Manejo de las malas hierbas en bananos y platanos
Manejo de malezas en cítricos
Manejo de malezas en viñas
PJ. Terry
Bananos y plátanos son alimentos principales en muchos países, además de ser productos comercializados nacional e internacionalmente. Estos se siembran como cultivos de bajos insumos para el consumo familiar y también como generadores de ingresos, que en este caso implica grandes insumos y niveles de manejo. El control de malezas es una de las prácticas que determina la productividad de estos cultivos. Este capítulo resume los problemas de las malezas en bananos y plátanos e identifica los métodos de control que tienen importancia práctica para todos los sistemas de producción.
Problemas de malezas
Existe consenso entre las conocedores de la materia de que las gramíneas, particularmente las especies perennes, son las malezas más severas en bananos y plátanos. Estas son Axonopus compressus (Sw.) P. Beauv., Cynodon dactylon (L.) Pers., Digitaria abyssinica (A. Rich.) Stapf, Imperata cylindrica (L.) Raeuschel, Panicum maximum Jacq., Paspalum scrobiculatum L., Paspalum conjugatum Berg. y Pennisetum purpureum Schumach. (Akobundu 1987; Feakin 1971; Deuse y Lavabre 1979; Purseglove 1972; Simmonds 1959). El omnipresente Cyperus rotundus L. (Deuse y Lavabre 1979), junto con Cyperus spp. en general (Akobundu 1987), también son importantes en estos cultivos. Simmonds (1959) indica que los bananos sufren poco por las competencia de malezas de hoja ancha y recomienda que algunas especies (particularmente Commelina spp.) sean aprovechadas como cobertura beneficiosa del suelo. Hay, sin embargo, un número de malezas de hoja ancha que son problemáticas, como es el caso de Chromolaena odorata (L.) King y Robinson (Akobundu 1987), Convolvulus spp. e Ipomoea spp. (Feakin 1971).
Se acepta, en general, que las malezas son un problema en bananos y plátanos, ya que compiten por el agua, los nutrientes y la luz. La deficiencia de nitrógeno en las plantas cultivables refleja normalmente esta competencia, como lo muestra el amarillamiento del follaje joven (Simmonds 1959), la reducción de la altura y el grosor, la maduración tardía y los rendimientos reducidos (Seeyave y Phillips 1970). Los efectos alelopáticos de algunas malezas casi seguramente dañan estos cultivos y Chou (1989) afirma haber demostrado efectos alelopáticos de dos malezas leguminosas, Centrosema sp. e Indigofera sp. La posibilidad de que las malezas sean hospederos alternativos de plagas debe tenerse en cuenta. Commelina es hospedera de enfermedades virales del banano en Puerto Rico y del nemátodo reniforme (Rotyienchus) en las Islas de Barlovento (Kasasian 1971), también hospeda al nemátodo de la raíz del banano, Radopholus similis, en el Caribe (Feakin 1971).
El manejo de malezas en bananos y plátanos no puede estar separado de otras prácticas agronómicas utilizadas para cultivar a estas plantas. Aunque las técnicas particulares se describen por separado, éstas deben ser integradas en un sistema que sea apropiado para una región específica.
El período crítico, durante el cual las malezas suprimen el crecimiento de los bananos y plátanos, se entiende que se extiende durante los inicios del establecimiento del cultivo. Seeyave y Phillips (1970) aportan pruebas experimentales que muestran la necesidad del buen manejo de las malezas durante los primeros 4-6 meses después de la plantación. Un estudio hecho en Nigeria mostró que el período crítico de competencia en el plátano comprende la etapa entre el brote de la flor y el engrosamiento de los frutos (Akobundu 1987 citando a Ndubizu 1981). Sería prudente, por tanto, asegurarse de que los bananos y plátanos reciban un buen manejo de las malezas por cualquier vía durante, al menos, seis meses después de la plantación y que se eliminen las malezas que aparezcan próximas a las plantas de cultivo, o sea todas aquellas dentro de un círculo alrededor de la base del tallo.
Preparación del terreno
Al igual que en los restantes cultivos, como frutales, el terreno deberá ser bien preparado antes de la plantación para eliminar tantas malezas como sea posible, especialmente las gramíneas perennes. De no haber gramíneas perennes presentes, una escarda completa con azada de mano o mediante la labranza será suficiente (Acland 1971).
Control mecánico de malezas
El sistema radical del banano es superficial, la mayoría de las raíces están a 15 cm de la superficie del suelo. Todas las labores de cultivo, excepto las más superficiales, tienden a dañar el sistema radical, por lo que generalmente se deben evitar (Simmonds 1959). Las labores de cultivo son también una de las causas más importantes de la erosión del suelo. Por tanto, se requieren otras opciones al efecto. El método más común de control de malezas es la siega, pero esto no es tan bueno como para asegurar rendimientos óptimos (Kasasian y Seeyave 1968). Una práctica típica es segar las malezas 3-4 veces al año, las que se dejan cubriendo el suelo, lo que ayuda a evitar la erosión, el brote de nuevas malezas y permite el acceso al campo (Feakin 1971). Esto, por supuesto, no evita la competencia de las malezas ni tampoco las elimina. En efecto, las malezas de hábitos rastreros como Cynodon dactylon, serán más bien estimuladas. Otra desventaja con la siega de la maleza es el riesgo de dañar los tallos e hijos del banano, a menos que la operación se realice con cuidado (Feakin 1971).
