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Las industrias basadas en los montes de coníferas exóticas

T. A. FOLEY

LA HISTORIA de la aceptación por el comercio maderero y por el público en general de los productos derivados de las grandes masas comerciales de pino insigne establecidas por el Estado y por compañías privadas entre 1925 más o menos y 1940, girará, no cabe duda, alrededor de la introducción de los nuevos métodos de conversión, elaboración y comercialización de la madera, impuestos por la casi madurez de dichos montes, y la inevitable reevaluación de las normas impuestas por los autores de especificaciones y los usuarios de las maderas. En otras palabras, la sustitución de las coníferas indígenas de reputada alta calidad por el pino insigne, cuya madera entonces se estimaba de dudosa calidad, ha hecho necesario reequipar la industria de acuerdo con el nuevo tipo de materia prima.

Todo nuevo producto, o material, que se introduce por primera vez en el mercado es recibido invariablemente con suspicacia por parte del consumidor. No es, pues, sorprendente que la actitud de los aserradores, comerciantes, fabricantes y consumidores neozelandeses fuese unánimemente negativa, y casi hostil, con respecto al pino insigne cuando llegó a convertirse en una madera de importancia comercial (desde el punto de vista de la producción) a principios del decenio de 1930-40. Aparte de sus propiedades poco apreciadas, la madera aserrada de este pino tenía muchos más defectos por unidad de superficie que las coníferas indígenas de uso corriente como el rimu, el matai, el totara, el kahikatea y el kauri. Además, los defectos eran mayores y más variables, y el contenido de duramen de las trozas comerciables tan pequeño que no tenía apenas importancia. En comparación con las especies indígenas, las trozas de pino insigne eran pequeñas y excesivamente cónicas, y el rendimiento en clases de buena venta exiguo. No es pues de extrañar que los aserradores se mantuvieran tenazmente aferrados a la esperanza de que los pronósticos del Servicio Forestal acerca de la rápida disminución de los recursos madereros comerciables indígenas fueran equivocados o excesivamente pesimistas.

Desde el punto de vista del comerciante y del consumidor, la madera de pino insigne no es muy encomiable. No rinde clases definidas de buena calidad de duramen como las especies indígenas. Es nudosa, propensa al ataque de hongos cromógenos y de poca duración: como madera de armazón no tiene la resistencia debida. Todos estos factores juntos condenaron sin remisión a los ojos de la industria maderera las futuras perspectivas de los montes exóticos basados en Pinus radiata. Si añadimos a ello las rigurosas especificaciones materiales que han sido, y siguen siendo, características de las industrias de la construcción en Nueva Zelandia, se comprende lo difícil que fue para el pino insigne superar todos estos obstáculos.

No obstante las vicisitudes inherentes a la sustitución de las maderas indígenas por una materia prima totalmente diferente, el pino insigne es hoy día el baluarte de la industria maderera - y de hecho constituye la base de una inversión de muchos millones de libras que sustenta varias industrias conexas (entre ellas la de pasta y papel) y contribuye considerablemente a los fondos de ultramar.

ASERRÍO E INDUSTRIAS MERCANTILES

El equipo y los métodos de aserrío se han ideado para adaptarlos a la transformación de las maderas de los montes de coníferas indígenas de Nueva Zelandia que producen trozas relativamente grandes y con una elevada proporción de madera limpia de defectos rodeando un corazón defectuoso y relativamente pequeño, en el que existe una gran diferencia de precios entre la madera de albura y la de duramen. La mengua constante de los montes con el consiguiente retroceso de sus lindes, las difíciles condiciones de explotación y los escasos capitales invertidos han restringido la escala de operaciones, que se limita a simples unidades pequeñas dotadas característicamente de equipo de sierra vertical o de sierras simétricas de tablero para manipular grandes trozas y reaserradora de banco para obtener rollizos de calidad.

Cuando las plantaciones exóticas alcanzaron la fase de aprovechamiento a finales del decenio 1930-40, el Servicio Forestal comprendió que las trozas típicamente pequeñas y con numerosos defectos que producirían exigían un equipo diferente y una manipulación y métodos de comercialización mejores. En consecuencia, el Servicio Forestal procedió a la instalación de un aserradero en Rotorua en 1939, utilizando sierras suecas de bastidor, e introdujo el tratamiento por inmersión contra las coloraciones anormales de la albura, secaderos y métodos de manipulación radicalmente diferentes. Se añadió un equipo auxiliar de sierras de cinta para tratar grandes trozas y permitir así un mayor grado de cortas por entresaca. Los varios grandes aserraderos que se han establecido posteriormente utilizan también una combinación de sierras alternativas para pequeñas trozas y un equipo de tipo americano para las trozas mayores y el producto de las entresacas.

