PERSONAL DE LA FAO/CEE
* Se basa este artículo en un documento que se presentó a la reunión especial FAO/CEE sobre Políticas forestales en Europa y que se sometió también a la consideración del 21 período de sesiones del Comité de la Madera de la Comisión Económica para Europa. Ambas reuniones se celebraron en Ginebra en octubre de 1963. En consecuencia, el contenido de este trabajo es susceptible de revisiones.
Resumen de una nueva evaluación, 1950-75
UNO DE LOS resultados que arrojó el primer estudio sobre tendencias y perspectivas de la madera en Europa realizado por la FAO fue que quedara demostrado lo infundado de la creencia, muy generalizada, de que existía una tendencia descendente a largo plazo en el consumo de la madera en Europa.
Nada sorprende, empero, que existiera tal creencia. Según puede observarse en el Cuadro 1, en el período comprendido entre 1913 y 1950, el consumo total de madera y productos madereros en Europa, agudamente trastornado por dos guerras continentales, no presentó tendencia constante a aumentar (ni tampoco a disminuir). Incluso el consumo de madera industrial y de SUS productos aumentó en menos del 22 por ciento. Sin embargo, como se esforzó por subrayar el referido estudio, el ritmo de crecimiento de las necesidades madereras europeas iba acelerándose rápidamente llegado el año de 1950. En dicha fecha se estimaba que en el decenio que mediaba hasta 1960, el consumo de madera industrial habría de aumentar en un máximo de 30 por ciento. De hecho el aumento registrado ascendió al 38 por ciento y, en términos absolutos, representó un incremento del volumen de madera empleada anualmente de casi 65 millones de metros cúbicos, o sea, el doble del aumento registrado entre 1913 y 1950.
El consumo de madera rolliza para leña siguió disminuyendo, aunque no mucho; el consumo total de madera entre 1950 y 1960 se elevó en el 17 por ciento, sumando 340 millones de metros cúbicos con lo que rayaba bastante por encima del nivel alcanzado durante la mayor parte del medio siglo precedente.
CUADRO 1. - ESTIMACIÓN DEL CONSUMO APARENTE DE MADERA Y DE PRODUCTOS MADEREROS EN EUROPA: 1913-75
(Millones de metros cúbicos de necesidades de madera rolliza)*
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1913 |
1925/29 |
1935/38 |
1950 |
1960 |
1975 |
Madera industrial |
138 |
153 |
173 |
169 |
233 |
340 |
Leña |
136 |
144 |
129 |
118 |
107 |
90 |
TOTAL |
274 |
297 |
302 |
287 |
340 |
430 |
NOTA: Las cifras anteriores a 1950 se han tomado de European timber statistics, 1913-1950 Naciones Unidas/FAO, Ginebra, 1953
* Volumen sólido sin corteza.
Al realizar el presente estudio, se ha podido observar muy claramente que lejos de ser otra fluctuación transitoria ascendente del consumo, se ha producido en la práctica un cambio fundamental en el ritmo de crecimiento de las necesidades de madera de Europa, que responde a una modificación igualmente fundamental del empleo que se está dando a la madera.
Aunque la madera siguió empleándose ante todo aserrada o en rollo, la constante tendencia al empleo más económico de la madera en esas formas y a sustituirla por otros materiales como el hormigón y el metal casi contrarrestó el aumento del volumen de las obras en que podía emplearse madera. El rápido incremento del consumo de pasta de madera y de paneles a base de madera repercutió escasamente en las cifras totales, durante el período en que sólo representaron una pequeña parte del empleo total de madera.
El constante aumento del consumo registrado en el pasado decenio obedece al creciente porcentaje que del total de maderas industriales empleadas en Europa se consume ahora en forma de productos de pasta de madera y de paneles a base de madera. Como puede verse en el Cuadro 2, esos dos grupos de productos a los que en 1950 sólo correspondió poco más de la quinta parte de toda la madera rolliza industrial empleada, en 1960 representaron una tercera parte de dicho total; debe señalarse que tal circunstancia obedece no sólo al rápido aumento de su consumo, sino también a la relativa lentitud con que se ha intensificado la demanda de madera aserrada y al estancamiento de la demanda de madera para uso en rollo.
Se supone que estas tendencias de años anteriores no sólo continuarán, sino que acelerarán su ritmo. Las estimaciones de las necesidades para 1975 que aparecen en el Cuadro 2 están condicionadas por dos distintos índices de aumento del producto nacional bruto de Europa entre 1960 y 1975,1 y se podrá observar que en la modificación de las modalidades de empleo de la madera no influiría sensiblemente el índice de crecimiento. Se estima que en el nivel superior de necesidades de 1975 (que va unido a la casi duplicación del producto nacional bruto de Europa), más de la mitad de toda la madera industrial que se consume en Europa se utilizará en forma de productos de pasta de madera y de paneles a base de madera, duplicándose con creces el consumo de esos productos. En cambio se supone que, en total, las necesidades de madera aserrada apenas podrán mantener el ritmo del crecimiento demográfico (y en el nivel inferior de necesidades no alcanzarán a igualar ese ritmo de crecimiento), al paso que las necesidades de madera que se ha de emplear en rollo se contraerán rápidamente.
1 El nivel superior de crecimiento supone que el producto nacional bruto de Europa aumentará en el 104 por ciento (a valores constantes) entre 1960 y 1975. El nivel inferior presupone que el crecimiento en los países de economía de mercado (es decir, todos menos los de Europa Oriental y Yugoeslavia) representaría en conjunto el 63 por ciento durante ese período (frente al 87 por ciento que correspondería al nivel superior), lo cual haría que el producto bruto de Europa en conjunto en 1975 fuera inferior en un 10 por ciento al que se pretende obtener en el nivel superior de desarrollo de la actividad económica.
Al tenderse a emplearla en forma de derivados de la pasta y paneles a base de madera, el incremento de la utilización total de madera en Europa va reflejando cada vez más el rápido aumento del consumo de estos productos. Se ha estimado que, entre 1960 y 1975, la duplicación del producto nacional bruto de Europa iría acompañada por un aumento de un 45 por ciento en las necesidades totales de madera rolliza industrial. Si así sucediera, el consumo europeo de madera se habría duplicado en el cuarto de siglo que abarca este estudio, situación que contrasta notablemente con el modesto aumento registrado en la primera mitad de siglo.
Incluso al nivel inferior de desenvolvimiento económico, las cantidades requeridas aumentarían en más de 80 por ciento en el referido cuarto de siglo. Además debe subrayarse que estas dos estimaciones alternas no agotan en modo alguno la gama de necesidades que puedan surgir en 1975. No es posible proyectar con certeza ninguno de los parámetros de la actividad económica, población, precios, transformaciones tecnológicas, etc. Los valores supuestos en este estudio son los que en el momento de ser redactado presentan mayores probabilidades de darse en dicho año. Sin embargo, en última instancia, cualquiera de ellos o todos podrán ser superiores o inferiores a lo supuesto, lo cual afectaría a las necesidades de madera en la medida correspondiente. El hecho de que en este estudio se presenten estimaciones alternas supone el reconocimiento de este factor de incertidumbre y, además, sirve para ilustrar el efecto de las variaciones en el parámetro más importante, a saber, el crecimiento de la actividad económica. No obstante, hay que tener presente que el ritmo de crecimiento económico de Europa puede ser aún más rápido que al nivel superior de crecimiento hipotético empleado en este estudio, o más lento que al nivel inferior.
