M. Sow y J. Anderson
Moussa Sow es Secretario General del Ministerio de Comunicación y Cultura de Bamako, Malí; Jon Anderson es Oficial forestal de extensión del Departamento de Montes de la FAO, Roma.
En este articulo se presentan los resultados de un estudio realizado para entender mejor cómo perciben y clasifican tradicionalmente las tierras forestales los habitantes de una reserva forestal situada cerca de Bamako, Malí, con objeto de mejorar su integración y participación en la ordenación de la misma.
Vista panorámica de la zona del estudio
Para llevar a cabo una ordenación forestal eficaz es necesario tener un conocimiento detallado de los recursos forestales y contar con la participación de los usuarios del lugar, que a menudo son las personas más bien informadas acerca de esos recursos. Sin embargo, se intenta cada vez menos lograr un acuerdo de ordenación forestal entre los habitantes lugareños y los empleados gubernamentales. Para establecer programas de ordenación forestal sostenible que hagan participar más y den mayor poder a la gente del lugar, es necesario comprender cómo perciben el bosque y cómo clasifican su utilización los usuarios locales.
El bosque de los montes Mandingos, que se transformó en reserva a finales de los años treinta, cubre casi 15 000 ha y está situado a unos 20 km de Bamako, en la zona subhúmeda (con precipitaciones medias de 800 a 1 000 mm). El nombre del bosque deriva de un barranco que se extiende desde el altiplano de Guinea al suroeste, hasta Koulikoro, más allá de Bamako, al nordeste. El nombre de este barranco proviene del principal grupo étnico de la zona, los malinké, pueblo de agricultores con una historia larga e importante en el Africa occidental. Las excavaciones arqueológicas realizadas en una gruta del bosque en los años cincuenta revelaron la presencia humana en el neolítico(Szumoski, 1954). Actualmente hay seis aldeas principales (Balandougou, Faraba, Farabana, KatiLougou, Mamaribougou y Samanko) situadas en la periferia del bosque que aprovechan los recursos forestales.
El Banco Mundial financió la ordenación de los montes Mandingos que se realizó de 1980 a 1994. Al comienzo se hizo hincapié en el establecimiento de plantaciones de especies de crecimiento rápido (2 000 ha), constituidas principalmente por Gmelina arbórea, para satisfacer las necesidades de leña de Bamako. Se contrató a trabajadores locales a los que se concedió derechos limitados de uso no comercial. En 1989 se reorientó la ordenación hacia un aprovechamiento múltiple en régimen de cogestión. Quedó claro que los silvicultores y los poblado res no compartían la misma percepción del bosque y su ordenación.
Con objeto de mejorar la ordenación forestal y sentar las bases para una gestión conjunta, se realizó un estudio sobre el modo en que los usuarios locales perciben y clasifican las tierras forestales. Un equipo multidisciplinario, entre ellos un sociólogo, un lingüista y un técnico forestal, proyectó y dirigió el estudio, que ha sido financiado por el Programa de Silvicultura Comunitaria de la FAO. El estudio se centró en identificar unidades de gestión y clasificación, para luego compararlas. Se trataron los diferentes usos y productos del bosque, las especies más importantes y su localización (en qué «unidad») dentro del bosque. El objetivo del estudio era mejorar la ordenación del bosque tratando de integrar a los grupos de usuarios locales. El estudio abarcó los siguientes aspectos:
· entender los descriptores que usan los malinké para las tierras no agrícolas;
· describir las unidades de clasificación;
· describir la vegetación, su evolución en el tiempo y el espacio y su uso en cada unidad;
· describir la gestión de cada unidad;
· comparar las clasificaciones locales con las «modernas»;
· elaborar recomendaciones para la ordenación forestal y para la aplicación del estudio.
METODOS
Los instrumentos principales del estudio fueron una encuesta, una serie de cuestionarios abiertos para entrevistas individuales o de grupo y un taller de tres días de duración sobre intercambio de información, celebrado en la aldea. En todas las aldeas se llevaron a cabo reuniones abiertas, así como entrevistas semiestructuradas a hombres, mujeres, jóvenes y «expertos de aldea». Se utilizaron otros instrumentos, tales como bandas maestreadas, clasificación de muestras, levantamientos de mapas e investigación bibliográfica.
