STANLEY A. CLARKE, Jefe de la División de Productos Forestales, Melbourne del Sur, Victoria (Australia)
El completo aprovechamiento de los bosques tropicales ha sido desde largo tiempo la aspiración máxima de los forestales. En ocasiones, ello se consigue en masas más o menos puras o en zonas con un numero de especies relativamente corto, de las cuales se todas son valiosas. Con mayor frecuencia, los bosques son muy mezclados y sólo se explotan unas cuantas especies predilectas. En otros casos, cuando existen masas puras, se presentan entremezcladas con otras mixtas.
En tales condiciones de incompleta explotación, los forestales deben trabajar en un área extensa para con - seguir el necesario rendimiento en trozas, y dado que los cables de extracción, vías de saca, etc., guardan una estrecha relación con la extensión, el coste por unidad de madera extraída crece de forma notable. Además, algunos de los materiales mecánicos de explotación más económicos, solamente pueden aplicarse cuando el volumen extraído por unidad superficial es muy elevado, esto es, en masas discretamente densas explotadas en forma más o menos completa. El forestal se enfrenta asimismo con otro problema en el bosque mixto, y es cómo puede aprovechar los pies restantes, que pueden integrar el 50 por ciento o más de la masa e interferir con la regeneración y crecimiento de las especies preferidas.
Todo procedimiento por el que se aprovechen las especies no preferidas puede ser, por consiguiente, de importancia, por suponer (a) una general reducción en los costes de explotación, (b) un aumento en las provisiones de madera y (c) una ayuda para el forestal en el cultivo de la próxima cosecha. Puede ocurrir que estas especies no preferidas se consideren inferiores simplemente por no conocerse lo suficiente, o porque alguna de ellas exista en volumen demasiado limitado para justificar la creación de un mercado; o que las trozas de tales especies sean susceptibles de daños tales como el ataque de los barrenillos del leño y la coloración anormal por hongos, y presenten otras dificultades durante el aserrado, debidas al elevado contenido de sílice o a la madera de tensión o posteriores al aserrado, tales como el ataque de los lictos. Su densidad puede variar entre muy baja y muy elevada, y su color desde casi blanco hasta casi negro, oscilando su textura desde un aspecto suelto y fibroso hasta un leño de trama cerrada.
Prácticamente, con todas estas maderas pueden producirse uno o más materiales chapeados (tableros aislantes, tableros duros o tableros de madera aglomerada), si bien, naturalmente, para cada aplicación existirán ciertas especies o tipos de especies con las que se obtendrán los mejores resultados en función de su densidad, facilidad de desintegración, color o cualquiera otra cualidad ventajosa.
Al elegir el tipo de producto y las maderas más adecuadas para el mismo, deben explorarse ante todo las condiciones del mercado. Después de esto existe un cierto número de principios generales que deberán seguirse, si bien es evidente que habrá excepciones gobernadas por circunstancias externas especiales. El poco peso y el color claro pueden ser cualidades útiles en una madera destinada para tableros aislantes. Las maderas muy quebradizas deberán considerarse con prevención, por la posible dificultad que puede plantear un desmenuzado demasiado fino. Podrán entonces utilizarse maderas más densas, pero esto quizá exija la cocción o el tratamiento previo con vapor. De forma análoga, un color oscuro podrá corregirse mediante un recubrimiento en la prensa de moldear o con una primera capa de pintura, pero en cualquier caso el coste aumentará.
Casi todas las maderas pueden utilizarse para los tableros duros, que son los menos exigentes de todos los tableros en lo que se refiere a la materia prima. Toda selección deberá ajustarse a criterios muy generales, tales como máxima facilidad de manipulación y evitación en lo posible de especies con un elevado contenido de extractivo.
Respecto de los tableros de madera aglomerada, las maderas de densidad ligera y media serán las preferidas. La susceptibilidad al ataque de los lictos probablemente no constituye un factor, tratándose de tableros de madera aglomerada, especialmente cuando las partículas son pequeñas. De todas formas, en las zonas tropicales suele ser fundamental un tratamiento anticriptogámico y antitermes, tratamiento que puede servir también contra los lictos.
Aparte de las características de las materias primas existen otros factores que deben considerarse, tales como la tradición local en cuanto al uso de materiales análogos, las condiciones climáticas y los problemas de aprovisionamiento de agua y de desagüe. Las dificultados que surjan respecto de esto último podrían influir en la selección en el sentido de preferirse un proceso de afieltrado en seco en lugar de en húmedo.
