por
Christel Palmberg-Lerche
La conservación de la diversidad biológica forestal, incluídos los recursos genéticos forestales, es fundamental para sostener los valores productivos de los bosques, para mantener el estado sanitario y la vitalidad de los ecosistemas forestales, y de este modo, mantener sus funciones protectoras y ambientales.
La mayor amenaza para los bosques y la diversidad que contienen es su transformación para otros usos de las tierras. La presión creciente de las poblaciones humanas y sus aspiraciones por un mejor nivel de vida, sin la debida preocupación por la sostenibilidad de los recursos, que constituyen la base de tales desarrollos, aumentan la preocupación a este respecto. Aunque es inevitable que se produzcan en el futuro cambios en el uso de las tierras, tales cambios deben programarse para ayudar a conseguir objetivos complementarios. Esto puede realizarse incluyendo las preocupaciones sobre la conservación como componente importante de la planificación del territorio y de las estrategias de ordenación.
Las áreas protegidas constituyen una parte notable de las estrategias de conservación. Sin embargo, las áreas protegidas son insuficientes para asegurar por sí solas la conservación de los árboles y otras especies forestales. Incluso aunque se alcanzase el objetivo mundial expresado a menudo del 10 al 12% de áreas conservadas, situadas adecuadamente y ordenadas de forma apropiada, lo que por desgracia no suele ser el caso en el momento actual, se ha estimado que en las próximas décadas sólo podría conservarse en tales áreas alrededor del 50% de las especies de las zonas tropicales.[17]
Los bosques ordenados de producción desempeñan un papel fundamental en los programas que pretenden la conservación de los recursos genéticos y de la variación intraespecífica en especies socioeconómicamente importantes, y son un complemento necesario de la ordenación para la conservación en áreas protegidas. Hay que atender tanto a la ordenación de bosques secundarios generalmente ricos en especies en diversas etapas de desarrollo como a la conservación de recursos genéticos de especies características de la fase adulta o bosque climácico. La conservación in situ, o sea, en su propia estación, se debe complementar con la incorporación del tema genético en los programas de reproducción de árboles y con la conservación de material genético especialmente valioso en arboretos y otras colecciones ex situ (fuera de la estación).
El predominio de las fuerzas económicas y comerciales a corto plazo frente a las consideraciones ecológicas y técnicas, ha sido con frecuencia la causa de los fracasos en el pasado para lograr la sostenibilidad de la ordenación y conservación del bosque natural. El aprovechamiento de la madera es todavía en la actualidad la única intervención de la gestión en gran escala en los bosques tropicales. Dependiendo del momento, la intensidad, la frecuencia, los métodos de selección empleados y la eficacia de la protección y ordenación de la regeneración subsiguiente, el aprovechamiento puede reducir o fomentar la diversidad de especies y la diversidad intraespecífica. Dependiendo de las metodologías en general y de las características intrínsecas de los ecosistemas específicos tratados, el aprovechamiento puede conducir también a grados diversos de transición hacia otras etapas de sucesión y otros cambios cíclicos, a lo largo del tiempo. Desde el punto de vista productivo, protector y de conservación biológica, es importante que el aprovechamiento se complemente con intervenciones selvícolas apropiadas, en las que se da la debida consideración a los principios genéticos.
No hay obstáculos técnicos fundamentales para cumplir los objetivos de conservación en los bosques ordenados para madera, productos no maderables y protección del suelo y el agua. El principal problema para lograr las metas de conservación es la falta de estructuras institucionales y políticas adecuadas que permitan considerar, ejecutar y vigilar con eficacia las posibilidades de uso de las tierras y de ordenación práctica que sean aceptables para todos los interesados. Además de los cambios no programados de uso de las tierras, el fracaso en el cumplimiento de las prescripciones vigentes de ordenación forestal, han sido hasta ahora causa común de daños innecesarios a la estación, la vegetación y regeneración de todo tipo de bosques.
Aunque la plantación de árboles y el establecimiento de plantaciones forestales, debidamente programadas, pueden ayudar a conservar los recursos genéticos de las especies prioritarias de árboles forestales, existen riesgos genéticos derivados del incremento de transporte nacional e internacional de material forestal reproductivo. Éstos se refieren a los riesgos de contaminación del caudal genético local por el polen procedente de poblaciones introducidas con la consiguiente hibridación de especies o procedencias. La mayoría de las especies de árboles forestales presentan una divergencia considerable de poblaciones en cuanto a características de base genética. La pérdida de poblaciones locales o la pérdida de su identidad genética por contaminación de polen de fuentes no nativas, puede disminuir las posibilidades de adaptación futura de las poblaciones al permanente cambio ambiental. Esto aumentará también de modo decisivo los esfuerzos necesarios en la mejora genética y reproducción para usos finales o ambientes determinados. Por ello, es importante tener en cuenta con cuidado la introducción de material reproductivo que no sea autóctono y documentar correctamente tales introducciones, si están justificadas. La identidad genética de las procedencias locales debe protegerse, en todos los casos, con medidas de conservación paralelas y activas.
