D. Schoene y M. Netto
Dieter Schoene es Oficial Forestal Superior (Bosques y cambio clim�tico) en el Servicio de Conservaci�n Forestal, Departamento Forestal, FAO, Roma.
Maria Netto es Oficial de Programa en el Programa de Apoyo a la aplicaci�n de la Convenci�n Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Clim�tico (CMNUCC), Bonn (Alemania).
Las opiniones expresadas en este art�culo son las de los autores y no corresponden necesariamente a la posici�n de las Naciones Unidas o de la Secretar�a de la CMNUCC.
Los tratados internacionales sobre el cambio clim�tico tratan de proteger los bosques contra los efectos del cambio clim�tico mundial haciendo uso de sus poderes especiales para mitigarlo.
Cuando la FAO public� su primera evaluaci�n de los recursos forestales mundiales en esta revista (FAO, 1948), defini� los bosques como �vegetaci�n predominante constituida por �rboles de cualquier tama�o, capaces de producir madera u otros productos forestales, o bien influir sobre las condiciones climatol�gicas o el r�gimen de aguas�. Aunque el efecto invernadero ya se hab�a descubierto y ya se hab�a predicho el calentamiento mundial, los autores de esta definici�n hist�rica no pretend�an probablemente referirse a un papel de los bosques en la mitigaci�n del cambio clim�tico. Sin embargo, que el cambio clim�tico terminar�a por afectar a la silvicultura era ya obvio en 1989, cuando los ministros de medio ambiente de 68 naciones propusieron la forestaci�n de 12 millones de hect�reas cada a�o en la Declaraci�n Ministerial de Noordwijk sobre Cambio Clim�tico (IUCC, 1993). Hoy se reconoce que los bosques pueden contribuir a mitigar el cambio clim�tico, necesitan adaptarse a �l y pueden ayudar a la humanidad a resistir a sus efectos.
En este art�culo se examinan los v�nculos entre bosques y cambio clim�tico y su incorporaci�n a los correspondientes acuerdos internacionales, y se destacan algunos de los problemas que se plantean al promover el papel de los bosques en la mitigaci�n del cambio clim�tico mundial.
Plantar nuevos bosques para absorber el exceso de CO2 en la atm�sfera es la opci�n en que primero se suele pensar cuando se trata de utilizar los bosques para contener el cambio clim�tico. La idea de plantaciones compensatorias de carbono, propuesta originalmente por Dyson (1977), se aplica actualmente en todo el mundo con arreglo al Protocolo de Kyoto (v�anse los art�culos de Oyhant�abal y Masripatin en este n�mero) o incluso al margen de ese acuerdo (v�ase el art�culo de Tuttle y Andrasko en este n�mero). No obstante, adem�s de plantar �rboles en plantaciones productivas o protectoras, en sistemas agroforestales o en bosques urbanos, existe toda una gama de opciones silviculturales y administrativas para favorecer la absorci�n y el almacenamiento de carbono en los ecosistemas forestales, tales como restauraci�n de bosques degradados, plantaciones de enriquecimiento, extensi�n de las rotaciones en bosques de edad uniforme, aclareo ligero, preferencia por especies con altos �ndices de absorci�n, plantaci�n bajo cubierta de bosque abierto, y fertilizaci�n o riego de rodales. Los bosques inmaduros, extendidos por Europa, Am�rica del Norte y Asia oriental, act�an como �sumideros� de carbono sin intervenci�n humana deliberada; la mitad de la biomasa que acumulan es carbono.
Fuera del bosque, los productos de la madera pueden almacenar carbono durante decenios e incluso siglos. En los pa�ses industrializados, la acumulaci�n de carbono en productos madereros asciende a unas 20 � 40 toneladas de carbono por hect�rea de superficie forestal (Dewar, 1990). En ciertas circunstancias, los bosques bien administrados y sus productos pueden almacenar m�s carbono que los bosques no ordenados o naturales (Dewar y Cannell, 1992).
