Capítulo 6 Transformar los Sistemas Agroalimentarios y Lograr la Igualdad de Género

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KENYA – Una mujer joven que ha recibido capacitación en habilidades para los agronegocios, con sus lechones.
© FAO/Luis Tato
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Aumentar la igualdad de género en los sistemas agroalimentarios requiere enfoques intencionales
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REPÚBLICA DOMINICANA – La dueña de un mercado de pescado negocia la compra de mahi mahi con el propietario de una embarcación.
© FAO/Erika Santelices

Introducción

Es posible avanzar en materia de igualdad de género y empoderamiento de las mujeres en los sistemas agroalimentarios si las políticas, los programas y las inversiones se conciben específicamente para hacer frente a los desafíos multidimensionales e interrelacionados a los que se enfrentan los hombres y las mujeres. Deben abordar las deficiencias en los recursos y los activos determinadas en este informe, muchas de las cuales se pusieron de relieve en el informe El estado mundial de la agricultura y la alimentación 2010 11: Las mujeres en la agricultura. Cerrar la brecha de género en aras del desarrollo1, pero no se han tratado lo suficiente en el último decenio. Asimismo, deben abordar las limitaciones que subyacen a las brechas de género en los sistemas agroalimentarios, entre las que cabe citar las normas sociales discriminatorias y los marcos institucionales y de políticas restrictivos, que no reconocen ni abordan adecuadamente las desigualdades de género. Además, deben hacerlo en todos los planos, desde el individual y comunitario hasta el nacional.

La reducción de las desigualdades de género en los medios de vida, el acceso a los recursos y la resiliencia en los sistemas agroalimentarios es un paso decisivo para avanzar en la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres, así como hacia unos sistemas agroalimentarios más equitativos y sostenibles. El empoderamiento, que se centra en aumentar la capacidad individual para tomar decisiones y en la posibilidad de ponerlas en práctica, requiere recursos adecuados, habilidades y capacidad de acción. Entre los recursos fundamentales de los sistemas agroalimentarios cabe citar la tierra, el agua, la tecnología, los servicios y la financiación, así como las oportunidades de educación, extensión y capacitación, la participación en grupo y la creación de redes. Para aumentar la capacidad de acción es necesario contar con planteamientos encaminados a fortalecer la participación de las mujeres en la adopción de decisiones en el seno del hogar sobre la gestión de la tierra o el uso de los ingresos, lo que a menudo, incluye abordar las políticas y las normas en la materia.

En el presente Capítulo se examina una serie de programas, políticas y características de planificación específicas gracias a las cuales se han logrado reducir las desigualdades de género en estos ámbitos y se ha contribuido al empoderamiento de las mujeres en los sistemas agroalimentarios. En muchos casos, el empoderamiento es el objetivo final de estas intervenciones; en otros, mejoras específicas en productividad, ingresos o resiliencia se cuantifican como vías hacia el empoderamiento. Aunque existen numerosos estudios de casos que pueden tomarse como referencia, no hay tantas pruebas exhaustivas sobre las medidas que dan buenos resultados en los distintos contextos, en especial en el caso de las mujeres que se enfrentan a limitaciones intersectoriales relacionadas con su edad, origen étnico u otras fuentes de marginación.

No obstante, algunos rasgos programáticos aparecen constantemente y permiten extraer determinadas conclusiones. Por ejemplo, que el acceso a la educación y la capacitación es esencial, y que la forma en que se imparte esa capacitación es importante. Del mismo modo, las intervenciones destinadas a mejorar la productividad de las mujeres han tenido éxito, en especial cuando han abordado la carga de trabajo doméstico y de cuidados no remunerado, fortalecido las capacidades de las mujeres mediante actividades de formación y capacitación, aumentado el acceso a tecnología y recursos y acrecentado la seguridad en la tenencia de la tierra. Colmar la brecha en relación con los derechos seguros sobre la tierra es especialmente importante, ya que estos derechos tienen múltiples efectos positivos.

Para lograr estos efectos, es necesario que los servicios, desde los de extensión hasta los de protección social, y los recursos, como la tecnología y la financiación, se conciban teniendo en cuenta las necesidades de las mujeres. Los instrumentos digitales y la tecnología de la información y la comunicación pueden ayudar a cerrar múltiples brechas. Los enfoques colectivos son importantes para aumentar el empoderamiento y la resiliencia de las mujeres ante las perturbaciones y tensiones, como la pandemia de la COVID–19 o el cambio climático. Gracias a los programas de protección social se ha logrado ayudar a las mujeres a gestionar el riesgo, elaborar opciones de medios de vida y aumentar la resiliencia.

Hay tres elementos fundamentales para seguir impulsando el programa. En primer lugar, para hacer de manera eficaz el seguimiento de los avances en materia de igualdad de género en los sistemas agroalimentarios, evaluarlos y acelerarlos, es primordial recopilar y utilizar datos de alta calidad desglosados por sexo, edad y otras formas de diferenciación social y económica, y realizar una investigación cualitativa y cuantitativa rigurosa sobre las cuestiones de género. Pese a las mejoras conseguidas en los últimos 10 años, siguen existiendo importantes deficiencias en cuanto a la disponibilidad, el alcance y el grado de detalle de los datos, así como en las pruebas sobre qué es lo que funciona y en qué condiciones para fomentar sistemas agroalimentarios más inclusivos.

En segundo lugar, las intervenciones localizadas que abordan múltiples desigualdades y de las que se ha demostrado que cierran la brecha de género y empoderan a las mujeres en los sistemas agroalimentarios deben ampliarse con cautela, desde la perspectiva del contexto local. La ampliación de escala puede producirse a través de vías políticas, de mayores niveles de inversión o de la asimilación por parte de los agentes de los sectores público y privado. Solo alcanzando la debida escala es posible obtener grandes beneficios para el bienestar de las mujeres y el crecimiento económico y la seguridad alimentaria. La FAO calcula que, si se cerrara la brecha de género en la productividad agrícola y se suprimiera la diferencia salarial existente en la agricultura, el producto interno bruto mundial aumentaría un 1 % (esto es, casi un billón de USD). Con ello la inseguridad alimentaria mundial se reduciría alrededor de dos puntos porcentuales, y el número de personas con inseguridad alimentaria se reduciría en 45 millones.

Por último, las intervenciones se deben diseñar con la intención de suprimir las desigualdades de género y empoderar a las mujeres y, en la medida de lo posible, deben utilizar enfoques transformadores en los planos comunitario y nacional para abordar las normas y actitudes discriminatorias de género. Pese a que el porcentaje de la ayuda bilateral centrada en la agricultura y el desarrollo rural que incorpora la perspectiva de género es sorprendentemente elevado (65 %) y supera a la mayoría de los otros sectores de ayuda, en la actualidad, tan solo una pequeña parte (6 %) se centra en el género como una cuestión fundamental al diseñar los proyectos. De acuerdo con las estimaciones de la FAO, si la mitad de los productores en pequeña escala se beneficiaran de intervenciones de desarrollo centradas en empoderar a las mujeres, se incrementarían notablemente los ingresos de 58 millones de personas más y se aumentaría la resiliencia de otros 235 millones de personas adicionales.

CORREGIR LA NORMATIVA Y LAS POLÍTICAS

Como se destacó en el Capítulo 4, las normas y reglas sociales discriminatorias que perjudican a las mujeres y las niñas constituyen la base de la desigualdad de género y tardan en cambiar. Para lograr un cambio transformador duradero en pro de la igualdad de género en los sistemas agroalimentarios es necesario tomar en consideración los factores informales (normas) y formales (políticas) que perpetúan la desigualdad de género, al tiempo que se abordan las limitaciones de recursos en función del género en el trabajo, la productividad, los activos, los servicios y las crisis2. Han surgido diversos enfoques transformadores en materia de género diseñados para abordar de forma activa los obstáculos que impiden la igualdad de género a distintos niveles (hogar, grupo y comunidad, niveles organizativo e institucional) y con diferentes grados de formalidad (políticas formales y normas informales) en el marco de los sistemas agroalimentarios (véase el Recuadro 6.1). Dada la naturaleza relacional de las normas sociales que rigen el comportamiento en las comunidades y las sociedades, el compromiso con los que detentan el poder (por ejemplo, los dirigentes locales o las autoridades consuetudinarias) y con los hombres y los niños es esencial para cambiar las normas discriminatorias y las políticas restrictivas (véase el Recuadro 6.2).

LOS ENFOQUES TRANSFORMADORES EN MATERIA DE GÉNERO HAN MOSTRADO RESULTADOS POSITIVOS EN todos los ámbitos.

RECUADRO 6.1 ¿QUÉ SON LOS ENFOQUES TRANSFORMADORES EN MATERIA DE GÉNERO?

Los programas e intervenciones que pretenden cuestionar las relaciones desiguales de género y modificar las normas discriminatorias de género mediante la incorporación de mecanismos de cambio social suelen denominarse enfoques transformadores en materia de género. Con ellos, se pretende lograr mejoras sostenibles en la igualdad de género a través de la transformación de los obstáculos que impiden el cambio, como las normas y las políticas, en lugar de sortearlos. Los enfoques transformadores en materia de género se centran en los sistemas que perpetúan la desigualdad de géneroi. Adoptan metodologías transformadoras y, a menudo, utilizan métodos participativos y colaboran con los agentes del cambio social, incluidos los dirigentes locales y religiososii, iii. Su objetivo es modificar las relaciones de género de carácter discriminatorio, y se basan en formas de influir en las normas a través de la transformación de las actitudes individuales y las expectativas sociales, mediante la información y la reflexión, la presión social, las sanciones y los incentivos sociales, o mediante la modificación del significado simbólico o la función directriz de las normasiv, v. Los enfoques transformadores en materia de género suelen incluir tanto a las mujeres como a los hombres, a fin de fomentar relaciones de poder más igualitarias y transformar las masculinidades perjudiciales en normas más positivas de masculinidad (véase también el Recuadro 6.2vi, vii, viii, ix. Estos enfoques transformadores también pueden centrarse en la legislación, las instituciones y las políticas que limitan el empoderamiento.

Ejemplos de estas metodologías son los clubes Dimitra y las herramientas del Sistema de Aprendizaje Activo de Género (GALS). Gracias al poder de la acción colectiva y el compromiso de las comunidades, los clubes Dimitra cuestionan las normas sociales y los comportamientos que discriminan por razón de género en el ámbito comunitario y hacen frente a varias formas de violencia de género, como la violencia doméstica y el matrimonio precozx. Asimismo, trabajan en estrecha colaboración con los jefes (administrativos y consuetudinarios) y los dirigentes comunitarios con la ambición de convertirse en modelos a seguir en la promoción de normas y comportamientos más equitativos en materia de género. Este proceso ha dado lugar a cambios de comportamiento, como la participación de los hombres en trabajos que tradicionalmente se asignaban a las mujeres (por ejemplo, las tareas domésticas) y a una mayor libertad de movimiento y participación de las mujeres en las actividades socioeconómicas y políticasxi. En el África subsahariana, ha quedado demostrado que los clubes Dimitra mejoran la capacidad de acción de las mujeres y aumentan la cooperación de las parejas en el hogarxii, xiii.

Por su parte, el GALS se centra en el aprendizaje entre homólogos y facilita el desarrollo de una visión personal y conjunta para el cambio mediante instrumentos participativos y visuales, como los gráficos y los mapas conceptuales. El GALS se ha utilizado en múltiples esferas —individual, familiar, comunitaria y organizativa— y se ha aplicado en diferentes ámbitos del sistema agroalimentario, como la producción agrícola, las cadenas de valor, los agronegocios y el desarrollo empresarial, la nutrición, las finanzas rurales y la adaptación al cambio climático. El enfoque ha influido en el cambio de comportamiento en los hogares, lo que ha dado lugar a un incremento de la productividad, un mayor acceso a los servicios y los mercados, una mejora de la seguridad alimentaria y la nutrición y un aumento de las inversiones en educación para los niños y las niñasxiii. En Zimbabwe, la puesta en práctica del GALS dio lugar a un aumento del número de mujeres que ocupaban puestos de liderazgo y del número de mujeres que hablaban en público y eran consultadas por los dirigentes comunitarios; también se produjo un cambio en las normas sociales de género en los hogares que redundó en un aumento de la productividad de los hogares y del control de las mujeres sobre los activos y los ingresosxiv.

