Documento No. 4
Cuestiones en juego relativas al desarrollo agr�cola, el comercio y la seguridad
alimentaria
En el presente documento se tratan cuestiones fundamentales relativas al desarrollo de la producci�n y el comercio de los productos agropecuarios, y a la mejora de la seguridad alimentaria en los pa�ses en desarrollo, en el marco de las pr�ximas negociaciones de la OMC sobre la agricultura.
Para un gran n�mero de pa�ses en desarrollo, especialmente los 82 pa�ses de bajos ingresos con d�ficit de alimentos (PBIDA) identificados actualmente por la FAO,1 el sector agr�cola est� muy subdesarrollado en lo que se refiere a la producci�n tanto para el mercado interno como para la exportaci�n. Al mismo tiempo, en la mayor�a de los pa�ses el sector agropecuario est� en el centro de la econom�a. Representa una gran parte del PIB, emplea una proporci�n grande de la mano de obra, constituye una fuente importante de divisas, suministra la mayor parte de los alimentos b�sicos que necesita la poblaci�n, y proporciona medios de subsistencia y otros ingresos a grandes poblaciones rurales (v�ase el cuadro 1). Por consiguiente, en la mayor�a de esos pa�ses no se pueden realizar progresos significativos en la promoci�n del crecimiento econ�mico, la reducci�n de la pobreza y la mejora de la seguridad alimentaria si no se reconoce el potencial productivo del sector agropecuario y su contribuci�n al desarrollo econ�mico global.
Varios factores han contribuido, en distinta medida seg�n los pa�ses, a este subdesarrollo del sector agropecuario. Pero se destacan principalmente dos: el sesgo contrario a la agricultura de la pol�tica anterior de esos pa�ses, y las importantes distorsiones producidas en los mercados mundiales de productos agropecuarios por la protecci�n y subvenci�n de ese sector en muchos pa�ses desarrollados. Aunque se han realizado progresos en ambas esferas en los �ltimos a�os, queda todav�a mucho por hacer. Los pa�ses en desarrollo tienen una oportunidad crucial en la pr�xima ronda de negociaciones de la OMC sobre la agricultura, dado que en ella se determinar� principalmente si se han realizado reformas significativas en relaci�n con esas cuestiones.
El sesgo contrario a la agricultura2 de la pol�tica tradicional de la mayor�a de los pa�ses en desarrollo, reflejada en la fijaci�n de impuestos directos e indirectos a la producci�n y exportaci�n de los productos agropecuarios, se debi� a una variedad de razones. Las consideraciones relativas a los ingresos fue un factor importante, ya que la agricultura era la �nica actividad econ�mica que pod�a gravarse con relativa facilidad en muchos pa�ses en los a�os inmediatamente posteriores a la independencia. Un segundo factor importante fue el imperativo sociopol�tico de mantener bajos los precios de los alimentos, actuado las m�s de las veces a trav�s de juntas comerciales controladas por el estado. La imposici�n indirecta de las exportaciones agr�colas ocurri� principalmente a trav�s de tipos de cambio sobrevaluados. Estos factores, tomados conjuntamente, tuvieron como consecuencia no intencional la depresi�n de los precios agr�colas y de la rentabilidad, lo que redujo los incentivos para inversiones.
A partir de finales de los a�os ochenta y principios de los a�os noventa, muchos pa�ses en desarrollo han realizado reformas de la pol�tica interna que han reducido su sesgo contrario a la agricultura3. Otras reformas agr�colas siguen siendo prioritarias en el programa de muchos pa�ses en desarrollo. Los objetivos comunes de dichas reformas4 son: i) aumentar la productividad; ii) incrementar la producci�n interna de alimentos b�sicos; iii) mejorar la calidad y las normas de los productos; y iv) diversificar la producci�n y las exportaciones promoviendo el desarrollo de nuevos cultivos y la elaboraci�n de productos primarios. Para alcanzar estos objetivos hace falta crear capacidad agr�cola, atraer nuevas inversiones, promover la innovaci�n y asegurar la infraestructura, los insumos agr�colas y el cr�dito. Aunque quedan todav�a muchos problemas por resolver para que estos pa�ses puedan alcanzar el pleno potencial productivo de sus sectores agropecuarios, los impedimentos principales en materia de pol�tica interna han disminuido mucho.
El segundo factor clave que limita la agricultura en los pa�ses en desarrollo, a saber los altos niveles de subvenciones y de protecci�n proporcionados a la agricultura en el mundo desarrollado, sigue siendo un problema grave bajo varios aspectos. La ayuda interna a la agricultura en los pa�ses desarrollados fomenta la superproducci�n que, a su vez, aumenta los suministros de los mercados mundiales (reduciendo la demanda de importaci�n o aumentando los suministros de exportaci�n) y hace bajar los precios mundiales. La baja de los precios hace m�s dif�cil que los productores de los pa�ses en desarrollo puedan competir en sus mercados internos as� como en los mercados internacionales, con lo cual disminuyen los incentivos para la producci�n y se retarda el desarrollo del sector agropecuario.
Las subvenciones a la exportaci�n producen una distorsi�n ulterior en los mercados mundiales y a menudo desestabilizan los precios mundiales ya que los pa�ses desarrollados tienden a utilizarlas sobre todo cuando los precios mundiales son bajos, haci�ndolos bajar m�s todav�a. Por otro lado, las exportaciones subvencionadas tienden a descender cuando los precios mundiales son altos, justo en el momento en el que se podr�a decir que los pa�ses en desarrollo "se benefician" de los suministros subvencionados.5 Por consiguiente, los pa�ses en desarrollo tienen inter�s en que disminuyan tanto la ayuda interna como las subvenciones a la exportaci�n en los pa�ses desarrollados, pero tambi�n tienen inter�s en asegurarse de que las disciplinas previstas para restringir los excesos de algunos pa�ses desarrollados no interfieran en su propia capacidad de adoptar pol�ticas de desarrollo apropiadas para su sector agr�cola.
El alto nivel de protecci�n en frontera que existe en muchos pa�ses desarrollados constituye otro impedimento a las exportaciones de los pa�ses en desarrollo. Pero, debido a que algunos exportadores de los pa�ses en desarrollo se benefician del acceso preferencial a esos mercados en algunos productos muy protegidos, en esos casos es dif�cil lograr un consenso entre los pa�ses en desarrollo para reducir los obst�culos. Las preferencias comerciales, salvo las contempladas en el marco del Sistema Generalizado de Preferencias (SGP), se est�n poniendo en tela de juicio dentro de la OMC, y hay una presi�n cada vez mayor para convertir esos programas no rec�procos - por ejemplo, el Convenio de Lom� - en acuerdos de libre comercio. Adem�s, a medida que contin�e la reforma del comercio multilateral, el valor de las preferencias comerciales seguir� disminuyendo.6 Por consiguiente, es improbable que una estrategia de exportaci�n basada s�lo en el acceso preferencial produzca resultados satisfactorios a largo plazo. Actualmente, sin embargo, algunos pa�ses en desarrollo dependen de las preferencias comerciales para una parte considerable de sus ingresos de exportaci�n, y de alguna manera hay que tener en cuenta sus intereses. Por consiguiente, la reducci�n de la protecci�n en frontera en los pa�ses desarrollados debe asegurar que los actuales beneficiarios de programas preferenciales se vean compensados y asistidos en el proceso de ajuste a un entorno m�s competitivo.
El Acuerdo sobre la Agricultura dio comienzo a un proceso orientado a establecer normas y disciplinas multilaterales para las pol�ticas agr�colas de los pa�ses desarrollados que distorsionan el comercio7. Queda, sin embargo, mucho por hacer antes de que los pa�ses en desarrollo se beneficien de manera significativa. Por esta raz�n, la pr�xima rueda de negociaciones se referir� directamente al desarrollo agr�cola, el comercio y la seguridad alimentaria en los pa�ses en desarrollo. A continuaci�n se exponen algunas cuestiones que surgen de la aplicaci�n de los acuerdos de la RU, as� como las que se presentan para las pr�ximas negociaciones sobre la agricultura, desde la perspectiva de la capacidad de los pa�ses en desarrollo para mejorar su seguridad alimentaria interna y aprovechar las nuevas oportunidades de comercializaci�n.
En vista del papel primordial de la agricultura en las econom�as en desarrollo, es crucial mejorar las capacidades internas del sector para su desarrollo socioecon�mico. Aunque el Acuerdo sobre la Agricultura reconoce la necesidad de un trato especial y diferenciado (TED) a los pa�ses en desarrollo y tiene algunas disposiciones al respecto, seg�n algunos pa�ses en desarrollo dichas disposiciones no son suficientes ni ofrecen flexibilidad pol�tica necesaria. Dentro de esta problem�tica, los pa�ses en desarrollo han hecho una distinci�n entre las medidas de protecci�n y de ayuda utilizadas en los pa�ses desarrollados que distorsionan los mercados mundiales y las que utilizan los pa�ses en desarrollo para garantizar la seguridad alimentaria, promover un desarrollo econ�mico m�s amplio, o diversificar las exportaciones agr�colas. En los pa�ses en desarrollo en los que las instituciones comerciales no se han desarrollado plenamente, o funcionan s�lo imperfectamente, se considera necesario un cierto grado de ayuda y protecci�n. Sin embargo, la necesidad de una flexibilidad normativa no deber�an utilizarla los pa�ses desarrollados como argumento para continuar con las pol�ticas que distorsionan el comercio. En esta secci�n se tratan algunas de las cuestiones sobre la flexibilidad de las pol�ticas internas para promover el potencial agr�cola de los pa�ses en desarrollo.
En el marco del Acuerdo sobre la Agricultura, la flexibilidad normativa de los pa�ses en desarrollo supone cuatro elementos: los compromisos de reducci�n en materia de ayuda interna, las exenciones por debajo del umbral de minimis, las disposiciones sobre trato especial y diferenciado, y las pol�ticas de la "caja verde". La mayor�a de los pa�ses en desarrollo no tiene compromisos de reducci�n de la ayuda interna porque, como se se�al� anteriormente, no suelen prestar ayuda a la agricultura. En el �mbito de las disposiciones de minimis, pueden excluir de su c�lculo y, por consiguiente, de sus compromisos de reducci�n, la ayuda que estar�a sujeta a disciplinas si constituyera menos del 10 por ciento del valor de producci�n.8 Para los programas referidos a productos espec�ficos, el l�mite de minimis se basa en la producci�n del producto especificado, mientras que para los programas no referidos a productos espec�ficos, el l�mite se refiere al valor de la producci�n agr�cola total.
