M.Z. Hussain
En la mayoría de las zonas del mundo, las formaciones de manglares se han explotado poniendo poca o ninguna atención a la ordenación del recurso sobre una base sostenible. Sin embargo, en un limitado número de países, en su mayoría de Asia, se practica una ordenación de los bosques de mangle conforme a sistemas de silvicultura de selección y corta a mata rasa, y en años recientes varios países han iniciado a adoptar seriamente políticas de establecimiento de manglares y rehabilitación de formaciones de manglares degradadas. En este artículo se examinan algunos de estos casos y su posible aplicación a escala más amplia.
M. Zakir Hussain es el Coordinador Regional para Asia de la Unión Mundial para la Naturaleza (UICN) Tierras húmedas, y reside en Bangkok, Tailandia.
Nota: Este artículo sigue de cerca la reciente publicación de la FAO, Directrices para la ordenación de los manglares (Estudio FAO: Montes, N° 117), al cual se remite el lector para una información más detallada.
Los manglares son una de las formas de vegetación más comunes que se da en las zonas intermareales a lo Largo de los abrigos costeros y de las márgenes de los ríos en las áreas litorales de los países tropicales y subtropicales del mundo. Los manglares son sistemas altamente productivos y, además, un recurso natural renovable. Proporcionan bienes y servicios esenciales y juegan un papel importante en la vida de las comunidades costeras. A través de procesos de adaptación como la germinación vivípara, la separación del agua dulce de la salada y la conservación del agua dulce, así como la capacidad de echar raíces apenas entran en contacto con el suelo y la de intercambiar gases mediante sistemas de raíces especializadas, las especies de mangle han tenido la capacidad de hacer frente a condiciones ambientales muy adversas donde pocas otras plantas hubieran podido sobrevivir.
Sin embargo, en muchas zonas del mundo, el hábitat de los manglares ha quedado destruido, al represar los ríos, desviar sus aguas y explotar las zonas intermareales destinadas extensamente a la agricultura o a la acuicultura y generalmente desecarlas. Se destinan amplias extensiones a arrozales, al desarrollo industrial y agrícola, y a otros usos no madereros. Estimulados por el lucrativo comercio de exportación del camarón, una nueva generación de pequeños y grandes productores agrícolas está adueñándose de amplias zonas de marismas para la acuicultura y el cultivo del camarón. Los recursos restantes de manglares son sobreexplotados para la producción de leña y carbón vegetal. La eliminación de los manglares es también causa de grave preocupación ambiental y económica para muchos países en desarrollo, dada la función central que desempeñan en la protección de las costas.
El desarrollo de la acuicultura constituye una importante amenaza para los ecosistemas de manglares
La vegetación de los manglares del mundo se puede dividir en dos grandes grupos. El de los manglares del viejo mundo en la región Indo-Pacífica, que se extienden desde la costa oriental de Africa hasta la isla de Samoa en el Pacífico Sur. El segundo grupo, el de los manglares del nuevo mundo, se encuentra en la costa occidental de Africa entre Mauritania y Angola, en las Américas entre Barbados y el Brasil, en la costa oriental, y entre México y el norte del Perú, en la costa occidental. Indonesia posee la superficie total más grande de manglares, aunque el Sundarbans en Bangladesh y la India es el bosque de mangles más grande del mundo.
La vegetación de los manglares se compone básicamente de árboles y arbustos con un número limitado de palmas y lianas. En el informe de la UICN sobre el estado de los manglares en el mundo (1983), se enumeran 61 especies. Las principales especies de mangle pertenecen a menos de 15 familias, pero la mayoría de los manglares existentes pertenecen a las familias Rhizophoraceae, Sonneratiaceae y Avi-cenniaceae. La excepción es el Sundar-bans donde predominan los miembros de las familias Sterculiaceae y Euphorbia-ceae.
Los manglares crecen en condiciones donde pocas otras especies de plantas pueden sobrevivir (Hutchings y Saenger, 1987). La formación de manglares depende de varios factores y de importantes adaptaciones fisiológicas que permiten a la flora desarrollarse en condiciones ambientales difíciles, todo lo cual tiene también sus consecuencias para la silvicultura.
