por la SECRETARÍA DE LA FAO
Documento preparado para la Junta Latinoamericana de Expertos en la Industria del Papel y Celulosa, reunida en Buenos Aires (Argentina) del 19 de octubre al 2 de noviembre de 1954.1
1 Redactado en colaboración con la Comisión Económica de las Naciones Unidas para América Latina y la Administración de Asistencia Técnica, en cooperación con la Comisión Económica para Europa.
El problema de financiar el desarrollo de la industria del papel y celulosa en América Latina es parte del problema más amplio de liberar y obtener fondos que puedan invertirse en todas las ramas de la actividad económica del continente y de orientar su empleo hacia tales inversiones. En gran número de publicaciones oficiales y privadas, se han analizado en estos últimos años las causas y efectos de la escasez crónica de capital en las regiones menos desarrolladas del mundo y, sobre todo, en América Latina. El presente documento no pretende abordar este problema.
Conviene señalar que se habla de escasez de capital en términos relativos con respecto a la enorme necesidad de capital derivada del rápido ritmo del desarrollo económico. En realidad, la tasa de inversión en los países de América Latina es más bien alta en su conjunto, siendo la cifra bruta de inversiones del 16 al 17 por ciento de los ingresos brutos. Por lo común, sólo una fracción de este total - algo así como una cuarta o una tercera parte - se orienta hacia la industria manufacturera. Por otra parte, tal vez la mitad de esta fracción, son reinversiones y no nuevas inversiones. La industria de papel y celulosa es solamente una de las numerosas ramas de la industria manufacturera en que es urgente la necesidad de desarrollo.
Cabe, por tanto, preguntarse cuál es el grado de urgencia de esta necesidad y en qué forma puede lograrse el fomento de la industria de papel y celulosa equilibrándolo con el de otros sectores cuyas necesidades son también apremiantes. Las respuestas a estas preguntas pertinentes, no encuadran en el presente documento y en verdad variarán de un país a otro, pero tal vez sea posible indicar en forma breve algunas de las consideraciones que han de tomarse en cuenta al adoptar cualquier decisión sobre el problema.
Tales consideraciones son primordialmente - pero no exclusivamente - de carácter económico; se relacionan con la política económica de cada país y con las entidades a través de las cuales se aplica tal política, ya se trate de juntas de planificación, bancos centrales, corporaciones de fomento o sistemas fiscales. Puede suponerse que, si las demás condiciones son iguales, la afluencia de capital privado se orientará hacia aquellos sectores que ofrecen perspectivas más remuneradoras, teniendo en cuenta, naturalmente, los riesgos que ello entraña. Desde este punto de vista, la posibilidad de que la industria de papel y celulosa obtenga el capital que necesita depende totalmente, según parece, del porcentaje de utilidades que sea de esperar en comparación con el que se pueda conseguir en otros campos de inversión.
Sin embargo, esas otras condiciones están muy lejos de ser iguales; lo esencial de la planificación - ya sea que adopte la forma de la más moderada intervención económica o de reglamentación total - es estimular todas aquellas ramas de la actividad económica que se consideren de importancia.
La economía de todos los países latinoamericanos es una economía de libre empresa, pero sus gobiernos se preocupan, algunos más que otros, del problema de asegurar que el desarrollo económico se realice en forma ordenada, equilibrada y según un programa determinado. Esto entraña:
(a) la exigencia de determinar un orden de prelación en materia de desarrollo; y(b) adoptar las medidas necesarias para hacer efectivas esas prelaciones. Son muchos y muy variados los medios de que se dispone para aplicar un orden de prelación; entre ellos cabe mencionar los siguientes: empresas del Estado, préstamos concedidos por el Estado, préstamos por las instituciones públicas y semipúblicas, tributación discriminatoria, política fiscal, tipos preferenciales de cambio, etc. El grado en que se emplean estos diversos medios varía de un país a otro en América Latina, pero se puede afirmar, sin exageración, que en ninguno de estos países los gobiernos pueden permitir que sus normas de desarrollo se rijan exclusivamente por la forma en que el capital para inversiones afluye cuando se trata simplemente de aquellas empresas que rinden las mayores utilidades. En consecuencia, sería inútil y poco prudente tratar de valorar la posibilidad de obtener el capital necesario para la realización de proyectos en materia de papel y celulosa comparando las probables utilidades que se obtendrían en esa industria con las que es dable esperar en otros campos.
En vez de esa valoración conviene examinar cuáles son las pautas que han de servir de base para determinar los campos de inversión que un gobierno debe patrocinar o estimular y la medida en que la industria de papel y celulosa responde a tales pautas.
Desde un punto de vista ideal, para asignar determinado orden de prelación a un proyecto de desarrollo cualquiera, se ha de proceder a una valoración de la productividad social marginal. Después de un examen acerca de la disponibilidad y ubicación de los recursos materiales necesarios, se procede a estimar los gastos que entraña el proyecto. Esta estimación comprendería:
(a) el capital fijo (con indicación de las necesidades en materia de divisas extranjeras);(b) el capital de explotación (indicando por separado el monto de las divisas necesarias para la importación de materiales, combustible y piezas de repuesto, el pago de técnicos extranjeros y el interés sobre el capital extranjero);
(c) los gastos indirectos que no se incluyan en los planes del proyecto, como energía adicional, servicios de transporte y servicios sociales para la comunidad. De la cifra total bruta habría que deducir algunos elementos reductores de los costos que, generalmente, se derivan de los gastos indirectos; por ejemplo, es posible que la explotación de una nueva materia prima permita el desarrollo de otras industrias que aprovechen esta misma materia u otras que puedan haberse encontrado junto con ella; que los subproductos no previstos en el proyecto original se presten a la realización de un plan de desarrollo asociado; que algunos de los servicios a la comunidad tengan un valor no limitado al proyecto, etc.
Sólo entonces puede compararse el costo neto del proyecto con su contribución a la renta nacional durante la vida calculada de los bienes productivos. Los gastos de divisas que tal proyecto entraña pueden compararse en relación con sus efectos en el aumento de las exportaciones o en la reducción de las importaciones durante ese mismo período. Estos dos criterios permiten comparar un proyecto con otro desde el punto de vista económico y, en consecuencia, determinar un orden de prelación en materia de desarrollo.
Este es el procedimiento ideal, pero en la práctica rara vez es posible aplicarlo por las siguientes razones:
1. De ordinario, suele haber un margen de error considerable incluso en aquellas estimaciones que, a primera vista, parecen susceptibles de medición exacta;2. Es extremadamente difícil calcular los costos indirectos, y más difícil todavía reducir a cifras los posibles costos compensatorios;
3. Existen consideraciones ajenas al campo económico que pueden exigir una revaluación de la relación entre beneficios y costos.