Entre las dos guerras mundiales, los comerciantes negociaron exclusivamente maderas indígenas de coníferas y maderas importadas en condiciones en que la oferta era generalmente superior a la demanda, y el precio desempeñaba una parte predominante para decidir dimensiones, clasificaciones y especies de madera que convenía comprar y almacenar. El comerciante a menudo podía elegir dentro de lo que le ofrecía el aserrador local, práctica que condujo al aserrador a suministrar calidades superiores a las necesarias. Estas condiciones llevaron a otros métodos comerciales inconvenientes que trastornaron la comercialización ordenada. La segunda guerra mundial, sin embargo, agotó rápidamente las reservas y aceleró la corta de las masas indígenas accesibles, y esto dio lugar a un mercado maderero sin precedentes en Nueva Zelandia. Este tipo de mercado ha persistido hasta hace muy poco y en muchos casos ha entrañado la completa reorientación de los conceptos que regían las relaciones entre comerciantes y aserradores. Antes de 1939, no era común que el aserrador fuera también comerciante. En efecto, la estructura era relativamente simple, ya que las tres principales secciones - aserrío, comercialización y construcción - limitaban sus actividades casi exclusivamente a sus respectivas esferas. La mayoría de los grandes comerciantes dependían de serrerías de propiedad privada para su abastecimiento de maderas. Desde entonces, los comerciantes y algunos constructores se han dado cuenta de que el depender de los recursos de antes de la guerra para su abastecimiento era una amenaza para su subsistencia. En consecuencia, han tendido bien a adquirir o a montar ellos mismos aserraderos: incluso algunos fabricantes de muebles cuentan con sus propios recursos de producción. Desde 1945, la mayor contribución a la producción acelerada de madera se debe a los comerciantes y otros usuarios de maderas, que por necesidad entraron en la industria del aserrío con el fin de proteger sus inversiones y su comercio. La comercialización, con sus característicos alicientes, indujo a los aserradores a entrar en este campo.

En años más recientes, con el crecimiento progresivo e importante de las industrias del aserrío, elaboración y tratamiento preservador del pino insigne y con el uso más diversificado de las maderas de albura indígenas tratadas con preservadores, los suministros han resultado generalmente adecuados para la mayor parte de los propósitos. Esta situación ha permitido, como era de desear, que el usuario dispusiera de un mayor grado de elección en sus compras del que era posible hasta 1939 y, en consecuencia, ha agudizado la competencia en el sector del aserrío y la comercialización y mejorado las normas de aserrío, clasificación y servicio.

Junto con esta competencia de mercado y la mayor participación del ramo de la construcción, se ha manifestado una tendencia por parte de algunas de las principales serrerías mercantiles a emprender el negocio de las casas prefabricadas. Esta tendencia hacia empresas comerciales más importantes y completas ha estimulado la expansión de unas cuantas fábricas de elaboración y conversión que disponían de fuerte capital utilizando como base madera de pino insigne sólo o de pino insigne y otras maderas indígenas. Estas serrerías tienen su propio mercado y obtienen contratos a largo plazo a expensas de los aserraderos menores y de menos capital con poca producción y mercados inseguros.

Esta tendencia hacia la integración, aunque extremadamente compleja, ofrece considerables ventajas desde el punto de vista de la utilización. Las grandes empresas de fuerte capital con fábricas de elevada producción y abundantes masas exóticas ya maduras y listas para la corta han competido reñidamente en pos de los mercados disponibles, tanto nacionales como extranjeros.

Los más altos exponentes del comercio maderero han reconocido la importancia de mantener altos niveles de aserrío, desbastado, clasificación y marcado de sus productos. Estas técnicas comerciales de hoy están en pugna con las prácticas anteriores en que se concedía poca atención a las normas uniformes de calidad y ninguna al aspecto o presentación del producto. Esta mejor comercialización ha hecho que el pino insigne obtuviera la confianza de los usuarios y de las autoridades responsables de las especificaciones. La industria ha asumido su legítima responsabilidad de ejercer su propia prerrogativa en cuanto al control de la calidad. Si bien esto es lo que sucede, en general, hay muchas empresas menores que encuentran cómodo vender maderas fuera de dimensiones, o sin clasificar, a los constructores, a precios reducidos, en la creencia equivocada de que así se benefician. Esto es motivo de constante preocupación para los exponentes más responsables de la industria y para las autoridades encargadas de la construcción, y da lugar a discordias entre el cliente y el proveedor y a frecuentes peticiones para que el Servicio Forestal compruebe la calidad.