No obstante, dado que las intervenciones transformadoras en materia de género pueden provocar cambios en las relaciones de poder establecidas entre los distintos grupos, sigue siendo especialmente importante determinar y abordar periódicamente posibles reacciones, tensiones, contratiempos u otras consecuencias negativas no deseadas que puedan derivarse de su aplicacióniii. Pese al potencial de los enfoques transformadores en materia de género, los datos disponibles siguen siendo insuficientes para evaluar la sostenibilidad y la profundidad de la modificación normativa derivada de su aplicaciónxv, xvi y su efecto en la mejora sostenible de los resultados agrícolas y nutricionales.

FUENTES:
  1. MacArthur, J., Carrard, N., Davila, F., Grant, M., Megaw, T., Willetts, J. & Winterford, K. 2022. Gender-transformative approaches in international development: A brief history and five uniting principles. Women’s Studies International Forum, 95: 102635. https://doi.org/10.1016/j.wsif.2022.102635
  2. FAO, FIDA y PMA. 2020. Gender transformative approaches for food security, improved nutrition and sustainable agriculture — A compendium of fifteen good practices. Roma, FAO, FIDA y PMA. https://doi.org/10.4060/cb1331en
  3. McDougall, C., Badstue, L., Mulema, A., Fischer, G., Najjar, D., Pyburn, R., Elias, M., Joshi, D. & Vos, A. 2021. Toward structural change: Gender transformative approaches. En: R. Pyburn & A.H.J.M. van Eerdewijk, eds. Advancing gender equality through agricultural and environmental research: Past, present, and future, pp. 365–401. Washington, DC, International Food Policy Research Institute. https://doi.org/10.2499/9780896293915_10
  4. Eriksson, L. 2015. Social norms theory and development economics. Policy Research Working Papers. Washington, DC, Banco Mundial. https://doi.org/10.1596/1813-9450-7450
  5. Hillenbrand, E. & Miruka, M. 2019. Gender and social norms in agriculture: A review. En: A.R. Quisumbing, R.S. Meinzen-Dick, & J. Njuki, eds. 2019 Annual Trends and Outlook Report: Gender equality in rural Africa: From commitments to outcomes, pp. 11–31. Washington, DC, International Food Policy Research Institute. https://doi.org/10.2499/9780896293649_02
  6. Achandi, E.L., Kidane, A., Hepelwa, A. & Mujawamariya, G. 2019. Women’s empowerment: The case of smallholder rice farmers in Kilombero District, Tanzania. Agrekon, 58(3): 324–339. https://doi.org/10.1080/03031853.2019.1587484
  7. Cole, S.M., Puskur, R., Rajaratnam, S. & Zulu, F. 2015. Exploring the intricate relationship between poverty, gender inequality and rural masculinity: A Case study from an aquatic agricultural system in Zambia. Culture, Society & Masculinities, 7(2): 154–170.
  8. Dworkin, S.L., Fleming, P.J. & Colvin, C.J. 2015. The promises and limitations of gender-transformative health programming with men: Critical reflections from the field. Culture, Health & Sexuality, 17(sup2): 128–143. https://doi.org/10.1080/13691058.2015.1035751
  9. Farnworth, C.R., Badstue, L., Williams, G.J., Tegbaru, A. & Gaya, H.I.M. 2020. Unequal partners: Associations between power, agency and benefits among women and men maize farmers in Nigeria. Gender, Technology and Development, 24(3): 271–296. https://doi.org/10.1080/09718524.2020.1794607
  10. FAO. 2022. El estado mundial de la pesca y la acuicultura 2022: Hacia la transformación azul. Roma. https://www.fao.org/documents/card/es/c/CC0461ES
  11. FAO. 2020. Dimitra Clubs in the Democratic Republic of the Congo: Improving the prospects for local peace. Roma. https://www.fao.org/3/ca7711en/ca7711en.pdf
  12. Adisa, O. 2020. Rural women’s participation in solar-powered irrigation in Niger: Lessons from Dimitra Clubs. Gender & Development, 28(3): 535–549. https://doi.org/10.1080/13552074.2020.1833483
  13. FAO,FIDA y PMA. 2020. Enfoques de género transformadores para la seguridad alimentaria, la mejora de la nutrición y la agricultura sostenible – Compendio de 15 buenas prácticas. Roma, FAO, FIDA y PMA. https://www.fao.org/documents/card/es/c/CB1331ES
  14. FAO & CARE. 2019. Good practices for integrating gender equality and women’s empowerment in climate-smart agriculture programmes. Roma, FAO and Atlanta, Georgia, EE. UU., CARE EE. UU..
  15. Galiè, A. & Kantor, P. 2016. 8. From gender analysis to transforming gender norms: Using empowerment pathways to enhance gender equity and food security in Tanzania. En: J. Njuki, J.R. Parkins & A. Kaler, eds. Transforming gender and food security in the Global South. Abingdon, Reino Unido, Routledge.
  16. Lecoutere, E., Achandi, E.L., Ampaire, E.L., Fischer, G., Gumucio, T., Najjar, D. & Singaraju, N. 2023. Fostering an enabling environment for equality and empowerment in agrifood systems. Documento de antecedentes para La situación de las mujeres en los sistemas agroalimentarios, 2023. Nairobi, Kenya, CGIAR GENDER Impact Platform. https://gender.cgiar.org/SWAFS-2023

RECUADRO 6.2 INVOLUCRAR A LOS HOMBRES Y LOS NIÑOS EN LA REFORMA NORMATIVA

Los hombres y los niños se han implicado de manera eficaz como aliados en el empoderamiento de las mujeres y la igualdad de género, incentivando relaciones de género más equitativas a través de procesos de autorreflexión, el establecimiento de objetivos domésticos en pareja y el apoyo de grupos de homólogos. En África oriental y austral y en Asia, las intervenciones que utilizaron la metodología “periplos de transformación” de Promundo —que incentiva la participación de los hombres en el cuidado infantil y las tareas domésticas y se centra en la reflexión crítica sobre las relaciones de poder desiguales entre las parejas— dieron como resultado actitudes de género más equitativas, un mayor apoyo de los hombres a la participación de las mujeres en el trabajo remunerado, una mayor participación de los hombres en el cuidado infantil y las tareas domésticas y una disminución de los conflictos entre las parejasi. También se ha demostrado que trabajar sobre las masculinidades, en lugar de hacerlo solo con las mujeres, tiene un potencial significativo para lograr resultados más transformadores en materia de género en las intervenciones de prevención de la violencia, fragilidad y consolidación de la pazii, aunque, como se señala a lo largo del presente informe, la modificación de las normas también puede dar lugar a reacciones violentas y a violencia de géneroiii.

Dirigirse a la vez a los hombres y mujeres que son simultáneamente cabezas de familia también puede ser eficaz para mejorar la cooperación dentro del hogar. El Laboratorio de Innovación de Género del Banco Mundial ha descubierto que trabajar con hombres y mujeres puede producir mejores resultados en una serie de circunstancias, como la titulación de tierras, la disposición de las mujeres a participar en trabajos de agricultura por contrato y el aumento de la productividad en cadenas de valor específicasiv, v, vi.

FUENTES:
  1. Doyle, K. 2020. Journeys of transformation or engaging men as allies in women’s economic empowerment. Good Practice Guide. Roma, FAO. https://www.fao.org/3/cb1331en/cb1331en-05.pdf
  2. Bias, L. & Janah, Y. 2022. Scoping study: Masculinities, violence, and peace. Basilea, Suiza, Swiss Peace. https://tinyurl.com/5n6tr59d
  3. Choudhury, A., McDougall, C., Rajaratnam, S. & Park, C.M.Y. 2017. Women’s empowerment in aquaculture: Two case studies from Bangladesh. Roma, FAO, and Penang, Malasia, WorldFish.
  4. Ambler, K., Jones, K. & O’Sullivan, M. 2021. Increasing women’s empowerment: Implications for family welfare. IZA Discussion Paper No. 14861. Bonn, Alemania, IZA – Institute of Labor Economics.
  5. Donald, A., Goldstein, M. & Rouanet, L. 2022. Two Heads are Better than One: Agricultural Production and Investment in Côte d’Ivoire. Policy Research Working Papers. Washington, DC, Banco Mundial. https://doi.org/10.1596/1813-9450-10047
  6. Banco Mundial. 2020. Women and trade: The role of trade in promoting gender equality. Washington, DC, Banco Mundial. https://doi.org/10.1596/978-1-4648-1541-6

En el contexto de los sistemas agroalimentarios, los enfoques transformadores en materia de género han mostrado resultados positivos en la mejora de la autoestima de las mujeres y su capacidad de negociación en la pareja3; en el cambio de las normas relacionadas con la participación de las mujeres en la agricultura4; en el aumento de la adopción de decisiones de las mujeres en los hogares y su acceso a los ingresos procedentes de los cultivos comerciales5, 6, 7 y en el fomento de sus funciones en la pesca8, la ganadería9 y la silvicultura10, 11. También han contribuido a un reparto más equitativo de los recursos12 y han mejorado la capacidad de las mujeres jóvenes para ser propietarias de una empresa y decidir acerca de cómo usar los ingresos8, 13. En Asia meridional, la aplicación de enfoques transformadores en materia de género ha dado lugar a una reforma de las normas discriminatorias y al aumento del empoderamiento de los hombres y de las mujeres, tanto en Nepal14 como en Bangladesh15, 16.

Un requisito central para el cambio transformador es el diseño de marcos institucionales y políticas públicas que vayan más allá del reconocimiento de las brechas de género e incluyan intervenciones programáticas orientadas a corregir las limitaciones sistémicas para la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres. Entre los ejemplos de intervenciones transformadoras en materia de género en el ámbito de las políticas cabe citar la inclusión de mensajes transformadores en materia de género en los planes educativos y relativos a los programas de extensión, así como el diseño de políticas que aborden los estereotipos de género nocivos y las normas y prácticas discriminatorias2. Las intervenciones programáticas de políticas que promueven el cambio transformador en materia de género incluyen la promoción de la participación activa de los hombres en la alimentación y el cuidado infantil y el desarrollo de materiales e instrumentos para hacer frente a las barreras socioculturales que obstaculizan la nutrición de las mujeres, como en la Estrategia agrícola sensible a la nutrición de Etiopía, de 201617, o la inclusión de metodologías basadas en los hogares para mejorar las relaciones de género, como en el Plan nacional de inversión en agricultura de Malawi 2017/18 2022/2318.

Como se destaca a lo largo del informe, las mujeres son vulnerables a la violencia de género en todos los segmentos de los sistemas agroalimentarios: en el hogar, en las fábricas, en los mercados y en otros lugares. Esto limita sus oportunidades económicas y sociales, la posibilidad de hacer efectivos sus derechos y, por lo tanto, su empoderamiento y bienestar. Las intervenciones que pueden minimizar la incidencia de la violencia de género, como el empoderamiento de las mujeres, el acceso a la protección social y a infraestructuras de protección y la introducción de políticas y leyes que sancionen la violencia, son fundamentales para abordar las causas profundas de la violencia contra las mujeres y las niñas a gran escala19.