Control cultural de las malezas
Los bananos y plátanos son muy vulnerables a las malezas durante su establecimiento. A partir de ahí, el follaje del cultivo suprime las malezas, excepto las tolerantes a la sombra. Por tanto, las prácticas que favorecen el desarrollo del follaje son beneficiosas en términos de control de malezas, como son el uso de material de plantación saludable y vigoroso, así como una distancia estrecha del cultivo. Chako y Reddy (1981) mostraron que los bananos plantados a distancias de 1.2 x 1.2 m (6, 944 plantas ha-1) y 1.5 x 1.2 m (4, 444 plantas/ha) arrojaron altos rendimientos y un control "natural" de las malezas.
Las plantas de cobertura se pueden usar para inhibir el crecimiento de malezas y han sido ampliamente recomendadas. Simmonds (1959) relaciona 28 leguminosas recomendadas, entre éstas las más favorecidas son: Crotalaria juncea L. (cáñamo de Bengala), C. striata DC. (= C. pallida Ait.), C. usaramoensis E.G. Baker, Indigofera endecaphylla Jacq., Phaseolus trinervius Wight y Am. (= Vigna radiata (L.) Wilczek var. sublobata (Roxb.) Verdc. = frijól mungo) y Vigna sinensis (L.) Hassk. (= Vigna unguiculata (L.) Walp. = caupí). Es posible que los agricultores pequeños necesiten un cultivo de cobertura que pueda ser utilizado. El manejo de malezas en este cultivo asociado podría beneficiar los bananos y plátanos, aunque el cultivo mismo también puede competir por los recursos de subsistencia. En Nigeria, la sandía, a una densidad de 5.000 plantas/ha, suprimió el crecimiento de la maleza durante 5 meses, aumentó significativamente el establecimiento y el rendimiento del banano, mientras que densidades de 2500 ó 10 000 plantas/ha redujeron el crecimiento y el rendimiento del banano debido a la competencia de las malezas o de las sandías (Obiefuna 1989). En la India, un cultivo asociado de caupí con banano inhibió totalmente el crecimiento de malezas durante 70 días, mientras aportó humus y nutrientes que beneficiaron al cultivo (Chacko y Reddy 1981). Simmonds (1959) apunta que la patata dulce se recomienda como planta de cobertura en el banano.
El acolchado es a veces de valor como un medio de control de malezas (Simmonds 1959) y generalmente se acepta que el banano responde bien a esta práctica en Africa Oriental (Acland 1971). Materiales comunes de acolchado son las hojas muertas o caídas del banano, tallos cortados y viejos. Kotoky y Bhattacharyya (1991) mostraron que el peso de los racimos y el rendimiento en bananos pueden ser aumentados significativamente con un acolchado de 36 toneladas/ha de paja de arroz. Es posible usar otros materiales (por ejemplo: arbustos cortados, aserrín, hierbas cortadas, jacinto de agua), pero esta no es generalmente una práctica económica. Cuando se use acolchado se deberá no permitír que el material en uso entre en contacto con los tallos del banano o el plátano, ya que éste ofrece condiciones de humedad que podrían estimular la entrada del pícudo del banano (Acland 1971). Simmonds (1959) advierte que el acolchado puede interceptar las lluvias ligeras, las cuales se evaporan antes de llegar a las raíces de los cultivos y que la descomposición del acolchado puede inmovilizar y causar deficiencia de nitrógeno.
Control biológico de malezas
No se conocen referencias de uso práctico del control biolágico contra malezas específicas de bananos y plátanos, pero estos cultivos posiblemente se beneficiarían cuando la investigación actual identifique predatores o patógenos para el control de Chromolaena odorata, Mikania micrantha H.B.K. y otras malezas.
Control químico de las malezas
Los herbicidas ofrecen un medio práctico para el control de malezas y permiten el cumplimiento de las recomendaciones referentes al mínimo de labores de cultivo en campos de banano. El efecto económico del control químico varía en todo el mundo; en algunos países la producción de banano sería virtualmente imposible sin herbicidas, mientras en otros, especialmente las naciones más pobres o en desarrollo, el uso de herbicidas es raramente práctico o apropiado. Sin embargo, existe la posibilidad para todos los países de explotar los herbicidas en el control seguro y efectivo de las malezas en bananos y plátanos.
En la Tabla 1 aparece una selección de herbicidas que han sido ampliamente usados en bananos y plátanos. Las dosis, momentos de aplicación y breves comentarios sobre el uso de estos productos son allí dados. Si se establecen cultivos asociados o de cobertura del suelo, el uso de estos herbicidas es probable que sea limitado considerablemente. Esta información se ofrece como guía y no sustituye la asesoría local ofrecida por expertos califífícados en el manejo de malezas.
Para evitar la difícil tarea de seleccionar un producto entre tantos, se insta al lector a considerar el uso glifosato como primera opción. Este herbicida es muy efectivo contra la mayoría de las malezas herbáceas, incluyendo gramíneas perennes y ciperáceas, que pueden ser problemáticas en bananos y plátanos. Tiene baja toxicidad (DL50 oral aguda en ratas del producto más común =5.4 g/kg) sin residuos perjudiciales en el suelo después de su aplicación. Puede utilizarse para eliminar las malezas perennes antes de la plantación y por consiguiente se aplicará cuidadosamente de forma dirigida dentro del cultivo. Los tratamientos deben aplicarse tan frecuente como sea necesario. En Puerto Rico, por ejemplo, el tratamiento óptimo para lograr el control de maleza, rendimiento y mínima fitotoxicidad durante un ciclo plantación-cosecha fue de tres aplicaciones de solución de glifosato al 1%, a seis semanas de intervalo (Liu y Rodriguez-Garcia 1988). Un régimen similar se puede establecer para otras localidades.