Naturalmente, excedería del alcance del presente documento el tratar de fijar el orden de prelación que ha de asignarse a los proyectos de desarrollo referentes a la industria de papel y celulosa en cada uno de los países de América Latina; únicamente los gobiernos interesados disponen de la información necesaria para hacer tal evaluación. Sin embargo, sí es posible formular algunas observaciones sobre la materia.
En otros documentos presentados a esta reunión figuran cálculos originales del capital necesario para el establecimiento de fábricas hipotéticas en diversas regiones de América Latina, así como de los costos de producción. Estos modelos dan una idea de la cuantía de los fondos requeridos. Una de las conclusiones que se deduce de ellos es que, normalmente, el 50 por ciento más o menos del capital total requerido tendrá que gastarse en el extranjero. Este porcentaje fija un límite inferior a las necesidades de divisas que supone la obtención de capital extranjero, pues quizá se necesiten aún más fondos foráneos para hacer frente a los gastos incurridos en la región.
Examinemos, por ejemplo, los datos referentes a una de las fábricas hipotéticas estudiadas con anterioridad a esta reunión de la Junta. Se trata de una fábrica de celulosa con capacidad para 30.000 toneladas por año, que se establecerá en la región de Yucatán y que producirá pasta al sulfato no blanqueada, utilizando maderas tropicales mixtas. Se estima que para montar esta fábrica se necesitaría en total un capital de 14 millones de dólares, en el que estarían comprendidos el terreno, los edificios, el costo de la maquinaria y el de construcción de la fábrica, las inversiones forestales, la construcción de viviendas y de obras públicas, los gastos de capital durante el período de construcción y el capital de explotación. El capital extranjero quizá se obtenga en una proporción de alrededor de la mitad del monto total, es decir, 7 millones de dólares. Ahora bien, los cargos fijos provenientes de la inversión, como lo indica el cálculo de costos, ascienden a 43 dólares por tonelada de producto. La fracción que en este costo corresponde a divisas extranjeras será probablemente menor que la mitad de dicha cifra, supongamos 20 dólares, puesto que es posible que el capital extranjero por destinarse a la compra de maquinaria se consiga a un tipo de interés más bajo.
En realidad, la suma de 43 dólares no representa la totalidad de los cargos fijos de inversión, ya que los correspondientes a la explotación forestal se incluyen por separado en el costo de la madera para pasta, que representa menos de 20 dólares por tonelada; parte de esta suma corresponderá a la compra de equipo en el extranjero. Suponiendo que 7 dólares del costo unitario de la madera para pasta represente intereses y amortización del capital extranjero, la proporción que en el costo de producción por tonelada corresponde a las inversiones en divisas extranjeras, sería de 27 dólares. Ninguno de los otros componentes de los costos, fuera de los gastos fijos de inversión, exige la inversión de sumas cuantiosas en el extranjero. En el ejemplo mencionado, todos los productos químicos se conseguirán en la región. Si en el extranjero se obtienen guarniciones de las máquinas, como fieltros, tela de alambre, etc. (2 dólares por tonelada), y todo el material de conservación y reparaciones (3 dólares), y si se toma en cuenta la mitad (2 dólares) de la partida de gastos imprevistos, la proporción del costo correspondiente a gastos e inversiones en divisas extranjeras llegaría a 34 dólares. Comparando esta cifra con el costo c.i.f. de la pasta al sulfato no blanqueada se advierte un ahorro de divisas de 100 a 110 dólares por tonelada, lo que representa al año un ahorro de 3 millones de dólares, aproximadamente. Si se estima en 10 a 15 años la duración del capital activo, ello significa que en ese período se habrá logrado un ahorro total de divisas de 30 a 45 millones de dólares.
Tomemos otro ejemplo: en una fábrica integrada de papel con capacidad para 60.000 toneladas, establecida en Amapá (Brasil), que exigiría una inversión de unos 40 millones de dólares, la fracción del costo de producción que corresponde a divisas importadas (capital y otros elementos) sería de 80 a 100 dólares, por tonelada en fábrica, lo que, a los precios actuales, representa una economía de divisas de aproximadamente 100 dólares por tonelada, o sea, 6 millones de dólares por año.
Estos ejemplos dan una idea muy general del valor, de los proyectos industriales de papel y celulosa como factores de ahorro de divisas. Si se obtuviera una proporción mayor de capital en el extranjero - incluso algún capital que por el riesgo requiriera un rendimiento mayor - disminuiría el citado ahorro. Como las estimaciones relativas al costo permiten únicamente la aplicación de una tasa de utilidades convencional (12 por ciento) sobre el capital invertido, una parte de cualquiera utilidad adicional tendría también que repatriarse.
Sin embargo, las cifras antes citadas revelan el gran valor que tendrán los proyectos en materia de papel y celulosa como medio de reducir las importaciones. Naturalmente, no puede precisarse cómo se compara este valor con el que cabría esperar en otros campos, de inversión; y en todo caso, no se debe confiar demasiado en la capacidad de las inversiones en la industria de papel y celulosa para reducir las importaciones totales. A juzgar por la experiencia obtenido en lo que respecta al desarrollo de esa industria en América Latina durante los 20 ó 30 años últimos, el efecto principal de toda nueva fuente de producción autóctona no consiste principalmente en sustituir importaciones sino en permitir que se satisfaga la demanda latente, que hasta entonces no se había cubierto. En vista de los limitados recursos en divisas de que se dispone, en los programas generales de importación se observa cada vez más la tendencia a asignar un alto grado de prelación a los bienes de capital; esto se logra mediante un sistema de cuotas, estableciendo limites cuantitativos al volumen de papel que puede importarse o al valor de dicho volumen, o aplicando tarifas aduaneras de modo que los precios frenen la demanda efectiva. En otras palabras, las importaciones de papel y celulosa están ya por debajo del nivel que sería necesario lograr para satisfacer plena y libremente la demanda interna; en consecuencia, el establecimiento de un nuevo proyecto no provocará necesariamente una reducción correspondiente en las importaciones de papel y celulosa, sino que permitirá aumentar el consumo de papel en la región hasta un nivel más adecuado a la etapa de desarrollo cultural y económico que haya alcanzado el país. Es ésta una ventaja evidente que conviene tener en cuenta y que no deben olvidar los gobiernos dedicados a campañas para reducir el analfabetismo y mejorar el nivel de la educación.
