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Poblaciones que viven: en los bosques pluviales del Africa Central: los pigmeos

Adaptación de S.A. Dembner

En el presente artículo se describe la vida de los pigmeos del Africa central y se destacan sus relaciones con los agricultores vecinos como factor valioso para una utilización económica, social y sostenible de los bosques pluviales. Se hace hincapié en que el estilo de vida nómada de las poblaciones indígenas es potencialmente compatible con la explotación sostenible de los bosques y que a menudo lo es más aún que los programas de asentamiento. Los autores afirman que en el Africa central la diversidad biológica se debe al hecho de que los bosques están habitados por el hombre y que, si se excluye a los seres humanos de amplias zonas forestales, en éstas no podrá conservarse la actual diversidad biológica.

Nota: El material de este artículo se ha tomado de dos textos de R.C. Bailey, S. Bahuchet, B. Hewlett y M. Dyson publicados en K. Cleaver, M. Munasinghe, M. Dyson, N. Egli, A. Peuker y F. Wencélius, eds. 1992. Conservación de los bosques pluviales del Africa occidental y central. Washington, D.C., Banco Mundial.

Una aldea de pigmeos en el Camerún

La superficie de seis países del Africa central (Camerún, República Centroafricana, Congo, Guinea Ecuatorial, Gabón, Rwanda y Zaire) abarca 200 millones de hectáreas de bosques, aproximadamente. Esta región forestal que representa el 20 por ciento de los bosques tropicales húmedos mundiales y es inferior en tamaño sólo a la región amazónica, contiene una amplia diversidad de flora, fauna y culturas humanas.

La característica geomorfológica más destacada de los bosques húmedos del Africa central es la cuenca del río Zaire, que forma una vasta depresión en el centro del continente africano. En las tierras bajas de la región central de la cuenca del Zaire, cuya altitud varía de 200 a 500 metros, se hallan amplias zonas forestales que quedan inundadas estacional o permanentemente. En el borde oriental, la cuenca está rodeada por una cadena de montañas volcánicas que marcan el valle occidental del Rift con sus suelos sumamente fértiles a los que se deben algunos de los índices de densidad de población más elevados de toda el Africa. Procediendo hacia norte y sur desde la cuenca central, la selva deja gradualmente el paso a un bosque de galería entremezclado con zonas de sabana, para transformarse luego en pura sabana. Estas zonas alrededor del borde de la cuenca, en el ecotono entre el bosque y la sabana, tienen suelos más ricos y un carácter estacional más pronunciado en cuanto a las precipitaciones pluviales. Asimismo, cuentan con una densidad de población más elevada y constituyen la principal fuente de la afluencia migratoria a los bosques.

En comparación con otras zonas del Africa subsahariana, la densidad de población de los países del Africa central es baja. En el Gabón y el Congo, por ejemplo, hay menos de seis habitantes por kilómetro cuadrado, y en Guinea Ecuatorial y el Zaire, menos de 20. Además, la población está distribuida de manera irregular, dado que más del 30 por ciento se concentra en las zonas urbanas. En el Zaire, donde se hallan 100 millones de hectáreas de bosques densos, o sea, aproximadamente mitad de todos los bosques pluviales de Africa, alrededor del 40 por ciento de la población vive en centros urbanos. A pesar de que el Africa central está escasamente poblada, en esta región hay más gente que vive en los bosques y depende de los mismos que en cualquier otra zona forestal tropical del mundo.

PIGMEOS AFRICANOS

Desde el punto de vista genético, no hay ninguna prueba de que los pigmeos sean distintos de los demás africanos; no hay ningún «marcador pigmeo» común a todos los pigmeos y exclusivo respecto a todos los demás africanos (Cavalli-Sforza, 1986). Análogamente, desde el punto de vista lingüístico y cultural, los pigmeos no pueden considerarse diferentes de los demás habitantes del Africa centra]; no hay ninguna familia lingüística del idioma pigmeo, y en toda el Africa central los pigmeos experimentan una amplia gama de adaptaciones culturales, muchas similares a las de los bantúes y los agricultores africanos de idioma sudanés.

Están distribuidos de manera irregular en nueve distintos países africanos (Rwanda, Burundi, Uganda, Zaire, República Centroafricana, Camerún, Guinea Ecuatorial, Gabón y Congo) y viven en innumerables grupos étnicos distintos, separados entre sí por límites geográficos, idioma, costumbres y tecnología. La única característica común a todos, prescindiendo de su ubicación o grado de aculturación, es su desdén por el término «pigmeo». Sin excepción alguna, prefieren que se les llame con su nombre étnico apropiado (por ejemplo, Mbuti, Efe, Aka, Asna, etc.) y consideran el término «pigmeo» peyorativo.