También es posible, por lo demás, que un determinado nivel de actividad económica, de población, etc., dé lugar a un volumen de necesidades de madera mayor o menor que el previsto en este estudio. Dicho de otro modo, hay que admitir que existe un cierto margen de incertidumbre en las estimaciones anticipadas de la relación entre el consumo de madera y los parámetros básicos. Como ejemplo cabe citar el de las necesidades de productos madereros para la construcción de nuevas viviendas. En el estudio se ha estimado que las necesidades europeas en materia de edificación requerirán la construcción de 5,8 millones de viviendas nuevas en 1975; pero que es probable que las inversiones y recursos materiales de que cabe esperar que se disponga al nivel superior de actividad económica supuesto para 1975, limitarán a 4,1 millones el número de viviendas efectivamente construidas. Sin embargo, lo que es evidente es que como la construcción efectiva de viviendas sigue yendo a la zaga de las necesidades por tan amplio margen, es muy posible que las presiones sociales, políticas y económicas, que también influyen en medida tan importante sobre el nivel de la edificación logren producir un incremento muy considerable de tal número, aun dentro del marco de este determinado nivel de actividad económica. Si en 1975, por ejemplo, se dispusiese de otras 500 mil viviendas nuevas y suponiendo que estuviesen repartidas en las diferentes regiones de Europa en la misma proporción que los 4,1 millones de viviendas ya previstas, su construcción requeriría otros 2,5 millones de metros cúbicos de madera aserrada y quizá otros 500 mil metros cúbicos de paneles a base de madera.
Lo que importa tener en cuenta aquí es que existe la posibilidad, por diversas razones, de que las necesidades de Europa en 1975 sean mayores o menores de lo previsto en las dos distintas estimaciones establecidas en este estudio. Sin embargo, todo parece indicar que la estructura general de las necesidades será muy semejante a la que se ha expuesto aquí, y puede decirse en general que las modificaciones que hubiere no alterarán seguramente el orden general de magnitud ni tampoco afectarán al hecho fundamental de que el incremento de las necesidades entre 1960 y 1975 será realmente muy cuantioso.
Este aumento de las necesidades totales de madera, por su magnitud e ímpetu, tiende a ocultar dentro del conjunto algunos hechos menos favorables. Probablemente el más importante de éstos es el grado en que está perdiendo terreno la madera aserrada. No cabe duda de que es inevitable y a veces conveniente, que la madera maciza sea sustituida en muchos casos por diversas formas de madera reconstituída - cuyas propiedades son más uniformes y a las que pueden darse en el proceso de elaboración la forma, las dimensiones, la textura y el acabado que se desee - o por materiales que no sean la madera; pero la medida en que la madera aserrada está siendo sustituida suele ser mayor de lo que explica la calidad superior o el más bajo costo de los materiales que la sustituyen. Subsisten muchos usos en los que la madera aserrada sigue siendo el material más adecuado por razones técnicas y económicas. Existe una importante industria del aserrío en Europa y los montes europeos contienen un volumen muy cuantioso de madera del tamaño propio de las trozas para aserrar, por lo cual dentro de la economía europea silvícola y maderera en conjunto, es evidentemente importante que se garantice y de ser posible se mejore la posición que la madera aserrada ocupa en esos mercados.
Buena parte del problema se debe a que la estructura de la industria del aserrío, compuesta fundamentalmente por gran número de instalaciones pequeñas, la coloca en situación desventajosa con respecto a sus competidores mayores y estructuralmente más concentrados; además, la índole misma del proceso de aserrío no se presta tan fácilmente a la reducción de costos mediante la mecanización y la automatización. No obstante, como este estudio ha puesto de manifiesto, queda un margen considerable para introducir mejoras, particularmente por medio de la cooperación dentro de la industria del aserrío para perfeccionar el nivel de las investigaciones, el desarrollo de productos y la comercialización; y la cooperación con las demás industrias que emplean madera para coordinar la corta y extracción, asegurar la distribución óptima de los suministros de madera rolliza, y el mejor aprovechamiento de residuos de aserradero.
Es probable que la necesidad de racionalizar la estructura global del empleo de la madera y de las industrias usuarias de madera se haga más apremiante en el período que se avecina, ya que las dificultades para obtener suministros intensificarán la competencia de las diferentes industrias para obtener materia prima. Se han señalado aquí los problemas especiales de la industria del aserrío - pues en el momento de redactar este estudio eran más agudos que los de las demás industrias - pero volveremos a ocuparnos de las cuestiones que se plantean después de examinar las perspectivas de la oferta.
CUADRO 3. - VARIACIONES DEL PRODUCTO NACIONAL BRUTO Y DEL CONSUMO DE MADERA INDUSTRIAL1 POR PRODUCTOS, ENTRE 1950 Y 1975
|
1960 en porcentaje de 1950 |
1975 en porcentaje de 19602 |
Madera aserrada |
122 |
117 |
Productos de pasta de madera |
200 |
241 |
Paneles a base de madera |
315 |
296 |
Madera rolliza no manufacturada |
104 |
62 |
TOTAL DE MADERA INDUSTRIAL3 |
138 |
146 |
Producto nacional broto |
166 |
204 |
1 Las variaciones se han calculado sobre la base del volumen de los productos.
2 Nivel más alto de necesidades.
3 Determinado en función de las necesidades de madera en rollo (es decir, habida cuenta del aprovechamiento de residuos).
Antes de proceder al examen de la situación de la oferta, será preciso detenernos en otro punto relativo al aumento de las necesidades de madera en Europa. Pese a lo ingente del aumento que ha experimentado el volumen total de madera industrial que Europa necesita, tal aumento no es tan rápido como el del producto nacional bruto europeo, de modo que en conjunto la madera sigue perdiendo terreno en la economía. Además, según se señala en el Cuadro 3, se espera que incluso el consumo de productos de pasta de madera y de paneles a base de madera, que está aumentando con mayor rapidez que el producto nacional bruto, sea más reducido en el período comprendido entre 1960 y 1975 que en 1950-60. Dicho de otro modo: empieza a decaer incluso el aumento de las necesidades de estos productos en función del nivel general de la actividad económica.
Sin embargo, aunque es preciso tenerlo presente, no es este asunto de grave preocupación toda vez que el volumen absoluto de madera que se necesita está aumentando en cantidades tan ingentes que este aumento está creando ya problemas en el sector de la oferta.