Antecedentes sobre el uso del pino insigne (madera aserrada)

Antes de la segunda guerra mundial, aproximadamente el 90 por ciento de la producción anual del Pinus radiata se utilizaba para cajerío, encofrados de hormigón y usos análogos. La reputación de esta madera inevitablemente se relacionaba con tales usos, y durante muchos años esta asociación resultó un obstáculo para la extensión de su utilización a la construcción de casas. En los años de la posguerra, sin embargo, la demanda excedió considerablemente a la producción de maderas indígenas y las maderas importadas eran tan costosas y difíciles de conseguir que la industria de la construcción no tuvo otra alternativa que recurrir a los grandes recursos de pino insigne. Los primeros pasos se dieron principalmente con las calidades capaces de sustituir a las calidades inferiores de maderas indígenas. Así pues, el pino insigne poco a poco fue convirtiéndose en sustitutivo aceptable del rimar (Dacrydium cupressinum) para la construcción de casas cuando los constructores no podían ya obtener esta madera. Con el tiempo se vio que no era menos adecuada que el rimar para los usos en que se empleaba y que además era más fácil de manipular y de trabajar y se convirtió gradualmente en la madera preferida para carpintería de armar. Hoy día el pino insigne es la madera más empleada para armaduras en la construcción de casas y en muchos campos de la construcción pesada, particularmente en la Isla Norte, cuya situación geográfica es desfavorable para abastecerse de rimu, y donde están concentradas las principales masas de exóticas y fábricas de maderas.

La popularidad del pino insigne entre los carpinteros ha facilitado grandemente su ulterior aceptación para entarimado de pisos, ensambladuras interiores y muchos artículos manufacturados. Si bien el espíritu conservador y la costumbre han tendido a retrasar su aceptación para algunos usos, su disponibilidad a precios equiparables a los de las maderas indígenas y su baratura en comparación con las maderas importadas han favorecido su empleo en un gran número de industrias y de productos.

Otros factores que han asegurado un lugar prominente al pino insigne en la construcción y otras industrias basadas en la madera es su facilidad de desecación, conservación, labra, sujeción por juntas mecánicas, encolado y su elevada resistencia en relación al peso. Aparte estas calidades naturales, la introducción y general adopción de los tratamientos antisépticos por inmersión para las maderas verdes aserradas, y los tratamientos preservadores para la mayor parte de las maderas para uso exterior, las buenas prácticas de curado, la clasificación uniforme y el marcado de las calidades, junto con una presentación atractiva de los productos, han realzado en conjunto la apariencia y vida útil de esta especie, cuyo hábito de crecimiento natural y limitaciones hubieran, de otra manera, limitado gravemente su empleo.

FIGURA 3. - Sello neozelandés de 1 chelín.

Las condiciones de crecimiento imponen limitaciones a la producción de calidades superiores de pino insigne de masas sin podar ni aclarar; pero, a pesar de la frecuencia de huellas que dejan los tallos de las piñas persistentes que crecen en el tronco del árbol y de los nudos cubiertos (que son los defectos principales), cantidades bastante considerables de tablas se dedican a entarimados, molduras, chillados y otros tipos de acabado.