La ordenación de los recursos genéticos dirigida a su conservación, fomento y utilización sostenible es un desafío complicado cuyas soluciones variarán no sólo de acuerdo con la variación y modelos de variación de las especies elegidas, sus características genéticas intrínsecas y su comportamiento biológico y selvícola, sino también de acuerdo con los conocimientos básicos disponibles sobre estas especies, amenazas observadas, y urgencia de su utilización. Los niveles existentes de apoyo y estabilidad institucional, las capacidades institucionales para abordar esta tarea de forma técnicamente razonable, económicamente viable y socialmente aceptable, y los niveles de financiación para soportar las responsabilidades consiguientes, a corto y a largo plazo, son también de vital importancia al decidir sobre estrategias y elegir entre distintas opciones. Como las decisiones sobre prioridades dependerán de juicios de valor, es evidente que el diálogo y la participación de todos los interesados, tanto en la planificación como en la ejecución de los programas, son de la máxima importancia.
Como complemento de los desafíos técnicos y científicos, que con frecuencia absorben la mayor parte de la atención del personal técnico y científico, existe la necesidad y la obligación de informar a los políticos, a los responsables de las decisiones y al público en general, sobre las estrategias y metodologías disponibles para responder a los desafíos de la conservación y ordenación genética, las prioridades y las probables consecuencias de no actuar. Sólo si estas circunstancias son debidamente comprendidas podemos esperar obtener el apoyo tan necesario en todos los niveles, incluyendo el nivel nacional de elaboración de la política que es fundamental para el apoyo institucional y la previsión total para la asignación constante de recursos.
Los esfuerzos por conservar y fomentar los recursos genéticos forestales para su utilización actual y futura incluirán acciones relativas a la ordenación de áreas protegidas, la ordenación sostenible de bosques de producción y protección, la planificación esmerada del establecimiento de plantaciones forestales y la ordenación lógica de las actividades de mejora genética forestal. La incorporación de los problemas de conservación en todos estos campos de acción representa la única solución duradera para el desafío de la conservación.
La clave del éxito dependerá del desarrollo de programas que armonicen la conservación y la utilización sostenible de la diversidad biológica y los recursos genéticos forestales dentro de un mosaico de opciones de uso de las tierras y que, al mismo tiempo, incluyan un elemento importante de ordenación genética activa.[18] La sostenibilidad de las acciones a lo largo del tiempo se basará en unos esfuerzos auténticos para atender las necesidades y aspiraciones de todas las partes interesadas y requerirá una estrecha y continua colaboración, diálogo y participación de los interesados en la planificación y ejecución de los programas correspondientes, incluyendo el Gobierno y las instituciones nacionales, académicas y de investigación, los propietarios privados, la industria y las organizaciones nacionales no gubernamentales. Hay que poner en marcha también mecanismos que garanticen la debida consideración de las necesidades y aspiraciones de las comunidades locales.
FUENTES PRINCIPALES:
FAO (1993). Conservation of Genetic Resources in Tropical Forest Management: principles and concepts. Forestry Paper 107. FAO, Roma.
FAO (2000). Forestry Department Information Note: Management of Forest Genetic Resources: their conservation, enhancement and sustainable utilization. FAO, Roma. 2 pp. Available from the author, or at: http://www.fao.org/forestry/FODA/Infonote/en/t-fgr-e.stm
FAO/IPGRI/DFSC (2001). Conservation and Management of Forest Genetic Resources. Volume 2: In managed natural forests and protected areas (in situ). IPGRI, Roma. In press.
Namkoong, G. (1986). Genetics and the forests of the future. Unasylva 38(152):2-18.
Palmberg-Lerche, Christel (1999). Conservation and management of forest genetic resources. Journal of Tropical Forestry Research 11(1):286-302.
Palmberg-Lerche, Christel (1998). Management of forest genetic resources: some thoughts on options and opportunities. Forest Genetic Resources, No.26:, pp. 45-46. FAO, Roma.
Wilcox, B.A. (1995). Tropical forest resources and biodiversity: the risks of forest loss and degradation. Unasylva 46 (181): 43-49. FAO, Roma.