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ANEXO 1: Perfil de los principales enfoques de desarrollo examinados


Modos de vida sostenibles (MVS)

Aunque no existe una definición exacta del enfoque de MVS, éste puede describirse como una manera de concebir los objetivos, el alcance y las prioridades de desarrollo con la finalidad de acelerar el avance hacia la eliminación de la pobreza[19]. El enfoque de MVS se compone de un objetivo de desarrollo y de un marco analítico que permite comprender los factores que influencian la capacidad de las personas para conseguir modos de vida sostenibles en determinadas circunstancias. Un tercer componente es el conjunto de principios que forman el núcleo del enfoque.

Principios rectores del enfoque de MVS

Conforme a los principios rectores del enfoque de MVS, las actividades de desarrollo focalizadas en la pobreza deben:

  • estar centradas en las personas: es decir, prestar especial atención a los intereses de la población.

  • ser holísticas: los obstáculos y las oportunidades se determinan independientemente del sector, la zona geográfica o el nivel en que ocurren.

  • ser receptivas y participativas: las propias personas pobres deben ser los principales protagonistas de las actividades.

  • ser multidimensionales: obrar a todos los niveles y forjar vínculos entre ellos.

  • desarrollarse en colaboración: con los sectores tanto público como privado.

  • ser sostenibles: desde un punto de vista económico, institucional, social y ambiental.

  • ser dinámicas: reconocer la naturaleza dinámica de las estrategias de subsistencia y responder con flexibilidad.

Como método analítico, el enfoque de MVS se basa en los cinco activos capitales (humano, físico, financiero, natural y social) a los que recurre la población para obtener sus modos de subsistencia.

La utilización directa de la FAO del enfoque de MVS elaborado por el DDI tuvo comienzo con el Foro interinstitucional sobre la aplicación de enfoques de modos de vida sostenibles celebrado en Siena en marzo de 2000. Para el DDI, la FAO, el FIDA y el PMA, así como diversos expertos que utilizaban ese tipo de enfoque autónomamente, el foro deparó la oportunidad de intercambiar experiencias y perspectivas sobre este tema. La promoción de los MVS es un objetivo clave del Marco Estratégico de la FAO para 2000-2015 y el apoyo que puede ofrecer en este sentido el enfoque de MVS se destaca cada día más. En el ámbito de la FAO y con el apoyo financiero del DDI, se instituyó el Programa de Apoyo a los Modos de Vida (LSP), de carácter interdepartamental, cuyo objetivo es aumentar el impacto de las intervenciones del FIDA en los países mediante una aplicación eficaz de los enfoques de MVS, con miras a prestar un apoyo más adecuado a los modos de vida de la población rural pobre. El mayor valor añadido que ofrece este enfoque reside en la posibilidad que ofrece de comprender mejor la complejidad y la sustancia de los modos de vida de las personas pobres. Hasta la fecha, no se han realizado muchos ensayos con el enfoque de MVS sobre el terreno, por lo que hay cierta incertidumbre acerca del éxito que podrá alcanzar cuando esté en plena aplicación.

Sistemas agrícolas

La estructura y los componentes del enfoque de sistemas agrícolas no son fáciles de determinar porque se han aplicado en distintos contextos regionales y por conducto de diferentes instituciones. Este enfoque no es el mismo en el contexto francófono y el anglófono y sus componentes y estructura cambian según se aplique en América Latina, Asia o África. Ahora bien, muy probablemente todas estas variantes poseen un importante componente en común: el proceso de diagnóstico. El concepto de sistemas agrícolas se basa en la presencia de sistemas individuales que, en términos generales, se asemejan en cuanto a sus bases de recursos, pautas empresariales y limitaciones de modos de vida, y para los cuales resultan apropiadas estrategias e intervenciones de desarrollo semejantes.

El enfoque basado en los sistemas agrícolas que se examina en este documento se refiere a la versión utilizada por Dixon et al[20], que comprende los siguientes componentes fundamentales del proceso de diagnóstico:

Se considera que la fortaleza de este enfoque radica en su capacidad para integrar un análisis multidisciplinario de la producción y sus vínculos con los factores biofísicos y socioeconómicos clave que determinan el sistema agrícola. Entre éstos figuran los recursos naturales disponibles, el clima, las tecnologías, el mercado, las políticas, las instituciones, la información y el capital humano. En sus versiones más recientes, este enfoque se ha apartado considerablemente de los sistemas agrícolas como ámbito de acción para abarcar también las estructuras sociales y las políticas desde el nivel local al mundial. Su objetivo es mejorar de forma sostenible los niveles de vida de los pequeños agricultores y contribuir a fortalecer su autonomía para adoptar decisiones.

