tomado del Vol. 1, No 1, 1947
por Sir John Boyd ORR
Sir (posteriormente, Lord) John Boyd Orr, de Escocia (Reino Unido), fue el primer Director General de la FAO (1945-1948). En 1949, recibió el Premio Nobel de la Paz.
A pesar de que en la introducción al primer número de Unasylva se hace hincapié en el suministro de madera, queda en claro, desde un comienzo, que la FAO era consciente de la importancia mundial de los bosques para el suministro de bienes y servicios, y reconocía que la conservación de los bosques era un elemento esencial del objetivo de la Organización de mejorar la condición de las poblaciones rurales.
La relación entre los bosques y las cosas buenas que nos proporciona la tierra recorre los tiempos de la historia.
«La gloria del Líbano vendrá a ti: cipreses, pinos y bojes juntamente», dijo el profeta Isaías. El rey Salomón cantó la «fuente de los jardines, manantial de aguas vivas, corrientes que bajan del Líbano». Hay en la Biblia más de un centenar de menciones de los cedros del Líbano e innumerables referencias más a las riquezas de las tierras que los circundan.
Hoy, esos bosques han desaparecido, y el campo fértil de otros tiempos es tierra yerma y árida. Se cuenta la anécdota según la cual el Presidente Roosevelt, en vuelo hacia Teherán, se mostró muy sorprendido y turbado al ver, en tierra bajo el avión, que todo lo que quedaba de los cedros del Líbano y de cuanto fuera otrora la tierra bíblica de leche y miel residuos rocosos. La impresión recibida por el Presidente cundió tan hondamente que se tradujo en una razón más para que los Estados Unidos de América hiciesen hincapié en que la proyectada Organización para la Agricultura y la Alimentación debía contar con un departamento de montes fuerte.
En los últimos meses, mi propia experiencia me ha permitido reafirmar el nexo existente entre los bosques y el bienestar humano. En mis dos últimos viajes por Europa, pude ver los estragos que en casi todos los lugares la guerra había causado en las viviendas de la gente. Llegué al convencimiento de que, en las ciudades y pueblos de la Europa continental y las Islas Británicas, en el siguiente lugar, después del problema de la gran crisis alimentaria, el de la vivienda era la emergencia de mayor alcance y urgencia, y que la falta de madera constituía la necesidad más apremiante.
La reciente conferencia que tuvo lugar en Checoslovaquia representa un esfuerzo para acelerar y estimular la gran tarea de reconstrucción que queda por acometer. Observo con satisfacción que los delegados presentes en esa conferencia han llegado a un acuerdo para diseñar planes constructivos de cooperación entre gobiernos con el objeto de aliviar la escasez de madera y prestar atención al mismo tiempo a problemas de mayor alcance como son los del mantenimiento y restauración de los bosques.
Se podrían mencionar muchos otros ejemplos, pero estos dos casos muestran el lugar que los bosques ocupan en la labor de la FAO. A lo largo de la evolución de la civilización, el hombre se ha dirigido siempre a los bosques para la satisfacción de sus necesidades y la consecución de su bienestar. En el complejo mundo moderno que es el nuestro, la madera sigue ocupando el primer lugar como material de construcción, además de ser indispensable como combustible, para la fabricación de la casi totalidad del papel consumido en el mundo y para la producción de un gran número de otros materiales industriales esenciales. En lo que respecta al uso de la madera, los recientes descubrimientos sobre procedimientos de tratamiento y utilización de los productos forestales pueden acercarnos al umbral de una gran nueva era. Más aún, se reconoce hoy universalmente que los bosques protegen el suelo y el agua, y que, para bien o para mal, ejercen una enorme influencia en la agricultura de los campos en todos los lugares del mundo.
