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Honduras - La mujer se abre camino en el mundo agroforestal

Mercedes Wiff

Mercedes Wiff es especialista en desarrollo de la comunidad. Ha trabajado en proyectos forestales de la FAO en El Salvador y Honduras.

Prólogo

DOÑA MARIA EN HONDURAS confía el éxito de las mujeres

Durante la reunión de la junta femenina de desarrollo comunal la presidente, doña María, había afirmado a sus compañeras que si los técnicos de la Corporación Hondureña de Desarrollo Forestal, COHDEFOR, no cumplían con sus promesas de incentivos para el trabajo, ella misma se comprometía a pagarles los días trabajados

El promotor de la COHDEFOR había llegado recientemente a proponer al asentamiento campesino un nuevo sistema para trabajar las tierras altas, muy erosionadas y casi descubiertas de vegetación. El apoyo que les había ofrecido consistia en granos para alimentos y herramientas agrícolas para la construcción de terrazas y reforestación de algunas zonas. Los hombres del asentamiento no habían demostrado ningún interés, ya que estaban ocupados trabajando las tierras del valle y desconfiaban de las novedades. Sin embargo, habían aceptado asignar a cada mujer una parcela de tierra para que probara.

María y nueve de sus compañeras sabían que esas tierras tan empinadas eran difíciles de trabajar con el sistema tradicional; sabían también que cada día la leña era más escasa y cara. Y se decidieron a probar, primero en el terreno de doña María y luego en el de las demás. He aquí la razón de su insistencia en pagar ella misma si los técnicos no cumplían: se daba perfecta cuenta de las mejores posibilidades de esta nueva manera de trabajar. Era además un desafío demostrar que las mujeres podían realizar algo diferente de las actividades caseras diarias.

La mujer que generalmente participaba tenía entre 30 y 45 años, edad en que la «cuota» de hijos ya había sido cumplida.

Antecedentes del proyecto

El interés de la COHDEFOR por la construcción de terrazas y reforestación había nacido a raíz de los innumerables daños causados por el huracán Fifí en 1974 en la costa norte de Honduras. Esta tragedia impulsó el estudio de la amenaza que representa el uso irracional de la tierra, la destrucción del bosque y la erosión acelerada del suelo causada por la agricultura migratoria. En 1976, asistida por el PNUD y la FAO, la Corporación creó el proyecto de planificación y ejecución de la corrección de las cuencas afectadas por el huracán Fifí en la Sierra de Omoa, una escarpada cordillera en el noreste del país de una extensión de 720 km². En 1978, el proyecto se extendió a una zona en la cuenca del lago Yojoa, el mayor del país, y en 1980 a una nueva región, Macuelizo-Pinaleio.

Las tres zonas del proyecto presentan características sociales y topográficas similares: alta densidad de población, 100 habitantes/km²; la mayor tasa de crecimiento del país, 4,8% (1961-74), y un promedio de 5,6 habitantes por vivienda, de los cuales el 85% usa leña o carbón como combustible. El sistema de tenencia de la tierra no es claro, ya que las zonas montañosas pertenecen generalmente al Estado o a los municipios. Sin embargo, existen algunos asentamientos campesinos que, no teniendo titulo legal de propiedad, poseen una carta de garantía de ocupación. Son tierras de vocación forestal, de fuertes pendientes, inclusive mayores del 60%, en las cuales el campesino realiza cultivos migratorios: tala y quema el bosque para cultivar su milpa (maíz y frijol) y después de 2 ó 3 años se ve forzado a encontrar otro lugar, cada vez más arriba, porque la tierra está «cansada» Y vuelve a talar, quemar y cultivar. Este sistema sin control de quemar y cultivar empobrecía la tierra y a los mismos campesinos y motivó a la COHDEFOR a promover la construcción de terrazas con el objetivo de proteger el recurso bosque, enseñando al campesino un nuevo sistema para conservar sus recursos naturales.