Los nueve principios básicos del enfoque basado en los sistemas agrícolas son[21]:

1. orientación hacia el pequeño agricultor
2. participación de los agricultores
3. especificidad geográfica de los factores técnicos y humanos
4. practicidad del método
5. orientación hacia los sistemas
6. carácter interdisciplinario
7. complementariedad con la investigación
8. ensayos en la finca
9. suministro de información con miras a definir las futuras investigaciones y políticas agrícola

Desarrollo Rural Integrado (DRI)

El enfoque de desarrollo rural integrado surgió paralelamente a la teoría del "pequeño agricultor ante todo", cuyo punto de partida es el reconocimiento de la función clave de la agricultura para el crecimiento económico general, mediante la aportación de mano de obra, capital, alimentos, divisas y un mercado de bienes de consumo para los sectores industriales incipientes[22]. Esta estrategia tenía como elemento central las relaciones con el crecimiento rural, que consideraba al pequeño agricultor como un importante factor para impulsar las actividades no agrícolas de gran densidad de mano de obra.

Un componente fundamental de este enfoque era su objetivo "de gran alcance", ya que perseguía una transformación a fondo de las estructuras de desarrollo rural. Los proyectos emprendidos con este enfoque estaban específicamente dirigidos a incrementar la producción y mejorar las condiciones de vida de los pequeños agricultores tradicionales por medio de políticas y organismos multisectoriales. Los asociados en ese tipo de proyectos solían ser los gobiernos nacionales o locales y los proyectos eran administrados normalmente por una importante unidad de gestión especializada, que enviaba al campo equipos técnicos interdisciplinarios. Además, se atribuía gran importancia a los técnicos e investigadores; de hecho, las investigaciones sobre desarrollo rural integrado y sobre sistemas agrícolas estaban estrechamente relacionadas. En cambio, no se prestaba particular atención a la creación de capacidad o a la sostenibilidad institucional en el plano local; como resultado, el enfoque de desarrollo rural integrado se centraba en la provisión de infraestructura, capacitación, servicios e insumos, sin tener en cuenta las prioridades de los beneficiarios de tales programas. Éstos se realizaban con la esperanza, más que la previsión, de que la población pobre se beneficiara de ellos. El enfoque de desarrollo rural integrado nunca llegó a tener presentes las políticas y prácticas que podían impedir que la población local sacara partido las mejoras aportadas a la infraestructura y los servicios.

A finales de los años ochenta y en los años noventa el desarrollo rural integrado pasó a considerarse como un enfoque modelo planificado con una concepción macroeconómica ("de arriba abajo"), que ahora encerraba connotaciones negativas, en su mayoría resultantes de las numerosas ocasiones en que los proyectos que lo habían adoptado no habían logrado sus objetivos de transformación. Hoy en día, este enfoque de desarrollo rural ha quedado desacreditado casi por completo, si bien todos los enfoques actuales, por ejemplo el de MVS y la Gestion de terroirs, se han basado en la teoría de las intervenciones integradas en favor de la reducción de la pobreza.

Gestion de terroirs

En enfoque de desarrollo rural relativo a la gestion de terroirs se ha utilizado casi exclusivamente en el África occidental de habla francesa. Se originó en el reconocimiento de que los proyectos de desarrollo anteriores, principalmente los de desarrollo rural integrado, no habían dejado huella en la reducción de la pobreza de la región. Hubo una toma de conciencia general acerca de la realidad de la región saheliana, y se admitió que los problemas ecológicos de esa zona dependían de factores relacionados con el espacio, el tiempo y los nexos entre los elementos económicos, demográficos e institucionales en los planos local, nacional e internacional[23].