Las opciones de ordenación como el aclareo ligero (véase el rodal a la derecha) pueden contribuir a la absorción de carbono en los ecosistemas forestales |
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USDA-FS/J. WITCOSKY/WWW.FORESTRYIMAGES.ORG/1441133 |
Comparando el calentamiento mundial a una fiebre del planeta, los bosques no solo funcionan como una medicina potencial, sino que su destrucci�n agrava la enfermedad. La deforestaci�n y la degradaci�n forestal contribuyen en un 24 por ciento a las emisiones antropog�nicas de carbono y en un 18 por ciento al total combinado de las emisiones de gases de invernadero (IPCC, 2000; Baumert, Herzog y Pershing,
2005) al eliminar la capacidad de los bosques para absorber carbono en el futuro, se agrava mucho m�s la p�rdida. En los pa�ses en desarrollo, la mayor parte de las emisiones no se originan en chimeneas ni tubos de escape, sino que proceden del cambio en el uso de la tierra. De ah� que algunos hayan propuesto, como opci�n para reducir las emisiones, incentivos financieros para una ordenaci�n m�s sostenible de los bosques y para frenar su conversi�n a otros usos.
Adem�s de reducir la deforestaci�n, hay otras opciones para conservar el carbono de los bosques, como la reducci�n de las extracciones excesivas (Marsh et al., 1996), la lucha contra incendios forestales (Goldammer, Seibert y Schindele, 1996), la sustituci�n cuando sea posible de rodales de edad uniforme por otros de edad no uniforme, la reducci�n al m�nimo de la p�rdida de carbono al transformar la madera en productos forestales (Muladi, 1996), la pr�ctica de sistemas distintos del de corta y quema y la reducci�n de la podredumbre de los �rboles.
En los pa�ses que obtienen energ�a de combustibles f�siles, su sustituci�n en lo posible por le�a producida de modo sostenible dejar�a una cantidad aproximadamente equivalente de carbono f�sil bajo tierra y eliminar�a las emisiones correspondientes. El uso de le�a producida sosteniblemente no da lugar pr�cticamente a emisiones, porque el carbono liberado por la combusti�n quedar� compensado por una cantidad equivalente absorbida por el crecimiento del bosque. Los residuos de explotaci�n forestal pueden ser el complemento de la le�a recogida en plantaciones destinadas a ese fin. Por cada metro c�bico de existencias en formaci�n extra�do como madera industrial de los bosques mundiales, alrededor de 1 tonelada de biomasa queda sobre el terreno forestal como posible fuente de bioenerg�a (FAO, 2006). Cada tonelada de le�a o de biomasa producida por la corta de madera podr�a sustituir a unos 400 litros de petr�leo e impedir 0,3 toneladas de emisiones de carbono (Grammel, 1989).
La extracci�n de productos madereros requiere menos energ�a (normalmente de combustibles f�siles) que la fabricaci�n de productos competidores de acero o de aluminio. Por t�rmino medio, cada metro c�bico de madera de construcci�n en sustituci�n de acero o aluminio evita 0,3 toneladas de emisiones de carbono (Burschel, K�rsten y Larsen, 1993).
Los bosques inmaduros, corrientes en Europa, América del Norte y Asia oriental, funcionan como sumideros de carbono sin intervención humana deliberada; la mitad de la biomasa que acumulan es carbono (en la foto, pino blanco joven y alerce en los Estados Unidos) |
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C. SCHNEPF/ WWW.FORESTRYIMAGES.ORG/ 1171054 |
Los bosques son tambi�n v�ctimas posibles de la imaginada fiebre del planeta, y sin adaptarse no podr�n cumplir lo que de ellos se espera en la mitigaci�n del cambio clim�tico. Los mapas de la tierra y de la vegetaci�n han mostrado que los bosques responden con gran sensibilidad a cada peque�a diferencia de temperatura y humedad (Schoene, 1983). La tendencia al calentamiento en la temperatura mundial media de superficie de 0,6 �C desde 1900 est� ya produciendo la muerte de �rboles en los bosques boreales (FAO, 2003), y se prev�n grandes cambios en la distribuci�n geogr�fica de la vegetaci�n forestal, as� como alg�n marchitamiento y decadencia progresivos. En la mayor�a de los casos, la decadencia no se deber� directamente al cambio clim�tico, sino a alteraciones derivadas de �ste como incendios, plagas, enfermedades y escasez de nutrientes y de agua.