El medio ambiente de los manglares es fundamentalmente salino, y la vegetación crece y florece gracias a tres mecanismos diferentes que les permiten hacer frente al exceso de sal. Las raíces de especies que excluyen la sal como Ceriops, Excoecaria y Rhizophora, pueden absorber solamente agua dulce del agua salina a través de un proceso de ultrafiltración (Scholander, 1968). Especies como Avicennia y Sonneratia pueden regular el contenido de sal de sus tejidos mediante glándulas que poseen en sus hojas. Las especies Xylocarpus, Lumnitzera y Sonneratia depositan la sal en las hojas, raíces y cortezas más viejas (Joshi, Jamale y Bhosal, 1975). Las plantas de los manglares están dotadas también de características semejantes a las plantas del desierto que tienden a conservar el agua (Hutchings y Saenger, 1987).
Tupida zona de regeneración natural de Rhizophora spp. en Matang, Malasia
Los manglares surgen en zonas donde no se registra una fuerte actividad de olas, observándose el desarrollo más extenso en estuarios de ríos, lagunas protegidas y lagos costeros. Surgen además en zonas de elevada humedad, de forma que, donde se registran abundantes precipitaciones los manglares son con frecuencia de crecimiento exuberante. La temperatura mínima del aire y la variación estacional de la temperatura son factores importantes para el crecimiento de los manglares. Como refiere Chapman (1975 y 1977), el mejor crecimiento y desarrollo de los manglares se da cuando la variación estacional de la temperatura no supera los 10 °C y la temperatura del aire en el mes más frío es superior a los 10 °C.
Los suelos de manglares se caracterizan por el alto contenido de agua y sal y de sulfuro de hidrógeno, el bajo contenido de oxígeno y la elevada proporción de humus (Macnae, 1968). Los manglares prosperan sobre todo en terrenos fangosos y aluviales que por lo general se forman mediante la sedimentación de partículas de suelo transportadas por el agua. Los suelos de los manglares son en su mayoría anóxicos, excepto en la capa superficial donde se extienden las raíces (Rao, 1987). Por eso, los manglares tienen generalmente un sistema radicular poco profundo y no pueden soportar vientos fuertes, creciendo mejor en hábitats resguardados.
Las semillas y propágulos de los manglares se propagan exclusivamente por el agua y, en consecuencia, su distribución depende en gran medida de las mareas que las transportan sea corriente arriba que corriente abajo. La amplitud de la marea junto con la topografía de la zona regulan la extensión lateral de desarrollo de los manglares. Cuanto mayor es la amplitud de la marea, tanto mayor es el alcance vertical disponible para las comunidades de manglares (Hutchings y Saenger, 1987). Las mareas determinan también variaciones en la concentración salina del agua en las zonas de manglares.
Los manglares poseen un mecanismo eficaz de regeneración natural, sobre todo en el interior de los rodales que no han tenido problemas de degradación. Debido a la inundación diaria o periódica de las mareas y a la sedimentación de partículas de suelo transportadas por el agua, el lecho del bosque es blando y siempre idóneo para la regeneración, no requiriendo normalmente ningún tipo de preparación del terreno.
Otro fenómeno importante en gran número de especies de mangle (Rhizophora, Ceriops, Bruguiera, Kandelia y Nypa) es que la semilla se desarrolla en plántalas mientras siguen estando adheridas al árbol madre. Este fenómeno se conoce como viviparidad, en que el embrión rompe el pericarpio y crece fuera de él. Existe un segundo grupo que incluye especies como Aegiceras, Laguncularia, Pelliciera y Avicennia, en que el embrión de las especies, aunque se desarrolla dentro del fruto, no crece lo suficiente como para romper el pericarpio. Hutchings y Saenger (1987) lo han denominado criptoviviparidad. Especies como Excoecaria, Sonneratia, Heritiera y Xylocarpus no son vivíparas. Sin embargo, todas las especies antes mencionadas producen semillas flotantes que se propagan exclusivamente por el agua y que pueden llegar a cualquier rincón del bosque inundado por las mareas.
La mayor parte de las semillas que se desprenden del árbol madre durante la bajamar, se adhieren al fango blando y echan raíces rápidamente. En el caso de las semillas vivíparas, las raíces adventicias, ya presentes en el hipocotiledón, brotan y sujetan las plántalas (Chapman, 1976). Sin embargo, en todos los casos, la sedimentación de partículas transportadas por las pleamares sucesivas permite a las semillas a plántalas consolidar su arraigo.