El establecimiento de nuevas fuentes de suministro de papel o el aumento de tales suministros en América Latina, pueden permitir la realización de muchos otros proyectos. Por ejemplo, puede facilitar la instalación de una industria local para la publicación de libros, con todos los beneficios que ello entraña desde el punto de vista de la cultura, así como de industrias manufactureras de sacos de papel, cartón, cajas de cartón, útiles de escritorio y otras industrias de conversión de papel que no existían antes. Además, puede ofrecer nuevas posibilidades en las industrias que emplean la madera como materia prima. Se tiene la impresión general de que para explotar bosques tropicales mixtos es esencial integrar las actividades de grupos afines de industrias que emplean la madera (fábricas de papel y celulosa, fábricas de madera terciada, aserraderos, fábricas de planchas de fibra, etc.), de modo que puedan repartirse algunos de los gastos cuantiosos relativos a su desarrollo. Esta opinión no ha sido corroborada por las investigaciones llevadas a cabo con motivo de esta Junta y en todas las estimaciones realizadas sobre la materia se ha considerado más acertado calcular sólo sobre la base de papel y celulosa sin tener en cuenta otras industrias forestales, pero no independientemente de cualquier otro proyecto de desarrollo, pues para la ubicación de tales empresas se han elegido lugares que permitirán sacar provecho de los proyectos previstos en otros terrenos. El empleo de este procedimiento se debe en parte a las dificultades técnicas inherentes a la planificación de otros proyectos constitutivos de un grupo integrado de industrias, y en parte al hecho de que las inversiones destinadas a la industria de papel y celulosa son muy superiores a las que se prevén en otras industrias. Por esta razón, muchos de los conceptos incluidos en la partida de gastos en los cálculos referentes a papel y celulosa contribuirán a reducir los cargos fijos de inversión para proyectos ulteriores en otras industrias madereras.
Conviene ahora dar una idea, en términos muy generales, de la magnitud del problema, es decir, de la inversión que probablemente sea necesaria si se ha de satisfacer en los próximos años el aumento en la demanda de papel en el continente a base de utilizar sus propios recursos, habiéndose ya comprobado que existen condiciones especialmente favorables para el desarrollo de las industrias de papel y celulosa en muchos países de América Latina, y que, dadas las perspectivas de los suministros en el mundo, será necesario desarrollar la producción autóctona si se desea que el consumo de papel en esos países aumente en una proporción razonable.
Sin embargo, para desarrollar la producción autóctona en la escala deseada, se requerirán cuantiosas inversiones. Es imposible dar cifras muy precisas al respecto, ya que según se da a entender en el Cuadro 1, ello depende de la escala de las operaciones y del tipo de fábricas que intervengan en ese desarrollo.
CUADRO 1. - CAPITAL NECESARIO PARA DETERMINADAS FÁBRICAS DE PAPEL Y CELULOSA DE DIVERSOS TIPOS Y TAMAÑOS (Millones de dólares E.U.A.)
Capacidad (miles de toneladas anuales) |
Fábrica de papel de diarios1 |
Fábrica de pasta al sulfato (blanqueada) |
Fabrica de papel toneladas integrada (blanqueada) |
Fabrica de papel no integrada |
15 |
- |
13 |
17 |
8 |
30 |
17 |
18 |
24 |
11,5 |
60 |
25 |
27 |
38 |
18 |
90 |
32 |
35 |
53 |
- |
1 Papel de diarios, Estados Unidos; todos los demás tipos, proyecto de Yucatán.
No obstante, base de conjeturas razonables acerca del tamaño probable de los proyectos futuros, así como de la proporción en que serán establecidos como proyectos integrados, se puede llegar a las cifras aproximadas que recoge el Cuadro 2.
CUADRO 2. - CAPITAL NECESARIO PARA LLEVAR A CABO UN PROGRAMA DE DESARROLLO DE LA INDUSTRIA DE PAPEL Y CELULOSA EN AMÉRICA LATINA
Capacidad |
Programa |
Capacidad necesario (en millones de $ E.U.A.) |
|||
Papel de diario |
Otros tipos de papel y cartón |
Pasta mecánica |
Pasta química |
||
(Capacidad anual: millares de toneladas métricas) |
|||||
Ampliaciones de la capacidad total para 1950-65, si todos los proyectos se realizan: |
140 |
465 |
190 |
580 |
515 |
(incluye la capacidad instalada desde 1950 o actualmente en instalación, y cualquier otro proyecto previsto desde la etapa de planificación avanzada hasta la de estudio preliminar): |
|||||
Capacidad adicional necesaria sobre los totales precedentes, suponiendo que se mantenga el nivel de las importaciones de papel y celulosa: |
|||||
(a): Suponiendo sola mente un desarrollo económico mínimo |
220 |
375 |
255 |
35 |
220 |
(b): Suponiendo unas condiciones de desarrollo económico favorables |
435 |
1000 |
525 |
445 |
800 |
Así pues, los planes actuales, explicados en forma muy general, entrañan una inversión total de 515 millones de dólares durante el período comprendido entre 1950-65, o sea una inversión anual de unos 35 millones de dólares. Si se logra únicamente un desarrollo económico mínimo, el monto de las inversiones que se necesitaría durante ese período para asegurar un nivel razonable de consumo de papel, sin aumentar las importaciones, será de 750 millones de dólares, o sea casi 50 millones de dólares por año. De alcanzarse un desarrollo económico más favorable, se requeriría una inversión de más de 1.300 millones de dólares, o sea unos 90 millones de dólares cada año. En estas cifras quedan comprendidas la construcción de las plantas industriales y la obtención del equipo necesario, la inversión forestal y la mayor parte, pero no todas probablemente, de las cuantiosas inversiones indispensables para procurarse energía, servicios de transporte, etc.
En todo examen objetivo acerca de los posibles recursos para el desarrollo de la industria de papel y celulosa en la América Latina se ha de tener en cuenta el problema de la obtención de capital. En el presente documento no se trata de proponer soluciones concretas para resolver la cuestión, sino simplemente de proporcionar la información básica y fundamentada necesaria para abordar el problema general del financiamiento de tal desarrollo.
Por lo común, el ritmo de inversiones en los países de América Latina es más bien alto; la cifra bruta representa el 16 ó 17 por ciento del ingreso bruto, o sea, 7.000 millones de dólares, aproximadamente (a los precios vigentes en 1950). De este total, entre el 25 y el 35 por ciento - es decir, 2.000 millones de dólares - está destinado posiblemente a la industria manufacturera. Así, pues, las necesidades directas de capital para aumentar la capacidad de producción de papel y celulosa en la escala mencionada, representan tal vez el 5 por ciento de la inversión industrial total en América Latina.
A primera vista esta cifra puede parecer moderada, pero conviene recordar que será la que corresponda a la inversión bruta en la industria manufacturera, y que la inversión para la reposición del equipo industrial representa una proporción importante del total. Además, una gran parte del resto de la formación de capital neto representa aumentos autofinanciados del capital de las industrias existentes. Como en el presente documento se considera sobre todo el financiamiento de nuevas industrias, la cifra con la cual corresponde comparar el capital anual necesario, es decir 50 a 90 millones de dólares, sería la del monto de capital que anualmente se orienta hacia la industria en forma de préstamos bancarios o de préstamos a largo plazo obtenidos en el mercado de capitales. No se dispone de cifras fidedignas para hacer tal comparación, pero sin temor a equivocarse se puede suponer que el capital necesario para alcanzar el desarrollo deseado de las industrias de papel y celulosa representa conforme a este criterio un aumento muy importante de la demanda de capital procedente de fuentes internas.
