AGRICULTURA URBANA, ¿UNA PARADOJA?
La agricultura urbana es una antigua tradición en muchas sociedades, sobre todo de Asia y Europa. Varios factores han contribuido a despertar un interés creciente por la agricultura urbana en los últimos años. Entre ellos figuran los siguientes: creciente urbanización de los países en desarrollo; deterioro de las condiciones de la población urbana pobre; guerras y catástrofes naturales que perturban los suministros de alimentos procedentes de las zonas rurales; degradación ambiental y falta de recursos que provocan una escasez alimentaria todavía mayor; movimiento en favor de la sostenibilidad comunitaria, y reconocimiento de los valores ajenos al mercado. Pocas de esas condiciones son totalmente nuevas, pero las repetidas catástrofes y el deterioro de las tendencias han contribuido a presentar a la agricultura urbana como una posible solución. Sus defensores mantienen que los gobernantes, los científicos y el público en general deben reconocer las oportunidades ofrecidas por la agricultura urbana y comenzar a eliminar los obstáculos a esta valiosa actividad y apoyarla con decisión.
En este capítulo se examina el concepto de que la agricultura urbana ofrece beneficios que la agricultura rural no tiene. Se analizan también las políticas que repercuten en la agricultura urbana y los cambios que deberían introducirse en esta última para mejorar la situación de las ciudades de todo el mundo.
¿Qué es la agricultura urbana?
Por agricultura urbana se entiende la producción de alimentos dentro de los confines de las ciudades: en los patios, terrazas, huertos comunitarios y huertas de frutales, así como en espacios públicos o no aprovechados. Incluye operaciones comerciales que producen alimentos en invernaderos y en espacios al aire libre, pero en la mayoría de los casos se trata de una actividad en pequeña escala y dispersa por toda la ciudad.
Esta definición en sentido estricto excluye deliberadamente aspectos importantes de la agricultura urbana, como la silvicultura, las pesquerías y las circunstancias específicas de la agricultura periurbana, que frecuentemente es una variedad más intensiva de agricultura rural. Estas actividades, ciertamente importantes, tienen sus propias características específicas, y el examen de las mismas desborda los objetivos del presente informe.
Los productos de la agricultura urbana son tan diversos como los de la agricultura rural. La primera se concentra sobre todo en productos que no requieren grandes extensiones de tierra, que pueden sobrevivir con insumos limitados y que son con frecuencia perecederos. Por eso, en las ciudades pueden verse frutales y hortalizas, pequeños animales, alimentos de primera necesidad -como la yuca, el maíz y los frijoles-, pescado y alguna que otra vaca. Otros productos alimentarios de la ciudad son las bayas, nueces, hierbas y especias.
Lo mismo que la gama de productos cultivados, la composición demográfica de los agricultores urbanos varía considerablemente por región y en función de las condiciones económicas. La mayor parte de ellos llevan largo tiempo en la ciudad, tienen un nivel moderado de pobreza y son mujeres. Se encuentran tanto en los países desarrollados y en desarrollo y en todas las regiones del mundo, pero sus condiciones y oportunidades son muy diferentes.
Muchos de los estudios sobre la agricultura urbana describen casos relacionados con países en desarrollo, donde la actividad es realizada por residentes urbanos pobres que aportan alimentos a sus familias. Si bien éste no es el único elemento importante de la agricultura urbana, constituye el principal objeto de consideración de este capítulo, por sus repercusiones en la seguridad alimentaria y su importancia para la FAO y otras organizaciones internacionales de desarrollo.
Es difícil centrar el estudio en la población urbana pobre de los países en desarrollo, debido a los problemas que presenta la definición del término urbano, las diferentes definiciones de la agricultura y los diversos niveles de recopilación de datos en las diversas ciudades y países. Un obstáculo todavía mayor para medir los efectos de este tipo de agricultura está en el hecho de que gran parte de lo que se considera como agricultura urbana se realiza al margen de los canales normales del mercado. En muchas de las ciudades donde se practica la agricultura urbana, las autoridades competentes han decidido o bien desentenderse -y dejar que continúe a pesar de que supone una violación a los reglamentos sobre la utilización de la tierra- o bien desalentarla.
A pesar de las dificultades de cuantificación, en los últimos años se ha prestado atención creciente a las posibilidades ocultas de la agricultura urbana como medio de aliviar dos de los males más incurables del mundo:-la pobreza y el despilfarro. Este problema se señaló ya en el Informe de la Comisión Brundtland (1987): «La agricultura urbana, si recibiera sanción y promoción oficial, podría convertirse en elemento importante del desarrollo urbano y poner más alimentos a disposición de la población pobre de las ciudades... La agricultura urbana puede ofrecer también alimentos más frescos y baratos y más espacio verde, y contribuir a acabar con los vertederos de basuras y a reciclar los desechos familiares2». Tanto la pobreza como la calidad del medio ambiente presentan problemas relacionados con las insuficiencias del mercado y la necesidad de intervención gubernamental.
La agricultura urbana y los pobres
La agricultura suele citarse como posible solución a varias tendencias que son actualmente motivo de preocupación. En primer lugar, cabe señalar el intenso crecimiento previsto en las ciudades de los países en desarrollo en los próximos decenios. En 1994, vivía en ciudades el 45 por ciento de la población mundial. Esta cifra ascenderá hasta el 50 por ciento ya en el año 2000 y llegará a ser del 65 por ciento en el 20253. El crecimiento más rápido de la población se está produciendo en las grandes ciudades del mundo en desarrollo. Por el contrario, la urbanización se ha desacelerado o incluso se ha invertido en algunos países de América del Norte y de Europa. Dentro del mundo en desarrollo, los países con mayor proporción de población urbana se encuentran en América Latina, seguida de Asia y Africa. No obstante, las tasas de crecimiento urbano son más elevadas en Africa (donde las ciudades están creciendo a un ritmo del 4,4 por ciento anual) y en Asia (donde ese crecimiento es del 3,7 por ciento al año) que en ningún otro lugar (Cuadro 1).
CUADRO 1 | |||
Porcentaje de la población que vive en zonas urbanas, por región | |||
Regiones |
1970 |
1995 |
20251 |
MENOS DESARROLLADAS |
25,1 |
37,0 |
57,0 |
AFRICA |
23,0 |
34,4 |
53,8 |
ASIA (EXCLUIDO EL JAPÓN) |
21,0 |
34,6 |
54,0 |
AMÉRICA LATINA |
57,4 |
73,7 |
84,7 |
OCEANÍA (EXCLUIDAS AUSTRALIA Y NUEVA ZELANDIA) |
18,0 |
24,0 |
40,0 |
MAS DESARROLLADAS |
67,5 |
74,7 |
84,0 |
AUSTRALIA Y NUEVA ZELANDIA |
84,4 |
84,9 |
89,1 |
EUROPA |
64,4 |
73,3 |
83,2 |
JAPÓN |
71,2 |
77,5 |
84,9 |
AMÉRICA DEL NORTE |
73,8 |
76,1 |
84,8 |
1 Proyecciones. |
Entre las causas directas del agravamiento de la situación en que se encuentra la población pobre de las ciudades cabe citar los disturbios civiles, el deterioro o insuficiencia de la infraestructura y las cargas impuestas a los consumidores por los programas de ajuste estructural. Estos suelen incluir reformas de los mercados encaminadas a fomentar la exportación, cuyos resultados suelen ser la subida de los precios de los productos básicos, devaluaciones de la moneda -que elevan los precios de las importaciones- y recortes en las subvenciones alimentarias con destino a los consumidores urbanos. Los efectos a corto y medio plazo de los programas con cláusulas de condicionalidad han supuesto una fuerte presión económica para las poblaciones pobres de los países en desarrollo, que frecuentemente tienen que recurrir a actividades ajenas al mercado para poder sobrevivir. Otros factores que contribuyen a este fenómeno son el descenso de los salarios reales de los trabajadores urbanos, la menor estabilidad y seguridad del empleo en el sector informal, la borrosa distinción entre el sector formal y el informal, la reducción de la diferencia de ingresos entre la población urbana y rural y la migración acelerada de las zonas rurales a las urbanas.
La aportación de la agricultura urbana a la seguridad alimentaria, entendiendo por tal la disponibilidad de un suministro de alimentos suficiente en todo momento, parece ser fundamental en muchas ciudades del mundo en desarrollo. Además, una parte considerable, pero desconocida, de los alimentos adquiridos en el sector informal (vendedores callejeros, por ejemplo) y en los mercados locales se produce en ciudades del mundo en desarrollo. Según estimaciones de Mougeot, en el mundo hay 200 millones de agricultores urbanos que suministran alimentos al menos a 700 millones de personas, es decir, aproximadamente el 12 por ciento de la población mundial4. Estas cifras no pueden confirmarse en la actualidad, pero el hecho es que se trata de un fenómeno en crecimiento, en parte como consecuencia de un esfuerzo internacional de ayuda para organizar cooperativas locales y ofrecer información e insumos a la población urbana.
La agricultura urbana aporta el 30 por ciento de las hortalizas consumidas en Katmandú5, el 45 por ciento en Hong Kong, el 50 por ciento en Karachi6 y el 85 por ciento en Shangai7. En el conjunto de Asia, más del 50 por ciento de los hogares realizan actividades agrícolas; en América del Norte la proporción es el 25 por ciento8. Por otro lado, Gutman ha señalado que la horticultura para consumo familiar tiene mucha más importancia en América del Norte que en América del Sur9. Las cifras varían enormemente en las ciudades africanas (entre el 25 y el 85 por ciento, según la ciudad), donde al parecer la agricultura urbana aporta entre el 20 y el 80 por ciento de los alimentos consumidos en los hogares10.
Condiciones de la agricultura urbana entre los pobres
La población pobre que practica la agricultura urbana está constituida por personas que residen en la ciudad desde hace tiempo, tienen empleos de dedicación plena o parcial, son tanto hombres como mujeres (según la ciudad y los cultivos) y no representan el segmento más pobre de la ciudad, ya que se encuentran en posición relativamente desahogada. Llevan viviendo en la ciudad el tiempo suficiente para haber adquirido el insumo más importante de todos: el acceso a la tierra. Esta no es casi nunca de su propiedad. Pueden utilizarla porque han suscrito un acuerdo oficial u oficioso de arrendamiento, porque los vecinos consideran que la pueden utilizar o porque se trata de un espacio público. Ello significa que los agricultores urbanos sobreviven en la ciudad hasta que las condiciones les han permitido comenzar a practicar la agricultura. Se ha comprobado que las personas que migraban a Lusaka (Zambia) tenían que esperar por término medio unos diez años antes de invertir en la agricultura urbana. Si bien estas características distan mucho de ser universales, aparecen en los estudios sobre la agricultura urbana con la frecuencia suficiente como para poder considerarlas fiables.
La función de la mujer es un elemento decisivo en la producción urbana de alimentos. Las mujeres constituyen el grueso de los productores tanto en Africa como en América Latina11. Non están empleadas en el sector formal y normalmente las actividades de producción de alimentos se suman a sus muchas otras labores domésticas, ya que tienen como misión garantizar el suministro alimentario de la familia. Cultivando los huertos de sus casas o barrios, pueden reducir los gastos que deben cubrirse con los salarios de sus esposos o complementar éstos con algunos ingresos en efectivo. En Kampala, las mujeres a veces no dejan siquiera que sus maridos sepan hasta qué punto depende el presupuesto familiar de sus actividades agrícolas.
Los agricultores urbanos deben tener en cuenta el avance de las zonas circundantes de las ciudades, con los consiguientes costos y beneficios. Los cultivos más importantes son las frutas y hortalizas perecederas cultivadas en la ciudad o en sus proximidades por pequeños o grandes agricultores con destino al consumo familiar o para su venta en el mercado urbano. Tienen la ventaja geográfica de estar próximos al consumidor. Son cultivos de valor relativamente elevado y pueden cultivarse en espacios muy reducidos, si se dispone de algo de capital. Ni las actividades hortícolas de dimensiones medianas a grandes tienen los mismos requisitos en lo que a la tierra se refiere que las actividades de producción de alimentos y piensos o ganadería en gran escala, por lo que pueden adaptarse al crecimiento y al avance de la ciudad.
Para los pobres, hay muchos tipos de frutas y hortalizas que necesitan poco espacio para crecer, tienen breves círculos vegetativos, suministran nutrientes que no se obtienen fácilmente de otras fuentes alimentarias (y, por lo tanto, contribuyen a evitar las carencias de micronutrientes), generan sus propias semillas y brotes, necesitan pocos aperos para el cultivo y son componentes habituales de su dieta. Los pobres pueden complementar su alimentación sin demasiados problemas con estos productos, o vender sus excedentes a través de mercados informales de barrio o a vendedores callejeros. De esta manera, muchas personas pobres de las ciudades enriquecen su dieta o aumentan sus ingresos gracias al cultivo de frutas y hortalizas.
La producción ganadera es importante en muchas ciudades, por razones tanto tradicionales como económicas. Los pequeños animales pueden producirse sin grandes gastos en espacios reducidos, mientras que todas las formas de ganadería constituyen fuentes cada vez más importantes de proteínas conforme el aumento de los ingresos da lugar a cambios en la alimentación. En las ciudades se suelen producir aves de corral, otras aves y animales más pequeños criados por los grupos menos adinerados en los centros urbanos de gran densidad. En Dar es Salam, personas de todas las clases sociales crían algunos pollos. El ganado porcino y las aves de corral son muy comunes en las grandes ciudades asiáticas y sus alrededores: Singapur es totalmente autosuficiente en carne de porcino y aves de corral, y Hong Kong produce dentro de la ciudad la mayor parte de las aves de corral consumidas en ella. Aunque en forma menos sistemática e intensiva, la ganadería es practicada por el 17 por ciento de los hogares de Kenya.
Beneficios de la agricultura urbana
La agricultura urbana representa una fuente de beneficios económicos, recreativos y ecológicos para los residentes de las ciudades. Entre ellos cabe destacar como especialmente importante su contribución a los ingresos y al suministro alimentario de los hogares. No se dispone de cifras exactas, pero según las estimaciones la agricultura urbana aportaría ingresos directos a unos 100 millones de personas en todo el mundo12. Un beneficio importante en muchos países pobres es que aporta ingresos en efectivo o en especie como consecuencia de las oportunidades de empleo, sin necesidad de depender de un programa de subvenciones con cargo a los presupuestos públicos.
La agricultura urbana ofrece a los habitantes de las ciudades oportunidades de obtener ingresos agrícolas y recursos en especie que se pueden producir en forma estacional o con una actividad a tiempo parcial, y es compatible con los deberes que exige el cuidado de los niños. En un estudio realizado en 11 países de América Latina se ha comprobado que la agricultura urbana no era lo bastante eficiente como para resultar económicamente ventajosa si se comparaba con un empleo remunerado de plena dedicación, pero constituye un apoyo parcial a los ingresos. Para mantener en la ciudad de Buenos Aires un huerto una familia media necesita entre uno y un día medio de trabajo, y con ello podría ahorrar entre el 10 y el 30 por ciento del total de sus gastos en alimentos. En lo que respecta a los grupos de bajos ingresos, la agricultura urbana representa un aumento de los ingresos en especie del 5 al 20 por ciento13.
La agricultura urbana aporta también otros beneficios, menos visibles. Al reducirse la distancia del productor al consumidor, hay menos necesidad de comercialización, transporte y envasado que cuando los productos se cultivan en lugares lejanos, lo que representa una ventaja desde el punto de vista de los costos con respecto de la agricultura rural. Algunas zonas de determinadas ciudades no pueden destinarse a otros usos, por la nueva mentalidad ambiental o por otras razones, pero en cambio no presentan problemas para su utilización con fines agrícolas. Finalmente, conviene mencionar los beneficios extremamente importantes, pero muchas veces olvidados, en relación con el ecosistema y, en particular, con los sistemas hidrológicos, la diversidad biológica y la calidad del aire ambiental, que pueden compensar parte de los destrozos causados por los sistemas urbanos.