Tabla 1. Herbicidas para usar en bananos y platanos
Herbicida |
Dosis (kg i.a./ha) |
Tratamiento |
Malezas controladas |
Ametrina |
2.5-5 |
Pre o post temp. |
Gramíneas y hojas anchas anuales en germinación y plántulas. |
Dalapon |
4-11 |
Post |
Gramíneas anuales y perennes en crecimiento activo. |
Diuron |
1.6-4 |
Pre |
Malezas gramíneas y hojas anchas anuales en germinación. |
Glufosinato |
0.8 - 1.6 |
Post |
Gramíneas anuales y perennes y hojas anchas anuales en crecimiento activo. |
Glifosato |
1-3 |
Post |
Malezas anuales y perennes en crecimiento activo. |
Paraquat |
0.5-1 |
Post |
Malezas gramíneas y de hojas amplias emergidas. |
Simazina |
2-6 |
Pre |
Malezas anuales de hoja ancha en germinación. |
Algunos productos pueden usarse mezclados, por ejemplo: ametrina + simazina, díuron + paraquat.
Paraquat ha sido muy alabado por su control de malezas anuales en bananos y plátanos, pero ha resultado muy tóxico para el hombre y no deberá usarse si la habilidad del usuario es dudosa.
De los herbicidas activos en el suelo, ametrina, diuron y simazina son ampliamente recomendados y tienen la ventaja sobre paraquat y glifosato, de que persisten en el suelo, evitando el crecimiento de muchas malezas, pero a diferencia de glifosato, no controlan las especies perennes.
En vista de la importancia de las malezas gramíneas, uno podría anticipar un papel para alguno de los relativamente nuevos graminicidas, tales como diclofop-metil, fluazifop-p-butil, fenoxaprop-etil, haloxyfop-metil, quizalofop-etil y sethoxydim, pero hay poca o ninguna evidencia de que estos productos hayan sido evaluados y aprobados para su uso en bananos y plátanos.
Finalmente, los herbicidas no deben ser concebidos como una panacea para resolver todos los problemas de malezas en bananos y plátanos. Ellos tienen la capacidad de resolver problemas, así como también de crearlos. El uso de herbicidas debe ser complementado con otras estrategias de manejo de las malezas para evitar riesgos, tales como el desarrollo de malezas resistentes.
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Megh Singh y Siyuan Tan
El clima cálido en las regiones de cítricos favorece la germinación y crecimiento de malezas todo el año. Varios autores (De Barreda 1977; Goren y Monselise 1969; Jordan y Day 1967, 1970; Jordan et al. 1977; Mersie y Singh 1989; Milella y Deidda 1973; Singh y Tucker 1984b; Suzuki 1981), han descrito las principales malezas de los cítricos en diferentes panes del mundo.
Las malezas compiten con las plantas jóvenes por los recursos limitados, tales como nutrientes y agua. La competencia resulta regularmente en reducciones del crecimiento de los árboles, el nivel de nitrógeno en las hojas, el potencial de agua, la calidad y rendimiento de las frutas (Jordan 1981; Jordan y Russell 1981). Los efectos adversos de las malezas en los cítricos están relacionados con la intensidad de la competencia y el grado de control de las malezas (Ryan 1969). Las malezas también reducen la temperatura del suelo y del aire, lo que aumenta la posibilidad de daños a los cítricos por las heladas durante las temporadas de frío. Las malezas son hospederas de enfermedades y plagas, que también dificultan las actividades en el manejo de los huertos, tales como la irrigación y la cosecha. También causan considerables pérdidas económicas en la producción de cítricos (Jordan y Day 1967; Tucker y Singh 1983). El manejo de malezas es una necesidad en la producción de cítricos.
En los EE.UU. las malezas en los cítricos se controlan esencialmente mediante una combinación de labranza, siega, y uso de productos químicos (Jordan y Day 1970; Lange 1970; Tucker y Singh 1983). En los cítricos se usan también muchos otros métodos de control. Los métodos de manejo de malezas se dividen, generalmente, en preventivos, físicos culturales, biológicos y químicos (Anderson 1983).
Prevención
Hall y Tucker (1987) recomendaron un programa de prevención para el manejo de Scoparia dulcis L. en los huertos de cítricos de la Florida. Ellos propusieron programas de vigilancia a fin de detectar la maleza antes de su establecimiento en las hileras de los árboles. La siega anterior a la formación de los frutos evita la acumulación de las semillas en el suelo. La limpieza de los equipos y aperos después de ser usadas en áreas infestadas es importante para evitar la diseminación de malezas hacia áreas no infestadas (Hall y Tucker 1987). La identificación y control de nuevas malezas con anterioridad a su diseminación generalizada, reduce enormemente el costo de las operaciones de control de malezas en años futuros (Tucker y Singh 1983).
