DADO EL LENTO RITMO del progreso logrado desde 1990-1992, las perspectivas de alcanzar el objetivo de la Cumbre Mundial sobre la Alimentación de reducir a la mitad el número de personas hambrientas para 2015 parece cada vez más remoto. Un análisis más detenido revela que esas cifras encubren una tendencia todavía más alarmante. Si se divide en dos ese período de nueve años, las cifras para los países en desarrollo en su conjunto indican que el número de personas subnutridas ha aumentado en realidad en 4,5 millones por año en el subperíodo más reciente, comprendido entre 1995-1997 y 1999-2001.
Los datos procedentes de los distintos países muestran que sólo 19 de ellos consiguieron reducir el número de personas subnutridas en ambos subperíodos. En esos países que tuvieron éxito, el total de personas hambrientas disminuyó en más de 80 millones en todo el período de nueve años (véase el gráfico infra).
En el otro extremo de la escala hay 26 países donde el número de personas subnutridas aumentó en ambos subperíodos. En la mayoría de estos países, la prevalencia de la subnutrición era ya alta (más del 20 por ciento) en 1990-1992. En los nueve años siguientes, el número de personas hambrientas en esos países aumentó en casi 60 millones.
Análisis de las claves del avance y los reveses en la reducción del hambre Al tratar de analizar los factores que determinan los avances en la reducción del hambre, una combinación de seis indicadores resultó ser la mejor para diferenciar entre los países, agrupados según los resultados obtenidos entre 1990-1992 y 1999-2001. Esos indicadores comprenden el crecimiento de la población, el crecimiento del PIB per cápita, el gasto en salud en porcentaje del PIB, el porcentaje de adultos infectados por el VIH, el número de emergencias alimentarias y el índice de desarrollo humano del PNUD (compuesto a su vez por muchos indicadores económicos y sociales). En los países que lograron reducir el hambre durante todo el período de nueve años, el PIB per cápita creció a una tasa anual del 2,6 por ciento, es decir, más de cinco veces superior a la tasa de los países en que la subnutrición aumentó en ambos subperíodos (0,5 por ciento). Los países con más éxito tuvieron también un crecimiento agrícola más rápido (3,3 por ciento anual en comparación con sólo el 1,4 por ciento en los países en que el hambre aumentó durante el decenio), tasas más bajas de infección por VIH, un crecimiento de población más lento y muchas menos emergencias alimentarias. |
Un análisis preliminar (véase el recuadro) indica cierto número de factores que pueden haber contribuido al éxito en algunos países y los reveses en otros. De forma nada sorprendente, los países que lograron reducir el hambre en ambos subperíodos tuvieron también mayor crecimiento económico. En cambio, los países donde aumentó el número de personas hambrientas experimentaron más emergencias alimentarias y tasas más altas de infección por VIH.
No toda la información que se deduce del análisis es insatisfactoria. Veintidós países, entre ellos Bangladesh, Haití y Mozambique, lograron, al menos temporalmente, cambiar la tendencia en contra del hambre. En esos países, el número de personas subnutridas disminuyó en la segunda mitad del decenio, tras haber aumentado en los primeros cinco años.
En otros 17 países, sin embargo, la tendencia cambió en dirección opuesta, y el número de personas subnutridas, que había estado disminuyendo, comenzó a aumentar. Ese grupo comprende cierto número de países de poblaciones numerosas, entre ellos la India, Indonesia, el Pakistán, Nigeria y el Sudán.
Al mismo tiempo, el progreso se ha desacelerado en muchos de los países en que se registraron progresos espectaculares en el primer subperíodo quinquenal, entre ellos China. Al haber reducido la prevalencia de la subnutrición hasta niveles moderados (inferiores al 20 por ciento), no cabe esperar que esos países impulsen el progreso del mundo en desarrollo.
Al invertirse la tendencia en muchos países grandes y desacelerarse el avance en otros, la pauta del cambio en los países en desarrollo en su conjunto pasó de una tendencia descendente a otra ascendente. Entre 1995-1997 y 1999-2001, el número de personas hambrientas en los países en desarrollo aumentó en 18 millones, neutralizando casi la mitad del aumento de 37 millones logrado en los cinco años anteriores. A no ser que se logren progresos importantes en los países grandes en que se han detenido, será difícil invertir esa tendencia negativa.
La subnutrición aumenta en muchos países en transición
El primer análisis hecho por la FAO de los cambios ocurridos desde la desintegración de la Unión Soviética y Yugoslavia muestra que el hambre está aumentando en muchos países en transición. En general, el número de personas subnutridas en estos países creció de 25 a 34 millones entre 1993-1995 y 1999-2001. Las estimaciones deben considerarse provisionales, ya que la realización de encuestas por muestreo de hogares, para sustituir los datos obtenidos de los registros administrativos, se encuentra todavía en una etapa temprana.
Casi todos los aumentos de la subnutrición se produjeron en la Comunidad de Estados Independientes (CEI), donde el número de personas hambrientas aumentó de 20,6 a 28,8 millones y el porcentaje del 7 al 10 por ciento. La transición económica ha ido acompañada de cambios políticos y administrativos trascendentales que han perturbado el comercio y las relaciones de intercambio, y producido grave escasez de divisas. Además, los sistemas de producción agrícola y comercialización se han descompuesto.
Los Estados bálticos y los países de Europa oriental han evitado en gran parte esos problemas. En la mayoría de esos países, la prevalencia de la subnutrición ha disminuido o permanecido estable. No ha ocurrido así, sin embargo, en Bosnia y Herzegovina, Bulgaria, Letonia, la ex República Yugoslava de Macedonia, y Serbia y Montenegro, donde la prevalencia de la subnutrición aumentó o fue todavía significativa en 1999-2001.