Obstáculos a la agricultura urbana
Los productores agrícolas urbanos deben superar obstáculos y riesgos que no suelen presentarse en la agricultura rural. El principal de ellos es el aprovechamiento de la tierra. En la mayor parte de los casos la tierra destinada a la agricultura urbana es arrendada o prestada, pero no propiedad del usuario. El dueño puede recuperarla en cualquier momento y de forma casi inmediata. Ello implica un bajo grado de seguridad para los agricultores y un desincentivo para invertir en sus explotaciones. Las prácticas de tenencia de tierras varían según la tradición y los sistemas de aplicación de la ley. En algunas ciudades, la disponibilidad de tierras no es el principal problema, pero los agricultores pobres tienen dificultades para conseguir acceso a una parcela de tierra de calidad razonable. En las grandes ciudades del mundo en desarrollo, las autoridades locales podrían distribuir un promedio de 200 a 300 m2 de tierra comunitaria no utilizada. A falta de dispositivos cooperativos bien arraigados, muchas veces se utilizan las cunetas, los derechos de paso y otras zonas públicas no supervisadas. Todas ellas están expuestas a la contaminación por plomo y otros agentes y a robos, además de ser de difícil acceso para las actividades de cultivo.
El uso de tierras públicas presenta otro problema. El sesgo urbano que existe todavía en muchos países en desarrollo se manifiesta también en el deseo de contar con ciudades de aspecto moderno y libres de las prácticas tradicionales asociadas con el campo. Por ello, los agricultores urbanos pueden encontrar a veces difíciles obstáculos políticos y normativos, incluidas acciones jurídicas y la confiscación de sus productos.
La falta de disponibilidad de tierra representa un obstáculo especialmente difícil para los habitantes más pobres de las ciudades recién llegados del campo, sin empleo y sin los recursos más necesarios para poder aprovechar algunas oportunidades de explotación agrícola. Los recién llegados a la ciudad, al mismo tiempo que disponen de ciertos conocimientos de la agricultura, no están lo suficientemente establecidos dentro de la sociedad como para haber adquirido tierras o haber encontrado una superficie no utilizada que puedan explotar14. La población no agrícola de las zonas rurales responde muchas veces en las encuestas que desearían practicar la agricultura si tuvieran acceso a algo de tierra15.
El acceso a otros insumos puede ser muy difícil para los agricultores urbanos pobres, que generalmente tienen poco o ningún acceso a materias primas y a equipo, que deben sustituir con una gran concentración de mano de obra. Algunos materiales, por ejemplo las semillas y los fertilizantes, son demasiado caros para ellos y los fertilizantes químicos pueden representar amenazas para el suministro hídrico, los desechos sólidos -que podrían utilizarse como fertilizantes- no se recogen o no se clasifican, y hasta los pequeños aperos resultan difíciles de adquirir en la ciudad. El agua muchas veces sólo puede conseguirse con altos costos o por medios ilegales. Sin derecho seguro a la tierra, lo que en muchos casos significa la propiedad, es imposible obtener crédito.
Las agricultoras urbanas tropiezan con los mismos problemas que sus homónimas rurales: dificultad de acceso al crédito y a la propiedad de la tierra. Como muchas veces quienes practican la agricultura urbana son mujeres, tanto cabezas de familia como casadas, la estabilidad y productividad de la agricultura urbana corre mayor peligro por el sesgo tradicional contra las mujeres.
La agricultura en las ciudades es considerada muchas veces como una actividad antieconómica, antiestética y poco sana. Los cargos públicos y los responsables de planificar el aprovechamiento de la tierra generalmente tratan de separar los usos que parecen entrar en conflicto, y tienen poca experiencia en descubrir nuevas maneras de integrar la agricultura con otras actividades. De hecho, la agricultura puede representar una competencia para la obtención de recursos escasos y provocar graves conflictos de uso, por ejemplo riesgos ambientales y de salud. El ejemplo más claro es el de los ganaderos, que cada vez deben soportar más quejas por las molestias que, al parecer, causan cuando sus actividades se realizan cerca de la ciudad. A veces tienen que soportar también pérdidas. Los sistemas intensivos de producción ganadera son más vulnerables a la degradación ambiental y a los riesgos de salud, ya que los desechos de los animales se concentran y aumentan la vulnerabilidad de aquéllos a las enfermedades. En consecuencia, después del problema de los derechos de utilización de la tierra, el mayor obstáculo de la agricultura urbana es la aceptación oficial y la prestación de los servicios imprescindibles de infraestructura.
Por ejemplo, el Organismo nacional de abastecimiento de agua en zonas urbanas de Tanzanía manifestó su firme oposición al uso de los suministros hídricos para la agricultura urbana. Se estima que el 35 por ciento del agua potable fresca se perdió como consecuencia de filtraciones y de extracciones ilegales, por lo que se impone una sanción cuando el agua de la ciudad se destina a la agricultura. Pueden encontrarse sistemas sustitutivos para esas prácticas, pero debe haber un mecanismo que agrupe a las autoridades y a los agricultores.
En definitiva, la agricultura urbana no es una solución universal a los gravísimos problemas de seguridad alimentaria de las ciudades. Constituye más bien una técnica de supervivencia para la población urbana pobre, que puede recurrir a ella durante momentos de dificultad económica y como recurso para aumentar los suministros alimentarios disponibles. La adición al suministro de alimentos es sólo parcial y no puede sustituir por completo a las subvenciones alimentarias ni al empleo asalariado. Algunos productos no pueden ser producidos por los agricultores urbanos y los residentes más pobres tienen poco acceso a las posibilidades de producción. La agricultura urbana no puede contribuir de forma decisiva a modificar las actuales pautas de distribución de los ingresos.
No obstante, este fenómeno está contribuyendo a mejorar la alimentación de la población urbana de algunas ciudades, tanto a través de la producción familiar para el propio consumo como gracias al aumento del suministro en los sectores urbanos informales. Además, la agricultura urbana es una fuente de nutrientes que la población urbana a veces no puede obtener por otros medios o que quedan fuera de su alcance económico, cuando se trata de importaciones. Las frutas y hortalizas, la carne de cerdo y de aves de corral pueden representar las contribuciones más importantes a la seguridad alimentaria de las ciudades gracias a la agricultura urbana, que permite atender entre el 10 y el 40 por ciento de las necesidades nutricionales de las familias urbanas de los países en desarrollo.
La agricultura urbana constituye un medio gracias al cual los habitantes pobres de las ciudades pueden mejorar su seguridad alimentaria o sus niveles de vida. Debido a su productividad relativamente baja y a las incertidumbres que la rodean, no puede servir como suministro exclusivo de alimentos para las familias urbanas en la mayor parte de los casos. Son varios los factores por los que la agricultura urbana no sustituirá nunca ni reducirá en forma significativa la importancia de la agricultura rural en cuanto fuente de alimentación para las grandes poblaciones.
Primero, el volumen de la producción alimentaria en la ciudades es muy inferior al obtenido en las zonas rurales. Aun cuando mejore la productividad como consecuencia de un mayor apoyo, la agricultura urbana nunca tendrá la capacidad de producir en gran volumen la mayor parte de los alimentos. Actualmente tropieza con limitaciones, y éstas se intensificarán a medida que crezcan las poblaciones urbanas.
Segundo, los agricultores urbanos producen con destino al mercado local, no para el mercado regional, nacional ni mundial. Si tienen alguna capacidad de competir, es únicamente en lo que respecta a la alimentación de las poblaciones próximas, ya que no tienen que soportar los gastos habituales de envasado, comercialización, distribución y transporte.
Políticas en apoyo de la agricultura urbana
¿Qué se puede y se debe hacer para mejorar la situación de la agricultura urbana? Pueden adoptarse políticas que ayuden a los agricultores urbanos a localizar la tierra idónea y otros insumos, así como a conseguir niveles razonables de productividad. Hay varias posibilidades de que los organismos internacionales de desarrollo y las Organizaciones no gubernamentales participen en sectores como la planificación, transferencia de tecnologías, asistencia técnica y promoción y asistencia con el fin de superar los obstáculos normativos y jurídicos.
Las autoridades deben considerar ante todo cuáles son los planteamientos más adecuados para las diferentes regiones y examinar si los sistemas agrícolas urbanos utilizados en las diversas zonas son transferibles a otras. Por ejemplo, en Asia la agricultura ha ocupado desde hace tiempo un lugar importante en la planificación de las ciudades y está relativamente institucionalizada y comercializada. Las altas tasas de autosuficiencia agrícola en las ciudades asiáticas no pueden extrapolarse a otras regiones, ya que son resultado de circunstancias (tradición de planificación central, abundantes insumos de capital) que no pueden transferirse fácilmente.
RECUADRO 3 ¿Puede el desarrollo de la agricultura urbana mejorar la calidad global de la vida para una gran variedad de personas que viven en ciudades muy diversas? Los defensores de la agricultura urbana responden afirmativamente. Según ellos, la agricultura es una manera de hacer las ciudades más sostenibles y mejorar sus condiciones de vida. La definición de ciudad sostenible no es clara, como ocurre como con la de agricultura urbana. Evidentemente, en ese concepto se incluyen los aspectos ecológicos de la existencia de una ciudad, pero podrían también contemplarse los aspectos sociales y económicos. Entre los elementos que podrían considerarse, figuran una menor dependencia de los insumos procedentes de fuera de la ciudad, una utilización más eficiente de los recursos dentro de ella y la eventual reducción y reaprovechamiento de los residuos. La siguiente lista tiene como objetivo señalar los beneficios y costos generales de la agricultura urbana. Algunos efectos de esta agricultura no son directamente cuantificables en términos monetarios, pero no obstante son reales. Beneficios de la agricultura urbana ingresos para los agricultores (mercado o en especie); Costos de la agricultura urbana utilización de recursos naturales (tierra, agua, suelo, etc.); Indudablemente, la lista podría ampliarse y adaptarse a las condiciones de cada una de las ciudades. Los beneficios y costos efectivos que puede representar para una ciudad el fomento de la agricultura urbana dependen en gran medida de las condiciones sociales y económicas de la población de esa ciudad, así como de la distinta combinación de recursos a disposición de la ciudad y de las zonas rurales próximas. Por ejemplo, los beneficios de la agricultura rural superarán probablemente a los costos cuando la densidad de la población sea más baja y, por lo tanto, haya menor competencia por la tierra. De igual manera, una ciudad con una población pobre numerosa y en crecimiento tiene una necesidad más inmediata de utilizar todos los recursos disponibles para la supervivencia. Entre los beneficios de la agricultura urbana más fáciles de cuantificar figuran la creación de empleo, los ingresos y los productos resultantes de esta actividad. Suponiendo que las personas y recursos utilizados se desaprovecharían en caso contrario (como ocurre muchas veces en las ciudades de los países en desarrollo), el crecimiento del empleo y de la productividad es un beneficio indudable para la sociedad. Otras ventajas son mucho más difíciles de medir. Cabría citar el mayor valor obtenido como consecuencia de la atención prestada a tierras hasta entonces baldías que se convierten en explotaciones agrícolas urbanas, o la contribución de las plantaciones de árboles a la calidad del aire de la ciudad. La agricultura urbana produce también efectos secundarios negativos que son difíciles de cuantificar, entre ellos los olores y algunos espectáculos que pueden resultar desagradables, por ejemplo, cuando la ganadería se practica cerca de las zonas habitadas. Entre los efectos nocivos que se consigue evitar con el cultivo de alimentos dentro de la ciudad figura la contaminación causada por los camiones que transportan los productos desde zonas rurales remotas a la ciudad. Una oportunidad importante para la agricultura urbana es la utilización de recursos abandonados o insuficientemente aprovechados. Si bien, por un lado, la urbanización favorece la competencia por la tierra, por el otro obliga a los residentes a responder al deterioro de las condiciones. Una respuesta es utilizar la tierra, el agua disponible y aperos improvisados para alimentar a la familia, independientemente de las incertidumbres a que puede estar sometido el mercado. A pesar de su ínfima calidad, algunos de los insumos utilizados por los agricultores urbanos pobres se desperdiciarían o deberían someterse a costosos procesos de tratamiento. De hecho, en algunos países africanos, la tierra rural está cada vez más degradada mientras que la tierra urbana que recibe fertilizantes y aguas residuales puede ser cada vez más productiva. A continuación se señalan dos ejemplos de reaprovechamiento de los recursos con destino a la agricultura urbana. Desechos derivados de la ganadería. La producción ganadera intensiva a largo plazo en zonas periurbanas quizá no sea viable si no se resuelve el problema de los desechos y sus repercusiones negativas en el medio ambiente y la salud. Debe hacerse lo posible por no incorporar nutrientes en nivel superior a la capacidad de absorción vegetativa a fin de evitar problemas como la volatilización (contaminación atmosférica), lixiviación (contaminación de los suelos y de las aguas subterráneas), escorrentía superficial (contaminación del agua superficial) y contaminación epidemiológica. A pesar de la gravedad de estos problemas ambientales y ecológicos, los estudios indican que las oportunidades nutricionales y de reciclado de desechos de la ganadería pueden recomendar la práctica de esta actividad en las proximidades de la ciudad. Por ejemplo, en Dar es Salam se producen diariamente unos 300 000 kg de abono de ganado vacuno y gallinas, y la mayor parte de él (el 72 por ciento) se abandona en las cunetas. El transporte de este material orgánico podría ser mucho más costoso que organizar su recolección en pequeña escala, su transformación en abono y reaprovechamiento. Tratamiento de aguas residuales y riego. Las explotaciones acuícolas son particularmente numerosas en las proximidades de las ciudades asiáticas, y en ellas se practica el cultivo de hortalizas y peces con destino a la alimentación, en el sur, y cultivos para su transformación en piensos, en el norte. Entre los primeros ejemplos de acuicultura urbana cabe citar las tierras húmedas situadas al este de Calculta, donde los estanques de tratamiento alimentados por aguas residuales producen 8 000 toneladas de pescado al mismo tiempo que tratan unos 680 millones de litros de aguas residuales al año. El pescado es una fuente primaria de proteínas para los residentes de Calcuta, y se ha estimado que el sistema de acuicultura alimentado por aguas residuales podría duplicar su producción, que representa ya el 10 por ciento del consumo diario de la ciudad. Desde hace varios años, los organismos internacionales han estudiado nuevas oportunidades de desarrollar la acuicultura para la producción de piensos, utilizando estanques de tratamiento de aguas residuales. Las numerosas investigaciones sobre este tema revelan que se están utilizando ya aguas residuales en muchas zonas áridas y semiáridas del mundo y que ello no representa riesgos significativos para la salud y permite resultados más eficaces que los tratamientos convencionales. Además, sobre todo para los países en desarrollo, la tecnología relativamente sencilla es poco costosa de introducir. El requisito más importante es la tierra necesaria para los estanques utilizados en el tratamiento de aguas residuales (20 ha por cada 100 000 personas). Prácticamente todos los helmintos y la mayor parte de las bacterias y virus se pueden eliminar depositándolas en estanques que producen un efluente libre de agentes nocivos y rico en nutrientes. El riego con aguas de desecho puede suministrar casi todo el nitrógeno y la mayor parte del fósforo y potasio que necesitan muchos cultivos, así como importantes micronutrientes. Los efluentes de los estanques contienen una importante biomasa de algas y actúan como fertilizantes de liberación lenta. La materia orgánica de las aguas residuales contribuye también a mejorar la calidad de la capa superficial de los suelos y a su fertilidad general a largo plazo. El costo principal del establecimiento de esos sistemas es el correspondiente a la recolección de las aguas residuales. Muchas ciudades de países en desarrollo no disponen actualmente de esos sistemas. No obstante, debido a la prioridad concedida por las autoridades locales internacionales a la lucha contra las fuentes de enfermedad, existe la oportunidad de vincular los sistemas de recolección y tratamiento de aguas residuales con el reciclado, como los usos de la agricultura urbana. |
Las políticas más valiosas para cada ciudad dependen de varias características: quiénes son los agricultores y cuál es su objetivo (subsistencia o producción orientada al mercado); hasta qué punto la agricultura urbana constituye una actividad permanente; cuáles son las necesidades más urgentes de los agricultores (insumos básicos, conocimientos, eliminación de los obstáculos jurídicos e institucionales, apoyo y promoción); qué relación hay entre la ciudad y las zonas rurales, y cuál es la función económica y social de la agricultura dentro de la comunidad. Otros problemas deben considerarse teniendo en cuenta las circunstancias del país y de la ciudad. Esta preparación previa a la formulación de políticas requiere tiempo, una estructura teórica básica para establecer las consideraciones pertinentes y estudios más detallados en las distintas ciudades. No obstante, la planificación urbana puede comenzar de inmediato a tener en cuenta las necesidades de los agricultores, en vez de prohibir sus actividades. Para ello, habría que alentar el uso con fines agrícolas de las tierras pertenecientes a la ciudad, ofrecer pequeños espacios donde se puedan realizar actividades hortícolas y compartir conocimientos y recursos, e incluso hacer llegar a estos agricultores los desechos sólidos y aguas residuales cuando se puedan utilizar como fertilizantes o para riego. La planificación debe implicar la colaboración entre las entidades gubernamentales, en particular las responsables de los sectores de la energía, abastecimiento hídrico, infraestructura, transporte y eliminación de desechos16.