La excesiva oferta potencial de calidades inferiores de escasa utilidad ha constituido una amenaza para el bienestar económico de las empresas aserradoras y mercantiles. Su desmenuzamiento y conversión en fibra y pasta es una salida que sólo pueden permitirse a lo sumo tres de los principales productores. Uno de los factores que más se oponen a la reelaboración de las calidades inferiores es el estrecho margen de los valores de precios existente entre las calidades inferiores y superiores. Es más, esto ha ocasionado una demanda excesiva de las calidades superiores. Sin embargo, se han introducido algunos medios para mejorar la utilidad de la madera de calidad inferior. Uno de los primeros ha sido la obturación de nudos con máquinas semiautomáticos, algunas de las cuales se han instalado en el país después de los buenos resultados obtenidos en Europa central y Escandinavia. El procedimiento no ha resultado económico en Nueva Zelandia. El espíritu conservador ha contribuido, entre otros factores, a comprometer sus perspectivas. El empalme por testa de trozos cortos de madera limpia es ahora una práctica común. Por lo menos dos empresas han logrado excelentes resultados con la instalación de máquinas empalmadoras de gran rendimiento para obtener piezas sin defectos para entarimados de pisos. Una de las dos empresas de la Isla Norte dedicada a estas ensambladuras ha instalado ya una sección de unión por cantos para la fabricación de tablones anchos en grandes longitudes, partiendo de piezas estrechas y cortas limpias empalmadas a cola de pescado. También fabrican vigas compuestas de madera laminada para uso en estructuras que soportan cargas y en ebanistería. La unión por cantos integrada con el empalme de piezas limpias y cortas está resultando una operación adaptable y satisfactoria. Es evidente, sin embargo, que dados los altos costos que entraña la recuperación de desperdicios y el actual estrecho margen de los precios al por menor, es sumamente difícil que una fábrica de empalme de piezas cortas o una de ensambladura por cantos operen con éxito aisladamente, pero hay indicios de que la combinación de ambas para la producción de paneles anchos puede reportar beneficios bastante mayores al productor que la venta directa de maderas de calidad inferior.

Aquellos que no conozcan Nueva Zelandia ni el pino insigne no tardarán en darse cuenta de que se trata de una especie de grandes posibilidades. Los usos a que se ha destinado con éxito han sido muchos y variados. De hecho, sería mucho más fácil hacer una lista de aquellos para los que no se presta que de aquellos para los que sirve. Los resultados de la investigación y los progresos tecnológicos que pueden aplicarse a la preparación de la madera antes de su uso y para su fijación y acabado han proporcionado los medios para mejorar la calidad y utilidad del pino insigne, que es deficiente en muchos aspectos cuando se le deja seguir su hábito de crecimiento natural. A pesar de ello y de los extensos recursos que hay en el país, Nueva Zelandia importa una gran proporción de la madera que necesita para carpintería de taller de exteriores y cubiertas y algunas maderas para muebles, y suplementa sus propias maderas con frondosas australianas para postes, pilotes marinos y construcciones pesadas. Se ha importado cierta cantidad de madera de abeto Douglas para carpintería de taller y construcciones pesadas. Entre las maderas que al parecer no hay más remedio que importar figuran piezas largas y limpias de sequoia y cedro para carpintería externa y tablas de chilla que compensen la menor producción de totara (Podocarpus totara) y de madera perfecta de rimar (Dacrydium cupressinum) y algunas maderas para muebles para complementar nuestras provisiones de rimu, haya (Nothofagus spp.) y tawa (Beilschmiedia tawa) y proporcionar variedad para mueblistería y decoración, donde el acabado natural exige una fibra atractiva y tablas anchas y limpias de defectos, fáciles de perfilar, etc. Aunque el pino insigne cubre una proporción importante de la demanda para mueblistería útil o funcional y ha logrado aceptación para artesonados nudosos, jamás podrá sustituir a la caoba, la teca, el roble del Japón, etc., maderas todas ellas que pueden lógicamente clasificarse como especiales en virtud de su alto precio.

Hasta ahora, Nueva Zelandia ha sido lenta en explotar el pino insigne para carpintería de taller descubierta, salvo enseres de cocina y otros muebles empotrados - que es uno de los usos especializados más exigentes y que requiere maderas de fibra recta, limpias de defectos, de longitud media, peso ligero, fáciles de labrar y de pintar, duraderas y estables. A excepción de estas dos últimas propiedades, el pino insigne puede llenar las exigencias satisfactoria y naturalmente. La durabilidad puede conseguirse fácilmente gracias a los productos preservadores, pero la cuestión de estabilidad no ha sido ano afrontada por el comercio de carpintería. Sin embargo, es indudable que se podrá conseguir con tratamientos hidrófugos, con el empleo de compuestos aglutinadores, o mediante modificación química de la madera aparte de la pintura. Existe un margen apreciable entre el costo actual del cedro importado y el de piezas limpias de pino insigne de calidad «Factory» tratado en seco con preservadores y que admitiría perfectamente cualquiera de estos tratamientos. La albura de las maderas de pino tratadas con pentaclorofenol más productos hidrófugos tiene aceptación general en los Estados Unidos para trabajos exteriores de carpintería.