Con anterioridad al decenio 1950-59, Europa había sido autárquica en buena parte por lo que a la madera se refiere. En la primera mitad del siglo actual, sus exportaciones e importaciones netas sólo tuvieron importancia marginal, y los montes europeos producían prácticamente todo el volumen de la madera necesaria con la obvia excepción de los tamaños y las variedades especiales de que no se dispone en Europa. Pero, según hemos señalado, las necesidades aumentaron con gran lentitud, de modo que, si se tiene en cuenta la disminución simultánea del consumo de leña, la extracción total de madera rolliza en Europa, al igual que las necesidades, totales aumentó muy poco en la primera mitad de siglo. Se plantea pues la cuestión de hasta qué punto cabe esperar que los montes europeos puedan mantener ahora una producción en aumento progresivo en armonía con la intensificación de las necesidades.
En la práctica, lo que cabe esperar está condicionado por limitaciones rigurosas, limitaciones impuestas por el hecho de que, en general, los montes europeos suelen estar circunscritos a suelos pobres y a regiones de clima inclemente, en ubicaciones de difícil acceso, y con frecuencia están alejados de los centros de consumo. Sin embargo, no es menos evidente que aun con estas limitaciones, las prácticas actuales de ordenación de montes no siempre están orientadas a cosechar la cantidad máxima de madera que el monte podría rendir. En términos generales, las prácticas de ordenación aplicadas en el pasado se han dirigido a obtener una gran reserva de madera en pie, que contribuye al rendimiento anual sostenido y uniforme de trozas de gran tamaño. Entre tanto, la demanda no sólo ha saltado de un aumento muy lento a un aumento rápido, sino que su estructura ha variado: en la actualidad propende cada vez más a la cantidad y no al tamaño ni a la calidad de la madera. Pues no sólo sucede que la madera de pequeño tamaño puede satisfacer gran parte de la demanda de las industrias que emplean pasta de madera y paneles a base de madera, sino también que, en general, no se pagan ya primas por las trozas para aserrar de mayor tamaño.
Se está generalizando ya la conciencia de que para hacer frente al cambio de la situación es preciso modernizar las prácticas de ordenación de montes. Debería aumentarse la posibilidad para permitir el aprovechamiento pleno del incremento disponible, y como gran parte las precauciones adoptadas al fijar la posibilidad se deben a desconocimiento del incremento y de la distribución por edades, sería preciso determinarlos con mayor exactitud.
También habría que abreviar los turnos reduciéndolos al número de años que produzcan trozas apropiadas para satisfacer las necesidades actuales y futuras, y las claras más intensivas facilitarían para el consumo gran parte de la madera pequeña que ahora se pierde al ser suprimida en el curso de la maduración natural del monte.
CUADRO 4. - EXTRACCIONES DE MADERA ROLLIZA EN EUROPA, 1913-1960 Y EXTRACCIONES PREVISTAS PARA 1975
(En millones de metros cúbicos, sin corteza)
|
1913 |
1925-29 |
1935-38 |
1950 |
1960 |
1975 |
Madera industrial |
116 |
151 |
163 |
173 |
212 |
270 |
Leña |
137 |
144 |
129 |
118 |
107 |
90 |
EXTRACCIONES TOTALES DE MADERA ROLLIZA |
261 |
301 |
297 |
291 |
318 |
360 |
NOTA: Las cifras anteriores a 1950 se han tomado de European timber statistics 1913-1950, Naciones Unidas/FAO, Ginebra, 1953. La suma de los conceptos «Madera industrial» y «Leña» no corresponde en los años anteriores a 1950 al concepto «Extracciones totales de madera rolliza», pues los primeros son «Suministros internos» y el ultimo representa «Cortas».
Huelga decir que no se trata de conceptos nuevos; ya hemos señalado que su aceptación es cada vez más general, aunque no ha sido grande el alcance de su aplicación práctica. No obstante, entre 1950 y 1960 la extracción anual de Europa declarada aumentó de 292 a 318 millones de metros cúbicos. A medida que la extracción de leña fue disminuyendo, las de madera de rollo para fines industriales aumentaron con brusquedad bastante mayor, pasando de 173 a 212 millones de metros cúbicos. Como no puede cifrarse en más de 20 millones de metros cúbicos el aumento real del crecimiento medio anual neto de los montes europeos en el transcurso del decenio, el aumento restante experimentado por las extracciones obedece a una mejor corta de aprovechamiento de lo disponible, o bien a sobrecorta, es decir, a corta que excede del crecimiento neto. Puede decirse que, en conjunto, no hay sobrecorta de los montes europeos, aunque es posible que la haya tratándose de regiones y especies determinadas. El hecho de que la intensidad de aprovechamiento aumentó realmente puede verse en el aumento de la proporción que corresponde a las especies frondosas y a la madera rolliza de pequeño tamaño en las extracciones efectuadas entre 1950 y 1960.
CUADRO 5. - CONSUMO DE PRODUCTOS DE LA MADERA Y PRODUCCIÓN DE MADERA
ROLLIZA INDUSTRIAL EN EUROPA EN 1949-55 Y 1959-61 Y ESTIMACIONES PARA 1975
(En millones de metros cúbicos de madera rolliza1)
|
1950 |
1960 |
1975 |
||||||||
Consumo aparente |
Extracciones registradas |
Consumo aparente |
Extracciones registradas |
Necesidades2 |
Extracciones previstas |
||||||
I |
S |
||||||||||
Trozas para aserrar y para chapa3 |
102,5 |
100 |
135,9 |
117 |
156 |
167 |
140 |
||||
Madera para pasta4 |
29,6 |
66,1 |
73 |
58,6 |
96,7 |
95 |
133 |
157 |
149 |
173 |
130 |
Puntales para minas |
13,6 |
14,1 |
8 |
8 |
|||||||
Otras maderas industriales |
22,9 |
24,0 |
16 |
16 |
|||||||
TOTAL DE MADERA ROLLIZA INDUSTRIAL |
169 |
173 |
233 |
212 |
313 |
340 |
270 |
||||
Coníferas |
- |
141 |
- |
165 |
- |
- |
184 |
||||
Frondosas |
- |
32 |
- |
47 |
- |
- |
86 |
1 El consumo y las necesidades futuras se expresan en necesidades de madera rolliza, es decir, después de2 Niveles interior (I) y superior (S) de desarrollo económico.
3 Comprende las trozas para traviesas.
4 Comprende la madera rolliza para tableros de partículas y tableros de fibra.
Se han previsto nuevos aumentos de esta naturaleza en las extracciones de madera rolliza estimadas para 1975, en virtud de las políticas y planes forestales que se están aplicando en Europa en la fecha en que se redacta este estudio. Se espera que las extracciones totales se eleven de 318 millones de metros cúbicos en 1960 a unos 360 millones en 1975, correspondiendo a fines industriales unos 270 millones de metros cúbicos de esta cantidad. De conformidad con los datos disponibles se volverá a obtener este incremento sacándolo en su mayor parte de las especies frondosas y de la madera de pequeño tamaño.
Según puede observarse en el Cuadro 4, los incrementos de la producción previstos para 1975 en virtud de los actuales planes y políticas elevarían la cifra total de extracción bastante por encima de todos los niveles alcanzados en los sesenta años anteriores.