La encuesta se realizó en las seis aldeas principales con la ayuda de encuestadores experimentados, entre ellos dos mujeres y todos hablaban el idioma local. A fin de : eliminar posibles errores, las encuestas no las realizaron los silvicultores, quienes habrían tendido a tratar de ajustar las respuestas a sus propios sistemas de clasificación, sino encuestadores que tenían experiencia en estudios socioeconómicos realizados por el Instituto de Ciencias Humanas. Se elaboraron cuatro cuestionarios con los cuales se entrevistaron a 20 habitantes de cada aldea (10 hombres y 10 mujeres).
Por lo que respecta a la parte del estudio que examinaba los usos de las especies arbóreas, se identificaron categorías de uso y luego se preguntó a los aldeanos qué especies usaban en cada categoría. Entre los productos madereros se consideraron: madera para la construcción (principalmente postes), madera aserrada y madera para artesanía (utensilios, etc.). Entre los productos para el ganado se mencionó el ramoneo. En la categoría de otros productos se incluyeron: productos animales, bebidas, tinturas, fibras, gomas y resinas, miel y cera, aceites, productos químicos (taninos, venenos, etc.), productos farmacéuticos, alimentos, esparcimiento y juguetes, y usos o productos religiosos y sagrados (FAO, 1981).
El método de trabajar primero con las categorías y luego con las especies (y no viceversa) se consideró más apropiado a efectos del estudio. El hecho de enseñar a un poblador una muestra de especies y preguntarle qué usos tienen éstas parece estimular la «invención» de usos. Dicho método permitió preguntar dónde se encontraban las especies en el bosque y tratar de obtener una idea sobre «rodales de uso». A efectos del estudio, se entendía por rodales de uso una unidad del bosque donde había un uso predominante. Por ejemplo, se hicieron las siguientes preguntas: ¿hay rodales para la leña?, ¿medicinales?, ¿para las tinturas? Si la respuesta era afirmativa, ¿cuáles son las características de esos rodales y cómo se administran?
Se compilaron y compararon las respuestas a los cuestionarios. Después de un análisis preliminar, se presentaron los datos y el examen a representantes de todas las aldeas en un taller sobre intercambio de información, de tres días de duración, que se celebró en una de las aldeas. Durante las reuniones se realizaron sesiones generales y grupos de trabajo en los que las mujeres, los jóvenes y los mayores trabajaban por separado (con objeto de incitar la autosuficiencia de todos y que no estuvieran dominados por los mayores). También se dibujaron mapas del bosque que se compararon con los mapas clásicos de la vegetación que levantan los silvicultores.
RESULTADOS Y CONSIDERACIONES
Aspectos socio lingüísticos
Las entrevistas revelaron que el bosque es visto como un espacio desorganizado. Un entrevistado dijo que el nombre real del bosque era brisa, palabra que describe un cubo de residuos, una mezcla de cosas. A menudo se habla del bosque en manera despectiva, como algo inútil en sí mismo.
Este estado caótico contribuye a que se perciba el bosque como algo aterrador y amenazador. Cuando se le pidió a una mujer que describiese el contenido del bosque, dijo: «árboles, hierba, serpientes y cosas desagradables» (este último término se refiere a una clase de criaturas o espíritus (djinns) que pueblan los bosques y que a menudo tratan de confundir y atemorizar a la gente que se aventura en ellos). Para los habitantes del lugar el bosque se contrapone al poblado, empieza donde la aldea termina. Es un mundo esencialmente caótico hasta que el hombre interviene. Se caracteriza, en general, por su naturaleza salvaje, extraña y diversa. «Cuando caminas en los matorrales, llegando a un cierto punto, se te ponen los pelos de punta y tiemblas... No ves nada, pero tienes miedo». «También algunas voces, en algunos lugares, de repente sientes calor sin saber por qué». El bosque se considera como el hábitat de otros seres: serpientes, leones, djinns, etc., en oposición a la aldea.
El bosque se vuelve estructurado, organizado y según sólo cuando el hombre lo transforma. Por lo tanto, es un poco contradictorio hablar acerca de sistemas de clasificación que implican una cierta estructura.