Por otra parte, algunos bosques pueden realmente beneficiarse de per�odos de crecimiento m�s largos, temperaturas m�s c�lidas y mayor crecimiento. El aumento del CO2 en el aire puede tambi�n mejorar la eficiencia en el uso del agua, ya que la escasez de agua debilita menos la fotos�ntesis en un aire rico en carbono (Schulin y Bucher-Wallin, 2001).
Las estrategias de adaptaci�n propuestas apuntan a ordenaci�n de genes, protecci�n forestal, regeneraci�n de bosques, ordenaci�n silvicultural, operaciones, utilizaci�n de recursos no madereros y ordenaci�n de parques y espacios naturales (FAO, 2003).
Fuera de los bosques, los productos de madera pueden almacenar carbono durante decenios e incluso siglos. Catedral de Paramaribo, Suriname, construida enteramente con madera, en su interior y en su exterior |
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FAO/FO-0777/M. NOEBAUER |
En los países en desarrollo, la mayor parte de las emisiones no proceden de chimeneas ni tubos de escape, sino del cambio en el uso de la tierra; impedir la deforestación puede ser una opción para reducir las emisiones |
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S. MIDGLEY |
Los bosques y los �rboles fuera de ellos pueden ayudar a las comunidades locales a soportar los efectos del cambio clim�tico de varias maneras (Robledo y Forner, 2005). Plantaciones o �rboles naturalmente regenerados pueden proteger las cuencas fluviales contra sequ�as derivadas del cambio, inundaciones o deslizamientos de tierras, y pueden detener o frenar la desertificaci�n. Cultivos agroforestales y �rboles en el paisaje combinan la producci�n de alimentos y madera y prestan diversos servicios ambientales y sociales, aumentando as� la resistencia contra fen�menos clim�ticos adversos. Los �rboles en medios urbanos retienen cantidades relativamente peque�as de carbono, pero transpiran grandes cantidades de agua y reflejan m�s radiaci�n que las superficies de asfalto, dando mayor frescor a las ciudades (Jo y McPherson, 2001). Las plantaciones de manglares pueden proteger las costas contra los efectos de olas tormentosas y elevaciones del nivel del mar.
El destino de los bosques como causa, remedio y v�ctima del cambio clim�tico afectar� en �ltimo t�rmino a las personas: 60 millones de ind�genas habitantes en los bosques dependen enteramente de �stos y de sus productos; 1�200 millones de personas en los pa�ses en desarrollo obtienen alimentos de los �rboles y por los menos el 70 por ciento extraen de los bosques sus �nicas medicinas; y m�s de 2�000 millones de personas usan principalmente le�a para cocinar y calentarse (Ministerio Federal Alem�n de Cooperaci�n Econ�mica y Desarrollo, 2004). De c�mo soporten los bosques el cambio clim�tico depender�n pues en gran medida el bienestar humano y el progreso hacia los Objetivos de Desarrollo del Milenio.