Antes de examinar las posibles fuentes de financiamiento conviene enumerar los principales fines a los que tendrá que servir el capital obtenido. En este documento sólo es posible hacerlo en términos generales, pero si se estudia un caso típico se verá que se necesita alrededor del 40 por ciento del total para la adquisición de maquinaria en el extranjero; otro 3 por ciento para la contratación de técnicos extranjeros (honorarios de ingenieros y otros consultores, etc.); 10 a 15 por ciento para inversiones forestales (incluso vivienda, pero sin incluir el equipo que queda comprendido en la cifra precedente relativa a maquinaria); 30 a 35 por ciento para edificios y otros gastos como servicios de transporte y servicios sociales locales, y 8 por ciento para capital de explotación. Estas cifras reflejan el plan de inversión correspondiente a una fábrica de celulosa de 60 mil toneladas en una región no desarrollada; podrán variar de un lugar a otro y según el tamaño de la fábrica. En el caso de una fábrica integrada de papel se requerirá una proporción mayor del total que puede quizás llegar al 50 por ciento para la adquisición de maquinaria, y una proporción menor para inversiones forestales y otros renglones.
Normalmente se podrá esperar que se obtenga capital interno para cubrir por lo menos los gastos incurridos en la región, y entre ellos algunos - inversiones forestales, servicios sociales para la comunidad, transporte, etc. - son de tal naturaleza que contribuyen a estimular los empréstitos públicos a tipos de interés razonables, pues constituyen gastos para el desarrollo económico en el más amplio sentido de la expresión.
El capital interno puede provenir del Estado o de inversionistas privados, y el primero cuenta naturalmente con medios para estimular a estos últimos.
El grado en que participa el Estado en las inversiones varía considerablemente entre los diversos países latinoamericanos, aunque en la mayoría de ellos existe, al parecer, la tendencia hacia la intervención estatal. En la Argentina se iniciará dentro de poco el segundo plan quinquenal y en varios otros países las corporaciones públicas de fomento, sean de carácter general o constituidas para resolver un caso especial del abastecimiento, se ocupan de ejecutar muchos proyectos de desarrollo. Entre los demás países importantes cabe mencionar a México como país en el cual se observa el mayor grado de participación del Estado en el plan de inversiones. Desde 1944 a 1952 el Gobierno mexicano ha sufragado anualmente los gastos de la inversión total en una proporción que oscila entre el 40 y el 50 por ciento1.
1 CEPAL, Estudio Económico de América Latina 1951-52, pág. 87.
Salvo en uno o dos casos, las inversiones correspondientes a la industria de papel y celulosa no han figurado en el primer plano entre las relativas a industrias que conviene establecer mediante la iniciativa del gobierno en los países no industrializados. Generalmente han tenido prelación otras industrias más básicas, ya sea porque se las considera de importancia decisiva dentro de un equilibrado programa de desarrollo o porque se estima que pueden contribuir a reducir las importaciones o a sustituir las más esenciales.
Sin embargo, los Gobiernos de la Argentina, el Brasil y México formulan planes para la expansión directa y en gran escala de las industrias de papel y celulosa. Además de ser los que cuentan con los más amplios planes de desarrollo emprendidos por un gobierno, los países mencionados son actualmente los que ofrecen más vastos mercados para la comercialización de papel pues la Argentina, el Brasil, Chile y México son los únicos que tienen industrias editoriales importantes.
Hay además varios otros países latinoamericanos cuyos gobiernos, aunque no han efectuado todavía ninguna inversión en este ramo, se sabe que están muy interesados en la cuestión. El entusiasmo con que han solicitado el envío de misiones de estudio con arreglo al Programa Ampliado de Asistencia Técnica, y la cuidadosa atención que han prestado a los informes correspondientes, revela un interés que no es puramente académico.
En realidad, cada vez se reconoce más que por distintas razones, no se debe asignar una prelación secundaria a las inversiones en papel y celulosa. Así, pues, aunque será cada gobierno el que tendrá necesariamente que decidir su propio orden de prelación, teniendo en cuenta la situación económica general de su país respectivo, no cabe duda de que en los años venideros los gobiernos se interesarán mucho más que hasta ahora en la materia. Ese interés se traducirá en inversiones gubernamentales directas (o en inversiones por entidades semioficiales) y en el estímulo que los gobiernos ofrecerán al inversionista privado.
Son enormes las dificultades de orden práctico a que hay que hacer frente en América Latina para orientar los ahorros personales hacia la inversión en la industria manufacturera. Aunque existen mercados de capital en algunos de los países más grandes, el campo de acción de tales mercados es muy limitado. Sólo en la Argentina es importante el volumen de las transacciones de valores en relación con los ingresos y las inversiones.
Debido a la falta de mercados de capital bien desarrollados, el financiamiento interno de las empresas privadas tiene que depender, en gran medida, de la reinversión de utilidades - que constituye la forma más directa de efectuar ahorros para hacer inversiones - , así como también de suscripciones de grupos o de préstamos bancarios. A pesar de la gran importancia que tiene en muchos países, la autosuficiencia financiera no constituye, por definición, un medio para desarrollar una nueva industria, y si bien desempeñará una función importante en todo programa referente a la industria de papel y celulosa, no es capaz de respaldar la expansión de una pequeña industria en la escala proyectada.
Hasta ahora, el financiamiento de nuevas empresas industriales a base de recursos internos ha adoptado en su mayor parte la forma de créditos facilitados por la banca privada, por los bancos especiales de inversión e incluso por los bancos centrales. En los bancos comerciales los tipos de interés son elevados, como es de esperar, y la mayor parte de los préstamos se otorgan a corto plazo únicamente, siendo necesario renovarlos con frecuencia. En general es poco probable que las nuevas fábricas de papel y celulosa recurran a ellos sino para obtener su capital de explotación que, como se ha visto, no representa más que la décima parte, o una fracción menor, del capital total requerido.
Sin embargo, la falta de mercados de capital amplios y bien organizados no significa que sea pequeña la posibilidad de obtener capital privado para invertirlo en nuevas industrias. Hay capital privado disponible y éste puede movilizarse sin necesidad de hacer intervenir a organismos y entidades como los que existen en los países que se encuentran en una etapa más avanzada de desarrollo económico. Varias empresas industriales en gran escala que requerían cuantiosas inversiones de capital han sido financiadas en los últimos años con capital privado interno, con la participación, a veces, de entidades financieras gubernamentales combinada, en algunos casos, con suscripciones privadas.
