Prólogo

Estimados amigos:
Largo es el camino que va de los arrozales de Hunan, donde nací, a los campos del Circo Massimo en Roma, donde la FAO tiene su sede. No pasa un día sin que me sienta honrado y abrumado por estar al frente de esta Organización, que sigue siendo, después de todos estos años, la máxima autoridad mundial en dos aspectos fundamentales de la civilización humana: la alimentación y la agricultura.

Estas páginas recorren el historial de la FAO hasta la fecha; también lo celebran, aunque la perspectiva nunca deja de ser lúcida. Ofrecen una sinopsis compacta de los ideales y principios que han inspirado nuestra labor, pero también miden el camino que queda por delante.

En el año que llevo al frente de la Organización, muchas cosas han cambiado en nuestra vida cotidiana. Incluso antes de la crisis provocada por la COVID-19, me gustaba decir que los problemas podían ser fuente de progreso, y que la adversidad puede propiciar una creatividad pragmática que nos resulta esquiva en tiempos menos difíciles.

La actual pandemia es, probablemente, el mayor cataclismo social que muchos de nosotros hemos presenciado. Aun así, debemos admitir que también ha acelerado un reinicio social, incluso en lo que respecta a nuestro funcionamiento como organizaciones internacionales. Una institución como la FAO, provista de una venerable cultura de intercambio de conocimientos especializados y de procedimiento institucional, ha demostrado ser capaz, con poca antelación, de adoptar una actitud innovadora y pasar a funcionar en línea en gran medida. Pero si la innovación presupone la digitalización (y la presente publicación ofrece ejemplos del empeño que hemos puesto en ello), también presupone la transformación del modelo operativo en su conjunto, empezando por las mentalidades.

Ya estamos racionalizando la estructura de gestión de la FAO, pasando de los compartimentos estancos a la dirección en equipo. La transparencia se retribuye a sí misma: ábrete al mundo y el mundo se abrirá a ti. No solo es más probable que la reducción de la burocracia y la ampliación de la adopción autónoma de decisiones liberen talento: se trata, además, de condiciones imprescindibles para convertir a la FAO en faro de la excelencia.

Debemos ser soñadores y actores a la vez, al mismo tiempo que grupo de estudios y grupo de acción. Nuestro valor reside, después de todo, en las soluciones que aportamos a nuestros Miembros para alcanzar la seguridad alimentaria y mejores medios de vida para todos. A ello se debe que ahora estemos, por ejemplo, en condiciones de asesorar a los Gobiernos sobre qué políticas en particular reducirían drásticamente el costo de las dietas saludables, mejorando la vida de 3 000 millones de personas y compensando billones de dólares que se destinan cada año a sufragar gastos en el ámbito sanitario y ambiental; o de determinar con precisión, mediante nuestra iniciativa Mano de la mano, qué dos países de entre todos podrían emparejarse para obtener resultados palpables en el ámbito de la seguridad alimentaria, en consonancia con los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Tenemos por delante mucho más; la verdadera dimensión de nuestra reinvención se irá revelando en años venideros. Entretanto, espero que disfrute leyendo esta reseña histórica que contribuye a explicar cómo hemos llegado hasta aquí y adónde nos dirigimos.

Con toda mi gratitud por su compromiso con un mundo libre de pobreza y de hambre,

Qu Dongyu
Director General de la FAO