la industrialización no daban resultados satisfactorios. La pobreza aumentaba sin cesar en muchos países, a pesar de que sus economías estaban experimentando una notable expansión. Para afrontar ese dilema, los expertos en desarrollo centraron su atención en la mitigación de la pobreza, la generación de empleo y la consecución de una mayor equidad. Por otra parte, los responsables de las políticas comenzaron a tomar conciencia de que la degradación de los recursos naturales es un obstáculo de primer orden para el desarrollo económico y para la mitigación de la pobreza. Así, la sostenibilidad pasó a ser gradualmente el principio fundamental del desarrollo. Al mismo tiempo, floreció la economía de los recursos naturales y del medio ambiente, fortaleciendo las técnicas analíticas e impulsando los modelos macroeconómicos de desarrollo.
En la actualidad, se reconoce que los bosques son una parte integral de las economías nacionales. Los bosques contribuyen al desarrollo de muy distintas maneras, por ejemplo en forma de capital natural, insumos de producción y bienes ambientales. Pero los bosques son también factores limitadores del desarrollo. En algunos países, son considerados como obstáculos que deben ser eliminados para que sea posible realizar actividades productivas. Por ejemplo, en otras épocas, la legislación sobre la tenencia de la tierra obligaba en muchos países a los colonos a eliminar todos los árboles de una parcela antes de poder obtener el derecho de propiedad. En otros casos, los bosques son considerados como un recurso natural escaso que ha de ser protegido de todo tipo de explotación. Varios factores ayudan a explicar en qué forma los bosques favorecen y limitan la adopción de políticas para poner en práctica las estrategias nacionales de desarrollo.
En primer lugar, las carreteras y el comercio han llegado hasta una gran parte de las tierras forestales del mundo y las poblaciones agrarias se han asentado en las mismas, siendo escasos los bosques todavía sin utilizar o desconectados de los intereses nacionales. Las tierras forestales han experimentado un proceso de «agrificación», que supone la utilización de los bosques y los árboles en los sistemas de cultivo y la formación de mosaicos agrícolas en los sistemas forestales. Cada vez más, los bosques se someten a ordenación por la variada gama de recursos que ofrecen y por su capacidad de sustentar el bienestar del medio rural y de fomentar el desarrollo industrial. Los bosques suministran una variada gama de productos y servicios para cualquier tipo de asentamiento humano y de actividad económica. No son tramos contiguos de madera situados más allá de la frontera, sino una parte activa de la vida en todas partes.
En segundo lugar, las estrategias de desarrollo económico están comenzando a integrar el valor capitalizado de los bosques en políticas y programas nacionales que modifican la densidad, calidad y distribución de las masas forestales. Son cada vez más quienes consideran los bosques como capital productivo y como elementos del sistema público de infraestructuras. Su capacidad industrial y su condición de infraestructura material con valor ecológico están convirtiendo a los bosques en uno de los parámetros de la ecuación fundamental del crecimiento macroeconómico, lo que comporta en muchos casos la redefinición de su esencia y de su utilidad. Los progresos alcanzados en materia de contabilidad nacional permiten incorporar explícitamente el valor capitalizado de los recursos forestales como existencias productivas y evaluar las consecuencias de su alteración para la capacidad productiva nacional. Los sistemas convencionales de contabilidad nacional contabilizan por exceso los ingresos sostenibles por dos causas distintas. No tienen en cuenta la depreciación de los bosques y de otro capital natural, y no se descuentan de la renta nacional lo que cuesta paliar o contrarrestar los efectos derivados del agotamiento de los recursos (por ejemplo, las medidas que se adoptan para evitar la sedimentación en una cuenca hidrográfica deforestada)34. De esta manera se transmite el mensaje erróneo de que los ingresos que se obtienen a expensas del agotamiento de los recursos forestales, continuarán fluyendo indefinidamente. En algunos países se están introduciendo nuevos sistemas de contabilidad que registran la depreciación de los recursos forestales cuando ésta supera su capacidad reproductiva (tanto en términos cuantitativos como cualitativos)35. Por ejemplo, el sistema francés muestra la correlación entre las funciones económicas, ecológicas y sociales de los recursos naturales. En este sistema, que se conoce como «contabilidad del patrimonio natural» existe una contabilidad separada para los bosques, la vida silvestre, el agua y el suelo.
En su condición de infraestructura, los sistemas forestales proporcionan una serie de servicios. Si no existieran los bosques disminuiría el bienestar humano o habría que realizar una inversión de capital para obtener esos mismos servicios. Por ejemplo, al almacenar agua, regular los caudales, proteger los canales y limpiar las impurezas, los bosques constituyen una estructura de servicios hidrológicos que cumplen una función análoga a los sistemas de transporte y comunicación. La metodología económica más reciente hace posible tener en cuenta estos servicios de carácter infraestructural no sólo a escala de los proyectos sino a nivel nacional.
En tercer lugar, los bosques representan activos positivos que se utilizan cada vez más para conseguir objetivos de desarrollo nacional como la equidad, la estabilidad, la inversión y el crecimiento. Los programas de desarrollo forestal comunitario son uno de los componentes esenciales de las reformas agrarias, encaminadas a establecer una relación más productiva entre las comunidades rurales y las tierras de propiedad pública. Los programas de desarrollo forestal comunitario se aplican en muchos lugares para incentivar la inversión e impulsar la participación de los ciudadanos con miras a incrementar los recursos de bosques y árboles y su utilización.