Esto significa que existe una reserva importante de capital privado a la que puede recurrirse para los nuevos proyectos en materia de papel y celulosa siempre que se encuentre la manera de movilizarlo. Esto es precisamente lo que se podría hacer en los países donde no se siente aún la necesidad imperiosa de contar con entidades financieras modernas y bien organizadas. Generalmente se hace hincapié en el bajo nivel de ahorros por habitante en los países menos desarrollados; pero a menudo no se tiene en cuenta que en ellos la cifra del promedio da una idea menos exacta de la situación general que en los países avanzados, pues las curvas de frecuencia del ingreso y el capital son mucho más pronunciadas y mucho más acentuada la diferencia en la riqueza. De ello se deduce como corolario que es mucho mayor la posibilidad de obtener capital acudiendo sobre todo al grupo relativamente limitado de los que cuentan con ingresos elevados.
Los préstamos del Banco Internacional o del Banco de Exportaciones e Importaciones de los Estados Uni- dos, constituyen las fuentes principales de capital público extranjero a largo plazo. Para obtener esta clase préstamos, los proyectos a que se destinan deben ajustarse a normas relativamente estrictas en lo que toca a su necesidad para el desarrollo económico. De un total de más de 100 créditos autorizados para América Latina por el Banco de Exportaciones e Importaciones entre principios de 1946 y mediados de 1953, dos estaban destinados a la adquisición de máquinas, herramientas y equipo industrial, dos para maquinaria textil, y otro para una fábrica de material plástico. Había también algunos destinados a fábricas de productos químicos y a la industria pesada, pero casi las tres cuartas partes estaban destinadas al desarrollo de la producción de energía eléctrica, de los sistemas de transporte o a la minería y la elaboración de metales. En cuanto al valor de los créditos autorizados, la preponderancia de estos tres grupos era aún mayor1. Los préstamos concedidos a países latinoamericanos por el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento han sido en su gran mayoría para la construcción de fábricas de electricidad. Sin embargo, el Banco autorizó recientemente un préstamo importante para llevar a cabo un proyecto referente a la industria de papel y celulosa en América Latina (20 millones de dólares a Chile), y no debe descartarse la posibilidad de que se concedan otros. Si fuera necesario, se pueden observar indicios que confirman esta disposición en los informes de las misiones de investigación enviadas a diversos países por el Banco Internacional a solicitud de los Gobiernos Miembros. Teniendo siempre en cuenta la situación económica general, estas misiones tienen como función formular recomendaciones sobre programas de desarrollo a largo plazo después de valorar las necesidades relativas de los diversos sectores de la economía y los campos que han de tener prelación en materia de inversiones dentro de cada sector. Muchas de estas misiones han puesto de manifiesto lo insuficiente del aprovechamiento de los recursos forestales y han previsto la inclusión de las industrias de papel y celulosa en un programa forestal bien equilibrado. Si las misiones no han formulado recomendaciones concretas al respecto, se ha debido generalmente a la falta de experiencia industrial en lo que toca a la posibilidad de obtener celulosa de materias primas no empleadas corrientemente. En consecuencia, se puede suponer que el Banco Internacional prestará cuidadosa atención a todo plan bien concebido y encaminado a fomentar la industria de papel y celulosa, que forme parte de un programa equilibrado de desarrollo económico general, si tal plan es presentado al Banco acompañado de una solicitud para obtener un préstamo.
1 Banco de Exportaciones e Importaciones de Wáshington, 16° informe Semestral al Congreso.
Es un hecho bien conocido que desde fines de la guerra la afluencia de capital privado internacional se ha registrado principalmente de los Estados Unidos hacia Canadá y América Latina y del Reino Unido hacia la zona de la libra esterlina. Las inversiones privadas netas efectuadas directamente por los Estados Unidos en la América Latina en el período de 1950-53 ascendieron, aproximadamente, a 1.562 millones de dólares, de los cuales 858 millones de dólares representaban reinversiones de empresas norteamericanas (véase el Cuadro 3).
CUADRO 3. - INVERSIONES NETAS DIRECTAS DE LOS ESTADOS UNIDOS (A) Y UTILIDÁDES REINVERTIDAS (B) EN AMÉRICA LATINA, POR ACTIVIDADES1
|
1946-492 |
1950 |
1951 |
1952 |
1953 |
|
(Millones de dólares)3 |
||||||
Manufactura |
A |
90 |
64 |
116 |
80 |
.. |
B |
233 |
49 |
96 |
94 |
.. |
|
Comercio |
A |
93 |
18 |
38 |
11 |
.. |
B |
46 |
12 |
23 |
30 |
.. |
|
Agricultura |
A |
25 |
-7 |
22 |
-4 |
.. |
B |
90 |
14 |
15 |
11 |
.. |
|
Minería y refinería |
A |
65 |
29 |
60 |
120 |
.. |
B |
10 |
4 |
48 |
15 |
.. |
|
Petróleo |
A |
748 |
-62 |
-31 |
79 |
.. |
B |
106 |
10 |
75 |
137 |
.. |
|
Servicios Públicos |
A |
-43 |
-3 |
-7 |
21 |
.. |
B |
58 |
9 |
10 |
11 |
.. |
|
Varios |
A |
63 |
7 |
11 |
18 |
.. |
B |
23 |
7 |
9 |
8 |
.. |
|
Todas las actividades |
A |
10273 |
47 |
209 |
324 |
93 |
B |
5353 |
105 |
276 |
305 |
172 |
1 Los movimientos de capital netos no incluyen las ventas de barcos a compañías navieras sometidas al control de los Estados Unidos.2 Las cifras correspondientes no admiten comparación exacta con las de años ulteriores, pues no han sido revisadas con arreglo al censo de inversiones extranjeras levantado en 1950 en los Estados Unidos.
3 Las cifras en todas las columnas han sido redondeadas.
Por desgracia, la afluencia de estos fondos se orienta en forma evidente hacia determinados países e industrias. Por ejemplo, del total de 1.400 millones de dólares de inversiones «nuevas» entre los años 1946 a 1950, más de 600 millones se destinaron a Venezuela y otros 180 millones al Brasil; ningún otro país recibió más de 100 millones. Casi el 90 por ciento del dinero destinado a Venezuela y dos tercios del total destinado a América Latina, se utilizó en la industria petrolera; la industria manufacturera recibió menos del 10 por ciento (aunque se incluye un 20 por ciento de reinversiones). Sin embargo, en los últimos años se observa un aumento en la proporción de capital destinado a la industria manufacturera; en los años 1951-52 representaba casi un tercio del total, contando tanto las inversiones «nuevas» como las reinversiones. Pero los únicos dos países que han recibido sumas importantes de capital para la industria manufacturera han sido el Brasil y Chile.
