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ProjectInclusión de la gastronomía en la alimentación escolar de América Latina y El Caribe: para una alimentación rica y saludable - TCP/RLA/3715 2022
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No results found.En América Latina y el Caribe, la situación de malnutrición en niños afecta de forma polarizada el sobrepeso infantil en niños menores de cinco años llega al siete por ciento, cifra que supera la prevalencia mundial Además, preocupa el retraso en el crecimiento en niños y niñas menores de cinco años, especialmente en Guatemala, donde un 46 5 por ciento de los niños y niñas se ven afectados Las escuelas son un entorno ideal para contribuir a la nutrición y al desarrollo infantil debido a la edad temprana de los escolares, en la cual se empiezan a formar los hábitos alimentarios y de salud En dicho contexto, con el objetivo de poner fin a todas las formas de malnutrición, en alineación con el principio del derecho humano a la alimentación, y basados en la experiencia del Laboratorio Gastronómico de la Junta Nacional de Auxilio Escolar ( de Chile, que en cuatro años logró institucionalizarse como una unidad técnica especializada en gastronomía adscrita al Programa de Alimentación Escolar ( la Oficina Regional de la FAO llevó a cabo una experiencia similar en Colombia y Guatemala, con el objetivo de contribuir a mejorar la eficiencia de sus respectivos PAE. -
Policy briefInclusión de la gastronomía en el programa de alimentación escolar - El cambio necesario para garantizar el derecho de la niñez a una alimentación saludable, sabrosa y sin desperdicios
Nota de orientación del proyecto piloto en San Marcos, Guatemala
2021Also available in:
Cada año, el Estado guatemalteco invierte alrededor de 1 869,2 millones de quetzales (245 millones de USD) en el Programa de Alimentación Escolar (PAE) nacional, lo cual sirve para alimentar a 2 400 000 niños y niñas. En esta investigación, se estimó que un año escolar (de 180 días) se podría prevenir el desperdició de 561,6 toneladas de alimentos en el PAE, lo que equivale a 6,5 millones de quetzales (864 000 USD), es decir alrededor del 0,35% del presupuesto invertido. Este desperdicio de alimentos se debe en parte a que los niños y niñas dejan de lado la comida que no encuentran sabrosa. Estos datos derivan de una intervención piloto a pequeña escala, con diseño antes y después, realizada en una institución educativa del Departamento de San Marcos, Guatemala, en donde se mejoró la calidad gastronómica de un menú escolar mediante la entrega de una capacitación de refuerzo impartida por un chef profesional para las cocineras del PAE. Con la finalidad de identificar si existieron diferencias antes y después de la intervención se aplicó una encuesta en una muestra de niños y niñas de 8 a 14 años, lo cual dio como resultado un incremento en la aceptación (de 84% a 90%) y la disminución de desperdicios de alimentos. Tomando como referencia el costo de implementar un laboratorio gastronómico en el PAE de Chile (0,017% del presupuesto total) se estimó cuánto podría costar su implementación en Guatemala (318 mil quetzales o 41 mil dólares anuales). Al comparar estos recursos con los que corresponderían al desperdicio de alimentos en el PAE Guatemala (6,5 millones de quetzales), queda claro que invertir en gastronomía es un mecanismo útil para optimizar el uso de los recursos públicos invertidos en los PAE. Por esta razón, con base en los hallazgos de este estudio, es altamente recomendable incorporar personal gastronómico al equipo del PAE que pueda asesorar en toda su cadena de implementación. -
Book (stand-alone)Gastronomía tradicional altoandina 2010
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La gran extensión y las especiales características edafoclimáticas de los Andes han generado una flora y fauna de una riqueza particular. En estas zonas se desarrollaron importantes civilizaciones pre-colombinas, cuyos diversos grupos étnicos supieron trabajar la tierra y aprender las lecciones que ella entregaba, hasta desarrollar eficientes sistemas agrícolas adaptados a las variables, y a veces extremas condiciones climáticas de su territorio. La armonía social, económica y cultural que lograron estaba basada en la producción de cultivos tradicionales como los tubérculos, raíces, cereales, hortalizas, frutales y la crianza de animales, como el cuy y los camélidos. El desarrollo de avanzados sistemas de producción permitió lograr la seguridad alimentaria y un crecimiento poblacional sostenido. Luego, la instauración de una estructura colonial hispana matizó los sistemas socioeconómicos tradicionales. Se introdujeron, promovieron y produjeron nuevas especies de c ultivos y animales, con lo cual se estableció un sistema de producción de alimentos basados en especies introducidas; sin embargo, se mantuvo una importante diversidad de cultivos tradicionales, como la papa, oca, olluco, mashua, tarwi y quinua, entre otros. La creciente demanda de alimentos de la sociedad colonial fue cubierta en gran medida por el aprovechamiento de las amplias capacidades productivas de comunidades altoandinas. Actualmente la población indígena representa a más del 30% de los habitantes de los países andinos. De ellos, el 90% encuentran sustento económico y alimenticio en la producción agrícola tradicional. Los sistemas productivos heredados de sus ancestros, celosamente desarrollados, tienen importantes ventajas biológicas y tecnológicas. El fortalecimiento de estos sistemas es uno de los principales retos de quienes buscan combatir la pobreza, que afecta a más del 80% de la población y mantiene a más del 45% de los infantes en condiciones de desnutrición crónica.
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