En las disposiciones sobre el trato especial y diferenciado se toman en cuenta algunas de las necesidades particulares de los pa�ses en desarrollo en la esfera de la ayuda interna. El art�culo 6 del Acuerdo excluye del compromiso de reducci�n algunas medidas de ayuda que se consideran destinadas al desarrollo, a saber medidas adoptadas en el marco de programas formulados para fomentar el desarrollo agr�cola y rural y que forman parte integrante de los programas nacionales de desarrollo. En ellas se incluyen: las subvenciones a la inversi�n, que por lo general pueden utilizarse para la agricultura en los pa�ses en desarrollo; las subvenciones a los insumos agr�colas, accesibles en general a los productores con ingresos bajos o pobres en recursos de los pa�ses en desarrollo; y la ayuda interna a los productores de los pa�ses en desarrollo para estimular la diversificaci�n con objeto de abandonar los cultivos de los que se obtienen estupefacientes il�citos.
Tambi�n est�n exentas de los compromisos de reducci�n, para todos los miembros de la OMC, las medidas de la "caja verde" que figuran en el Anexo 2 del Acuerdo, que se considera que no tienen efectos de distorsi�n del comercio ni efectos en la producci�n, o, a lo sumo, los tienen en grado m�nimo. En la "caja verde" se incluyen, entre otras cosas, los servicios generales a la agricultura, tales como servicios de investigaci�n y extensi�n, y lucha contra plagas y enfermedades; constituci�n de existencias p�blicas con fines de seguridad alimentaria; programas de ajuste estructural; programas ambientales9; planes de seguro de los ingresos y cosechas; y algunos pagos directos y ayudas a los ingresos no vinculados con la producci�n agropecuaria. La ayuda debe prestarse a trav�s de programas gubernamentales financiados con fondos p�blicos (incluidos los ingresos fiscales sacrificados), y no debe implicar transferencias de los consumidores ni tener como efecto un sostenimiento de los precios de los productores.
Los compromisos de reducci�n de la ayuda interna de los pa�ses desarrollados fue un primer paso importante hacia la soluci�n de los altos niveles de ayuda y protecci�n que predominaban en muchos de ellos. No obstante, el nivel mundial de esta ayuda de la "caja �mbar" sigue siendo muy alto y la distribuci�n tiene un sesgo contrario a los pa�ses en desarrollo. Las pol�ticas agr�colas de los pa�ses desarrollados que tienen efectos de distorsi�n del comercio imponen costos considerables a los pa�ses en desarrollo, como est� bien documentado,10 y se necesitan nuevas reformas para que �stos puedan beneficiarse significativamente.
En cambio, una mayor�a abrumadora de pa�ses en desarrollo, como puede verse en el cuadro 2, ha notificado una MGA total de base de nivel cero o inferior al nivel de minimis. La mayor�a de estos pa�ses, que constituyen alrededor de dos terceras partes de los miembros actuales de la OMC, no tiene compromisos de reducci�n de la ayuda interna pero tampoco los "derechos" de la OMC para utilizar en el futuro la ayuda de la "caja �mbar" que exceda del nivel de minimis. Aunque muchos de estos pa�ses no se ven limitados actualmente por las disposiciones del Acuerdo en materia de ayuda interna, en el futuro pueden ver limitadas sus opciones de pol�tica. S�lo 20 pa�ses en desarrollo (sobre m�s de 100) han notificado una MGA total de base positiva y, de �stos, s�lo 12 una MGA total de base superior al 10 por ciento de minimis tolerado. Adem�s, seg�n c�mo se interprete el art�culo 13 b) del Acuerdo, sus derechos a una ayuda de minimis referida a productos espec�ficos podr�an verse m�s limitados todav�a si la ayuda dada en la campa�a comercial de 1992 fuera inferior al nivel de minimis.
Una segunda cuesti�n de inter�s para los pa�ses en desarrollo se relaciona con el hecho de que la ayuda referida a productos espec�ficos se destina principalmente a la producci�n de productos alimenticios b�sicos. Por t�rmino medio, m�s del 70 por ciento de la MGA total corriente notificada por los pa�ses en desarrollo durante 1995 y 1996 se asign� a la producci�n de cereales. Para algunos pa�ses, esa ayuda se acerca al nivel de minimis permitido para productos espec�ficos. Por consiguiente, aunque en esos pa�ses la exenci�n de minimis no se utiliza para muchos productos, puede limitar su ayuda a la producci�n de alimentos b�sicos. Adem�s, el alcance de la flexibilidad de la ayuda no referida a productos espec�ficos puede ser insuficiente para los pa�ses en desarrollo.11 La ayuda proporcionada en todos los sectores en esferas tales como el cr�dito agr�cola, el transporte, el riego y el combustible es un aspecto importante de las estrategias de desarrollo de muchos pa�ses, para cuya utilizaci�n puede ser necesaria una flexibilidad adicional.
Una tercera cuesti�n es que, a causa de que la MGA del a�o de base se expresa en precios nominales fijos, algunos pa�ses en desarrollo tienen dificultades para mantenerse dentro de los niveles de la MGA actualmente permitidos debido a la alta tasa de inflaci�n y a la depreciaci�n de la moneda, a pesar de que la cuant�a real de la ayuda a la agricultura no haya aumentado.12 Aunque el Acuerdo (Art�culo 18, p�rr. 4) reconoce la necesidad de tomar debidamente en consideraci�n la influencia de las tasas de inflaci�n excesivas sobre la capacidad para cumplir los compromisos en materia de ayuda interna", no se indica de qu� manera habr�a que hacerlo ni lo que se entiende exactamente por "tasas de inflaci�n excesivas". Por lo tanto, algunos de esos pa�ses han planteado la cuesti�n de que se les permitiera mantener los niveles de la ayuda en valores reales.
La interpretaci�n de algunos otros t�rminos relacionados con la ayuda interna puede ser una cuesti�n importante para los pa�ses en desarrollo. En general, los pa�ses no han sido coherentes en su interpretaci�n de la expresi�n `producci�n aceptable': algunos se refieren a la producci�n total, otros a las cantidades comercializadas, y otros a la cantidad comprada por una entidad paraestatal. Como consecuencia, la MGA y sus respectivos niveles de minimis pueden cambiar considerablemente seg�n c�mo se interprete el nivel de producci�n que debe incluirse en los c�lculos. Han surgido otros problemas tambi�n con respecto a la falta de claridad en la definici�n de productores "con ingresos bajos" o productores "pobres en recursos". La mayor�a de los pa�ses en desarrollo se ha referido a la exenci�n de las subvenciones a los insumos para los agricultores pobres y han excluido casi todas sus subvenciones a los insumos, pr�ctica fuertemente cuestionada en la OMC. Para muchos pa�ses en desarrollo, las subvenciones a los insumos constituyen un componente esencial de sus estrategias m�s amplias de desarrollo agr�cola y se utilizan para facilitar la adopci�n de tecnolog�a agr�cola mejorada. Por lo tanto, para ellos es importante que se aclare esta cuesti�n.
Una cuesti�n cr�tica de inter�s para los pa�ses en desarrollo es la necesidad de una definici�n m�s exacta de las medidas que pueden incluirse en la "caja verde". Aunque tales medidas se describen como las que, a lo sumo, tienen efectos de distorsi�n del comercio o en la producci�n en grado m�nimo, esto no se aplica probablemente, al menos a largo plazo, a muchas de las pol�ticas justificadas actualmente en el marco de la caja verde. En vista de la limitada capacidad financiera de muchos pa�ses en desarrollo para prestar tal ayuda, sus gastos son insignificantes en comparaci�n con los de los pa�ses desarrollados (v�ase el cuadro 3). Dado que actualmente la OMC no establece ning�n l�mite para la cantidad total de gastos relacionados con las medidas de la caja verde, los pa�ses en desarrollo tienen inter�s en aclarar y, quiz�s, hacer m�s estricta la definici�n de tales pol�ticas.
A veces es necesario mantener un cierto grado de protecci�n en frontera para aplicar una ayuda interna, particularmente cuando existe un sistema de sostenimiento de los precios administrados. Incluso cuando no existe tal sistema, los precios al productor pueden todav�a sostenerse mediante los aranceles. En general, los aranceles consolidados de los pa�ses en desarrollo son suficientemente altos como para permitir un grado considerable de protecci�n en frontera.13 Hay, sin embargo, algunas cuestiones en esta esfera que cabe se�alar.
Primero, la mayor�a de los pa�ses en desarrollo eligieron ofrecer una �nica tasa uniforme de consolidaci�n para todos los productos agropecuarios. Con los aranceles actualmente consolidados y que experimentar�n ulteriores reducciones en la pr�xima ronda, algunos de esos pa�ses quiz�s tengan que abordar con cuidado las reducciones arancelarias. En particular, una reducci�n general podr�a dejar poco margen para un cierto grado de protecci�n de los sectores sensibles, aspecto que tiene que tenerse en cuenta al elegir la f�rmula de reducci�n. Segundo, algunos pa�ses han consolidado sus aranceles a niveles muy bajos y, por consiguiente, ahora tienen poco margen de maniobra en la utilizaci�n del arancel como medida contra las fluctuaciones de los precios en los mercados mundiales. Tercero, hay algunas anomal�as en la lista de aranceles consolidados de algunos pa�ses en desarrollo. Por ejemplo, para algunos productos los aranceles consolidados son muy bajos (incluso nulos), mientras que para otros - por ejemplo, los productos suced�neos - son muy altos, lo que implica que en la pr�ctica los tipos consolidados altos no tienen ninguna importancia. Pareciera que har�a falta alguna racionalizaci�n de las consolidaciones arancelarias.
Hay dos problemas principales con respecto a las disposiciones del Acuerdo sobre la Agricultura a las subvenciones a la exportaci�n. Uno es que legitiman el uso de las subvenciones a la exportaci�n en la agricultura (prohibidas en otros sectores), y el otro es que favorecen efectivamente a los exportadores que utilizaron subvenciones en el pasado (principalmente pa�ses desarrollados) aunque la cuant�a de la subvenci�n debe reducirse, mientras proh�ben a otros que las utilicen. Los pa�ses en desarrollo tienen derecho, sin embargo, a recurrir a subvenciones (sin un compromiso de reducci�n) para los costos de comercializaci�n y los gastos de flete y transporte interno. Para los pa�ses en desarrollo, un fundamento de primer orden para la utilizaci�n de pol�ticas comerciales es la necesidad de sostener las industrias nacientes. Por consiguiente, en vista de sus graves estrangulamientos de la oferta y limitaciones tecnol�gicas, podr�an ser importantes en algunos casos los planes de subvenci�n a la exportaci�n de productos agropecuarios, que permitir�an dar incentivos a determinadas agroindustrias. Pocos pa�ses en desarrollo tienen los recursos financieros necesarios para utilizar las subvenciones a la exportaci�n como un instrumento de desarrollo del mercado; y lo que en general m�s les importa es la necesidad de disciplinar la utilizaci�n de las subvenciones a la exportaci�n por parte de los pa�ses desarrollados.
