Conclusiones y recomendaciones

Investigación necesaria

En el cuadro 6 se enumeran las principales lagunas de investigación relacionadas con el cambio climático y las plagas. Los organismos de financiación y las organizaciones que llevan a cabo la investigación deberían considerar estas lagunas de investigación, siempre que sea posible, para incluirlas en sus programas de investigación. En particular, en la mayoría de las zonas geográficas hay que prestar una mayor atención al mantenimiento de programas de investigación amplios y multidisciplinares. Los programas de investigación deben cubrir las necesidades tanto de los países industrializados como de los países en desarrollo. Será necesario un compromiso financiero a largo plazo para captar los efectos actuales y futuros del cambio climático y el riesgo de plagas relacionado, incluyendo la comprobación de métodos para minimizar el riesgo. Por esta razón, deberán seleccionarse algunos “puntos calientes” (zonas de producción sensibles al clima) para la realización de actividades de investigación y desarrollo a largo plazo (“Sitios de demostración del cambio climático para el análisis del riesgo de plagas y el ensayo de métodos de reducción del riesgo de plagas”, CCDS-PRA-PRRM).

Cuadro 6. Ejemplos de lagunas en la investigación sobre el cambio climático en relación con las plagas de las plantas

Además, la inversión de los gobiernos nacionales debe dirigirse a reforzar los sistemas y estructuras nacionales de vigilancia, como los laboratorios de diagnóstico, para poder contrarrestar rápidamente las posibles invasiones biológicas. También deberían crearse unidades de ARP que funcionen bien, para poder prevenirlas.

A continuación se destacan algunas cuestiones específicas.

Estudios sobre el efecto del cambio climático en los productos fitosanitarios y en las estrategias de gestión

Son muchas las lagunas en la investigación que hay que cubrir en este campo. Es posible, por ejemplo, que las plagas se vuelvan resistentes a los productos fitosanitarios si el uso de dichos productos se hace más frecuente en respuesta al aumento de la prevalencia de las plagas debido al cambio climático. Sin embargo, es necesario investigar esto. Además, el efecto directo del cambio climático sobre la eficacia de las estrategias de gestión adoptadas, en particular sobre las medidas de control químico o biológico, no se ha estudiado lo suficiente hasta ahora (Gilardi et al., 2017, Gullino et al., 2020) y debería investigarse mucho más ampliamente (cuadro 6). Ya se dispone de los resultados de algunos experimentos, que sugieren, por ejemplo, que el calentamiento global puede aumentar el riesgo de aparición de malas hierbas resistentes a los herbicidas debido a una mayor desintoxicación del herbicida por parte de la hierba en función de la temperatura (Matzrafi et al., 2016). La mayor parte de las investigaciones relacionadas con los posibles efectos del cambio climático sobre las plagas se han centrado de forma desproporcionada en las plagas que se encuentran por encima del suelo y no en las subterráneas, a pesar de la importancia de estas últimas en los procesos subterráneos y su influencia en la salud del suelo (Chakraborty, Pangga y Roper, 2012; Pritchard, 2011).

Estudios sobre los efectos del cambio climático en los enemigos naturales

El impacto del cambio climático sobre los enemigos naturales y los antagonistas y el consiguiente efecto de esto sobre el control de plagas aún no se conoce bien (Eigenbrode, Davis y Crowder, 2015). En el caso de los insectos plaga de la uva, ya se ha sugerido que la futura gestión de plagas deberá basarse en un sólido conjunto de datos de campo recogidos tanto para las plagas como para los antagonistas en condiciones de cambio climático (Reineke y Thiéry, 2016). Una mejor comprensión del impacto del cambio climático en los procesos ecológicos, especialmente a nivel comunitario, permitirá incorporar principios generales a las prácticas de gestión (Macfayden, McDonald y Hill, 2018).

Silvicultura y ecosistemas no gestionados

Las plagas se han investigado mucho más en la agricultura en comparación con los entornos forestales (Ormsby y Brenton-Rule, 2017), y la investigación relacionada con los ecosistemas no gestionados es escasa (Harvell et al., 2002). Esto pone de manifiesto la necesidad de una colaboración multidisciplinar, la coordinación y el intercambio de conocimientos en la investigación de la biología del cambio climático para reunir a los científicos que trabajan en diferentes biota dentro del mismo ecosistema, por ejemplo, patólogos de plantas y entomólogos (Jactel et al., 2020), y a aquellos que trabajan en diferentes ecosistemas y sectores, como la agricultura, la silvicultura y los ecosistemas no gestionados (por ejemplo, los enfoques “Salud Circular” y “Una Salud”).