La transferencia de tecnología podría aumentar la disponibilidad de variedades de semillas resistentes y sanas, ayudar a establecer cooperativas para adquirir insumos y comercializar los productos y ofrecer nuevos sistemas, como los procesos biológicos de tratamiento de aguas residuales. Entre los tipos de asistencia técnica ya ofrecidos por la FAO figuran los seminarios sobre el reciclado de los desechos de la ganadería y las actividades de extensión sobre los cultivos más adecuados para disminuir los riesgos sanitarios y aumentar la productividad. Serían también útiles pequeños proyectos que ayudaran a las familias a recoger el agua de lluvia o a disponer de pequeños aperos para la práctica de los métodos agrícolas autóctonos. Finalmente, para superar el problema de la falta de derechos de aprovechamiento de la tierra, los organismos interesados deben evitar toda interferencia con las prerrogativas de los gobiernos locales pero quizá puedan identificar y proponer modelos basados en la utilización de la tierra con fines múltiples y la aplicación de derechos temporales en beneficio tanto de los agricultores como de los propietarios (por ejemplo, incentivos fiscales para el arrendamiento agrícola).
Para poder comprender a fondo las posibilidades e importancia de la agricultura urbana, es preciso establecer una definición común para los investigadores que realizan estudios monográficos. De esa manera se podrá comenzar a cuantificar la magnitud y crecimiento de la agricultura urbana. Deberá efectuarse un análisis de los costos y beneficios más amplios de este fenómeno, teniendo en cuenta toda la diversidad de los efectos no relacionados con los mercados, en particular la utilización de los desechos y los riesgos para el medio ambiente y la salud. Finalmente, es preciso comparar los costos de la producción urbana con los de la agricultura rural a fin de determinar lo que cuesta a la sociedad permitir o alentar la continuación de la agricultura urbana en un mundo cada vez más urbanizado, y comprobar si dichas políticas entrarían en conflicto con los intentos de mejorar la productividad y la calidad de vida de los agricultores rurales.
¿Cuáles son, pues, las características de las ciudades donde es probable que la agricultura aporte mayores beneficios que costos, y cuáles de ellas pueden estar más necesitadas de asistencia técnica y apoyo para estas empresas? Entre las características cabría nombrar las siguientes:
población pobre numerosa y en crecimiento;
El fenómeno de la agricultura urbana existe en la mayor parte de las ciudades. En algunas de ellas es relativamente invisible y así continuará siéndolo probablemente mientras la ciudad se expande y los agricultores urbanos se adaptan a las nuevas circunstancias. En otras ciudades, la agricultura urbana continuará siendo fundamentalmente una ocupación limitada a los huertos familiares. En cambio, en otro grupo de ciudades, la agricultura urbana -como la población con ella relacionada- encontrará mayores conflictos y obstáculos a medida que la vida ciudadana resulte más desesperada, aumenten las demandas planteadas a los recursos urbanos y los gobiernos se muestren más impotentes de resolver las necesidades de una población en crecimiento.
LA TECNOLOGIA DE LA INFORMACION Y SU SIGNIFICADO PARA LA AGRICULTURA
Situación y acontecimientos recientes
En muchos países, se están registrando actualmente transformaciones muy rápidas en el desarrollo y aplicación de la tecnología de la información17. El resultado de estos cambios modificará notablemente las operaciones tanto de los entes públicos como de las empresas privadas y repercutirá en casi todos los aspectos de la vida cotidiana de las personas y empresas de todos los sectores de la economía. Las organizaciones tanto del sector público como privado están adoptando la nueva tecnología con miras a aumentar la eficiencia18 y competitividad de la organización o sector, prestar mejores servicios, introducir nuevos medios de capacitación y reducir los costos de explotación. Los gobiernos consideran también la nueva tecnología como medio de creación de empleo, en parte para compensar los puestos de trabajo perdidos como resultado de su adopción. Este cambio rápido es resultado de la disponibilidad de equipo informático y de comunicaciones más potente y menos costoso (el costo de elaboración y trasmisión de la información está disminuyendo aproximadamente un 50 por ciento cada 18 meses), junto con la explosión registrada en el desarrollo de nuevos productos informáticos, la convergencia de las tecnologías de los computadores, las telecomunicaciones y la radiodifusión y la amplia difusión de Internet.
La nueva tecnología de la información aumenta la accesibilidad de los clientes a la información y los servicios. Permite además compartir mejor la información entre los usuarios, aumenta las posibilidades de comunicación en doble sentido entre proveedores y usuarios, amplía enormemente la disponibilidad de recursos de información especializada y brinda mayores oportunidades de acceder al mercado mundial de la información en forma rápida, económica y fiable. La nueva tecnología de la información va más allá de la comunicación tradicional lineal o en una sola dirección. Permite contactos interactivos entre personas con intereses o preocupaciones semejantes, y supone un volumen mucho mayor de información a disposición de las personas u organizaciones. La tecnología de la información hace posible que las estructuras de las organizaciones sean más flexibles, más participativas y menos centralizadas.
En el sector de la agricultura, las nuevas aplicaciones informáticas se están convirtiendo cada vez más en parte de la vida diaria. Entre esas aplicaciones cabe citar el sistema de determinación de la posición geográfica, que permite que la información enviada por satélite active aplicaciones precisas y en escala mínima de productos químicos y fertilizantes. Puede constituirse en un medio de educación y de reciclaje, por ejemplo, permitiendo el asesoramiento sobre la gestión y la utilización de técnicas de educación a distancia en línea. Otra aplicación importante es el acceso a la información inmediata, como las noticias sobre los mercados y la información meteorológica. Esta tecnología ofrece información sobre investigaciones y nuevos productos, insumos, mercados o prácticas de explotación agrícola. Brinda también información sobre la disponibilidad de programas públicos o servicios comerciales y puede utilizarse para acceder a dichos programas o servicios. Se utiliza para compartir información a través de Internet, boletines electrónicos y listas de distribución.
Más allá de la explotación agrícola, las aplicaciones de la tecnología de la información están adquiriendo un carácter decisivo para la coordinación vertical del sistema de distribución de alimentos. La entrega justo a tiempo, la producción especializada para determinados mercados y la menor tolerancia a la variabilidad de los insumos de materia prima requieren una mayor comunicación entre los compradores y vendedores en cada una de las fases de la producción, elaboración, distribución y venta al por menor. La tecnología de la información es un componente fundamental de esa coordinación reforzada entre los participantes en la cadena alimentaria. Permite a las empresas reducir sus existencias, evitar los desperdicios, ofrecer una mayor variedad de productos, reducir los costos de adquisición, evaluar los efectos de las campañas de promoción y mejorar los servicios a los clientes. Para garantizar que las normas de control de calidad se cumplan a lo largo de toda la cadena alimentaria, en el caso de algunos productos de venta al por menor, como las carnes, es posible seguir todo su recorrido desde el punto final de venta hasta los consumidores y de nuevo hasta la explotación de origen. Mediante la informática se recopilan y mantienen los registros de transacción de los productos.
En la medida en que las relaciones a escala mundial son cada vez más abiertas y aumenta el comercio entre países, especialmente en lo que se refiere a los productos de alto valor añadido, crece la necesidad de información y el valor de la misma. La tecnología de la información se utiliza para comercializar productos en mercados específicos, en respuesta a una creciente diversidad en los gustos de los consumidores. Probablemente, sustituirá algunas de las funciones habituales de las actividades de corretaje, como el suministro de información básica sobre la disponibilidad y precios de los productos. Por ejemplo, los vendedores y compradores pueden comunicar electrónicamente la disponibilidad y necesidades de productos que se intercambian con frecuencia y son relativamente uniformes, con indicación de los precios ofrecidos, en un especie de subasta electrónica. En este entorno altamente competitivo, acabarán triunfando las empresas con aplicaciones informáticas más innovadoras.
El aislamiento constituye un importante obstáculo para mantener un sector viable y sostenible, ya que las comunidades rurales no atraen el mismo nivel y calidad de servicios que se encuentra en los centros urbanos. Este problema podría mitigarse aumentando la capacidad de acceso y de intercambio de información, independientemente de la ubicación. Las comunidades remotas adquirirían nueva vitalidad si pudieran obtener en parte los mismos servicios y los mismos métodos -sencillos y económicos- de comunicación que los centros urbanos. Las nuevas tecnologías darán mayores ventajas a las zonas rurales y remotas, ya que los costos de comunicación a grandes distancias disminuyen fuertemente.
Hay también varios obstáculos a una mayor utilización de la tecnología de la información. Entre ellos cabe citar los siguientes: desarrollo insuficiente de la infraestructura de las comunicaciones; costos elevados de la adquisición de computadores, equipo de telecomunicación y programas informáticos afines, así como los costos de explotación de las comunicaciones; deficiencia de capital humano para desarrollar y administrar la nueva tecnología, y falta de un mercado privado capaz de ofrecer una infraestructura, elaborar programas informáticos y promover las aplicaciones.
La capacitación técnica es sin duda el elemento fundamental para el desarrollo de la tecnología de la información. La adquisición de nuevos conocimientos técnicos puede ser el aspecto más difícil de la integración de dicha tecnología en nuevas aplicaciones. Las ventajas no se aprovechan plenamente hasta que los promotores, operadores y usuarios tengan los conocimientos necesarios para aprovecharlas plenamente. Debido a la rapidez con que está evolucionando la tecnología de la información, la capacitación debe considerarse como un proceso permanente, tanto para los encargados de desarrollar nuevos sistemas y programas como para quienes se encargan de su aplicación y mantenimiento y para los usuarios últimos. La capacitación va desde breves cursos para usuarios esporádicos hasta técnicas avanzadas en universidades para quienes se dedican al desarrollo y mantenimiento de las aplicaciones. En muchos países en desarrollo no se imparten cursos universitarios de capacitación técnica de alto nivel y los directivos de las empresas no están familiarizados con las aplicaciones de la nueva tecnología. Por ello, se necesitan nuevos enfoques de gestión y control.
El Banco Mundial ha puesto de manifiesto la divergencia entre los países en lo que respecta a la infraestructura de las telecomunicaciones19. La diferencia del número de líneas entre los países desarrollados y los menos desarrollados ha cambiado poco en el pasado decenio y se prevé que esta gran divergencia se mantendrá hasta el próximo siglo. Se estima que se necesitarán otros 30 000 millones de dólares EE.UU. para evitar un nuevo deterioro. La fiabilidad del equipo de telecomunicaciones es también muy inferior en los países en desarrollo, en parte por la edad del mismo. La infraestructura de las telecomunicaciones requiere grandes inversiones anuales y muchos países en desarrollo hace ya mucho tiempo que no están invirtiendo suficientemente.
Debido al bajo número de abonados de los servicios de telecomunicaciones y a la escasa calidad de los servicios, es posible que los países en desarrollo tengan que buscar una organización e infraestructura de información a los clientes distinta de la actualmente introducida en los países desarrollados. Por ejemplo, los teléfonos celulares por radio tienen bajos costos de capital, y la política de competencia y de determinación de precios de Sri Lanka permite ofrecer servicios con uno de los costos más bajos del mundo, pero es posible que los usuarios sean demasiado pocos para la viabilidad de las aplicaciones rurales. La transmisión por satélite es un medio de radiodifusión eficaz en función de los costos, pero no cuando se trata de comunicación en doble sentido (especialmente en zonas rurales), ya que la transmisión terrestre resulta muy costosa. En las zonas montañosas remotas de la República Popular de China, la conexión entre regiones se hace mediante enlaces por microondas, en vez de por cable. Los gobiernos se han ocupado de facilitar los servicios de infraestructura (ferrocarriles, carreteras, electricidad, telecomunicaciones), pero las restricciones presupuestarias pueden obligarlos a limitarse a administrar las normas y alentar al sector privado a que desarrolle la infraestructura informática. Así está ocurriendo en muchos países en desarrollo y desarrollados, en la medida en que los sistemas de telecomunicación se están privatizando o se están abriendo a la competencia, lo que tiende a promover una mayor inversión e innovación y costos más bajos.