Si los tableros aislantes, duros y de madera aglomerada no se han utilizado en forma alguna en el país de que se trate, sería muy ventajoso importar estos materiales y utilizarlos en las condiciones locales. Podrían surgir inesperadamente problemas especiales, noprevistos de otra forma, que condujeran a un pobre resultado en el funcionamiento inicial de nuevas fábricas. En una ocasión, un nuevo tablero aislante encontró una sólida oposición por ser muy susceptible a los daños causados por ratas y ratones, muy abundantes en la zona. Entre los factores que hay que estudiar figuran, entre otros, la necesidad de tratamientos especiales antifúngicos y antitermes, y la determinación del adecuado grado higroscópico que hay que alcanzar humedeciendo los tableros.
Existe hoy una tendencia a montar un laboratorio cuando se propone la creación de una industria nueva para un país. En el caso de los tableros de construcción a base de madera, tal propuesta aparece llena de dificultades, y sólo en casos excepcionales se recomienda. En primer lugar, no es factible montar un laboratorio para ensayar todos los procesos, porque algunos de éstos exigen máquinas muy distintas de otros. En segundo lugar, de ordinario sólo podrán dotarse con maquinaria experimental instalaciones de tipo laboratorio que por su magnitud no siempre descubren los problemas que seguramente han de surgir. En tercer lugar, los tipos de fábrica que se necesitan más corrientemente pueden seleccionarse de entre la información ya disponible y, una vez determinado el tipo, los fabricantes cuentan con medios para efectuar trabajos experimentales con nuevos materiales, aprovechando personal con larga experiencia y, con frecuencia, maquinaria completa. Tales fabricantes quedan así situados en una posición que les permite incorporar al proyecto de la fábrica todas las características especiales indicadas por los resultados de los experimentos.
En los países en que la fabricación de tableros de fibra y de madera aglomerada se encuentra más avanzada, es usual utilizar como materia prima para estos productos los residuos forestales y de aserradero, principalmente árboles pequeños o mal conformados, costeros y recortes de aserrío, ramazón, etc. La situación es muy distinta tratándose de bosques tropicales mixtos, porque los árboles despreciados son con frecuencia de forma y porte correctos. Por consiguiente, será bueno recordar que existe otro material, el tablero contrachapeado, que puede obtenerse fácilmente de las trozas disponibles. El tablero contrachapeado cuenta con la ventaja de que puede producirse en fábricas pequeñas que no exigen una gran especialización, que funcionan sólo durante el día, si se desea, y que fabrican una gama de productos desde el tablero terciado más delgado hasta aquél del grosor usual de un tablero de madera aglomerada. Con frecuencia pueden conseguirse buenos rendimientos con muchas especies tropicales, sea por desenrollado ordinario o aserrando la troza en dos y sacando capas por oscilación alternativa de cada semitroza alrededor de un eje próximo a la albura exterior. Esta gama de productos y la reducida capacidad de la fábrica pueden ser factores de gran importancia en los países poco desarrollados en que el transporte constituye con frecuencia un problema, sobre todo en determinadas estaciones del año.
Los últimos adelantos en los tratamientos preservativos de las trozas, desde el bosque a la fábrica, y en los simples y económicos baños de difusión de las chapas para evitar el ataque de barrenillos, termes o podredumbres, han revolucionado el futuro de las especies que antes se despreciaban. Por ejemplo, antes de la guerra, en una comarca de Borneo, los gastos de más consideración en los trabajos de mejora de las masas forestales correspondían al envenenamiento de Gonystylus spp., de forma que se pudieran fomentar otras especies. Hoy, los Gonystylus son las principales especies exportables, y su madera se envía a Australia y otros puntos descortezada, tratada y convertida en contrachapeado que goza de gran aceptación. Se han adoptado prácticas forestales que reducen el ataque de los barrenillos y la coloración anormal por hongos hasta un grado insignificante, y las chapas tratadas son completamente inmunes al ataque de los lictos.
Sería ocioso suponer que en todos estos materiales en chapas se encuentra la solución al problema de la completa explotación de los bosques tropicales. El factor decisivo debe ser los mercados disponibles, y hasta que éstos se hayan ensanchado grandemente, la contribución que los tableros pueden aportar hacia la total explotación de los bosques tropicales será muy reducida. Sin embargo, en muchos lugares existirá una activa y creciente demanda, y en ellos el forestal y el maderero encontrarán un mayor incentivo hacia un más completo aprovechamiento de los bosques tropicales mixtos.