Aun así, el incremento no responde al aumento de las necesidades, pues en 1975 irá rezagado en 20 millones de metros cúbicos anuales con respecto al nivel inferior de desarrollo económico supuesto, y si se toma como base el nivel superior, la diferencia llegaría a ser de 50 millones de metros cúbicos, es decir además del déficit de 15 a 20 millones de metros cúbicos que ya existía en 1960. Estos datos se exponen en el Cuadro 5, desglosados por usos y tamaños de la madera necesaria.
No obstante, el nivel de extracciones que se consigna en el Cuadro 4, no representa en modo alguno un aprovechamiento pleno del incremento anual de los montes europeos: Aun en su situación actual, el monte podría rendir hasta 40 millones de metros cúbicos más de madera al año, si se intensificara la ordenación de montes ateniéndose a las directrices señaladas en este estudio.
Sin embargo, existen límites precisos a lo que puede habilitarse en la práctica. La principal de estas limitaciones es el factor costos. La mayoría de las operaciones forestales exigen un empleo intensivo de mano de obra, de modo que el aumento constante del valor real de los salarios influye poderosamente en el costo del cultivo y la cosecha de madera. Además, se hace cada vez más difícil obtener mano de obra forestal. Para los trabajos forestales se ha empleado tradicionalmente al trabajador agrícola fuera de la temporada de la cosecha, pero esta mano de obra está desapareciendo con el éxodo desde las zonas rurales. Además, los trabajos forestales exigen un gran esfuerzo físico al que no se prestan muchos trabajadores, lo que explica que los jóvenes no se sientan atraídos por ellos. Para mantener una mano de obra forestal en el futuro será preciso introducir sensibles mejoras en las condiciones de vida y de trabajo y, por consiguiente, el costo de la mano de obra en la explotación de montes va a aumentar en más que en la proporción representada simplemente por el aumento de los salarios.
Esto puede compensarse, en parte, mediante la mecanización, el perfeccionamiento de los métodos de trabajo y la capacitación del trabajador forestal. No obstante, el empleo eficaz de la maquinaria exige una concentración del trabajo: además, la mecanización sólo rinde máximo provecho en tierras llanas y cuando se trata de masas uniformes con pocas limitaciones silvícolas. De ahí la probabilidad de que las presiones económicas hagan relativamente más difíciles la explotación de los bosques montañosos, el tratamiento de monte alto irregular y los trabajos dispersos que requieren empleo intensivo de mano de obra como la entresaca. Por estas razones existe el peligro de que el aumento de los costos constituya incluso un factor restrictivo del grado de intensificación de la ordenación previsto en los actuales planes y políticas forestales, particularmente en Europa Oriental, donde se supone que el volumen adicional de extracción procederá en gran parte del producto de las claras y de la madera de rama y de tronco de pequeño tamaño. Según hemos observado en este estudio, es lo que ya está sucediendo en algunos lugares de Europa.
No obstante, hay muchas zonas forestales en las cuales resulta antieconómica la producción maderera sobre todo porque están destinadas primordialmente, o al menos en parte, a fines de protección, esparcimiento u otros que no sean productivos. Siendo así, es indudable que está justificada la ordenación (con la adecuada contabilidad) de gran parte de la región de montes naturales, fundamentalmente por su valor no maderero; en tal caso, se consideraría la madera un producto conjunto sirviendo los ingresos por ella aportados para compensar, total o parcialmente, los costos de ordenación para otros fines. Cabe prever que sólo de esta manera sería posible mantener suficientemente bajos los costos de la producción de madera en una gran parte de los bosques europeos más montañosos y menos accesibles, para que puedan competir con la producción de las masas artificiales de fácil explotación y acceso y con las maderas y productos madereros importados.
2 Comprende todas las regiones del mundo excepto Europa. Por tanto, el término «ultramar» incluye en este caso a la U.R.S.S.
Los suministros de ultramar desempeñarán sin duda un papel más importante en el futuro, no sólo porque en general se necesitará mayor volumen de madera y de productos madereros, sino también porque mientras la creciente escasez de suministros indígenas tiende a hacer subir los precios europeos de la madera, la reducción general de los aranceles aduaneros europeos está produciendo el efecto concomitante de mejorar la posición competidora de las importaciones.
Es evidente que tal circunstancia limitará también la medida en que se habilite en la práctica el volumen existente en el monte; de hecho, a menos que se encuentren medios para habilitar madera de los montes europeos a precios de competencia, no cabe duda de que las industrias europeas que emplean madera y productos madereros recurrirán cada vez más a los proveedores de ultramar para obtener suministros.
De aquí que el problema con que se enfrenta Europa no sea tanto el de la escasez material de madera - según hemos observado anteriormente en este estudio, si el factor costo no importara, los bosques europeos podrían abastecer todo el volumen que se necesitará en 1975 - como el problema de la proporción de sus necesidades que conviene atender con la producción nacional y qué proporción conviene satisfacer con importaciones de ultramar, y las consecuencias que uno y otro procedimiento suponen. ¿Cuáles son las modificaciones que convendría introducir en la estructura de la oferta? ¿Qué medidas son las que hacen falta para introducir estas modificaciones y quién debe adoptarlas? Además ¿cuánto va a costar?
Si bien es evidente que Europa puede producir la mayor parte del volumen de madera necesario, no lo es menos que existen ciertas clases de madera que no pueden obtenerse en Europa, sobre todo, naturalmente, las de frondosas tropicales que, tanto aserradas como en chapas, poseen propiedades no igualadas por las especies frondosas europeas. Existen además otras especies que son superiores a las maderas europeas comparables. Por ejemplo, aunque Europa cuenta con un gran volumen de madera de frondosas del tamaño de trozas para aserrar, gran parte de tal volumen es inferior a las frondosas utilitarias más baratas del trópico como el «ramin» (Gonystylus bancanus), o bien algunas frondosas norteamericanas. De igual modo, los bosques de coníferas de América del Norte producen maderas blandas de longitudes y tamaños que no se encuentran en Europa.
También hay que tener en cuenta aquellos productos que pueden fabricarse más económicamente en los países de gran riqueza maderera que son la fuente de su materia prima. Hay buenas razones para suponer que la producción de tableros contrachapados y chapa de frondosas de calidad y de las clases de papel y cartón que se producen en grandes cantidades a base fundamentalmente de pasta de madera, va a concentrarse cerca de la fuente de la materia prima; en tal caso, las importaciones de Europa pasarían a constituir una parte de sus suministros de tales productos mucho mayor que en el pasado. No cabe duda de que será preciso fomentar esta tendencia si se quiere contener el alza de precios y disponer del volumen requerido, ya que la materia prima habría que importarla de todos modos. Fabricar tales productos en Europa es correr el riesgo de que no se mantenga el suministro de materias primas (ya que todos los países se esfuerzan por crear industrias que aprovechen la materia prima disponible) y aumentar innecesariamente los costos de producción. La entresaca de los mejores pies de los bosques de Africa occidental para mantener un comercio de exportación de trozas para chapa de gran calidad limitando la gama de especies, es un procedimiento mucho más costoso e ineficaz para explotar esos bosques que el que supondría utilizarlos como base para establecer en la región un conjunto equilibrado de industrias forestales destinadas a aprovechar íntegramente los recursos. Aparte de esto, cabe señalar que el expedir productos de la madera en vez de trozas disminuye los fletes. Análogamente, las etapas adicionales de secado, transporte y «relevado» de la pasta de madera pueden aumentar en un 10 a un 15 por ciento el costo final del papel de alto contenido de fibra de madera.