NÍGER – Dos participantes en un club Dimitra recogen mijo.
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NÍGER – Dos participantes en un club Dimitra recogen mijo.
© FAO/FAO/Andrew Esiebo

Los activistas por los derechos de las mujeres y las organizaciones de la sociedad civil desempeñan una función importante en la creación de una demanda sostenida de cambios transformadores en materia de género en las políticas agroalimentarias. Su participación sustantiva en los procesos de formulación de políticas —incluido el desarrollo de sus capacidades para una participación eficaz y la promoción de su autoridad para influir en estos procesos— es, por lo tanto, fundamental para dichos cambios2. Se constató que los procesos de consulta en materia de políticas en el ámbito nacional representaban adecuadamente la diversidad de las realidades de las mujeres en el diseño de la Estrategia de igualdad de género para el sector agrícola en Etiopía de 201720. En Zambia, se ha demostrado que las organizaciones de la sociedad civil promueven un cambio transformador en materia de género en los sistemas tradicionales de tenencia de la tierra gracias a que aprovechan los marcos mundiales y nacionales y trabajan con las autoridades tradicionales, los jueces locales y los hombres y mujeres en el ámbito de la aldea21.

REDUCIR LAS DESIGUALDADES DE GÉNERO EN EL TRABAJO Y LA PRODUCTIVIDAD DE LAS MUJERES

Como se señaló en el Capítulo 2, pese a la importancia del empleo en los sistemas agroalimentarios para las mujeres, las funciones que asumen suelen estar marginadas y es más probable que sus condiciones laborales sean peores que las de los hombres. La participación de las mujeres en los sistemas agroalimentarios y su rendimiento laboral se ven limitados por diversos factores, como la elevada carga de trabajo doméstico y de cuidados que asumen, su menor educación y capacitación y su desigual acceso a los recursos. Para hacer frente a estas limitaciones se pueden tomar diversas medidas que, a menudo, deben coordinarse con medidas que permitan colmar las brechas en materia de activos y recursos. Las limitaciones referidas se analizan en la siguiente sección.

Hacer frente a la carga del trabajo doméstico y de cuidados no remunerado

Las intervenciones para mejorar los resultados laborales de las mujeres deben abordar las desproporcionadas obligaciones en materia de prestación de cuidados y trabajo doméstico a las que se enfrentan las mujeres y que influyen en su participación en el trabajo remunerado y en los tipos de trabajo remunerado que realizan. El acceso al cuidado infantil tiene un efecto muy positivo en las oportunidades de empleo de las madres en los sistemas agroalimentarios22, 23, 24, 25, 26 y también puede aumentar la capacidad de las mujeres para formar parte de organizaciones rurales y participar en ellas27. La prestación de servicios de guardería permitió a las mujeres solteras de Nairobi tener mejores empleos, con horarios más estables y ordinarios, ganando lo mismo pero trabajando menos horas23. En la República Democrática del Congo, la prestación de servicios de guardaría en el medio rural permitió a las mujeres reducir el desempeño de tareas simultáneas mientras trabajaban en la agricultura, lo que se tradujo en una mayor sensación de control y felicidad. Ambos cónyuges aumentaron su participación en la agricultura comercial, con mejoras importantes en la productividad agrícola y los ingresos familiares28. Los proyectos que tratan de modificar las normas sobre la distribución de los cuidados y el trabajo doméstico no remunerado entre los cónyuges también han tenido éxito en Colombia, Etiopía, Filipinas, Malawi, Uganda y Zimbabwe, con un efecto mayor en los hogares en los que tanto los hombres como las mujeres participaban en el proyecto29.

EL ACCESO A SERVICIOS DE CUIDADO INFANTIL TIENE UN GRAN EFECTO POSITIVO EN EL EMPLEO DE LAS MADRES EN LOS SISTEMAS AGROALIMENTARIOS.
MALAWI – Una agricultora en su plantación de piñas. Su participación en una escuela de campo para agricultores le ha ayudado a mejorar sus ingresos.
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MALAWI – Una agricultora en su plantación de piñas. Su participación en una escuela de campo para agricultores le ha ayudado a mejorar sus ingresos.
©FAO/T. Munthali

Fortalecer las capacidades de las mujeres mediante la educación y la formación

Como ya se expuso en el Capítulo 2, contar con una mejor educación amplía las oportunidades de trabajo en sectores y ocupaciones mejor remunerados, aleja a las mujeres de las formas vulnerables de empleo30 y se vincula a menores brechas de género en los salarios. La educación también puede facilitar el acceso de las mujeres a los recursos necesarios para participar en actividades mejor remuneradas en los sistemas agroalimentarios. Aunque tener un mayor nivel educativo y una capacidad técnica superior no basta por sí solo para cambiar actitudes sociales profundamente arraigadas, en Nicaragua, las mujeres con mayores niveles de educación tuvieron una mayor participación en la adopción de decisiones en el hogar31. La enseñanza superior y la alfabetización se asocian con una mayor adopción de tecnologías agrícolas y productos financieros32, 33, lo que perjudica a las mujeres rurales que, por término medio, suelen tener menos años de escolarización y niveles más bajos de alfabetización.

El fortalecimiento de la capacidad a través de los servicios de extensión y la formación empresarial también puede ser eficaz para reforzar los medios de vida y el empoderamiento de las mujeres en los sistemas agroalimentarios. El fortalecimiento de las capacidades en las cadenas de valor puede aumentar el empoderamiento de las agricultoras y empresarias al incrementar su confianza34, 35 y sus habilidades para negociar con la familia acerca del acceso a los recursos y para tratar con los comerciantes y compradores36. Las evaluaciones de los efectos realizadas en el sector del caucho de Côte d’Ivoire, Etiopía y Uganda37, 38 muestran que la capacitación en materia de servicios de extensión que tiene en cuenta las cuestiones de género, analizada con más detenimiento en la próxima sección, y la capacitación para el cambio de comportamiento, que incluye a ambos cónyuges, pueden aumentar la adopción por parte de las agricultoras de cultivos de alto valor y tecnologías mejoradas, lo cual da como resultado una mayor productividad.

La capacitación en aptitudes interpersonales y la adaptación de la formación empresarial a las necesidades y limitaciones de las empresarias son enfoques prometedores para estimular el crecimiento de las empresas dirigidas por mujeres, en particular en los sistemas agroalimentarios39. En un experimento aleatorio realizado en el Togo, la capacitación por iniciativa personal, que se centra en el desarrollo de las aptitudes socioemocionales de los participantes, tuvo un mayor efecto que la formación empresarial tradicional en los beneficios de los empresarios, tanto hombres como mujeres40, y parece ser especialmente eficaz para las mujeres que parten de bajos niveles de empoderamiento41. La combinación de formación empresarial y contenidos orientados a las cuestiones de género, como la forma de acceder a sectores en los que predominan los hombres y de hacer frente a los estereotipos de género, ha sido eficaz para aumentar los beneficios y la adopción de prácticas recomendadas42, 43.

El acceso al cuidado infantil tiene un efecto muy positivo en las oportunidades de empleo de las madres en los sistemas agroalimentarios.

Fortalecer la seguridad de la tenencia de las mujeres

Un mayor acceso a la tierra y una mayor seguridad de la tenencia para las mujeres pueden facilitar la inversión en cultivos y tecnologías, con mayores beneficios a largo plazo. En Etiopía, por ejemplo, la adquisición de derechos sobre la tierra animó a las mujeres a dedicarse a la producción de cultivos comerciales y a invertir en mejores tecnologías44. En varios países se ha constatado que los efectos de los derechos de las mujeres sobre la tierra en la participación en procesos, colectivos o de políticas son reducidos pero positivos45, 46, 47. En un examen reciente de los derechos de las mujeres sobre la tierra como vía para salir de la pobreza se llegó a la conclusión de que existe un alto nivel de coincidencia en el vínculo positivo entre los derechos de las mujeres sobre la tierra y los resultados pertinentes para los sistemas agroalimentarios, incluidos la gestión de los recursos naturales, el acceso a los servicios y las instituciones, la resiliencia, la seguridad alimentaria y el consumo. También se constató que la ampliación de los derechos de las mujeres sobre la tierra aumentaba su poder de negociación y su capacidad de adoptar decisiones (Cuadro 6.1). No obstante, los datos sobre la relación entre los derechos de las mujeres sobre la tierra y varios resultados, como el acceso al crédito y a la tecnología, la productividad agrícola y los medios de vida no agrícolas, son desiguales.

Cuadro 6.1 Datos recopilados sobre la relación entre los derechos de las mujeres sobre la tierra y resultados escogidos de los sistemas agroalimentarios

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FUENTE: Meinzen-Dick, R., Quisumbing, A., Doss, C. & Theis, S. 2019. Women’s land rights as a pathway to poverty reduction: Framework and review of available evidence. Agricultural Systems, 172: 72–82. https://doi.org/10.1016/j.agsy.2017.10.009

Fortalecer la seguridad de la tenencia de las mujeres

Ha quedado demostrado que las tecnologías (incluidas las semillas mejoradas, los fertilizantes y las prácticas agrícolas mejoradas) y la mecanización contribuyen al empoderamiento de las mujeres al facilitar su entrada en nuevas cadenas de valor48, 49, aumentar sus activos50, incrementar la productividad y liberar mano de obra para otras oportunidades de empleo51. En la República Unida de Tanzanía, por ejemplo, proporcionar a las mujeres variedades mejoradas de frijoles y capacitación en buenas prácticas agrícolas dio lugar a un aumento del 34 % de la productividad en las parcelas de las mujeres y a una reducción de la brecha de género en la productividad52. En Nepal, el suministro de trilladoras y escardadoras a pedales de bajo costo se tradujo en una mayor participación de los hombres en la trilla y en una reducción general de los trabajos pesados de las mujeres, lo que derivó en un aumento de la producción y la productividad generales en el hogar53.

Deberían tenerse en cuenta las preferencias y limitaciones de las mujeres en el diseño de la tecnología.

El diseño de tecnología agrícola que tenga en cuenta las preferencias, necesidades y limitaciones específicas de los hombres y las mujeres puede influir en las estrategias de medios de vida y en la capacidad de acción en los ámbitos individual y colectivo54. Por ejemplo, gracias a un programa de cultivo de cebada en la República Árabe Siria basado en la mejora de las semillas a través de un enfoque participativo y en la gobernanza de las semillas se aumentó el reconocimiento de las mujeres como agricultoras, se incrementó su contribución económica al hogar, mejoró su acceso a la información y a las semillas y se fortaleció su facultad decisoria en la agricultura55, 56.

No obstante, existen ciertos escollos relacionados con la incorporación de las tecnologías que deben evitarse. Incluso cuando las subvenciones a los insumos y su suministro a través de programas agrícolas están orientados a las mujeres, los requisitos de cofinanciación de los insumos pueden excluir a las mujeres, que a menudo cuentan con menos recursos que los hombres57. Estas discrepancias entre los objetivos en materia de políticas y los mecanismos de aplicación pueden ayudar a explicar la ausencia de efectos positivos. Por ejemplo, los datos de Malawi, la República Unida de Tanzanía y Zambia —donde los planes nacionales de insumos se han dirigido deliberadamente a las agricultoras desde 201058— muestran que los programas de intensificación del maíz que proporcionan semillas y fertilizantes no dieron lugar a un aumento significativo de los rendimientos ni a una reducción de las brechas de género en la productividad en Malawi y la República Unida de Tanzanía. Dichos programas aumentaron sustancialmente los rendimientos en Zambia, pero las brechas de género en la productividad entre los gerentes de las parcelas persistieron, ya que el rendimiento en las parcelas gestionadas por hombres (45 %) duplicaba al de las gestionadas por mujeres (22 %)57. Además, la mecanización de las cadenas de valor en las que tradicionalmente predominan las mujeres puede desplazar la mano de obra femenina, tal y como se expone en el Capítulo 3, lo que sugiere que en la distribución de tecnología inclusiva también deberían tenerse en cuenta políticas o intervenciones complementarias, como los programas de recualificación profesional y protección social para apoyar a quienes puedan perder oportunidades de medios de vida debido a la incorporación de nuevas tecnologías.

