Tal es la repercusión medioambiental de los sistemas agroalimentarios actuales, que prácticamente ningún aspecto de las dietas se salva, desde la disponibilidad, inocuidad, diversidad y asequibilidad de los alimentos, hasta el contenido en vitaminas y minerales de algunos de ellos.
La FAO está ayudando a los países a desarrollar soluciones integradas para los desafíos combinados del cambio climático y las dietas deficientes que impulsan la malnutrición. Además de hacer frente a la pérdida y el desperdicio de alimentos, estamos invirtiendo en sistemas de suelos sostenibles y ayudando a ampliar la producción de variedades de cultivos resilientes al clima y nutritivas, y de cultivos bioenriquecidos.
Escuche el podcast en: https://soundcloud.com/unfao/how-climate-change-biodiversity-and-nutrition-are-connected
En el podcast se debaten nuevas ideas para mitigar el cambio climático y adaptarse a él, proteger la biodiversidad y mejorar, al mismo tiempo, la nutrición.
Los suelos fértiles son el punto de partida de muchos de los nutrientes esenciales indisociables de una alimentación saludable: contienen grandes cantidades de vitaminas y minerales, así como el oxígeno y el agua que las plantas productoras de alimentos necesitan para crecer. Sin embargo, se considera que un tercio de los suelos del mundo están muy degradados —es decir, sufren un grave agotamiento de nutrientes—, debido a la erosión y la pérdida de biodiversidad y de carbono orgánico, entre otras causas.
La FAO ha fundado la Alianza mundial sobre los suelos para promover la gestión sostenible de los suelos de forma que contribuya a la seguridad alimentaria, la nutrición y la adaptación al cambio climático. La Alianza ofrece una plataforma para el diálogo sobre políticas e investigación como acicate para las inversiones mundiales en los sistemas del suelo. La plataforma incluye el Portal de suelos de la FAO, una biblioteca en línea gratuita sobre conocimientos relacionados con el suelo, junto con varias bases de datos de instrumentos jurídicos. La asociación también lleva adelante programas como la iniciativa de capacitación de agricultor a agricultor, el Programa Global de Doctores de los Suelos, y el mecanismo RECSOIL, de adaptación al cambio climático, que busca aumentar el contenido de carbono orgánico de los suelos.
La Visión para cosechas y tierras adaptadas se lanzó en 2023 como una asociación entre la FAO, la UA y el Departamento de Estado de los Estados Unidos para promover cultivos nutritivos y resilientes al clima a través de la inversión en sistemas de semillas y suelos más inteligentes. Se centra específicamente en los cultivos autóctonos, descritos como “cultivos de oportunidad”, que han sido pasados por alto por la investigación tradicional, los servicios de extensión gubernamentales y los responsables de las políticas. Muchos de estos cultivos – el níspero silvestre, la moringa o bambara groundnut – son notablemente más nutritivos que los alimentos básicos predominantes.
Invertir en cultivos de oportunidad y suelos sanos puede hacer que los sistemas agroalimentarios sean más resilientes al clima, aumentar la biodiversidad, elevar los ingresos de los productores y —lo que es más importante para las dietas saludables— ampliar la disponibilidad y el consumo de alimentos nutritivos y sostenibles.
El Biofortification consiste en tomar nutrientes ya presentes en las plantas, como el hierro, el zinc y la vitamina A, y aumentar su concentración mediante técnicas agronómicas. Se trata de una forma rentable y sostenible de canalizar más vitaminas y minerales esenciales para las dietas, sobre todo en aquellas en las que abundan los alimentos básicos.
El bioenriquecimiento no solo puede hacer que las variedades de cultivos sean más nutritivas, sino que, en ciertos casos, puede aumentar su estabilidad frente a patrones meteorológicos cada vez más impredecibles derivados del cambio climático. Al hacerse más resistentes a las plagas, las enfermedades y la sequía, algunos cultivos pueden contrarrestar las oscilaciones a la baja de la productividad agrícola y la nutrición inducidas por el clima.
La carencia de vitamina A es la principal causa de ceguera evitable en los niños en general, y una de las principales causas de enfermedades graves y muerte en menores de cinco años. En Zimbabwe, casi uno de cada cinco menores de cinco años padece carencia de vitamina A. Las dietas en las zonas rurales consisten principalmente en maíz blanco y a menudo carecen de alimentos ricos en vitamina A.
Para combatir la carencia de vitamina A, la FAO en Zimbabwe y la ONG HarvestPlus han promovido la producción de maíz bioenriquecido de color naranja. El color naranja indica un alto contenido de betacaroteno, una sustancia que el organismo convierte en vitamina A. HarvestPlus ha reunido a gobierno, sector privado, proveedores de insumos y empresas de semillas. Juntos, y con el apoyo de la FAO, están ofreciendo una creación intensiva de capacidad a los agricultores, y trabajando con las comunidades y los consumidores para fomentar la producción, adopción y asimilación del alimento básico flameado.