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En esta escena de Tayikistán, la sensibilización sobre la inocuidad alimentaria comienza en el huerto
© FAO/Shodibek Sharipov

El futuro de la inocuidad alimentaria

La tecnología alimentaria y los modos de consumo de alimentos están en vías de transformación, lo que generará nuevos desafíos en materia de inocuidad.

El mundo necesita dietas más inocuas, asequibles y saludables para todos, producidas de forma sostenible, junto con la mejora equitativa de los resultados económicos y los medios de vida.

Las nuevas tecnologías y los nuevos sistemas de producción de alimentos, como la producción de alimentos basada en el cultivo de células, los alimentos obtenidos mediante impresión 3D, la acuaponía y la agricultura urbana vertical, pueden brindar algunas de las respuestas que buscamos. Asimismo, la adopción a escala mundial de alimentos que antes eran exclusivos de determinadas partes del mundo, como las algas marinas, las medusas o los insectos comestibles, puede aportar soluciones.

Sin embargo, hasta los avances positivos en el suministro sostenible pueden tener consecuencias para la inocuidad alimentaria, que deben evaluarse, comunicarse y gestionarse a través de las fronteras.

Prospectiva: ¿qué nos depara el futuro?

El programa de prospectiva FAO Foresight ayuda a los responsables de las políticas y los operadores del sector privado a abordar cuestiones que se presentarán o podrían presentarse a medio y largo plazo. Comienza con la recopilación de información mediante el análisis prospectivo y la construcción de escenarios; luego se analiza esto, y los resultados se utilizan para la adopción de decisiones proactiva. Aunque el peligro puede ser considerable, el riesgo, si se gestiona adecuadamente, puede mantenerse al mínimo.

Los peligros evolucionan diariamente. Por ejemplo, cada día, nuestro microbioma está expuesto a nuevos microorganismos y compuestos. Los cambios que los aditivos alimentarios, los residuos de medicamentos veterinarios y otros contaminantes pueden generar en los intestinos, junto con las posibles consecuencias para la salud humana, ocupan un lugar cada vez más importante en la agenda de inocuidad alimentaria de la FAO. Por lo tanto, la necesidad de evaluar los peligros para el microbioma, así como en todas las áreas en la que los alimentos son un factor, es constante y varía continuamente.

Una sola salud

La forma en la que interactuamos como seres humanos con los animales, las plantas y el medio ambiente en su conjunto implica mecanismos estrechamente interrelacionados y muy delicados. Esta idea reviste especial importancia para la inocuidad alimentaria, en tanto que los microorganismos pertinentes se transmiten a las personas a través de los cultivos producidos en suelos contaminados o de alimentos obtenidos de animales enfermos.

La FAO adopta el concepto de Una sola salud, que reconoce la naturaleza integral de la vida en la Tierra. Desde hace tiempo la idea forma parte de la gestión eficaz de la inocuidad de los alimentos y desempeñará una función todavía más importante para garantizar que los alimentos sigan siendo inocuos en una época de nuevas tecnologías y nuevas fuentes alimentarias.

Un menú más amplio

Los aderezos como la lima, el ají, el ajo y la sal son típicos de la región. Pero el ingrediente clave de los chapulines mexicanos no es la carne, como muchos podrían pensar, sino los saltamontes fritos.

Hace tiempo que los insectos forman parte de las dietas de todo el mundo, y la agricultura entomológica puede constituir una fuente de alimentos para muchas más personas en el futuro. Gracias a su huella de carbono y sus necesidades de agua, menores que las de otras especies animales, los insectos son ideales para ayudar a lograr la seguridad alimentaria de una población mundial en crecimiento.

edible insects cover image

Los insectos también ofrecen un alto valor nutricional, facilidad de cría y la capacidad de producirse en entornos modulares que podrían resultar aptos para zonas urbanas. Pero para que los insectos encuentren un lugar en los menús del mundo, queda mucho por hacer para garantizar que sean inocuos para el consumo.

Al igual que otros alimentos, los insectos comestibles también pueden estar relacionados con peligros para la inocuidad alimentaria, como los contaminantes biológicos, que pueden ser mayores si recolectan en el medio silvestre o se consumen crudos. Existe también el riesgo de alergia y se carece de reglamentación que rija su producción y comercio.

La FAO está a la vanguardia de la inocuidad de los alimentos en este nuevo ámbito.

¿Está el cambio climático haciendo menos inocuos nuestros alimentos?

Aunque el cambio climático es una realidad con la que la mayoría de las personas están familiarizadas, la FAO considera que sus repercusiones en la inocuidad de los alimentos deberían comprenderse mucho mejor. La Organización presentó una publicación sobre el tema en 2020.

El aumento de las temperaturas puede promover la supervivencia y la proliferación de patógenos transmitidos por los alimentos, como la salmonela y el vibrión, si bien existen datos que indican que la prevalencia de micotoxinas y toxinas marinas procedentes de la proliferación de algas puede incrementarse a causa del cambio climático. Dicho de manera sencilla, están empezando a producirse fuera de sus entornos “tradicionales”.

El cambio climático también puede aumentar la contaminación de los alimentos básicos, como el arroz, lo que plantearía un mayor peligro a las poblaciones que ya están en riesgo de malnutrición.

La globalización ha alargado en gran medida las cadenas de suministro de alimentos, lo cual se suma a las tensiones que afectan a los sistemas de control alimentario existentes. El cambio climático significa que los reglamentos siguen necesitando mejoras.

La colaboración y el seguimiento internacionales eficaces, que permitirían la rastreabilidad y el análisis digitalizados, así como su integración en un sistema prospectivo estructurado, brindarían muchas de las respuestas que necesitamos.

La relación entre los alimentos nocivos y el cambio climático es circular: una tercera parte de los alimentos que producimos se desperdicia, en parte debido a la contaminación, cuyos riesgos se incrementan a medida que aumentan las temperaturas.

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