Los productos financieros sensibles al género también pueden mejorar la capacidad productiva de las mujeres a lo largo de las cadenas de valor agrícolas y ayudar a apoyar la acción de las mujeres por el clima59, 60. Se ha demostrado que los grupos de ahorro tienen efectos positivos sobre el empoderamiento de las mujeres y los resultados de las microempresas en Ghana, Malawi y Uganda61, y sobre la seguridad alimentaria y los niveles de ahorro en Malí62. En Côte d’Ivoire, la oferta de cuentas privadas de ahorro con compromiso de depósito directo para ayudar a convertir los aumentos de productividad en ahorros a largo plazo incrementó la productividad laboral y los ingresos entre las trabajadoras de las instalaciones de elaboración de anacardos63. No obstante, en un examen de 32 metaestudios (revisiones sistemáticas y metaanálisis) sobre los efectos de la inclusión financiera se llegó a la conclusión de que, aunque los servicios financieros relacionados con el crédito, el ahorro, los seguros y el dinero móvil tienen en promedio efectos positivos sobre el empoderamiento de las mujeres, dichos efectos suelen estar vinculados a otras características programáticas, como la pertenencia a un grupo, las oportunidades de salir de casa y la capacitación en materia de derechos y habilidades64. Los datos sobre los efectos de la inclusión financiera (microfinanciación, microcréditos y ahorro) en la situación económica y los medios de vida de las mujeres no son concluyentes, y solo en un metaanálisis se llegó a la conclusión de que, en general, la participación de las mujeres en grupos de autoayuda tenía efectos positivos y significativos en los resultados económicos de las mujeres64.

Facilitar el acceso a las agrupaciones de productores y fomentar la acción colectiva

La acción y los enfoques colectivos son instrumentos importantes para un desarrollo más inclusivo; la pertenencia a una organización de agricultores —como las asociaciones, las cooperativas y los grupos de autoayuda y de mujeres— se asocia con efectos positivos y significativos en los ingresos de los agricultores en la mayoría de los casos (57 %) examinados en 24 países65. En particular, ha quedado demostrado de forma sistemática que los grupos de mujeres mejoran el empoderamiento económico de sus integrantes y su bienestar general66, 67.

Los enfoques colectivos se han integrado con éxito en intervenciones basadas en el género y se ha demostrado que refuerzan las oportunidades de las mujeres de obtener ingresos68, apoyan un mayor acceso a los recursos financieros para las mujeres en las empresas pesqueras69, mejoran los resultados sociales70, mejoran la capacidad de acción71 y permiten a las mujeres asumir funciones de liderazgo, como en el sector del té en Kenya72, 73. Pese a ello, en un estudio reciente se subraya que, si bien los grupos de mujeres suelen tener efectos positivos en los resultados económicos de sus integrantes —en especial a través de la transmisión de información, la provisión de recursos y la capacitación en función de las necesidades, que suele ser la principal motivación para unirse a un grupo—, los efectos en otros resultados (por ejemplo, la adopción de decisiones o las normas) requieren intervenciones con propósitos específicos67. Los agricultores marginados, incluidos los más jóvenes, los que poseen un nivel de educación más bajo y las mujeres agricultoras, tienden a sacar menos provecho de las organizaciones de agricultores65.

Los enfoques colectivos pueden reforzar las oportunidades de las mujeres para obtener ingresos.

Políticas y mecanismos de gobernanza privada para aumentar el empleo y la productividad

Las políticas y leyes nacionales también son fundamentales para que las mujeres disfruten de igualdad de oportunidades en el empleo en los sistemas agroalimentarios. Los países con legislaciones más igualitarias desde la perspectiva del género, en particular por lo que respecta a las leyes que regulan el matrimonio, la paternidad y maternidad, los activos y la iniciativa empresarial, presentan menores brechas de género en el empleo vulnerable (es decir, una menor diferencia en la proporción de mujeres y hombres que se desempeñan como trabajadores familiares auxiliares y trabajadores por cuenta propia)74.

Los mecanismos de gobernanza privados, que incluyen el uso de normas voluntarias como los códigos laborales y las auditorías, también cumplen una función a la hora de hacer frente a las desigualdades de género, pero los datos sobre su eficacia para mejorar las circunstancias de las trabajadoras son contradictorios. Tras una revisión sistemática de los datos sobre las repercusiones socioeconómicas que tienen los sistemas de certificación75 en los productores agrícolas y los trabajadores asalariados de los países de ingreso bajo y de ingreso mediano, se llegó a la conclusión de que han tenido un efecto escaso o nulo en la mejora de los resultados en materia de igualdad de género, ya que no abordan las normas de género que socavan la capacidad de las mujeres para participar en tales iniciativas y beneficiarse de ellas76. Las productoras que tomaban parte en los sistemas de certificación seguían siendo invisibles, ya que tenían menos probabilidades que sus homólogos masculinos de participar en organizaciones de agricultores y su carga de trabajo aumentaba sin que por ello obtuvieran una participación equitativa en los beneficios. Las trabajadoras de las plantaciones certificadas siguieron percibiendo salarios inferiores a los de sus compañeros varones y teniendo menos probabilidades de ocupar puestos de supervisión o administración76. Aunque en algunos estudios se informa acerca de los beneficios de los programas de certificación en términos de mejora de la participación en las decisiones del hogar, mayor acceso a la formación y al fortalecimiento de las capacidades e incluso cambios en las normas36, se necesitan estudios diseñados minuciosamente para evaluar los mecanismos de gobernanza y las condiciones en que tales intervenciones pueden apoyar la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres.

Utilizar la protección social en apoyo del trabajo y la productividad

Los programas de asistencia social y orientados al mercado laboral mejoran las opciones de medios de vida mediante la gestión de los riesgos y la facilitación de liquidez77. Los datos de Lesotho, por ejemplo, muestran que el Programa de subsidios infantiles permitió a las mujeres trabajar más en sus propias explotaciones agrícolas78 y ayudó a las niñas a reducir el tiempo dedicado a las tareas domésticas en los hogares encabezados por hombres79. El programa ghanés de Mejoramiento de los medios de vida para combatir la pobreza aumenta la probabilidad de pasar de ser desempleado a conseguir un empleo, tanto en el caso de los hombres como en el de las mujeres80. En el Estado Plurinacional de Bolivia, un programa casi universal de transferencias monetarias condicionadas para familias con hijos en edad escolar generó un aumento del empleo de las mujeres, en particular en zonas con escaso acceso a servicios financieros, lo que sugiere que la superación de las restricciones de liquidez puede contribuir a hacer frente a la limitación de las oportunidades de empleo de las mujeres81.

MEJORAR EL ACCESO DE LAS MUJERES A LOS RECURSOS PERTINENTES PARA LOS SISTEMAS AGROALIMENTARIOS

Como ya se señaló en el Capítulo 3, el acceso de las mujeres a los activos y los recursos esenciales para los sistemas agroalimentarios sigue siendo inferior al de los hombres. Los enfoques eficaces para colmar la brecha de género en el acceso de las mujeres a recursos como la tierra, el agua, el ganado, los servicios de extensión y la tecnología incluyen intervenciones integrales, medidas de acción colectiva y el refuerzo de la capacidad humana a través de la capacitación y los servicios de extensión. Las políticas son fundamentales para crear un entorno propicio para lograr una distribución más igualitaria y equitativa de los recursos. Algunos enfoques que han reducido las brechas en recursos específicos, como los que han colmado la brecha de género en la propiedad de la tierra y los servicios de extensión, constituyen también un fundamento sólido para orientar las políticas, las inversiones y las intervenciones en los sistemas agroalimentarios.

Abordar las múltiples limitaciones a las que se enfrentan las mujeres mediante intervenciones integrales

Los enfoques integrales, que incluyen intervenciones centradas en mejorar la capacidad de acción de las mujeres al tiempo que se colman las brechas de género mediante recursos, aptitudes y capacidades adecuados, son cruciales para obtener resultados satisfactorios. Por ejemplo, según varias evaluaciones de los efectos llevadas a cabo por el FIDA82 los proyectos que reforzaron el acceso de las mujeres a los recursos y su papel en la adopción de decisiones al tiempo que prestaban atención al desarrollo de sus capacidades técnicas y financieras y a su poder colectivo consiguen mejorar el bienestar de toda la familia en varios ámbitos, incluidos los ingresos, la seguridad alimentaria, la resiliencia y la diversidad alimentaria.

Por ejemplo, en el Proyecto de fomento de las comunidades costeras de Indonesia se constituyeron grupos formales de pescadores que fueron equipados con mejores instrumentos de pesca, y también se formaron grupos de mujeres para empresas comerciales de elaboración, transformación y venta de productos pesqueros. Los grupos también recibieron apoyo financiero y capacitación técnica, y se facilitó su conexión directa con los mercados. El proyecto aumentó en un 27 % la participación de las mujeres en la elaboración del pescado y los productos marinos, y en un 84 % su participación general en los grupos comunitarios. En su conjunto, el proyecto aumentó los ingresos familiares en un 33 %, y las ventas de pescado y productos marinos en un 28 %83.

En un proyecto similar en Djibouti, las ganancias procedentes de actividades relacionadas con la pesca en las que las mujeres son las principales responsables de la adopción de decisiones aumentaron un 91 %, mientras que los ingresos aumentaron un 32 % y la inseguridad alimentaria disminuyó un 35 %84. El Programa de Empresas Rurales III de Ghana, que pretendía fomentar el desarrollo económico local a través de empresas agroindustriales y una mejor producción agrícola, mejoró el empoderamiento de las mujeres en varias dimensiones, a saber: proporcionó a las mujeres formación en dirección de empresas y otras aptitudes, les brindó insumos complementarios y aumentó su acceso a los servicios financieros y su control sobre las actividades generadoras de ingresos y otros recursos. Como resultado general, se logró un aumento de los ingresos (50 %), una mayor resiliencia (6 %), dietas más diversificadas (10 %) y un incremento de la seguridad alimentaria (24 %)85.

Aprovechar las medidas colectivas y las organizaciones rurales para reducir las desigualdades de género en los recursos

Los grupos y movimientos de mujeres pueden ser fuerzas poderosas para generar el cambio en torno a los derechos de las mujeres a los recursos y los activos. En el proceso de consolidación de la paz que siguió a la violencia poselectoral de 2008 en Kenya, las organizaciones de mujeres rurales y urbanas llevaron a cabo una movilización sin precedentes para promover los derechos de las mujeres a través de instrumentos jurídicos fundamentales, incluida la Constitución, y cuestionaron las normas profundamente tradicionales que excluían a las mujeres del derecho a la propiedad de la tierra. El proceso participativo condujo al reconocimiento en la Constitución de la igualdad de derechos entre mujeres y hombres a heredar tierras y al patrimonio ganancial, y a la inclusión de compromisos para la representación de las mujeres en los órganos electivos y designados86. En la República Unida de Tanzanía, un proceso de participación de carácter ascendente consolidó los conocimientos de las mujeres sobre sus derechos sobre la tierra, lo que contribuyó a un aumento de las reivindicaciones femeninas de parcelas individuales. El requisito de que al menos la mitad de los miembros de las asambleas de las aldeas sean mujeres y la creación de comités exclusivamente femeninos facilitaron que la opinión de las mujeres tuviera más peso en las asambleas locales, contribuyendo así a la adopción de decisiones equitativas desde el punto de vista del género87.

Las organizaciones rurales han influido eficazmente en los cambios en el acceso al agua y a las tecnologías conexas en función del género. En Sri Lanka, por ejemplo, la participación de grupos de mujeres en la gestión comunitaria de los recursos hídricos se asoció a la mejora de las aptitudes de las mujeres relacionadas con la gestión hídrica (por ejemplo, la lectura de contadores, la facturación y la recaudación de dinero) y aumentó su participación en la adopción de decisiones sobre la gestión de los recursos hídricos de la aldea88. En el norte de la India, los comités participativos de las aldeas en los que se tratan las cuestiones relacionadas con el acceso al agua, la salud y la nutrición han facilitado la modificación de normas discriminatorias, lo que permite a las mujeres expresar sus opiniones ante los hombres y asumir funciones públicas89. En Egipto, la propiedad de la tierra, el grado de instrucción, el apoyo institucional y el acceso a la formación en tecnologías de riego fueron fundamentales para propiciar la participación significativa de las mujeres en las instituciones públicas relacionadas con el riego, como las asociaciones de usuarios del agua90.