De la recolección y análisis de las palabras usadas para describir el bosque se obtiene un léxico de unas 50 voces. Este rico léxico tiene dos características principales. La primera es que está compuesto principalmente por palabras que provienen de la agricultura; éstas no describen la cubierta forestal en sí misma, sino el suelo (más de 30 palabras se refieren en particular al color y la textura del suelo), a la topografía y a las relaciones entre el agua y el suelo. La segunda característica es que las palabras que se refieren al bosque por lo general son nombres de determinadas especies («una par cela de Isoberlinia doka») y son palabras compuestas: el nombre de la especie con un sufijo para indicar rodales puros. Por consiguiente, no hay palabras que describan una formación vegetal. Sin embargo, hay unos pocos términos referentes a la densidad de la vegetación que tal vez equivalen a términos como «claro» o «maleza densa». No suele haber una correspondencia con las clasificaciones usadas por los técnicos forestales (sabana arbolada, sabana arbustiva, pradera hidromorfa, etc.) y que se reproducen por ejemplo en los mapas de vegetación utilizados en las actividades de ordenación (Kaloga, 1980).
Aspectos forestales
El estudio subrayó la amplitud y profundidad del conocimiento de las especies madereras que tienen los pobladores. Se examinan a continuación algunos de sus resultados:
Para muchas categorías de usos o productos el número de las especies mencionadas es muy alto. En el Cuadro 1 se recapitula el número total de las especies citadas por los usuarios en cada una de las categorías. Sólo el total de la categoría relativa a los aceites es menor del 10 por ciento del total. Dos tercios del número total de las especies se usan como productos farmacéuticos. En realidad el porcentaje total podría ser mucho más elevado, ya que las respuestas se limitaron a unas cinco especies. El personal de la Asociación de Curanderos Tradicionales que confirmó la lista de las especies farmacológicas, declaró que todas las especies se utilizan en la medicina tradicional, aunque es posible que cada persona no sepa el uso específico de una determinada especie.
Casi la mitad de las especies se emplean para elaborar bebidas. Un tercio suministran alimentos, fibras o postes para la construcción. Una cuarta parte proporciona ramoneo y productos derivados de las abejas, o se usa en ceremonias religiosas o tienen un significado religioso.
CUADRO 1. Número total de especies mencionadas en el estudio, por categoría de uso o producto
Categoría de uso o producto |
Número de las especies citadas |
Productos farmacéuticos |
67 |
Bebidas |
53 |
Leña |
50 |
Alimentos |
33 |
Fibras |
30 |
Madera para la construcción |
30 |
Ramoneo |
27 |
Productos animales |
27 |
Miel y ceras de abeja |
25 |
Religión/ritos/ceremonias |
24 |
Tinturas |
21 |
Esparcimiento y juguetes |
1 9 |
Goma y resina |
19 |
Productos químicos |
19 |
Madera aserrada |
17 |
Madera para la artesanía |
12 |
Aceites |
6 |
Todas las especies tienen un uso. La tabulación de todas las especies mencionadas al menos una vez en una de las categorías de uso da un total de casi 100 especies diferentes. Alrededor de 110 especies representan la diversidad maderera total del bosque (véase el Cuadro 2). Por lo tanto, desde la perspectiva del aldeano, todas las especies tienen un uso.
La mitad de las especies tienen finalidades múltiples. Se citaron casi 51) especies en más de una categoría. Se mencionaron seis especies en más de diez categorías.