En cuarto lugar, los bosques han adquirido importancia en el contexto de las relaciones económicas y políticas entre las naciones, por ejemplo, por el papel que les corresponde en el comercio económico y ecológico. (El Recuadro 13 ofrece un ejemplo de comercio ecológico.) Las condiciones de los bosques influyen cada vez más en la situación nacional por lo que respecta a la capacidad de elaboración, la obtención de productos de la madera y el comercio internacional. La estructura del comercio es cada vez más compleja a medida que las naciones dan más importancia a los sectores secundario y terciario de la economía, aumentan su capacidad adquisitiva y diversifican sus necesidades de consumo. Además, la modificación de la extensión y calidad de los bosques ha suscitado inquietud a escala mundial. Las condiciones cambiantes de los bosques influyen en la biodiversidad y en las relaciones entre países industrializados y no industrializados que ocupan y utilizan el mismo medio ambiente como fuente y depósito de carbono y, al mismo tiempo, son expresión de la interdependencia existente entre las naciones. Todo ello induce a los gobiernos a considerar a los bosques como un elemento importante en las relaciones internacionales. Algunos países han comenzado ya a firmar acuerdos internacionales para poner las cuestiones del comercio económico y ecológico al servicio de intereses más amplios, de alcance mundial.
Por todas estas razones, las políticas forestales nacionales han desbordado el marco puramente sectorial para integrarse en el contexto más amplio de los intereses políticos generales con la participación de grupos sumamente diversos. Los bosques son objeto de debate, en todo el mundo, en el seno de los grupos organizados de industriales, estadistas, internacionalistas, consumidores, ecologistas, agricultores, comunidades forestales indígenas, habitantes de las ciudades, científicos, educadores y humanistas.
RECUADRO 13 Muchos países en desarrollo están abrumados por las deudas en divisas con bancos comerciales, gobiernos de los países industrializados y organismos internacionales de crédito. En el caso de los países más pobres, la posibilidad de saldar esas deudas en los próximos decenios, o de llegar a hacerlo alguna vez, es muy remota. El canje de deudas por actividades de protección de la naturaleza representa un intento de beneficiar al medio ambiente, dado que los bancos están dispuestos a descontar (o vender por menos de su valor nominal) algunas de sus deudas a largo plazo, aceptando un pago reducido inmediato en lugar de esperar el pago total, que podría no producirse nunca. El canje está organizado por un tercero, ya sea una ONG ecologista o el gobierno de un país industrializado, que compra al prestamista la deuda a una tasa reducida y acepta cancelarla, siempre que el país deudor haga una inversión determinada en un proyecto ambiental como la protección de una zona de bosque tropical de especial importancia ecológica. De esta forma, el país en desarrollo queda libre de la deuda sin tener que hacer un desembolso en divisas pero asume la responsabilidad de emprender ciertas actividades ecológicas. A finales de 1992 se había formalizado un total de 24 canjes de deudas por actividades de protección de la naturaleza con un valor nominal de 122 millones de dólares, generando fondos de conservación de más de 75 millones de dólares con un costo de algo más de 23 millones de dólares. Los efectos totales son reducidos en relación con la deuda total del mundo en desarrollo y la tasa actual de deforestación. Además, es difícil garantizar que los programas de conservación sean realistas y se puedan aplicar y mantener de manera sostenible. Por ejemplo, en Bolivia, se plantearon problemas con respecto a una iniciativa cuando la población india y los madereros a quienes se les habían otorgado concesiones reclamaron la misma tierra que se iba a ordenar. El sistema de canje de deudas por actividades de protección de la naturaleza ha sido objeto de críticas por considerarse como una forma de «ecocolonialismo», mediante la cual los países industrializados establecerían las prioridades de los países en desarrollo. El sistema puede resultar adecuado en países en los que la marcha de la economía no es satisfactoria, pero no en aquellos que están demostrando una disciplina económica. En efecto, los beneficios económicos y ecológicos derivados de los canjes de deudas por actividades de protección de la naturaleza pueden hacer que se pasen por alto las necesidades de la población local. Sin embargo, se acepta en general que si se seleccionan y programan adecuadamente, los canjes de deudas por actividades de protección de la naturaleza son una medida válida, aunque complicada, que puede contribuir a la conservación de los bosques. Fuente: FAO. 1994. El desafío de la ordenación forestal sostenible. Perspectivas de la silvicultura mundial. Roma. |
Las perspectivas y exigencias de estos grupos políticos diversos han cobrado cada vez mayor fuerza, sometiendo a una gran presión a las instituciones de política forestal que surgieron cuando los bosques eran una propiedad estatal en la que sólo se valoraba la madera y de cuyo control se encargaba un reducido núcleo de profesionales. La suma de estas diversas presiones y de la comprensión más cabal de la importancia y complejidad de los servicios y valores no madereros de los bosques influye fuertemente en la política forestal vigente.
Los bosques como fuente de desarrollo nacional
Los ecosistemas forestales suministran numerosos servicios científicos, comerciales y de protección, ya sea en forma de espacio vital y alimentos o de regulación del clima y recursos genéticos (véase el Recuadro 14). Sin embargo, en el plano nacional los países se interesan por el sistema forestal en su conjunto (en el sentido amplio, el bosque es cualquier zona en la que existen árboles) y por su contribución al desarrollo nacional como fuente de bienes y servicios, como una forma de seguro contra riesgos excesivos y como activos económicos y sociales.
Fuentes de ingresos, divisas y garantía financiera. Los bosques proporcionan materiales para la exportación y para sustituir las importaciones, ya sea madera, fibra, productos elaborados, energía y una variedad cada vez mayor de productos medicinales, ornamentales y para usos especiales. Tradicionalmente, la madera ha sido considerada como una fuente primaria de capital para las naciones que poseen recursos forestales, mediante el intercambio de madera por divisas, la utilización de los bosques como garantía para los préstamos y para el alivio de la carga de la deuda y a través de la oferta de concesiones a cambio de infraestructuras materiales. Canadá, India, Italia, Indonesia, Malasia, Noruega, Suecia, la Federación de Rusia, Tailandia y los Estados Unidos, así como muchos otros países, han recurrido a la transformación del capital forestal para aumentar su capacidad industrial y agrícola; Laos, Myanmar y Viet Nam parecen decididos a aplicar la misma estrategia en la actualidad.