Una iniciativa basada en la comunidad dirigida a cambiar las normas sociales relacionadas con el género que se puso en práctica como parte de la Iniciativa de desarrollo integrado de los recursos hídricos de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional en la República Unida de Tanzanía desencadenó cambios en las normas sociales, con efectos positivos en la participación de las mujeres en las estructuras de gobernanza relacionadas con el agua91. Las intervenciones centradas en las limitaciones en las normas formales (por ejemplo, las normas de pertenencia a grupos) y en las estructuras de gobernanza de dichos grupos pueden ayudar a abordar la participación de las mujeres en ellos92. Los grupos de mujeres también fueron fundamentales en los países destinatarios del Programa conjunto de las Naciones Unidas para acelerar los progresos hacia el empoderamiento económico de la mujer rural, que contribuyó a crear el capital social de las mujeres y a aumentar su participación e influencia en los espacios públicos93.

Las intervenciones y las instituciones que posibilitan la acción colectiva en las organizaciones de productores forestales y agrícolas han demostrado su eficacia para mejorar el empoderamiento y la iniciativa propia de las mujeres94. Se ha demostrado que la gestión participativa de los pastizales en África oriental aumenta la participación y la facultad decisoria de las mujeres en la gobernanza de los pastizales95. Los grupos de productores y las organizaciones rurales también son importantes para la difusión de tecnologías y prácticas nuevas y mejoradas, tanto en la producción agrícola primaria como en los agronegocios, y han contribuido a la facilitación de vías para el empoderamiento de las mujeres. En Bangladesh, las intervenciones que promovían el cultivo de hortalizas y los estanques piscícolas colectivos, que operaban a través de grupos de mujeres y que les proporcionaban acceso a los recursos (créditos y ubicaciones para estanques piscícolas) mostraron un gran potencial para llegar a las mujeres y beneficiarlas a través de la mejora de la facultad decisoria y la condición nutricional de las mujeres y las niñas en mayor medida que otras intervenciones individuales96.

Mejorar el acceso de las mujeres a la formación para el fortalecimiento de las capacidades y a los servicios de extensión con perspectiva de género

Un mayor nivel educativo y el fortalecimiento de las capacidades pueden reforzar las reivindicaciones de las mujeres en relación con los recursos y la propiedad y con su acceso a ellos97. La educación de las mujeres guarda correlación con una mayor propiedad de la tierra98, mientras que la alfabetización, incluida la jurídica, contribuyó a una mayor equidad de género en la herencia de tierras en América Latina99. Se ha demostrado que la prestación de asistencia jurídica en el ámbito comunitario refuerza el conocimiento de las mujeres sobre sus derechos y, cuando se complementa con intervenciones que abordan las normas subyacentes que discriminan a las mujeres, puede aumentar la propiedad de la tierra por parte de las mujeres (Recuadro 6.4).

RECUADRO 6.3 IMPLICAR A LOS CÓNYUGES EN LA IGUALDAD DE GÉNERO

Orientar los servicios de extensión a ambos cónyuges constituye un enfoque prometedor para fortalecer el acceso de las mujeres a la capacitación y la información, con importantes efectos positivos en la productividad dentro y fuera de las explotaciones agrícolas. En Côte d'Ivoire, por ejemplo, una formación de extensión agrícola para la producción de caucho orientada tanto a las mujeres como a los hombres que eran cabezas de familia mejoró la eficiencia de la producción agrícola familiar y promovió mayores niveles de inversióni. En Etiopía, las intervenciones de fomento de la capacidad rural orientadas tanto a las mujeres como a los hombres, y concebidas para responder mejor a las necesidades de las pequeñas agricultoras, aumentaron las tasas de adopción de cultivos de alto valor, la superficie total de tierra cultivada y la participación económica de los miembros del hogarii.

En Uganda, un programa de capacitación para el cambio de comportamiento dirigido a parejas que abordaba la cooperación entre los cónyuges, la capacitación en cuestiones de género y la participación de las mujeres en la producción de cultivos comerciales dio como resultado un aumento de la confianza de las mujeres en sí mismas, de su autoestima y de su satisfacción vital, así como una reducción de la violencia de parejaiii. Asimismo, una intervención económica que ofrecía incentivos a las parejas mejoró el acceso de las mujeres a los recursos productivos y su facultad decisoria en relación con la gestión financiera, agrícola y del hogariv.

FUENTES:
  1. Donald, A., Goldstein, M. & Rouanet, L. 2022. Two heads are better than one: Agricultural production and investment in Côte d’Ivoire. Policy Research Working Papers. Washington, DC, Banco Mundial. https://doi.org/10.1596/1813-9450-10047
  2. Buehren, N., Goldstein, M., Molina, E. & Vaillant, J. 2019. The impact of strengthening agricultural extension services on women farmers: Evidence from Ethiopia. Agricultural Economics, 50(4): 407–419. https://doi.org/10.1111/agec.12499
  3. Donald, A.A., Cucagna, M.E. & Vaillant, J. 2022. Top policy lessons in agriculture., Washington, DC, Gender Innovation Lab, Banco Mundial. https://doi.org/10.1596/33493
  4. Ambler, K., Jones, K. & O’Sullivan, M. 2021. Increasing women’s empowerment: Implications for family welfare. IZA Discussion Paper No. 14861. Bonn, Alemania, IZA – Institute of Labor Economics.

RECUADRO 6.4 LA ASISTENCIA JURÍDICA PUEDE AUMENTAR LA SENSIBILIZACIÓN DE LAS MUJERES ACERCA DE SUS DERECHOS SOBRE LA TIERRA

Cuando la igualdad de derechos de las mujeres sobre la tierra está consagrada en la legislación, los programas de asistencia jurídica basados en la comunidad pueden mejorar la sensibilización de las mujeres y los hombres respecto de sus derechos y del acceso a la justicia en caso de litigios relacionados con las tierrasi. No obstante, para que sea eficaz y cambie las percepciones en relación con la igualdad de género, la asistencia jurídica debe estar respaldada por actividades de sensibilización adaptadas a las necesidades de la comunidad beneficiariai.

En un experimento sobre el terreno realizado en Liberia, en el que se incorporaron asistentes jurídicos comunitarios capacitados para mediar en controversias sobre una serie de temas, entre ellos tierras y deudas y actos delictivos, se registró un aumento de la satisfacción de las mujeres con los resultados de la solución de controversiasii. Los datos recopilados de un estudio aleatorizado comparativo de un programa de asistencia y educación jurídicas basado en la comunidad en la República Unida de Tanzanía mostraron que las mujeres con acceso a un asistente jurídico voluntario capacitado recibieron más servicios jurídicos y mejoró su conocimiento de la normativa relacionada con la tierra. No obstante, estas medidas no generaron un cambio de actitud en las mujeres ni tampoco prácticas sobre la tierra más favorables desde la perspectiva del género.

En Kenya, el Proyecto de justicia incluyó formación jurídica para jefes, ancianos, mujeres y jóvenes y campañas de información para la comunidad en general. Los hombres que recibieron la formación tenían un 21 % más de probabilidades de reconocer el derecho constitucional de las mujeres a poseer tierras que los que no la recibieron. El proyecto también aumentó la probabilidad de que las mujeres y las niñas heredaran tierras: el 84 % de las esposas que participaron en el Proyecto de justicia frente al 67 % de las esposas del grupo de control y el 39 % de las niñas que participaron en el Proyecto de justicia frente al 3 % de las niñas del grupo de controliii.

FUENTES:
  1. Patel, P., Douglas, Z. & Farley, K. 2014. Learning from a ‘paralegals’ intervention to support women’s property rights in Uganda. Washington, DC, International Center for Research on Women.
  2. Sandefur, J. & Siddiqi, B. 2013. Delivering justice to the poor: Theory and experimental evidence from Liberia. En: Banco Mundial Workshop on African Political Economy, 20: 1–61. Washington, DC, Banco Mundial.
  3. USAID. 2013. Enhancing customary justice systems in the Mau Forest, Kenya. Final report. Washington, DC. https://tinyurl.com/54edxhad

El acceso de las mujeres a los servicios de extensión y su utilización varían en función de quién transmite el material de capacitación y si la información se facilita a través de las redes sociales100. En Mozambique, el aumento del número de agentes de extensión femeninos que prestaban servicio en explotaciones dirigidas por mujeres incrementó la sensibilización y la adopción de técnicas de gestión sostenible de la tierra101. Del mismo modo, en dos intervenciones en Uganda, la implicación de agricultoras como ejemplo para facilitar la capacitación y el acceso a semillas híbridas de maíz y la inclusión de ejemplos femeninos en vídeos sobre servicios de extensión dieron como resultado un incremento de las tasas de adopción de las prácticas agronómicas recomendadas, un aumento de la seguridad alimentaria y una modificación de las normas102, 103. En otros contextos también se ha demostrado la eficacia de la inclusión de componentes relativos a las cuestiones de género y al empoderamiento de las mujeres en los servicios de asesoramiento rural impulsados por los agricultores104, 105, 106.

La educación y la capacitación pueden reforzar el acceso de las mujeres a los recursos y la propiedad, así como sus derechos sobre ellos.

Abordar las limitaciones de tiempo y movilidad es fundamental para mejorar el acceso de las mujeres rurales a los servicios de extensión y asesoría107. En Etiopía y la India, las estrategias más eficaces para hacer frente a los problemas de tiempo y movilidad de las mujeres rurales incluían planificar las sesiones de capacitación en función de los horarios y la disponibilidad de tiempo de las mujeres; contratar a formadores locales que conocieran las limitaciones de tiempo de las mujeres y las variaciones estacionales de la carga de trabajo; impartir la capacitación en lugares de fácil acceso; permitir que las mujeres llevaran a sus hijos a las sesiones de capacitación; y proporcionar servicios de guardería durante dichas sesiones104, 106.

Comprender las limitaciones de alfabetización y educación de las mujeres rurales para acceder a los servicios de extensión y asesoramiento rural y beneficiarse de ellos también es crucial para la prestación eficaz de tales servicios107. Entre las estrategias eficaces cabe citar los vídeos, las parcelas de demostración, las teatralizaciones, los debates en grupo y el uso de idiomas y formadores locales104, 105, 106. Otras estrategias para mejorar el acceso a los servicios de extensión y asesoramiento rural para las mujeres rurales y su eficacia son la capacitación ofertada según la demanda, de modo que los servicios se adapten a las limitaciones, las necesidades y los intereses de las mujeres rurales104, 37; la oferta de una serie de cursos de capacitación que permitan a las mujeres diversificar sus medios de vida106; o la combinación de capacitación en materia de servicios de extensión con otros servicios para aumentar los conocimientos de las mujeres y su capacidad para reivindicar sus derechos106.

También puede resultar eficaz combinar intervenciones complementarias que refuercen la capacidad intrínseca de acción de las mujeres con otras iniciativas orientadas a los servicios de extensión. En Mozambique, la combinación de los servicios de extensión agrícola con una capacitación basada en la psicología que alentaba a las agricultoras a adoptar una mentalidad más emprendedora y proactiva dio como resultado la duplicación de la proporción de mujeres que se dedicaban a negocios rentables no agrícolas y a la generación de ingresos adicionales para el hogar28, 108.

Involucrar tanto a los hombres como a las mujeres en la gestión de los recursos hídricos y en las capacitaciones conexas ha sido fundamental para facilitar un acceso a los recursos hídricos y un control sobre estos más equitativos desde el punto de vista del género. Se ha demostrado que ampliar los derechos de las mujeres y su participación en las intervenciones relacionadas con el riego y la gestión de los recursos hídricos reduce su carga de trabajo en la recogida de aguas, aumenta su liderazgo en ámbitos relacionados con el agua y modifica las normas discriminatorias. En el norte de Ghana, las mujeres que participaron en una intervención relativa al riego en pequeña escala obtuvieron beneficios en términos de capacidad de acción y bienestar y redujeron su carga de trabajo en la producción agrícola de regadío109. En Fiji y Vanuatu se ha demostrado que las intervenciones en materia de agua, saneamiento e higiene en las que se aplicó un enfoque participativo con perspectiva de género reducen el trabajo de las mujeres en la recogida de agua y aumentan el liderazgo de las mujeres y la responsabilidad de los hombres en las tareas relativas a la higiene en el hogar, con datos limitados que también apuntan a una disminución de los casos de violencia de género como consecuencia de los conflictos sobre el aprovechamiento del agua110. Además de implicar a los hombres y las mujeres (a menudo de hogares diferentes), la formación agrícola y agroindustrial orientada a ambos cónyuges tiene efectos positivos en el empoderamiento de las mujeres y en las inversiones y la productividad de los sistemas agroalimentarios (Recuadro 6.3).