INDUSTRIAS BASADAS EN LA MADERA ASERRADA

Consumo de madera aserrada

La troza serradiza ha sido siempre - y probablemente seguirá siendo - el producto forestal más importante en Nueva Zelandia.

El consumo por persona de madera aserrada en Nueva Zelandia durante los últimos cinco años arroja un promedio de 0,649 metros cúbicos por año. Esto no lo supera ningún otro país. Del total de 1.571.760 metros cúbicos de madera producida el año pasado, el 60 por ciento fue de coníferas exóticas, y de esta proporción el 90 por ciento era pino insigne. La Sección de Planeamiento del Servicio Forestal y, en particular, los servicios estadísticos, se han venido esforzando en determinar los usos a que se han destinado las maderas exóticas y la distribución es aproximadamente: construcción, 424.800 metros cúbicos, industria, 188.800 metros cúbicos, maderos de estibar, 47.200 metros cúbicos, usos agrícolas y «trabajos de carpintería de afición», 283.200 metros cúbicos.

Construcción de viviendas

Las casas de madera de una sola planta dominan en las zonas residenciales de Nueva Zelandia y, aunque la tendencia esperada (como ocurre en Europa) es que en los centros principales la gente se aloje en departamentos de bloques de casas de cemento de muchos pisos, con la disminución en la demanda unitaria de madera aserrada, la troza serradiza seguirá sin duda siendo el producto más importante de nuestros montes durante mucho tiempo. En lo que al mercado local se refiere, las abundantes existencias de madera relativamente barata determinan su tradicional empleo en la construcción y, a menos de que se registre en el futuro un alza importante en los precios de la madera, es de esperar confiadamente en que continuará siendo el principal material para la construcción de viviendas y que las maderas de coníferas exóticas seguirán predominando.

El pino insigne se ha convertido ya en la madera de armar preferida en la Isla Norte, y, con la decreciente producción de rimar en la Isla Sur, el pino insigne lo desplazará lógicamente también allí. Esta madera, por su poco peso y facilidad de manipulación y labra, se presta muchísimo para piezas y casas prefabricadas. Estos métodos de construcción han logrado gran éxito entre los usuarios, dadas las ventajas de su rápida erección a precios competitivos y el concomitante proyecto de las casas y otros servicios que el negocio de la prefabricación puede prestar si está bien llevado. Como ya hemos dicho, las serrerías y empresas mercantiles de iniciativa, ya sea juntas o separadamente, pero siempre en relación estrecha, se han lanzado al sector de la construcción de viviendas y, aparte de que obtienen proficuos beneficios adicionales, son en general una garantía de que se hace el óptimo uso del pino insigne, especie que da una multitud de calidades de maderas aserradas y al mismo tiempo permite (con gran provecho) una juiciosa selección, el reaserrado y el mejoramiento de calidades, y el surtir al comercio general de la construcción con pies derechos cortados a dimensión y otros elementos de armar. Hay que añadir que, dado el acelerado ritmo que hoy día ha alcanzado la construcción, la pugna se limita principalmente a la obtención de terrenos para construir, especialmente en los centros urbanos de la Isla Norte.

Por lo que se refiere a la carpintería de armar, debe mencionarse que el pino insigne ha logrado la aprobación de la industria de la construcción, a pesar del hecho de que la gran demanda que ha persistido más de 15 a 20 años ha disuadido, y de hecho materialmente impedido, a las empresas de aserrío y mercantiles el desecar la madera, con los inevitables problemas de distorsión, contracción y otros efectos secundarios que ello ha entrañado. Sin embargo, es casi seguro que, con los cambios que están produciéndose actualmente en el mercado y una producción que promete exceder a la demanda, los productores se verán obligados a incrementar su capacidad de secado de la madera y a enviar al mercado maderas de armar desecadas hasta por debajo del límite de saturación de las fibras, o hasta un punto en que no haya apenas posibilidad de ulterior circulación de humedad. Ya hay compradores que se muestran exigentes sobre este punto, por lo que algunos productores minoristas avisados entregan las maderas para armar bien desecadas. La necesidad de que las armaduras se monten con maderas secas es particularmente importante en el caso de las casas prefabricadas y los edificios producidos en masa, donde los elementos de la armadura no tienen tiempo suficiente para perder el agua «libre» antes de que queden cubiertos. Como en la construcción pesada se está empleando cada vez más el pino insigne como vigas y otras muchas piezas de armadura para grandes luces y encorchados, el contenido de humedad se ha convertido en un factor determinante desde el punto de vista de la resistencia dentro de las piezas y en los puntos de unión. La escasez de madera seca ha limitado la utilidad de la de pino insigne como sustitutiva en la construcción pesada de la madera de abeto Douglas importada y como competidora del acero.