En años anteriores, la estructura de la oferta se formó en torno a una serie de aranceles que en general fomentaban la importación de madera en rollo y no de productos madereros, evitando en particular la importación de aquellos que se producían en los principales países importadores. Una corriente de tableros contrachapados y chapas y de papel y cartón caracterizada por una mayor libertad, exigiría modificar la estructura de los aranceles aduaneros para suprimir esta discriminación. Sin embargo, cabe preguntarse en qué forma es probable que repercuta esto en las actuales industrias europeas.
De que se van a ver afectadas no cabe duda. Pero hay que evitar que se exagere la importancia de esas repercusiones. Primeramente, sólo se trataría de una parte de cada variedad de productos: en los grupos de productos a que antes se ha hecho referencia, se trataría de chapas y contrachapados de calidad y de algunos papeles y cartones de producción en serie de alto contenido de fibra de madera. Cabe esperar que la industria europea siga produciendo tableros contrachapados utilitarios para los cuales se prestan bien los suministros nacionales de abedul, tiemblo, álamo y pino y también haya, de dimensiones modestas. Lo mismo puede decirse del papel fabricado con gran variedad de materias primas, algunas de las cuales, en particular los desechos de papel, se encuentran cerca de los principales centros de consumo. Y de hecho, ambas industrias poseen cierta flexibilidad, pues, por ejemplo, son relativamente secundarias las transformaciones que requieren algunas fábricas de papel para adaptarlas a la fabricación de distintas clases de papel; además, esto supondría no pocas veces valorizar la fábrica para que elabore menos cantidad de clases más costosas.
En segundo lugar, aun cuando se asegurase una libre corriente comercial de productos forestales, esto no significaría que los costos de producción (más los fletes y teniendo en cuenta diferencias de calidad) serían el factor determinante. Siempre habrá incentivos importantes de alguna índole que impulsarán la producción local. Uno de ellos es la flexibilidad con que reacciona ante los cambios de la demanda. Se pueden citar como ejemplo los tableros contrachapados y las chapas de calidad, cuya demanda está sometida en gran medida a los vaivenes de la moda en industrias como la del mueble. Aun tratándose de un producto como el papel para periódicos, los grandes consumidores están dispuestos a pagar una prima para controlar las fuentes de abastecimiento locales, por las economías que de este modo pueden realizar por concepto de existencias acumuladas.
Consideraciones como las que anteceden indican que aunque indudablemente las actuales industrias forestales de Europa no dejarán de verse afectadas por los cambios, es probable que éstos sean menos radicales de lo que se suele suponer. En cambio, la estructura de las nuevas industrias forestales que se establecerán en Europa en el transcurso de los próximos diez años aproximadamente, es probable que sea muy diferente de la estructura de las industrias de 1960. O dicho de otro modo, lo fundamental no consiste en sustituir la producción europea por las importaciones, sino más bien en determinar cómo, en qué medida y en qué forma las importaciones habrán de complementar la producción europea.
No se trata simplemente de un cambio en el equilibrio global entre la producción europea y los suministros de ultramar, sino también de la forma en que podría cambiar la estructura de la producción dentro de Europa y de las repercusiones de ese cambio en el comercio intraeuropeo. En el Cuadro 6 se consignan el consumo de años anteriores y las necesidades futuras y asimismo los suministros europeos, clasificados por regiones. Según puede apreciarse en ese cuadro, la estructura y naturaleza del aumento de las necesidades agudizarán en gran medida la situación de dependencia de los países de la Comunidad Económica Europea y del Reino Unido respecto de las importaciones, lo que comprimirá aún más el comercio intraeuropeo reduciéndolo a la corriente que de Europa septentrional se dirige a estas dos regiones. Con el cambio previsto en el sector de productos de la pasta de madera encaminado a concentrar la producción de algunas clases de papel y cartón en los países productores de pasta de madera, cabe esperar que la mayor parte de las exportaciones de Europa septentrional sean de papel y cartón y no de pasta de madera. Ya se observa la primera etapa de ese cambio. Se han reducido a la mitad los correspondientes aranceles aduaneros dentro del grupo de países que componen la Asociación Europea de Libre Cambio, y se espera que para 1966 habrán desaparecido del todo. Con esto se abrirán varios mercados - particularmente el Reino Unido - a la libre entrada de papel y cartón procedente de Europa septentrional; la industria papelera del Reino Unido se está ya reajustando para adaptarse a ese cambio.
Seguramente se acentuará esta tendencia a valorizar las exportaciones a raíz de la escasez de materias primas que los países de Europa septentrional suponen que experimentarán antes de 1975. Cuando se llegue al límite de capacidad de las zonas forestales, la madera que haga falta para atender a las mayores necesidades de materia prima tendrá que obtenerse elevando el rendimiento del monte - lo que según hemos visto será un proceso lentísimo - o bien pasando la madera de un empleo a otro que sea más lucrativo.
Todavía queda considerable margen, en casi todos los países de Europa, para destinar la leña a usos industriales. Según se ha visto en el Cuadro 1, se calcula que en 1975 seguirán empleándose para leña 90 millones de metros cúbicos de madera en rollo. Estas estimaciones se basan en la actual disminución bastante lenta de ese uso de la madera, pero es evidente que el aumento de la demanda industrial de esa clase de madera aumentaría bruscamente el ritmo de la que se fuera destinando a usos industriales. Esta modificación se producirá con toda certeza en lugares como Europa septentrional, donde sigue empleándose la madera de coníferas para leña. También será inevitable la competencia entre las industrias consumidoras de madera para obtener los suministros disponibles. Cabe señalar que en cierto aspecto las industrias que usan pasta de madera y paneles a base de madera están en situación más ventajosa que la industria de aserraderos, pues el costo de la materia prima representa una menor parte del costo total de producción, por lo cual será más fácil absorber un alza de los precios de la madera en rollo.
Además, el valor bruto de la producción por metro cúbico de materia prima es mucho mayor en las industrias de la pasta y papel y de los paneles a base de madera, que en la industria de los aserraderos. En el plano nacional y en el ámbito de la economía en conjunto, quizá parezca conveniente destinar una parte de la producción de madera rolliza de los aserraderos a la fabricación de productos de pasta de madera y de paneles a base de madera. Esto ha ocurrido ya en alguna medida. Se ha planeado otro desplazamiento en los países de Europa Oriental, en su empeño por aprovechar más racional y cabalmente sus recursos madereros, que irá acompañado de economías rigurosas en el empleo de madera aserrada; y es probable que se produzcan también otras transferencias en los países de Europa Occidental, donde se concede mucha importancia a las grandes industrias de la pasta y el papel orientadas hacia la exportación.