RECUADRO 4 El Servicio de extensión basado en la cooperación, de los Estados Unidos (United States Cooperative Extension Service), fue uno de los primeros usuarios de Internet que ofreció información a sus clientes. Ya en 1995, la mayor parte de los servicios de esta dependencia habían establecido su propia dirección en la World Wide Web (WWW). Estas direcciones constituyen un dispositivo de comunicación y de comercialización para el Servicio de extensión y, normalmente, indican los programas y servicios disponibles pero, en algunas ocasiones, facilitan también información de actualidad sobre los mercados. No está claro hasta qué punto se utiliza Internet como fuente de información para prestar servicios a los clientes. Gran parte del personal no tiene la debida preparación para utilizar estas nuevas tecnologías como fuente de información, y no se han llevado a cabo programas amplios de capacitación. Un ejemplo del uso de Internet es el proyecto conocido con el nombre de Ask an Expert («pregunta al experto»). Se trata de un programa informático elaborado por el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA) para permitir al Servicio de extensión establecer una comunicación eficaz con los clientes utilizando distintos instrumentos, como la WWW o el correo electrónico. Además del aspecto relacionado propiamente con la comunicación, este programa ofrece una base de datos con posibilidad de búsqueda en la que se incluyen las preguntas más habituales acompañadas de las respuestas ofrecidas por los expertos; se trata de una información básica que pueden consultar los usuarios que tratan de obtener respuestas sobre temas agrícolas utilizando Internet. El programa consta de tres fases. Primero, la pregunta llega a un programa de acceso especial que la introduce en una base de datos de preguntas pendientes de respuesta y la presenta a un grupo de expertos. Segundo, uno o varios de los expertos pueden decidir responder a la pregunta, pero si ninguno de ellos lo hace el sistema asigna automáticamente la pregunta al primer experto disponible. Finalmente, el conjunto de preguntas y repuestas puede ser consultado en su integridad o mediante búsquedas por cualquiera que tenga acceso a Internet. Ello permite a los expertos centrarse en nuevas preguntas en vez de repetir constantemente las mismas respuestas. El programa informático fue utilizado en directo durante dos exposiciones agrarias celebradas en Indiana en septiembre de 1995. Para ello, se seleccionó un grupo de especialistas en extensión del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos y de siete estados, que debían responder, en el plazo aproximado de media hora, a las preguntas formuladas por los visitantes de esas exposiciones. Si bien el experimento se consideró muy positivo, no está todavía claro si los especialistas en extensión estarían dispuestos a dedicar a ello el esfuerzo necesario y cómo podrían acreditárseles estas actividades en sus propias organizaciones. En un entorno normativo basado en la competencia, son bastante las posibilidades de que los países en desarrollo atraigan inversión extranjera al sector de la tecnología de la comunicación, lo que permitiría reducir los costos y aumentar la innovación. Así ha ocurrido en varios países como Argentina, Chile, Hungría, Jamaica, Malasia, México y Venezuela20. Es importante que los países en desarrollo aumenten su capacidad interna de producir nuevas aplicaciones de tecnología de la información. De lo contrario, serán importadores netos de información y de los programas pertinentes durante mucho tiempo y, sobre todo, es posible que gran parte de esas importaciones no respondan a la situación local. Por consiguiente, es imprescindible el establecimiento de una industria privada de programas informáticos en consonancia con las necesidades de información del mercado local. Son varias las experiencias coronadas por el éxito y numerosas las nuevas aplicaciones registradas en los países en desarrollo. Se estima que Taiwan (provincia de China) tiene más computadores por trabajador que Italia, a pesar de que sus ingresos per cápita son sólo la mitad. Es posible que en el año 2000 China tenga casi tantas líneas de teléfono como las que Estados Unidos tiene en la actualidad. Al final de 1995, unos 14 países de Africa tenían conexiones permanentes en tiempo real con Internet, y en 1996 la mayor parte de las capitales de Africa contarán con ese servicio. La compañía estadounidense de telecomunicaciones AT&T tiene el proyecto de instalar un cable de fibra óptica a lo largo de toda la línea costera de Africa (Africa One). Las obras comenzarán en 1999 y el proyecto mejorará enormemente las comunicaciones dentro del continente y a escala internacional. |
RECUADRO 5 El Departamento de Agricultura, Alimentación y Desarrollo Rural de la provincia canadiense de Alberta estableció, dentro del Proyecto Barley, un equipo encargado de suministrar información por medios electrónicos a 76 agricultores y abastecedores agrícolas en 13 distritos rurales de la provincia. El proyecto se refiere a la producción y ordenación de los cultivos, equipo y distribuidores de material agrícola, fertilidad de los suelos, riego, recolección y almacenamiento, comercialización, perspectivas del mercado, mercados y costos de producción, temas que representan una parte significativa de la información y servicios del Ministerio. El proyecto ofrece también acceso dirigido a otras informaciones contenidas en Internet, un foro de debate para los agricultores que participan en proyectos experimentales y acceso mediante correo electrónico tanto a los clientes como al personal del proyecto. El proyecto facilita unas 600 páginas (4 megabytes) de información electrónica sobre la producción y comercialización de cebada en Alberta. Además, se identifican y efectúan enlaces electrónicos con otras 165 direcciones de todo el mundo, que ofrecen acceso a casi 5 000 documentos. En distintos lugares de la provincia de Alberta se han seleccionado 14 oficinas («quioscos»), donde pueden acudir los clientes interesados en utilizar Internet. Unos 450 agricultores y agroindustrias utilizaron los quioscos y al menos otros tantos más trataron de utilizarlos pero no pudieron tener acceso en línea. Durante un período de tres meses, la dirección tuvo unas 4 800 visitas: 2 425 eran de Alberta (incluidas las de esos quioscos), 575 eran del personal y el resto (1 800) de otros lugares del mundo o de origen no identificado. Más del 90 por ciento de los usuarios iniciales continuaron utilizando Internet una vez concluido el experimento, aunque tuvieron que comenzar a pagar el servicio. Veían en ello un medio de comunicarse con especialistas. Los usuarios percibieron en este sistema una solución alternativa a la prestación de servicios especializados a través de oficinas. Productores y funcionarios apreciaron la iniciativa adoptada por el Departamento de Agricultura, Alimentación y Desarrollo Rural. Los productores (usuarios experimentales) se mostraron muy entusiastas a pesar de la escasa calidad que caracteriza muchas veces a los servicios de apoyo y el hecho de que el experimento se realizara durante la época de siembra. No obstante, los suministradores de información de primera línea consideraban que no estaban preparados para poner en marcha el proyecto. Los especialistas que elaboraron la información se mostraron complacidos por el esfuerzo realizado por su equipo y los progresos obtenidos, pero manifestaron su decepción por la falta de capacitación y apoyo tecnológico. El proyecto identificó varios factores para poder conseguir resultados en el futuro: facilitar apoyo tecnológico y capacitación adecuada al personal; incorporar al sistema personal del departamento, particularmente especialistas y científicos, y utilizar aquel para comunicarse con los productores; efectuar un cambio en el departamento en lo que respeta a la tecnología, para evitar seguir utilizando los antiguos sistemas; establecer un grupo de personas encargadas de poner en marcha el suministro electrónico de información y servicios; dar carácter oficial a los acuerdos de dotación de personal y de estructuración orgánica con respecto al proyecto; mantener la categoría y orientación del proyecto entre el personal del departamento, de manera que éste considere beneficiosa su participación en él; actualizar el contenido mediante grupos de debate y contribuciones de especialistas, en vez de dejar que el sistema se convierta en un «vertedero» de datos, y establecer relaciones de contacto con otros grupos. El sector agrícola de los países en desarrollo (e incluso en algunos países desarrollados) debe superar notables dificultades en sus esfuerzos por utilizar la nueva tecnología de la información. Ello se debe al hecho de que las zonas rurales no tienen los debidos servicios de infraestructura de las telecomunicaciones; cuentan con pocos usuarios, lo que limita el mercado de programas especializados, y el nivel de educación y de conocimientos técnicos de muchos productores es bajo. Los sectores de la agricultura en desarrollo de ingreso más bajo son los que acusan más gravemente estos problemas y, a pesar de los progresos que se están observando en los centros urbanos de los países en desarrollo, aplicaciones como los programas multimedia no podrán funcionar en el futuro inmediato. |
RECUADRO 6 El organismo de comercialización mexicano, Apoyos y Servicios a la Comercialización Agropecuaria (ASCERCA) utiliza el sistema nacional de televisión para ofrecer en todo el país información relativa a la comercialización de los productos agropecuarios. Los usuarios pueden encontrar en uno de los canales información económica y sobre el mercado de productos básicos, cualquiera que sea el lugar del país en que se encuentren. El sistema, denominado teletexto, es muy conocido entre los residentes agrícolas y rurales de México. Una encuesta reciente entre los productores puso de manifiesto un alto nivel de reconocimiento del sistema (70 por ciento). Se utiliza una tecnología ya existente y sencilla, para cuyo acceso los clientes no necesitan una infraestructura de comunicación con conexión permanente mediante cable. Además de información agrícola, el servicio ofrece otras informaciones económicas, por lo que el costo de prestación del mismo se distribuye entre varios sectores. No obstante, su utilización se ha visto limitada por el hecho de que se necesitan aparatos especiales de televisión y por la falta de promoción por parte de los fabricantes de televisores. |
Superar las diferencias entre los países desarrollados y en desarrollo. Muchas empresas del sector agrícola y de la alimentación de los países más desarrollados están adoptando la nueva tecnología de la información y disfrutando de una mayor productividad. Al mismo tiempo, las empresas del sector alimentario y agrícola de las economías menos desarrolladas sin acceso al necesario equipo de comunicación, programas informáticos o capacitación en tecnología de la información, corren el riesgo de rezagarse en esta nueva carrera tecnológica. Como consecuencia de la globalización de los mercados, la falta de acceso a los nuevos instrumentos que aumentan la productividad reduce sus posibilidades de competir. Es imprescindible que los ministerios de agricultura de los países en desarrollo se convenzan de la necesidad de garantizar el acceso universal y económico a la nueva tecnología, como medio de reducir este desfase tecnológico y poner en marcha un plan de desarrollo de los sectores agrícola y rural.
Superar los obstáculos infraestructurales. Uno de los principales obstáculos con que se encuentran los sectores agrícola y agroalimentario en todos los países es la falta de una infraestructura de comunicación en el sector rural y en las zonas remotas de cada país. Gran parte de las inversiones del sector privado se orientan hacia los centros urbanos, donde las distancias son limitadas, lo que garantiza una mayor probabilidad de recuperación de sus inversiones. Por término medio, los países menos desarrollados de bajos ingresos tienen unas tres líneas de teléfono por 1 000 habitantes, mientras que en los países desarrollados la cifra es de más de 400. Es fundamental que los productores de los sectores agrícola y rural de los países en desarrollo presionen a los gobiernos para que reduzcan los gastos de comunicación lo más posible y alienten la inversión encaminada a ampliar y modernizar el sector de las telecomunicaciones.
Es posible que los países en desarrollo tengan que adoptar planteamientos diferentes de los usados por los países desarrollados para la adopción de la tecnología de la información, especialmente en lugares donde hay muy pocas líneas de telecomunicación. Por ejemplo, puede resultar más conveniente crear centros de información de fácil acceso para los productores y los clientes de la industria agroalimentaria que estructurar la tecnología en torno al uso de computadores en todas las empresas.
Perfeccionamiento de los conocimientos técnicos y capacitación. El obstáculo más importante a la utilización eficaz de la tecnología de la información puede ser la falta de desarrollo suficiente del capital humano. El perfeccionamiento de los conocimientos técnicos requiere una variedad de planteamientos para las distintas aplicaciones. La capacitación técnica puede ser un proceso muy costoso si los usuarios no pueden utilizar fácilmente las nuevas técnicas aprendidas o si la capacitación no corresponde a la aplicación que se va a utilizar. La solución más eficaz en función de los costos puede ser el recurso a instituciones educativas o del sector privado.
Definir la función del gobierno. Es importante que los gobiernos formulen objetivos claramente definidos y perfilen su estrategia de tecnología de la información aplicada al sector de la agricultura. Los gobiernos pueden ofrecer una labor de liderazgo y realizar actividades que sirvan como modelo para la adopción de esta tecnología en el sector. Como el gobierno es un importante usuario de la tecnología de la información, puede influir decisivamente en el desarrollo y utilización de estas técnicas mediante sus adquisiciones de equipo y programas. Por otra parte, puede servir de ejemplo para el sector facilitando acceso a sus propios servicios, informaciones y programas. Puede también alentar el desarrollo y utilización de la tecnología mediante programas de asistencia e intercambio de información sobre los progresos más recientes.
En muchos países, los déficit presupuestarios o la competencia de otros objetivos por unos fondos de inversión escasos obligan a tomar decisiones basadas en prioridades gubernamentales escrupulosamente establecidas. Es fundamental que los planteamientos respondan a prioridades establecidas por los clientes.
Velar por la calidad del contenido de la información. La tecnología de la información permite ofrecer información y servicios en forma más accesible y eficaz y mejorar las comunicaciones. El contenido de la información debería estar actualizado y responder a las necesidades de los clientes. Si el contenido está superado o si no reúne los requisitos necesarios para suscitar el interés de los usuarios, éstos no tendrán incentivos en acceder a las aplicaciones informáticas.
Igualmente insatisfactorio es el exceso de información, sin relación con las necesidades de los clientes en el momento de tomar decisiones. Es preciso prestar más atención al desarrollo de aplicaciones que permitan filtrar los datos a fin de ofrecer la información justa en el momento oportuno para la toma de decisiones. Esta función se puede encomendar también a especialistas.
Establecimiento de contactos. Los gobiernos no pueden permitirse ser la única organización encargada de ofrecer información y servicios electrónicos al sector agrícola. Debe haber vínculos entre los departamentos y organismos gubernamentales, por un lado, y el sector privado, universidades y otras instituciones educativas, por el otro. De esa manera los clientes pueden disponer de un acceso único para todas esas fuentes de información, y conseguirlo con menor costo y con mayor calidad de la información y de los servicios. La agricultura debe conectarse con las infraestructuras y aplicaciones desarrolladas en otros sectores, por ejemplo el de la salud, como medio de acelerar los progresos y reducir los costos.
Pago de los usuarios. La información y los servicios correspondientes deben entenderse como un producto que puede tener un mercado activo. Este mercado permitiría a los participantes del sector privado desarrollar la infraestructura, programas y nuevos servicios que las autoridades y los clientes particulares desean recibir. Los proveedores de información y de servicios conexos deben considerarse en forma semejante a los que prestan servicios jurídicos, financieros o contables. Los gobiernos pueden examinar la posibilidad de introducir una forma de pago por parte de los usuarios a cambio de la información y los servicios, lo que permitiría a su vez ampliar determinados servicios al mismo tiempo que se percibirían señales del mercado sobre cuáles son los que revisten mayor importancia desde el punto de vista de los usuarios.
Los gobiernos y las organizaciones internacionales y el uso de la tecnología de la información
Formular una estrategia. Los gobiernos deben formular una estrategia nacional relativa al uso de la tecnología de la información que permita aumentar la productividad y las comunicaciones en el sector rural, y prestar a los clientes servicios de más calidad y con menor costo. Una estrategia bien definida necesita un calendario, recursos adicionales y una firme decisión de conseguir que funcione. Los ministerios agrícolas deben reconocer las oportunidades que ofrece la nueva tecnología de la información y adoptar iniciativas para aprovechar esos beneficios. Ello supone conseguir acceso a dicha tecnología con costos razonables para el sector de la agricultura y la alimentación. Dentro del gobierno será necesario realizar reformas normativas y de sistemas competitivos de determinación de precios en beneficio del sector rural.
Promover el perfeccionamiento de los conocimientos técnicos y la inversión de capital. Los gobiernos pueden desempeñar un papel importante en lo que respecta a los programas encaminados al perfeccionamiento de los conocimientos y la inversión de capital para la aplicación de la nueva tecnología de la información. Los gobiernos pueden entablar relaciones con las instituciones educativas y con los proveedores del sector privado. Es fundamental que se preste atención a los jóvenes. Los gobiernos deben alentar también el desarrollo tecnológico autóctono, bien en el sector público o en el privado, con el fin de evitar la depedencia de las importaciones. Con este fin pueden establecer un centro de intercambio de información sobre las nuevas aplicaciones, y promover normas comunes para conseguir que los sistemas sean mutuamente compatibles y se pueda intercambiar información con facilidad y evitar que los usuarios tengan que utilizar una variedad de sistemas.
Una nueva manera de proceder. Los gobiernos deben adoptar un planteamiento global para introducir la nueva tecnología de la información. Se requieren soluciones más complejas que el simple trasplante de sistemas del medio impreso a un entorno electrónico. Un elemento fundamental es el examen de todo el proceso y la comprensión de la forma en que los usuarios se adaptan al nuevo servicio. Los gobiernos podrán comenzar con medidas en pequeña escala, por ejemplo, con proyectos experimentales, a fin de obtener experiencia en el funcionamiento del sistema y recibir los oportunos comentarios de los clientes. El recurso a proyectos experimentales puede permitir un desarrollo de sistemas totales más eficaz y que encuentre mejor acogida entre los usuarios.
Alentar los servicios comerciales privados. Los gobiernos pueden contribuir indirectamente a introducir servicios comerciales privados (bancarios, jurídicos, de seguros, contabilidad, información) para los sectores agrícolas y rurales de la economía ofreciendo en forma electrónica a los clientes sus propios programas y servicios de información. Los servicios públicos y comerciales, una vez introducidos en las zonas rurales, se refuerzan mutuamente y alientan la adopción de la tecnología de la información, lo que permite contrarrestar el efecto de las distancias. Además,ésta puede ser una nueva fuente de empleo en las zonas rurales. Los gobiernos deberán establecer un entorno propicio para las telecomunicaciones, por ejemplo introduciendo tarifas bajas y una infraestructura adecuada a fin de alentar los servicios informáticos comerciales. El ritmo de adopción de esta tecnología es muy lento cuando los precios son excesivamente elevados: en comparación con los precios habituales en los Estados Unidos, el costo del modem es cuatro veces más alto en la India y el acceso al Internet 12 veces mayor.
Función de las instituciones internacionales de financiamiento. El financiamiento de las inversiones en nueva tecnología requiere, como condición previa, que las instituciones internacionales de financiamiento reconozcan los beneficios que pueden derivarse de las mismas. Se necesitan más análisis para demostrar que la adopción de la nueva tecnología tendría una elevada rentabilidad para el sector agrícola y para la economía en general. Es importante que los organismos internacionales y los países donantes contribuyan a fomentar las inversiones y los conocimientos técnicos en materia de información. El sector rural deberá garantizar que haya una infraestructura suficiente y con precios competitivos, a fin de que se pueda utilizar en él la nueva tecnología. Se ha de establecer un sólido plan comercial para las aplicaciones económicas, lo que facilitaría el financiamiento de los proyectos y programas de tecnología de la información.
Convencer a la opinión pública de las ventajas de la nueva tecnología. El cometido de organizaciones internacionales como la FAO puede ser el de convencer a la opinión pública de los beneficios que representa la adopción de la nueva tecnología de la información, por ejemplo, utilizando estas tecnologías y facilitando el acceso electrónico a su información y sus servicios, difundiendo electrónicamente datos e informes, organizando videoconferencias y celebrando foros interactivos. Los organismos internacionales pueden ayudar también a analizar las ventajas de la tecnología, especialmente en los sectores donde falta experiencia sobre la realización de dichos análisis y donde el uso de la tecnología informática está todavía en fase de desarrollo. Podrían también contribuir al establecimiento de un centro internacional de intercambio de aplicaciones y fuentes electrónicas de información, a la coordinación entre los gobiernos y organismos de ayuda y al perfeccionamiento de los conocimientos.