Los programas de registro conjunto de tierras han logrado consolidar los derechos de las mujeres sobre la tierra.

Emprender reformas y programas que permitan la titulación y el registro conjuntos de la tierra

Afianzar la codificación de los derechos de la mujer sobre la tierra es fundamental para mejorar el acceso a la tierra y la propiedad sobre ella en la práctica. Los programas de registro conjunto de tierras han logrado consolidar los derechos de las mujeres sobre la tierra, como demuestran los estudios de casos de Etiopía, la República Democrática Popular Lao, Filipinas y Uganda. En Etiopía, los datos de la fase inicial del programa nacional de registro y certificación conjuntos de tierras, que comenzó en 1998, revelaron que entre el 35 % y el 45 % de las tierras registradas estaban a nombre de mujeres111. Aunque no es estrictamente comparable, en 2019 más de la mitad de los propietarios de tierras en Etiopía eran mujeres (Capítulo 3). El programa aumentó la sensibilización y las reivindicaciones de las mujeres sobre sus derechos a la tierra112. En algunas regiones con bajos índices de alfabetización, se exigió una foto de todos los propietarios para la certificación conjunta de la tierra, lo que aumentó la visibilidad de las mujeres y mejoró la rendición de cuentas113. En Filipinas se observaron resultados positivos similares en el marco del Programa de administración y ordenación de la tierra, que se inició en 2002114. En el Segundo proyecto de titulación de tierras en la República Democrática Popular Lao también se subrayó la importancia de incluir actividades adicionales para sensibilizar a las mujeres sobre sus derechos sobre la tierra, incluso cuando dicho derecho está reconocido oficialmente en la legislación115.

También han resultado útiles los enfoques conductuales orientados a fomentar la titulación conjunta de la tierra mediante la concienciación de las parejas sobre sus beneficios. En un experimento aleatorio sobre el terreno realizado en 2018 en Uganda, durante el programa de titulación de tierras rurales, se llegó a la conclusión de que la demanda de titulación conjunta de tierras aumentaba cuando los precios subvencionados estaban condicionados a la inscripción de la esposa en el registro como copropietaria de la tierra y cuando se proporcionaba información adicional sobre los beneficios de la titulación conjunta116. Los pequeños incentivos de precios también aumentaron el acceso de las mujeres a los títulos de propiedad sobre la tierra en la República Unida de Tanzanía117.

La titulación conjunta puede aumentar significativamente la facultad decisoria de las mujeres en el hogar118. En Rwanda, los programas de titulación de tierras que incluyen los nombres de las mujeres condujeron a aumentos de la inversión en tierras rurales hasta casi duplicarla en los hogares encabezados por mujeres respecto de los encabezados por hombres, pero los beneficios pueden desvanecerse si no se ponen en marcha estrategias para evitar la regresión a la informalidad119.

Aprovechar las tecnologías digitales para colmar la brecha de género en los recursos

La digitalización ofrece un gran potencial para cerrar las brechas de género en el acceso a los recursos, incluidos los servicios de extensión y asesoramiento, la capacitación empresarial, los mercados y la información sobre ellos, así como las opciones de financiación y de ahorro. Por lo tanto, tiene la capacidad de fortalecer los medios de vida y el empoderamiento de las mujeres. Por ejemplo, en Uganda, la prestación de servicios de extensión y asesoramiento a las mujeres a través de vídeos tuvo un efecto positivo en su conocimiento de las prácticas agronómicas; aumentó su participación en la toma de decisiones en agricultura, especialmente en la adopción de prácticas e insumos recomendados; e incrementó el rendimiento del cultivo de maíz y las cantidades de maíz que las mujeres vendían en el mercado102. En Etiopía se observaron efectos similares con la prestación de servicios de extensión mediante vídeos120. Proporcionar a las mujeres teléfonos móviles y dirigir la información sobre servicios de extensión agrícola tanto a ellas como a los hombres con los que comparten el hogar mejoró la adopción de prácticas y la participación de las mujeres en la adopción de decisiones en el seno del hogar y con respecto a la producción agrícola121.

La digitalización de los servicios financieros ofrece formas innovadoras para asegurar una inclusión financiera significativa de las mujeres.

De manera similar, la digitalización de los servicios financieros ofrece formas innovadoras para asegurar una inclusión financiera significativa de las mujeres. El dinero móvil ha facilitado cambios en el comportamiento financiero de las mujeres, ha aumentado su independencia financiera y ha reforzado sus ingresos y su empoderamiento económico122, 123, 124, 125, 126. En el Níger también ha quedado demostrado que los programas de transferencia de efectivo mediante distribución por teléfono móvil mejoran la adopción de decisiones de las mujeres en cuanto al uso del dinero127.

Las plataformas de comercio electrónico agrícola pueden empoderar a las mujeres del medio rural mejorando sus derechos de negociación y aumentando sus ingresos128. En un estudio en el que se utilizó información procedente de entrevistas con informantes clave y de los datos de encuestas realizadas a 821 agricultores miembros de las cuatro plataformas agrícolas digitales más destacadas de Uganda se detectó que las mujeres que formaban parte de plataformas digitales declaraban tener un mayor acceso al trabajo formal que las que no formaban parte de ellas: el 21 % de las agricultoras presentes en plataformas recibía contratos formales por sus productos y el 49,5 % tenía acceso a préstamos para capital de trabajo, en comparación con el 9,3 % y el 29 % de las agricultoras que no utilizaban la plataforma, respectivamente129. En Bangladesh, la plataforma digital de financiación colectiva agrícola iFarmer permite a los inversores proporcionar capital a las ganaderas rurales, y se ha recurrido a la plataforma de comercio electrónico ekShop Shoron para ayudar a desarrollar los medios de vida de los refugiados rohinyá en Cox's Bazar (Bangladesh)130. No obstante, se observan diferencias considerables en la disposición de los países en desarrollo a apoyar el comercio electrónico agrícola en entornos rurales y a velar por que las plataformas sean accesibles para las mujeres, especialmente las de zonas remotas, con bajo nivel educativo y de alfabetización y otros factores de exclusión interseccionales.

Mejorar el acceso a las tecnologías de la información y la comunicación mediante medidas políticas y programas específicos

Las iniciativas a gran escala centradas específicamente en dotar a las mujeres rurales de alfabetización y aptitudes digitales son escasas, pero existen algunos ejemplos prometedores. Por ejemplo, en Bangladesh, el Programa de acceso a la información, que cuenta con más de 5 000 centros digitales en regiones rurales y remotas, pone en contacto a unos cinco millones de visitantes cada mes. Los centros ofrecen un programa de aptitudes digitales para emprendedoras, mediante el cual se ha formado a 3 000 mujeres emprendedoras en aptitudes empresariales, digitales y de reparación de soportes físicos que las capacitan para abrir sus propios centros de reparación de tecnologías de la información, un servicio muy necesario en muchas zonas rurales131. En Rwanda, la mitad de los puestos dentro del Programa de embajadores digitales, que cuenta con el apoyo del Gobierno, están reservados para mujeres, con el fin de posibilitar que promuevan las iniciativas dentro de sus propias comunidades y redes y alienten a otras mujeres y niñas a conectarse132. En diciembre de 2019, el programa había proporcionado capacitación en aptitudes digitales a 41 980 mujeres, jóvenes y habitantes de zonas rurales en 12 distritos. Una evaluación de los efectos informó de que el 87 % de las personas capacitadas notificó que sus ingresos habían aumentado, y el uso de los servicios electrónicos gubernamentales aumentó en un 129 %133. El 75 % de las mujeres capacitadas manifestó una mayor determinación e interés por el uso de la tecnología, mientras que el 58 % declaró que los ingresos familiares se habían incrementado. En marzo de 2020, el Organismo Regulador de los Servicios Públicos de Rwanda estimó que la tasa de penetración de Internet en el país era del 62,9 %, el doble que en 2016134.

Para que mejoren las bajas tasas de adopción de tecnología por parte de las mujeres serán necesarias reformas políticas o la introducción de marcos normativos que aborden directamente los obstáculos a los que se enfrentan las mujeres para acceder a una tecnología mejorada. Las políticas sectoriales sensibles a las cuestiones de género son fundamentales para colmar la brecha entre las mujeres y los hombres rurales en su capacidad para beneficiarse de las tecnologías de la información y la comunicación. En un análisis de datos de 46 países realizado por la GSMA quedó demostrada la estrecha relación entre contar con un marco normativo propicio y hacer un mayor uso del dinero móvil, sobre todo entre las mujeres135.

También han tenido éxito las medidas en materia de políticas que buscan explícitamente colmar la brecha digital de género. Entre los países que están a la vanguardia en este ámbito se encuentran Botswana, Costa Rica, Nigeria, Filipinas y el Senegal, y todos establecen objetivos claros para la inclusión de las mujeres en sus políticas nacionales de banda ancha. La estrategia nacional de banda ancha de Botswana incluye focalización basada en el género para el acceso a los teléfonos inteligentes, la mejora de la alfabetización digital y el aumento del número de licenciadas en campos relacionados con la tecnología de la información y las comunicaciones, mientras que el plan digital del Senegal incluye un compromiso de alto nivel para incorporar la perspectiva de género en todas las decisiones políticas de banda ancha y establece explícitamente el objetivo de que las mujeres rurales utilicen el 33 % del comercio electrónico y los servicios públicos para 2025136.

BURKINA FASO – Una joven microbióloga investiga sobre el cambio climático y la desertificación.
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BURKINA FASO – Una joven microbióloga investiga sobre el cambio climático y la desertificación.
©FAO/Gideon Vink

HACER FRENTE A LAS DESIGUALDADES DE GÉNERO EN LA RESILIENCIA A LAS PERTURBACIONES

El Capítulo 5 incluye información que señala que los mecanismos de supervivencia y la resiliencia ante las perturbaciones y los factores de tensión están determinados por las desigualdades de género. Hay tres mecanismos que han servido para mejorar la resiliencia y el liderazgo de las mujeres en las medidas de anticipación y respuesta a las perturbaciones: los enfoques basados en la comunidad, la colaboración en materia de políticas y la protección social. Se ha demostrado la eficacia de varias intervenciones para empoderar a las mujeres en los contextos de conflicto, posconflicto y fragilidad, incluidas las transferencias de activos y efectivo y los enfoques basados en grupos.

Promover los enfoques basados en la comunidad o en grupos para mejorar la resiliencia y la adaptación

Se ha demostrado que los enfoques basados en grupos mejoran el empoderamiento de las mujeres y su resiliencia a las perturbaciones. La participación en grupos ha aumentado el acceso a la información sobre el clima y las tasas de adopción de prácticas agrícolas climáticamente inteligentes en la India y Viet Nam137, 138, 139. De manera similar, durante la pandemia de la COVID–19, era poco frecuente que las mujeres que formaban parte de asociaciones de ahorro y préstamo de las aldeas notificaran los efectos negativos de la pandemia de la COVID–19 en la seguridad alimentaria y la salud, lo que sugiere una mayor resiliencia frente a la crisis140.