En un informe reciente de las Naciones Unidas, preparado para el Consejo Económico y Social y que trata del movimiento internacional de capital privado1 en relación con el análisis del movimiento de capitales para el desarrollo de la industria manufacturera, se señala2 que los dos países mencionados, junto con la Argentina - donde en un período anterior se efectuaron inversiones cuantiosas - son los únicos que ofrecen un mercado suficientemente amplio para que resulten provechosos los métodos de producción en masa, cuya aplicación requiere capital extranjero.
1 The International Flow of Private Capital 1946-52, Nueva York, 1954.2 Op. cit., p. 49.
Esta observación no tiene naturalmente relación directa con la industria de papel y celulosa, que, una vez que sobrepasa la etapa de artesanía, se convierte en una industria altamente mecanizada. Viene más al caso preguntarse si el volumen del mercado interno permitirá el funcionamiento de las fábricas en una escala que sea interesante económicamente en relación con otras fuentes de abastecimiento. No es fácil determinar el tamaño económico de una fábrica en América Latina. En el documento ST/ECLA/Conf. 3/L 3.03 de la Secretaría, titulado Mill Size, Integration and Location, se señalan algunas de las dificultades que se plantean al respecto. Pero en general puede afirmarse que en la América Latina hay por lo menos 10 mercados internos capaces de respaldar la producción de papel y celulosa en fábricas de tamaño económico y que gracias a la demanda creciente habrá probablemente otros seis más en los años próximos.
Sin embargo - a juzgar por las escasas pruebas de que se dispone al respecto - parecería que en América Latina no ha habido hasta ahora inversiones de capital extranjero privado de tipo «abstracto» en la industria de papel y celulosa y que, si las ha habido, son en todo caso insignificantes. Dos razones principales explican tal situación: primera, la industria de papel y celulosa no ha ofrecido utilidades tan atractivas como las que, por ejemplo, se obtienen en la minería y en la industria petrolera; segunda, se trata de una actividad tan especializada que no ha logrado atraer la atención de los inversionistas privados extranjeros.
No puede esperarse que la situación se modifique en forma significativa en un futuro próximo, pero existe la posibilidad de que cierta parte del capital extranjero privado obtenido en las industrias de papel y celulosa en otras regiones del mundo, trate de buscar salida en América Latina en el mismo campo industrial a que está técnicamente vinculado. Dos factores diferentes podrían llevar a este resultado: primero, puede haber algunas industrias - en Europa sobre todo - que, debido a limitaciones internas o externas en el mercado o a la reducción cada vez mayor de los suministros de materias primas, no tengan oportunidades para hacer reinversiones en el país en que están situadas; en consecuencia, sería natural que buscaran salida en el extranjero para este capital en su respectivo campo de actividad. Segundo, varias industrias de papel bien establecidas en países que carecen de recursos para la fabricación de celulosa, y que dependen por tanto de las importaciones de pasta, se preocupan cada vez más de las perspectivas de poder obtener los suministros de pasta cada vez mayores que necesitarán adquirir en el futuro de las fuentes de abastecimiento a que siempre han recurrido; tal preocupación puede inducirlas a interesarse en facilitar el desarrollo de nuevas fuentes de celulosa. Esto no es tan extravagante como parece. El capital alemán está ya facilitando en Chile el desarrollo de la producción de pasta de rayón, parte de la cual será exportada con destino a la importante industria de rayón de Alemania Occidental. De la industria de papel de la Europa Occidental podría esperarse una orientación semejante después del éxito de los primeros ensayos para obtener celulosa de la explotación de maderas tropicales latinoamericanas.
En el informe que se acaba de mencionar se hace referencia también a una característica sobresaliente de las inversiones en la industria manufacturera que tiene relación con este problema, a saber, que gran parte de las inversiones de capital son inversiones de tipo muy directo, como es el de la creación de filiales en América Latina por firmas establecidas en los países más industrializados. No todos los conceptos expresados en el informe son estrictamente aplicables a la industria de papel y celulosa, pero no cabe duda de que se trata de una solución sencilla si puede ser adoptada. Con ella se simplifican los problemas de autorizar la importación de máquinas, de obtener asistencia técnica y la posibilidad de que, por lo menos en las primeras etapas, la producción no se ajuste a unos precios de estricta competencia. Por otra parte, no debe olvidarse que las inversiones directas de este tipo obligan al país interesado a incurrir en gastos de capital que, en determinados casos, pueden ejercer una presión excesiva sobre la situación de la balanza de pagos3.
3 Muchos países, especialmente la Argentina, utilizaron gran parte de los saldos extranjeros acumulados durante la guerra para rescatar bienes de propiedad extranjera.
Durante los últimos años ha sido muy limitado el capital que ha afluido de Europa a América Latina, ya sea en forma de participación directa o mediante la creación de filiales de establecimientos industriales europeos. Sin embargo, conviene mencionar que en un acuerdo franco-brasileño concluido el 24 de abril de 1954, el Gobierno de Francia declara, entre otras cosas, que está dispuesto a permitir que las empresas francesas participen en sociedades brasileñas o que establezcan filiales por su propia cuenta en el Brasil4.
4 Véase Moniteur Officiel du Commerce et de l'Industrie, N° 1609, pág. 1417.
Otra forma importante de ayuda externa que merece especial mención son los créditos facilitados por los abastecedores extranjeros de equipo para la fabricación de papel y celulosa.
Ese crédito puede ser de suma importancia, pues, como se ha señalado ya, el costo de la maquinaria representa, por término medio, alrededor del 40 por ciento del capital total necesario; esta proporción puede reducirse al 30 ó 35 por ciento, pero tratándose de una empresa papelera consorciada puede muy bien exceder del 50 por ciento.
En el Cuadro 4 se indica el valor que han tenido en estos últimos años las exportaciones de maquinaria para la fabricación de papel y celulosa procedentes de los Estados Unidos, Canadá y los principales países de Europa y destinadas a América Latina. En dicho cuadro se verá que, con mucha diferencia, la mayor parte de estas exportaciones provenía de Europa antes de la guerra; después del conflicto los Estados Unidos han sido el principal abastecedor, aunque en los últimos años la participación de Europa - y sobre todo de Alemania Occidental - ha aumentado considerablemente. En 1953 más de un tercio de las importaciones totales de maquinaria para la fabricación de papel y celulosa con destino a América Latina procedió de Alemania Occidental. En los Cuadros 5 y 6 se ofrece información más detallada al respecto y se indican los países de origen y destino de las exportaciones.