LA AMENAZA DE LA DESERTIFICACION
El término desertificación21 no designa el avance de los desiertos actuales sino la formación, expansión o intensificación de las extensiones degradadas de suelo y cubierta vegetal, en la mayoría de las ocasiones en los alrededores de centros urbanos y zonas rurales densamente pobladas, explotaciones agrícolas mal explotadas y pozos. La desertificación puede producirse en cualquier tipo de clima, pero las zonas más afectadas se encuentran en las regiones áridas, semiáridas y subhúmedas secas, conocidas globalmente con el nombre de tierras secas (aproximadamente el 30 por ciento de la superficie terrestre del planeta). Una parte significativa de las regiones de tierras secas está sometida desde hace tiempo a un proceso de degradación de sus recursos humanos y naturales durante largos períodos de sequía, hasta el punto de que esta degradación puede resultar irreversible. Ello ha provocado una serie de problemas económicos, ecológicos y sociales englobados dentro del término desertificación, concepto muy distinto del de los actuales desiertos y ecosistemas desérticos.
RECUADRO 7 Una aplicación de la tecnología de la información para resolver los problemas de la agricultura y la seguridad alimentaria es el Sistema mundial de información y alerta sobre la alimentación y la agricultura (SMIA). El SMIA es la única fuente internacional completa de datos y análisis sobre la situación actual y prevista de la oferta y demanda de alimentos en todos los países del mundo. Se estableció en 1975 a petición de la Conferencia de la FAO de 1973 y de la Conferencia Mundial de la Alimentación de 1974. Los principales objetivos del SMIA son supervisar en todo momento la situación de la oferta y la demanda de alimentos, en particular, la producción, consumo, reservas, importaciones y exportaciones, tomando como base las informaciones más actuales y exactas, e identificar los países que se encuentran en peligro inminente de escasez alimentaria y sus necesidades de urgencia. Emite alarmas no sólo sobre las situaciones de escasez alimentaria sino también sobre los excedentes excepcionales de alimentos. Facilita pronósticos sobre la producción, consumo, reservas, importaciones y exportaciones, necesidades y disponibilidad de ayuda alimentaria, necesidades de urgencia, compromisos de los donantes y envíos. Se tienen en cuenta todos los elementos que pueden repercutir en la oferta y la demanda de alimentos, en particular las condiciones meteorológicas, las enfermedades y plagas de animales y plantas, la situación de los pastos y tierras de cultivo, los problemas de transporte y almacenamiento y las políticas gubernamentales que repercuten en la producción, consumo, precios y comercio de los alimentos básicos, así como los fletes marítimos. El SMIA es administrado por el Servicio Mundial de Información y Alerta, de la Dirección de Productos Básicos y Comercio, de la FAO. El Sistema mantiene contactos periódicos con la mayor parte de las dependencias técnicas de la FAO, a fin de intercambiar informaciones, y es el centro de coordinación de las actividades de urgencia emprendidas por la Organización. Además, desde 1975 se han establecido vínculos institucionales y acuerdos de intercambio de información con 110 gobiernos, tres organizaciones regionales y más de 60 organizaciones no gubernamentales (ONG), que actúan en calidad de suministradoras y usuarias de la información. Colaboran también, ofreciendo información con carácter voluntario, numerosos institutos internacionales de investigación, servicios informativos y organizaciones del sector privado. Los principales usuarios del SMIA son los donantes de asistencia alimentaria, pero éstos desempeñan también un papel importante en lo que respecta al suministro de información y el apoyo al desarrollo del Sistema mismo. Los donantes bilaterales han prometido informar al SMIA sobre todos sus compromisos y entregas de ayuda alimentaria. El SMIA cuenta con una base de 20 años de estadísticas cronológicas, y los supervisores del SMIA en los países actualizan y analizan continuamente los datos relativos a la producción de alimentos, comercio, ayuda alimentaria, reservas, consumo y seguridad alimentaria en las distintas subdivisiones nacionales y la situación de los cultivos en todas las regiones y países del mundo. Se recopila información sobre los factores que podrían influir en la superficie sembrada y en los rendimientos. Un computador especializado facilita una gran variedad de operaciones de tratamiento de datos, que van desde la interpretación de las imágenes transmitidas por satélite hasta la estimación de las necesidades de importación de alimentos. La duración de la nube fría permite estimar la probabilidad de que se hayan producido precipitaciones significativas, mientras que el índice de vegetación sigue el crecimiento vegetativo durante toda una campaña para localizar la presencia de sequías. Igualmente, el SMIA supervisa los mercados alimentarios mundiales. Estima la oferta y demanda mundial de alimentos agregando la información obtenida en los distintos países, y analiza los precios de exportación del mercado mundial y los intercambios registrados en los principales mercados internacionales de cereales. El Sistema informa sobre los grandes acontecimientos registrados en los mercados y sobre las tendencias de fondo que explican las variables principales, advirtiendo cuando hay un riesgo de grandes subidas de los precios de los alimentos. A pesar de su alcance mundial, el seguimiento por países se concentra en el grupo de 82 países de bajos ingresos y con déficit de alimentos especialmente vulnerables. El principal objeto de atención de los análisis son los cereales, ya que la información sobre otros tipos de alimentos es sumamente incompleta, pero el Sistema está ampliando su cobertura de los alimentos básicos no cereales, en particular en los países donde constituyen una gran parte de la alimentación nacional. En algunos de los países más expuestos a la inseguridad alimentaria, donde muchas veces no se dispone de información fidedigna sobre estos temas, el SMIA envía misiones de evaluación rápida. Recientemente el SMIA ha intensificado su atención a la seguridad alimentaria en las distintas circunscripciones que componen cada país. Con este fin, se ha diseñado un instrumento informático para interpretar las interacciones complejas de las economías alimentarias locales y, al mismo tiempo, se ha avanzado en la preparación de mapas de riesgo por países en las regiones expuestas a situaciones de hambre. La rapidez y eficacia de las comunicaciones son un componente decisivo del Sistema. La tecnología informática ha permitido al SMIA agilizar la producción y difusión de informes. Las publicaciones periódicas del SMIA son Perspectivas alimentarias, cosechas y escaseces alimentarias, Food situation and crop prospects in Sub-Saharan Africa y Sahel report. Además, se publican anualmente unas 30 alertas e informes especiales. Las publicaciones del SMIA se ofrecen gratuitamente a todas las instituciones y personas interesadas. El Sistema responde también a consultas específicas. El SMIA ha invertido en comunicación electrónica para ampliar su audiencia y agilizar el proceso de difusión de la información. El material elaborado por el Sistema, incluidas sus publicaciones más recientes, puede consultarse ahora en el servidor WWW de Internet de la FAO. La información del SMIA se puede consultar también en los países francófonos en un servidor Minitel y a través del correo electrónico mediante el Réseau intertropical d'ordi-nateurs en Africa. Continúa la búsqueda de medidas innovadoras con el fin de mejorar la recopilación, elaboración y análisis de los datos más importantes relativos a la seguridad alimentaria. |
La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo (CNUMAD), celebrada en Rio de Janeiro, Brasil, en junio de 1992, negoció la siguiente definición: «Desertificación es la degradación de la tierra en zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas, como consecuencia de varios factores, en particular las variaciones climáticas y las actividades humanas22».
Los diversos procesos de degradación de la tierra no intervienen todos al mismo tiempo ni en el mismo lugar. Las relaciones entre clima, desertificación y sociedad son específicas de cada zona. Las diversas fases que dan lugar a la desertificación tienen carácter evolutivo, y no siempre son visibles (a escala local, es decir, para los agricultores y pastores). Por ello, su escala temporal es más bien diferente que la de otros fenómenos, como la sequía, y además su efecto se produce de forma ininterrumpida. A diferencia de los efectos visibles de la sequía, los procesos de desertificación no pueden detectarse en su integridad en las fases iniciales. Implican una destrucción progresiva del frágil equilibrio ecológico que ha permitido la aparición de la vida vegetal, humana y animal en estas regiones áridas, semiáridas y subhúmedas secas.
Los rasgos característicos de las tierras secas son precipitaciones escasas y muy variables, lo que da lugar a fuertes fluctuaciones en la producción de la biomasa y, por consiguiente, en la capacidad de la tierra de producir alimentos, forraje y biocombustibles. Los ecosistemas de tierras secas han demostrado gran resistencia y casi siempre logran recuperarse después de los períodos de sequía -siempre que no hayan sufrido prácticas de explotación claramente destructivas durante la fase seca-; incluso las tierras mal explotadas se pueden restablecer. Las prácticas tradicionales de aprovechamiento de la tierra en zonas secas están dictadas muchas veces por las circunstancias; los agricultores tradicionales de estas regiones tratan de extraer la máxima producción durante los buenos períodos y reducir las pérdidas durante las sequías. Una compleja serie de sistemas de producción hace posibles esas prácticas, caracterizadas muchas veces por la convivencia de la agricultura, la ganadería y la agrosilvicultura. Si se exceptúa la agricultura de regadío, los sistemas nuevos y más productivos no han conseguido hasta ahora demasiado éxito en las tierras secas.
Gran parte el carbono mundial está almacenado en los suelos y vegetación de las tierras secas. La desertificación influye en el intercambio del ciclo del carbono, y el agotamiento de éste contribuye al efecto invernadero. La repercusión de la actividad humana en las precipitaciones continúa siendo objeto de debate, pero entre los efectos que se producirán en el futuro deben incluirse considerables alteraciones en el volumen y regularidad de las precipitaciones, lo que influiría a su vez en todos los procesos de degradación de la tierra. En ausencia de grandes aumentos de las precipitaciones, la subida prevista de las temperaturas mundiales intensificará la evapotranspiración y, a la larga, provocará una mayor desertificación en las regiones áridas, semiáridas y subhúmedas.
El tipo de suelo contribuye de forma importante a la vulnerabilidad frente a los procesos de desertificación, especialmente como consecuencia de las actividades humanas (antropogénicas). Como todos los demás elementos que integran la cadena del ecosistema, el hombre condiciona esos procesos de desertificación, pero al mismo tiempo es condicionado por ellos en varias maneras. En algunas ocasiones, las prácticas humanas los han desencadenado y acelerado, además de multiplicar sus efectos. Las causas y consecuencias de la degradación de la tierra son especialmente agudas en los sectores más pobres de la población de los países en desarrollo, cuya actuación está impulsada muchas veces por la necesidad de responder a situaciones de emergencia mediante estrategias de supervivencia a corto plazo.
Alcance y causas de la desertificación
En las regiones áridas, semiáridas y subhúmedas secas, los procesos de desertificación están influenciados por la interacción entre densidad demográfica, condiciones económicas y factores locales específicos. La variación climática desempeña un papel menos significativo, al menos en las zonas subhúmedas secas, donde la degradación de la tierra es consecuencia sobre todo de la mala ordenación de los recursos. La degradación de la tierra de origen humano no es un fenómeno exclusivamente reciente; las referencias al elemento humano en el proceso de desertificación se remontan al decenio de 193023. La capacidad de carga de la tierra disminuye cuando la desertificación da lugar a un descenso sostenido de su productividad biológica. En muchos países, la combinación de estos factores constituye una grave amenaza para la seguridad alimentaria. La presión sobre la base de recursos naturales y su previsible sobreexplotación hacen pensar que los sistemas de subsistencia (y, en definitiva, la sobrevivencia) de algunas comunidades humanas están en peligro, y que es probable que se produzca una pérdida considerable de biodiversidad.
La superficie afectada, en mayor o menor medida, por el proceso de degradación de la tierra suma en todo el mundo casi 2 000 millones de hectáreas. En la Figura 6 se observa que, en términos absolutos, las zonas semiáridas y subhúmedas secas de Asia son las que están sometidas a un riesgo más grave, en lo que se refiere al total de la superficie, seguida de las zonas áridas de Asia y de las regiones áridas de Africa. En estas últimas se encuentran más de 70 millones de ha que pueden clasificarse como fuertemente degradadas, así como la mayor superficie de degradación extrema de los suelos (3,5 millones de ha). Aproximadamente el 70 por ciento de la totalidad de las tierras secas -más del 20 por ciento de la superficie terrestre mundial- ha sufrido ya hasta cierto punto un proceso de degradación.
Existen fuertes diferencias regionales en lo que respecta a las causas principales de desertificación en las zonas de tierras secas (Figura 6). Las actividades directamente relacionadas con la agricultura representan un factor significativo de degradación de la tierra en todas las regiones, con excepción de Australia, y en América del Norte constituyen no menos del 52 por ciento de las zonas áridas degradadas. Las más gravemente afectadas son el norte de México y las grandes llanuras y praderas de los Estados Unidos y el Canadá. Las actividades agrícolas contribuyen también en diversas maneras a la degradación de la tierra en las regiones en desarrollo. En el Africa subsahariana, pero también en otras regiones, el aumento de la producción agrícola y la disminución de los períodos de barbecho ha dado lugar, a largo plazo, a una exportación neta de nutrientes del suelo y una pérdida considerable de fertilidad del mismo. Durante los años ochenta, el desarrollo acelerado de los cultivos comerciales, estimulado muchas veces por la necesidad de restablecer los desequilibrios externos en el marco de los programas de ajuste estructural, provocó en muchos casos una reducción de los períodos de barbecho y la degradación de las tierras secas y algunas veces ha llegado a destruir la estructura de los suelos, cuando la mecanización ha recurrido a la utilización de maquinaria agrícola que ha demostrado ser insostenible en suelos frágiles. En los últimos años, los recortes en las subvenciones y créditos para la obtención de fertilizantes, en asociación con el proceso acelerado de liberalización del mercado, han reducido en algunos casos la capacidad de los agricultores de mejorar la productividad agrícola y contribuido a una ulterior expansión hacia tierras marginales.
La sobreexplotación de los bosques, otras zonas boscosas y árboles y arbustos es otro factor importante de degradación de la tierra. Asia, seguida de América Latina y el Caribe, tiene las cifras más altas de degradación de la tierra como consecuencia de la deforestación, que es la segunda causa más importante de desertificación, superada en estas zonas únicamente por el sobrepastoreo (Figura 6). La eliminación de la vegetación boscosa se realiza por lo general para ampliar la agricultura y las tierras de pasto, mientras que su sobreexplotación se debe sobre todo a la extracción de leña más allá de la capacidad regenerativa de los rodales y árboles, el sobrepastoreo y la quema repetida de arbustos. La cobertura forestal y vegetal son la fuente más importante de protección de la radiación solar. Si esa cubierta sufre daños parciales o completos o se elimina, cambiarán inevitablemente el albedo -reflectividad de la superficie terrestre-, la temperatura superficial y los niveles de evaporación. Según la intensidad de explotación, el grado específico de vulnerabilidad del suelo y la resistencia del ecosistema (capacidad de volver a su estado anterior después de una perturbación), ello puede dar lugar a su vez a la degradación de la tierra.
La desertificación es también resultado del sobrepastoreo de gramíneas, arbustos y plantas herbáceas. En la Figura 6 puede observarse que el sobrepastoreo explica la degradación de 678,7 millones de ha, más de una tercera parte del total de las tierras secas degradadas. Especialmente en el Africa oriental y en el Sahel, la elevada tasa de sobrecarga de ganado, que ha provocado una grave degradación de la tierra, se debe en parte a la tala de árboles en las tierras de pastos (lo que ha dado lugar a un menor contenido de forraje) y a la falta de ordenación de los hatos cuando la mejor atención veterinaria ha permitido reducir la mortalidad.