Más allá de esta fase inicial de transformación forestal, algunos países intentan generar empleo e incrementar los ingresos mediante la creación de capacidad industrial para transformar la madera en productos acabados. Alemania, los Estados Unidos, Indonesia, Italia, Malasia, Singapur y Tailandia han avanzado por este camino utilizando tanto madera nacional como extranjera. Tailandia obtiene importantes ingresos en divisas gracias al comercio de muebles, orquídeas, alimentos especiales, productos medicinales y fauna silvestre. Esta nueva fase exige un sistema comercial y de tenencia de la tierra mucho más complejo que el que existía cuando la madera era la principal contribución del bosque. Las industrias forestales japonesas realizan cuantiosas importaciones de trozas de frondosas procedentes de las zonas tropical y templada. En efecto, este país absorbe el 30 por ciento de las importaciones mundiales de madera en rollo industrial y casi el 45 por ciento de las importaciones de frondosas tropicales. Aunque los bosques del Japón36 pueden proveer la madera necesaria para la producción industrial, las consideraciones ambientales y los elevados costos de la extracción son la causa de que se dé preferencia a las importaciones.
RECUADRO 14 Servicios de protección Regulación del clima Consumo de plantas, animales y derivados Madera: troncos, madera para pasta, postes Aspectos psicofisiológicos Esparcimiento, turismo, deportes Fuente de tierras y de espacio vital Nuevas tierras para el cultivo y el pastoreo Servicios educativos y científicos Investigación sobre ecosistemas y organismos Fuente: J.G. Laarman y R.A. Sedjo. 1992. Global forests: issues for six billion people.Nueva York, McGraw-Hill. |
Existen también usuarios de los bosques para fines recreativos. Dado que el turismo y el esparcimiento pueden exigir inversiones en infraestructuras distintas de las necesarias para la industria de transformación, esta actividad económica suele iniciarse cuando el desarrollo industrial y comercial se halla ya en una fase avanzada. Por consiguiente, los países deben establecer un equilibrio estratégico entre diversos aspectos, como la dedicación del capital forestal a actividades industriales y comerciales, la obtención de productos no madereros, la utilización de los bosques como fuente de energía y la posibilidad de aumentar los ingresos mediante el turismo, que se siente atraído por la pureza de los bosques.
Los bosques como fuente de ingresos rurales. Las poblaciones rurales dependen de los productos y de los servicios ambientales que suministran los bosques. Los bosques contribuyen a la seguridad alimentaria, hasta el punto de que en algunas zonas son la principal fuente de proteínas, energía, aceites, medicinas e incluso alimentos básicos. Adquieren una importancia especial durante las crisis estacionales o periódicas de hambre o de escasez de alimentos obtenidos de los cultivos. Como fuentes de ingresos, los bosques revisten importancia desde el punto de vista distributivo, pues ofrecen oportunidades que no pueden generarse a escala nacional o mediante unos sistemas de mercado incipientes. Los sistemas de contabilidad nacional no registran esos ingresos en especie procedentes de los bosques, aunque son de importancia crucial para el bienestar de centenares de millones de personas (particularmente de aquellos grupos para los cuales los bosques son la única fuente de ingresos en efectivo). Asimismo, las poblaciones rurales utilizan, protegen y crean bosques como fuente de insumos agrícolas y dependen de los productos arbóreos para mantener la fertilidad y la estructura del suelo, alimentar al ganado y mantener el régimen de humedad y los caudales de agua necesarios. Tales insumos de producción no monetizados no se reflejan en las contabilidades nacionales, a pesar de que si no existieran se reduciría la producción, sería necesario compensarlos incrementando los insumos monetizados de capital y mano de obra o se talarían nuevos bosques para dedicar nuevas tierras a la agricultura.
En las fases iniciales de participación en el mercado, las poblaciones rurales utilizan los productos comerciales de los bosques para obtener ingresos en efectivo. Por ejemplo, en la India está muy extendido el comercio de productos forestales secundarios, que las comunidades forestales recolectan, elaboran y venden. Entre esos productos figuran la seda, envases para cigarrillos, alimentos y piensos, carbón vegetal, aceites, laca y resinas, especias y medicinas. En el Recuadro 15 se destaca la importancia de los productos forestales secundarios en la zona forestal húmeda del Africa occidental.
Distribución de la riqueza nacional. Los bosques han pasado a ser parte integrante de una estrategia más amplia encaminada a distribuir la riqueza nacional con miras a conseguir un equilibrio entre el crecimiento económico, la equidad y la estabilidad y para conservar los recursos ecológicos para las generaciones futuras.
RECUADRO 15 Tradicionalmente, se ha atribuido valor a los bosques como fuente de madera, pasta y combustible. Todos los demás productos, con independencia de su importancia para la población local, han sido clasificados por los técnicos como productos forestales secundarios. Sin embargo, este término se refiere frecuentemente tan sólo a los productos -como gomas, resinas y taninos- para los que existen mercado industrial. En cambio, para la población rural del Africa occidental los bosques son valiosos por una gama mucho más amplia de productos. Como muchos otros bosques de todo el mundo, la zona forestal húmeda del Africa occidental presenta una gran diversidad y comprende muchos sistemas políticos y económicos diferentes, y culturas, historias y prácticas agrícolas distintas. Los bosques suministran alimentos, medicinas, equipo para el hogar, material de construcción y materia prima para la industria de transformación. Asimismo, contribuyen a la agricultura proporcionando material para la fabricación de aperos agrícolas, equipo para la recolección y el transporte y para el almacenamiento y secado de la cosecha, así como combustible para la elaboración de los productos agrícolas. Los bosques y los árboles revisten también importancia desde el punto de vista social y cultural, pues sirven como templos, símbolos, lugares de reunión y emplazamientos para la celebración de diversos rituales como las ceremonias de iniciación. La multitud de usos secundarios que puede darse a una sola especie forestal queda perfectamente ilustrada en el ejemplo de Ceiba pentandra de Ho, en Ghana. Esta fruta fibrosa se utiliza para obtener medicinas, fabricar almohadas y obtener un producto comercial y tapar agujeros en las canoas; el aceite de sus semillas está indicado para el reumatismo, se vende comercialmente para fabricar jabón y se utiliza para encender el fuego; sus hojas se consumen en forma de sopa y se utilizan como forraje para las cabras; su ceniza constituye una buena capa vegetal para proteger el suelo; su corteza y su tallo se utilizan como producto medicinal para enjuagarse la boca; y sus raíces se aplican al tratamiento de la lepra. Es también un buen alimento para las abejas, que fabrican miel. Además, en la base del árbol crece un hongo muy apreciado. Finalmente, es un árbol sagrado y existe la creencia de que sus hojas y su corteza alejan a los espíritus. Fuente: FAO. 1990. The major significance of «minor» forest products. Roma. |
Los sistemas de tenencia se han modificado a lo largo de los últimos decenios, en respuesta a la variedad de funciones de los bosques, al incremento de las poblaciones y las expectativas políticas y al fortalecimiento de las capacidades técnicas, financieras y organizativas. Al régimen de control de jure por parte del Estado, o de facto por las comunidades locales, se han añadido una gran variedad de estructuras semipúblicas de control de la tierra y del mercado, sistemas de gestión en régimen de cooperación entre el Estado y las comunidades locales, estructuras de gestión locales y tenencias privadas para la realización de actividades forestales a escala de empresas, explotaciones y hogares. Por consiguiente, el régimen de tenencia de los bosques estará en función de la orientación que se dé a las políticas fiscal, educativa, industrial, agraria y de estabilización y dependerá, también, de cuáles de esas políticas obtengan primacía sobre el resto.