Aparte de la demanda de madera seca, tanto para la construcción ligera como para la pesada, que la industria no puede ignorar, es ineludible el que la economía imponga la introducción de la clasificación mecánica, la que, a su vez, hará que sea sensato y provechoso el empleo de maderas parcialmente secas (a menos del 30 por ciento del contenido de humedad), tanto para las armaduras ligeras como para las amplias secciones transversales de las obras de ingeniería.

INDUSTRIAS DE LA PASTA Y DERIVADOS DE LA FIBRA

Antes de la segunda guerra mundial no existía una industria de la pasta en gran escala en Nueva Zelandia. Desde entonces, se ha desarrollado una vigorosa industria de la pasta y del papel y su ritmo de crecimiento es uno de los más espectaculares registrados en el desarrollo de la economía del país. Esta industria se basa exclusivamente en el pino insigne, que da una fibra excelente tanto para la pasta mecánica como para la química.

Las industrias de la pasta y derivados de fibra que se abastecen de materia prima principalmente de los montes de pino insigne situados en la parte central de la Isla Norte, comprenden cinco fábricas de pasta y papel, una fábrica de tableros de fibra, y dos fábricas de tableros de partículas. De las cinco fábricas de pasta y papel, tres son unidades integradas que producen madera aserrada y, entre las tres, pasta mecánica y química, papel para periódicos, papel «kraft», tableros de fibra y cartón. Otras dos fábricas producen papel y papel fino (higiénico) a partir de pastas compradas (una produce su propia pasta mecánica), tanto importadas como de producción nacional.

Actualmente, se producen al año unas 300.000 toneladas métricas (296.000 toneladas largas), de productos de la pasta, incluyendo papel para periódicos, «kraft» y de otras clases, cartón y tableros de fibra. Las exportaciones en 1963 fueron de 63.000 toneladas de pasta, 108.000 toneladas de papel para periódicos, y pequeñas cantidades de tableros de fibra, cartón y otros papeles, por un valor de más de 23,8 millones de dólares.

El desarrollo forestal en el próximo decenio incluirá lógicamente por lo menos la instalación de una fábrica de pasta y papel de tamaño medio en la Isla Sur, y una ulterior expansión de la producción de papel en la Isla Norte.

FIGURA 4. - Equipo de poda diseñado por R.T. Morris y perfeccionado por el Servicio Forestal de Nueva Zelandia. Consiste en plataformas y ascensores especiales que se emplean junto con una escalera ligera. En condiciones normales de topografía, diámetro de ramas y sotobosque, un obrero especializado puede podar entre 550 y 1.100 cm. en unos 7 minutos, comprendido el tiempo para levantar la escalera y los utensilios y bajarlos otra vez al suelo.

INDUSTRIA DEL CONTRACHAPADO

Nueva Zelandia no cuenta con los debidos recursos de maderas decorativas adecuadas para el desenrollo o rebanado que exige la producción de chapas y tableros contrachapados y, con la inevitable disminución de las cortas en los montes de frondosas indígenas, es evidente que la expansión de esta industria dependerá del futuro rendimiento en trozas con calidad adecuada para el desenrollo de las masas de especies exóticas intensamente podadas. Actualmente, el desenrollo con pino insigne se limita principalmente a la producción de material para contrahojas y chapas cortas para capas exteriores a partir de rollizos cortos y limpios de defectos, obtenidos de los entrenudos de rama de la troza; una tercera parte del volumen total de trozas utilizado para el desenrollo es de pino insigne.

INDUSTRIAS DE LOS LAMINADOS ENCOLADOS

La laminación encolada está en sus albores en Nueva Zelandia; sin embargo, existen vastos programas de construcción de casas y amplios recursos madereros, cosas ambas esenciales para el desarrollo de la industria de la laminación. El pino insigne ofrece la mejor perspectiva inmediata para el establecimiento de una industria estable de la laminación encolada. Varias empresas han experimentado técnicas de laminación encolada, y en todo el país se encuentran edificios, entre ellos iglesias, escuelas y tribunas, que comprenden vigas compuestas y portales a base de madera laminada encolada. Hay indicios de que surgirá una industria poderosa y rentable capaz de extender el uso de la madera en los campos comercial e industrial.

