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Programa de la FAO de respuesta y recuperación ante la pandemia COVID-19 - Transformación de los sistemas alimentarios

Reconstruir para transformar durante el periodo de respuesta y recuperación











FAO. 2021. Programa de la FAO de respuesta y recuperación ante la pandemia COVID-19 - Comercio y normas de inocuidad de alimentos: Facilitar y acelerar el comercio alimentario y agrícola durante la pandemia COVID-19 y más allá. Roma.




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    Programa de la FAO de respuesta y recuperación ante la pandemia COVID-19 - Plan global de respuesta humanitaria
    Abordar los impactos de la COVID-19 y salvaguardar los medios de vida en contextos de crisis alimentaria
    2021
    La pandemia de COVID-19 es una de las mayores crisis mundiales en generaciones. En todo el mundo los medios de vida se han visto afectados, y la pobreza y el hambre van en aumento. Sin embargo, el impacto real de la pandemia aún está por verse, a medida que la presencia e intensidad del virus fluctua y se desplaza por las distintas regiones. Las consecuencias serán más graves en los países que ya estaban sufriendo crisis alimentarias, o aquellos altamente vulnerables a los choques. Durante el año pasado, 135 millones de personas sufrieron crisis o peores niveles de inseguridad alimentaria, de las cuales 27 millones se encontraban en situación de emergencia. Para esas poblaciones, los efectos de la COVID-19 podrían ser catastróficos. A medida que la pandemia avanza en contextos de crisis alimentaria, existe una preocupación tangible en función de un riesgo en aumento de hambruna. En países como Afganistán y República Centroafricana, ya se están registrando niveles en aumento de inseguridad alimentaria aguda. Mientras que en Somlia, se calcula que, entre julio y septiembre de 2020, alrededor de 3,5 millones de personas afrontarán una crisis o peores niveles de inseguridad alimentaria aguda. Esto equivale a un aumento de casi el triple en comparación con los niveles anteriores a la COVID-19, debido a los múltiples desastres que afectan al país: un aumento de las plagas de langostas del desierto, inundaciones, el impacto de la pandemia y los efectos a largo plazo de las sequías y los desplazamientos.
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    Brochure, flyer, fact-sheet
    Programa de la FAO de respuesta y recuperación ante la pandemia COVID-19 - Prevenir la próxima pandemia zoonótica
    Reforzar y ampliar el enfoque Una Salud para evitar pandemias de origen animal
    2021
    La enfermedad por coronavirus 2019 (COVID-19) se originó en una fuente animal, al igual que ha sucedido con alrededor del 60% de las enfermedades infecciosas en el ser humano. La pandemia pone de manifiesto la necesidad de prepararnos, prevenir, detectar y responder ante estas enfermedades en las zonas donde más posibilidades hay de que surja la próxima pandemia. El riesgo es mayor donde existe una estrecha vinculación entre la vida silvestre y la producción agrícola o ganadera intensiva, y a menudo se ve exacerbado en lugares donde la agricultura ha invadido los ecosistemas naturales, o los ha sometido a presión. Las situaciones de mayor riesgo para que se produzca un nuevo salto del virus son, por ejemplo, los mercados de animales vivos y los lugares donde aumenta el consumo de carne de animales silvestres. Para prevenir estos saltos del virus es necesario trabajar con las comunidades que viven en lugares de alto riesgo. Los agricultores familiares son los más vulnerables, y en particular las mujeres y los niños, especialmente en países de ingresos bajos y medios, donde los servicios médicos, veterinarios y de producción animal son escasos y los sistemas de control de la inocuidad de los alimentos no disponen de los medios necesarios para prevenir, detectar y responder ante enfermedades zoonóticas nuevas o recurrentes.
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    Brochure, flyer, fact-sheet
    Programa de la FAO de respuesta y recuperación ante la pandemia COVID-19 – Inclusión económica y protección social para aliviar la pobreza
    Respuestas en favor de las personas pobres para una recuperación económica inclusiva tras la pandemia
    2021
    La pandemia COVID-19 está afectando de manera directa e indirecta la salud y el bienestar en todo el mundo. La enfermedad y las medidas de contención están exacerbando las desventajas sociales y económicas de las personas más vulnerables de la sociedad. Estos impactos sociales y económicos podrían provocar reveses devastadores en los esfuerzos por lograr la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. Las persistentes desigualdades entre poblaciones rurales y urbanas, ricos y pobres, mujeres y hombres exacerbarán estos efectos. Las personas que viven en las zonas más afectadas por el cambio climático, los conflictos, el desplazamiento forzoso y la migración se verán aún más vulnerables. Las consecuencias socioeconómicas de la pandemia COVID-19 resaltan con mayor urgencia al llamado a la erradicación de la pobreza, especialmente en las zonas rurales. Teniendo en cuenta que cerca del 80% de los 734 millones de personas en pobreza extrema viven en zonas rurales, y que casi el 70% de las metas de los ODS se refieren a zonas rurales para lograr la Agenda 2030 es preciso dedicar mayor atención en el desarrollo rural. Según estimaciones actuales del Banco Mundial, la crisis impulsada por la pandemia COVID-19 podría hacer que a hasta 100 millones de personas se encuentren en situación de pobreza extrema para finales de 2020. Las comunidades rurales están menos preparadas y tienen menor capacidad para hacer frente a las consecuencias socioeconómicas de la pandemia y, dado el carácter interconectado de la mayoría de los espacios rurales, esto conlleva repercusiones significativas para los medios de vida rurales, los sistemas alimentarios en general y la seguridad alimentaria a nivel nacional. Las zonas rurales y las poblaciones rurales son una parte integral de las cadenas de suministro de alimentos en la producción, procesamiento, comercio y transporte, y se ven directamente afectadas por perturbaciones en la demanda y cualquier restricción de movilidad de la fuerza laboral o el transporte de bienes. La mayor parte de las poblaciones rurales, en especial las personas pobres, dependen de fuentes de ingresos diversificadas para su subsistencia, incluyendo jornales agrícolas y actividades no agrícolas. La actividad económica en las zonas rurales, especialmente para mujeres y jóvenes, es mayoritariamente informal.

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