Métodos físicos
Quema. La quema se usa a veces en la preparación del terreno antes de la plantación de los huertos y es común en los trópicos. La quema puede controlar, no sólo las malezas sino también otras plagas. Se ha informado que en California se utilizó la quema en el control de malezas en huertos de cítricos (Yarrick 1946). La quema puede causar daños en los huertos establecidos si la cantidad de malezas secas disponible como combustible es grande (Jordan y Day 1970).
Control de malezas con agua caliente. El agua caliente ha sido probada en el control de malezas en huertos de cítricos y en otros cultivos, con resultados prometedores. La mayor efectividad se obtuvo sobre malezas anuales, tales como especies de Setaria y Solanum, pero sobre especies perennes pueden necesitarse más de un tratamiento (Anónimo 1993 a, b). Esta nueva técnica es especialmente apropiada para su utilización en huertos debido a las diferencias morfológicas entre los árboles y las malezas, así como la gran distancia entre plantas e hileras.
Siega, escarda y acolchado. Bredell (1973) comparó varios métodos físicos con las medidas químicas para controlar malezas en cítricos. Los herbicidas demostraron ser los más efectivos. El acolchado, con plástico o paja, controló en gran medida el crecimiento de las malezas, dependiendo de las especies. En general, la respuesta de los cítricos a los acolchados plásticos fue muy favorable. El rebrote de las malezas, después de la escarda manual, fue muy rápido. Las malezas mantuvieron vigor después de la siega de la vegetación natural. Sin embargo, las malezas anuales fueron suprimidas gradualmente por especies de gramíneas indígenas. Day (1958) y Jordan y Day (1970) creyeron en la utilidad de la paja, el aserrín, virutas de madera y otras coberturas orgánicas para el control de malezas, lo que resultó en algún efecto sobre el establecimiento de las malezas anuales, pero fue inefectivo contra las perennes establecidas. Donadío et al. (1988) encontraron un cambio significativo de especies de malezas después de varios tratamientos de manejo: escarda, cultivos de cobertura, labranza y herbicidas. Estos resultados muestran las limitaciones del empleo de un sólo método de control en cítricos.
Labranza. La labranza es el método tradicional de control de malezas y aún es uno de los más importantes métodos de manejo de malezas en cítricos en muchos países (Giudice 1981; Jordan y Day 1970; Lange 1970; Suzuki 1981). Este método es fácil de realizar y puede controlar las malezas anuales eficiente y económicamente. Es muy importante el control de las malezas anuales por labranzas antes de la formación de semillas, lo que asegurará que no se acumulen semillas de malezas en el suelo. La labranza después de la formación de las semillas puede aumentar la diseminación de las malezas.
Las malezas perennes más comunes son controladas regularmente durante una temporada mediante oportunas labores de cultivo, mientras que las de raíces profundas necesitan varias labores para su control. La eliminación de la especies perennes resistentes en huertos de cítricos raramente se alcanza con labores de cultivo (Jordan y Day 1967; Tucker y Singh 1983). La labranza continua en un huerto formará una capa compactada de suelo y facilitará la erosión del suelo. Las labores de cultivo pueden también causar daños a los troncos y raíces de los árboles (De Barreda 1977).
Métodos culturales
Densidad de los árboles. Los frutales son cultivos perennes y una vez que un huerto se establece, se debe manejar dentro del sistema existente durante años. Esto limita el número de prácticas culturales aplicables en el control de malezas en huertos. La densidad de plantación de un huerto podría usarse como medida en el control de malezas. En la medida que aumenta la densidad especialmente en la hilera, la superficie del suelo del huerto queda sombreada más rapidamente por el follaje de los árboles, lo que inhibe el crecimiento de las malezas (Tucker y Singh, datos inéditos).
Césped. El mantenimiento de un césped (o cobertura viva) en todo el suelo del huerto o entre hileras de los árboles es una práctica común de manejo de malezas en huertos, incluyendo plantaciones de cítricos, especialmente en laderas o en áreas donde haya peligro de erosión del suelo (Day 1958; Skroch y Shribbs 1986; Suzuki 1981). El césped puede competir con los árboles por nutrientes y humedad del suelo cuando estos recursos son limitados. Por tanto, el césped usualmente necesita ser inhibido mediante siega mecánica o química, de modo que las malezas estén controladas para que la competencia del césped con los árboles no sea demasiado severa. Es buena idea mantener el césped entre las hileras con pases frecuentes de segadora, en combinación con aplicaciones de herbicidas, a lo largo de las hileras de árboles sobre la zona de sus raíces (Jordan y Day 1970; Tucker y Singh 1983).
Cultivo de cobertura. Los cultivos de cobertura pueden desempeñar un papel similar al césped. Estos pueden mantenerse durante todo el año o como coberturas durante el invierno o el verano en huertos de cítricos (Jones y Embleton 1967). Los cultivos de cobertura ideales deberan inhibir las malezas e interferir al mínimo con los cítricos. Jones y Embleton recomiendan usar leguminosas en huertos de cítricos jóvenes, donde las malezas no están aún totalmente establecidas. Sin embargo, en huertos de mayor edad se pueden recomendar como cobertura cultivos vigorosos de plantas no leguminosas. La mostaza (Brassica spp.) se usa frecuentemente como cultivo de cobertura en los huertos de cítricos.