Sin embargo, en este artículo se entiende por «pigmeos» a aquellas poblaciones distribuidas en las regiones forestales del Africa central, de estatura particularmente baja, que viven por tradición en grupos especializados en la caza y la recolección de los recursos de la flora y fauna silvestres, consumiendo ellos mismos dichos recursos o intercambiándolos por alimentos cultivados con los agricultores bantúes de habla sudanesa de las cercanías.

Contrariamente a muchas narraciones románticas sobre la vida de los pigmeos, hoy en el Africa central no hay ninguna población que viva exclusivamente de la caza y la recolección de los recursos naturales, sin practicar la agricultura y esto es así desde hace muchos centenares de años (Bahuchet y Guillaume, 1982), aun admitiendo que en alguna época lejana los pigmeos hayan vivido en la selva sin tener acceso a los productos agrícolas (Bailey y Peacock, 1988; Bailey et al. 1989).

Actualmente, la mayor parte de los pigmeos pueden definirse cazadores recolectores especializados en el aprovechamiento de los recursos que ofrecen los bosques y por lo tanto, de costumbres nómadas. Consumen algunos de estos recursos, intercambien otros para comprar alimentos cultivados, herramientas y demás insumos materiales. Los investigadores han encontrado, en todos los lugares donde han estudiado atentamente a este pueblo, incluso en los rincones más recónditos de las zonas geográficas donde se hallan distribuidos. que su alimentación depende al menos en un 50 por ciento de productos cultivados (Bahuchet, 1985; Bailey y Peacock. 1988). Además. en todas las zonas 105 pigmeos han establecido relaciones con los agricultores bantúes vecinos de habla sudanesa, relaciones que van más allá del intercambio comercial y que abarcan todos los aspectos de la vida política, religiosa y social. De hecho, no es posible estudiar la cultura y medios de subsistencia de los pigmeos aisladamente separándolos de la sociedad de los agricultores africanos con los que viven e intercambien productos.

En muchas zonas del Africa central, algunos grupos de pigmeos mantienen tradicionalmente relaciones con determinados grupos de agricultores, y esta costumbre se transmite de generación en generación creando una compleja red de intercambios económicos y sociales que llevan a una intensa cooperación y apoyo recíproco. Los pigmeos proporcionan a los agricultores productos forestales, en especial carne rica en proteínas, mientras que los agricultores suministran a los pigmeos recolectores el almidón que tanto necesitan. La carne la miel y los medicamentos obtenidos de los bosques representan aportaciones significativas para la supervivencia de esos agricultores, mientras que los pigmeos se verían en graves apuros si no pudieran disponer de herramientas ni contar con la representación política que les ofrecen las comunidades agrícolas. En la mayor parte de estas zonas, quienes cultivan la tierra consideran a los pigmeos un elemento esencial para el éxito de sus ceremonias; los agricultores, a su vez, ejercen un control considerable sobre muchos acontecimientos vitales para la sociedad de los pigmeos, como son casamientos, circuncisiones y entierros. Las relaciones entre pigmeos y agricultores son tan amplias que se han creado elaborados sistemas ficticios que vinculan a los dos grupos en un tejido de parentesco que asegura su interdependencia social y económica.

Niños pigmeos en el Congo

Las estrechas relaciones que unen a pigmeos y agricultores abarcan su concepción del derecho a la tierra. Cada grupo de agricultores tiene derecho a una determinada superficie forestal, reconocida por todas las tribus vecinas, y puede desbrozarla para el cultivo o utilizarla para cazar, pescar, recolectar y aprovechar los materiales que necesita.

La tribu de pigmeos que está asociada por tradición con un grupo de agricultores tiene los mismos derechos reconocidos a aprovechar la superficie forestal de ese grupo que trabaja la tierra. Los agricultores ayudan a los pigmeos con los cuales están asociados a mantener derechos exclusivos sobre dicha superficie; todo caso de violación por parte de pigmeos o de otros agricultores se dirime mediante negociación, o a veces con la violencia. La población indígena reivindica derechos sobre la mayor parte de las zonas forestales, si no todas del Africa central, y se han creado complejos mecanismos no oficiales para garantizar derechos específicos sobre las tierras.

Para los fines de formulación de programas de desarrollo o de conservación, los pigmeos no pueden ser considerados aisladamente, separados de los agricultores que cultivan las tierras forestales. Los agricultores y los pigmeos del Africa central comparten las mismas tierras, son interdependientes y por tanto deberían considerarse como un único sistema económico y social integrado.