La adquisici�n y adaptaci�n de tecnolog�a, particularmente para la producci�n, es una cuesti�n de inter�s fundamental para el sector agr�cola de los pa�ses en desarrollo, especialmente con respecto al requisito se�alado por el Acuerdo ADPIC de velar por la protecci�n de los derechos de propiedad sobre las variedades de plantas y animales, ya sea por medio de patentes o por medio de una legislaci�n eficaz sui generis. La cuesti�n de la patentabilidad de las variedades de plantas y animales, as� como de los organismos gen�ticamente modificados (OGM) plantea cuestiones que van m�s all� de la mera protecci�n de los derechos de propiedad intelectual, tales como los derechos de las comunidades locales y de las poblaciones aut�ctonas, los derechos soberanos sobre los recursos gen�ticos naturales, la bioseguridad y la seguridad alimentaria. Los pa�ses en desarrollo tropiezan con dos series de dificultades en esta esfera. Por un lado, la mayor�a de ellos, particularmente los pa�ses MA, carece de la capacidad cient�fica para innovar y patentar materiales nuevos, y ni siquiera est� en condiciones de hacer una lista completa de los recursos naturales de biomateriales que poseen actualmente. Tampoco cuenta con una legislaci�n apropiada al respecto. Por otro lado, existe una concentraci�n cada vez mayor de empresas transnacionales en industrias biotecnol�gicas, especialmente en el sector de las semillas. Esta concentraci�n o falta de competencia (reforzada por la patentabilidad mundial) permite a estas industrias imponer a los agricultores de todo el mundo rentas de monopolio. Adem�s, aparte de la cuesti�n de los costos, muchos pa�ses consideran que es arriesgado depender totalmente de fuentes exteriores para un insumo estrat�gico tan importante como las semillas.
El Acuerdo reconoci� estos problemas y los abord� a trav�s de las disposiciones relativas al trato especial y diferenciado a los pa�ses en desarrollo. Sin embargo, seg�n muchos pa�ses en desarrollo, estas disposiciones no se han traducido en ning�n beneficio concreto para ellos, particularmente por lo que se refiere a la asistencia financiera y t�cnica y al acceso a las nuevas tecnolog�as en condiciones favorables.
Como se ha se�alado anteriormente, para que los pa�ses en desarrollo desplieguen plenamente su potencial agr�cola, tienen que rectificar el sesgo contrario a la agricultura de sus pol�ticas anteriores, as� como tratar de reformar las pol�ticas de los pa�ses desarrollados que distorsionan los mercados mundiales de productos agropecuarios. Aunque ambas reformas son esenciales, en la pr�ctica la determinaci�n de su secuencia podr�a ser crucial para establecer si la situaci�n de los pa�ses en desarrollo va mejorando progresivamente o va empeorando. Como ya se ha se�alado tambi�n, en el marco de los compromisos del Acuerdo sobre la Agricultura hay un desequilibrio considerable entre los niveles de ayuda interna y de subvenciones a la exportaci�n que se siguen permitiendo a los pa�ses desarrollados, por un lado, y a los pa�ses en desarrollo, por otro. El principio del "status quo y desmantelamiento", impl�cito en tal Acuerdo, supone que los pa�ses desarrollados tienen "derechos" de la OMC para utilizar los altos niveles de ayuda y protecci�n que les quedan, mientras que los "derechos" de los pa�ses en desarrollo a una ayuda y protecci�n semejantes se ven sujetos a sus niveles considerablemente m�s bajos. La cuesti�n de inter�s consiste en que, si no se puede hacer bajar r�pidamente los niveles de ayuda y protecci�n de los pa�ses desarrollados, el desequilibrio en los niveles de ayuda, junto con las restricciones a las pol�ticas de los pa�ses en desarrollo, podr�an hacer que el ajuste en estos �ltimos sea mucho m�s lento y m�s dif�cil.
Los principales mercados para las exportaciones agr�colas de los pa�ses en desarrollo est�n en el mundo desarrollado (principalmente Europa, el Jap�n y Am�rica del Norte). Pero tambi�n es importante para ellos un acceso mejorado no s�lo a esos mercados sino tambi�n a los mercados de los pa�ses en desarrollo de ingresos m�s elevados.
En principio, la arancelizaci�n deb�a dar lugar a aranceles consolidados que no fueran m�s proteccionistas que los obst�culos no comerciales que exist�an en el per�odo de base. Y dado que todos los aranceles est�n disminuyendo, las condiciones del acceso a los mercados deber�an haber mejorado. Sin embargo, un estudio reciente de la OCDE constat� que la efectiva protecci�n en frontera a la agricultura hab�a sido mayor en 1996 que en 1993 en ocho de los 10 pa�ses (de entonces) de la OCDE (considerando a la CE como un solo pa�s).14, y que la protecci�n arancelaria era considerablemente mayor en los alimentos y las bebidas que en los productos agr�colas en su conjunto. Cabe se�alar que en el estudio se utilizaron los promedios ponderados de los aranceles de NMF aplicados, y como los tipos consolidados no pueden ser inferiores a las tasas aplicadas, la protecci�n en frontera basada en los tipos consolidados ser�an a�n m�s elevados.
El perfil arancelario posterior a la RU de muchos pa�ses desarrollados se suele caracterizar por las tasas relativamente elevadas aplicadas a los productos alimenticios de zonas templadas y las tasas m�s bajas aplicadas a los productos tropicales. Las reducciones arancelarias fueron por lo general menores para los productos de zonas templadas (las reducciones para los productos tropicales promediaron en un 43 por ciento; para otros grupos de productos fueron menores, siendo la m�s baja (26 por ciento) la aplicada a los productos l�cteos.15 Los pa�ses en desarrollo en conjunto tienen mucho inter�s en la exportaci�n de productos de zonas tropicales ya que �stos son tambi�n los productos en los que el mercado sigue expandiendo. Las crestas arancelarias en la agricultura son m�s comunes en tres grupos de productos: los alimentos b�sicos principales; las frutas y hortalizas; y los alimentos elaborados. Para todos los productos agropecuarios y pesqueros tomados en conjunto (cap�tulos 1-24 del SA), las l�neas arancelarias cuyos derechos superan el 20 por ciento constituye alrededor de una cuarta parte de todas las l�neas arancelarias tanto de la CE como del Jap�n y alrededor de una d�cima parte de las de los Estados Unidos (v�ase el Cuadro 4).
La progresividad arancelaria (es decir, los aumentos graduales de los aranceles a medida que avanza la cadena de elaboraci�n) puede traducirse en una importante y eficaz protecci�n a los productos elaborados, seg�n la parte del valor a�adido presente en la producci�n final. La progresividad arancelaria como obst�culo al comercio interesar� m�s en los pr�ximos a�os, ya que el comercio se est� desplazando r�pidamente hacia los productos elaborados. Los pa�ses en desarrollo tienen un gran inter�s en este asunto ya que est�n tratando de salir del c�rculo de producci�n y exportaci�n de productos primarios. Como se se�al� anteriormente, despu�s de la RU los aranceles consolidados aplicados a los alimentos elaborados son relativamente muy altos. Algunos estudios han demostrado que aunque la progresividad arancelaria disminuy� despu�s de la RU, todav�a predomina en algunas cadenas importantes de productos, especialmente el caf�, el cacao, las semillas oleaginosas, las hortalizas, las frutas, las nueces, y las pieles y cueros.16
Despu�s de la RU, la estructura del arancel agr�cola de algunos de los principales pa�ses desarrollados sigue siendo compleja, a diferencia del r�gimen
sencillo "exclusivamente arancelario" que se hab�a prometido. Aparte de los derechos aplicables dentro del contingente y por encima del contingente, se suelen utilizar bastante frecuentemente los aranceles no ad valorem. A menudo var�an tambi�n por una o m�s razones t�cnicas, tales como el contenido de az�car o de alcohol, lo que los hace incluso menos transparentes. Tales aranceles son, evidentemente, m�s complejos que los aranceles exclusivamente ad valorem y complican la comparaci�n del car�cter restrictivo del comercio entre los productos y los pa�ses, que es esencial para las negociaciones comerciales. Los aranceles espec�ficos tambi�n pesan m�s frente a importaciones m�s baratas - su grado de restricci�n es inversamente proporcional al precio unitario del producto importado, mientras que en el caso de un arancel ad valorem se mantiene constante.
Sigue habiendo algunos casos de acuerdos de importaci�n m�s complejos. Un ejemplo notable es el sistema del "precio de acceso" aplicado por la CE a las frutas y hortalizas. Este r�gimen utiliza tambi�n aranceles de temporada, lo que lo complica m�s todav�a.17 Los pa�ses en desarrollo se est�n volviendo cada vez m�s competitivos en esos productos, de ah� que muchos consideran el r�gimen como una fuente de protecci�n encubierta.18 Un segundo ejemplo es el r�gimen de importaci�n de cereales de las Comunidades, que funciona de manera semejante al del sistema anterior de gravamen variable. Algunos pa�ses en desarrollo son importantes exportadores de cereales y arroz.
Los contingentes arancelarios (CA) deb�an facilitar el proceso de arancelizaci�n. Treinta y seis miembros de la OMC tienen en sus listas compromisos en materia de contingentes arancelarios, con un total de 1 370 contingentes individuales para productos agropecuarios. El volumen total de sus CA en 1995, como porcentaje del comercio mundial de los productos en cuesti�n, oscil� entre el 3 y el 7 por ciento. Para algunos grupos de productos, por ejemplo los productos l�cteos, la carne y el az�car, super� el 10 por ciento; de ah� que el modo c�mo se utilizan los CA constituye un asunto de gran importancia.
Aunque los CA han creado algunas nuevas oportunidades de comercio, han surgido algunas cuestiones de orden te�rico y pr�ctico, tales como: la falta de transparencia en su administraci�n (por ejemplo, no todas las muchas formas de administrarlos facilitan un acceso efectivo a los mercados); la asignaci�n a proveedores tradicionales (hist�ricos) y no sobre una base NMF, y el c�mputo de los planes de acceso preferencial existentes como parte de los compromisos de acceso m�nimo;19 el c�mputo de las asignaciones a pa�ses que no son miembros de la OMC; la asignaci�n a empresas comerciales estatales y a organizaciones de productores, etc. Todo esto ha creado dificultades a los nuevos exportadores. Adem�s, la amplia clasificaci�n de productos de CA que se permite ha impedido el acceso m�nimo a algunos subproductos de una categor�a de productos.20 Por �ltimo, la fijaci�n de los aranceles dentro del contingente en el marco de la RU ha sido muy desigual y, aunque muchos de los contingentes han comenzado con aranceles bajos o nulos, los aranceles aplicados dentro del contingente son tan elevados que podr�an no efectuarse importaciones. A todos estos problemas se debe la infrautilizaci�n de los CA (alrededor del 60-65 por ciento en total), aunque a veces tambi�n se ha identificado la situaci�n del mercado como la raz�n principal.