El enfoque de Gestion de terroirs puede considerarse un intento por transferir del gobierno central a la población local las competencias de gestión en materia de control y acceso a los recursos naturales. Sin embargo, la primera generación de proyectos basados en este planteamiento hacía hincapié únicamente en los aspectos técnicos de la protección del medio ambiente y de la ordenación de los recursos, mientras que la población fijaba sus prioridades en otras esferas, como crédito, agua y salud[24]. En los primeros años noventa se registró un primer cambio importante, ya que las prioridades de los proyectos empezaron a coincidir con las determinadas por las poblaciones locales mismas y, en consecuencia, las comunidades rurales que participaban en su ejecución pasaron a definir de forma creciente los términos de los proyectos. No obstante, se dejó sin resolver el problema de la transferencia de competencias del gobierno a la población local, proceso que sigue siendo muy irregular en casi todos los países de África occidental, con la subsiguiente confusión acerca de quién debe controlar en efecto el acceso a los recursos naturales.

El enfoque basado en la gestion des terroirs reúne a grupos y comunidades con una porción de tierra reconocida por tradición, ayudándolos a acumular conocimientos técnicos y fomentando a las instituciones locales para que puedan llevar a cabo planes de ordenación sostenible[25]. Lund[26] lo confirma cuando señala que la gestion de terroirs promete integrar los entornos social y físico desde una perspectiva comunitaria. Por tanto, una de las diferencias más pronunciadas entre el enfoque basado en la Gestion de terroirs y el de MVS consiste en que el primero se centra en el territorio (terroir) y el segundo en la población misma, razón por la cual no está limitado a un lugar en particular. También es cierto que el enfoque de Gestion de terroirs recurre al mismo tiempo a la potenciación de la facultad de acción de la población local y a la creación de capacidad para responder a las necesidades socioeconómicas inmediatas de las poblaciones, así como a los problemas a largo plazo relacionados con la ordenación sostenible de la tierra y los recursos, y esto es un rasgo en común con el enfoque de MVS. Por tanto, es posible definir el planteamiento basado en la gestion de terroirs como el conjunto de los siguientes elementos:

Enfoques de América Latina

Si bien los enfoques centrados en las personas se han venido aplicando en la región de ALC desde hace cincuenta años, rara vez han formado parte de las políticas agrícolas sectoriales o macroeconómicas y en la mayoría de los casos, han aparecido paralelamente a estrategias de carácter social. A continuación se presentan brevemente los principales enfoques de este tipo aplicados en la región a partir de los años cincuenta.

(a) 1950 a 1970:

El modelo de industrialización basada en la sustitución de importaciones, que se desarrolló en casi toda la región durante la posguerra hasta principios del decenio de 1980, fomentó el paso de la agricultura a la industria. En los años setenta se fomentó la revolución verde, que se proponía eliminar el hambre incrementando el rendimiento agrícola gracias a la utilización de nuevos cultivares, sistemas de riego, fertilizantes y plaguicidas y a la mecanización. En ese decenio se ejecutaron proyectos de desarrollo en gran escala, generados a nivel central, y centrados en actividades de desarrollo integrado. Si bien esos programas provocaron notables incrementos en el PNB de algunos países, al mismo tiempo ampliaron el abismo entre ricos y pobres.

En casi todos los enfoques de desarrollo adoptados durante ese período la población interesada tenía un papel pasivo y su "participación" se limitaba a la adopción de nuevas tecnologías. A finales de los años setenta, estaba claro que los enfoques de "arriba abajo" no estaban consiguiendo los resultados previstos.

En ese mismo período se aplicaron algunos enfoques centrados en las personas, como los que fomentaban el desarrollo comunal, el riego comunal, la atención primaria de salud y la nutrición, las cooperativas de comercialización y la silvicultura social. La comunicación en favor del desarrollo se promovió al mismo tiempo que el enfoque de desarrollo rural integrado.

Por lo que respecta a los enfoques en apoyo a la mujer rural: i) entre 1950 y 1970, las mujeres se consideraban beneficiarias pasivas de las actividades de desarrollo, dirigidas a respaldar su función reproductiva; ii) entre 1975 y 1985 (Decenio para la Mujer), se promovió el enfoque WID, que preveía el papel activo de las mujeres en las actividades de desarrollo, así como el apoyo a pequeños proyectos para las mujeres y medidas para aumentar su productividad.

(b) 1980 a principios del decenio de 1990:

A finales de los años setenta y comienzos de los ochenta fue aumentando la conciencia de que los problemas en la esfera del desarrollo no eran sólo de índole técnica sino también social, política y económica, y que podían resolverse mediante algunos enfoques centrados en las personas. La equidad y la participación se reafirmaron como principios básicos en los programas de desarrollo, lo que pareció corresponder a un consenso general sobre la importancia de la participación de la población para poder alcanzar los objetivos de desarrollo.