MODELOS DE ADAPTACION, ACULTURACION Y DESARROLLO

Aunque la mayor parte de los pigmeos del Africa central siguen viviendo en el ámbito de las relaciones tradicionales con los agricultores, muchos también se dedican a actividades que quedan fuera de dichas relaciones y, como los agricultores a los que están asociados, se han adaptado a los cambios introducidos por el desarrollo y la comercialización. Esto es cierto no sólo en determinadas localidades donde el desarrollo ha tenido un mayor alcance, sino en toda el Africa central. Toda población de pigmeos ha experimentado la gama completa de procesos de aculturación y de adaptación a las condiciones cambiantes.

Caza comercial

Debido al crecimiento de las poblaciones que viven en las zonas situadas alrededor de la cuenca del Zaire, se registra una creciente demanda de carne de animales de los bosques. Además, los pigmeos se están convirtiendo cada vez más en cazadores y se dedican a la caza de fauna forestal y a la venta de carne a los comerciantes que recorren grandes distancias desde las aldeas y ciudades situadas cerca de la selva. Estos comerciantes, haciendo caso omiso de las relaciones tradicionales entre agricultores y pigmeos, pagan al contado o intercambien la carne por almidón para inducir a la población pigmea a intensificar la caza. Los efectos de ello son la ruptura de estas relaciones tradicionales, la inserción de los pigmeos en la economía monetaria e, inevitablemente, el agotamiento de las especies silvestres de caza, lo que pone en peligro no sólo la fauna forestal sino también los recursos básicos para la subsistencia de las tribus de pigmeos y los grupos asociados con ellos que trabajan la tierra, así como su estilo de vida (Bailey, 1982; Hart, 1979).

Empleo

Los pigmeos se dedican también a trabajos de carácter ocasional en los sectores comerciales del café, el caucho, las plantaciones de palma o las empresa madereras. Por lo general, realizan trabajos estacionales de plantación, escarda corta o identifican los árboles y proporcionar carne a los otros trabajadores que se dedican a la explotación maderera Habitualmente no ocupan cargos impar tantas ni perciben sueldos elevados.

Agricultura y asentamiento

En los últimos años, los pigmeos se han convertido en agricultores sedentarios se han asentado en aldeas. En alguna' regiones queda una superficie forestal insuficiente para que puedan seguir vi viendo de la caza y la recolección, mientras que en otras, la caza excesiva ha agotado la fauna de los bosques. Además en toda región las autoridades nacionales han realizado campañas oficiales parió dices para obligar a los pigmeos, o inducirles con regalos, a asentarse en aldeas transformarse en agricultores sedentarios.

Quienes planifican y ejecutan estos pro gramas de asentamiento no tienen e' cuenta el valor económico o social de la relaciones tradicionales entre agricultores y pigmeos, ni aprecian la contribución que las poblaciones nómadas de lo bosques aportan a la economía nacional explotando los recursos forestales de manera eficaz y sostenible. A los pigmeos raramente se les consulta o se le hace participar en la adopción de decisiones acerca de la formulación y ejecución de estos programas. La mayor parí de los programas de asentamiento han fracasado porque los pigmeos vuelven a los bosques cuando se acaban los regalos o bien abandonan los huertos cuando llega la primera temporada de la miel.

Un recolector ríe miel pigmeo prepara una liana para trepar a un árbol

Hay pigmeos que se han convertido en agricultores y viven en aldeas a lo largo de los caminos. Sin embargo, al igual que los agricultores africanos tradicionales, siguen transcurriendo un cierto tiempo en los bosques y dependen de los mismos para complementar los productos agrícolas mixtos para su subsistencia. Producen, al igual que sus vecinos de tradición agrícola, unos cuantos cultivos comerciales además de los cultivos de subsistencia.

CONCLUSIONES

Se pueden sacar varias conclusiones y recomendaciones útiles para quienes participan en la planificación y gestión de los proyectos de desarrollo en el Africa central y, en particular, de los que se ejecutan en las zonas habitadas por poblaciones pigmeas.

En el Africa central hay pocas tierras aún sin ocupar. A efectos de la planificación del desarrollo o de la protección de la tierra, se ha de suponer que todo bosque está ocupado o es reivindicado por alguien, alguna tribu, raza o grupo. Aunque no haya ninguna señal evidente de ocupación (por ejemplo, casas o terrenos labrados), la tierra muy probablemente está ocupada por períodos intermitentes y es explotada por poblaciones cuyo estilo de vida se basa en desplazamientos frecuentes.

La actual composición y distribución diversa de plantas y animales en los bosques pluviales constituye el resultado de la introducción de especies exóticas, la creación de nuevos hábitats y su manipulación por parte de la población humana durante miles de años. Ninguna zona corresponde a lo que se define como bosque «virgen», «intacto», «primario», o «maduro». Hoy en día, la diversidad biológica del Africa central existe precisamente porque los bosques están habitados por el hombre, y no a pesar de ello.