Aunque de esa manera podría mejorarse la producción europea de pasta y papel, y es probable que así suceda, esto forzosamente supone que disminuirán los suministros de trozas para aserrar y, por ende, de madera aserrada. No obstante, las necesidades anuales europeas de madera aserrada están aumentando tan modestamente (en 1975 sólo serán superiores en 12 ó 13 millones de metros cúbicos a lo que fueron en 1960), que al parecer incluso los abastecedores extraeuropeos podrían satisfacer sin mayor dificultad casi la totalidad de ese aumento. Como también existe la posibilidad de que una parte considerable de ese incremento se atienda con la propia producción europea - particularmente si se reforma la ordenación de montes, por ejemplo, abreviando los turnos para aprovechar más cabalmente las reservas existentes - parecen ser relativamente prometedoras las perspectivas del suministro de trozas para aserrar y madera aserrada, lo que bien puede mover a destinar deliberadamente a otros productos una parte de los recursos europeos de coníferas dedicados a madera aserrada. Aparte de las mayores utilidades que rinden los referidos productos, resulta más barato importar la madera aserrada que puede obtenerse de un metro cúbico de madera rolliza, que el volumen equivalente de pasta, papel, tableros de partículas o tableros de fibra.
Recapitulando, cabe esperar que en lo porvenir Europa recurra en medida cada vez mayor a los suministros de ultramar: el incremento de los suministros nacionales quedará sometido a limitaciones económicas; en cambio, los suministros de ultramar no sólo contribuirán a colmar la laguna sino que, a condición de que se modifiquen los aranceles aduaneros para promover el comercio de los productos que se fabrican a menor costo en otros lugares, servirán también para mantener bajos los precios de los productos de madera en Europa en general. Por consiguiente, en los programas de producción intraeuropeos habrán de tenerse en cuenta los cambios que la situación experimente tanto en lo que se refiere a las políticas forestales orientadas a mejorar la producción de madera rolliza como a los adelantos industriales que repercutan en la producción de productos madereros. En el Cuadro 7 se ha hecho un esfuerzo por fundir las diversas tendencias y hechos que se supone que se registrarán, para mostrar el probable balance en 1975 en términos cuantitativos. Se señalan dos cifras para la mayoría de los conceptos, una que presenta el nivel superior y la otra el inferior de la escala de las necesidades supuestas y, por otra parte, las correspondientes situaciones de la oferta.
Hay que insistir nuevamente en que estas estimaciones no han abarcado ni pueden abarcar toda la variedad de posibles necesidades y suministros que acaso se produzcan hacia 1975. Sin embargo, no hay que atribuir a esto demasiada importancia. Si la economía europea se desarrolla a un ritmo que exceda incluso del nivel superior del crecimiento supuesto en este estudio, eso significará tan sólo que se alcanzará el nivel superior de necesidades aun antes de 1975, con los consiguientes problemas para satisfacerlas. A la inversa: si el desarrollo económico fuese más lento aun que el nivel inferior supuesto, el correspondiente nivel de necesidades no se alcanzaría hasta transcurridos algunos años después de 1975. Lo que importa observar es que, tarde o temprano, Europa necesitará esas cantidades de madera. Además, no hay motivos para dudar de que la estructura de las necesidades y los correspondientes problemas para satisfacerlas serán los que se han previsto en este estudio, independientemente del año en que surjan en la práctica. Del Cuadro 7 y de las consideraciones que anteceden, cabe deducir las características salientes de la situación, del modo siguiente:
1. Aun dado un ritmo lento de desarrollo económico, se supone que las necesidades de madera de Europa habrán de aumentar con rapidez considerablemente mayor que la de las extracciones de los montes europeos que cabe prever ajustándose a las políticas y planes forestales actuales, y que son posibles dentro del actual marco económico de la silvicultura y la explotación maderera.2. Independientemente del nivel real de las necesidades que puedan producirse en la práctica, es probable que, cuantitativamente, el mayor desequilibrio se produzca en la madera para la elaboración de pasta, aunque cualitativamente el más importante habrá de ser el de las trozas de alta calidad para chapas y tableros contrachapados y de la madera aserrada de alta calidad.
3. La medida en que pueda disponerse de volúmenes adicionales, ya sea procedentes de extracciones europeas o bien de los suministros de ultramar, dependerá probablemente de los siguientes factores:
a) El éxito que se obtenga en la reducción de los costos de corta, extracción y elaboración en Europa.b) La revisión de los aranceles para permitir la importación de artículos que se produzcan a menos costo en otras regiones madereras del mundo.
4. Se supone que el resultado de tal evolución será el siguiente:
a) Europa podrá producir toda la madera de frondosas de calidad media y superior que se requiera, pero no contará con suficiente madera de coníferas de ninguna categoría, ni tampoco de suficiente madera de calidad de ninguno de esos dos grupos.b) Por una parte esto fomentará (i) el empleo de madera aserrada de frondosas en lugar de maderas blandas; (ii) la máxima utilización de pasta de fibra corta procedente de madera de frondosas; y (iii) el aprovechamiento máximo de la madera de frondosas para tableros de fibra y tableros de partículas. Por otra parte, se espera que el aumento relativamente modesto de las necesidades de madera blanda aserrada y el valor de las industrias que emplean pasta de fibra larga fomenten el paso constante de una parte de la madera de coníferas del tamaño de trozas para aserrar a las industrias de la pasta.
c) Siendo así, se supone que Europa recurrirá a otras regiones del mundo para satisfacer una proporción cada vez mayor de sus necesidades de (i) madera de calidad para chapas, tableros contrachapados y madera aserrada, de especies frondosas tropicales; (ii) maderas blandas aserradas; y (iii) pasta de madera de fibra larga y los derivados de la pasta como «kraft linar» y papel para periódicos, que tienen un alto contenido de fibra de madera.
Pero ¿qué sucederá después de 1975? Se ha señalado con frecuencia en este estudio que el hecho de que las proyecciones futuras se hayan basado en el año 1975 sólo responde a conveniencias de análisis. Se ha elegido ese año por estar lo suficientemente alejado para facilitar el examen del sesgo de la evolución futura y, a la vez, lo suficientemente próximo para permitir la elaboración de estimaciones basadas esencialmente en la experiencia del pasado con alguna confianza de que se aplican al período estudiado. Aparte de eso, el año de 1975 carece de significado especial y, por tal razón, las medidas destinadas a lograr un equilibrio satisfactorio en ese año deberían ser formuladas asimismo dentro del marco de las modificaciones necesarias para asegurar los suministros a largo plazo. Por lo tanto, debemos ver hasta qué punto las conclusiones enunciadas en el estudio responden a ese criterio.
En 1975 el ritmo de aumento de las necesidades Irán en disminución en función del desarrollo de la actividad económica. No obstante, partirán de un nivel tan elevado que en el último cuarto de siglo su crecimiento, en cantidades absolutas, volverá a ser enorme. Una simple extensión al año 2000 de las tendencias señaladas en este estudio referidas a 1975, en el nivel superior de crecimiento económico, indica que el esperado incremento de las necesidades anuales de madera rolliza entre 1950 y 1975, de aproximadamente 170 millones de metros cúbicos, podría muy bien repetirse cuando no superarse en el siguiente cuarto de siglo. Si así sucediera, al finalizar ese período, las necesidades anuales totales de madera y sus productos en Europa equivaldrían a unos 500 millones de metros cúbicos, la mayor parte de los cuales se necesitaría en forma de pasta de madera o de paneles a base de madera.