Diversos organismos de desarrollo elaboraron mandatos para la participación popular en sus programas de desarrollo. A partir de estas tomas de conciencia y de los conocimientos sobre desarrollo, fueron cobrando forma nuevos enfoques y metodologías como la evaluación rural rápida, la ERP, los sistemas agrícolas y la ordenación comunitaria de los recursos, y casi todos se llegaron a aplicar en la región de ALC. También se promovieron la investigación-acción participativa y la comunicación en favor del desarrollo.

El desarrollo rural integrado adquirió mayor popularidad y se utilizó con frecuencia en esa región. Pese que se conocían sus limitaciones, como la escasa participación de los beneficiarios y los limitados vínculos de ese tipo de programas con las políticas nacionales, un gran número de organizaciones internacionales y gobiernos respaldaban este enfoque. En el caso de Colombia, se convirtió en una estrategia de desarrollo agrícola desde mediados de los años setenta.

Por lo que se refiere a la emancipación de las mujeres rurales, se aplicó el enfoque WID con mayor atención a las necesidades estratégicas en materia de género, y en el mismo período empezó a aplicarse el enfoque de género y desarrollo, mediante el cual se comenzó a promover la igualdad de género y la habilitación de la mujer.

(c) 1990 a 2000:

En general, las reformas realizadas en los años noventa tuvieron un impacto negativo en los rendimientos agrícolas como resultado de la eliminación de las subvenciones, el crédito y los servicios de apoyo a la tecnología. Por otra parte, la dinámica del crecimiento económico se debió en gran medida a que el sector de los agricultores comerciales había sabido establecer vínculos con los capitales extranjeros, sobre todo transnacionales, y por consiguiente se había podido integrar en los complejos agroalimentarios nacionales e internacionales.

El optimismo con que en un primer momento se consideró la agricultura contractual en el sector de la industria agroalimentaria como medio de modernización de los pequeños agricultores y los campesinos no quedó justificado en la práctica. Además, había indicios de que la diferencia entre los niveles de tecnologías, ingresos y productividad de los agricultores comerciales y empresariales y los pequeños agricultores se había acentuado como nunca antes. Las políticas económicas en favor de la modernización de este último grupo eran prácticamente inexistentes, al igual que las políticas sociales dirigidas a mitigar los costos de ajuste económico en vista de los altos y persistentes niveles de pobreza rural.

Durante ese período se fue reconociendo de manera creciente la importancia de los recursos naturales y el medio ambiente. Se adelantaron algunas reformas jurídicas con objeto de promover el acceso a los recursos naturales, su uso racional y su ordenación descentralizada, y se comenzó a prestar más atención a los grupos indígenas y a reconocer sus derechos (incluidos aquéllos sobre el territorio).

En ese mismo período se aplicaron algunos enfoques centrados en las personas, como MVS, desarrollo rural integrado (p. ej., mediante algunos programas financiados por el BID), intervenciones de base territorial, metodologías participativas impulsadas por la demanda (FIDA, FAO), investigación-acción participativa, comunicación en favor del desarrollo y ordenación comunitaria de los recursos naturales (silvicultura, ordenación de cuencas).

Siguió promoviéndose el enfoque de género y desarrollo y algunos organismos empezaron a hablar de la incorporación de los aspectos de género. Hasta la fecha, sin embargo, se ha logrado muy poco en cuanto a una mejor condición de la mujer rural y sigue habiendo un abismo entre los objetivos y la realidad.

En los diez últimos años, algunos organismos internacionales y gobiernos han reflexionado acerca de la necesidad de formular un nuevo enfoque centrado en las personas, que tenga en cuenta la experiencia y los resultados de los distintos planteamientos aplicados en la región. Aunque todavía no existen principios básicos o un marco estructurado para ello, van surgiendo algunas ideas sobre un enfoque de desarrollo basado en el territorio.