La COHDEFOR constataba que el campesino, al utilizar la forma tradicional de cultivo, no tenía más remedio que destruir el bosque para cubrir en parte una de sus necesidades básicas: alimentarse Sin embargo, el mismo campesino reconocía que el bosque se le alejaba cada día más, y con él las posibilidades de obtener leña y madera.

Inicios. Las primeras actividades fueron realizadas por el proyecto en la Sierra de Omoa, en la parte alta de San Pedro Sala, ciudad industrial del país Se reubicaron 200 familias campesinas que vivían en las cuencas y se formaron tres grupos de jornaleros integrados por los mismos campesinos reubicados. Estos grupos trabajaron en el mantenimiento de caminos, construcción de terrazas y reforestación en las tierras situadas en las cuencas de las tomas de agua potable para San Pedro Sala. Durante este periodo, el proyecto detectó la necesidad de que las tierras fueran cultivadas por los propios dueños y no por jornaleros, ya que así las condiciones de mantenimiento y uso serían mejores

El interés del proyecto se volcó en promover la participación de campesinos que pudieran trabajar su propia tierra, ya fuera en grupo o en forma individual. La promoción para la participación no hacia distinción ni énfasis en hombres o mujeres; sólo invitaba a los campesinos a participar en actividades de conservación de suelos, cultivos en terrazas con técnicas adecuadas, reforestación y protección forestal.

Los campesinos miraban con muchas dudas el trabajo agrícola de las mujeres, sobre todo las terrazas, sin saber qué cosa eran y para qué cosa eran y para qué servían.

La primera respuesta a la intensa labor del promotor social vino de la junta femenina, mujeres que vivían en Choloma, una de las aldeas más afectadas por el huracán, en la Colonia «11 de abril». Diez mujeres iniciaron la construcción de terrazas de banco para cultivar hortalizas. El grupo anteriormente había cultivado pequeños lotes de tierra en forma tradicional, lo cual no reportaba grandes ingresos; más bien tendía a mantener las mujeres en las mismas labores de cada día. De actividades productivas sabían muy poco o casi nada; sus maridos eran los que trabajaban la tierra en mayor escala, cosechaban y vendían los productos obtenidos en los cultivos del valle.

El trabajo del grupo de mujeres en un principio era muy irregular, pues disponían de las horas que les quedaban libres de los quehaceres del hogar Como tenían diferentes actividades, no todas disponían del mismo tiempo libre; esto muchas veces les ocasionaba problemas de relaciones en el trabajo, ya que unas trabajaban más tiempo que otras. Por otra parte, los campesinos miraban con mucho escepticismo el trabajo agrícola de las mujeres, sobre todo las terrazas, poniendo en duda su utilidad. Pensaban que se cansarian pronto y abandonarían el trabajo. Pero no fue así. El proyecto, a través del promotor social y de los técnicos de campo, las motivó a organizar mejor su tiempo de trabajo, tanto en el hogar como en las actividades de conservación de suelos, y posteriormente en las de cultivo, cosecha y venta Por ejemplo, se establecieron y respetaron horarios de trabajo. Se les enseñó a conocer mejor el uso adecuado de las herramientas en la construcción de terrazas Se les capacitó para utilizar mejores técnicas de siembra de hortalizas y plantación de frutales.

La efectiva participación de esas mujeres en tales actividades les dio confianza en si mismas y esto influyó a su vez en las decisiones de otras. Este esfuerzo se vio reconocido por el ingreso de 14 mujeres y 10 hombres más de la misma colonia. Unos meses más tarde, eran tres los grupos de mujeres y hombres del mismo asentamiento que obtenían beneficios inmediatos del trabajo con el nuevo sistema. En conjunto, los tres grupos se dedicaron a reforestar las tierras altas del asentamiento, tierras que no eran adecuadas para la construcción de terrazas, pero si para la plantación de árboles forestales. Cuarenta hectáreas fueron reforestadas con árboles para leña. Construyeron dos diques para riego y establecieron un vivero de frutales, no sólo para las plantaciones de sus obras de conservación de suelos, sino también para las de los otros grupos que comenzaban el mismo proyecto.