Los pa�ses en desarrollo tienen inter�s en reformar el sistema de los CA, pero quiz�s lo m�s importante para ellos es asegurar un acceso efectivo. Los datos relativos a la utilizaci�n del contingente en 1995-98 todav�a tienen que analizarse para ver en qu� medida los pa�ses en desarrollo pudieron tener acceso a los nuevos contingentes. Este an�lisis reviste un car�cter prioritario.
Las disposiciones de salvaguardia especial (SGE) permiten a un importador aumentar los aranceles por encima de los niveles consolidados en el caso de un aumento de las importaciones o de una disminuci�n de los precios de importaci�n. A causa de que las medidas SGE para los productos agropecuarios se reservaron a los pa�ses que realizaban la arancelizaci�n, la mayor�a de los pa�ses en desarrollo no tiene acceso a ellas (Cuadro 5).21 Cerca del 80 por ciento de los art�culos arancelizados de los pa�ses de la OCDE est� sujeto a las SGE.22 El derecho a recurrir a las SGE es m�s com�n en la carne, los cereales, las frutas y hortalizas, las semillas y productos oleaginosos y en los productos l�cteos (Cuadro 6).
Si se mantienen las SGE en las condiciones actuales (elegibilidad actual de pa�ses y productos), se perpetuar� la discriminaci�n contra los miembros de la OMC que no tienen derecho a las medidas de salvaguardia, principalmente los pa�ses en desarrollo. Por consiguiente, se han hecho algunas sugerencias para eliminarlas totalmente, incluso porque es posible recurrir a otras salvaguardias contempladas por la OMC. Ahora bien, las salvaguardias generales de la OMC no son autom�ticas. Requieren la "prueba de da�o", son costosas y suponen retrasos. Por lo tanto, las salvaguardias de la OMC que est�n a disposici�n (estblecidas en el Acuerdo sobre salvaguardias) no constituyen una opci�n viable para muchos pa�ses en desarrollo, para los que ser�a muy conveniente la opci�n de las SGE del Acuerdo sobre la Agricultura. Por consiguiente, desde el punto de vista de muchos pa�ses en desarrollo ser�a conveniente que las SGE se transformaran en un instrumento permanente del sistema comercial multilateral, pero ser�a preferible que estuvieran limitadas a un n�mero determinado de productos alimenticios b�sicos, es decir a los que se consideran sensibles por razones de seguridad alimentaria interna, como se dijo anteriormente. Al mismo tiempo, puede ser conveniente una aplicaci�n algo m�s estricta de los elementos de "activaci�n" de suerte que las salvaguardias no se utilicen con demasiada frecuencia.
Los acuerdos sobre las MSF y los OTC establecen reglas para determinar las normas y reglamentaciones nacionales relativas a las medidas sanitarias y fitosanitarias, as� como las especificaciones t�cnicas sobre la seguridad y calidad de los alimentos, para que dichas reglamentaciones no restrinjan indebidamente el comercio.
Un desaf�o importante que enfrentan los pa�ses en desarrollo es el de elevar las normas MSF/OTC de sus exportaciones por lo menos a los niveles reconocidos internacionalmente. Por ejemplo, la lista de retenci�n de importaciones para los Estados Unidos durante el per�odo 1996-97 muestra que la mayor parte de las retenciones y rechazos de productos relacionados con la contaminaci�n microbiol�gica y las inmundicias (Cuadro 7) m�s que con consideraciones de orden estrictamente t�cnico. Aunque la falta de capacidad de esos pa�ses para cumplir dichas normas es grande, la inobservancia de las normas en los pa�ses desarrollados no ha sido la �nica raz�n de la retenci�n y rechazo de las importaciones de alimentos de los pa�ses en desarrollo. Estos tropiezan con otro desaf�o en los casos en los que los pa�ses desarrollados, por motivos de evaluaci�n de riesgos, adoptan niveles m�s altos que los actualmente reconocidos por los organismos internacionales que los establecen. Adem�s, las crecientes preocupaciones de los consumidores de los pa�ses ricos por la seguridad y calidad de los alimentos hacen m�s dif�cil que los pa�ses en desarrollo puedan satisfacer niveles cada vez m�s altos.
Ser�a indudablemente contraproducente que los pa�ses en desarrollo presionaran por una exenci�n o debilitamiento de las reglas de la OMC relativas a las MSF/OTC, o por una reducci�n de las normas internacionales al respecto. Lo �nico que se lograr�a es un efecto negativo en la confianza de los consumidores de los pa�ses importadores. Por lo tanto, parece fundamental que se adopte un enfoque positivo. Sin embargo, muchos pa�ses en desarrollo necesitan asistencia para cumplir con los niveles establecidos. Por consiguiente, se podr�a prever la prestaci�n de asistencia a dichos pa�ses para el fortalecimiento de los acuerdos MSF/OTC aplicando mecanismos eficaces destinados a ayudarles a mejorar sus normas MSF. Como los acuerdos sobre las MSF/OTC contienen promesas de asistencia financiera y t�cnica a los pa�ses en desarrollo, ser�a importante traducir las promesas en acciones concretas. Adem�s, puede hacer falta alg�n mecanismo (por ejemplo, un mediador o �rbitro internacional) para reducir al m�nimo el "hostigamiento comercial". Por �ltimo, la participaci�n limitada, en n�mero y eficacia, de estos pa�ses en los organismos internacionales que establecen las normas sigue siendo una cuesti�n de inter�s.23
Aunque la inestabilidad de los precios en los mercados mundiales afecta a todos los pa�ses, las consecuencias pueden ser mucho mayores para los pa�ses en desarrollo, por dos razones: i) una gran parte de la poblaci�n rural se gana la vida con la producci�n de alimentos; y ii) los alimentos representan una parte relativamente grande de los gastos familiares (v�ase el cuadro 8). Aunque el Acuerdo sobre la Agricultura puede contribuir a la estabilidad de los precios mundiales a causa de las disciplinas impuestas a las pol�ticas que distorsionan el comercio y de la mayor integraci�n de los mercados, tambi�n podr�a determinar un aumento de las fluctuaciones de los precios mundiales a causa de la disminuci�n de las existencias mundiales y el desplazamiento de la producci�n desde los pa�ses que cuentan con altos niveles de ayuda a los que disponen de poca o ninguna ayuda. Sin embargo, su impacto neto en los precios mundiales sigue siendo una inc�gnita.
En todo caso, la inestabilidad del mercado mundial de productos agropecuarios es un problema importante para los PBIDA a causa de su gran dependencia de las importaciones y de la debilidad de sus sectores agr�colas. Por consiguiente, el acceso de dichos pa�ses a medidas de seguridad compatibles con la OMC es una cuesti�n de gran inter�s para ellos. Hay tres posibilidades dignas de consideraci�n al respecto. Primero, para los alimentos b�sicos, muchos pa�ses en desarrollo favorecen el acceso a las SGE, que son m�s simples de aplicar, m�s que la salvaguardia general del GATT, que no es f�cil de aplicar en la pr�ctica. Segundo, las escalas de precios constituyen un instrumento apropiado y controlado para esos pa�ses.24 Pero es importante asegurar que los mercados internos no queden por eso totalmente aislados de los movimientos de los precios mundiales. Adem�s, la legitimidad de la pol�tica de escala de precios no est� totalmente clara: est� permitido aplicar un derecho dentro del tipo consolidado, pero el Acuerdo sobre la Agricultura proh�be los "derechos de importaci�n variables". Esta es una cuesti�n sobre la que los pa�ses en desarrollo podr�an pedir aclaraci�n en la pr�xima ronda. Tercero, los instrumentos de gesti�n de los riesgos constituyen otra opci�n m�s para protegerse contra la inestabilidad del mercado. Los instrumentos basados en el mercado, tales como los contratos y opciones a plazo y de futuros, son totalmente compatibles con la OMC.
Otra cuesti�n relacionada con la estabilidad del mercado mundial se refiere a las distorsiones que puede haber en los suministros mundiales por diversas razones posibles: los exportadores de alimentos pueden restringir las exportaciones; pueden imponerse embargos comerciales; grandes modificaciones de los tipos de cambio pueden encarecer extremadamente las importaciones; y las guerras, los conflictos civiles o los desastres naturales pueden trastornar los suministros. De ah� que ser�a muy conveniente fortalecer las disposiciones sobre la prohibici�n de las exportaciones (art�culo 12 del Acuerdo sobre la Agricultura).
La aplicaci�n de la Decisi�n de Marrakech en favor de los pa�ses MA y de los PEDINA es un asunto de inter�s, particularmente para los posibles beneficiarios. La Decisi�n todav�a no se ha aplicado, a pesar de que la ayuda alimentaria ha descendido a niveles muy bajos y han aumentado las importaciones totales de esos pa�ses (v�ase el documento No. 1). La aplicaci�n se ha visto impedida hasta ahora por varios factores, a saber: la necesidad de una prueba indiscutible de la necesidad de asistencia (y si la necesidad deriv� del proceso de reforma realizado en el marco de la RU) y la variedad de los instrumentos exigidos en el marco de la Decisi�n para responder a tales necesidades, sin una especificaci�n precisa de las responsabilidades respectivas de todos los interesados. M�s b�sicamente, sin embargo, la Decisi�n aborda un problema transitorio, mientras que el problema de la seguridad alimentaria en los pa�ses en cuesti�n a largo plazo y complejo, e incluye las cuestiones m�s amplias del desarrollo que van m�s all� del mero comercio.
La preocupaci�n dominante de los pa�ses en desarrollo que todav�a no son miembros de la OMC han sido las condiciones para la adhesi�n a la organizaci�n. Tratar a los pa�ses en base a los �ltimos tres a�os de los cuales se dispone de datos e imponer condiciones arduas en la negociaci�n de las consolidaciones arancelarias del tipo m�ximo y el acceso al trato especial y diferenciado, parecen ser condiciones m�s dif�ciles que las de las negociaciones anteriores, y podr�a imponer una restricci�n indebida a su flexibilidad para formular pol�ticas alimentarias y agr�colas internas.