Reservas de tierra. Los bosques proporcionan hábitat y sustento a grupos de población carentes de tierra que si no encontraran acomodo en esas tierras forestales deberían ser absorbidos o subvencionados con un costo mucho más elevado. Asimismo, los bosques permiten realizar cultivos comerciales cuya obtención sería más costosa en otra parte. Aunque algunas de esas actividades pueden agotar el capital ambiental, muchos países las permiten porque los bosques constituyen una alternativa flexible a otras soluciones más costosas.
Sistemas ecológicos que proporcionan biodiversidad. Los bosques de todo el mundo son laboratorios para la selección natural de recursos genéticos de plantas y animales y bancos dinámicos de almacenamiento de dichos genes. Se estima que los bosques tropicales contienen el 50 por ciento de todas las especies vivientes del planeta, incluida una gran proporción de las plantas y animales superiores. Por ejemplo, mientras que en la región de Europa al norte de los Alpes existen 50 especies arbóreas autóctonas, en Malasia, una zona forestal de algo más de 50 ha contenía 830 especies de árboles y en el Perú se han registrado casi 300 especies de árboles en una parcela de una sola hectárea de extensión.
Infraestructuras. Los bosques proporcionan una infraestructura cuya inexistencia disminuiría las posibilidades de desarrollo. Estabilizan los cursos de agua y los microclimas, protegen la tierra y estructuras de tierra como caminos y canales y, por otra parte, constituyen un sistema de drenaje, dan sombra y purifican. En los núcleos urbanos, los árboles moderan las temperaturas elevadas, conservan la energía y absorben contaminantes, cumpliendo así la función que desempeñarían otras infraestructuras más convencionales. Si se plantan árboles en lugares estratégicos, se pueden reducir las necesidades de aire acondicionado en las viviendas entre un 10 y un 15 por ciento (gracias a que proporciona sombra) y, asimismo, las necesidades de calefacción (ya que los árboles protegen contra el viento).
Los bosques son sistemas ecológicos que protegen del deterioro del bienestar nacional. Las consecuencias económicas y sociales de la alteración de los ecosistemas son difíciles de prever. Por ejemplo, la modificación de la dinámica de las cuencas hidrográficas, regiones ecológicas o sistemas de vida silvestre puede favorecer o perjudicar el bienestar humano. Cuando no se poseen conocimientos suficientes, cuanto más profundos son los cambios más difícil es predecir sus consecuencias. Las avalanchas de troncos en las aldeas tailandesas y de piedras en las aldeas del Nepal, así como la irrupción de elefantes privados de su hábitat en las aldeas de la India son ejemplos de catástrofes recientes que los bosques pueden evitar. Aunque el concepto del bosque como infraestructura no está aún muy extendido, la ausencia de bosques exige construir infraestructuras a expensas de otros usos posibles de un capital escaso.
Fuentes de energía. De los bosques se obtiene energía, que de no existir aquellos no podría conseguirse o sería más costoso obtener. La madera sigue siendo un combustible importante tanto en la mayor parte de los países tropicales (donde es, de hecho, el principal combustible) como en muchos otros lugares. La madera puede sustituir a los combustibles fósiles y a la biomasa agrícola, aliviando los problemas de costos derivados de la demanda de dichos recursos. La escasez de leña para cocinar los alimentos y la sustitución del estiércol, que reduce la fertilidad y la productividad de los campos, pueden entrañar problemas nutricionales. La sustitución de los combustibles fósiles, ya sea para usos energéticos o como fertilizante, pueden suponer un alto costo en divisas o en forma de pérdida de oportunidades futuras para uso interno. En las políticas energéticas de países del sudeste de Asia y de Africa ocupa un lugar importante el establecimiento de plantaciones para la obtención de leña.