Cuando las semillas a plántalas caen del árbol durante la pleamar, éstas siguen flotando en el agua hasta entrar en contacto con un substrato de suelo donde echar raíces. Es importante notar que la mayoría de las semillas de mangle mantienen la viabilidad por un largo período de tiempo mientras permanecen en condiciones ambientales de salinidad, y la pierden, en cambio, tan pronto como vienen alejadas de tales condiciones.
Al parecer se da abundante regeneración natural en zonas ya pobladas de manglares. En muchos casos se detiene el avance del crecimiento en espera de que se produzca un claro en la fronda para después emerger. Por otra parte, los cambios radicales en las condiciones del lugar debidos a la tala de la vegetación existente o por la alteración del régimen acuático perjudica al proceso de regeneración. Los suelos secos de zonas abiertas no suelen favorecer la regeneración natural de los manglares, sino que son invadidos por especies indeseables como la Acrostichum.
En la mayoría de los países con formaciones de manglares, a excepción de los asiáticos, no se aplica a este recurso ningún tipo de ordenación o silvicultura sistemática. Sin embargo, en estos países donde las formaciones no son objeto de una ordenación científica los manglares son explotados y aprovechados comúnmente como leña, carbón vegetal, materiales para techado y construcción, cuadernas para la construcción de botes, postes, para obtener tanino, etc. La leña para uso doméstico y para el curado del pescado sigue siendo la destinación más común de la madera del mangle.
Plántalas de Rhizophora racemosa listas para ser plantadas en Sierra Leona
Los manglares constituyen un recurso del que se sirven habitualmente las comunidades costeras a lo largo de la zona tropical para satisfacer sus necesidades, aunque el uso del mangle no está limitado únicamente a una explotación de subsistencia y en pequeña escala. Por ejemplo, antes del descubrimiento del petróleo en Nigeria, se utilizaban anualmente alrededor de 20 000 m3 de madera de mangle como puntales en las minas del carbón (Adegbehin y Nwaigbo, 1990). Si bien la demanda de carbón ha disminuido drásticamente, la madera de mangle es utilizada aún extensamente en Nigeria, de forma que se extrae un volumen mucho mayor de madera exclusivamente mediante selección y aprovechamiento de árboles idóneos para los fines deseados, y previa emisión de licencia por parte de las autoridades competentes (Isebore y Awosika, 1993).
Tradicionalmente, a causa de su resistencia y duración, en Kenya y en Tanzania se utilizan ampliamente postes de mangle de pequeñas dimensiones, de 2,5 a 14 cm de diámetro, en la fabricación de armazones de paredes construidas con argamasa, así como en la fabricación de estructuras para tejados generalmente realizados con hojas de palma. Estos postes son también objeto de una gran demanda en los países árabes, a los que se exportan en grandes cantidades. En 1982, Kenya exportó casi cuatro millones de postes a los países árabes (FAO, 1991). Esta operación ha continuado realizándose en gran escala también con árboles seleccionados según la especificación del mercado, sin prestar la debida atención a los aspectos silvícolas.
A pesar de esta explotación particular que puede llamarse aprovechamiento mediante selección, no parece que los manglares hayan quedado perjudicados tanto cuanto hubiera sido razonable prever. Si bien tales actividades pueden haber producido una reducción de árboles de ciertas clases de tamaño y unos cultivos arbóreos de calidad inferior, hay muy pocos ejemplos en que ese tipo de tala haya impedido la regeneración, a menos que se haya tratado de una tala muy drástica que haya despojado completamente los lugares.
Por otra parte, en Asia, los manglares, en particular los del Pakistán, la India, Bangladesh, Myanmar, Tailandia, Malasia e Indonesia, han sido objeto de ordenación desde hace mucho tiempo. Por ejemplo, los manglares del Sundarbans, en la India y Bangladesh han sido objeto de ordenación sostenible durante más de 100 años (Hussain y Ahmed, 1994). En estos bosques se han desarrollado sistemas de silvicultura basados en la selección o en la corta a mata rasa. En muchos casos se han modificado los sistemas de silvicultura para adaptarlos a las condiciones locales.
Los arbustos de Rhizophora racemosa dos años después de ser plantados
El sistema mediante selección se practica en el Pakistán, la India, Bangladesh y Myanmar donde se explotan los árboles que superan los diámetros predeterminados en las áreas de corta señaladas anualmente.