CUADRO 4. - EXPORTACIONES DE EQUIPO PARA LA FABRICACIÓN DE PAPEL Y CELULOSA
CUADRO 5. - IMPORTACIONES A AMÉRICA LATINA DE EQUIPO PARA LA FABRICACIÓN DE PAPEL Y CELULOSA, PROCEDENTES DE DETERMINADOS PAÍSES1
País |
1938 |
1950 |
1951 |
1952 |
19532 |
(En miles de dólares, f.o.b.) |
|||||
Argentina |
250 |
1011 |
582 |
266 |
111 |
Bolivia |
- |
- |
1 |
- |
- |
Brasil |
73 |
803 |
1951 |
3212 |
4670 |
Colombia |
42 |
6 |
601 |
813 |
52 |
Costa Rica |
- |
125 |
56 |
60 |
4 |
Cuba |
269 |
211 |
92 |
29 |
72 |
Chile |
310 |
62 |
141 |
104 |
131 |
Ecuador |
- |
- |
- |
57 |
- |
El Salvador |
- |
1 |
- |
12 |
2 |
Guatemala |
- |
11 |
11 |
- |
- |
Haití |
- |
20 |
- |
- |
- |
Honduras |
- |
- |
- |
- |
- |
México |
21 |
389 |
1545 |
2041 |
1517 |
Nicaragua |
- |
- |
- |
- |
- |
Panamá |
- |
- |
- |
- |
- |
Paraguay |
- |
- |
70 |
- |
11 |
Perú |
268 |
29 |
94 |
13 |
189 |
República Dominicana |
1 |
- |
13 |
- |
- |
Uruguay |
34 |
94 |
103 |
522 |
205 |
Venezuela |
2 |
27 |
62 |
20 |
80 |
TOTAL para América Latina |
1270 |
2789 |
5322 |
7275 |
7034. |
Fuente: National Trade Statistics.1 Alemania Bélgica-Luxemburgo, Francia, Italia, Austria, Suecia Finlandia, Estados Unidos y Canadá, Reino Unido.
2 No se dispone de cifras para 1953 en lo que respecta a Francia y Finlandia.
En la época de aguda escasez de los primeros años de la postguerra, los exportadores de maquinaria industrial se podían permitir el exigir el pago anticipado de una parte del precio del equipo y el abono del resto de su importe al ser embarcada la mercadería o poco después. Pero esa época ya pasó, y en los últimos años ha reaparecido con mayor intensidad la tendencia prevaleciente antes de la guerra hacia la concesión, por los exportadores de bienes de capital, de créditos para exportación a plazos relativamente largos.
Esta tendencia es fácil de explicar. Con la disminución de la libre corriente internacional de capital a largo plazo después de la primera guerra mundial y, al mismo tiempo, la tendencia a aplicar políticas de inversión más vigorosas en los países menos desarrollados, el problema de la escasez de capital se ha acentuado en casi todas partes y, no en menor grado, en los países latinoamericanos.
Desde el punto de vista de la política gubernamental en los países menos desarrollados, la posibilidad de importar equipo pagadero en algunos años tiende a mejorar en cierto modo la situación, siempre que la inversión de que se trata pueda en pocos años contribuir a mejorar la situación de la balanza de pagos, reduciendo las importaciones o aumentando las exportaciones1. Desde el punto de vista del inversionista privado en los países menos desarrollados, este tipo de crédito en especie suele ser condición indispensable para que pueda hacer su inversión, pues no se puede obtener crédito interno en cantidad suficiente o, de ser posible, sólo se consigue a tipos de interés que por ser tan elevados suelen ser prohibitivos. En todo caso, los tipos de interés serían probablemente más elevados que los que se cobrarían en el país que exporta el equipo.
1 De no ser así, esta clase de crédito comercial no haría más que diferir las dificultades de la balanza de pagos.
Para el país exportador, la concesión de condiciones de pago favorables ha pasado a ser un arma cada vez más socorrida en la lucha para obtener mercados extranjeras. Sin embargo, en la mayoría de los casos, son muy limitadas las posibilidades de la firma exportadora (o de su banco) para asumir por su cuenta la carga financiera adicional (incluyendo el riesgo) de tales créditos. En consecuencia, en la mayor parte de los países exportadores se han instituido servicios bancarios especiales para la concesión de créditos de exportación.1
1 Así como disposiciones para garantizar este tipo de crédito.
Las disposiciones sobre créditos de exportación tienden a ser cada vez más amplias y esto constituye un paso adelante, ya que favorecen por lo menos una afluencia modesta de capital de los países altamente industrializados hacia los menos desarrollados; conviene señalar, sin embargo, que sería preferible que uno o más organismos especializados en la concesión de créditos internacionales a mediano plazo proporcionasen este tipo de crédito y que los precios bajos y la alta calidad de la mercadería determinaran la competencia entre los exportadores para obtener mercados más bien que la concesión de servicios crediticios generosos.
Aunque Dinamarca no tiene gran importancia como exportador de maquinaria para la fabricación de papel y celulosa, cabe mencionar un informe oficial reciente sobre la cuestión de los créditos para exportaciones en ese país como expresión típica de la actitud actual sobre la materia en los países europeos. En el mencionado informe se recomienda la concesión de créditos gubernamentales en favor de países importadores distintos de los de la Organización Europea de Cooperación Económica (OECE)2. Entre los países que podrían obtener tales créditos se menciona a los de la Europa Oriental, a España y a varios países latinoamericanos y se afirma expresamente que «en caso de producirse un descenso en la actividad económica de Dinamarca, puede ser conveniente combatir la depresión mediante la expansión de crédito para exportación y no recurriendo al aumento del crédito para obras públicas o a otros medios convencionales»3.
2 En cuanto a las exportaciones a los países comprendidos en la OECE, tales créditos no serían, según parece compatibles con las normas de no discriminación suscritas por los países miembros3 Véase Finanstidende, Copenhague, 11 de junio de 1964, pág. 1094.
Hasta ahora, las empresas alemanas, italianas y francesas han revelado estar más dispuestas a conceder créditos a largo plazo que las firmas de Estados Unidos y el Reino Unido, por ejemplo; típicas de la nueva actitud que se observa al respecto en estos últimos países son las opiniones expresadas por el Senador Homer E. Capehart, Presidente de la Comisión sobre cuestiones bancarias y monetarias del Senado de los Estados Unidos, al regresar de América Latina después de un amplio viaje de estudio4. En virtud de un proyecto de ley patrocinado por el Senador y ya votado por el Senado, el Banco de Exportaciones e Importaciones recobraría su condición de organismo independiente y estaría facultado para ampliar sus operaciones. Si este proyecto se convierte en ley, se espera que el Banco encontrará la manera de satisfacer las necesidades de los países exportadores en lo que respecta al financiamiento a largo plazo de las ventas de bienes de capital.