Siega. La siega, usualmente conjuntamente con un césped o cultivo de cobertura, se usa mucho en huertos, donde no resultan prácticas la labores de cultivo u otras formas de no labranza. La siega es fácil de realizar y da una agradable apariencia al huerto. El manejo continuo mediante la siega inhibe las malezas altas y promueve las pequeñas. Esta práctica presenta una alta demanda de energía. Durante la siega mecánica las malezas pueden diseminarse por sus semillas y vegetativamente (Tucker y Singh 1983). Con la frecuencia requerida de la siega mecánica y su creciente costo, el tratamiento con dosis bajas de herbicidas post-emergentes mediante aspersión o frotamiento, en aplicaciones de bajo volumen, se ha hecho cada vez más popular (Smith 1993; Tucker y Singh 1983; Singh y Tucker 1984a).
Cero-labranza. De Barreda (1977) y Giudice (1981) informan que no es común encontrar un suelo no cultivado y desnudo, mantenido con aplicaciones de herbicidas todo el año. Mantener el suelo descubierto durante el invierno no ofrece una verdadera ventaja, porque es costoso, aunque pueda tener lugar alguna protección contra las heladas. Otro método, tal como la plantación de césped, puede reemplazar los herbicidas en sistemas de cero-labranzas, lo que es comúnmente usado en huertos de cítricos en el Sur de Australia (Cant 1978).
Pastoreo. Mcleod y Swezey (1980) informan que en huertos y viñedos de California y Oregón se usan gansos en el control de malezas. El pastoreo con gansos es efectivo solo contra ciertas hierbas agradables al paladar de esta ave. Los animales pueden ser destructivos para los árboles y son difíciles de manejar convenientemente en el huerto (Day y Jordan 1967).
Control biológico
Bio-herbicida. El agente de control biológico más comúnmente conocido en cítricos es el patógeno fungoso, Phytophthora palmivora, el cual se ha comercializado con el nombre De Vine. Este patógeno se encontró, originalmente, atacando la Morrenia odorata (H. y A.) Lindl. (parra estranguladora) en huertos de cítricos (Tucker y Singh 1983) y se usa ahora para su control (Watson 1992). Después del tratamiento inicial, no habrá necesidad de tratar nuevamente el huerto durante varios años.
Control de malezas por insectos. Los insectos han tenido poca atención como medio de combate contra las malezas en cítricos. El estudio de Habeck (1977) sugiere que los insectos podrían usarse contra Lantana camara L. y M. odorata. En realidad, muchas malezas que aparecen en los huertos de cítricos en todo el mundo tienen enemigos naturales que pueden ser útiles como agentes de control biológico. Las gramíneas son las especies menos probables para el control biológico; aunque indeseables en los cítricos, estas mismas especies son con frecuencia económicamente importantes para los ganaderos. El control de malezas por insectos útiles no puede ser usado contra todas las malezas, pero tiene posibilidad contra muchas de ellas (Habeck 1977). Se ha observado que las larvas de Noctuídos y otras diezman efectivamente las poblaciones de diversas especies de gramíneas en huertos de cítricos. En Australia y Hawai se han usado con éxito varios escarabajos minadores de las hojas en el control de L. camara, la cual es una maleza principal en huertos de cítricos de la Florida (Tucker y Síngh 1983).
Control químico
La práctica actual de control químico de malezas en cítricos, sus beneficios y problemas han sido totalmente reseñados y discutidos por varios autores (Jordan y Day 1970; Jordan et al. 1977; Jordan 1978; Leyden y Rohrbaugh 1963; Mersie y Singh 1989; Oohata 1969; Singh et al. 1990; Ryan 1969; Tucker y Singh 1983). Se recomienda a los lectores consultar estas publicaciones para información más específica sobre control químico.
Muchos herbicidas han sido usados en cítricos y generalmente se dividen en dos grupos: los aplicados al suelo (pre-emergentes) y los aplicados al follaje (post-emengentes). Los principales herbicidas aplicados al suelo en cítricos son: bromacil, diuron, norflurazon, oryzalin, oxyfluorfen y simazina. Estos y otros herbicidas aplicados al suelo, han sido extensamente estudiados en los cítricos (De Barreda y Del Busto 1981; Jordan et al. 1977; Jordan 1978; Leyden 1969; Milella y Deidda 1973; Oohata 1969; Ryan 1969; Síngh y Tucker 1984b; Singh y Tucker 1988; Singh et al. 1985; Singh et al. 1990; Torrisi 1969; Tucker y Phillips 1973). Estos principalmente controlan las malezas en germinación o las plántulas jóvenes de malezas en los huertos de cítricos.
Los herbicidas de aplicación foliar pueden dividirse, además, en dos grupos: herbicidas de contacto y sistémicos, según sus características de translocación en la planta. Los principales herbicidas de contacto en los cítricos son paraquat y glufosinato, mientras que los principales herbicidas sistémicos son 2, 4-D, fluazifop, glifosato y sethoxydim. Muchos estudios han sido realizados sobre la efectividad en el control de malezas de los herbicidas de aplicación foliar en los cítricos (De Barreda y De Busto 1981; Jordan et al. 1977; Jordan 1978 Oohata 1969; Ryan 1967; Síngh y Tucker 1985; Torrisi 1969; Tucker y Phillips 1973; Tucker et al. 1977). Los herbicidas de aplicación foliar, que poseen o no poca actividad en el suelo, controlan las malezas establecidas.