El Sundarbans ha sido objeto de ordenación con el sistema mediante selección desde 1892-1893, período en que se realizó el primer plan de ordenación de manglares (Curtís, 1933), y el sistema mediante selección modificado, que se ha perfeccionado y adaptado durante un período que abarca los tres primeros decenios de este siglo, ha demostrado ser muy apropiado para la ordenación sostenible del bosque de mangle. La merma en las existencias en formación que se ha registrado se debe más bien a decisiones de ordenación desacertadas que a prácticas silvícolas erróneas (Hussain y Ahmed, 1994).
En los manglares del Sundarbans se aplica un plan de ordenación basado en un sistema de silvicultura de selección y mejoramiento. Se delimitan cada año zonas de corta para producción de madera, leña y pasta. Todos los tipos de explotación se realizan en ciclos de 20 años, es decir, que cada operación de explotación se lleva a cabo una vez cada 20 años.
El proceso aplicado específicamente a la Heritiera fomes, que es la principal especie maderera del manglar, prevé la delimitación de la superficie de corta anual, el marcado de los árboles sanos que superan el diámetro de explotación predeterminado y cuya extracción no creará un claro permanente en la fronda, la extracción de la madera seguida de la eliminación de las copas y los desmochos secos y, por último, la tala de mejoramiento que comprende la eliminación de todos los árboles deformados y el aclareo de los rodales densos. Esta apertura moderada de la fronda asegura la adecuada regeneración de las especies que prosperan en sus estadios más tempranos bajo un sombreado parcial y desalienta la regeneración de especies que requieren iluminación intensa y que son económicamente menos rentables.
Excoecaria agallocha se utiliza exclusivamente como madera para pasta y para cerillas. Todos los árboles que superan el diámetro de explotación se extraen en una única operación. En el caso de Sonneratia apetala se extraen todos los árboles de más de 30 cm de diámetro, siempre que ello no dé lugar a ningún claro en la fronda. En los rodales delimitados para la corta anual, donde como estrato dominado se han establecido H. fomes, E. agallocha, Ceriops decandra y otras especies de mangle, se practica la corta a mata rasa de todos los árboles de Sonneratia apetala para estimular el establecimiento de especies más valiosas. Las plántalas de S. apetala no se establecen debajo de un cultivo maduro de las mismas especies.
Ceriops decandra se utiliza sea para leña que para la fabricación de postes. Los postes se extraen de zonas previamente delimitadas y por tala mediante selección conforme a las normas descritas para el caso de la H. fomes. Durante la tala para leña se deja por lo menos un brote sano en cada rama.
Zona infestada con Acrostichum
Los manglares de las regiones de Rakhine e Irrawaddy en Myanmar son semejantes en cuanto a composición a los del Sundarbans y también han sido objeto de ordenación con el sistema mediante selección. Sin embargo, a causa del grave agotamiento del recurso forestal, se han limitado las oportunidades de una ordenación del bosque con fines productivos.
Otro tipo de sistema mediante selección modificado se practica en Indonesia (Soemodihardjo y Soerianegara, 1989), donde se mantienen zonas no talables de 50 y 10 m de ancho a lo largo de las costas y de las márgenes de los ríos. Se conservan 40 árboles de Rhizophora, Bruguiera y Ceriops de más de 20 cm de diámetro distribuidos a una distancia de alrededor de 17 m el uno del otro como árboles semilleros por cada hectárea de bosque. Los manglares se explotan según una rotación de 30 años con un aclareo a los 15 años de edad y la tala de todos los árboles de más de 20 cm de diámetro, excepto de los árboles semilleros al final del ciclo.
Diferentes adaptaciones del sistema de corta a mata rasa se practican en Tailandia, Malasia e Indonesia y, en el pasado, también lo fueron en Viet Nam. Este sistema se ha demostrado particularmente apropiado en el caso de especies económicamente valiosas como Rhizophora apiculata y R. conjugata, especies que requieren iluminación intensa y que pueden resistir la competencia en zonas abiertas.