Nuevos asuntos
Por �ltimo, hay cuestiones nuevas, tales como el comercio del Estado, la pol�tica de competencia, las consideraciones ambientales y las normas de trabajo, que presentan una multitud de desaf�os a los pa�ses en desarrollo. Lo que importa es separar los intereses leg�timos de la creciente invocaci�n de dichas cuestiones por parte de algunos pa�ses para fines proteccionistas.
En conclusi�n, hay muchas cuestiones en juego para los pa�ses en desarrollo en las pr�ximas negociaciones de la OMC. En el documento No. 6 se examinan posibles soluciones a algunos de los problemas. En muchos casos, las mejoras podr�an ser sencillas, mientras que en otros pueden entra�ar algunas negociaciones dif�ciles y concesiones rec�procas.
Cuadro 1 - Importancia relativa de la agricultura en los pa�ses en desarrollo
Pa�s | Parte de la agricul-tura en el PIB, 1997 (%) | Pa�s | Poblaci�n agr�cola a/ en porcentaje de la poblaci�n
total (1995-97) |
Pa�s | Parte de las exportaciones agr�colas - en el total de exportaciones de mercanc�as, 1995-997 (%) |
PBIDA | PBIDA | PBIDA | |||
Congo, Rep. Dem. del | 64,0 | Bhut�n | 93,3 | Burundi | 95,3 |
Burundi | 58,0 | Nepal | 93,3 | Sud�n | 94,2 |
Etiop�a | 56,0 | Burkina Faso | 92,3 | Etiop�a | 93,1 |
Albania | 55,0 | Rwanda | 90,9 | Malawi | 74,6 |
Rep. Centroafricana | 54,0 | Burundi | 90,8 | Chad | 67,8 |
Guinea-Bissau | 54,0 | N�ger | 88,7 | Guinea-Bissau | 64,9 |
Kirguist�n | 52,0 | Guinea | 85,3 | Guatemala | 62,4 |
Laos, RPD de | 52,0 | Etiop�a | 84,0 | Afganist�n | 62,3 |
Camboya | 50,0 | Guinea-Bissau | 83,8 | Tanzania, R.U. de | 61,6 |
Mal� | 49,0 | Mal� | 83,1 | Mal� | 59,2 |
Tanzan�a, R.U. de | 48,0 | Gambia | 80,2 | Togo | 56,7 |
Ghana | 47,0 | Tanzania, R.U. de | 79,9 | Cuba | 55,7 |
Nigeria | 45,0 | Malawi | 79,4 | C�te d'Ivoire | 54,8 |
Armenia | 44,0 | Pap�a Nueva Guinea | 78,9 | Kenya | 54,5 |
Sierra Leona | 44,0 | Chad | 78,7 | Comoras | 52,0 |
Nepal | 43,0 | Eritrea | 78,7 | Somalia | 50,9 |
Hait� | 42,0 | Kenya | 77,1 | Nicaragua | 49,1 |
Camer�n | 41,0 | Laos, RPD | 77,1 | Ben�n | 47,4 |
Togo | 40,0 | Mozambique | 77,1 | Madagascar | 45,4 |
Chad | 39,0 | Rep. Centroafricana | 75,9 | Burkina Faso | 40,6 |
Mozambique | 39,0 | Madagascar | 75,9 | Gambia | 40,0 |
Rwanda | 39,0 | Comoras | 75,2 | Honduras | 38,5 |
Benin | 38,0 | Senegal | 75,0 | Rwanda | 37,1 |
N�ger | 38,0 | Islas Salom�n | 74,6 | Ghana | 36,9 |
Malawi | 36,0 | Angola | 72,9 | Kirguist�n | 36,0 |
Burkina Faso | 35,0 | Somalia | 72,9 | Ecuador | 34,5 |
Georgia | 35,0 | Guinea Ecuatorial | 72,3 | Swazilandia | 33,0 |
Nicaragua | 34,0 | Camboya | 71,6 | Camer�n | 32,4 |
Madagascar | 32,0 | Zambia | 71,6 | Bolivia | 29,6 |
Mongolia | 31,0 | China | 70,0 | Mozambique | 28,7 |
Bangladesh | 30,0 | Liberia | 69,5 | Macedonia, ex RY de | 27,5 |
Kenya | 29,0 | Afganist�n | 68,3 | Congo, Rep. Dem. del | 24,4 |
C�te d'Ivoire | 27,0 | Congo, Rep. Dem. del | 65,1 | Rep. Centroafricana | 24,2 |
India | 27,0 | Hait� | 64,8 | Rep. Arabe Siria | 22,2 |
Guinea | 26,0 | Sud�n | 64,6 | Hait� | 21,5 |
Pakist�n | 26,0 | Sierra Leona | 64,3 | Sri Lanka | 20,8 |
Pap�a Nueva Guinea | 26,0 | Togo | 62,1 | Laos, RPD | 18,5 |
Mauritania | 25,0 | Bangladesh | 59,6 | Marruecos | 17,9 |
Guatemala | 24,0 | Ben�n | 57,9 | Pap�a Nueva Guinea | 17,4 |
Azerbaiy�n | 22,0 | Ghana | 57,1 | Nepal | 17,3 |
Sri Lanka | 22,0 | Camer�n | 56,8 | Islas Salom�n | 17,1 |
China | 20,0 | India | 56,8 | Georgia | 16,7 |
Honduras | 20,0 | Yemen | 54,6 | N�ger | 16,5 |
Marruecos | 20,0 | Mauritania | 53,8 | Mongolia | 16,5 |
Filipinas | 20,0 | C�te d'Ivoire | 53,6 | India | 16,5 |
Senegal | 18,0 | Pakist�n | 52,6 | Bhut�n | 16,0 |
Yemen | 18,0 | Sri Lanka | 47,5 | Egipto | 13,8 |
Egipto | 16,0 | Indonesia | 46,7 | Pakist�n | 13,4 |
Indonesia | 16,0 | Congo, Rep. Dem. del | 44,0 | Camboya | 13,2 |
Zambia | 16,0 | Bolivia | 43,6 | Sierra Leona | 13,1 |
Lesotho | 14,0 | Filipinas | 41,8 | Albania | 12,2 |
Bolivia | 13,0 | Marruecos | 40,3 | Indonesia | 11,7 |
Ecuador | 12,0 | Egipto | 39,3 | Azerbaiy�n | 11,5 |
Macedonia, ex RY de | 11,0 | Honduras | 39,1 | Senegal | 10,3 |
Congo, Rep. Dem. del | 10,0 | Lesotho | 38,8 | Corea, Rep. Dem. de | 9,0 |
Angola | 7,0 | Nigeria | 37,1 | Filipinas | 8,9 |
Corea, Rep. Dem. de | 6,0 | Swazilandia | 36,2 | Mauritania | 8,6 |
Eritrea | nd | Corea, Rep. Dem. de | 33,2 | Guinea | 7,1 |
Afganist�n | nd | Ecuador | 30,3 | Guinea Ecuatorial | 6,8 |
Bhut�n | nd | Rep. Arabe Siria | 29,8 | Lesotho | 5,9 |
Comoras | nd | Mongolia | 27,2 | Liberia | 5,8 |
Cuba | nd | Nicaragua | 25,4 | Armenia | 5,5 |
Guinea Ecuatorial | nd | Cuba | 18,0 | China | 5,1 |
Gambia | nd | Albania | nd | Zambia | 3,6 |
Liberia | nd | Armenia | nd | Bangladesh | 3,4 |
Islas Salom�n | nd | Azerbaiy�n | nd | Nigeria | 3,2 |
Somalia | nd | Georgia | nd | Yemen | 2,9 |
Sud�n | nd | Guatemala | nd | Eritrea | 2,7 |
Swazilandia | nd | Kirguist�n | nd | Congo, Rep. Dem. del | 0,7 |
Rep. Arabe Siria | nd | Macedonia, ex RY de | nd | Angola | 0,1 |
Otros pa�ses en desarrollo | 13,2 | Otros pa�ses en desarrollo | 29,1 | Otros pa�ses en desarrollo | 22,9 |
Uganda | 44,0 | Uganda | 80,8 | Uganda | 76,3 |
Zimbabwe | 28,0 | Myanmar | 71,5 | Paraguay | 72,1 |
Viet Nam | 27,0 | Viet Nam | 69,0 | Costa Rica | 61,9 |
Paraguay | 23,0 | Zimbabwe | 64,9 | Chipre | 56,7 |
Turqu�a | 17,0 | Namibia | 52,0 | Uruguay | 56,2 |
Colombia | 16,0 | Tailandia | 52,0 | Panam� | 53,0 |
Costa Rica | 15,0 | Botswana | 45,3 | Rep. Dominicana | 47,7 |
Brasil | 14,0 | Gab�n | 43,1 | Zimbabwe | 46,1 |
Namibia | 14,0 | Paraguay | 42,7 | Argentina | 45,2 |
T�nez | 14,0 | Fiji | 42,0 | Myanmar | 41,1 |
Rep. Dominicana | 13,0 | Om�n | 39,4 | Colombia | 32,9 |
El Salvador | 13.0 | El Salvador | 36,1 | El Salvador | 30,1 |
Malasia | 13.0 | Turqu�a | 33,2 | Brasil | 29,9 |
Argelia | 12,0 | Per� | 32,0 | Mauricio | 25,1 |
L�bano | 12,0 | Iran, Rep. Isl�mica del | 29,3 | Viet Nam | 23,2 |
Tailandia | 11,0 | T�nez | 26,1 | Jamaica | 21,0 |
Mauricio | 10,0 | M�xico | 26,0 | Turqu�a | 20,0 |
Uruguay | 9,0 | Panam� | 25,3 | Chile | 15,2 |
Jamaica | 8,0 | Argelia | 24,7 | L�bano | 15,0 |
Panam� | 8,0 | Costa Rica | 23,2 | Namibia | 14,6 |
Per� | 7,0 | Colombia | 23,1 | Tailandia | 14,1 |
Argentina | 6,0 | Jamaica | 22,2 | M�xico | 10,2 |
Corea, Rep. de | 6,0 | Rep. Dominicana | 20,7 | Jordania | 10,1 |
Jordania | 5,0 | Malasia | 20,6 | Malasia | 10,1 |
M�xico | 5,0 | Brasil | 18,7 | Per� | 9,4 |
Venezuela | 4,0 | Chile | 16,5 | T�nez | 8,0 |
Gab�n | 2,0 | Mauricio | 13,3 | Botswana | 5,0 |
Botswana | nd | Arabia Saudita | 13,1 | Iran, Rep. Isl�mica del | 4,8 |
Chile | nd | Jordania | 12,8 | Iraq | 3,7 |
Chipre | nd | Iraq | 12,2 | Om�n | 3,5 |
Fiji | nd | Uruguay | 11,5 | Venezuela | 2,2 |
Ir�n, Rep. Isl�mica del | nd | Argentina | 11,4 | Emiratos Arabes Uni. | 2,2 |
Iraq | nd | Corea, Rep. de | 11,2 | Fiji | 1,6 |
Jamahiriya Arabe Libia | nd | Venezuela | 11,2 | Corea, Rep.de | 1,3 |
Myanmar | nd | Chipre | 10,4 | Arabia Saudita | 0,8 |
Om�n | nd | Jamahiriya Arabe Libia | 7,6 | Argelia | 0,8 |
Arabia Saudita | nd | Emiratos Arabes Uni. | 5,9 | Jamahiriya Arabe Libia | 0,5 |
Emiratos Arabes Uni. | nd | L�bano | 4,9 | Gab�n | 0,4 |
Pa�ses en desarrolloc/ | 26,3 | Pa�ses en desarrolloc/ | 50,4 | Pa�sesen desarrolloc/ | 27,3 |
- PBIDAb/: | 32,5 | - PBIDAb/: | 63,2 | - PBIDAb/: | 29,7 |
Pa�ses Desarrolladosc/: |
3,0c/ | Pa�ses desarrolladosc/ |
8,7 | Pa�ses desarrolladosc/ | 8,3 |
Fuente: GDP: Oxford University Press for the World Bank (1999), World Development Report 1998/89; Population and exports (Informe sobre el Desarrollo Mundial 1988/89; Poblaci�n y exportaciones): FAOSTAT (1999).
