Como en la introducción de cualquier nuevo tipo de tecnología y sistema agrícola, se presentan barreras no técnicas. En este estudio se ha puesto interés en algunas barreras no técnicas y riesgos potenciales que son característicos del contexto nicaragüense.
El mayor obstáculo para las inversiones a largo plazo en este momento en Nicaragua lo constituye el tema de la propiedad. Se discute la posibilidad de devolución de muchas propiedades que fueron confiscadas durante el Gobierno Sandinista a sus propietarios anteriores. La situación actual poco clara crea una gran incertidumbre y, con ello, un clima poco propicio para las inversiones. Para el caso de las plantaciones forestales este punto constituye un problema especial ya que su ejecución requiere una planificación relativamente extensa.
Otras razones para la precaución a la hora de hacer nuevas inversiones dentro de la industria azucarera es el plan del actual Gobierno de reducir los impuestos a la importación del azúcar. Ya que las industrias azucareras de todo el mundo están aún fuertemente protegidas, con precios mundiales de mercado menores al precio de costo del azúcar, esto constituye una seria amenaza para la industria azucarera nicaragüense.
Como respuesta a estos problemas, los ingenios tienden a centrarse en su negocio nuclear, producción de azúcar, y de este modo pierden la oportunidad de volverse más competitivos, vendiendo la electricidad como coproducto.
Un problema técnico de algunos ingenios de América Central y del Caribe es la tendencia a poseer un relativamente alto número de calderas, con el fin de obtener una fiabilidad elevada en el proceso de la molienda del azúcar. La desventaja es la relativamente baja eficiencia, a causa de la falta de economías de escala. En el sector de la generación de electricidad, sin embargo, el desarrollo durante la última década ha estado orientado a la instalación de una caldera por planta (hasta unidades de 600 MWe), pero con un alto nivel de control automático. Un adelanto en esa dirección incrementaría el rendimiento y reduciría los costos de inversión en el ingenio.
Un riesgo que es necesario mencionar es el hecho de que las plantas eléctricas a partir de eucalipto están situadas en un entorno en el que ya existe un mercado de leña, basado en gran medida en la insostenible extracción de madera de los bosques naturales. Se debe procurar de evitar que en el futuro, en caso que se produzca una escasez de madera, los ingenios compren el material leñoso en este mercado, forzados por los estrictos contratos de suministro de electricidad y los altos precios del búnker. Esto dañaría el carácter renovable de este tipo de generación. Es responsabilidad de los ingenios el prevenir estas situaciones mediante una planificación precisa del suministro de combustible. Además, el Gobierno podría tomar parte en el control del suministro de madera a los grandes consumidores de la misma.
Una vez probada en la práctica la viabilidad financiera y económica de este tipo de generación de electricidad, otra tarea del Gobierno podría ser controlar la clase de terreno que se usará para este tipo de plantaciones. Al parecer no es deseable que se utilicen los bosques naturales existentes y otras valiosas áreas naturales para este tipo de actividades. La atención deberá dirigirse más bien hacia las situaciones en las que ambos reciban beneficios y en las que la viabilidad financiera se combine con efectos aptos para el suelo. La atención debería dirigirse, por tanto, hacia los suelos degradados y marginales que no tienen otro uso y hacia terrenos de escaso valor natural