INDUSTRIA DE LA PRESERVACIÓN DE MADERAS

Desde 1947, la industria de la conservación de maderas se ha desarrollado, tanto técnicamente como en magnitud, en grado notable. En Nueva Zelandia, el consumo por persona de maderas de construcción tratadas con productos preservadores es el más alto del mundo. La escasez de maderas duraderas en su forma natural dio ímpetu al desarrollo inicial de esta industria, que constituye hoy día un elemento esencial de la economía maderera de este país, y se están utilizando en lugar de las duraderas frondosas australianas, cantidades siempre crecientes de maderas exóticas no duraderas para usos tan exigentes como son postes y pilotes, traviesas de ferrocarril, puentes de tablero, etc. En 1963-64, el 44 por ciento de la producción total de madera aserrada exótica fue tratada con productos preservadores.

Desde que surgió el tratamiento preservador en escala comercial, el aprovechamiento rentable del producto de las claras se ha convertido en un factor más de la economía de la forestación.

Desde 1947, el empleo del tratamiento a presión con preservadores multisalinos en solución acuosa se ha generalizado rápidamente, y hoy día existen 97 fábricas de conservación a presión en el país que utilizan preservadores solubles en agua (tales como las preparaciones comerciales Boliden S25 y K33, Celcure A, y Tanalith C y CA). Los otros procedimientos principales utilizados para el tratamiento de las maderas de construcción son la impregnación-difusión con ácido bórico y soluciones de boratos muy concentradas. Para las maderas en contacto con el suelo, se utiliza principalmente la impregnación a presión con creosotas de alquitrán de hulla o pentaclorofenol, aunque recientemente se han utilizado también algunos preservadores solubles en el agua. El tratamiento preservador para postes ha progresado tanto, que hoy día la mayoría de los postes de pequeña longitud e intermedios hasta 9 metros que se necesitan son de coníferas tratadas con preservadores, principalmente alerce europeo, abeto Douglas, y diversos pinos.

Del control de la calidad del tratamiento preservador se encarga la Timber Preservation Authority, que autoriza los preservadores, fija las especificaciones, procedimientos y políticas en cuanto a normas de tratamiento.

COOPERACIÓN DENTRO DE LA INDUSTRIA DE LA MADERA

Como este documento tiende a sugerir en qué forma la experiencia de Nueva Zelandia puede ayudar a otros países que pudieran tener problemas análogos, debe mencionarse la relación que existe entre los diferentes sectores de la industria. La cooperación entre los productores de maderas de coníferas exóticas y la desaparición de las diferencias individuales en pro de un objetivo común han ayudado materialmente al desarrollo y expansión satisfactorios de las empresas basadas en el pino insigne y en la utilización de esta madera. El Servicio Forestal, y de ello se vanagloria, ha sido el primero en dar el ejemplo en este aspecto. Ha sido política gubernamental el asumir la responsabilidad de cierta parte de la industria del aserrío (de coníferas exóticas), elaboración y manufactura, y de emprender actividades de fomento y demostración en dichos campos de operaciones. Ha sido el precursor, tanto en el comercio local como en el de exportación, de maderas de pino insigne, pino de Córcega y abeto Douglas producidas en Nueva Zelandia, y ha ayudado activamente en la consecución de los transportes y naves y en el fomento general de estas maderas en Australia, las islas del Pacífico y el Japón. Lleva a cabo regularmente cursos de capacitación (para obreros) en desecación en horno, preservación y clasificación de la madera, y en un próximo futuro, se harán efectivos los planes sostenidos por la industria para la capacitación comercial en manutención de sierras, labra mecánica, aserrío, etc. Se ha proporcionado a los representantes de empresas privadas una información detallada de cada fase de las actividades del Servicio Forestal y se han publicado los resultados de la labor de investigación y desarrollo. El suministro de información en esta forma no es de ninguna manera unilateral, a pesar de los muchos y variados intereses de las principales empresas en el aserrío de especies indígenas y el de maderas exóticas, la comercialización, elaboración y construcción.