Además del tipo de herbicida, muchos otros factores son importantes en la determinación del éxito del programa de control químico. Estos factores son: la formulación, la dosis, el momento, el equipo, la frecuencia y el volumen de aplicación, los coadyuvantes, las mezclas y la incorporación (Singh y Tucker 1983), las malezas resistentes y la tolerancia de los cítricos a los herbicidas (Achhireddy y Singh 1986; Castle y Tucker 1978; Day y Jordan 1969; Jordan et al. 1969; Singh y Achhireddy 1984; Suzuki 1981; Tucker 1977) y las condiciones del ambiente, tales como la precipitación (Tucker y Singh 1983). También cuando se usa el control químico debe considerarse la persistencia y la lixiviación de los herbicidas en el suelo (Jordan et al. 1969), el efecto sobre la fauna, como abejas, la seguridad de los trabajadores de la finca y la eliminación de los envases.
Los herbicidas se han usado como una de las principales medidas para el control de malezas en cítricos durante varias décadas en las mayores regiones de cítricos del mundo (Jordan y Day 1970; Lange 1970; Leyden 1969; Mersie y Singh 1989; Suzuki 1981; Tucker y Singh 1983). La razón de su extenso uso es que los herbicidas controlan las malezas de los cítricos y mejoran más la efectividad y economía de la producción que otras medidas en la mayoría de las situaciones (Bredell 1973; Donadío et al. 1988; Herholdt 1969). La desventaja del control químico es que necesita no sólo equipos específicos, sino también trabajadores entrenados. El control químico no es tan seguro como otros métodos de manejo de malezas.
La efectividad del control químico de malezas ha resultado en una dependencia del uso de los herbicidas en muchas áreas no excluidas las plantaciones de cítricos. Este manejo dependiente de los herbicidas ha ocasionado algunas preocupaciones relativas a la contaminación del agua subterránea, que es un problema común y creciente en las principales regiones agrícolas del mundo (Hallberg 1988). Existe la necesidad de mejorar las técnicas de uso de herbicidas, de modo que sus efectos adversos sobre el medio ambiente sean reducidos o eliminados sin sacrificio de su efectividad. Un buen ejemplo es la técnica de aplicar los herbicidas solo sobre áreas con malezas objeto del tratamiento, en vez de a todo el campo, mediante el uso de detectores de maleza o tecnología de navegación (Barton 1993; Miller y Stafford 1991).
Integración de programas de manejo de malezas
Existen muchas técnicas de manejo de malezas disponibles y otras aun por descubrir, como se discutió anteriromente. Mucho énfasis se dedicó en el pasado al uso de un sólo método de control. La interacción entre diferentes medidas de control ha sido bastante ignorada, lo cual se debe enfatizar en el futuro.
La integración y rotación de varias medidas de control se pueden usar con efectividad en los huertos de cítricos. Ejemplos de esta integración son la labranza y la cero-labranza con herbicidas (De Barreda 1977; Giudice, 1981), el mantenimiento de cultivos de cobertura de verano o invierno (Day 1958; Jones y Embleton 1967), y un césped con siega entre hileras, cero-labranzas y herbicidas en las hileras (Tucker y Singh 1983).
La incorporación del manejo de malezas a otras prácticas en los huertos también debe ser enfatizada en el futuro. Como advierte Day (1958), los métodos de control de malezas usados en huertos deben coordinarse con otros programas de manejo. Las malezas o los métodos de manejo de malezas, tales como la labranza, cobertura y aspersión modifican el suelo como medio para el crecimiento de los árboles. Entonces, los cambios en la estructura, la materia orgánica, penetración del agua, disponibilidad de nutrientes del suelo y un número ilimitado de otros factores, afectarán el crecimiento de los árboles y la producción de frutas (Kimball et al. 1950). Las malezas y su manejo también pueden cambiar las condiciones microclimáticas y ambiente para los patógenos e insectos (Knapp et al. 1982; Leyden 1965; Tucker y Singh, datos inéditos). Por otro lado, otras operaciones en los huertos, como el manejo del suelo y la irrigación tendrán un impacto directo o indirecto sobre la población de malezas. Por lo tanto, los métodos de control de malezas deben integrarse con otras medidas de manejo para asegurar un programa completo, apropiado al huerto de cítricos individual.
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El hombre ha usado las uvas como alimento desde épocas remotas y las ha cultivado desde hace miles de años. La uva se cultiva ahora en los cinco continentes, pero se concentra principalmente en las regiones templadas-cálidas y templadas. El área cultivada de vid a nivel mundial está alrededor de 8.5 millones de hectáreas en los últimos tres años, 1988-1990, de las cuales 2.1 millones de hectáreas se encuentran en países en desarrollo.
