Página precedente Indice Página siguiente


Programas de investigación

por S. B. SHOW
ex-funcionario del Servicio Forestal de los E.U.A.;
últimamente, funcionario de la Dirección de Montes de la FAO

El procedimiento seguido por el Forestal de los Estados Unidos para lograr que los proyectos y programas de las estaciones de experimentación forestal se orienten a la solución de los problemas importantes y no de los secundarios o triviales que se plantean en el mundo del profesional práctico, consiste en someter a la crítica de los administradores las propuestas y planes de los investigadores.

Por lo menos una vez al año o más si así conviene, una junta examinadora de los programas, integrada por personal de ambos grupos, dedica dos o tres días a revisar las actividades de cada estación. En estas reuniones, intervienen no sólo los jefes de las secciones de investigación y administración, sino también los principales elementos del personal que las integran. No basta, por ejemplo, que los técnicos en ordenación forestal asistan a la reunión mientras se trate de problemas silvícolas y la abandonen luego para reanudar sus trabajos. Asistiendo a todas las discusiones no pueden por menos de formar opinión fundada acerca de la importancia que se concede a sus respectivos campos de actividad en relación con otras esferas de trabajo que entablan competencia con éste en la asignación de fondos y personal. De aquí que el provechoso resultado que generalmente se deriva de tales revisiones de actividades estriba en el replanteamiento de la importancia relativa que merecen las distintas esferas de trabajo, cada una de las cuales entabla, hasta cierto punto, competencia con todas las demás.

Dentro de cada esfera de actividad, se examina principalmente la importancia, urgencia y aplicabilidad a la vida real de los proyectos propuestos por los investigadores y los administradores. No es probable, así, que en el programa de trabajo de una estación experimental subsistan los atractivos pero costosos planea de investigación teórica si no pueden demostrarse las posibilidades de aplicación práctica de los resultados. Por otra parte, conviene que el investigador sepa que su colega de la administración se ha comprometido a la realización de un proyecto, que es lícito esperar que coadyuve a llevarlo a la práctica y que estará siempre alerta para que en su día rinda resultados tangibles y útiles.

Es corriente y aún obligado que en las conferencias anuales se proceda a determinar qué trabajos ultimados y publicaciones presenta cada investigador y, sobre todo, si ha cumplido las promesas de ultimar determinados trabajos hechas un año antes. Siempre pueden aducirse razones en virtud de las cuales el investigador considera indispensable consagrar otro año de estudios a dejar un trabajo perfectamente terminado a satisfacción suya y de sus colegas en la profesión. Los administradores, en cambio, suelen sentirse indiferentes frente a estos frecuentes deseos subjetivos.

El procedimiento contribuye en gran medida a establecer el equilibrio entre la investigación fundamental - sin aplicación práctica previsible en un próximo futuro - y los trabajos orientados concretamente a su aprovechamiento inmediato.

La definición de los proyectos y el cálculo del tiempo y de los fondos necesarios para su realización solía hacerse antaño de manera muy esquemática, lo cual tenía por consecuencia que un determinado trabajo que se confiaba en tener terminado en plazo breve con la labor de un solo colaborador fuera prolongándose durante años enteros exigiendo la intervención de varios colaboradores. Para evitar esto, se ha ido estableciendo la norma de definir previamente el alcance y sobre todo los límites de cada uno de los proyectos y del coste de los mismos. Ocioso es decir que a este respecto no cabe lograr una precisión absoluta, pero tal proceder procura a los administradores un fundamento bastante sólido para determinar si un proyecto conveniente, acarreará gastos que excedan de su importancia real y relativa, por lo cual sería más indicado aplazar su realización. Tal estudio previo sirve también para evitar el caro peligro de embarcarse en proyectos que crezcan desmesuradamente, por lo que más adelante haya que abandonarlos o realizarlos a expensas de otros. Dicho procedimiento sirve quizás, sobre todo, de base para determinar el grado de rigidez que un programa presentará en lo futuro a medida que vayan aceptándose proyectos de ejecución a más largo plazo y que sea relativamente imposible acometer. Es lícito esperar que tanto administradores como investigadores harán gala de una cierta medida de flexibilidad de modo que sea posible emprender sin dilación trabajos interesantes de realización a corto plazo.

Con el lógico forcejeo de las deliberaciones que surgen en estas discusiones, no se van a lograr milagros de perfección. Pero dentro de los limites de los medios de que se disponga, permiten perfilar un programa total mucho más útil que si la selección de programas y proyectos constituye la prerrogativa exclusiva de los investigadores los cuales, al vivir quizás en torres de marfil, aislados del mundo áspero y agitado del profesional práctico, acaso se sientan insensibles a la insistencia en los resultados por parte de los presuntos usuarios de los frutos de la investigación.

Pero, sobre todo, dicho mecanismo habla elocuentemente en favor del principio tradicional, según el cual la indagación constante de los hechos, encaminada a resolver problemas de importancia, constituye el alma de una organización dinámica y subraya la circunstancia de que tanto el técnico empeñado en tal investigación como el usuario de los resultados que rinde son miembros de la misma organización.


Página precedente Inicìo de página Página siguiente