RECOGIDA DE LEÑA EN UNA ALDEA una apreciación precoz de/valor de/os bosques

TERRAZADO CONTRA LA EROSION construido por mujeres entre 30 y 45 años

El campesino, al utilizar la forma tradicional de cultivo, no tenía más remedio que destruir el bosque para cubrir en parte una de sus necesidades básicas: alimentarse.

Muchas veces la mujer misma era uno de los obstáculos más difíciles de vencer.

El éxito del esfuerzo inicial de doña María y su grupo se reflejó en la aceptación de las nuevas técnicas por parte de campesinos de otras aldeas Después de cuatro años de trabajo, habían participado 78 aldeas con un total de 1 834 campesinos, de los cuales 590 eran mujeres.

Observaciones

Se podría decir que la razón inicial de la numerosa participación de las mujeres en este proyecto, un 32%, fue el rechazo por parte de los hombres de las nuevas actividades hasta que su buen funcionamiento no fuese demostrado El promotor social supo aprovechar la situación y transformar el interés de las mujeres de la junta femenina en una participación activa. Aun cuando esta participación no estaba explícitamente planificada, el proyecto abrió la posibilidad para ello, estimulando y apoyando las iniciativas necesarias a través de todas las etapas durante los cuatro años de actividades.

Pero no fue todo tan fácil como podría pensarse. Existían problemas tanto a nivel de los campesinos, como a nivel del personal de campo; este último, además de la falta de experiencia en el campo, desconfiaba de la participación de la mujer y sólo la práctica del trabajo en común logró cambiar su actitud a una de apreciación de la eficacia del trabajo femenino.

Los problemas a nivel de campesinos eran de tipo sociocultural, de capacitación y de servicios:

· La tradición ha mantenido, especialmente en las zonas rurales, la función de la mujer exclusivamente como madre, destinada a procrear, criar y alimentar a sus hijos; junto a esto, debe ocuparse de preparar los alimentos para la familia, acarrear agua y leña, atender a los ancianos, mantener un pequeño huerto cerca de casa y criar algunos animales. En estas tareas son ayudadas por sus hijas, las cuales desde pequeñas cuidan de sus hermanos menores y del acarreo de agua y leña especialmente En estas condiciones, muchas veces la mujer misma era uno de los obstáculos más difíciles de vencer ya que el trabajo de la casa le parecía más que suficiente, sin tener que añadir otro nuevo, como ir al monte.

· La mujer que participaba era generalmente la que tenía entre 30 y 45 años, edad en que la «cuota»de hijos ya ha sido cumplida y el papel de madre ha dejado de tener la misma importancia que en años anteriores. Eran mujeres con hijos en edad de colaborar en las labores de casa, con cierto grado de independencia, muchas de ellas dirigentes o participantes en grupos comunitarios. Así podían decidir su participación y apoyar la de sus compañeras en actividades diferentes a las de su función como mujer, sin recibir una critica negativa y aislante por parte de sus comunidades.

· En la familia campesina es el hombre el que trabaja y aporta dinero para mantenerla. El hecho de que la mujer trabaje es un índice de desprestigio para él y le hace aparecer ante los demás como incapaz de proveer a su hogar. Era ésta la situación de muchas mujeres que queriendo participar, no tenían la autorización de sus maridos para hacerlo Sólo un pequeño porcentaje de hombres aceptaba que su mujer trabajase y lo consideraba como una ayuda y medio de realización personal.

· Los problemas de capacitación y servicio generalmente derivan de los anteriores. La campesina, por ejemplo, abandona la escuela a temprana edad para ayudar en las actividades del hogar o para contraer matrimonio. La poca instrucción que logra recibir, la olvida por desuso Además, no tiene tiempo de asistir a una escuela nocturna, no sólo por falta de interés, sino también por la venida de los hijos; su función de madre y esposa es más importante.