Los manglares de Matang en el estado de Perak, en la región peninsular de Malasia, fueron inicialmente objeto de ordenación con el método de corta por aclareos sucesivos, en que dos aclareos fueron seguidos por una tala de regeneración en orden a intensificar el establecimiento de plántulas. Posteriormente se observó que podía obtenerse esa regeneración suficiente sin una tala de regeneración y en su ausencia los árboles podían crecer por algunos años «adicionales», ganando en volumen (Hasan, 1981). Se introdujo así el cambio del sistema de silvicultura, es decir, se pasó al sistema denominado de corta a mata rasa con retención de resalvos. El método prevé la conservación de siete árboles por hectárea al momento de la tala final, en que se sacan los árboles de más de 7,5 cm de diámetro. Con el fin de evitar la erosión se conserva un estrecho cinturón de árboles de 3 m de ancho adyacentes a las márgenes de los ríos o a las costas (FAO, 1985). El manglar es actualmente explotado con una rotación de 30 años y dos aclareos a los 15 y 20 años, en que se eliminan respectivamente el 50 y el 25 por ciento de los árboles, encontrándose al final alrededor de 1 680 árboles por hectárea en un rodal completamente repoblado (Hasan, 1981).
Con el fin de evitar daños a la regeneración durante las operaciones de explotación, la extracción se lleva a cabo en su mayoría con hachas, y los árboles se cortan en rollizos de 1,6 m que se sacan a mano del manglar para reducir al mínimo los daños a la restante vegetación. Inmediatamente después de la tala final, se extirpan los helechos Acrostichum en las zonas que hubieran quedado infestadas por esta especie.
Después de un año aproximadamente de la tala final se inspecciona la superficie de la zona de corta para evaluar el grado de regeneración. Si es necesario, se interviene para estimular el proceso de regeneración natural eliminando la vegetación que le hace competencia. Si esto fallase, se plantan en la zona de regeneración especies de Rhizophora apiculata y R. conjugata. Se recogen los propágulos del manglar y se plantan en tres días. Al año siguiente se llenan los vacíos, mediante replantaciones, en los lugares donde sea necesario.
Una modificación del sistema de corta a mata rasa se practica actualmente en los manglares de Tailandia, donde predomina R. apiculata. El sistema es conocido como corta a mata rasa en franjas alternas. La rotación se ha fijado en 30 años y el sistema se practica dividiendo la superficie en 15 áreas de corta, cada una de las cuales se divide a su vez en franjas de 40 m de ancho que forman un ángulo de 45° en relación con la marea. Se cortan franjas alternas cada 15 años con lo que se obtiene una rotación en 30 años (FAO, 1985). En los lugares donde no se haya establecido una regeneración natural satisfactoria, se procede a la replantación. Un sistema semejante también se practica en Venezuela. Sin embargo, el ancho de las franjas de corta es de 50 m (Aksornkoae, 1993).
El sistema de corta a mata rasa con la regeneración artificial de los rodales se practicó en Viet Nam antes de la segunda guerra mundial, cuando la compañía francesa del carbón vegetal cortó a mata rasa amplias zonas de manglares en Minh Hai, provincia del sur de Viet Nam, y las regeneró artificialmente mediante la siembra directa de propágulos de Rhizophora apiculata. Hay todavía una plantación establecida en 1940 en Thanh Tung, distrito de Ngoc Hien, la cual es quizás la más antigua plantación comercial de manglares.
El proceso para el establecimiento de plantaciones de manglares incluye la plantación de enriquecimiento para complementar la regeneración natural especialmente en áreas que son objeto de ordenación con el sistema de corta a mata rasa, tal como se practica en países como Tailandia y Malasia; la repoblación forestal de rodales depauperados en países como el Pakistán, Sri Lanka, Myanmar, Viet Nam, Indonesia y gran número de otros países; y la forestación de zonas costeras recién incorporadas como se ha hecho en Bangladesh, donde se han establecido ya más de 1 20 000 ha de tales plantaciones.
En la mayoría de los casos se necesita, aunque de manera limitada, una preparación del terreno. Luego los propágulos o las semillas pregerminadas, así como las plántalas, pueden recogerse fácilmente en los emplazamientos naturales y sembrarse, obteniéndose buenos resultados.