RECUADRO 16 En las regiones forestales existen incentivos tanto para la tala como para la conservación de los bosques. El resultado final, a nivel nacional, depende de cómo cambian a lo largo del tiempo la combinación de factores económicos, sociales, ecológicos y políticos. Cabe señalar como elementos importantes la calidad del lugar, la estructura de la propiedad, las oportunidades de empleo no agrícola y la solidez de las comunidades. En la India se ha registrado un proceso simultáneo de agotamiento de los bosques de propiedad pública y de crecimiento rápido de los bosques en las explotaciones agrícolas fuera de los núcleos urbanos. El agotamiento de los bosques naturales ha sido consecuencia del crecimiento demográfico, que no ha ido acompañado de nuevas oportunidades de empleo no agrícola y que, por tanto, ha hecho necesario encontrar nuevas tierras. El mayor agotamiento se ha registrado en las inmediaciones de los bosques públicos protegidos, lo que refleja una reacción contra los límites protectores. El desarrollo forestal y la inversión en cultivos arbóreos que están registrándose fuera de las ciudades responden a incentivos de mercado, tales como el incremento de los precios de los productos madereros en relación con los productos agrícolas, los precios de los insumos y los diferentes niveles salariales. El incremento de espacios arbolados es un fenómeno que se da también en las zonas de regadío, donde los cultivos arbóreos se compaginan con otras actividades de producción mediante la utilización de los mismos insumos y sistemas de gestión familiar y de las mismas redes de comercialización. Aunque las tasas oficiales de deforestación de la India siguen siendo muy elevadas, dichas tasas se refieren a las definiciones jurisdiccionales de los bosques de las zonas deshabitadas y no toman en cuenta el considerable crecimiento de la cubierta forestal en las tierras agrícolas privadas. Esta alteración que se ha registrado en la cubierta forestal global, con una disminución de los bosques de las zonas deshabitadas y un incremento de los de las zonas colonizadas se ha acompañado de una serie de cambios significativos en la composición de especies y en la organización social de los bosques. En Tailandia existe una relación directa entre la deforestación y la expansión de la agricultura. Durante los tres últimos decenios, dicha expansión ha sido impulsada por el desarrollo de mercados urbanos y redes de carreteras, nuevas tecnologías de producción y mayores oportunidades de exportación de productos agrícolas. Las políticas de liberalización del comercio de productos básicos, el dinamismo en la ampliación de la red de carreteras del país y la fuerte demanda urbana de tierras agrícolas han determinado la distribución de los bosques. En un primer momento, la población sin tierra que no encontraba empleo fuera de la agricultura convirtió una parte de las tierras forestales en tierras de cultivo, para aumentar la producción agrícola. Con el paso del tiempo, primero cerca de las ciudades y luego más lejos de ellas, aumentaron extraordinariamente las oportunidades de empleo no agrícola, con el consiguiente incremento de los salarios, que conllevó una reducción de la mano de obra en el sector agrario y una mayor utilización de capital en la agricultura. Al mismo tiempo, las tierras agrícolas se dedicaron a la construcción de viviendas y de industrias, y eso de-sencadenó nuevas talas de bosques en las zonas más remotas. En 1989, el Gobierno de Tailandia prohibió la explotación de los bosques públicos. Esta medida incentivó el desarrollo forestal en las tierras de propiedad privada y la infrautilización de la capacidad industrial estimuló la explotación forestal en los países vecinos. Como consecuencia de todo ello, aumentó la cubierta forestal en las tierras de propiedad privada y en los centros de mercado en detrimento de las tierras de propiedad pública, se intensificó el debate respecto a la forma de control -privada o pública- de los bosques nacionales y, por otra parte, se intensificaron las actividades de extracción de madera en los países vecinos. En el estado de California, en los Estados Unidos, se han registrado los mismos cambios que en la India y en Tailandia, aunque en grado extremo. La población del estado se ha multiplicado por cuatro en el lapso de cuatro décadas y su estructura económica se ha modificado con la sustitución gradual de las actividades del sector primario por las del sector secundario y, en la actualidad, del sector terciario. Las ciudades, donde se han realizado grandes obras de conducción de agua, se han expandido hacia el extrarradio creándose barrios residenciales desparramados, lo que ha conllevado el desarrollo de bosques urbanos, calles enmarcadas por árboles y jardines residenciales y reservas en lo que antes eran tierras agrícolas y forestales. El bosque industrial de California, base económica de muchas localidades rurales, ha sufrido un proceso de agotamiento y fragmentación. La importación de madera resulta menos costosa que su explotación, las tierras forestales dan mayor rendimiento económico cuando se venden para la construcción de viviendas y las inversiones para la explotación maderera son menos atractivas que las que pueden realizarse en otros sectores. Los bosques nacionales, de los que interesa ya menos la madera que otra serie de servicios, han visto descender su importancia en cuanto a capacidad productiva y utilización de mano de obra. Aunque está aumentando la superficie total de los bosques de propiedad pública, están perdiendo importancia las regiones y comunidades forestales tradicionales en favor de los terrenos forestales enclavados en zonas urbanas, agrícolas y no forestales. A pesar de la indudable importancia de esos cambios, la política forestal continúa centrada en la producción de madera en explotaciones forestales convencionales de propiedad privada y federal. Los ejemplos que acaban de mencionarse ilustran en qué forma el desarrollo nacional y las decisiones políticas afectan a la calidad y emplazamiento de los bosques y cómo las condiciones cambiantes de los mismos determinan las posibles opciones. En una serie de países africanos se observa un grado similar de interacción entre el desarrollo, la energía y la dinámica forestal. En muchos países, la madera continúa siendo la principal fuente de energía en los hogares porque los precios de otras energías alternativas son relativamente elevados. En algunos casos, son las medidas de política económica, como las restricciones a la importación, los controles sobre el mercado y los impuestos, las que hacen que los precios de la energía sean elevados, y otras veces, los países no poseen otros suministros de energía o carecen del capital necesario para desarrollarlos. Tanto la escasez de fuentes alternativas de energía como la falta de medios para aliviar esa escasez repercuten en la distribución y calidad de los bosques. |
Fuentes de servicios de carácter general que pueden ser comercializados. Los bosques proporcionan muchos beneficios de carácter general: almacenan carbono, mantienen formas de vida diversas, únicas y raras, contienen potencial biótico y albergan fenómenos naturales que todavía no se comprenden. Estas características de carácter global están siendo cada vez más valoradas y se han constituido organismos que las protegen y que están elaborando procedimientos para atribuirles un valor comercial.
El Fondo para la Protección del Medio Ambiente (GEF) se creó para financiar la prestación de dicho servicio a escala nacional. El canje de deudas por actividades de protección de la naturaleza, la adquisición para largos períodos de derechos de almacenamiento de carbono en los bosques para las emisiones atmosféricas de las industrias, la imposición de condiciones ambientales en los acuerdos comerciales y los contratos internacionales en materia de derechos de prospección biológica ilustran el desarrollo gradual del comercio internacional de servicios ambientales de carácter general.