Por consiguiente, la silvicultura y el uso de los productos forestales son, necesaria e inseparablemente, parte de la labor de la FAO. Los objetivos fundamentales de la Organización quedan claramente expresados en el Preámbulo de la Constitución de la FAO. Estos objetivos son, en primer lugar, elevar los niveles de nutrición y de vida de las personas en todas partes del mundo; en segundo lugar, conseguir una producción y distribución más eficientes de todos los productos alimenticios y agrícolas; en tercer lugar, mejorar la condición de las poblaciones rurales; y en cuarto lugar, y como resultado final de las tres grandes tareas mencionadas, contribuir a la expansión de la economía mundial. Si los bosques y los problemas con ellos relacionados no recibieran la plena atención de la FAO, la Organización no podría estar en condiciones de desplegar cabalmente sus esfuerzos para alcanzar ninguno de sus objetivos principales.
Las 48 naciones que trabajan mancomunadamente a través de la FAO en los sectores de la silvicultura y los productos forestales persiguen tres objetivos esenciales de política mundial: la conservación de todos los bosques con funciones sociales o protectivas útiles; el uso juicioso de los suelos forestales del mundo con el objeto de proseguir una producción adecuada de materias primas; y unos procedimientos nuevos y mejorados de elaboración y uso de los productos forestales como medio para elevar los niveles de vida.
En silvicultura, como en otros campos, la FAO no pretende solo estudiar y resolver los problemas técnicos por sí mismos. En cambio, nuestro trabajo en silvicultura es parte del conjunto de la labor más amplia que realiza la Organización.
A escala mundial, los problemas de los bosques y de los productos forestales suponen un gran desafío. Un conjunto de tales problemas deriva de la actual situación de emergencia producida por la destrucción bélica y la consiguiente interrupción del curso normal de las actividades. En esta hora en que las necesidades de madera para reparar los destrozos de la guerra y construir millones de nuevas viviendas y otras estructuras han alcanzado su punto álgido, la capacidad de los bosques actualmente accesibles se ha vuelto insuficiente para satisfacer la demanda suplementaria. En los próximos años será preciso que las talas se lleven a cabo prestando la mayor atención posible a la conservación prolongada de los bosques, y mientras tanto será menester que nuevas áreas forestales hasta ahora no explotadas se conviertan en bosques productivos.
El segundo problema forestal de gran alcance es el que surge de la necesidad de satisfacer la creciente demanda de madera y otros productos forestales, y de velar al mismo tiempo por que los bosques sigan estando en condiciones de producir de forma continuada. El mundo ya ha experimentado una explotación forestal caracterizada por demasiado despilfarro y descuido. Las tristes áreas de corta en ambos hemisferios son tan solo uno de los indicadores de los menoscabos físicos y sociales que determina esta práctica.
Tanto los problemas de corto como de gran alcance requieren esfuerzos a escala mundial. Las tareas por realizar son demasiado vastas para un individuo o grupo de individuos, o para un país o una pequeña agrupación de países. Ya ahora los efectos de lo que sucede en Europa repercuten en los bosques de Siberia y de América del Norte y del Sur. Así como se está reconociendo con claridad que los distintos territorios y pueblos de este perturbado planeta forman, tanto en sentido literal como figurado, un solo mundo, así también va siendo manifiesto que las áreas forestales del mundo constituyen en realidad un solo bosque. Una parte de la tarea que la FAO tiene por delante consiste en coordinar, estimular y orientar el trabajo de las instituciones públicas y privadas en muchos países. A su vez, la FAO será uno de los muchos organismos que ofrecen su cooperación para la realización de esta labor.
Está bien elegido el título de la nueva revista de la FAO, Unasylva: un mundo, un bosque. Esta nueva revista tratará de arrojar luz sobre los problemas de toda clase que se plantean en la esfera de la silvicultura y los productos forestales, comparar los métodos que se emplean en los diversos países y exponer las opiniones y las sugerencias de los expertos que laboran en los distintos campos. Espero y creo que habrá de ser una nueva y acerada hoja en la lucha universal por liberarse de la pobreza.