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Brochure, flyer, fact-sheetPrograma de la FAO de respuesta y recuperación ante la pandemia COVID-19 - Prevenir la próxima pandemia zoonótica
Reforzar y ampliar el enfoque Una Salud para evitar pandemias de origen animal
2021La enfermedad por coronavirus 2019 (COVID-19) se originó en una fuente animal, al igual que ha sucedido con alrededor del 60% de las enfermedades infecciosas en el ser humano. La pandemia pone de manifiesto la necesidad de prepararnos, prevenir, detectar y responder ante estas enfermedades en las zonas donde más posibilidades hay de que surja la próxima pandemia. El riesgo es mayor donde existe una estrecha vinculación entre la vida silvestre y la producción agrícola o ganadera intensiva, y a menudo se ve exacerbado en lugares donde la agricultura ha invadido los ecosistemas naturales, o los ha sometido a presión. Las situaciones de mayor riesgo para que se produzca un nuevo salto del virus son, por ejemplo, los mercados de animales vivos y los lugares donde aumenta el consumo de carne de animales silvestres. Para prevenir estos saltos del virus es necesario trabajar con las comunidades que viven en lugares de alto riesgo. Los agricultores familiares son los más vulnerables, y en particular las mujeres y los niños, especialmente en países de ingresos bajos y medios, donde los servicios médicos, veterinarios y de producción animal son escasos y los sistemas de control de la inocuidad de los alimentos no disponen de los medios necesarios para prevenir, detectar y responder ante enfermedades zoonóticas nuevas o recurrentes. -
Brochure, flyer, fact-sheetPrograma de la FAO de respuesta y recuperación ante la pandemia COVID-19 - Plan global de respuesta humanitaria
Abordar los impactos de la COVID-19 y salvaguardar los medios de vida en contextos de crisis alimentaria
2021La pandemia de COVID-19 es una de las mayores crisis mundiales en generaciones. En todo el mundo los medios de vida se han visto afectados, y la pobreza y el hambre van en aumento. Sin embargo, el impacto real de la pandemia aún está por verse, a medida que la presencia e intensidad del virus fluctua y se desplaza por las distintas regiones. Las consecuencias serán más graves en los países que ya estaban sufriendo crisis alimentarias, o aquellos altamente vulnerables a los choques. Durante el año pasado, 135 millones de personas sufrieron crisis o peores niveles de inseguridad alimentaria, de las cuales 27 millones se encontraban en situación de emergencia. Para esas poblaciones, los efectos de la COVID-19 podrían ser catastróficos. A medida que la pandemia avanza en contextos de crisis alimentaria, existe una preocupación tangible en función de un riesgo en aumento de hambruna. En países como Afganistán y República Centroafricana, ya se están registrando niveles en aumento de inseguridad alimentaria aguda. Mientras que en Somlia, se calcula que, entre julio y septiembre de 2020, alrededor de 3,5 millones de personas afrontarán una crisis o peores niveles de inseguridad alimentaria aguda. Esto equivale a un aumento de casi el triple en comparación con los niveles anteriores a la COVID-19, debido a los múltiples desastres que afectan al país: un aumento de las plagas de langostas del desierto, inundaciones, el impacto de la pandemia y los efectos a largo plazo de las sequías y los desplazamientos. -
Brochure, flyer, fact-sheetPrograma de la FAO de respuesta y recuperación ante la pandemia COVID-19 - Transformación de los sistemas alimentarios
Reconstruir para transformar durante el periodo de respuesta y recuperación
2021Las perturbaciones provocadas por la crisis de la pandemia COVID-19 han puesto de relieve muchas de las debilidades de los sistemas alimentarios de hoy. Entre los principales desafíos se encuentran el acceso a alimentos seguros y nutritivos a precios asequibles en situaciones de restricción de movimientos y cierre de mercados, sumado a la vulnerabilidad de los trabajadores (en lo referente a salud e ingresos) en todo el sistema alimentario. Está en peligro la supervivencia misma de empresas e industrias, especialmente las micro, pequeñas y medianas empresas, desde productores, fabricantes, comerciantes y procesadores de alimentos, hasta transportistas y minoristas. Se han visto afectadas de manera desproporcionada las personas que trabajan en el sector de productos perecederos de alto valor e intensivos en mano de obra, productos que resultan esenciales para una buena nutrición, como son frutas y verduras, pescado y productos acuícolas, carne y productos lácteos. En muchos países, el gran número de personas que trabaja en el sector informal en todo el sistema alimentario ha exacerbado el impacto en los medios de vida. La pandemia de COVID-19 ha puesto de relieve las vulnerabilidades de aquellos países que dependen de importaciones de alimentos e insumos agrícolas, dando lugar a un nuevo debate sobre la creación de cadenas de valor más cortas para aumentar la flexibilidad y previsibilidad de los mercados y ayudar a minimizar las pérdidas para los productores. La pandemia ha acentuado la atención sobre muchas de las problemáticas que existen hoy, como la resistencia a los antimicrobianos, las enfermedades zoonóticas, el cambio climático, el fraude alimentario y la digitalización de los sistemas alimentarios, todas ellas con posibles consecuencias significativas para la inocuidad de los alimentos. Por otra parte, la importancia de preservar y proteger los recursos ambientales y la diversidad biológica como reguladores naturales de las enfermedades ha puesto el foco de la atención en la escala de destrucción de los hábitats naturales por los cambios en el uso de la tierra.
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