Valor patrimonial. Los bosques favorecen la cohesión social, que a su vez puede reforzar los resultados satisfactorios de las empresas productivas o, con la ayuda de subvenciones oficiales, puede contribuir a conseguir que las empresas poco rentables sean productivas. En todo el mundo, los bosques son el centro de la vida comunitaria y forman parte de un régimen social y cultural de gestión de los sistemas económicos y ecológicos. Por ejemplo, en algunos países existen bosques sagrados en las montañas, situados por encima de los sistemas de riego. Con carácter más general, los bosques son templos naturales, lugares ancestrales y centros para el retiro espiritual que dan mayor fortaleza a la comunidad, lo cual, como se desprende de la experiencia del cooperativismo, es difícil de conseguir. Los parques naturales cumplen una función análoga en las sociedades urbanas.
En los últimos años se ha reconocido en mayor medida la importancia de los bosques como centro de culturas tradicionales. El interés y la importancia que la comunidad internacional atribuye a las culturas tradicionales y a su conocimiento de la naturaleza han contribuido a la preservación de comunidades forestales como cuestión de interés nacional.
La situación de los bosques y el proceso de desarrollo nacional
Si bien es cierto que las condiciones de los bosques influyen en el desarrollo nacional, no es menos cierto que el proceso de desarrollo condiciona la situación de los bosques y su futuro. Por ejemplo, en las distintas fases del proceso de desarrollo, se produce primero una presión demográfica sobre la tierra que luego disminuye gradualmente. Al mismo tiempo aumenta la demanda urbana -y por tanto los precios- de madera con fines energéticos y de productos de madera, aumentan los ingresos y el ahorro en las ciudades, crecen las oportunidades de empleo no agrícola, se amplía la red de carreteras, se desarrollan los recursos hídricos, aumenta la capacidad del Estado para proteger los bosques, subvencionar su desarrollo en las zonas agrícolas y cooperar con las poblaciones locales en la gestión de los bosques y, por último, el valor ambiental de los bosques suscita más interés que la explotación de los mismos y aumenta la integración internacional de esos intereses ambientales. Esta dinámica determina las razones para talar y cultivar árboles en lugares y momentos diferentes. En el Recuadro 16 se ofrecen ejemplos de la relación entre las condiciones del bosque y el desarrollo nacional en la India, Tailandia y los Estados Unidos.
Las condiciones del bosque son consecuencia de la aplicación de políticas que crean y modifican las oportunidades para que la población cultive y tale los árboles. Por ejemplo:
La utilización, el desarrollo y las condiciones de los bosques dependen directamente de la política y del desarrollo económico generales del país. El desarrollo nacional ofrece constantemente incentivos y posibilidades de explotar y aumentar los recursos forestales. El crecimiento económico y las condiciones sociales tienden a modificar el emplazamiento y la composición de los mismos. A escala nacional, la naturaleza de esta relación depende de las circunstancias económicas, demográficas y políticas concretas de cada país. Cuando la cubierta forestal ya no se ajusta al modelo de clasificación tradicional y ya no está constituida por especies comerciales, la contabilidad nacional tiende a subestimar no sólo la superficie total de los bosques, sino también la importancia económica, social y ecológica de los recursos forestales. Dos ejemplos ilustran perfectamente este punto:
En Bangladesh, el 14 por ciento de la superficie de tierras está clasificada como bosque según el Departamento Forestal, pero más del 50 por ciento de los suministros de madera y energía del país proceden de explotaciones familiares (que ocupan menos del 1 por ciento del territorio de la nación), que no están consideradas como bosques y a las que el Estado presta escasa atención. Cuando se contemplan desde el aire, los bosques de Bangladesh -la suma de los árboles que existen en el país- aparecen como decenas de millares de pequeños islotes en medio de una llanura aluvial, como formaciones que limitan las estribaciones montañosas y los cursos de agua entre las tierras de cultivo y como estaciones de explotación maderera estatales y comerciales. La clasificación del Departamento Forestal no constituye un indicativo fiable de la situación real de los bosques. Algunas regiones densamente pobladas de Indonesia (Java), Sri Lanka y Viet Nam presentan la misma estructura.
En la zona occidental de los Estados Unidos existen vastas zonas clasificadas como bosque nacional que carecen por completo de árboles. En la misma región, los huertos privados de regadío, los bosques ripícolas, las sabanas de frondosas y la cubierta arbórea de los núcleos urbanos no están definidos legalmente como bosques. Sin embargo, el bosque privado sí está incluido en la definición legal de bosque, con independencia de la vegetación que exista en la zona adyacente, cuando la propiedad supera una dimensión determinada. Los terrenos de las industrias madereras están clasificados como bosques aun cuando hayan sido talados según un sistema que recuerda al de la agricultura itinerante en Asia, mientras que los 14 millones de hectáreas de tierras de las reservas de conservación agrícola que están cubiertas de árboles no reciben la denominación de bosque. Muchas zonas metropolitanas presentan la condición de bosque cuando se contemplan desde el aire y funcionan ecológicamente como tal, aunque por su régimen de propiedad no estén clasificadas como bosque.