a/ Por poblaci�n agr�cola se entienden todas las personas cuya subsistencia depende de la agricultura, la caza, la pesca o las actividades forestales. En esta definici�n entran todas las personas que trabajan en la agricultura y los familiares a cargo que no trabajan. b/ Promedio aritm�tico de los pa�ses de la lista. c/ Seg�n la definici�n del Banco Mundial, ver la fuente indicada supra.
Cuadro 2 - MGA total de base notificada por determinados pa�ses en desarrollo (por regi�n)
Regi�n | MGA total de base notificada | ||
Superior al nivel minimis | Positivo pero inferior al nivel de minimis | Cero o negativa | |
�FRICA | Marruecos, T�nez | Mauricio | Angola, Benin, Botswana, Burkina Faso, Burundi, Camer�n, Rep. Centroafricana, Chad, C�te d'Ivoire, Rep. Dem. del Congo, Djibouti, Egipto, Gab�n, Gambia, Ghana, Guinea, Guinea-Bissau, Kenya, Lesotho, Madagascar, Malawi, Mal�, Mauritania, Mozambique, Namibia, N�ger, Nigeria, Rwanda, Senegal, Sierra Leona, Swazilandia, Tanzania, Togo, Uganda, Zambia, Zimbabwe |
AM�RICA | Brasil, Colombia, Costa Rica, M�xico, Venezuela | Argentina, Panam�, Uruguay | Antigua y Barbuda, Barbados, Belice, Bolivia, Chile, Cuba, Dominica, Rep. Dominicana, Ecuador, El Salvador, Granada, Guatemala, Guyana, Hait�, Honduras, Jamaica, Nicaragua, Paraguay, Per�, Saint Kitts y Nevis, Santa Luc�a, San Vicente y las Granadinas, Suriname, Trinidad y Tabago |
ASIA | Rep�blica de Corea, Tailandia |
India, Pakist�n, Filipinas | Bahrein, Bangladesh, Brunei Darussalam, Hong Kong, China, Indonesia, Kuwait, Macao, Malasia, Maldivas, Mongolia, Myanmar, Qatar, Singapur, Sri Lanka, Emiratos �rabes Unidos |
EUROPA | Bulgaria, Chipre | Turqu�a | Malta, Rumania |
OCEAN�A | Pap�a Nueva Guinea | Islas Salom�n, Fiji | |
N�mero de pa�ses | 12 | 8 | 80 |
Fuente: Recopilaciones basadas en la documentaci�n de referencia de la Secretar�a de la OMC.
Cuadro 3 - Gastos totales relativos a las medidas de la Caja verde (millones de d�lares EE.UU.), por miembros de la OMC en 1995-99
Pa�s | 1995 | 1996 | ||
Cantidad (millones de d�lares EE.UU.) | Parte porcentual de los gastos totales notificados de los miembros de la OMC | Cantidad (millones de d�lares EE.UU.) |
Parte porcentual de los gastos totales notificados de los miembros de la OMC | |
Total general de los gastos notificados de los miembros de la OMC: | 129 440 | 100,00 | 126 735 | 100,00 |
Pa�ses desarrollados | 110 173 | 85,10 | 110 958 | 87,60 |
Pa�ses en desarrollo | 19 266 | 14,91 | 15 776 | 12,50 |
Pa�ses en desarrollo | ||||
Argentina | 0,00 | 137 | 0,11 | |
Bahrein | 0,00 | 0 | 0,00 | |
Botswana | 11 | 0,01 | 0,00 | |
Brasil | 4 883 | 3,77 | 2 600 | 2,05 |
Chile | 176 | 0,14 | 170 | 0,13 |
Colombia | 318 | 0,25 | 578 | 0,46 |
Cuba | 908 | 0,70 | 1 090 | 0,86 |
Chipre | 130 | 0,10 | 128 | 0,10 |
Fiji | - | 0,00 | 16 | 0,01 |
Gambia | n.d. | 0,00 | ||
Guyana | 0,00 | 0,00 | ||
India | 2 196 | 1,70 | 0,00 | |
Jamaica | 0,00 | 7 | 0,01 | |
Kenya | 53 | 0,04 | 66 | 0,05 |
Corea, Rep. de | 5 174 | 4,00 | 6 443 | 5,08 |
Malasia | 244 | 0,19 | 300 | 0,24 |
Malta | 1 | 0,00 | 0,00 | |
M�xico | 1 626 | 1,26 | 0,00 | |
Mongolia | n.d. | n.d. | ||
Marruecos | 157 | 0,12 | 378 | 0,30 |
Namibia | 50 | 0,04 | 0,00 | |
Pakist�n | 440 | 0,34 | 392 | 0,31 |
Paraguay | 23 | 0,02 | 9 | 0,01 |
Filipinas | 136 | 0,11 | 282 | 0,22 |
Rumania | 730 | 0,56 | 756 | 0,60 |
Tailandia | 1 353 | 1,05 | 1624 | 1,28 |
Trinidad y Tabago | 61 | 0,05 | 98 | 0,08 |
T�nez | 30 | 0,02 | 39 | 0,03 |
Uruguay | 18 | 0,01 | 33 | 0,03 |
Venezuela | 539 | 0,42 | 618 | 0,49 |
Zimbabwe | 14 | 0,01 | 12 | 0,01 |
Pa�ses desarrolladosa/ | ||||
Australia | 707 | 0,55 | 740 | 0,58 |
Canad� | 1 539 | 1,19 | 0,00 | |
Rep�blica Checa | 132 | 0,10 | 197 | 0,16 |
CE | 24 110 | 18,63 | 28 378 | 22,39 |
Hungr�a | 105 | 0,08 | - | 0,00 |
Islandia | 30 | 0,02 | 50 | 0,04 |
Israel | 292 | 0,23 | 414 | 0,33 |
Jap�n | 32 859 | 25,39 | 25 020 | 19,74 |
Nueva Zelandia | 128 | 0,10 | 136 | 0,11 |
Noruega | 647 | 0,50 | 638 | 0,50 |
Polonia | 436 | 0,34 | 549 | 0,43 |
Rep�blica Eslovaca | 1 | 0,00 | 1 | 0,00 |
Eslovenia | 85 | 0,07 | 91 | 0,07 |
Sud�frica | 763 | 0,59 | 525 | 0,41 |
Suiza-Liechtenstein | 2 299 | 1,78 | 2 404 | 1,90 |
Estados Unidos | 46 041 | 35,57 | 51 815 | 40,88 |
Fuente: V�ase Cuadro 2. a/ Incluidas las econom�as en transici�n de Europa Central y Oriental (salvo Rumania). Nota: Los pa�ses figuran por orden alfab�tico y seg�n la clasificaci�n utilizada por la OMC.