Estas causas de degradación de la tierra están vinculadas a dos fenómenos de alcance general: la expansión demográfica en un contexto de recursos de tierras limitados, y los problemas técnicos e institucionales relacionados con el aprovechamiento y propiedad de la tierra. La presión demográfica ha dado lugar a la sobreexplotación de los recursos madereros y a la crisis del abastecimiento de leña en el Africa subsahariana rural. La presión ejercida sobre la base de recursos locales hace que algunas prácticas agrícolas tradicionales, por ejemplo la agricultura migratoria, pierdan progresivamente viabilidad en algunas partes del mundo. Los planes de transmigración y sedentarización de los nómadas propuestos por algunos países con una distribución demográfica muy desigual no siempre han tenido debidamente en cuenta esos factores. La migración (especialmente, la estacional y anual) puede contribuir a una explotación insostenible de los árboles, que necesitan normalmente más tiempo para su regeneración, proceso natural que se ve gravemente dificultado si los colonos que efectúan la migración carecen de la experiencia necesaria y de información ambiental sobre su nuevo entorno. El problema se ha agravado durante el último decenio por la presencia de refugiados políticos y ambientales. De la misma manera, los sistemas de arrendamiento de la tierra pueden influir en los procesos de degradación de la mismas, si los agricultores que arriendan la tierra se ven obligados a explotarla al máximo mientras dure el contrato. Es posible que éstos no tengan demasiado interés en efectuar inversiones a largo plazo en esas tierras, mientras que los propietarios quizá estén ausentes la mayor parte del tiempo.
Las precipitaciones anuales y los coeficientes precipitaciones-evaporación son las variables microclimáticas más importantes que contribuyen al descenso de la capa freática, fenómeno asociado a la agricultura intensiva y al aprovechamiento de la tierra para fines urbanos y bioindustriales. La granulometría del suelo, la hidrología y el relieve fisiográfico desempeñan un papel decisivo en la erosión provocada por el viento y el agua. La erosión hidráulica afecta a casi la mitad del total de la superficie terrestre degradada en las regiones áridas. En Africa, ha provocado una fuerte degradación de más de 50 millones de ha de tierras secas; es también importante en el Asia meridional. La salinización, sodización y alcalinización de los suelos es un problema que puede agravarse por una mal explotación o planes de riego mal concebidos. En estudios realizados por la FAO se ha podido comprobar que más del 35 por ciento de los suelos africanos situados al norte del ecuador sufren los efectos de la salinización o la erosión. El deterioro de la superficie agrícola de regadío es algunas veces resultado del ascenso de la capa freática como consecuencia de un drenaje insuficiente o de exceso de riego.
Las crecientes presiones demográficas y la excesiva expansión humana hacia las tierras secas durante los largos períodos de lluvias dejan cada vez más desamparada a la población durante los períodos secos. La utilización de elementos fundamentales de la producción para usos alternativos (por ejemplo, tierras de pastoreo en la estación seca) mediante la introducción de cultivos de riego y de secano, así como el aprovechamiento para fines industriales y urbanos del agua a expensas de los productores agrícolas rurales, supone la ruptura de algunos eslabones de la cadena tradicional de producción que, si no se compensan debidamente, provocan el desmoronamiento de todo el sistema de producción. Al mismo tiempo, la pérdida de cohesión social (por ejemplo, la autoridad comunitaria y tribal) y de prácticas colectivas (como la transhumancia y el nomadismo) ha agravado la vulnerabilidad de la población de las tierras secas ante las variaciones climáticas.
Políticas para prevenir y combatir la desertificación
La lucha contra la desertificación es de alcance político, social y tecnológico. Tal colmo fue concebida por la Convención Internacional de Lucha contra la Desertificación, las repercusiones en materia de política varían de conformidad con los contextos geográficos y agroclimáticos concretos. No obstante, en muchas circunstancias un medio eficaz de reducir la presión sobre la tierra es el apoyo a la diversificación de los ingresos en las zonas rurales. Gracias a los ingresos no agrícolas, los hogares podrán emprender nuevas actividades, disponer del tiempo para dejar que las plantas perennes (que favorecen la rehabilitación de los suelos) alcancen plena madurez, y reducir las presiones que tratan de introducir la agricultura en tierras marginales ofreciendo recursos en efectivo para la compra de alimentos. Por ello, se facilita la intensificación del aprovechamiento de la tierra alentando la adopción de una nueva tecnología, que resulta una inversión menos arriesgada incluso en medios agroclimáticos inestables.
La intensificación de la agricultura continuará siendo una estrategia necesaria, pues, si no se puede invertir en recursos productivos, el crecimiento de la densidad demográfica conducirá a largo plazo a unos suelos empobrecidos y a un nivel de equilibrio bajo. La diversificación de los ingresos reduciría también la presión a que se ven actualmente sometidos los pastos excesivamente explotados, particularmente en las zonas donde hay una fuerte tendencia al «autoseguro» desarrollando la ganadería, frente al peligro de sequías y malas cosechas. No obstante, en muchos lugares de potencial relativamente bajo de desarrollo agrícola la ganadería ofrece una ventaja comparativa, y debe fomentarse como actividad complementaria (tanto en lo que respecta a los ingresos como a la producción) en las zonas de suelos no demasiado frágiles.
La diversificación de las fuentes de ingresos no agrícolas deberá ir acompañada de medidas que permitan aumentar la diversidad y el valor añadido de las actividades agrícolas. Deberán promoverse la pesca y la acuicultura, la apicultura y la elaboración de productos forestales no madereros en las zonas con suficiente infraestructura de comercialización y posibilidades de desarrollo. Las tecnologías innovadoras pueden tener importantes efectos adicionales si permiten la participación creciente de las familias rurales en medidas de conservación (reduciendo el tiempo y la energía necesarios para la producción de alimentos y otras tareas cotidianas).
RECUADRO 8 La Convención Internacional de Lucha contra la Desertificación fue redactada por el Comité Intergubernamental de Negociación (INCD), a petición urgente de la representación africana en la CNUMAD. Se aprobó en junio de 1994 y para el final de enero de 1996 fue firmada por 115 países, 25 de los cuales la han ratificado ya. La reunión del INCD de junio de 1994 permitió el establecimiento de dos grupos de trabajo y del comité plenario. Estos se reunieron de nuevo en agosto de 1995, y comenzaron los preparativos de la primera Conferencia de las Partes (prevista para finales de 1997). Se prevé que para el mes de septiembre de 1996 se haya resuelto ya el problema de los mecanismos de financiamiento multilateral y se pueda ratificar la Convención en la mayor parte de los países signatarios. En la Convención se reconocen, en particular, los siguientes elementos: El desafío que se ha presentado durante la fase provisional de la Convención ha sido el de aplicar la resolución sobre la acción urgente en favor de Africa, sin olvidar las iniciativas en otros países afectados. Malí es uno de los países que más rápidamente reaccionaron y pusieron en práctica un componente nacional de la acción urgente en favor de Africa, mediante la ratificación de la Convención de Lucha contra la Desertificación. En octubre de 1994 el Gobierno de Malí fusionó los procesos de planificación para el establecimiento de un Plan de acción nacional en favor del medio ambiente y la redacción del Plan de acción nacional de lucha contra la desertificación; estableció un organismo institucional encargado de los problemas del medio ambiente y la desertificación, en el que figura un comité interministerial con funciones políticas, un comité consultivo encargado de supervisar los aspectos técnicos y de orientar la labor técnica, y una secretaría permanente para coordinar la formulación del Programa de acción nacional sobre el medio ambiente y la desertificación; finalmente, se puso en contacto con el Gobierno de Alemania y la FAO para estudiar la posibilidad de recibir ayuda para la preparación del Programa. Gracias a esta ayuda, a la contribución del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y a la participación de expertos nacionales, el plan de acción de Malí se puso en práctica en enero de 1995. En él se prevé una primera fase de información y sensibilización sobre los problemas ambientales (en particular sobre la degradación de los recursos naturales); para tener en cuenta todos los factores pertientes, se ha organizado un proceso de diálogo con la población local y un mecamismo de consultores nacionales encargado de la presentación de informes. Este mecanismo de doble dirección, de recogida de información y sensibilización, culminó con la organización de un Foro nacional sobre el Programa de acción nacional en febrero-marzo de 1996. En él se examinaron y formularon propuestas específicas sobre los problemas principales de la conservación y rehabilitación de los recursos naturales, y algunos elementos de la posible actuación en ese sentido; los problemas planteados por la urbanización, el desarrollo industrial y la contaminación; los problemas institucionales y la necesidad de adoptar medidas sostenibles de protección ambiental y lucha contra la desertificación, y el proceso de planificación en el marco de la Convención, en particular la naturaleza de la participación nacional, la democratización, descentralización, desarrollo a nivel local y el compromiso total de los recursos nacionales humanos en todos los niveles. Con apoyo de la Sociedad Alemana de Cooperación Técnica (GTZ), la FAO, el PNUD y otros donantes, Malí ha iniciado desde marzo de 1996 la segunda fase de su iniciativa de programación. En esta se incluirá un programa nacional integrado que contiene un planteamiento estratégico, los objetivos y el contenido de las iniciativas nacionales, un conjunto detallado de programas nacionales y varios programas de desarrollo de zonas locales que se aplicarán en forma descentralizada (en las aldeas), bajo la dirección de las fuerzas e instituciones locales. El Programa incluirá las medidas jurídicas necesarias, reglamentos y acuerdos de financiamiento, en particular los orientados a movilizar los recursos locales y a encontrar mecanismos de financiamiento suficientes a nivel local. |
El combate contra la desertificación requiere una estrecha interacción entre los diversos agentes públicos y privados interesados en el aprovechamiento y ordenación de la tierra. Para poder adoptar planteamientos institucionales y administrativos basados en la colaboración se necesita un proceso descentralizado de toma de decisiones, en el que se prevean amplios mecanismos de intercambio de información. Es preciso delegar más autoridad a los miembros de las comunidades rurales, en particular las mujeres, muchas veces excluidas de estos procedimientos en la mayor parte de las zonas afectadas (excepto en regiones con tradición de elevada emigración masculina).
Una manera de conseguir un mayor compromiso de las comunidades locales es mejorar las condiciones sociales, lo que a su vez depende de la existencia de políticas nacionales e internacionales positivas. En el plano comunitario, la población debe obtener incentivos para participar en la preparación, ejecución y seguimiento de los programas. Las estrategias de ordenación de la tierra deben basarse en la formación de grupos de usuarios de agua o sistemas de rotación de riego, como ocurre en Asia meridional. Al mismo tiempo, los investigadores agrícolas deben buscar la manera de articular los sistemas de conocimientos de la población rural con sus propias investigaciones. De esa manera, se pueden examinar y clasificar por orden de prioridades los problemas existentes, lo que en último término debería dar lugar a estrategias y medidas de política adaptadas a cada localidad.
La revolución verde ha aumentado la seguridad alimentaria mundial, pero es preciso resolver algunos problemas de «segunda generación» vinculados a la tecnología de la agricultura intensiva. Con este fin se pueden examinar varias propuestas que no son necesariamente ni costosas ni complicadas. Pueden desarrollarse sistemas agrarios integrados mediante la introducción de cultivos madereros que hagan posible la aplicación de prácticas agroforestales. Los sistemas de cercado y de pastos de relevo hacen posible una explotación ecológicamente sostenible de las praderas dedicadas al ganado vacuno. Los equipos especiales de cultivo y de regeneración vegetal pueden rehabilitar los suelos y se pueden sembrar los cultivos sin desencadenar procesos de desertificación; los policultivos son más eficaces que los monocultivos para este tipo de tratamiento de los suelos. Cuando la regeneración vegetal de la tierra degradada es posible, deberá utilizarse el equipo adecuado para plantar árboles, arbustos y franjas de hierba para conseguir una ordenación de cuencas hidrográficas y conservación de suelos sostenible. Estas actividades no requieren necesariamente una gran concentración de capital. Las barreras formadas por franjas de vegetación constituyen algunas veces una mejor solución a los problemas de desertificación que los proyectos de ingeniería basados en la utilización de alta tecnología. Los diques, terrazas, alcantarillas y rompevientos permiten mejorar la calidad de la tierra en forma sostenible, especialmente en zonas en que los agricultores carecen de acceso al crédito.
Los aspectos jurídicos del aprovechamiento de la tierra deben ser también objeto de examen, ya que las formas de acceso a la tierra y los derechos sobre la misma suelen variar. Las comunidades que se sienten más seguras en esa posesión favorecen las iniciativas de planificación a largo plazo, y para promover una ordenación integrada de los recursos naturales conviene garantizar una explotación de la tierra a mediano plazo. Aunque la legislación sobre esta materia representa un problema complejo en muchos países, la importancia de la conservación de la tierra bastaría por sí sola para justificar una atención prioritaria por parte de las autoridades nacionales.
Un programa integrado de ordenación de tierras secas y de lucha contra la desertificación necesita cuantiosos recursos financieros. No obstante, la magnitud de los costos económicos, sociales y ambientales de la desertificación es imposible de cuantificar. Dejando de lado los factores no económicos, la pérdida económica a largo plazo que supone la degradación de la tierra (en función de los ingresos que se pierden anualmente) se ha calculado en 250 dólares EE.UU. por hectárea de tierra de regadío, 38 dólares por hectárea de tierra de cultivo de secano, y 7 dólares por hectárea de tierra de pastos; la pérdida anual total ascendería, por lo tanto, a 42 300 millones de dólares24. El mantenimiento de la calidad del suelo reviste importancia primordial, no sólo por las repercusiones directas en lo que se refiere a la productividad de la tierra, sino también porque si se degradan los suelos ocurrirá lo mismo con los ecosistemas de tierras secas e, incluso en los lugares donde la pérdida de fertilidad no es irreversible, a veces los suelos sólo pueden rehabilitarse con un costo muy elevado. También habría que tener en cuenta los costos en que se incurren si no se protegen los suelos. Es preciso que tanto la población directamente afectada como las instituciones interesadas en la ayuda al desarrollo sean conscientes de los costos que suponen las medidas de prevención y lucha contra la desertificación.
Conviene también hacer mención de los numerosos proyectos y actividades de las Naciones Unidas que se ocupan de este tema, en particular los estudios emprendidos por la FAO en colaboración con el Fondo de las Naciones Unidas para Actividades en Materia de Población (FNUAP) y el Instituto Internacional para el Análisis de Sistemas Aplicados (IIASA) sobre la estimación de las posibles capacidades de carga demográfica de las tierras de países en desarrollo. Para garantizar la seguridad alimentaria en el futuro es preciso determinar los umbrales críticos de densidad demográfica y reducir los riesgos de catástrofes climáticas y de otra naturaleza, así como la vulnerabilidad a los mismos. Es difícil supervisar los cambios de la calidad del suelo a lo largo del tiempo. Ello limita la capacidad de los investigadores de analizar los efectos secundarios negativos que las diversas tecnologías y políticas pueden tener en el medio ambiente. Los institutos de investigación agraria deben desarrollar un conjunto de indicadores de calidad de los suelos que garanticen la uniformidad internacional y la sostenibilidad financiera de la metodología de recopilación de datos. Los datos obtenidos con actividades de teledetección deben hacerse asequibles a través de bases de datos, como el Sistema mundial de información y alerta sobre la alimentación y la agricultura (SMIA), de la FAO. Algunos países (por ejemplo, Etiopía) disponen de un sistema de alerta temprana de la sequía y hambrunas.
Finalmente, dados los costos frecuentemente muy elevados de la rehabilitación de tierras ya degradadas, las autoridades deben hacer hincapié en las medidas y reglamentos que tratan de evitar esa degradación.
POLITICA DE SERVICIOS DE APOYO PARA EL DESARROLLO AGRICOLA
Servicios de apoyo a la agricultura en el sector del desarrollo
Las explotaciones agrícolas que producen para el mercado necesitan tres tipos de servicios de apoyo:
Los vínculos de concatenación regresiva comprenden los servicios relacionados con los insumos, como la siembra aérea de semillas para pastos, el desbroce de tierras, la distribución de cal y fertilizantes, las actividades de pulverización y la información técnica. Los vínculos progresivos abarcan los servicios relacionados con la producción, como la clasificación y envasado de los productos, el almacenamiento en frío, el transporte y la información sobre la comercialización. Como ejemplos de concatenación descendente cabría señalar los servicios contables y jurídicos, el asesoramiento sobre la gestión de las actividades económicas agrícolas y la planificación y capacitación.