Deben reconocerse los derechos sobre la tierra de todas las poblaciones que viven en las zonas forestales. En la mayor parte de los países del Africa central, toda la tierra pertenece legalmente al Estado. No obstante, también el Estado debe reconocer los derechos tradicionales. Para poder garantizarlos, es necesario que sean las propias poblaciones a formularlos con claridad.

Debería reconocerse el valor del estilo de vida nómada como elemento eficaz para explotar el bosque húmedo tropical de manera sostenible y como tacto; vital para el bienestar económico, social y psicológico de sus habitantes. Aunque la movilidad crea dificultades a los gobiernos y organismos en la prestación de servicios de enseñanza, sanitarios y de otro tipo a las poblaciones tribales, hay varios medios de adaptar los estilos de vida nómadas y asegurar que a las poblaciones tribales no se les nieguen oportunidades adecuadas.

La protección de las zonas forestales (reservas y parques) no es incompatible con la presencia permanente de las poblaciones que las habitan. La creación de zonas protegidas no debería requerir el traslado y reasentamiento de dichas poblaciones, ni la adopción de rígidas restricciones a sus derechos de explotación de los recursos forestales.

A menudo, a los grupos indígenas se les permite permanecer en las zonas protegidas mientras sigan siendo tradicionales, un término utilizado habitualmente por los encargados de formular las políticas sin consultar con esas mismas poblaciones ni conocer a fondo su historia. Tales restricciones llevan a un «primitivismo forzado». La política de ordenación de las reservas debería ser suficientemente general y flexible como para permitir que con el transcurso del tiempo y en el ámbito de todos los grupos locales puedan modificarse las modalidades de la propia ordenación.

Un pigmeo practica agujeros en un árbol para poner los pies y recoger la miel

Los pigmeos aceptan cada vez con mayor frecuencia trabajos estacionales en la explotación de madera

La planificación de la organización y ordenación de las reservas biológicas del Africa central será más eficaz si hace participar a la propia población indígena, a un nivel inferior al del gobierno regional e incluso al del jefe tribal.

A los pigmeos deberían asegurárseles los mismos derechos e igual acceso a los servicios de que gozan los ciudadanos a pleno título del Estado. Los gobiernos, al adoptar las medidas necesarias para rectificar tales violaciones de los derechos humanos fundamentales, tendrán que comprometerse a no buscar justificaciones para el reasentamiento, ni recurrir a otros mecanismos de aculturación forzada.

En todo proyecto de desarrollo, los habitantes de los bosques deberían constituir parte integrante e inicial del proceso de planificación. Para aumentar su participación, se debería pedir a los representantes locales que intervengan en las primeras fases de planificación de proyectos y contactar planificadores y consultores que conozcan el idioma de la tribu del lugar o los dialectos regionales.

En las zonas forestales del Africa central el turismo empieza a nacer sólo ahora, pero sin duda alguna va a difundirse a medida que vayan creándose parques nacionales y que las actividades de turismo ecológico y étnico adquieran popularidad en los países desarrollados. Si los habitantes de los bosques son involucrados en la formulación de estrategias en pro del turismo (en lugar de ser manipulados por gente que trata de explotarlos), el turismo podrá acrecentar la sensibilidad cultural y el conocimiento de la historia étnica, evitando a la vez que se produzca el fenómeno de encerrar a estas poblaciones en una reserva. La participación de las comunidades indígenas será de importancia vital para mantener la integridad cultural y ambiental de la región.

Bibliografía

Bahuchet, S. y Guillaume, H. 1982. Aka-farmer relations in the Northwest Congo basin. En: E.P. Leacock y R.B. Lee, eds. Politics and history in band societies. Cambridge, Reino Unido, Cambridge University Press.

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Bailey, R.C. 1982. Development in the Ituri Forest of Zaire. Cultural Survival Quarterly, 6(2): 2325.

Bailey, R.C. y Peacock, N. 1988. Efe pygmies of northeast Zaire: subsistence strategies in the Ituri forest. En: I. De Garine y G.A. Harrison, eds. Coping with uncertainty in food supply, Oxford, Reino Unido, Oxford University Press.

Bailey, R.C., Head, G. Jenike, M., Owen, B., Rechtman, R. y Zechenter, E. 1989. Hunting and gathering in tropical rainforest: is it possible? Amer. Anthropol. 91(1): 5982.

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Cavalli-Sforza, L.L. 1986. African pygmies. Nueva York, Academic Press.

Hart, J.A. 1979. Nomadic hunters and village cultivators: a study of subsistence interdependence in the Ituri Forest, Zaire. Ann Arbor, Michigan, Estados Unidos, University Microfilms.


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