El uso de leña producida de modo sostenible –por ejemplo, en monte bajo, que almacena carbono además de proporcionar bioenergía– deja combustible fósil bajo la tierra y elimina las correspondientes emisiones |
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D. MAGUIRE/WWW.FORESTRYIMAGES.ORG/2714052 |
El cambio climático contribuye indirectamente a la decadencia del bosque al influir sobre factores negativos como incendios, plagas, enfermedades y escasez de nutrientes y de agua |
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FAO/FO-0005/R. HOFF |
Tanto la Convenci�n Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Clim�tico (CMNUCC) como el Protocolo de Kyoto enumeran obligaciones generales sobre los bosques que se aplican a todos los pa�ses miembros. Deben �stos promover la ordenaci�n forestal sostenible y la cooperaci�n en la conservaci�n y el cuidado de los bosques como sumideros y dep�sitos de gases de invernadero. Deben promover la forestaci�n y la reforestaci�n, as� como las energ�as renovables. Deben considerar adem�s los bosques como parte de inventarios nacionales de emisiones y absorciones de gases de invernadero, en la transferencia de tecnolog�a y en los programas nacionales de adaptaci�n al cambio clim�tico.
El Protocolo de Kyoto estipula exigencias espec�ficas diferentes para los pa�ses desarrollados y en desarrollo en relaci�n con los bosques.
Los pa�ses desarrollados promover�n pr�cticas de ordenaci�n forestal sostenible, formas renovables de energ�a, forestaci�n y reforestaci�n, y deber�n adoptar pol�ticas nacionales y tomar las medidas correspondientes sobre mitigaci�n del cambio clim�tico estimulando la formaci�n de sumideros y dep�sitos de gases de invernadero. Deber�n calcular las emisiones y absorciones netas de gases de invernadero debidas a forestaci�n, reforestaci�n y deforestaci�n desde 1990 que ocurran durante el primer per�odo de compromiso del Protocolo de Kyoto (2008 a 2012) e incorporarlas a su contabilidad de emisiones netas de gases de invernadero. Deber�n decidir antes de fines de 2006 si optan por incluir en su contabilidad nacional las absorciones o emisiones de gases de invernadero en relaci�n con la ordenaci�n forestal, hasta l�mites espec�ficos para cada pa�s (FAO, 2003).
Mediante el mecanismo llamado de Ejecuci�n Conjunta (v�ase el art�culo de Lakyda, Buksha y Pasternak en este n�mero), los pa�ses industrializados y los pa�ses con econom�as en transici�n pueden realizar conjuntamente proyectos de compensaci�n de gases de invernadero que impliquen forestaci�n, reforestaci�n u ordenaci�n forestal. Algunas o todas las compensaciones de gases de invernadero realizadas en los bosques del pa�s receptor se transfieren al pa�s inversor sobre la base de acuerdos contractuales.
La posibilidad dada a los pa�ses desarrollados de compensar las emisiones aumentando la cantidad de carbono almacenada en productos madereros podr�a ser un incentivo para el uso de la madera en bienes duraderos; sin embargo, esto no se permitir� en el primer per�odo de compromiso del Protocolo de Kyoto por falta de un acuerdo sobre metodolog�as para contabilizar los gases de invernadero en los productos de la madera.
La CMNUCC y el Protocolo de Kyoto mencionan espec�ficamente en varios art�culos los bosques de los pa�ses en desarrollo. El art�culo 4, p�rrafo 1e, de la Convenci�n contiene un mandato dirigido a todos los miembros de cooperar en la protecci�n y rehabilitaci�n de zonas afectadas por la sequ�a y la desertificaci�n, en particular en �frica. Seg�n el art�culo 4, p�rrafo 8, los pa�ses desarrollados deben estudiar a fondo la manera de atender a las necesidades derivadas de los efectos adversos del cambio clim�tico de los pa�ses en desarrollo con zonas forestales o zonas expuestas a degradaci�n forestal. Los bosques pueden incluirse en evaluaciones de la vulnerabilidad, y las medidas de adaptaci�n pueden ser financiadas por el Fondo para el Medio Ambiente Mundial (FMAM) u otros fondos establecidos con arreglo a la CMNUCC y al Protocolo de Kyoto (Robledo y Forner, 2005; Verheyen, 2003).