RECUADRO 17
| |
SERVICIO |
IMPORTANCIA ECONOMICA |
Acervo genético |
Los bosques contienen una diversidad de especies y hábitats. Proporcionan el acervo genético que puede proteger las variedades de plantas comerciales frente a las plagas y las condiciones cambiantes del clima y el suelo y suministrar la materia prima para obtener variedades mejoradas de alto rendimiento. En los bosques tropicales se encuentran variedades silvestres del aguacate, banano, anacardo, cacao, canela, coco, café, pomelo, limón, pimentón, palma de aceite, caucho y vainilla. Las exportaciones de estos productos superaron los 20 000 millones de dólares en 1991. |
Agua |
Los bosques contienen una diversidad de especies y hábitats. Proporcionan el acervo genético que puede proteger las variedades de plantas comerciales frente a las plagas y las condiciones cambiantes del clima y el suelo y suministrar la materia prima para obtener variedades mejoradas de alto rendimiento. En los bosques tropicales se encuentran variedades silvestres del aguacate, banano, anacardo, cacao, canela, coco, café, pomelo, limón, pimentón, palma de aceite, caucho y vainilla. Las exportaciones de estos productos superaron los 20 000 millones de dólares en 1991. |
Cuencas hidrográficas |
Los bosques impiden el arrastre de tierra hacia los ríos. El entarquinamiento de los embalses supone para la economía mundial un costo de unos 6 000 millones de dólares anuales como consecuencia de las pérdidas de hidroelectricidad y de agua de riego. |
Pesca |
Los bosques protegen la pesca en los ríos, lagos, estuarios y en las aguas próximas a la costa. Las tres cuartas partes del pescado que se vende en los mercados de Manao, en Brasil, se crían en los bosques de varzea que se inundan estacionalmente, donde se alimentan de frutas y plantas. La viabilidad de 112 especies de salmón y de otros peces del noroeste del Pacífico (América del Norte) depende de bosques naturales primarios. El sector de la pesca de salmón de la región alcanza un valor económico de 1 000 millones de dólares. |
Clima |
Los bosques estabilizan el clima. La deforestación tropical libera gases de efecto de invernadero, CO2, metano (CH4) y óxido nitroso (NOx). Para sustituir la función de almacenamiento de carbono que cumplen todos los bosques tropicales habría que realizar un desembolso de unos 3,7 billones de dólares, cifra equivalente al producto nacional bruto del Japón. |
Esparcimiento |
La población utiliza los bosques como lugares de esparcimiento. Según los cálculos realizados por el Servicio Forestal de los Estados Unidos, las actividades de esparcimiento, la pesca, la vida silvestre y otros beneficios distintos de la extracción de madera que ofrecen los bosques nacionales son más valiosos que la madera, el pastoreo, la extracción de minerales, etc., en ocho de sus nueve regiones administrativas. En la mayor parte de los países de Europa y en Australia se considera que más de la mitad de los bosques públicos revisten importancia desde el punto de vista de las actividades de esparcimiento. |
Fuentes: Cuadro 2, en A.T. Durning. 1994. Saving the forests: what will it take? Worldwatch Paper 117. Washington, DC; y CEPE/FAO. 1993. Forest resources and the temperate zones. The UN-EC/FAO 1990 forest resource assessment. Vol II. Benefits and functions of the forest. Nueva York, Naciones Unidas. |
En todas partes existen ejemplos de este tipo de incongruencias en las clasificaciones, que suscitan una cuestión interesante con respecto a los atributos generales de los bosques. Dado que son los árboles, y no las hectáreas ni las jurisdicciones, los que conservan y almacenan el carbono, su emplazamiento y disposición, su régimen de propiedad y la posibilidad de que sean utilizados para otros usos carecen por completo de importancia. Los árboles de las ciudades almacenan tanto carbono como los que existen en los bosques, y la sombra que proyectan permite ahorrar energía para enfriar las oficinas y los hogares, reduciendo, por tanto, la emisión de contaminantes. Si la definición de bosques se realizara conforme a la función que cumplen las agregaciones de árboles y no atendiendo a criterios tradicionales de emplazamiento, forma y control, la contabilidad nacional de los mismos
diferiría sensiblemente de la que se utiliza a efectos de clasificación.
CUADRO 10 | ||
Valor económico de los bosques suecos | ||
Miles de millones de SKr |
Porcentaje del PIB | |
MADERA EN PIE Y ELABORADA |
||
Valor de la madera en pie |
8,0 |
0,9 |
Valor de los productos manufacturados |
90,0 |
10,0 |
PRODUCTOS Y SERVICIOS NO MADEREROS |
||
Terrenos forestales y hábitat |
0,3 |
... |
Terrenos forestales vírgenes |
0,1 |
... |
Esparcimiento y servicios |
0,7 |
... |
Caza |
1,6 |
... |
Cultivos no madereros: bayas |
0,8 |
... |
hongos |
0,5 |
... |
Total |
4,0 |
0,4 |
Valor atribuido de la retención de CO2 |
8,0 |
0,9 |
Fuente: T. Jones y S. Wibe. 1992. Forests: market and intervention failures - five case studies. Londres. Earthscan. |
CUADRO 11 | |||
Producción de productos forestales, 1992 | |||
Producto |
Todo el mundo |
Países desarrollados |
Países en desarrollo |
(.............. millones de m3..............) | |||
Madera en rollo |
3 477 |
1 433 |
2 044 |
-leña |
1 873 |
244 |
1 629 |
-madera en rollo industrial |
1 603 |
1 188 |
415 |
Madera aserrada |
450 |
343 |
107 |
Paneles a base de madera |
122 |
92 |
30 |
(.................. toneladas ..................) | |||
Papel |
245 |
200 |
45 |
En los años venideros, el equilibrio entre las obligaciones internacionales y los intereses nacionales y la disposición de las autoridades oficiales a negociar la dimensión internacional de los bosques (tanto por lo que respecta al comercio de productos como a los servicios ambientales) influirá en la determinación de las políticas, en el desarrollo nacional y en las condiciones de los bosques.
Contribuciones económicas de los bosques
Muchas de las contribuciones económicas directas de los bosques están bien documentadas, particularmente el valor de la dendroenergía, de la madera sólida y de los productos de fibra. Son aproximadamente 3 000 millones las personas que dependen de la leña como fuente principal de energía para el hogar, y consumen más de la mitad de la producción mundial de madera. En muchas zonas urbanas de los países en desarrollo, las familias destinan entre el 20 y el 30 por ciento de sus ingresos a la obtención de leña y carbón vegetal37. En 1992, el consumo mundial de madera incluyó 1 870 millones de m3 de leña y 1 600 millones de m3 de madera en rollo industrial (véase la Figura 10). El valor total de la leña y de los productos forestales a base de madera se estima en más de 400 000 millones de dólares, y de esta cifra la madera para usos industriales representa el 75 por ciento. No existe una estimación mundial comparable por lo que respecta a los servicios y beneficios distintos de la madera que ofrecen los bosques, aunque sí se han realizado estimaciones nacionales. Un estudio realizado por la FAO sobre la utilización de productos forestales no madereros en España, Grecia, Italia, Marruecos, Túnez y las zonas litorales de Francia y Argelia indica que en los países del Mediterráneo el comercio de corcho, resina, goma, miel, hongos, frutas y animales silvestres, junto al valor de los árboles utilizados para la producción ganadera, totalizó más de 1 000 millones de dólares en 1992, con un potencial de hasta 5 000 millones de dólares anuales38.