En Kenya, la pertenencia a grupos contribuyó a la adopción de prácticas agrícolas climáticamente inteligentes, mejoró las redes de seguridad de las mujeres y contribuyó a la resiliencia de los hogares141. Además, se ha demostrado que, en Asia sudoriental, los grupos aumentan la productividad y los ingresos142, 143; reducen la carga de trabajo y aumentan la producción mediante la gestión de bombas de riego alimentadas por energía solar en Nepal142; mejoran la capacidad de adaptación de las mujeres mediante microcréditos y formación en Kenya144; aumentan la participación de las mujeres en la adopción de decisiones medioambientales locales en el Senegal142.

En el Níger, los clubes Dimitra (véase el Cuadro 6.1) posibilitaron que las comunidades innovaran y elaboraran soluciones resilientes al clima, otorgaron mayor voz a las mujeres en la comunidad y las empoderaron para superar los obstáculos que encontraban en el acceso a las bombas de riego alimentadas por energía solar145. Tanto en ese como en otros países de la región del Sahel, los clubes Dimitra también han desempeñado una función esencial en el fortalecimiento de la cohesión social de la comunidad y en el desarrollo de las aptitudes de liderazgo de las mujeres rurales para actuar como mediadoras de paz en los conflictos entre agricultores y pastores, han aumentado la resiliencia y han fomentado las perspectivas de paz en el ámbito comunitario146, 147, 148.

En Vanuatu, un programa comunitario de adaptación ejecutado por CARE International también aumentó la autoestima y la confianza de las mujeres para participar en actividades, con un cambio positivo en las actitudes de la comunidad hacia el reconocimiento de la función esencial de las mujeres en la adaptación al clima32. En otra iniciativa de CARE International llevada a cabo en Etiopía y destinada a aumentar los ingresos de los hogares y la resiliencia al cambio climático mediante un enfoque comunitario transformador en materia de género también se registró un aumento de la participación de las mujeres en grupos (grupos de ahorro, asociaciones de mujeres, grupos de comercialización del ganado) y se informó de un mayor reconocimiento del papel público de las mujeres a nivel comunitario y de la administración local149.

Los enfoques basados en grupos también son eficaces en Estados frágiles y afectados por conflictos. En una revisión sistemática de 104 estudios cuantitativos y cualitativos diferenciados de 29 países y 14 tipos de intervención publicados entre 2000 y 2021 se llegó a la conclusión de que las intervenciones con grupos de autoayuda en Estados frágiles y afectados por conflictos tenían efectos positivos y significativos en todos los ámbitos del empoderamiento de las mujeres: recursos, capacidad de acción y logros150.

Formular y aplicar políticas para mejorar la resiliencia

Las políticas e inversiones climáticas con perspectiva de género son fundamentales para crear un entorno propicio que mejore la resiliencia y reduzca las desigualdades de género en los sistemas agroalimentarios59. La formulación de políticas y estrategias de inversión relativas al clima y con perspectivas de género ha sido lenta, pero ha mejorado paulatinamente en los últimos años59, 151. En una evaluación de los efectos del Programa Nacional de Inversión en el Sector Agrícola de Zambia, que implantó enfoques de carácter transformador en materia de género en la nutrición y la introducción de tecnologías climáticamente inteligentes, se indica que, además de aumentar la producción de los cultivos alimentarios y mejorar la seguridad alimentaria de los hogares, el programa mejoró las relaciones entre las parejas, así como sus funciones y su acceso a los recursos, la adopción de decisiones y la división del trabajo152.

Los enfoques colectivos para las medidas de acción colectiva en materia de política climática también han demostrado un gran potencial para fomentar el desarrollo de capacidades adaptadas a las necesidades específicas de las mujeres59 y para disminuir la desigualdad de género mediante el apoyo a las acciones climática de las mujeres y el aumento de su acceso a la información, los recursos colectivos, la financiación y la capacidad de acción colectiva142, 153. Por ejemplo, la inclusión de las mujeres en los procesos de consulta sobre políticas contribuyó a la formulación de políticas sensibles al género sobre el cambio climático y la seguridad alimentaria en América Latina154.

Utilizar la protección social para amortiguar las perturbaciones y mejorar la resiliencia

Los programas de protección social han apoyado eficazmente la resiliencia de las mujeres. Asimismo, han fomentado la resiliencia climática al contribuir a la recuperación de las perturbaciones y mejorar los resultados relativos al bienestar en contextos que presentan un alto riesgo climático155, 156. Los sistemas de garantía laboral que incluyen disposiciones para promover la participación igualitaria de las mujeres han demostrado su potencial para transformar las estructuras de poder en función del género y aumentar la resiliencia al cambio climático157. En Bangladesh, el Chars Livelihoods Programme (programa de medios de vida de los chars o islas fluviales), que transfiere activos y ofrece capacitación sobre medios de vida y nutrición a mujeres extremadamente pobres, ha aumentado las aptitudes sociales y económicas de las participantes para prevenir y afrontar los efectos de las inundaciones y la erosión158.

Un examen sistemático de las intervenciones en Estados frágiles y en conflicto reveló que las intervenciones de transferencia de activos y efectivo tienen efectos muy positivos en el acceso de las mujeres a los recursos, incluidos diversos activos, créditos e ingresos150.

Los programas de protección social han apoyado eficazmente la resiliencia de las mujeres.

EL CAMINO A SEGUIR PARA CONTAR CON SISTEMAS AGROALIMENTARIOS TRANSFORMADORES, EQUITATIVOS Y EMPODERADORES

Empoderar a las mujeres y colmar las brechas de género en los sistemas agroalimentarios genera importantes beneficios para el bienestar de las mujeres y sus hogares. El análisis y el examen de los datos recopilados para el presente informe desvelaron una amplia gama de intervenciones y características específicas que han demostrado mejorar la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres. En el camino a seguir, hay tres medidas fundamentales para facilitar la transformación de los sistemas agroalimentarios en favor de la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres.

Datos desglosados e investigación rigurosa

La elaboración de estrategias para colmar las brechas de género y hacer frente a las causas estructurales de las desigualdades en los sistemas agroalimentarios requiere estudios de alta calidad y datos desglosados por sexo, edad y otras dimensiones de diferenciación social y económica. Como se pone de manifiesto en este informe, en el último decenio se han realizado grandes avances en cuanto a la disponibilidad de datos cualitativos y cuantitativos desglosados por sexo, instrumentos para medir el empoderamiento de las mujeres y estudios empíricos de alta calidad. No obstante, siguen existiendo importantes desafíos y brechas en la disponibilidad y el uso de datos cuantitativos y cualitativos para medir y analizar la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres a lo largo del tiempo y en todos los ámbitos pertinentes para los sistemas agroalimentarios.

En primer lugar, las mediciones armonizadas y multidimensionales de la capacidad de acción y el empoderamiento deben integrarse de forma más coherente en las encuestas nacionales y medirse a lo largo del tiempo. También es necesario vincular mejor dichas mediciones a los indicadores individuales sobre el acceso a los recursos (por ejemplo, el riego y la financiación) y los logros (por ejemplo, el empleo, los salarios y la seguridad alimentaria). Los parámetros de medición del empoderamiento de la mujer destinados a los sistemas nacionales de estadística, elaborados recientemente en el marco de la Iniciativa 50x2030: Agricultura inteligente en función de los datos159, constituyen una importante medida en ese sentido.

En segundo lugar, es necesario seguir trabajando para elaborar métodos que recopilen y midan los cambios en las normas y las fuentes de desigualdades estructurales, incluido en las iniciativas que manejan datos a gran escala. Entre los ejemplos de iniciativas para elaborar instrumentos que permitan medir el cambio transformador en materia de género en los sistemas agroalimentario cabe citar el Programa conjunto sobre enfoques de género transformadores en favor de la seguridad alimentaria y la nutrición160y la iniciativa HER+ del CGIAR161.

En tercer lugar, es necesario prestar más atención a la recopilación de datos cualitativos y cuantitativos y a la investigación centrada en las poblaciones marginadas para comprender y abordar mejor las desigualdades superpuestas y las distintas experiencias de discriminación.

En cuarto lugar, los esfuerzos para recopilar de forma sistemática datos desglosados que sean representativos en el ámbito nacional y estén relacionados con las actividades laborales (en la agricultura y fuera de ella), el uso del tiempo y el acceso a activos y recursos pertinentes para los medios de vida de los sistemas agroalimentarios deberían ir más allá del número relativamente reducido de países de las iniciativas de estudios de medición de los niveles de vida (EMNV+), que se centran principalmente en el África subsahariana y Asia meridional162.

En quinto lugar, es esencial contar con más datos longitudinales para seguir los cambios a lo largo del tiempo en los mismos individuos y hogares y facilitar la determinación de los factores causales del cambio.

En sexto lugar, es necesario redoblar los esfuerzos en la recopilación de datos y la investigación en todos los sistemas agroalimentarios. Se ha avanzado considerablemente en la recopilación de datos mundiales desglosados por sexo en el sector primario de la pesca y la acuicultura y a lo largo de toda la cadena de valor163. No obstante, los avances en otros sectores, como la ganadería y la silvicultura, siguen siendo insuficientes164. En términos más generales, los datos nacionales y multinacionales sobre las relaciones de género, las funciones y el empoderamiento individual son relativamente escasos fuera del contexto del sector agrícola primario, como en la industria de fabricación y elaboración, el comercio mayorista y minorista, el transporte y los servicios alimentarios36, y en muchos países faltan datos de alta calidad de encuestas alimentarias en el plano individual, especialmente en los países de ingreso bajo y de ingreso mediano165. El informe también detectó una falta de datos pertinentes desglosados por sexo sobre las repercusiones del cambio climático, la capacidad de adaptación y la resiliencia, así como datos relativamente escasos desglosados por sexo acerca del acceso a activos y recursos importantes (por ejemplo, riego, fertilizantes y tecnología).

En séptimo lugar, si bien se ha progresado significativamente en la evaluación de las intervenciones centradas en el género, como sucede con la experiencia del Laboratorio de Innovación de Género del Banco Mundial, deben emprenderse iniciativas más sistemáticas para evaluar las intervenciones aplicando métodos rigurosos de evaluación de los efectos con el fin de brindar datos sobre lo que da mejores resultados en diferentes contextos, con un enfoque específico centrado en captar el cambio en las normas sociales discriminatorias subyacentes y las dinámicas de poder desiguales arraigadas que sustentan la desigualdad de género.

En octavo y último lugar, disponer de más datos y pruebas sobre la rentabilidad de las intervenciones que abordan la desigualdad de género contribuirá a propiciar soluciones y al compromiso político para trabajar a gran escala.

Subsanar estos déficits de datos relativos al género puede contribuir a una investigación rigurosa que determine mejor las limitaciones a la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres en los sistemas agroalimentarios, incluidas las que afectan a las mujeres y los hombres que experimentan múltiples tipos de discriminación que se superponen entre sí. Los avances en los datos también favorecerían una evaluación más precisa de la eficacia y la rentabilidad de los programas y las políticas de los sistemas agroalimentarios, lo que a su vez debería servir de base para la priorización, el diseño y la puesta en marcha de intervenciones y políticas que puedan contribuir con éxito a la creación de sistemas agroalimentarios transformadores, equitativos y empoderadores para todas las personas.

Aprovechar los enfoques de éxito a gran escala

Se necesitan soluciones a gran escala para lograr cambios tangibles en la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres. Por desgracia, la escala de muchas de las intervenciones examinadas para este informe es relativamente reducida. Es poco probable que se produzca un cambio generalizado en las actitudes de género, a menos que las lecciones aprendidas sobre las formas de reducir la discriminación de género se amplíen más allá de los hogares y las comunidades, hasta los mercados y las esferas política y jurídica166. Si bien sigue siendo fundamental trabajar con las comunidades y los hogares sobre las normas locales con sesgo de género y hacerlo a través de enfoques transformadores en materia de género, es imperativo que los gobiernos, las organizaciones internacionales, las organizaciones de la sociedad civil y el sector privado influyan en los cambios positivos de las normas de género y mejoren el acceso de las mujeres a los recursos a través de políticas nacionales, campañas y programas integrados a gran escala.