Mecanismo para un desarrollo limpio. El mecanismo m�s importante para los bosques en los pa�ses en desarrollo es el Mecanismo para un desarrollo limpio (MDL) del Protocolo de Kyoto, que permite a los pa�ses desarrollados cumplir parte de sus obligaciones de reducci�n de gases de invernadero mediante proyectos compensatorios en pa�ses en desarrollo. Los proyectos del MDL que reducen las emisiones en las fuentes pueden realizarse en muchos sectores, particularmente el de la energ�a, incluida la dendroenerg�a. No obstante, las �nicas actividades de absorci�n de carbono permitidas son la forestaci�n y la reforestaci�n. No se admiten proyectos para reducir la deforestaci�n o la degradaci�n forestal. Tampoco se admite la absorci�n de carbono en cultivos y suelos agr�colas durante el primer per�odo de compromiso del Protocolo de Kyoto. Los proyectos del MDL deben promover el desarrollo sostenible en los pa�ses receptores mediante la inversi�n y mediante la transferencia de conocimientos y tecnolog�as. Tambi�n son factibles proyectos del MDL unilaterales en el pa�s receptor y la venta ulterior de cr�ditos.
El MDL es un mecanismo mercantil, impulsado por la demanda de cr�ditos –reducciones certificadas de emisiones– por parte de entidades privadas o p�blicas de los pa�ses desarrollados y por la oferta de proyectos de compensaci�n en los pa�ses en desarrollo.
Antes de que las administraciones forestales nacionales emprendan la forestaci�n y la reforestaci�n en relaci�n con el cambio clim�tico, es preciso examinar algunas condiciones (v�ase el Recuadro) y cumplir muchos requisitos (FAO, 2005).
Para prevenir las cr�ticas respecto a las plantaciones forestales en gran escala y en atenci�n a los objetivos de seguridad alimentaria y desarrollo rural, el MDL contiene una categor�a de escala reducida con condiciones simplificadas y costos fijos reducidos. Los proyectos no pueden obtener cr�ditos por m�s de un promedio anual de 2�200 toneladas de carbono absorbidas y deben ser emprendidos por comunidades e individuos pobres. Pueden incluir explotaciones agroforestales o bosques urbanos y, seg�n la productividad y los niveles previstos de almacenamiento, pueden abarcar superficies de 200 a 4�000 hect�reas. Dentro de estos l�mites, se permite la uni�n de peque�as parcelas. La Conferencia de las Partes de la CMNUCC en su d�cima reuni�n (COP-10) dio a las organizaciones internacionales un mandato especial para que faciliten tales proyectos de forestaci�n y reforestaci�n en peque�a escala (CMNUCC, 2004).
Hasta el final de 2005, la CMNUCC hab�a registrado m�s de 70 proyectos del MDL en todos los sectores y ten�a en tramitaci�n otros 500. De ellos, se hab�an presentado menos de 20 proyectos de forestaci�n y reforestaci�n, ninguno de los cuales se ha registrado todav�a, porque las primeras metodolog�as para determinaci�n de una l�nea de base e inspecci�n de las actividades de forestaci�n y reforestaci�n se han aprobado hace muy poco tiempo. Muchos de los proyectos forestales han sido rechazados por deficiencias en las normas metodol�gicas o en los aspectos forestales. Adem�s, las compa��as que deber�an certificar tales proyectos est�n todav�a en proceso de acreditaci�n. Se espera, pues, que los primeros proyectos de forestaci�n y reforestaci�n se registren a fines del segundo trimestre de 2006.
Aunque los precios de los cr�ditos han superado los 100 d�lares por tonelada de carbono en el mercado de emisiones de la Uni�n Europea (el �nico mercado internacional existente para negociar las emisiones de gases de invernadero), los precios de los cr�ditos de proyectos de forestaci�n son actualmente de tan s�lo 10 a 15 d�lares por tonelada de carbono, a causa de los riesgos percibidos por los compradores (FAO, 2005). Est� claro que, a menos que se superen los obst�culos para la aplicaci�n generalizada, se disipen algunos prejuicios sobre los cr�ditos de carbono de proyectos forestales y se desarrolle un mercado, un caudal potencialmente rico de inversiones en el MDL dejar� de lado la silvicultura.