Algunas especies leñosas son en realidad especies de finalidad múltiple. Además de algunas especies que los técnicos tradicionalmente consideran que tienen finalidades múltiples, como la Vittelaria paradoxa (mencionada en 13 categorías) y la Parkia biglobosa (mencionada en 9) las especies con finalidades múltiples mencionadas en las primeros diez lugares (por número de usos ) incluyen especies que se suelen considerar especies madereras, como la Pterocarpus erinaceus (12 categorías), Isoberlinia doka (11), Afzelia africana (13) y Danielia oliveri (9). Desde el punto de vista de los habitantes, aprovechar estas especies sólo para obtener madera podría limitar otros usos importantes y no ser lo óptimo desde el punto de vista económico o de subsistencia
Hay diferencias entre las percepciones que tienen del bosque los hambres y las mujeres. El levantamiento de mapas puso de manifiesto diferencias notables en el modo en que los hombres y las mujeres perciben el bosque. Los mapas elaborados con informaciones dadas por los hombres (ya sean jóvenes o mayores) parecen concentrarse en unidades espaciales que se clasifican según el potencial agrícola y el tipo de suelo. Esto es lógico si se toma en consideración que los-hombres son agricultores que culturalmente tienen la responsabilidad de obtener alimentos para la familia. Las percepciones de las mujeres aparentemente se basan más en los productos que el bosque suministra y sus unidades de clasificación se realizan en función de las distintas especies. Las mujeres describen el bosque utilizando términos diferentes para las distintas especies y productos forestales (como la maja y el mortero). Tal vez esto se debe a que las mujeres tienen un acceso limitado a la tierra agrícola, a que piensan menos en términos de potencial agrícola y más en función de los productos forestales
No obstante, cuando se trataba de relacionar las especies a los tipos de vegetación o a otras unidades de gestión más, grandes, las respuestas o eran sumamente vagas o se relacionaban con el suelo Parece que los habitantes aprovechan lo recursos forestales basándose en las especies como unidad de gestión.
Como la ordenación oficial del bosque de los montes Mandingos se concentró más bien en las plantaciones industriales para ubicar nuevas plantaciones, se utilizaron los mapas elaborados por el Cobierzo que mostraban los tipos de suelo (y en un grado mucho menor los tipos de vegetación). Al aumentar la preocupación por la ordenación de los bosques naturales, se utilizaron más los mapas de vegetación y las clasificaciones derivadas de ellos. Se tendió a preparar planes de ordenación basados en el volumen en pie, destinando las formaciones más pobres (es decir, sabana de matorral y sabana arbolada) para la recolección de la leña (como método de corta), y el pastoreo y las formaciones más ricas, para la construcción y la madera aserrada.
CUADRO 2. Número total de especies madereras encontradas en varios inventarios de rodales naturales o bosques realizados en la misma zona ecológica del estudio
Autor |
Año |
Lugar |
Número de las especies |
Sy |
1990 |
Bengasi |
61 |
Ballo |
1990 |
Kayaba, Tieninko |
83 |
Dembele |
1977 |
Faya |
57 |
Mangara |
1977 |
Faya |
69 (68?) |
Anón. (Sylla?) |
1991 |
Faya/Monts |
98 |
Nasi et as |
1985 |
Monts |
60 |
Thienta |
1987 |
Monts |
55 |
kone et al |
1989 |
Faya |
60 |
Diarra |
1977 |
Dioforongo |
40 |
Thiero |
1977 |
Diolorongo |
42 |
Samake |
1987 |
Koulala |
48 |
Doumbia |
1975 |
Faya |
60 |
Magassa |
1977 |
Faya |
65 |
PIRL |
1987 |
Sounsan |
112 |
Sanogo |
1981 |
Faya |
62 |
Haidara |
1977 |
Monts |
56 |
Nota: La mayor parte de los estudios fueron realizados por estudiantes de silvicultura, como parte de las exigencias de sus cursos. Estos estudios abarcaron zonas limitadas (de 4 a 20 hectáreas) de un tipo de formación (generalmente el volumen en pie más alto y más rico en términos de cubierta forestal. sabana arbolada, El Proyecto de inventario de recursos leñosos (PIRL) comprendió parcelas de muestra en formaciones diferentes en un bosque nacional de unas 40 000 hectáreas. El total representa la diversidad de los árboles en una variedad de formaciones diferentes
El conocimiento local se orienta a unidades más pequeñas, en consonancia con las actividades diarias de los aldeanos. Las naciones que éstos tienen no integran sino en parte las perspectivas más amplias. El hecho de que la leña sea un objetivo de la ordenación se manifiesta en la elección de las especies en vez de las formaciones vegetativas. Los campesinos probablemente consideran que una ordenación basada en el tipo de formación ignora la diversidad y usos propios de las especies que se destacan en la ordenación por especies.
Es muy difícil comparar los dos sistemas forestales de clasificación y no es fácil convertir uno en otro. Cada uno parece requerir su propia visión del mundo. Uno de los sistemas parece reflejar una dinámica empírica y de subsistencia, el otro una dinámica teórica y de economías de escala.