También es interesante subrayar el vivo interés demostrado por los aserradores, los comerciantes y los fabricantes en las investigaciones sobre productos forestales, emprendidas por el Instituto de Investigación Forestal. Indicio evidente de esta apreciación de la importancia de la investigación, particularmente en lo que se refiere a las coníferas exóticas, es el hecho de que la industria esté representada en el Comité Asesor de Investigaciones de Productos Forestales, cuyos miembros en su mayoría no proceden del Servicio Forestal de Nueva Zelandia. Uno de los ejemplos más tangibles de la cooperación que existe entre las organizaciones madereras es la aportación por parte de las industrias madereras de una suma superior a 280,000 dólares para mejorar los servicios de investigación en productos forestales del Instituto de Investigación Forestal.

Aunque las diversas facetas de la industria maderera no están federadas, salvo en el sentido de la promoción de la madera a través de una asociación de fomento maderero, las hermandades de aserradores y comerciantes están muy unidas y son fuertes. Con la expansión del aserrío de maderas exóticas se creó hace varios años una sección del pino insigne en el seno de la Federación de Aserradores del Dominio para fomentar el mayor uso del pino insigne y el comercio de exportación de dicha madera.

CONCLUSIONES

El examen caleidoscópico del papel que las maderas exóticas están desempeñando en la industria no pretende ser completo, sino que trata de poner en evidencia algunas de las características o tendencias dignas quizás de un ulterior estudio, ya que las tres cuartas partes de la producción total (5.155.000 metros cúbicos), expresada en madera en rollo, procede de masas exóticas.

El pino insigne representa la madera tipo de su grupo en Nueva Zelandia y, por tanto, sólo de pasada nos hemos referido a otras especies de Pinus. Con la ayuda de las posibilidades manufactureras y una fuerte industria de preservación, la gama de usos para el pino insigne se ha extendido casi al máximo para aplicaciones generales con resultados verdaderamente satisfactorios. Esta madera se ha utilizado también para usos especializados, tales como mueblistería y pisos de parquet, para los que no se presta enteramente. En cambio, no se ha explotado para usos difíciles, tales como ebanistería exterior y chillados. Esto se debe a la promulgación de severas normas de aceptación, a la disponibilidad de maderas importadas (aunque sea a muy altos precios) para dichos fines, y, en parte, a la limitada disponibilidad de madera de pino insigne de la calidad adecuada. El abeto Douglas de producción neozelandesa y los alerces se caracterizan por una textura desigual con todas sus consecuencias, por su excelente resistencia y rigidez, por un contenido relativamente alto de duramen y por ser difíciles de tratar con preservadores. La mayor parte de la madera de sierra obtenido de estas especies es sumamente útil para dimensiones estructurales y tablerío menudo, que admiten numerosos defectos si son pequeños.

No se ha podido lograr un equilibrio en la producción de calidades, pero las principales fábricas integradas están resolviendo este problema, en parte mediante la recuperación de piezas de madera limpia más cortas adecuadas para muchos usos de manufactura y para su empalme por testa para obtener piezas largas de madera limpia. La ordenación de los montes se ve simplificada por la fácil salida del producto de los aclareos para su conversión en pasta y papel y rollizos para el tratamiento de conservación.

Las anteriores condiciones de comercialización desalentaron la aplicación general de adecuados principios de control de la calidad, presentación del producto y servicio al consumidor por parte de la industria. Pero, en estos aspectos, se aprecia una constante mejora y criterios cada día más sensatos. Estas tendencias ofrecen buenos auspicios para el futuro de las coníferas exóticas, que exigen una comercialización efectiva y un riguroso control de la calidad de los productos desde el árbol hasta la última fase de utilización.

La industria se está dando cada vez más cuenta de la importancia que tiene una investigación bien organizada y completa como requisito esencial para planear la utilización económica y bien fundamentada.

Si se quiere asegurar un progreso continuo y lograr una utilización plenamente económica de la madera disponible para la producción de artículos aceptables y satisfactorios para el consumidor en el mercado nacional y en el de exportación, hay que aplicar los crecientes conocimientos que se tienen sobre las maderas y los progresos tecnológicos para mejorar su calidad y vida útil.

Las plantaciones son de tal extensión que han estimulado en alto grado la utilización integrada. Esto constituye la clave para el óptimo desarrollo de los montes. Además, puede afirmarse rotundamente que igual importancia que la integración tiene el concentrar la producción en unas cuantas grandes fábricas. Las tendencias en este sentido en las industrias basadas tanto en los montes exóticos como en los indígenas son muy evidentes, y los beneficios resultantes tanto para el país como para la industria forestal son manifiestos.


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