Otros desaf�os y oportunidades para el sector forestal en los pa�ses en desarrollo.
La CMNUCC dispone que los pa�ses en desarrollo presenten inventarios nacionales peri�dicos de emisiones de gases de invernadero por sus respectivas fuentes y de absorciones en sumideros, como parte de sus Comunicaciones Nacionales. Los pa�ses industrializados financian todos los costos de estas comunicaciones mediante fondos establecidos en virtud de la CMNUCC y del Protocolo de Kyoto y administrados por el FMAM. Los bosques merecen m�s atenci�n de la recibida hasta ahora en las Comunicaciones Nacionales de los pa�ses en desarrollo, por su gran importancia para la seguridad alimentaria y la vida rural en algunos pa�ses y porque pueden ser una importante fuente de emisiones, en particular en algunos pa�ses africanos. Lamentablemente, las evaluaciones forestales nacionales en muchos pa�ses en desarrollo son obsoletas o de baja calidad, o ambas cosas (Saket, 2002), lo que hace poco fiables sus inventarios de gases de invernadero. El FMAM apoya los inventarios de gases de invernadero y las Comunicaciones Nacionales como actividades capacitadoras mediante fondos administrados por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).
Todos los pa�ses menos adelantados fijan
prioridades de adaptaci�n en sus Planes nacionales de acci�n para la adaptaci�n, financiados tambi�n por medio del FMAM. El Fondo Fiduciario del FMAM y otros fondos establecidos en el marco de la CMNUCC (Fondo especial del cambio clim�tico) y del Protocolo de Kyoto (Fondo de adaptaci�n) prestan apoyo a los pa�ses en desarrollo respecto a evaluaciones de la vulnerabilidad y de la adaptaci�n, fomento de la capacidad y evaluaciones de las necesidades tecnol�gicas.
Las negociaciones para el segundo per�odo de compromiso del Protocolo de Kyoto empezaron en 2005 seg�n lo dispuesto en el Protocolo. Los pa�ses pod�an negociar para incluir otras actividades forestales en los mecanismos flexibles del Protocolo. Una primera posibilidad es la reducci�n de emisiones de gases de invernadero debidas a la deforestaci�n y la degradaci�n forestal; otras posibles inclusiones son la rehabilitaci�n de bosques degradados, la reducci�n del impacto de las explotaciones forestales, la reducci�n de p�rdidas en la elaboraci�n de productos madereros y el mayor uso de la madera como fuente de energ�a. Pueden facilitar estos debates los mayores conocimientos pr�cticos de silvicultura, que faltaban en negociaciones anteriores, sobre todo en los pa�ses en desarrollo.
¿Debería participar mi país en el MDL? Preguntas para orientar a las autoridades responsables
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Los cultivos agroforestales combinan la producción de alimentos y madera y proporcionan diversos servicios ambientales y sociales, aumentando así la resistencia contra influencias climáticas adversas |
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J. LI |
Las plantaciones de manglares, como estos de Fiji, pueden proteger las costas contra los efectos de olas tormentosas y elevaciones del nivel del mar |
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O. JONSSON |
En los pa�ses industrializados, el redescubrimiento del nexo entre los bosques y el carbono podr�a iniciar una nueva etapa en la silvicultura. En Europa occidental, por ejemplo, la silvicultura estuvo durante siglos centrada principalmente en el carb�n vegetal, hasta que el descubrimiento de la hulla desvi� la atenci�n a la madera. La demanda de madera de construcci�n en gran cantidad hizo que las pr�cticas forestales desde�aran las maderas de frondosas de alta densidad en favor de las con�feras y de rotaciones m�s largas. El inter�s por la absorci�n de carbono podr�a dar lugar a un nuevo cambio; algunas frondosas nativas de alta densidad pueden absorber tanto carbono como algunas con�feras introducidas, de r�pido crecimiento pero baja densidad, y durante m�s tiempo (Schoene y Schulte, 1999). Al valorar m�s la absorci�n de carbono se alargan las rotaciones y se eleva el promedio de existencias en formaci�n (Hoen y Solberg, 1994). En los pa�ses industrializados que incluyen la ordenaci�n forestal como actividad optativa en la contabilidad con arreglo al Protocolo de Kyoto, los valores de las existencias en formaci�n aumentar�n el 1 de enero de 2008 en el equivalente monetario de las existencias de carbono. Despu�s de esa fecha, suprimir un bosque para dar paso a una autopista, una urbanizaci�n o un campo de golf resultar� m�s caro, ya que el pa�s tendr� que compensar la p�rdida de carbono.