Cuadro 4 - Distribuci�n de las crestas arancelarias por grupos de productos agropecuarios (grupo de la Comunidad Europea, Jap�n y los Estados Unidos)a/
Grupo de productosb/ | N�mero de l�neas arancelarias | Crestas arancelarias | ||||
Total | 20-29 % | 30-99 % | >100 % | No. de crestas | Parte del total (%) | |
Comunidad Europea (CE) Carne, animales vivos (1-2) Pescado y crust�ceos (3) Productos l�cteos (4) Frutas y hortalizas (7-8) Cereales, harinas, etc. (10-11) Aceites veg., grasas, semillas oleaginosas (12,15) Carne y pescado, prep. y en cons. (16) Az�car, cacao y prep. (17,18) Frutas, hortalizas preparadas (20) Otros productos de �ndole alimentaria (19,21) Bebidas y tabaco (22,24) Otros productos agr�colas (5-6, 9, 13-14, 23) Todos los productos agr�colas y pesqueros (1-24) Jap�n Carne, animales vivos (1-2) Pescado y crust�ceos (3) Productos l�cteos (4) Frutas y hortalizas (7-8) Cereales, harinas, etc. (10-11) Aceites veg., grasas, semillas oleaginosas (12,15) Carne y pescado en conserva y preparado (16) Az�car, cacao y prep. (17,18) Frutas y hortalizas preparadas (20) Otros productos de ind. alim. (19,21) Bebidas y tabaco (22,24) Otros prod. agr. (5-6, 9, 13-14, 23) Todos los productos agr�colas y pesqueros (1-24) Estados Unidos Carne, animales vivos (1-2) Pescado y crust�ceos (3) Productos l�cteos (4) Frutas y hortalizas (7-8) Cereales, harina, etc. (10-11) Aceites vegetales, grasas, semillas oleaginosas (12,15) Carne, pescado en conserva y preparado (16) Az�car, cacao y prep. (17,18) Frutas y hortalizas prep. (20) Otros prod. de ind. alim. (19,21) Bebidas y tabaco (22,24) Otros prod. agr. (5-6, 9, 13-14, 23) Todos los productos agr�colas y pesqueros (1-24) |
351 373 197 407 174 211 105 75 310 90 202 231 2 726
136 189 146 209 132 161 101 80 231 232 65 208 1 890
116 114 251 269 59 124 90 144 169 156 126 161 1 779 |
68 45 21 10 29 0 17 34 70 27 9 4 343
3 0 45 1 37 1 21 26 52 113 8 0 307
6 0 29 13 0 0 1 6 3 11 1 0 70 |
79 0 77 5 75 8 8 6 39 8 15 14 334
19 0 57 2 24 1 3 19 5 2 0 0 132
0 0 58 0 0 2 1 13 2 18 3 2 99 |
14 0 9 1 0 2 0 0 1 0 2 4 33
7 0 22 7 10 3 3 6 2 15 0 0 75
0 0 9 0 0 2 0 2 3 2 8 0 26 |
161 45 107 16 104 10 25 40 110 35 26 22 701
29 0 122 10 71 5 27 51 59 130 8 0 514
6 0 96 13 0 4 2 21 8 31 12 2 195 |
46 12 54 4 60 5 24 53 35 39 13 10 26
21 0 84 5 54 3 27 64 26 56 12 0 27
5 0 38 5 0 3 2 15 5 20 10 1 11 |
a/ Por crestas arancelarias se
entienden los aranceles NMF de 20 por ciento o m�s. b/ Los cap�tulos del SA est�n entre par�ntesis. Fuente: C�lculos de la Secretar�a de la FAO basados en los datos de la UNCTAD/OMC (1997), "The post-Uruguay Round tariff environment for developing countries" (El entorno arancelario para los pa�ses en desarrollo despu�s de la Ronda Uruguay),TD/B/COM.1/14, cuadros 1-3. |
Cuadro 5 - Medidas de salvaguardia especial (SGE) para la agricultura: posibles aplicaciones y acciones de los miembros de la OMC
Miembro | Posible aplicaci�n de las SGE | Fudamentos de ls medidas adoptadas y
n�mero de partidas arancelarias involucradas, 1995-98 |
||
N�mero de partidas arancelarias | N�mero de grupos de productos (partida de 4 d�gitos del SA) | Precio | Volumen | |
Pa�ses desarrollados* | ||||
Australia | 10 | 2 | ||
Bulgaria | 21 | 9 | ||
Canad� | 150 | 37 | ||
Rep�blica Checa | 236 | 29 | ||
CE | 539 | 72 | 26 a/ | 47 a/ |
Hungr�a | 117 | 117 | ||
Islandia | 462 | 121 | ||
Israel | 41 | 14 | ||
Jap�n | 121 | 27 | 4 b/ | 73 b/ |
Nueva Zelandia | 4 | 2 | ||
Noruega | 581 | 141 | ||
Polonia | 144 | 133 | 10 b/ | 1 c/ |
Rep�blica Eslovaca | 114 | 28 | 1 c/ | |
Sud�frica | 166 | 75 | ||
Suiza-Liechtenstein | 961 | 134 | ||
Estados Unidos | 189 | 26 | 24 a/ | 6 a/ |
Total parcial | 3 856 | 967 | 64 | 128 |
Pa�ses en desarrollo | ||||
Barbados | 37 | 24 | ||
Botswana | 161 | 71 | ||
Colombia | 56 | 55 | ||
Costa Rica | 87 | 24 | ||
Ecuador | 7 | 1 | ||
El Salvador | 84 | 23 | ||
Guatemala | 107 | 35 | ||
Indonesia | 13 | 4 | ||
Corea, Rep. de | 111 | 34 | 8 c/ | |
Malasia | 72 | 12 | ||
M�xico | 293 | 83 | ||
Marruecos | 374 | 46 | ||
Namibia | 166 | 75 | ||
Nicaragua | 21 | 14 | ||
Panam� | 6 | 2 | ||
Filipinas | 118 | 36 | ||
Rumania | 175 | 14 | ||
Swazilandia | 166 | 75 | ||
Tailandia | 52 | 23 | ||
T�nez | 32 | 13 | ||
Pa�ses en desarrollo | ||||
Uruguay | 2 | 1 | ||
Venezuela | 76 | 63 | ||
Total parcial | 2 216 | 728 | 8 | 0 |
Todos los miembros OMC | 6 072 | 1 695 | 74 | 128 |
Fuente: v�ase el Cuadro 2. Nota: Los pa�ses est�n en orden alfab�tico y seg�n la clasificaci�n utilizada por la OMC.
a/ 8-d�git. del SA.
b/ 9-d�git. del SA.
c/ 6-d�git. del SA.
*Incluidas las econom�as en transici�n de Europa Central y Oriental (salvo Rumania).
Cuadro 6 - Medidas de salvaguardia especial (SGE) par la agricultura: posible aplicaci�n y acci�n de los miembros de la OMC por categor�a de productos
Categor�a de productos | Posible aplicaci�n de SGE | Fundamentos de las medidas adoptadas y n�mero de partidas arancelarias involucradas, 1996-98 | ||
N�mero de partidas arancelarias | Porcentaje del n�mero total de partidas arancelarias | Precio | Volumen | |
Cereales | 1 087 | 17,9 | 7 | 2 |
Semillas oleaginosas, grasas y aceites y productos | 706 | 11,6 | 5 | |
Az�car y pasteles | 291 | 4,8 | 23 | |
Productos l�cteos | 715 | 11,8 | 15 | 20 |
Productos pecuarios y derivados | 1 327 | 21,9 | 5 | 47 |
Huevos | 74 | 1,2 | 1 | |
Bebidas y licores | 329 | 5,4 | 1 | |
Frutas y hortalizas | 809 | 13,3 | 1 | 48 |
Tabaco | 73 | 1,2 | ||
Fibras agr�colas | 13 | 0,2 | 5 | |
Caf�, t�, mate, cacao y preparados; especias y otras preparaciones de alimentos | 277 | 4,6 | 6 | 1 |
Otros productos agr�colas | 371 | 6,1 | 8 | |
Todas las categor�as de productos | 6 072 | 100,0 | 72 | 123 |
Fuente: V�ase Cuadro 2.
Cuadro 7 - Importaciones de los Estados Unidos: - N�mero de contravenciones citadas por retenci�n de importaciones por la Administraci�n de Productos Alimenticios y Farmac�uticos de los Estados Unidos y su importancia relativa, julio de 1996 - junio de 1997
Raz�n de la contravenci�n | �frica | Am�rica Latina y el Caribe | Europa | Asia | Total | |||||
N�mero | % | N�mero | % | N�mero | % | N�mero | % | N�mero | % | |
Aditivos alimentarios | 2 | 0,7 | 57 | 1,5 | 69 | 5,8 | 426 | 7,4 | 554 | 5,0 |
Residuos de plaguicidas |
0 | 0,0 | 821 | 21,1 | 20 | 1,7 | 23 | 0,4 | 864 | 7,7 |
Metales pesados | 1 | 0,3 | 426 | 10,9 | 26 | 2,2 | 84 | 1,5 | 537 | 4,8 |
Molde | 19 | 6,3 | 475 | 12,2 | 27 | 2,3 | 49 | 0,8 | 570 | 5,1 |
Contaminaci�n microbiol�gica | 125 | 41,3 | 246 | 6,3 | 159 | 13,4 | 895 | 15,5 | 1 425 | 12,8 |
Decomposici�n | 9 | 3,0 | 206 | 5,3 | 7 | 0,6 | 668 | 11,5 | 890 | 8,0 |
Inmundicia | 54 | 17,8 | 1 253 | 32,2 | 175 | 14,8 | 2 037 | 35,2 | 3 519 | 31,5 |
Alimentos en conserva de bajo contenido de �cido | 4 | 1,3 | 142 | 3,6 | 425 | 35,9 | 829 | 14,3 | 1 400 | 12,5 |
Etiquetado | 38 | 12,5 | 201 | 5,2 | 237 | 20,0 | 622 | 10,8 | 1 098 | 9,8 |
Otros | 51 | 16,8 | 68 | 1,7 | 39 | 3,3 | 151 | 2.6 | 309 | 2,8 |
Totales | 303 | 100 | 3 895 | 100 | 1 184 | 100 | 5 784 | 100 | 11 166 | 100 |
Fuente: FAO (1999), "The importance of food quality and safety for developing countries" (La importancia de la calidad e inocuidad de los alimentos para los pa�ses en desarrollo), Comit� de Seguridad Alimentaria Mundial,CFS: 99/3.
Cuadro 8 - Gastos en alimentos en porcentaje de los gastos de consumo familiar en los pa�ses de bajos ingresos con d�ficit de alimentos y en otras econom�as en desarrollo y en transici�n
Pa�s | Porcentaje de los gastos en alimentos en el total de los gastos familiares | A�o/per�odo | Pa�s | Porcentaje de los gastos en alimentos en el total de los gastos familiares | A�o/per�odo |
(%) | (%) | ||||
Pa�ses de bajos ingresos con d�ficit de alimentos (PBIDA): |
Otros pa�ses en desarrollo: | ||||
Rwanda | 80,6 | 1982/83 | Uganda | 68,0 | 1989/90 |
Zambia | 80,2 | 1974/75 | Per� | 54,5 | 1985/86 |
Albania | 75,0 | 1997 | Argelia | 52,6 | 1988 |
Togo | 69,2 | 1988/89 | M�xico | 50,6 | 1984 |
Ghana | 66,4 | 1987/88 | Marruecos | 50,6 | 1984/85 |
India | 65,4 | 1986/87 | Jamaica | 50,5 | 1984 |
Bangladesh | 63,4 | 1988/89 | Seychelles | 49,4 | 1983/84 |
Tanzania, R.U. de | 62,5 | 1969 | Letonia | 49,0 | 1997 |
Sri Lanka | 61,4 | 1985/86 | Fiji | 45,9 | 1977 |
Egipto | 60,1 | 1981/82 | Mauricio | 45,8 | 1986/87 |
Nepal | 59,4 | 1984/85 | Ir�n, Rep.Isl�m del | 45,2 | 1989 |
Indonesia | 56,8 | 1987 | Colombia | 44,5 | 1972 |
China | 56,2 | 1990 | T�nez | 44,0 | 1985 |
Samoa | 55,2 | 1971/72 | Macao | 42,7 | 1981/82 |
Guatemala | 54,8 | 1979/81 | Tailandia | 41,7 | 1988 |
Filipinas | 53,9 | 1988 | Jordania | 40,4 | 1986/87 |
Hait� | 53,6 | 1986/87 | Uruguay | 39,2 | 1982/83 |
Nigeria | 50,6 | 1980/81 | Hong Kong, China | 39,0 | 1989/90 |
C�te d'Ivoire | 49,1 | 1979 | Costa Rica | 38,7 | 1987/88 |
Pakist�n | 44,5 | 1987/88 | Malasia | 38,6 | 1980/82 |
Lesotho | 37,8 | 1986/87 | Singapur | 37,3 | 1987/88 |
Swazilandia | 31,6 | 1985 | Nueva Caledonia | 36,3 | 1980/81 |
Bahamas | 30,5 | 1973 | Botswana | 36,2 | 1985/86 |
Sierra Leona | 30,3 | 1969/70 | Guyana Francesa | 33,3 | 1984/85 |
Econom�as en transici�n: | Otros pa�ses en desarrollo: | ||||
Rumania | 58,6 | 1997 | Panam� | 33,3 | 1983/84 |
Bulgaria | 54,3 | 1997 | Martinica | 33,2 | 1984/85 |
Lituania | 52,2 | 1997 | Turqu�a | 33,0 | 1987 |
Croacia | 40,1 | 1991 | Corea, Rep. de | 32,0 | 1990 |
Estonia | 39,9 | 1997 | Guadalupe | 30,9 | 1984/85 |
Rep. Eslovaca | 37,3 | 1997 | Kuwait | 29,7 | 1986/87 |
Rep. Checa | 30,5 | 1996 | Chipre | 29,4 | 1984/85 |
Polonia | 28,0 | 1995 | Brasil | 28,7 | 1987/88 |
Eslovenia | 22,5 | 1997 | Trinidad y Tabago | 28,3 | 1981/82 |
Hungr�a | 17,7 | 1995 | Antillas Neerlandesas | 27,9 | 1981 |
Reuni�n | 23,3 | 1986/87 | |||
Islas Caim�n | 22,1 | 1983/84 | |||
Bermudas | 18,8 | 1982 |
Fuente: Los datos sobre los PBIDA y otros pa�ses en desarrollo se han sacado del compendio de estad�sticas sobre consumo de alimentos obtenidas de encuestas familiares realizadas en los pa�ses en desarrollo, vol�menes 1 y 2, FAO Economic and Social Development Paper 116 (Documento 116 sobre desarrollo econ�mico y social, de la FAO); los datos de las econom�as en transici�n se han obtenido de la OCDE (1998), Agricultural policies in non-OECD countries: monitoring and evaluation 1998, statistical annex, annex table 10. (Pol�ticas agr�colas en los pa�ses no pertenecientes a la OCDE: seguimiento y evaluaci�n 1998; anexo estad�stico, cuadro 10 del anexo).