Diversos elementos propuestos por algunos organismos internacionales con sede en la región de ALC y gobiernos de esos países se asemejan a los contenidos en los enfoques de MVS y pueden servir de base para diseñar los principios fundamentales de un nuevo enfoque centrado en las personas destinado al desarrollo rural de esa región. Se trata de los siguientes: atención prioritaria a las personas, base territorial, descentralización y aumento de la capacidad, economía multisectorial, competitividad y eficiencia, niveles múltiples, vínculos entre el medio rural y el urbano y consideración de las cuestiones intersectoriales (como el género).

Breve reseña de enfoques de desarrollo secundarios

En esta sección, se examinarán brevemente los enfoques, tanto de la FAO como ajenos a ella, que pueden ser de interés por lo que concierne al enfoque de desarrollo rural y reducción de la pobreza relativo a los MVS. Todos ellos guardan cierto parecido con este enfoque y su marco general y, puesto que en su mayoría se han aplicado sobre el terreno, pueden aportar valiosas enseñanzas. A los fines de una explicación clara y concisa, esta sección se ha dividido en dos partes: los enfoques fuera de la FAO y los enfoques de la FAO.

i) Enfoques fuera de la FAO

Se trata de planteamientos que pueden tener algunos principios o ideas en común con el enfoque de MVS y ofrecer lecciones provechosas. Los que se analizan a continuación tienen poca o ninguna aplicación en la FAO y han sido elaborados por otros organismos. Entre ellos figuran el desarrollo impulsado por la comunidad, el enfoque basado en los derechos, el desarrollo rural regional y la gestión holística.

Desarrollo impulsado por la comunidad

Es un enfoque de desarrollo rural relativamente nuevo, utilizado sobre todo por el Banco Mundial. Uno de sus rasgos más sobresalientes es su intento por colocar a la comunidad en el centro mismo del proceso de desarrollo. Sus principios fundamentales son:

1. dar a la comunidad la posibilidad de acceder a los recursos y de controlarlos;
2. considerar a las propias personas pobres elementos valiosos además de asociados en el desarrollo;
3. sacar partido de las instituciones existentes.

La importancia prioritaria que se atribuye a la comunidad y a su papel en el desarrollo supone un fuerte hincapié en la potenciación local y la creación de capacidad en la comunidad. Este enfoque puede ser de ayuda para el enfoque de MVS que actualmente elaboran la FAO y el DDI, pues puede dejar claros los aspectos prácticos que conllevan las actividades de potenciación local y participación en el desarrollo rural sobre el terreno.

Enfoque basado en los derechos

Hasta cierto punto, puede considerarse que este enfoque se desarrolló a partir del enfoque de MVS. Su principio fundamental es la potenciación de la capacidad social, que se considera de vital importancia para el desarrollo rural y el alivio de la pobreza. De acuerdo con la organización CARE, uno de sus promotores más destacados, un enfoque basado en los derechos se centra intencional y explícitamente en lograr las condiciones mínimas para que la gente pueda vivir con dignidad, dejando al descubierto las raíces de la vulnerabilidad y la marginalización[27]. Los principios básicos de este enfoque son:

1. gestión participativa de los asuntos públicos
2. promoción de un desarrollo integrador
3. responsabilización mutua en el respeto de los derechos y responsabilidades
4. perspectiva holística centrada en la eliminación de los obstáculos y la creación de oportunidades para mejorar los modos de vida

Por lo que se refiere a la dimensión de políticas, instituciones y procesos del enfoque de MVS, el planteamiento basado en los derechos puede resultar particularmente útil para orientar la incorporación de un "capital político" al marco de los MVS.

Desarrollo rural regional

El contexto regional o subnacional es el nivel de intervención primario de este enfoque de reducción de la pobreza, elaborado por la GTZ y centrado en las personas del medio rural y de alcance regional. Sus elementos centrales son:

1. la determinación de nuevas y mejores oportunidades de desarrollo rural
2. el fortalecimiento de la capacidad de las entidades de servicios
3. el aumento de capacidad de las personas, especialmente las marginadas, para aprovechar los servicios y las oportunidades.

Así pues, el enfoque de desarrollo rural regional tiene por finalidad la mejora duradera de las condiciones de vida en las regiones rurales, especialmente de los grupos de mayor pobreza. Se basa en cuatro principios básicos, a saber:

1. democratización
2. asociación entre el gobierno y las comunidades
3. generación conjunta de conocimientos
4. equidad de género e interacción deliberada con los grupos marginados.