Hay razones de peso para dudar que la estructura de la oferta que cabe esperar que se desarrolle en el período que da fin en 1975 baste para el período más prolongado que termina a fines del siglo y años sucesivos.
Dentro de Europa, el aumento constante de la producción de madera rolliza sigue siendo una posibilidad mediante el mejor aprovechamiento de los actuales recursos forestales, y de esa fuente procedería la mayor parte del volumen adicional que podría habilitarse en el período que termina en 1975. Esta situación no puede perdurar indefinidamente: debe haber un límite físico a lo que aún queda de estas reservas no explotadas hasta la fecha y, además, un límite económico (tanto más restrictivo cuanto vaya alcanzándose el límite físico) a la cuantía de esos recursos que se puede habilitar en la práctica. Aunque indudablemente seguirán elevándose los rendimientos - por ejemplo, mediante la introducción de prácticas más eficaces de corta y extracción - cualquier incremento de la producción de madera rolliza de magnitud suficiente para satisfacer una parte principal de las necesidades que es probable que surjan habrá de proceder de un incremento del crecimiento forestal neto.
Este proceso sólo puede desarrollarse lentamente dentro de la zona forestal existente; en la fecha en que se redacta este estudio, el incremento representa quizá un medio por ciento anual (lo que en términos absolutos equivaldría aproximadamente a 1,5 millones de metros cúbicos al año). Hay pocos motivos que permitan esperar que el índice de crecimiento aumente en cuantía superior a la marginal. Cualquier incremento considerable en el aumento de la producción de madera tendrá que deberse a plantaciones nuevas, ya sea una ulterior ampliación de la zona poblada o bien plantaciones fuera del bosque.
Además, para que un esfuerzo de esa índole sirviera para satisfacer el aumento de las necesidades sería preciso que se realizara en muy amplia escala y requeriría una ordenación de montes mucho más intensiva que la tradicional. De hecho, se dispondría de tierras de la calidad necesaria para un proyecto de esa naturaleza en la escala requerida. Se ha estimado que en 1975, Europa contará con un excedente de tierras, actualmente destinadas al cultivo agrícola, de hasta 6,5 millones de hectáreas, y aunque aumentarán rápidamente las presiones de otra índole sobre la tierra, como la del desarrollo urbano, cabe esperar que una parte importante de esa superficie podría habilitarse para el cultivo de árboles. Pero no sólo es probable que pueda disponerse de esas tierras, sino que, además, se ejercerán fuertes presiones para que sean plantadas de árboles. Dentro del marco de la explotación de las tierras y de la planificación económico-social, proceder en tal sentido equivaldría a aprovechar tierras baldías; crearía, a la vez, nuevas fuentes de empleo y de ingresos para la mano de obra agrícola y contribuiría, por consiguiente, a estabilizar la población rural. En el marco más limitado de la mejor forma de producir madera, estas tierras serían mucho más productivas que la zona forestal existente, pues su calidad es tal que, sometiéndola al cultivo de las especies apropiadas y al tratamiento adecuado, si fuera plantada de arboles en su totalidad, podría a la postre rendir hasta 80 millones de metros cúbicos anuales de madera. Los bosques de plantación de especies de crecimiento rápido en tierras de gran rendimiento, que a la vez sean fáciles de explotar y accesibles, ofrecen por consiguiente las perspectivas más favorables para la producción de madera industrial a bajo costo en Europa.
No obstante, sería sumamente oneroso el costo del cultivo de árboles en Europa en esa escala y aun tratándose de especies de crecimiento rápido plantearía los problemas de financiación, que son propios del prolongado período de producción de la madera. Además, aun cuando se pudiese disponer de los 6,5 millones de hectáreas en su totalidad - lo que no es probable - la producción adicional de madera seguiría siendo insuficiente para atender a las necesidades. De la mayor parte de la producción extraordinaria no podría disponerse hasta cerca de fines de siglo; y, según se ha señalado anteriormente, es probable que para esa fecha las necesidades hayan aumentado aproximadamente a 500 millones de metros cúbicos al año. Por consiguiente, la cuestión que queda por plantear no sólo es qué recursos suplementarios deberían destinarse a la producción de madera en Europa, sino también qué suministros adicionales de madera y en qué cantidad podrían y habrían de obtenerse en otras regiones del mundo.
Sin embargo, las necesidades internas de los principales proveedores de Europa desde ultramar también están aumentando con rapidez, como las de las demás regiones importadoras del mundo. Por ejemplo, en un estudio publicado recientemente se ha estimado que, a finales de siglo, las necesidades de los Estados Unidos pueden muy bien haber aumentado a un nivel que exceda muy considerablemente de la capacidad esperada o real de producción de madera de la superficie forestal de dicho país; y que las presiones sobre la tierra originadas por las necesidades de una población que crece rápidamente van a limitar, en la práctica, la medida en que pueda ampliarse la superficie plantada de árboles para mantener el mismo ritmo del aumento de las necesidades.3 Por consiguiente, es muy posible que los Estados Unidos se conviertan en zona deficitaria en madera, lo que a su vez limitaría la medida en que el Canadá podría ampliar sus exportaciones de madera al resto del mundo. Se sabe menos acerca del potencial de producción y de exportación de la U.R.S.S., pero no cabe duda de que las necesidades nacionales están aumentando con rapidez y que seguirán aumentando. Lo mismo puede decirse de los principales productores de frondosas tropicales.
3 H. H. LANDSBERG, L. L. FISCHMAN y J. L. FISHER, Resources in America's future, Johns Hopkins Press for Resources for the Future, Inc., 1963.
De esto se deduce que no es razonable esperar que las regiones del mundo que actualmente suministran a Europa la mayor parte de sus importaciones de madera y de productos de la madera puedan seguir satisfaciendo indefinidamente sus crecientes necesidades. Indudablemente, esas regiones seguirán siendo la principal fuente de abastecimiento - que muy bien puede seguir ampliándose -, pero las necesidades de Europa van a ser de tal magnitud que debería esforzarse por ampliar sus fuentes de abastecimiento para satisfacerlas.
Sobre este particular se ha señalado en el presente estudio la necesidad de fomentar el desarrollo y el potencial de producción de varias regiones de Africa, América Latina y Asia donde existen tanto las tierras necesarias como la adecuada combinación de clima y situación geográfica para el sostenimiento de industrias forestales de consideración, que consumirían materias primas producidas a un costo más bajo que el que es posible en Europa. Huelga decir que esas regiones van a tropezar también con las dificultades que surgen en cualquier lugar cuando se trata de poner en práctica una empresa de esta escala. En efecto, con su relativa falta de infraestructura, de base industrial y de técnica, muchas de esas dificultades serán más agudas de lo que serían en Europa para desplegar un esfuerzo análogo.