Nota: Los datos de la FAO se basan en encuestas familiares nacionales que difieren mucho en lo que se refiere al alcance de la encuesta, los conceptos, las definiciones y el a�o y la modalidad del acopio de datos. De ah� que este cuadro debe tomarse como reflejo de una amplia gama de situaciones de los pa�ses seleccionados.
1 Para la definici�n y la lista de los pa�ses de bajos ingresos con d�ficit de alimentos, v�ase el sitio web sobre el programa especial de la FAO para la seguridad alimentaria (www.fao.org/spfs/lifdc). V�ase tambi�n el Cuadro 1 para la lista actual.
2 V�ase, por ejemplo, Kruger, A., M. Schiff y A. Valdes (1988), Agricultural incentives in developing countries: measuring the effects of sectoral and economy-wide policies (Incentivos agr�colas en los pa�ses en desarrollo: efectos de las pol�ticas sectoriales y econ�micas) . World Bank Economic Review 2(3): 255-71.
3 Estas reformas se emprendieron principalmente en el marco de los programas de ajuste estructural. Algunas se realizaron como parte de los ajustes de pol�tica para cumplir acuerdos comerciales regionales, mientras que otras se debieron a las negociaciones y los compromisos de la Ronda Uruguay.
4 V�ase FAO (1997), "National agricultural development strategies towards 2010," (Estrategias nacionales para el desarrollo agr�cola hacia el 2010) para algunos de los PBIDA.
5 V�ase Tangermann, S. y T. Josling (1999), "The Interests of Developing Countries in the Next Round of WTO Agricultural Negotiations" (Los intereses de los pa�ses en desarrollo en la pr�xima Ronda de negociaciones agr�colas de la OMC), documento preparado por UNCTAD (http/ www.unctad.org/en/docs/agwto.pdf).
6 V�ase Yamazaki, F. (1996) "Potential erosion of trade preferences in agricultural products," (Posible reducci�n de las preferencias comerciales en los productos agropecuarios) Food Policy, 21 (4/5).
7 Otros de los acuerdos relacionados espec�ficamente con la agricultura son: el Acuerdo sobre la aplicaci�n de medidas sanitarias y fitosanitarias (MSF), el Acuerdo sobre los obst�culos t�cnicos al comercio (OTC); el Acuerdo sobre los aspectos de los derechos de propiedad intelectual relacionados con el comercio (ADPIC). La Decisi�n sobre las medidas relativas a los posibles efectos negativos del programa de reforma en los pa�ses menos adelantados y los pa�ses en desarrollo importadores netos de alimentos es tambi�n muy pertinente.
8 Para los pa�ses desarrollados, el l�mite de minimis correspondiente es 5 por ciento.
9 Es importante se�alar que todas estas pol�ticas de la "caja verde" se refieren a un conjunto amplio de medidas que se considera que tienen poco efecto en la producci�n y el comercio y, por lo tanto, se permite que contin�en. Tales pol�ticas no son necesariamente "verdes" en el sentido ambiental. Puede producirse una gran confusi�n porque mientras en la "caja verde" hay pol�ticas ambientalmente verdes, la caja contiene tambi�n muchos otros tipos de medidas de pol�tica.
10 V�ase, por ejemplo, Tyers, R. y K. Anderson (1992), Disarray in World Food Markets: A Quantitative Assessment (Desarticulaci�n en los mercados mundiales de alimentos: evaluaci�n cuantitativa), Cambridge University Press; y Vald�s, A. y J. Zietz (1980), "Agricultural protection in OECD countries: its costs to less developed countries," (Protecci�n agr�cola en los pa�ses de la OCDE: sus costos para los pa�ses menos adelantados) IFPRI Research Report N�mero 21, IFPRI, Washington, D.C.
11 Los casos de estudio realizados por la FAO tanto en los pa�ses miembros de la OMC (por ejemplo, la India, Turqu�a y Bangladesh) como en los que no son miembros (por ejemplo, la Rep�blica Arabe Siria, el Yemen y el Sud�n) han demostrado que las posibilidades de aumentar la ayuda no referida a productos espec�ficos son mucho m�s limitadas que las posibilidades de aumentar la ayuda referida a productos espec�ficos.
12 Para superar este problema, algunos pa�ses notificaron su MGA corriente en d�lares, y revisaron tambi�n los niveles de la MGA de base en d�lares, mientras que otros han ajustado sus precios exteriores de referencia para dar cabida a modificaciones en los tipos de cambio. Estas correciones han sido puestas en tela de juicio en la OMC.
13 No obstante, para algunos productos de zonas templadas, los aranceles de los pa�ses desarrollados son mucho m�s altos.
14 "Preliminary Report on Market Access Aspects of UR Implementation" (Informe provisional sobre los aspectos de la ejecuci�n de la RU relativos al acceso a los mercados) COM/AGR/APM/TD/WP (99) 50, junio de 1999, OCDE, Par�s.
15 V�ase OMC (1999), Guide to the Uruguay Round Agreements (Gu�a a los acuerdos de la Ronda Uruguay), Kluwer Law International y Secretar�a de la OMC, Cuadro III.2. Aunque los aranceles de los productos tropicales fueron los que m�s se redujeron, la reducci�n se hizo desde una base muy baja (por ejemplo 5 - 10 por ciento). Por consiguiente, el efecto en el comercio puede ser mucho menor que una reducci�n del 26 por ciento a partir de una base muy alta.
16 V�ase por ejemplo, Lindland (1997), The Impact of the Uruguay Round on Tariff Escalation in Agricultural Products (Repercusiones de la Ronda Uruguay en la progresividad arancelaria de los productos agropecuarios), FAO (ESCP No.3) y OECD (1997) The Uruguay Round Agreement on Agriculture and Processed Agricultural Products (El Acuerdo sobre la Agricultura de la Ronda Uruguay y los productos agropecuarios elaborados), OECD, Paris.
17 Para un an�lisis pormenorizado del sistema del precio de acceso de la CE para las frutas y hortalizas, v�ase por ejemplo, Swinbank, A. (1996), "The Impact of the GATT Agreement on EU Fruit and Vegetable Policy," (Repercusiones del Acuerdo del GATT sobre la pol�tica de la UE relativa a las frutas y hortalizas), Food Policy, 20(4).
18 En algunos casos, por ejemplo los pepinos y los tomates, se dice que las condiciones de acceso a los mercados han empeorado despu�s de la adopci�n del sistema del precio de acceso.
19 V�ase Tangermann, S., Implementation of the Uruguay Round Agreement (Aplicaci�n del Acuerdo sobre la Agricultura de la Ronda Uruguay por parte de los principales pa�ses desarrollados), UNCTAD/ITD/16, Ginebra, 1995.
20 Por ejemplo, la CE ha unificado en sus compromisos de acceso m�nimo todas las hortalizas en una sola categor�a y todas las frutas en otra. Como consecuencia, las cantidades de las importaciones de la CE correspondientes a cada una de las dos categor�as durante 1986-88 fue m�s del 5 por ciento del consumo interno del a�o de base y el compromiso de acceso m�nimo no era aplicable. La situaci�n podr�a haber sido distinta si se hubiera utilizado el sistema de producto por producto.
21 En virtud de su arancelizaci�n, s�lo los 22 pa�ses en desarrollo que figuran en el cuadro 5 han reservado el derecho de invocar la cl�usula de salvaguardia especial para algunos de sus productos agropecuarios. A fines de mayo de 1997, ninguno de ellos, excepci�n hecha de la Rep�blica de Corea, hab�a invocado dicho derecho.
22 UNCTAD (1995), "Identification of New Trading Opportunities Arising from the Implementation of the UR Agreements in Selected Sectors and Markets" (Identificaci�n de las nuevas oportunidades comerciales que surgen en determinados sectores y mercados a ra�z de la aplicaci�n de los acuerdos de la RU) (TD/B/WG.8/2).
23 Como una prioridad para obtener una aceptaci�n m�s universal de sus normas, la Comisi�n del Codex Alimentarius alienta una participaci�n mayor de los pa�ses en desarrollo en sus comit�s, pero la financiaci�n para tal participaci�n es muy limitada.
24 La utilizaci�n de este instrumento permite que puedan variar los derechos que han aplicado con tal que mantengan el derecho m�ximo en un nivel no superior al derecho consolidado. Los pa�ses que tienen aranceles consolidados bastante altos pueden compensar de esa manera las variaciones de los precios de las importaciones reduciendo los aranceles cuando los precios suben y aument�ndolos cuando los precios bajan.