Práctica de vivero
Las semillas vivíparas y criptovivíparas pueden depositarse en semilleros establecidos en zonas costeras, de manera que puedan ser inundados por el agua de la marea. Las semillas de Sonneratia apetala necesitan un tratamiento previo. En Bangladesh, donde se han establecido plantaciones en gran escala de estas especies, los frutos maduros recolectados directamente de los árboles se disponen en hoyos de 0,6-1,3 m cubiertos con abundante broza y regados regularmente con agua salina durante cuatro a siete días. Se extraen luego los frutos, se magullan a mano ligeramente y se lavan en agua de río hasta obtener las semillas pregerminadas de color blanco que son inmediatamente sembradas a voleo en semilleros o sembradas en bolsas de plástico. Es importante sembrarlas inmediatamente, ya que la viabilidad de las semillas pregerminadas se pierde completamente en pocas horas. Ninguna de las semillas de las otras especies utilizadas en el establecimiento de plantación requiere tratamiento previo (Choudhury, 1991). Las plántalas que se cultivan en semilleros blandos se pueden arrancar fácilmente sin ningún daño para las raíces.
Las plántulas cultivadas en recipientes de plástico son en la actualidad muy comunes. Sin embargo, la mayoría de las especies de mangle tienen un sistema radicular que les permite desarrollar las raíces mucho más rápidamente que los brotes, con el peligro de que las raíces crezcan ovilladas y al trasplantarlas quizás se impida el crecimiento de las plantas.
En la mayoría de los casos se pueden obtener resultados satisfactorios sembrando directamente en las plantaciones frutos o semillas pregerminados. Sin embargo, los monos y los cangrejos de mar pueden causar considerables daños a los frutos y semillas. Por esta razón, es aconsejable sembrar plántalas en zonas infestadas por dichos animales.
Producción maderera en un manglar
Operaciones de plantación
La plantación se realiza manualmente durante la estación de los monzones. Por lo general, en la mayoría de los países asiáticos las plántalas se plantan con una separación de 1,2-1,5 m, excepto en Filipinas donde la separación es de 0,50 x 0,50 m (PCCARRD, 1991). En Sierra Leona la Rhizophora racemosa se cultivan con un espaciamiento de 2 x 2 m (FAO, 1989). El tamaño de las plántalas es importante, ya que con frecuencia las plántalas pequeñas quedan cubiertas bajo el sedimento.
Cuidados culturales
Dependiendo de la extensión de malas hierbas, por lo general el deshierbe se lleva a cabo de una a tres veces cada año durante los primeros dos a tres años. En caso de infestación por hierbas colonizadoras o por el helecho Acrostichum, es necesario erradicarlas para asegurar el buen éxito de las plantaciones. El mejor resultado se obtiene extirpándolas completamente.
Las operaciones de replantación se realizan por lo general al segundo o tercer año de la plantación. En Bangladesh, la replantación se efectúa en el plazo de dos meses de la plantación inicial. También durante la operación inicial de plantación se llenan los vacíos cuando se observa que algunas plántalas han sido arrastradas por la marea.
No se efectúan aclareos en las plantaciones de Sonneratia sp. y Avicennia sp., porque tal práctica no resulta económica cuando se destinan a la producción de leña o madera para pasta. Sin embargo, en el caso de plantaciones de Rhizophora sp. en Malasia e Indonesia se efectúa un aclareo a los 15 y 10 años respectivamente, aunque en Malasia se efectúa un segundo aclareo a los 20 años. Los productos se utilizan como pilotes en la industria de la construcción.
Los bosques de mangle proporcionan diversos bienes y servicios, y muchas comunidades dependen de estas formaciones para su supervivencia. A pesar de ello, sólo una pequeña porción de los recursos mundiales de mangle son actualmente objeto de una ordenación activa, no obstante se disponga de considerable información y conocimientos acerca de la ordenación sostenible de este tipo de bosque. Aplicando regímenes silvícolas sencillos y fáciles de seguir, bosques como el Sundarbans y el Matang han sido objeto de ordenación durante varios decenios para una producción sostenible. Por otra parte, en gran número de países se han elaborado y aplicado técnicas para la rehabilitación de zonas que habían sido despojadas de la vegetación de manglares y destinadas a otros usos agrícolas. Es importante prestar la debida atención a la ordenación de este importante recurso y que todas las zonas de bosques de mangle viables se sometan a una ordenación activa mediante regímenes silvícolas claramente formulados. Al mismo tiempo, es necesario seguir investigando para incrementar la comprensión y el conocimiento de prácticas silvícolas apropiadas, que se adapten a la considerable variedad de situaciones en que crecen los manglares.
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