Sobrecalentado, sobrecargado y asolado por los fenómenos meteorológicos extremos, nuestro mundo reposa sobre múltiples filos de navaja. Puede que en 2050 seamos 10 000 millones de habitantes, y el desafío de mantenernos alimentados ya está tensionando el planeta. La biodiversidad se resiente. El resurgimiento de conflictos impide el suministro de alimentos. La mala alimentación debilita la salud. Afectadas por el estrés hídrico, regiones enteras se secan. La educación primaria todavía no llega a millones de niños. La desigualdad de género pone en riesgo la estructura social. El cambio climático, la deforestación y la sobreexplotación de los recursos están llevando a la humanidad a caer en picado.
En un intento por darle la vuelta a esta situación, 193 países, de modo loable, acordaron la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y sus Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Pero tener una agenda no es suficiente. Queda menos de una década y estamos lejos del camino para cumplir los Objetivos. Por si fuera poco, durante los dos últimos y terribles años, la pandemia de la enfermedad por coronavirus (COVID-19) ha revertido los avances alcanzados en muchas de las metas.