4 Dadas a conocer en la publicación Export Trade and Shipper, Nueva York, 19 de julio de 1954, pág. 9.
Si la economía de los países de la América Latina se desarrolla favorablemente en los años venideros, para lograr en 1965 la expansión de la industria de papel y celulosa en un grado capaz de satisfacer la demanda razonable de papel, sin tener que recurrir a las importaciones en medida mayor que la actual, se necesitará una inversión anual de 90 millones de dólares, aproximadamente, durante el período comprendido entre 1950 y 1965. Si el desarrollo económico alcanzado es apenas el mínimo previsible, bastará una inversión anual de 50 millones de dólares.
Para llevar a cabo todos los planes actuales encaminados a ampliar la capacidad de producción, incluso aquellos que están en la etapa preliminar de estudio, se necesitaría una inversión anual de 35 millones de dólares durante ese mismo período. El ritmo actual de las inversiones, así como el de los últimos años, corresponde más o menos a esta cifra.
En vista de las sumas cuantiosas de capital necesario para lograr tal objetivo, cabe preguntarse qué prioridad ha de asignarse a la industria de papel y celulosa en un programa de desarrollo equilibrado. La respuesta a esta pregunta sólo puede basarse en las circunstancias especiales ante las cuales se encuentra cada autoridad nacional encargada de formular programas de desenvolvimiento económico. A primera vista la industria mencionada no parece reclamar prioridad absoluta; no se trata de una industria básica y su capacidad para reducir importaciones es probablemente menor que la de algunas otras industrias manufactureras. Una fábrica de papel o celulosa requiere por sí misma muy poca mano de obra en relación con el capital empleado, pero en general en todo proyecto sobre papel y celulosa habrá necesidad de hacer inversiones y trabajos de desarrollo forestal y, en consecuencia, se requiere mayor cantidad de mano de obra. De aquí se deriva la posibilidad de desarrollar otras industrias afines que utilizan la madera como materia prima; se crea así un nuevo núcleo favorable al desarrollo industrial, el cual puede formar parte de un programa de aprovechamiento de los recursos naturales. Además, el aumento de la producción interna de papel permite el desarrollo de abundantes y diversas industrias de conversión de papel con posibilidades de utilizar mano de obra y de reducir las importaciones en una medida importante. Finalmente, hay motivos poderosos de carácter no económico por los que conviene aumentar la producción de papel.
Hay pues razones para esperar que los gobiernos de América Latina muestren un interés mayor en fomentar las inversiones en la industria de papel y celulosa. Tal interés puede traducirse en inversiones directas o en la ayuda y el estímulo dados a los inversionistas privados. También puede ser posible obtener sumas adicionales de capital público extranjero. Los gobiernos de América Latina podrían estimular, mediante la adopción de medidas adecuadas, la afluencia de capital privado extranjero. Una manera de lograr esto consistiría en establecer en América Latina filiales de empresas ultramarinas.
El costo de la maquinaria representa la partida más importante en la inversión total y la obtención de equipo extranjero en condiciones favorables de crédito a largo plazo puede contribuir en grado muy importante al desarrollo de la industria de papel y celulosa en América Latina. Pero puede ser difícil, y tal vez imposible, efectuar en el período mencionado una inversión anual de 90 millones de dólares (que significarían bastante más de 100 millones por año durante los próximos 11 años). Los gobiernos latinoamericanos deben preocuparse seriamente del problema, en vista de que un amplio margen de diferencia en el capital obtenido provocaría una disminución de los niveles de consumo de papel que podría entorpecer gravemente el progreso material y cultural de América Latina.
El anterior trabajo, junto con otros que tratan del mismo tema, se discutió en la conferencia de Buenos Aires. Un Comité de Redacción presidido por Mr. Stacy May (E.U.A.) y formado por expertos de la Argentina, el Brasil, Francia, México y los Estados Unidos de América preparó un informe sobre este punto del programa que fué aprobado más tarde en sesión plenaria. Aunque el texto integro aparecerá en el Informe de la Junta de Buenos Aires, que se publicará en breve, extraemos a continuación los últimos párrafos:
1. El desarrollo de la industria del papel y la celulosa en América Latina es de vital necesidad. Todo indica que las inversiones bien colocadas en este terreno, serán provechosas.2. Por una serie de razones diversas es ésta una industria en que la inversión de capital interno y extranjero ofrece ventajas sobre lo que podría obtenerse si ambos operasen aisladamente.
3. Para asegurar este desarrollo industrial tan necesario, es preciso estimular la corriente de capital interno en una medida que cubra, por lo menos, los gastos de inversión incurridos localmente, los requerimientos del capital de trabajo y el imprescindible pago inicial sobre maquinaria extranjera. Existe una necesidad similar para promover una corriente de capital extranjero para financiar la adquisición de maquinaria y para la contratación de aquellos servicios técnicos que deben proceder del extranjero.
4. Existen varias formas para financiar este desarrollo, incluyendo préstamos a largo plazo concedidos por agencias de financiación internacionales, créditos a plazo medio para compra de maquinaria e inversiones directas tanto de capital local como extranjero. Los proyectos deben ser cuidadosamente estudiados hasta que resulte evidente que constituyen un buen negocio y que el clima para la inversión es favorable dentro de la zona elegida.
5. La Junta consideró que se debía llamar la atención de los gobiernos latinoamericanos sobre el papel especial que pueden desempeñar las industrias en el desarrollo económico y cultural en general, y por lo tanto la necesidad de:
(a) conceder prelación a estas industrias al elaboborar planes de desarrollo;(b) asegurar que estos planes se documenten y preparen cuidadosamente con objeto de establecer el orden de viabilidad de proyectos potenciales en función de sus perspectivas de satisfacer, en la forma más económica y efectiva posible, las necesidades de los países latinoamericanos, tanto en su conjunto como aisladamente;
(c) movilizar capital local y facilitar el influjo del capital internacional con el objeto de conseguir esta expansión.
6. La Junta consideró que debido a que el suministro adecuado e ininterrumpido de materia prima es fundamental para el desarrollo industrial contemplado, los gobiernos latinoamericanos debían tomar medidas para establecer o mejorar los plazos de los créditos para forestación e industrialización.
7. Parte del desarrollo involucraría gustos de «colonización» tan elevados que inhibirían las inversiones privadas al ser cargados como costos de inversión en las operaciones de producción de papel. La Junta consideró que en los casos en que se infiere que la expansión de este tipo es de interés público, las autoridades nacionales deberían proveer servicios sociales básicos.
8. La Junta manifestó su deseo de que las conclusiones a que se había llegado fuesen puestas en conocimiento de los bancos e instituciones financieras que pudiesen interesarse, a fin de llamar la atención de aquellos que tienen negocios en América Latina sobre la conveniencia de adoptar todas las medidas necesarias para:
(a) facilitar el financiamiento de las ventas de maquinarias;
(b) facilitar la exportación de capital privado.