Tambi�n muchos pa�ses en desarrollo tienen que mirar de otra manera sus bosques desde la perspectiva del Protocolo de Kyoto. Los pa�ses en desarrollo originan hoy alrededor del 60 por ciento de todas las emisiones antropog�nicas de gases de invernadero, incluidas las debidas a cambios en el uso de la tierra y a la silvicultura. Un tercio de las emisiones de los pa�ses en desarrollo proceden de cambios en la agricultura y la silvicultura, sobre todo de la deforestaci�n; en los pa�ses menos adelantados corresponde a este sector el 62 por ciento (Baumert, Herzog y Pershing, 2005). Las emisiones debidas a la deforestaci�n no son menos da�inas que las de combustibles f�siles; por el contrario, no s�lo afectan a la atm�sfera desde el momento de ser liberadas, sino que reducen adem�s la capacidad para absorber carbono en el futuro. Las nuevas propuestas de pa�ses en desarrollo, con Papua Nueva Guinea y Costa Rica a la cabeza, de que los pa�ses industrializados compensen la conservaci�n de los bosques en los pa�ses en desarrollo, son comprensibles desde esta perspectiva (v�ase el art�culo de Moutinho et al. en este n�mero). En oposici�n a ello se se�alan las dificultades t�cnicas para cuantificar las econom�as de carbono y se duda de que compensaciones monetarias por la conservaci�n del carbono consigan reducir apreciablemente la deforestaci�n, que despu�s de todo tiene muchas causas bien conocidas.
Es indispendable mejorar las evaluaciones forestales nacionales para cuantificar las existencias y los flujos del carbono son indispensables, y la urgencia de dichas evaluaciones se ha acentuado al hacerse obligatoria la información sobre cambios en las existencias de carbono; en la foto, trabajo de inventario en Guatemala |
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FAO/M. SAKET |
Muchos proyectos de forestaci�n y reforestaci�n propuestos con el MDL han fracasado por la insuficiencia de conocimientos t�cnicos forestales en su preparaci�n. Unos buenos especialistas en silvicultura y en cambio clim�tico ser�n esenciales para definir el papel futuro de los bosques en el Protocolo de Kyoto. El personal forestal profesional puede tener que prepararse a fondo. Hasta ahora, pocas escuelas forestales parecen haber incluido el cambio clim�tico en sus programas, y sin embargo un repaso de cinco a�os de CLIM-FO-L, el bolet�n electr�nico de la FAO sobre cambio clim�tico y silvicultura (v�ase www.fao.org/forestry/site/17828/sp), permite apreciar que con frecuencia creciente aparecen nuevas oportunidades profesionales en este campo.
La teledetecci�n, las mediciones de flujo del carbono y la modelaci�n atmosf�rica inversa permiten comprender mejor el ciclo mundial del carbono y el papel de los bosques en el mismo. Sin embargo, son indispensables inventarios terrestres para realizar o complementar estimaciones y modelos que cuantifiquen las enormes existencias de carbono y sus flujos en los ecosistemas forestales. Urge mejorar y hacer m�s frecuentes las evaluaciones forestales nacionales al hacerse obligatoria la informaci�n de los pa�ses sobre cambios en las existencias de carbono (FAO, 2003). Adem�s, la contabilidad de las emisiones de gases de invernadero evitadas reduciendo la deforestaci�n y la degradaci�n forestal no ser�a factible sin unos buenos inventarios de bosques y de gases de invernadero.