En la medida en que el sistema agrícola adquiere mayor desarrollo, los servicios de apoyo que necesita presentan un alcance más diversificado y son de carácter más especializado. Para conseguir una agricultura altamente productiva se requiere la disponibilidad de una amplia gama de servicios de apoyo especializados, muchos de los cuales se pueden adquirir mediante contratos, en vez de ser realizados por la propia explotación. Así ocurre especialmente cuando la tecnología utilizada por el servicio está sometida a las economías vinculadas a la magnitud de las operaciones -por ejemplo, la pulverización y la siembra aéreas- o depende de técnicas o sistemas muy complejos de información, como la planificación fiscal y el cumplimiento de la legislación vigente. Estos servicios tan especializados son prestados cada vez más por el sector privado, mientras que la participación pública en ese terreno reviste menos importancia o incluso es totalmente inexistente. De hecho, los tipos de servicios de apoyo agrícola que están asociados a una agricultura más desarrollada se caracterizan por una necesidad de información especializada. «Información significa disponibilidad de datos con una significación y un objetivo. Para transformar los datos en información se requieren conocimientos. Y los conocimientos, por definición, son especializados25». La información de carácter general pierde importancia en la medida en que la agricultura se convierte en una actividad económica sumamente desarrollada. La información está cada vez más vinculada a las necesidades de cada explotación y, dado el volumen de datos brutos y semielaborados, los agricultores están dispuestos a pagar a quien pueda convertir estos datos en información que les permita mejorar el funcionamiento de su agroempresa.
Cuando el nivel de desarrollo es bajo, los servicios de apoyo disponibles son pocos, suelen estar mucho menos especializados y son competencia del sector público. El componente de información puede ser de aplicación más general, pero sigue siendo igual de importante. Por ejemplo, las ventas de fertilizantes y plaguicidas deben ir acompañadas de información imparcial sobre el uso rentable y seguro de los productos -seguro para el usuario y para el medio ambiente y el consumidor-. La adopción de tecnologías agrícolas más productivas que mejoren la rentabilidad agraria y reduzcan los precios de los alimentos es un elemento fundamental para el crecimiento económico. No obstante, el desarrollo agrícola se ve obstaculizado por la falta de servicios y la mala calidad de los disponibles, mientras que en los lugares donde la agricultura se caracteriza por su baja rentabilidad y productividad es difícil introducir servicios privados de apoyo, fiables y de buena calidad. Todo ello redunda en detrimento del desarrollo agrícola y de la economía rural. Por ello, son necesarios los servicios de investigación, extensión y capacitación. La información precisa y oportuna sobre la disponibilidad y precios de los insumos y los precios de la comercialización de los productos es decisiva para el desarrollo y funcionamiento regulares de mercados competitivos y la comercialización de la agricultura en pequeña escala. En un estudio de la FAO sobre la organización y gestión de los servicios agrícolas en favor de los pequeños agricultores de Asia se observa que una considerable proporción de las propiedades agrícolas son explotadas por pequeños agricultores, que dependen, en gran medida, de las políticas públicas y los servicios de apoyo estatales. El sistema de servicios de apoyo y el mecanismo de entrega de insumos son gestionados y administrados por diversos departamentos gubernamentales, órganos estatutarios, juntas y corporaciones, así como ONG26.
Las conclusiones principales del estudio son que las deficiencias en la prestación de servicios, por ejemplo, los relativos al suministro de insumos y compra de la producción, figuraban entre los mayores obstáculos al crecimiento de ésta. Una situación semejante se observa en gran parte del Africa subsahariana donde, a pesar de los programas de ajuste estructural que han dado cierto relieve a la prestación de servicios agrícolas por parte del sector privado, ha habido numerosos casos de retrasos en la entrega de fertilizantes, préstamos prometidos pero nunca desembolsados, imposibilidad de conseguir piezas de recambio para tractores y demora en los pagos de la producción comprada.
La falta de servicios públicos de apoyo a la agricultura ha sido objeto de investigación27. Los empleados públicos muchas veces carecen de incentivo para prestar los servicios con eficacia, especialmente en lo que respecta a los plazos. Los incentivos para ceder ante los intereses privados son fuertes, lo que da lugar al favoritismo y a la corrupción. La prestación pública de servicios que podrían ser ofrecidos por el sector privado puede sofocar el desarrollo de éste. La prestación de servicios públicos tiene una tendencia intrínseca a la ineficiencia, ya que está impulsada por la oferta y no por la demanda. Este último problema puede presentarse incluso en ausencia de los tres primeros, como ha ocurrido en varios casos en que se ha intentado introducir un sistema de cargo por servicio. Por ejemplo, durante el proceso de comercialización del Servicio de asesoramiento y desarrollo agrícola del Reino Unido, cuando se comenzó a cobrar por las prestaciones, el servicio cometió el error de desarrollar productos y luego tratar de venderlos, en vez de averiguar primero cuáles eran las necesidades del mercado y después desarrollar los productos para satisfacer esas necesidades28. Conviene señalar también que algunas entidades públicas están prestando servicios en forma muy satisfactoria; Roberts29 cita el ejemplo del Banco de Agricultura y Cooperativas Agrarias de Tailandia.
El problema de la prestación pública de servicios de apoyo a la agricultura está relacionado con la aplicación de las políticas y el papel desempeñado por el gobierno en la ejecución de sus propias políticas.
Desarrollo de los servicios de apoyo a la agricultura
El sector público frente al sector privado en la prestación de servicios de apoyo. Los argumentos económicos que aconsejan la prestación pública de servicios de apoyo a la agricultura que podrían ser ofrecidos por el sector privado (por ejemplo, entrega de fertilizantes, comercialización de la producción y crédito) se basan en el hecho de que en muchas economías en proceso de liberalización el sector privado continúa estando insuficientemente desarrollado en sectores decisivos. Por ello, los gobiernos se resisten a veces a que el sector público abandone algunas actividades que son de carácter fundamentalmente comercial, aun cuando su participación haya resultado ineficaz. Los riesgos asociados a las políticas y los de carácter comercial influyen en la disponibilidad del sector público a intervenir en este terreno, lo que quizá explique por qué en varios países africanos este sector privado es mucho más activo en la comercialización de los productos que en el suministro de fertilizantes. El problema se agrava por la elevada proporción de agricultores de semisubsistencia y baja productividad, la baja densidad demográfica y la falta de infraestructura.
Un planteamiento adoptado en Andhra Pradesh (India) consistió en establecer centros de servicio rural planificado con participación conjunta del sector público y privado, inicialmente con el fin de aumentar la productividad agraria y luego de ampliar sus servicios a fin de atender las demandas de bienes de consumo derivadas del aumento de los ingresos. En una investigación realizada sobre uno de dichos centros30, se ha comprobado que a lo largo del tiempo el sector privado amplió sus actividades llegando a prestar, en los sectores de la salud, transporte y distribución de fertilizantes, plaguicidas y maquinaria agrícola, servicios que competían con los prestados por los organismos gubernamentales. Este tipo de organización puede ser útil para crear la demanda de servicios que pueden llegar a ser suministrados con el tiempo por el sector privado. No obstante, conviene evitar que el gobierno cuente con el monopolio de la oferta o con subvenciones ocultas en sus operaciones comerciales; de lo contrario, el sector privado no podrá competir.
Donde no hay participación ni interés del sector privado, se puede establecer otro método de intervención de éste mediante la realización de proyectos, es decir, con asistencia financiera durante los primeros años hasta que el mercado esté lo bastante desarrollado para que se pueda interrumpir la ayuda. Ello implica el peligro de que dicha cooperación podría convertirse en un monopolio más, administrado por el gobierno y caracterizado por su ineficiencia, por lo que la fase del proyecto debe elaborarse con cuidado para garantizar la aplicación de los principios y prácticas comerciales. Un éxito notable conseguido con este sistema es el del Grameen Bank de Bangladesh31. Un aspecto que deben tener presente los gobiernos de países cuyas instituciones privadas son muy débiles o inexistentes es si, dadas las limitaciones presupuestarias, los escasos fondos disponibles deberán utilizarse para apoyar directamente a la agricultura o para respaldar el desarrollo global de la economía rural, lo cual beneficiará también a los agricultores. La inversión en instituciones rurales, como forma de infraestructura «social» puede ser tan importante como la inversión en infraestructura «física», como los caminos rurales.
Los argumentos en favor de la prestación gubernamental de algunos otros tipos de servicios de apoyo, como las actividades de extensión pero también las de investigación y capacitación, se basan en una serie de convicciones: los beneficios sociales de esos servicios compensan los beneficios privados y, por ello, la prestación del servicio privado será menor de la que sería socialmente deseable; la información de carácter general es un bien público, con las características propias de estos bienes -ausencia de rivalidad en el consumo y de exclusión en el suministro-, lo que significa que es imposible recuperar el costo de suministro y, en consecuencia, el sector privado es totalmente incapaz de ofrecer este servicio. La disponibilidad de determinados tipos de información de carácter público redunda en beneficio de toda la sociedad; en cierto sentido, es un error suponer que los agricultores, ricos y pobres, deban pagar por algo de importancia tan básica para el desarrollo agrícola y la seguridad alimentaria nacional.
Es preciso distinguir entre quienes pagan por la prestación del servicio y quienes lo prestan; por ello, aunque quizá haya motivos económicos para afirmar que el sector privado no prestará nunca un nivel suficiente de algunos de esos servicios, eso no quiere decir que tales servicios no puedan ser ofrecidos al menos en parte a través de dicho sector. Esta diferencia es patente en la medida en que se pone en tela de juicio el papel tradicional de los departamentos gubernamentales en cuanto organismos de asesoramiento y de aplicación de las políticas. En muchos países, se han realizado intentos de superar los problemas observados en la prestación de los servicios públicos instituyendo mercados y disciplinas comerciales para el suministro de bienes y servicios de producción estatal, o haciendo que el sector público abandone por completo la prestación de servicios32. En el Reino Unido, por ejemplo, la prestación de servicios de asesoramiento sobre la agricultura está totalmente comercializada y se ha privatizado la antigua Junta de Capacitación Agraria; en Nueva Zelandia, las funciones científicas del ministerio de agricultura se han transferido a nueve institutos de investigación creados recientemente y el servicio de extensión se ha vendido a una empresa privada; China ha creado compañías de servicios técnicos agrícolas y ha introducido un plan de responsabilidad de la tecnología agrícola que vincula la remuneración del personal de extensión a la eficacia de los servicios que ofrecen33; Chile interrumpió la prestación de servicios públicos de extensión a los medianos y grandes agricultores e introdujo dos nuevos servicios que subcontrató al sector privado para diferentes partes del sector de pequeños propietarios, con un mecanismo parcial de distribución de costos entre el Gobierno y los agricultores34; en México, los servicios de extensión se han subcontratado a consultores privados y la proporción pagada por los agricultores está relacionada con su capacidad de pago35; en algunos países, los extensionistas públicos aumentan sus bajos salarios vendiendo sus conocimientos especializados incluso a los agricultores más pobres (por ejemplo, en Sierra Leona), llegando a acuerdos de aparcería (por ejemplo, en el Ecuador) o actuando como vendedores o agentes de demostración para empresas privadas de suministro de insumos (por ejemplo, en Asia sudoriental)36; finalmente, se está generalizando la recuperación parcial de costos mediante sistemas de cuotas por servicio. A la hora de evaluar hasta qué punto han sido eficaces estas iniciativas, un elemento decisivo es el criterio de ejecución y de eficacia elegido y utilizado en la valoración. Por ejemplo, en muchos casos es posible que se hayan reducido los costos presupuestarios, pero lo mismo ha ocurrido con la magnitud del grupo destinatario. Sería útil evaluar los cambios ocurridos en el sistema de ejecución de políticas desde el punto de vista de su eficacia, equidad y aplicabilidad en comparación con los objetivos declarados de política37.
La primera decisión de política que un gobierno debe tomar es la referente al financiamiento y cobertura de la prestación pública de los servicios de apoyo a la agricultura. ¿Cuáles son los objetivos de política de la prestación de servicios de apoyo? ¿Qué servicios de apoyo a la agricultura quiere financiar el gobierno? ¿Desea financiarlos en su totalidad, recuperar parte del costo general o la totalidad del mismo en el caso de servicios específicos? ¿Quiere establecer distinciones, en lo que respecta a la cobertura y cobro, entre los agricultores de distintos niveles de ingreso? El financiamiento público de quienes prestan los servicios ¿debe encauzarse directamente a éstos, o los agricultores podrían recibir, por ejemplo, un «bono de extensión» que les permita adquirir estos servicios hasta un determinado valor, teniendo libertad para elegir al extensionista que deseen? Un elemento importante que se debe tener en cuenta en todo debate sobre el sistema de cobros es si el gobierno está dispuesto a permitir que el ministerio de agricultura establezca centros de costos independientes, con régimen de contabilidad autónomo; en caso contrario, los ingresos generados mediante la recuperación de costos de la prestación de servicios se destinará al fondo, y no al ministerio de agricultura, que por consiguiente no tendrá incentivos para emprender dicho plan.
La segunda decisión de política se refiere a la forma en que se deben prestar estos servicios. ¿Deberán ser prestados por un departamento gubernamental, una universidad o instituto de investigación, un organismo público autónomo, agentes del sector privado, organismos internacionales, ONG o una combinación de diversos entes? ¿Deberán utilizarse distintos mecanismos de prestación? ¿Cómo se puede facultar al sector privado para que adquiera los conocimientos técnicos y la capacidad de encargarse de prestar determinados servicios, liberando así recursos del sector público? ¿Qué dotación de personal se debe dar a los departamentos gubernamentales pertinentes, y cómo se deben organizar éstos para que puedan prestar servicios de apoyo en forma eficiente? ¿Cuáles son las ventajas y desventajas de los distintos proveedores de servicios? ¿Cuáles son los requisitos que debe reunir el entorno general de políticas para conseguir una ejecución eficaz de las mismas?
El problema de la prestación de servicios no consiste simplemente en optar por el sector público o el privado, sino más bien en asignar a cada uno las funciones más adecuadas teniendo en cuenta las circunstancias existentes.
Información: algunos problemas especiales. Un aspecto de la prestación de servicios de apoyo a la agricultura que plantea problemas es el de la información. Se ha mantenido que la información es un bien público que no implica rivalidad en el consumo, lo que significa que el consumo de una persona no reduce el monto disponible para todos los demás y no implica una exclusión del suministro: no se puede negar a nadie el acceso a ese bien una vez que se ha suministrado. Como ejemplos de bienes públicos puros cabe citar el aire descontaminado y la defensa. Las características de un bien público son tales que la cantidad del mismo ofrecida por el mercado será menor de la que sería socialmente deseable, porque la imposibilidad de excluir a los consumidores elimina la posibilidad de recuperar todos los costos de prestación. La información es, evidentemente, un producto que no implica rivalidad en el consumo, pero no es necesariamente no excluible en lo que se refiere a su prestación. En la medida en que la información materializada en los servicios de apoyo a la agricultura resulta muy específica en función del tiempo y del lugar, se convierte también en un bien privado que el sector privado está interesado en suministrar, como demuestra la creciente complejidad de esos servicios de apoyo. Los progresos de la tecnología de la información han facilitado la exclusión de quienes no están dispuestos a pagar (por ejemplo, la televisión por cable), pero también han abaratado y facilitado la difusión generalizada de datos (por ejemplo, Internet).
El problema que se plantea a los gobiernos no es tanto el de la información en cuanto bien público sino el de garantizar que la información que se considera como un bien público sea realmente de dominio general. Ello repercute en la forma en que se lleva a cabo la investigación en cuanto servicio de apoyo a la agricultura. La investigación debe desempeñar un papel decisivo en el desarrollo agrario y en la seguridad almentaria a largo plazo, razón por la cual los gobiernos deben tener una política y una estrategia de largo alcance para el financiamiento y realización de actividades de investigación relacionadas con la agricultura. Si los gobiernos desean garantizar que los resultados de la investigación sean de dominio público, deberán estudiar cómo se llevan a cabo todas las posibles medidas de privatización o comercialización de los institutos y las actividades de investigación.
La calidad de la investigación depende de la independencia de los investigadores, en lo que respecta a su metodología científica y a sus opiniones. Se requiere también independencia para garantizar la fiabilidad de los datos de los que dependen los resultados de la investigación. La independencia de la organización encargada de la recopilación de los datos es necesaria con respecto de los datos financieros, como la información contable sobre la agricultura. En estos ámbitos estrictamente científicos no deberá haber injerencia de los gobiernos, organizaciones gubernamentales ni terceras partes con intereses (incluidos los intereses comerciales) en los resultados. Por ejemplo, los políticos pueden desear influir en la presentación de la investigación científica de manera que las conclusiones apoyen una determinada línea de política, pero los gobiernos deben velar por que en todo programa de investigación respaldada por el Estado se tengan en cuenta las necesidades y prioridades de la sociedad.
