Los sistemas nacionales de control de calidad eficaces aseguran la inocuidad y la calidad de los alimentos que se comercializan a escala nacional e internacional. Asimismo, combaten el fraude alimentario y aseguran prácticas que fomentan las oportunidades económicas para todas las partes a lo largo de la cadena alimentaria.
Los sistemas de control alimentario abarcan elementos reglamentarios, tales como leyes y controles oficiales, y procesos complementarios, como el intercambio de información y capacitación. El establecimiento de relaciones de confianza entre todas las partes interesadas —el gobierno, el mundo académico, las empresas y los consumidores— reviste suma importancia.