La opini�n p�blica es cada vez m�s consciente del calentamiento mundial. Los bosques contienen una mitad m�s del total de carbono en la atm�sfera terrestre (FAO, 2006), y seguir�n siendo en el futuro previsible el �nico instrumento viable en gran escala para absorber el exceso de CO2 de la atm�sfera. Sirven adem�s para transformar el CO2 excedente en madera, follaje, productos y paisajes verdes agradables y placenteros para la mayor�a de las personas. La conciencia del cambio clim�tico puede ayudar a elevar el valor de los bosques y la silvicultura a ojos del p�blico. Puede tambi�n contribuir al aprecio y la competitividad de los productos forestales. La pol�tica forestal y los medios de comunicaci�n social deben promover esa concientizaci�n.
Hoy d�a, los bosques pueden reaccionar al cambio de clima con m�s prontitud que a la ordenaci�n forestal (Pretzsch, 2005). Las prescripciones silviculturales hist�ricas basadas en un siglo de observaciones del crecimiento y el rendimiento no son ya aplicables; las predicciones de crecimiento y de respuesta a las intervenciones se han vuelto muy inseguras. Actualmente, los m�todos de ordenaci�n flexible en condiciones inciertas formulados por Biolley (1920) est�n reapareciendo en forma de ordenaci�n moderna adaptable de los recursos naturales (Walters, 1986) y se proponen para la ordenaci�n de los bosques frente al cambio clim�tico (MacIver y Wheaton, 2005).
Tambi�n la investigaci�n forestal debe tener en cuenta el cambio clim�tico; y no bastar�n las respuestas ad hoc a las nuevas cuestiones que plantee el advenimiento del cambio. Para considerar la inclusi�n de productos madereros como dep�sitos contabilizables de carbono en los futuros per�odos de compromiso del Protocolo de Kyoto, por ejemplo, se necesitan m�s y mejores datos espec�ficos sobre el carbono en los productos de la madera y su destino en el ciclo vital de los productos. Deber�a estudiarse el potencial del monte bajo para responder simult�neamente a los objetivos de producci�n de bioenerg�a y almacenamiento de carbono. �Podr� la t�cnica incipiente de los inventarios de carbono y la evaluaci�n de las tasas de absorci�n en los bosques perfeccionarse hasta que su uso sea tan sencillo como lo es hoy el de una tabla de rendimientos?
Ya que los bosques hoy establecidos crecer�n durante decenios o siglos y con seguridad experimentar�n el cambio clim�tico, un importante campo de investigaci�n es el de la evaluaci�n de su vulnerabilidad y los m�todos de adaptaci�n al cambio (Spittlehouse y Stewart, 2003), que s�lo recientemente ha empezado a recibir algo de la atenci�n ya dedicada a la vulnerabilidad y a la adaptaci�n de las sociedades humanas (Smith, Klein y Huq, 2003).
Los bosques y la silvicultura est�n �ntimamente vinculados al cambio clim�tico. La CMNUCC y el Protocolo de Kyoto as� lo reconocen expl�citamente. Los tratados internacionales persiguen proteger los bosques contra los efectos del calentamiento del clima mundial y de aprovechar sus grandes posibilidades para mitigarlo y salvaguardar a las sociedades humanas. El MDL se centra en proyectos de forestaci�n y reforestaci�n para absorber los gases de invernadero en los pa�ses en desarrollo. Este instrumento flexible es un modelo notable para alcanzar, mediante esfuerzos solidarios mundiales, los objetivos de desarrollo del Milenio propuestos por las Naciones Unidas.
El cambio clim�tico y los tratados internacionales que de �l se ocupan han suscitado multitud de nuevos desaf�os, oportunidades y tareas para el sector forestal. Para hacerles frente con �xito se requieren nuevas perspectivas, prioridades modificadas, nuevos conocimientos, capacidades y creatividad.
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