No obstante, la ampliación de escala plantea desafíos sobre qué ampliar y cómo hacerlo. Los enfoques que han demostrado ser prometedores en múltiples contextos y que cuentan con vías claras para ampliar su alcance y su ámbito son apropiados para la ampliación de escala. Para poder efectuar una evaluación adecuada no solo son necesarias iniciativas piloto satisfactorias, sino también llevar a cabo con rigor un seguimiento, una evaluación y una valoración del conocimiento de los resultados (véase la referencia reciente a la necesidad de disponer de datos adecuados y de llevar a cabo un seguimiento y una evaluación para lograr la igualdad de género). Por encima de todo, para ampliar la escala es necesario contar con la voluntad política y el compromiso de los dirigentes gubernamentales y sociales. La ampliación de escala puede tener lugar por conducto de gobiernos que decidan realizar cambios normativos, integrar enfoques en programas nacionales o aportar cofinanciación nacional para proyectos internacionales. También puede producirse gracias a la inversión del sector privado, el aumento de la financiación y la promoción de los intereses por parte de los agentes para el desarrollo, o mediante los esfuerzos de las comunidades y los grupos para invertir en enfoques eficaces y proceder a su adopción167. Es fundamental velar por que los enfoques que han tenido éxito en un contexto se adapten a los nuevos contextos, y por que los elementos que no eran prioritarios en las intervenciones en pequeña escala (por ejemplo, la colaboración nacional en materia de políticas) se incluyan al ampliar la escala.

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Lograr la igualdad de género en la agricultura y los sistemas alimentarios a gran escala podría reportar enormes beneficios. A partir de los datos que se presentan en el Capítulo 2 sobre las brechas de género en la productividad de las explotaciones agrícolas y la brecha salarial en el empleo en los sistemas agroalimentarios, la FAO estima de manera prudente que bastaría con colmar las brechas de género en la productividad agrícola y la brecha salarial en la agricultura para que aumentara el PIB mundial en al menos un 1 % (o casi un billón de USD). Con ello la inseguridad alimentaria mundial se reduciría como mínimo dos puntos porcentuales, y el número de personas que padecen inseguridad alimentaria se reduciría en 45 millones (véase el Anexo 3).

Enfoques transformadores intencionales

La probabilidad de que las intervenciones cierren la brecha de género en los sistemas agroalimentarios y produzcan mejoras positivas y duraderas en el bienestar de las mujeres es mayor cuando se integran medidas explícitas a favor de la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres. Los efectos son mayores cuando también se abordan las normas sociales y los obstáculos institucionales que discriminan a las mujeres168. Las intervenciones encaminadas a empoderar a las mujeres pueden, sin quererlo, tener también resultados opuestos, por lo que para evitarlos serán necesarias intervenciones intencionadas y cuidadosamente diseñadas36. Por ejemplo, las intervenciones dirigidas a las mujeres pueden presentar una compensación de factores en términos de mayor participación de las mujeres pero una mayor carga de trabajo, con importantes implicaciones para los resultados en materia de desarrollo169. La mayoría de los proyectos que pretenden empoderar a las mujeres suele incluir únicamente estrategias para llegar a las mujeres y beneficiarlas; pocos proyectos incluyen estrategias dirigidas explícitamente a transformar las normas y relaciones de género que pueden propiciar una mayor igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres. Para que las intervenciones destinadas a mejorar la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres en los sistemas agroalimentarios sean más eficaces deben tener un carácter multidimensional, estar orientadas a abordar múltiples obstáculos en función del género en diferentes escalas y tratar de abordar las causas estructurales de la desigualdad de género. La información procedente de varios estudios sobre la relación costo-eficacia indica que los enfoques transformadores en materia de género proporcionan un alto rendimiento de las inversiones (véase el Recuadro 6.5).

RECUADRO 6.5 COSTOS Y BENEFICIOS DE LOS ENFOQUES TRANSFORMADORES EN MATERIA DE GÉNERO

Los datos y la información sobre los costos y los beneficios de pasar de la transversalización de la perspectiva de género a los enfoques transformadores en materia de género en las intervenciones de desarrollo son escasos, en consonancia con la ausencia general de datos sobre los efectos de las intervenciones de género en las intervenciones de desarrollo agrícola y rural. Solo en el 10 % de las intervenciones en agricultura y desarrollo rural se evalúan las diferencias de género en los resultados de las intervencionesi.

No obstante, tres estudios de Burundi, Côte d'Ivoire y la República Democrática del Congo muestran que los enfoques transformadores en materia de género son una solución rentable para mejorar los medios de vida rurales y fomentar la igualdad de género.

En Côte d'Ivoire, el Banco Mundial utilizó un estudio aleatorizado comparativo para contrastar los efectos de invitar a ambos cónyuges a una capacitación sobre servicios de extensión agrícola relativa a la producción de caucho frente a una capacitación sobre servicios de extensión más tradicional dirigida principalmente a los hombres, que tradicionalmente dominan este cultivo de exportación. La inclusión de las esposas en las formaciones agrícolas dio lugar a mayores niveles de inversión (cultivo de un 20 % más de plántulas de caucho), al tiempo que se mantuvieron los niveles de producción agrícola anteriores al programa de árboles más viejos y otros cultivosii. Estos cambios proceden principalmente de una mayor implicación en la gestión agrícola de las esposas, un mayor mantenimiento del plan de acción y mejoras en la división de tareas en función del géneroii. Aunque el costo de estas intervenciones fue de 25 USD adicionales por hogar, o de 35 USD si se incluye el tiempo para diseñar la capacitación, los hogares que se beneficiaron del enfoque transformador en materia de género pudieron mantener la producción de caucho en los niveles anteriores al programa, mientras que los hogares que se beneficiaron del enfoque tradicional experimentaron un descenso de 346 USD en el valor anual de la producción de caucho.

En la República Democrática del Congo, el Africa Gender Innovation Lab llevó a cabo un estudio aleatorizado comparativo entre 2019 y 2021 en el que se comparó la provisión transformadora en materia de género de centros de cuidado infantil basados en la comunidad frente a disposiciones informales para el cuidado infantil. En una evaluación de estas intervenciones se señaló un aumento promedio de 34 USD por mes en los ingresos del hogar como resultado de una mayor oferta de mano de obra ya que se produjo una reducción significativa en el tiempo que los miembros del hogar dedicaban al cuidado infantil. Aunque la evaluación no tuvo en cuenta los beneficios indirectos o futuros, la intervención tuvo efectos positivos significativos en el desarrollo de la primera infancia. El análisis de rentabilidad reflejó “un elevado rendimiento de la inversión”iii con un costo mensual de 144 USD por centro (entre 10 USD y 16 USD por niño al mes) en comparación con una ganancia de 34 USD al mes en los ingresos del hogar.

En Burundi, entre 2016 y 2019, CARE y sus asociados comprobaron la eficacia de un enfoque transformador en materia de género conocido como Empoderamiento a través del conocimiento y las medidas transformadoras como parte de un estudio aleatorizado comparado frente a un enfoque “que tiene en cuenta levemente el género” y un grupo control que no tiene en cuenta las cuestiones de género. En una evaluación se señaló que el empoderamiento de las mujeres fue significativamente mayor en el grupo EKATA, y que el índice de paridad de género mejoró en un 51 %, frente a una mejora inferior al 10 % en las intervenciones que tienen en cuenta levemente el género y las intervenciones que no tienen en cuenta las cuestiones de géneroiv. Además, el proyecto tuvo efectos positivos significativos en la diversidad alimentaria de las mujeres y provocó cambios importantes en las percepciones de los hombres y las mujeres sobre la violencia de génerov. En el análisis de costos y beneficios se estima que el valor del enfoque transformador en materia de género duplica al del enfoque que tiene en cuenta levemente el género y es aproximadamente 8,5 veces mayor que el del enfoque que no tiene en cuenta las cuestiones de génerov.

FUENTES:
  1. CERES2030. 2020. Ending hunger sustainably: The role of gender. Background NOTA. Winnipeg, Canada, Instituto Internacional para el Desarrollo Sostenible. https://tinyurl.com/jmapbp49
  2. Donald, A., Goldstein, M. & Rouane, L. 2022. Two heads are better than one: Agricultural production and investment in Côte d’Ivoire. Washington, DC, Gender Innovation Lab, Banco Mundial. https://openknowledge.worldbank.org/handle/10986/37550
  3. Donald, A. & Vaillant, J. 2023. Experimental evidence on rural childcare provision. Borrador preliminar. https://tinyurl.com/y44xfv5b
  4. Hillenbrand, E., Mohanraj, P., Njuki, J., Ntakobakinvuna, D. & Sitotaw, A.T. 2022. “There is still something missing”: Comparing a gender-sensitive and gender-transformative approach in Burundi. Development in Practice. https://doi.org/10.1080/09614524.2022.2107613
  5. CARE. 2021. A win-win for gender and nutrition: Testing a gender-transformative approach from Asia in Africa. Policy Brief. Ginebra, Suiza, CARE. https://tinyurl.com/3mbkpc45

Aunque un porcentaje sorprendentemente elevado (65 %) de la ayuda bilateral centrada en la agricultura y el desarrollo rural está categorizado como integrador de la perspectiva de género, y dicho porcentaje es superior a la mayoría de los registrados en los demás sectores de ayuda (Figura 6.1), solo una pequeña parte (6 %) trata actualmente el género como un aspecto fundamental en el diseño del proyecto170. Una proporción similar de la ayuda multilateral sometida a estudio presta atención al género (el 67 % de la ayuda multilateral en todos los sectores)171.

KENYA – Una mujer seca bananos que después su empresa utilizará para producir harina.
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KENYA – Una mujer seca bananos que después su empresa utilizará para producir harina.
© FAO/Fredrik Lerneryd

Figura 6.1 Un alto porcentaje de la financiación bilateral para el desarrollo centrada en el desarrollo agrícola y rural transversaliza las cuestiones de género o se centra exclusivamente en ellas

Volumen y proporción de la ayuda centrada en las cuestiones de género, por sector (promedio 2020-2021)
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FUENTE: Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos. 2023. Official development assistance for gender equality and women’s empowerment: A snapshot. París. https://www.oecd.org/dac/snapshot-oda-gender-2023.pdf

En un metaanálisis de los efectos positivos de 24 proyectos financiados por el FIDA, representativos de una cartera de 96 proyectos por valor de 3 100 millones de USD en inversiones del FIDA y una inversión total de 7 100 millones de USD que incluye la cofinanciación, se indica que los proyectos que contribuyen al empoderamiento de las mujeres mediante el aumento de su facultad decisoria sobre los ingresos y los recursos también son significativamente más eficaces para aumentar los ingresos de los hogares, la diversidad de la dieta, la seguridad alimentaria y la resiliencia que los proyectos que no abordan el empoderamiento de las mujeres. En concreto, los resultados muestran que el número de personas que experimentan un incremento apreciable de sus ingresos aumenta en cinco puntos porcentuales y el número de personas que experimentan un aumento significativo de su resiliencia aumenta en 20 puntos porcentuales (para más detalles metodológicos, véase el Anexo 4).

Por lo tanto, es probable que tomar una proporción de la financiación bilateral prevista para la integración de la perspectiva de género y reasignarla al empoderamiento de las mujeres como objetivo fundamental en el diseño de los proyectos para que produzca beneficios adicionales significativos en términos de ingresos, diversidad de la dieta, seguridad alimentaria y resiliencia. Si la mitad de los productores en pequeña escala se beneficiaran de intervenciones de desarrollo centradas en empoderar a las mujeres, se incrementarían notablemente los ingresos de 58 millones de personas más y se aumentaría la resiliencia de 235 millones de personas adicionales en comparación con un enfoque de transversalización de la perspectiva de género. Estos resultados podrían lograrse reorientando la considerable cantidad de dinero que se destina actualmente a la transversalización de la perspectiva de género hacia proyectos que busquen intencionadamente empoderar a las mujeres de manera rentable172.

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EGIPTO – La supervisora de una planta de elaboración de tomates echa sal sobre los tomates cortados.
©FAO/Heba Khamis