No obstante, es lógico que se mire hacia esas regiones como fuente potencial de abastecimiento, al menos de una parte del volumen de productos de la madera que serán precisos para satisfacer las crecientes necesidades de Europa. Además, la justificación de tal fórmula de solución no sólo se basa en la fría aritmética de las tendencias de las necesidades regionales y de los recursos disponibles para satisfacerlas, sino también en una serie de consideraciones de más amplio alcance y mayor trascendencia.
Dentro del marco del Decenio de las Naciones Unidas para el Desarrollo, la atención mundial se centra ahora en los problemas que plantea la consecución de un desarrollo autónomo en aquellos países que aún se encuentran en una primera etapa de desenvolvimiento. En años recientes ha profundizado enormemente nuestra comprensión de la relación íntima y fundamental que existe entre comercio y desarrollo. La dura lección del decenio 1950-59 nos enseñó que la ayuda, por ingente que sea, unida a la industrialización destinada fundamentalmente a la sustitución de las importaciones, no basta para generar un crecimiento autónomo. A menos que los países en proceso de desarrollo puedan ampliar y diversificar sus exportaciones, que comprendan una gran variedad de artículos elaborados y productos industriales, sus mayores esfuerzos se verán probablemente anulados por la tendencia inherente de las relaciones de intercambio al empeoramiento. Por esta razón, es evidente que la atención de los Estados Miembros más adelantados de las Naciones Unidas, que al prestar su apoyo al Decenio de las Naciones Unidas para el Desarrollo se han comprometido a contribuir a que se detenga y luego a que se vaya reduciendo la laguna cada vez más amplia que se abre entre los países ricos y los pobres, debe dirigirse a examinar la medida en que podrían abrir sus propios mercados a los artículos elaborados de los países menos adelantados.
No forma parte de los propósitos de este estudio investigar esas cuestiones de más amplio alcance, que serán objeto de detenido examen en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo, proyectada para 1964. No obstante, procede mencionarlas aquí aunque sólo sea para dejar en claro que el modo en que Europa resuelva a la postre el problema de sus crecientes necesidades de madera tendrá repercusiones que trascenderán con mucho las fronteras europeas. Por esa razón, las decisiones fundamentales relacionadas con la política forestal y de las industrias forestales de Europa no son decisiones que comprometan exclusivamente a los técnicos forestales, comerciantes en madera y empresarios de industrias forestales europeos.
Si se decidiese que, a título de política deliberada, Europa recurriera a los países que en la actualidad están menos adelantados para atender a una parte muy considerable y cada vez mayor de sus necesidades de productos madereros, entonces habría que estudiar también la forma de obtener esos suministros. Una industria forestal eficaz que produzca artículos de calidad para la exportación a un costo razonable no se crea automáticamente, ni nace de la noche a la mañana. Menos posible aún es crear rápidamente la ordenación racional de bosques naturales o artificiales que es indispensable para asegurar el abastecimiento de la materia prima que requieren las industrias forestales. La seguridad de los mercados, las inversiones para bienes de capital, la preparación técnica y los servicios de capacitación, son los instrumentos que los países en desarrollo necesitan para atender oportunamente a las necesidades europeas.
Recapitulando, se señala el hecho de que el desarrollo a largo plazo de las necesidades europeas indica indudablemente que es indispensable un cambio fundamental de la estructura de la oferta, lo que supone una ampliación en gran escala de las plantaciones de bosques en Europa o un aumento de las importaciones en una escala que requeriría la ejecución de proyectos importantes en las regiones del mundo en mejores condiciones (en cuanto a disponibilidad de tierras, etc.) para el cultivo de árboles, o para el suministro de productos madereros a base de los recursos forestales existentes. Dada la magnitud de las necesidades de Europa previstas parece que sería necesaria una evolución en ambos sentidos, determinándose la parte relativa de cada uno en función del costo de producción en Europa, de las políticas comerciales y de ayuda de los países europeos en relación con los países en proceso de desarrollo, etc. El punto que importa tener en cuenta a este respecto es que por el mucho tiempo que hace falta para establecer y cultivar plantaciones de árboles, incluso de las especies de crecimiento rápido, y para crear las industrias que elaborarán la madera, será preciso iniciarlas antes de 1975 si se pretende que aporten una contribución importante a los suministros antes de fines de siglo.
Si la opción entre ambas soluciones ha de ser a la postre de orden político, deberá basarse, no obstante, en una evaluación racional y completa de los factores que entran en juego. Al preparar este estudio se ha podido apreciar muy claramente que se carece en buena parte de los datos necesarios para fundamentar evaluaciones y decisiones de esa índole o que son inadecuados para tales fines. Algunas de las insuficiencias más obvias son bien conocidas; se han hecho y se están haciendo esfuerzos considerables para perfeccionar, por ejemplo, las estadísticas nacionales de la producción y el comercio de la madera y los productos madereros, y del alcance, la estructura y el ritmo de aumento de los recursos forestales de cada país. No obstante, aún falta bastante camino por recorrer hasta que puedan considerarse suficientes.
No menos importancia reviste, en una época en que las necesidades en rápido aumento están ejerciendo nuevas presiones sobre la situación de la oferta, la falta casi total de datos que expliquen el cómo y el porqué de las variaciones de la oferta y la demanda. En lo que a la demanda se refiere, existe la necesidad evidente de disponer de más datos sobre usos finales - más información sobre el destino que se da a la madera - y sobre los factores que afectan a su aprovechamiento y la forma en que lo condicionan. En particular, hace falta saber qué repercusiones tienen las variaciones de precios en la demanda de madera y de productos derivados de ésta.
En lo que a la oferta se refiere, la necesidad más apremiante es la de reunir datos sobre estimaciones de costos, a fin de poder establecer los costos de producción. Y a medida que la producción forestal viene a considerarse dentro del marco más amplio de la planificación económico-social y del aprovechamiento en la tierra, y del lugar que le corresponde en la economía nacional, regional e interregional, acaba por comprender la evaluación cuantitativa de toda la gama de utilidades del monte, y no solamente de su función como productor de madera.
El primer estudio sobre las tendencias y perspectivas de la madera en Europa terminó manifestando la necesidad de que Europa adoptase modificaciones en la política forestal destinadas a aumentar la producción de año en año para atender el consumo creciente. Puede decirse que en el decenio transcurrido desde la publicación de aquel estudio, los técnicos forestales europeos, las industrias forestales y los gobiernos de Europa en conjunto han respondido a esa necesidad. El período que se avecina plantea un problema de mayor magnitud y de escala más amplia. Para zanjarlo será preciso situar la cuestión de la oferta y la demanda de madera en un marco más amplio que el de la simple política forestal, y habrá que conocer mucho más a fondo las modalidades y razones del aprovechamiento y abastecimiento de la madera. Para asegurarse de que las decisiones adoptadas a fin de hacer frente a este problema sean las acertadas, las autoridades e industrias interesadas tendrán forzosamente que orientar sus esfuerzos a la labor de investigación fundamental que será menester para adquirir tales conocimientos.