El problema de las malezas
Las malezas compiten con la vid por los nutrientes y la humedad del suelo, hospedan plagas y enfermedades e interfieren con las operaciones culturales, tales como la aplicación de plaguicidas, la cosecha y el secado de las uvas. La presencia de malezas es particularmente perjudicial para la vid bajo condiciones de secano, especialmente en áreas de clima semi-árido, donde las lluvias son casi siempre insuficientes. Algunas malezas, como Cynodon dactylon (L.) Pers., tienen un efecto que debilita la vid (Agulhon et al. 1971), mientras que una infestación severa de Convolvulus spp. puede reducir hasta la mitad el rendimiento de la plantación (Juliard 1971). La competencia y, por ende, el daño a la vid varía con la población de malezas. Donde predominan especies de alto porte, que crecen hasta tarde en la primavera, tales como Sinapis arvensis L. y Sonchus oleraceus L. la competencia es más severa que donde las malezas principales son especies más pequeñas y de maduración temprana (Americanos 1978). En viñedos con irrigación la competencia de las malezas por la humedad es menos importante, pero sus otros efectos perjudiciales son tan serios como bajo condiciones de secano. En ambos casos, la vid recién plantada y de jóven desarrollo sufren más la competencia de las malezas que las plantaciones más adultas. La erradicación completa de las malezas puede ser un propósito difícil y costoso, que puede aún ser indeseable en áreas de pendientes, propensas a la erosión, donde se encuentra la mayoría de los viñedos. Como es dudoso que labores de cultivo o los herbicidas por sí solos puedan ser totalmente satisfactorios, en todas las situaciones deberá adoptarse un programa de manejo de las malezas que tome en cuenta la población de las plantas indeseables en el viñedo, las características del suelo, la pendiente, las condiciones climáticas y del suelo al momento en que se pretende intervenir, el sistema de cultivo de la vid (distancia entre las hileras, poda de las cabeceras o emparrado) y la variedad de vid en caso de existir susceptibilidad varietal a los herbicidas.
Labores de cultivo
Las labores de cultivo en viñedos de bajos insumos se realizan con cultivadores con tracción animal y con cultivadores rotatorios, que son usualmente complementados con escardas manuales alrededor de los troncos de las plantas. Los viñedos sin irrigación deben ser cultivados a principios de la primavera, tan pronto el suelo esté lo suficientemente seco para realizar las labores de eliminación de malezas, antes que éstas roben a la vid cantidades apreciables de humedad del suelo. También es usualmente necesaria otra labor de cultivo al final de la primavera para destruír el brote de malezas que emerja después de la primera labor de cultivo y para evitar el establecimiento de malezas de verano. En viñedos con irrigación, las labores de cultivo tienen que repetirse durante todo el período de crecimiento hasta la cosecha. Sin embargo, estas labores deberán evitarse próximas a la cosecha, especialmente con cultivadores rotatorios, para impedir que el polvo se deposite sobre las uvas.
Aunque las labores de cultivo brindan un control satisfactorio de las malezas, éstas poseen sus inconvenientes. Su efecto en la destrucción de malezas es sólo temporal, ya que poco después aparece un nuevo brote éstas. Más aún, rizomas, estolones, tubérculos y otras partes subterráneas de la planta son cortadas y diseminadas por cada labor en el viñedo, de modo que una infestación inicial localizada puede diseminarse por todo el campo. El momento de cultivar no siempre resulta apropiado, ya que el tiempo lluvioso y las condiciones de humedad del suelo, regularmente retrasan esta operación, lo que permite a las malezas crecer mucho a expensas de la vid. Otras de las desventajas de las labores de cultivo son los daños a los troncos y ramas, mayor riesgo de erosión del suelo, especialmente en terrenos ondulados y la creación de un suelo compactado por el arado cuando se cultivan suelos muy húmedos. La hipótesis de que la labranza por sí misma conserva la humedad no ha sido fundamentada por resultados de investigación (Veihmeyer 1927). Los primeros 10-20 cm de suelo se secan a través de la evaporación, sea cultivada o no. Debajo de esta profundidad la humedad es extraída por las raíces de las plantas y es mediante la destrucción de las malezas que las labores de cultivo ayudan a economizar el agua de los viñedos.
Donde exista suficiente energía, otros implementos de cultivo diferentes a la azada y al cultivador rotatorio, tales como arados, discos y rastras de varios tipos podrán ser utilizados. Cualquier método escogido no deberá dañar a la vid, a la vez que deberá eliminar las malezas y no provocar la erosión. Raras veces las labores de cultivo deberán exceder los 15 cm de profundidad del suelo.
Control químico
El uso de herbicidas puede adaptarse a las condiciones locales del suelo y a los complejos de malezas, lo que usualmente es independiente del estado del suelo al momento de su aplicación, aunque el estado del tiempo y el medio ambiente pueden afectar su eficacia. Los herbicidas se han usado con éxito en muchos países y regiones diferentes del mundo, como en Chipre, en un clima Mediterraneo (Americanos 1978), Francia (Barralis et al. 1971, 1975; Juliard y Huglin 1968), Italia (Cantele y Zanin 1983), Nueva Zelandia (Rahman y Burney 1980), Suiza (Neury 1985), Uruguay (Fermento y Disegna 1981) y los EE.UU. (Dawson et al. 1967; Leonard y Lider 1961). Reducción de los rendimientos no se ha registrado cuando los herbicidas se han aplicado correctamente. El uso repetido o a largo plazo de herbicidas, durante 15-20 años en algunas áreas no ha tenido efectos adversos en el crecimiento y rendimiento de la vid (Juliard 1971; Neury 1985), pero esta práctica reduce la infiltración del agua en comparación con las labores de cultivo en viñedos con y sin irrigación, en áreas de California (Winkler et al. 1974). Schlesselman (1986) ha informado sobre la pobre penetración del agua en suelo no cultivado, situación que conduce a la pérdida de agua por arrastre en viñedos sobre pendientes.