· El hombre y la mujer con una educación y capacitación adecuadas podrían colaborar efectivamente en el progreso de sus familias y de sus comunidades. Pero la capacitación llega especialmente al hombre. Es necesario ofrecer la misma capacitación y oportunidades educacionales a la mujer para facilitar la realización de trabajos productivos.

· Es un hecho que, a pesar de todas las disposiciones y garantías legales de la reforma agraria, pocas mujeres se beneficien plenamente de ella.

· Si la mujer llega a lograr un trabajo agrícola, carece de créditos para trabajar por no poseer titulo o propiedad del terreno que pueda respaldarla. Este problema también puede darse en el caso de los hombres, pero sucede en menor grado

MUJERES NICARAGÜENSES ASISTEN A UN FILME SOBRE LOS BOSQUES ¿puede tener aquí e/mismo éxito que en Honduras?

En otras ocasiones, algunas mujeres se han agrupado para obtener una parcela de tierra prestada por la comunidad o el asentamiento, con el riesgo a menudo de vérsela reclamada una vez en obra de conservación y plantación.

A pesar de todo, la práctica ha demostrado la valiosa contribución de la mujer en las actividades de conservación de suelos y reforestación. Sin embargo, será necesario realizar algunas modificaciones en la planificación y en las actividades de los proyectos, para asegurar su participación en futuros programas.

· Se deben planificar programas que contemplen la participación de la mujer, en los cuales tanto hombres como mujeres tengan las mismas oportunidades. Se deberá establecer un porcentaje de participación de mujeres.

· Es necesario preparar personal, promotores y técnicos de campo para que organicen y planifiquen acciones para la promoción adecuada y para una efectiva participación, tanto del hombre como de la mujer.

· Se deben examinar los obstáculos legales o de interpretación en lo que concierne a la tenencia de la tierra, y ver la manera de subsanarlos en beneficio de una mayor participación de la mujer en actividades productivas.

· Se deben poner a disposición de la mujer sistemas de capacitación efectivos, considerando las demás actividades que debe realizar cada día; ofrecer una capacitación adecuada al cambio de actividades que deberá realizar, en la que se consideren programas sencillos, que progresivamente mejoren sus condiciones educativas Así podrá aplicar las nuevas técnicas con mayor conocimiento.

· Los programas deberán basarse en una tecnología apropiada con práctica y métodos de sencilla aplicación Se recomiendan las herramientas usadas normalmente, de empleo sencillo (azadón, pala, rastrillo, machete), que las mujeres puedan comprar con sus propios ingresos o a través de programas específicos

· Si se le permite gozar de esta capacitación y entrenamiento, la existencia de la mujer no estará justificada sólo por la maternidad - muchas veces vista como jubilación: más hijos, más mano de obra, más ingresos - sino que además podrá cumplir una función social y económica más productiva Según algunos participantes, plantar árboles puede ser uno de los mejores sistemas de jubilación: «Trabajo mientras puedo y después tengo mis arbolitos».

Las sugerencias dadas anteriormente no podrán prosperar si no existe un interés real por cambiar y si no se asocia al hombre a todas las actividades que involucren a la mujer. De la comprensión y entendimiento mutuo podrán depender las transformaciones necesarias para una participación realmente efectiva.

Los cambios podrán realizarse poco a poco, de acuerdo al ritmo de cada comunidad, tomando en cuenta las costumbres locales. Los métodos de promoción y la participación de la familia y de las comunidades son otros factores de gran importancia

Sobre todo hay que tener presente que si la mujer no tiene conciencia de su propia capacidad para colaborar en el desarrollo, su participación puede ser muy limitada o nula. Y si no se considera su participación, se perderá la mitad de los recursos humanos.


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