Ello no quiere decir que los institutos de investigación agraria deban depender por completo del ministerio de agricultura ni en su financiamiento ni en la programación de sus investigaciones. Tampoco significa que haya que negar toda intervención del sector privado y otras instituciones. No obstante, el gobierno debe procurar que se lleven a cabo las investigaciones necesarias para reforzar la aplicación y evaluación de las políticas y que la información generada por la investigación que pueda redundar en bien de la sociedad llegue hasta quienes puedan beneficiarse de ella. Entre las alternativas al total financiamiento público de los institutos de investigación cabría señalar el financiamiento necesario para asegurar el funcionamiento de un determinado instituto, junto con una suma única para la prestación de asesoramiento sobre políticas específicas y para la realización de actividades periódicas, como la preparación de informes anuales. Los proyectos de investigación a corto o largo plazo podrían financiarse mediante acuerdos contractuales, para lo cual el gobierno podría buscar cofinanciamiento. Los recursos de los institutos de investigación pueden completarse con los de otras instituciones, como las universidades, y el Servicio internacional para la investigación agrícola nacional (ISNAR) está preparando un proyecto cuyo objetivo es incrementar la participación de las universidades en los sistemas nacionales de investigación agrícola38. También están interviniendo las instituciones internacionales de investigación de la red del Grupo Consultivo sobre Investigación Agrícola Internacional (GCIAI). Las organizaciones del sector privado pueden reunir también las condiciones para realizar determinados tipos de investigación.
La transferencia de información no es un proceso en una sola dirección. La información debe regresar de los agricultores a quienes se prestan servicios de asesoramiento agrícola y a los extensionistas, y de ellos a los investigadores. Sólo así los responsables de los servicios están en condiciones de adaptar sus productos a la demanda. El gobierno necesita también información a fin de que las medidas adoptadas sobre los servicios de apoyo estén basadas en una comprensión acertada de lo que está ocurriendo en las explotaciones agrícolas. Cualquiera que sea la combinación de organismos públicos y privados elegida para la aplicación de las políticas, es preciso salvaguardar estas corrientes de información.
Los gobiernos deben adoptar una política a largo plazo para todo el sistema de información agrícola, que deberá realizarse mediante una estrategia a medio plazo para la prestación de los servicios afines de apoyo, entre los que se incluyen la investigación básica y con fines de adaptación, los servicios de asesoramiento en relación con los problemas técnicos (agrícolas y ambientales) y económicos (precios y comercialización) y con la gestión de las agroindustrias, y capacitación y enseñanza agraria, incluida la capacitación para facilitar la prestación de servicios de apoyo por el sector privado.
Secuencia de los cambios en la prestación de servicios de apoyo a la agricultura. Además de aclarar cuáles son las funciones que competen a los sectores público y privado, es necesario determinar cómo se deben gestionar los grandes cambios en esas funciones. El orden cronológico de los mismos, conforme el sector público abandona la prestación de servicios o comercializa la prestación de sus propios servicios, reviste gran importancia y debe apoyarse con iniciativas de los organismos donantes y las ONG. Por ejemplo, no favorece el desarrollo de los abastecedores privados de fertilizantes el que los donantes suministren fertilizantes como ayuda a organismos públicos de comercialización que luego se los ofrecen a los agricultores a precios inferiores a los de costo.
El problema de la secuencia de esos cambios ha merecido atención en el contexto de los países sometidos a programas de ajuste estructural, y presenta casi la misma importancia en los países en transición de la planificación centralizada a la economía de mercado. Este proceso de transición implica cambios en la forma en que se ofrecen los servicios de apoyo. Por ejemplo, las grandes explotaciones colectivas o estatales podían contratar a especialistas para dar asesoramiento sobre las actividades ganaderas y agrícolas, cosa que no podían hacer las pequeñas explotaciones. Una vez conseguida la transformación estructural de la agricultura, la siguiente fase de reformas es la prestación de asesoramiento técnico a los nuevos pequeños agricultores. La transición puede requerir también la prestación de servicios nuevos para facilitar el desarrollo de los mercados, por ejemplo, asesoramiento sobre la gestión de las agroindustrias y el establecimiento de medios de información sobre la ubicación y los precios del mercado. En estos casos, no hay demanda previa, ya que se trata de servicios que anteriormente no eran necesarios, y los nuevos servicios de apoyo únicamente se pueden introducir una vez que se han liberalizado los principales mercados. En la ordenación cronológica de las reformas del sector agrario, es preciso planificar la prestación de ambos tipos de servicio de apoyo.
Un ejemplo de ordenación cronológica de las reformas de política es el establecimiento de un sistema de información sobre el mercado en Albania. Como consecuencia de políticas fiscales restrictivas, el Gobierno tuvo que reducir rápidamente el sector público, particularmente en lo que se refiere a las actividades agrícolas, en un momento en que la economía de mercado estaba todavía muy poco desarrollada. No obstante, se había privatizado la agricultura y se había liberalizado la comercialización de sus productos, por lo que fue posible ordenar cronológicamente una serie de medidas de política que respaldarían el desarrollo del mercado con escaso costo para el Gobierno:
«Lo que no había en Albania era un servicio de información pública sobre los precios agrícolas al por menor en los distintos mercados del país. Esta fue la razón por la que se estableció un servicio de información sobre el mercado orientado principalmente al sector agrícola, en particular a los agricultores, lo que permitió tomar decisiones sobre la producción, distribución y comercialización de los distintos productos. (...) Otras funciones que el servicio de información sobre el mercado puede facilitar son las siguientes:
La recopilación y difusión de datos se realizan en forma oportuna y todo el sistema está orientado a atender las necesidades de los usuarios. La respuesta ha sido buena, y nuevos usuarios con necesidades especializadas están comenzando a ponerse en contacto con la oficina de comercialización del Ministerio de Agricultura y Alimentación. En el sector agrícola hay un conocimiento cada vez mayor sobre la forma en que se puede utilizar la información sobre los precios del mercado40.
La concatenación cronológica de los cambios de política es también importante en las economías desarrollados. Ya se ha hecho mención de la comercialización de los servicios de asesoramiento en el Reino Unido. Esta medida fue en realidad un proceso cuidadosamente planificado que se aplicó gradualmente a lo largo de diez años, con revisiones periódicas. El nuevo mecanismo de cobro puede aplicarse en forma mucho más amplia en la medida en que aumenta el número de países que intentan introducir alguna forma de cobro por los servicios. Inicialmente, los objetivos de costo se introdujeron en forma de objetivos de ingreso:
«Dada la existencia de objetivos de ingreso únicamente, se observó una tendencia inicial del personal a buscar y aceptar cualquier tarea, por pequeña que fuera. En consecuencia, el Servicio acumuló rápidamente una gran base de clientes que pagaban pequeñas sumas por actividades que requerían la prestación de servicios costosos. Al mismo tiempo, debido a la larga tradición de las actividades de extensión, y al deseo de ser útil a los agricultores, no se prestó la debida atención a buscar cierto equilibrio entre el tiempo dedicado a la prestación del servicio y la tarifa negociada. Ello provocó una considerable sobreprestación de servicios. [Dada la existencia de objetivos de ingreso] no se hizo debidamente hincapié en la determinación del costo de las tareas concretas. Por otro lado, los sistemas disponibles no estaban demasiado preparados para hacer esas evaluaciones... El cambio a objetivos formulados en términos de recuperación de costos, y no exclusivamente de ingreso, fue significativo. Tuvo como consecuencia una importante remodelación de la planificación de las operaciones por parte del ADAS; los costos fueron objeto de atenta consideración, y el servicio tuvo mucho más en cuenta el tipo de trabajo realizado41».
Todos los países deben planificar la forma de conseguir la prestación de los servicios de apoyo a la agricultura necesarios para el desarrollo del sector. Para ello, se requiere información sobre los servicios que se están ofreciendo ya, especificando si si ciñen a las necesidades; capacidades del sector público y privado para prestar los servicios en forma eficaz y equitativa; capacidad de los agricultores para pagar los diferentes tipos de servicios, y servicios esenciales cuya prestación deba garantizar el Estado en defensa de sus propios intereses a largo plazo. La consecución de toda esta información es un procedimiento que requiere considerables recursos y en el que podrían colaborar los organismos internacionales.
2 Comisión Mundial sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo. 1987. Our common future. Oxford, Reino Unido. Oxford University Press.
3 Naciones Unidas. 1994. World urbanization prospects, 1994. Nueva York.
4 L. Mougeot. 1994. Cities feeding people: an examination of urban agriculture in East Africa. Centro internacional de investigación para el desarrollo (CIID). Ottawa, Canadá.
5 I. Wade. 1987. Community food production in cities of the developing nations. Food and Nutrition Bulletin, 9(2).
6 Y. Yeung. 1988. Examples uf urban agriculture in Asia. Food and Nutrition Bulletin, 9(2).
7 G.W. Skinner. 1981. Vegetable supply and marketing in Chinese cities. En Plucknett y Beemer, eds. Vegetable farming systems in China. Boulder, Col., Estados Unidos, Westview Press.
8 CIID. 1995. Agriculture technology notes. Ottawa, Canadá.
9 P. Gutman. 1987. Urban agriculture: the potential and limitations of an urban self-reliance strategy. Food and Nutrition Bulletin, 9(2).
10 Véase Mougeot, op. cit., nota 4.
11 J. Smit y A. Ratta. 1995. Urban agriculture: neglected resource for food, jobs and sustainable cities. UNDP Urban Agriculture Network. (Inédito.)
12 K. Helmore y A. Ratta. 1995. The surprising yields of urban agriculture. En PNUD. Choices. Nueva York.
13 Gutman, op. cit., nota 9, pág. 47.
14 Smit y Ratta, op. cit., nota 11, pág. 47.
15 CIID, op. cit., nota 8, pág. 46.
16 E.J. Carter. 1994. The potential of urban forestry in developing countries: a concept paper. Departamento de Montes. FAO. Roma.
17 Por tecnología de la información se entienden los procesos avanzados de información y comunicación llevados a cabo por empresas que transmiten datos electrónicos, incluidas la televisión por cable y por satélite, la radio tradicional y digital, los CD Rom, el teléfono de banda ancha, de banda estrecha y sin hilos (por ejemplo, celular) y las redes informáticas de área local (LAN) y de amplio alcance (WAN), con inclusión de Internet. Por aplicaciones de tecnología de la información se entienden los programas informáticos y los datos, textos e información audiovisual suministrados a través de esa tecnología.
18 El aumento de la eficiencia o el progreso de la productividad como consecuencia de la tecnología de la información es resultado de la mayor disponibilidad, calidad y oportunidad de la información y de las mayores posibilidades de comunicación en doble sentido que permiten introducir cambios organizativos en toda la empresa o actividad económica y aumentar la producción utilizando los mismos recursos e incluso menos.
19 Los países de ingresos más bajos tenían, por término medio, sólo tres líneas de teléfono disponibles por cada 1 000 residentes e incluso los países con desarrollo moderado disponían únicamente de 45 líneas (datos de 1990). En cambio, los países desarrollos tenían 442 líneas. Al mismo tiempo, el número de averías registradas en cada línea principal de teléfono es cinco veces mayor en los países de ingresos más bajos que en los de ingresos más elevados. Banco Mundial. 1994. Informe sobre el desarrollo mundial 1994 (Cuadro 32), Washington, D.C.
20 Banco Mundial. 1994. Informe sobre el desarrollo mundial 1994. Pág. 67, Washington, D.C.
Fuente: Informe del Departamento de Agricultura, Alimentación y Desarrollo de Alberta sobre el Proyecto Barley, en el que se recogen los datos contenidos en un informe de evaluación de Price Waterhouse.
21 Este término fue empleado por A. Aubreville en Climats, forêts et désertification de l'Afrique tropicale. Société d'Editions Géographiques, Maritimes et Coloniales, París, 1949. Generalmente, este término no se refiere al movimiento de masas de arena móviles, que si bien es un fenómeno real se estima que representa sólo el 10 por ciento de todo el proceso. El límite meridional del Sahara, por ejemplo, se ha ampliado o contraído según las variaciones anuales de las precipitaciones; se necesitan series cronológicas más largas para determinar la tendencia.
22 En 1990, una reunión consultiva especial de expertos (convocada por las Naciones Unidas) llegó a la conclusión de que no hay razón alguna para distinguir entre desertificación y degradación de la tierra en las regiones de tierras secas, ya que lo único que se consigue con ello es una mayor confusión. En estas páginas, se utilizan ambos términos indistintamente; la descripción de la CNUMAD se utiliza como definición de trabajo.
23 Véase E.P. Stebbing. 1938. The man-made desert in Africa, Journal of the Royal African Society, 36.
24 A precios de 1990. Véase H. Dregne, M. Kassas y B. Rozanov. 1991. A new assessment of the world status of desertification. Desertification Control Bulletin, 20: 6-18. La CNUMAD (1992) ha estimado el costo de un programa mundial de lucha contra la desertificación entre 1993 y el año 2000 en un total de 8 730 millones de dólares anuales (excluidos los programas de desarrollo nacional, de los que debería formar realmente parte).
25 P.F. Drucker. 1990. The new realities. Londres, Mandarin.
26 A. Salehuddin y R. Shafiqur. 1991. Organization and management of agricultural services for small farmers in Asia. Roma, FAO y Dhaka, Centro de desarrollo rural integrado para Asia y el Pacífico.
27 R.A.J. Roberts. 1995. Agricultural services: their role in development. Documento presentado en la Agricultural Economics Society Conference, Universidad de Cambridge, Reino Unido, marzo de 1995.
28 R.J. Dancey. 1993. The evolution of agricultural extension in England and Wales. Journal of Agricultural Economics, 44(3): 375-393.
29 Roberts, op. cit., nota 27.
30 S. Wanmali. 1993. Service provision and rural development in India: a study of Miryalguda Taluka. Instituto Internacional de Investigaciones sobre Políticas Alimentarias (IIPA), Research Report No. 37. Washington, D.C., IIPA.
31 Este banco surgió como parte de un proyecto de investigación y acción iniciado en 1976 para otorgar crédito a la población rural pobre. En la actualidad, es una institución financiera establecida por orden gubernamental, con una excelente tasa de recuperación de préstamos y especial atención a los grupos más pobres de la sociedad. Puede verse una explicación de su concepción y una evaluación de sus actividades durante los diez primeros años en M. Hossain. 1988. Credit for alleviation of rural poverty: the Grameen Bank in Bangladesh. IIPA, Research Report No. 65. IIPA, en colaboración con el Instituto de Estudios de Desarrollo de Bangladesh; y P.S. Jain. 1996. Managing credit for the rural poor: lessons from the Grameen Bank. World Development, 24(1): 79-89.
32 F. Sandiford y G.E. Rossmiller. 1996. Many a slip: studying policy delivery systems. Documento presentado en la Agricultural Economics Society Conference, Universidad de Newcastle-upon-Tyne, Reino Unido, 27-30 de marzo de 1996.
33 D.L. Umali y L. Schwartz. 1994. Public and private agricultural extension: beyond traditional frontiers. World Bank Discussion Paper No. 236. Washington, D.C., Banco Mundial.
34 Ibid.
35 Ibid.
36 Ibid.
37 Para la evaluación de los sistemas de aplicación de políticas, véase Sandiford y Rossmiller, op. cit., nota 32.
38 ISNAR. 1995. A framework to strengthen the role of universities in national agricultural research systems. ISNAR Briefing Paper No. 24. La Haya, ISNAR.
39 C. Grace. 1996. The Establishment of the Albanian market information service. Documento preparado para la reunión de la Red de investigación y desarrollo de políticas agrícolas, patrocinada por la FAO, Bucarest, 25-28 de abril de 1996.
40 Un método interesante de ofrecer información sobre el mercado a agricultores con poca o ninguna formación en países sometidos a elevadas tasas de inflación, o dentro de la secuencia de las reformas de políticas en el contexto de los programas de ajuste estructural está basado en la medición de Braudel de la capacidad adquisitiva del pequeño empresario. Puede verse un resumen en World Bank Social Dimensions of Adjustment Newsletter, 1(2), verano de 1991.
41 Dancey, op. cit., nota 28, pág. 86.