El Cuadro 10 pone de manifiesto que el valor estimado de los productos y servicios no madereros de los bosques de Suecia asciende al 50 por ciento del valor de la madera pero tan sólo al 5 por ciento del valor de los productos manufacturados a base de madera. En el Recuadro 17 se mencionan una serie de valores forestales no madereros (estimados por métodos distintos para diferentes finalidades).
El consumo mundial per cápita de productos forestales ha aumentado casi el 1 por ciento anual durante los tres últimos decenios. Entre 1961 y 1991, el valor real del consumo mundial de madera aumentó más del doble, con un crecimiento medio del 2,7 por ciento anual. Durante el mismo período, la producción mundial de madera en rollo aumentó el 75 por ciento, la de leña casi se duplicó y la de madera en rollo industrial registró un incremento del 50 por ciento. Entre los productos elaborados, la producción de madera aserrada aumentó el 20 por ciento, la de paneles de madera el 600 por ciento y la de papel el 350 por ciento. En el Cuadro 11 figura el volumen de producción de 1992. Más de la mitad de toda la producción de madera en rollo industrial se concentra en tres países, Canadá, la Federación de Rusia y los Estados Unidos.
CUADRO 12 | |||
La leña en el contexto del consumo mundial de energía | |||
Región |
Participación de la leña en el consumo de energía | ||
1970 |
1980 |
1990 | |
(............... % ...............) | |||
Todo el mundo |
5,1 |
5,2 |
5,0 |
Países desarrollados |
1,0 |
1,1 |
0,9 |
Países en desarrollo |
24,0 |
19,0 |
15,0 |
Africa |
67,0 |
56,0 |
58,0 |
América Latina |
20,0 |
15,0 |
15,0 |
Asia |
19,0 |
16,0 |
11,0 |
Fuente: FAO. |
Este importante incremento del volumen de productos derivados de la madera se ha alcanzado con un aumento relativamente reducido de la producción de madera en rollo industrial. Lo que ha hecho que ésto sea posible es la mayor eficiencia conseguida en la producción de madera aserrada y contrachapada, la recuperación de residuos de madera para la manufactura de otro tipo de paneles de madera y para la fabricación de papel y, asimismo, el incremento del reciclado de papel usado para la fabricación de papel. Además, los residuos de madera constituyen un importante combustible que mejora la eficiencia energética en muchas industrias madereras.
Los países desarrollados consumen la mayor parte de la producción mundial de madera aserrada, paneles derivados de la madera (300 m3 al año por cada 1 000 habitantes para la construcción de viviendas y fabricación de muebles) y papel (150 toneladas anuales por cada 1 000 habitantes de papel de escribir, de embalaje e higiénico). En los países en desarrollo, el consumo anual medio de madera aserrada y de paneles a base de madera es de 30 m3 por cada 1 000 habitantes y el de papel de 12 toneladas por cada 1 000 habitantes.
En los países en desarrollo, el 80 por ciento de la madera consumida se utiliza como combustible. La leña aporta el 58 por ciento de la energía utilizada en Africa, el 15 por ciento en América Latina y el 11 por ciento en Asia (véase el Cuadro 12). En más de 40 países y en muchos de los países menos adelantados, la madera es la fuente de más del 70 por ciento del consumo energético nacional. La madera satisface las necesidades básicas de energía en aquellas comunidades en las que no existen combustibles alternativos o en las que la población no puede acceder a ellos por problemas económicos. Allí donde la madera escasea, pueden utilizarse ramos y hojas. En la Figura 11 se compara la importancia de la leña en el suministro nacional de energía de Bangladesh, Etiopía y la India, y la utilización de leña en los hogares de los núcleos urbanos de Burkina Faso, China, Haití y Zambia.
24 M.P. Todaro, 1985. Economic development in the Third World. Nueva York, Longman.
25 G.Robinson, 1965. Forests and economic development in Latin America. Journal of Forestry, 63(2).
26 Banco Mundial. 1991. Forestry development: a review of bank experience. Washington, DC.
27 M. Leloup. 1985. The first ten years. Unasylva, 37(148).
28 Sharma, op. cit., nota 7, pág. 255.
29 A.O. Hirshman. 1958. The strategy of economic development. New Haven, Connecticut, Yale University Press.
30 J. Westoby. 1962. Papel de las industrias forestales en la superación del desarrollo económico insuficiente. En El estado mundial de la agricultura y la alimentación, 1962. Roma, FAO.
31 J. Westoby. 1987. The purpose of forests. Nueva York, Basil Blackwell.
32 Ibid.
33 A.J. Leslie. 1980. Logging concessions: how to stop losing money. Unasylva, 32(129).
34 S. El Serafy y E. Lutz. 1989. Environmental and resource accounting: an overview. En Y.J. Ahmad, S. El Serafy y E. Lutz, eds. Environmental accounting for sustainable development. Washington, DC, Banco Mundial.
35 C.A. Meyer. 1993. Environmental and natural resource accounting: where to begin? Issues in development (Noviembre). Washington, DC, Center for International Development and Environment.
36 F. Nectoux e Y. Kurada. 1989. Timber from the south seas: an analysis of Japan's timber trade and environmental impact. Gland, Suiza, WWF.
37 Rowe, Sharma y Browder, op. cit. nota 7, pág. 255.
38 FAO. 1993. More than wood. FAO Forestry Topics Report No 4. Roma.