Existen herbicidas apropiados para su uso en viñedos, así como sus mezclas utilizadas para ampliar el espectro de acción sobre las malezas En la Tabla 1 se muestran los compuestos y mezclas más comúnmente usados.
Las dosis bajas se usan en los suelos más ligeros, mientras que las altas son adecuadas para los suelos pesados. Los viñedos sobre suelos calizos, pedregosos, resultan poco seguros para ser tratados con herbicidas residuales, especialmente con triazinas, cuya actividad aumenta con el pH del suelo. Esta propiedad de las triazinas tiene que ser tomada en cuenta cuando se traten viñedos sobre suelos alcalinos, independientemente de su textura, por lo que sus dosis de uso se deben reducir en un 10-20%. También la dosis de cualquier herbicida a veces se puede reducir después de 2-3 años de usos y, ocasionalmente, la aplicación puede también omitirse sin que las malezas se conviertan en un problema (Americanos 1978).
Tabla 1. Herbicidas individuales y mezclas de herbicidas para viñedos.
Herbicida |
dosis kgi.a./ha | |
Compuestos individuales Atrazina |
2-5 |
|
Chiorthiamid |
5-9 |
|
Dichlobenil |
5-9 |
|
Diuron |
2-5 |
|
Methazole |
2-4 |
|
Napropamida |
4-8 |
|
Oxyfluorfen |
1-1.5 |
|
Simazina |
2-5 |
|
Mezclas de herbicidas |
|
|
Diuron+ simazina |
2-3 |
total |
Napropamida+ simazina |
2-3 |
total |
Propyzamida+ simazina |
2-3 |
total |
Terbutrina+ simazina |
2-3 |
total |
Terbutilazina+ terbumeton |
6-10 |
total |
Terbutrina+ terbutílazina |
1-2 |
total |
Terbutilazina+ terbumeton+ diuron |
1.5-2.5 |
total |
El control de malezas con herbicidas ha demostrado regularmente ser más económico que las labranzas (Americanos 1978; Meyer y Kieffer 1981). Además, no se han encontrado residuos de herbicidas en las uvas ni en su mosto, siempre aplicados a las dosis correctas.
A pesar de sus ventajas, los herbicidas no pueden verse como unaa respuesta a todos los problemas de malezas, sino como otro instrumento útil de manejo. No existe ningún herbicida que usado a dosis seguras para la vid pueda controlar todas las especies de malezas. Debido a esto, los herbicidas apropiados deben usarse en rotación y complementarse con el desyerbe manual para evitar el aumento de la incidencia de especies resistentes. La no consideración de este aspecto sólo conducirá a problemas como el ocurrido en Chipre, donde el uso repetido de simazina permitió a la especie resistente Crepis aspera L. infestar muchos viñedos, lo que provocó la práctica de medidas remedíales (Americanos 1991). Aunque la simazina es un herbicida poco costoso, se deberá recordar que su efecto es débil contra varias especies, incluyendo malezas comunes, tales como Solanum nigrum L. y Amaranthus spp. (Rozier et al. 1983).
Las malezas perennes generalmente han demostrado ser resistentes a los herbicidas residuales recomendados para los viñedos. Sin embargo. Convolvulus arvensis L. y C. betonicifolius Mill fueron controladas en Chipre con una mezcla de terbutilazina+ terbumeton, cuando se aplicó consecutivamente durante cuatro años en viñedos donde las condiciones del suelo permitían usar dosis efectivas (Americanos 1978). En Portugal (Oliveira 1976) y España (Toledo Panos et al. 1978) se han obtenido resultados similares. Varios herbicidas se pueden aplicar para el control post-emergente de C. arvensis. Tal vez los menos costosos sean 2, 4-D y MCPA en forma de sal amina. La vid es más tolerante al MCPA que al 2, 4-D, pero la solución de aspersión de ninguno de los dos herbicidas debe tocar el follaje del cultivo para evitar el riesgo de fitotoxicidad. Este riesgo es mayor en plantas con las cabeceras podadas que en la vid emparrada. Otros herbicidas efectivos contra C. arvensis en aplicaciones post-emergentes son acifluorfen-sódico, glifosato, methazole, oxadiazon y oxyfluorfen. En la aplicación de éstos han de tomarse las mismas precauciones que cuando se aplica MCPA. Las malezas gramíneas resistentes, Cynodon dactylon y Sorghum halepense (L.) Pers., se pueden controlar con los herbicidas selectivos fluazifop-p-butil, haloxyfop etoxietil, quizalofop y sethoxydim. Todos éstos son seguros para las vides, aún cuando sean aplicados al follaje.
Los herbicidas residuales pueden aplicarse sobre suelo descubierto al principio del invierno para prevenir la emergencia de las malezas o pueden aplicarse después de germinadas las malezas. En tal caso, estos compuestos se deben mezclar con paraquat o aminotriazole, los cuales destruyen las malezas en crecimiento.
Las labranzas y los herbicidas se pueden combinar productivamente en un programa a largo plazo de manejo de malezas en viñedos. De esta forma, los inconvenientes de cualquiera de los dos métodos pueden srer resueltos. Por ejemplo, los herbicidas pueden aplicarse durante algunos años para después cultivar el suelo y reducir las malezas resistentes, así como mejorar la penetración del agua. 344
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