No está claro si los campesinos realizan actividades en el bosque para manipular la composición por especies, o si fomentan la regeneración o productividad de las especies preferidas, y en qué medida. El bosque contiene rodales de árboles plantados por el hombre (por ejemplo, Spondias mombin y Sclerocarya birrea) que la gente del lugar usa y conoce bien. Estos árboles también están asociados a la fundición del hierro y podrían reflejar más las manipulaciones hechas para humanizar el espacio que manipulaciones del bosque.
CONCLUSION
Existe una contradicción entre el silvicultor y el usuario local del bosque con respecto a la percepción que tienen de las unidades de ordenación forestal. El técnico forestal utiliza unidades de gestión que pueden proporcionar economías de escala y una ordenación eficaz basada en la producción de un número relativamente limitado de productos. Estas unidades se definen especialmente. Por el contrarío, el usuario del lugar parece haber optado por unidades de gestión basadas en las especies. Las especies que suministran los mismos tipos de productos están ) difundidas en todo el bosque y no parece que se puedan clasificar en rodales de uso. Es más probable que algunas especies aparezcan en ciertas zonas más que - en otras, pero hay poca o ninguna correlación entre el suelo, los vínculos suelo-agua y los tipos de vegetación, por un lado, y los complejos especies-uso, por otro.
Aunque se mencionaron casi 50 especies, hay un número limitado de especies leñosas preferidas y no todas se usan para la leña. Tradicionalmente se buscan para leña especies que se hallan dispersas en toda la superficie de matorrales; no parece haber zonas de recolección de leña.
Una ordenación de estos bosques con el objetivo de mantener la producción de los productos forestales no madereros utilizados actualmente por los usuarios locales deberá ser básicamente una ordenación por especies. Para que pueda hacerlo un técnico que viene de fuera deberá tener un conocimiento detallado de todas las especies, de sus usos y biología, y de las técnicas para su aprovechamiento. Este conocimiento se tardaría decenios en adquirirlo. Parece incluso difícil establecer prioridades entre los productos, ya que algunos pueden ser esenciales aun cuando se usen raramente o en pequeñas cantidades, sobre todo cuando son insustituibles.
Mapas del potencial agrícola y del tipo de suelos
La percepción que tienen del bosque los campesinos malinké se opone a la opinión convencional de que la población indígena lo considera una parte de la naturaleza y en armonía con ella. Los campesinos, aunque dependen del bosque, lo consideran como algo extraño. Su visión establece una separación entre el hombre y la naturaleza, entre la civilización y la vida silvestre.
El bosque se presenta como algo desorganizado, pero se lo conoce bien y las especies se utilizan mucho. Se tiene familiaridad con sus partes, pero su totalidad carece no sólo de estructura y lógica, sino también de utilidad. El bosque llega a ser útil sólo cuando el hombre lo transforma en un espacio humano. Por otro lado, las percepciones y conocimientos del técnico forestal son tal vez menos detallados por lo que respecta el uso de las especies, pero hacen del bosque un conjunto más «lógico» y ordenado, que parece obedecer a una especie de ley natural. En cambio, para el campesino el bosque obedece a una ley sobrenatural que tal vez sólo unos pocos iniciados, como los cazadores, pueden comprender. El campesino considera que la conservación o preservación del bosque no tiene una gran prioridad. A pesar de los muchos productos y servicios que el bosque suministra hay una urgencia por transformarlo. Quizá se pueda mitigar esta urgencia tratando de «organizar» el bosque sin convertirlo en campos agrícolas.
Después del estudio, los administradores de los montes Mandingos están intentando conseguir que el bosque sea menos amenazador y más familiar y ordenado. Para ello van a establecer, en colaboración con los habitantes, dos torres de observación que permitan mantener el bosque dominado visualmente, y van a patrocinar días forestales, organizados por los campesinos del lugar, que incluyan actividades recreativas y educativas. Para mejorar la integración de los campesinos en la ordenación forestal será necesario que el bosque constituya un elemento de los sistemas locales de producción rural y que se promuevan actividades que al mismo tiempo que lo conserven le den un significado humano y social.
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