Análogamente al enfoque basado en los derechos, esta teoría puede ser de interés para la dimensión de políticas, instituciones y procesos del enfoque de MVS, en especial para la inclusión de "capital político" como nuevo activo del marco.

Modelo de gestión holística

La gestión holística se fundamenta en un objetivo de desarrollo global, formulado por los encargados de su gestión, mediante el cual expresan sus necesidades y aspiraciones a corto y a largo plazo[28]. Consta de tres partes:

1. calidad de vida
2. formas de producción
3. base de recursos futura

En otras palabras, la finalidad no consiste únicamente en considerar el desarrollo rural desde una perspectiva holística, como ocurre también en la teoría de MVS, sino de hacerlo con la participación de la población local, mediante consultas con los interesados directos. Este enfoque presta especial atención a los ecosistemas locales y a su sostenibilidad durante el proceso de desarrollo. De esta manera, la perspectiva de desarrollo rural de la gestión holística confiere al medio ambiente una importancia mucho mayor que los restantes planteamientos que se acaban de mencionar. Por ello, sería interesante observar el modo en que se aplica este enfoque en los proyectos de campo.

ii) Enfoques y programas de la FAO

En esta sección se examinan los enfoques de desarrollo rural utilizados actualmente en la FAO y que de alguna manera podrían hacer al caso del enfoque de MVS. La lista comprende: el manejo integrado de plagas (MIP), el código de conducta para la pesca responsable, el Programa de Modos de Subsistencia Pesqueros Sostenibles, los SICIAV, la participación, la nutrición, el ASEG, los enfoques del centro de inversiones y la ordenación comunitaria de los recursos naturales.

MIP

El MIP es ante todo un enfoque de manejo de plagas iniciado en Indonesia en los años ochenta y que hoy día la FAO promueve en todo el mundo. El "manejo integrado de plagas" es un sistema que, en el contexto socioeconómico de los sistemas agrícolas, el entorno respectivo y la dinámica demográfica de las especies de plagas, utiliza todas las técnicas disponibles del modo más compatible posible[29]. Uno de sus rasgos fundamentales es el establecimiento de escuelas de campo para agricultores (ECA), lo que permite que los agricultores locales participen de verdad en la adopción de decisiones en el ámbito del proceso de desarrollo. Su finalidad es potenciar la capacidad de acción de esos agricultores dándoles la posibilidad de convertirse en asociados propiamente dichos en el proceso de desarrollo, a fin de lograr su sostenibilidad social gracias al sentimiento de pertenencia generado en los interesados directos. Este enfoque persigue múltiples objetivos:

Las ECA pueden ser una materia interesante para el enfoque de MVS, y su técnica de potenciación local podría orientar la ejecución en el campo de proyectos basados en los MVS.

SICIAV

Los SICIAV son redes de sistemas que reúnen, analizan y difunden información sobre quiénes sufren de inseguridad alimentaria, dónde se encuentran y por qué se encuentran ya sea en condiciones de riesgo, vulnerabilidad nutricional o inseguridad alimentaria. Los SICIAV constituyen un marco en el cual pueden realizarse actividades muy variadas nivel tanto nacional como internacional. Sus objetivos son[30]:

1. aumentar la atención sobre los problemas de la seguridad alimentaria;

2. mejorar la calidad de los datos y análisis sobre la seguridad alimentaria;

3. facilitar la integración de la información complementaria;

4. promover un mejor conocimiento de las necesidades de los usuarios y una utilización más adecuada de la información;

5. mejorar el acceso a la información por medio de la creación de redes y el intercambio.

Por esta razón, los SICIAV pueden ser una fuente muy útil de datos normativos y facilitar así la selección de las comunidades y poblaciones destinatarias de las medidas de desarrollo rural y de reducción de la pobreza.

ASEG

El ASEG tiene por objetivo incorporar los aspectos de género en los proyectos, programas y políticas de desarrollo para asegurar que los esfuerzos en esta esfera abordan las necesidades y prioridades diferenciadas de hombres y mujeres. Aporta a los encargados de las actividades de desarrollo métodos e instrumentos para llevar a cabo análisis socioeconómicos y de género y para fortalecer la capacidad de las personas para incorporar las cuestiones de género a la esfera de desarrollo.

El ASEG se estableció en 1993 a fin de promover la sensibilidad a las cuestiones relacionadas con el género a la hora de hacer frente a los problemas de desarrollo. La FAO, la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el Banco Mundial y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) dieron el impulso inicial para el desarrollo de los materiales del programa. Desde 199, la FAO actúa como organismo principal de desarrollo del programa, en colaboración con diversos organismos internacionales y nacionales.

Los principios básicos del SEAGA son:

En cuanto a su enfoque, el ASEG pone énfasis en los factores socioculturales, económicos, demográficos, políticos, institucionales y ambientales que afectan a los resultados de las iniciativas de desarrollo, y en las vinculaciones entre ellos, desde una perspectiva de género. Además, analiza las interrelaciones entre estos factores en tres niveles: macro (programas y políticas), intermedio (instituciones) y campo (comunidades, hogares e individuos).

Mediante esta visión holística del desarrollo, el ASEG propone un enfoque que procura:

El programa promueve un enfoque de desarrollo que se fundamenta en el análisis de las pautas socioeconómicas que afectan a los proyectos y programas de desarrollo y en la determinación participativa de las prioridades de mujeres y hombres. Su marco analítico hace hincapié en las cuestiones económicas, sociales, institucionales, políticas, ambientales y demográficas, y en las vinculaciones entre ellas, desde una perspectiva de género. El análisis se dirige a tres niveles de especialistas de desarrollo: trabajadores de campo, planificadores del desarrollo, y responsables de la elaboración de políticas y de la adopción de decisiones y en cada caso proporciona capacitación y apoyo mediante la realización de talleres, publicaciones y una constante colaboración.

Las actividades del ASEG están dirigidas especialmente a generar una mayor comprensión de las cuestiones de género, así como a fortalecer la capacidad de la población para incorporar esas cuestiones a las intervenciones de desarrollo. Para lograrlo, el programa:

Ordenación comunitaria de los recursos naturales

La ordenación comunitaria de los recursos naturales es un enfoque centrado en las personas, orientado hacia la comunidad y basado en los recursos. Su premisa básica consiste en que la población posee la capacidad innata para entender y resolver sus propios problemas. Parte de la situación actual de las personas, es decir, de sus conocimientos, y los aprovecha para desarrollarlos ulteriormente y generar una nueva conciencia. Asimismo, trata de que la población participe más activamente en la planificación, ejecución y evaluación de los programas de ordenación de los recursos naturales. Este enfoque comporta un proceso iterativo, en que la comunidad asume la responsabilidad por el seguimiento y evaluación de las condiciones y los recursos del medio ambiente y por la aplicación de acuerdos y leyes. Dado que la comunidad toma parte en la formulación y aplicación de las medidas de ordenación, cabe esperar que las acepten y acaten en mayor grado. La ordenación comunitaria ofrece a cada comunidad la posibilidad de elaborar una estrategia que tenga en cuenta sus particulares necesidades y condiciones, permitiendo así una mayor flexibilidad y más posibilidades de modificaciones.


[19] Ashley, C. y Carney, D. (1999), "Sustainable Livelihoods: Lessons From Early Experience" (DDI), pág. 1.
[20] Dixon, J., Gulliver, A. y Gibbon, D. (2001), "Farming Systems and Poverty", FAO.
[21] Extraído de Collinson, 2000: 300; paráfrasis y actualización de Byrnes, 1990.
[22] Ellis y Biggs, (2001), Evolving themes in rural development. "Development Policy Review", 19 (4), págs. 437-448.
[23] Toulmin, C. (1994), Gestion de Terroirs: Concept and Development.
[24] Bouttier, N. (1996): Décentralisation et Développement Locale.
[25] Banco Mundial (1998). West Africa: Community Based Natural Resource Management.
[26] Lund, C. (2000). African Land Tenure: Questioning Basic Assumptions.
[27] Taller del CARE celebrado en agosto de 2002 en Atlanta "A Rights-Based Approach to Achieving Household Livelihoods Security", extraído de Drinkwater, M. (2001), "Programming Principles for a Rights-Based Approach".
[28] Savory, A. "Elements Within the Holistic Management Model", extraído de http://www.holisticmanagement.org/ahm_orig.cfm?
[29] Dent, D.R. (1995) "Integrated Pest Management", Chapman and Hall, Londres, pág. 356.
[30] Extraído del sitio web del SICIAV: http://www.fivims.net/static.jspx?lang=en&page=fivims

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