La agricultura andina en el corredor Cusco-Puno (Perú) es un excelente ejemplo de la sabiduría y capacidad de adaptación de los agricultores que les permite vivir en armonía con sus ecosistemas. El sistema comprende destacables estructuras y prácticas, como terrazas, caballones, sistemas de riego y aperos tradicionales, cultivos y ganados esparcidos sobre diferentes altitudes.
La agricultura andina en el corredor Cusco-Puno consiste en una red de ciudades, territorios y poblaciones rurales que han conservado sus prácticas de agroingeniería durante más de cinco milenios en los altos ecosistemas andinos, a una altitud de entre 2 500 y 5 000 metros. Las prácticas sociales y culturales de los agricultores promueven la gestión responsable, armoniosa y respetuosa del medio ambiente: factores clave que han logrado avances en la gestión agrícola y la seguridad alimentaria.
Las comunidades del corredor Cusco-Puno mantienen una forma de organización social con sus propias normas y reglamentos, reconocidos por la Ley de las Comunidades Campesinas. La minca, o trabajo colectivo voluntario, es una tradición en la que toda la comunidad se reúne para arar, recolectar, empaquetar y elaborar los productos agrícolas.
Un enfoque de trabajo comunitario demuestra que la agricultura tiene un gran significado sociocultural para las comunidades de la agricultura andina en el corredor Cusco-Puno. Sus tradiciones y rituales culturales rinden reconocimiento y homenaje al entorno que les proporciona alimentos, como la celebración de la Pachamama (Madre Tierra) y la de los apus (dioses locales representados por las colinas, montañas, ríos y fenómenos atmosféricos).
La zona es rica en agrobiodiversidad, gracias al mantenimiento de los sistemas agrícolas tradicionales y al uso de los conocimientos ancestrales para interpretar las señales medioambientales (indicadores biológicos, atmosféricos y astronómicos). Las comunidades tradicionales también han utilizado el sistema de rotación de cultivos como un importante componente de la gestión de los suelos para evitar el agotamiento de estos y la sobreexplotación de los recursos. Cada año, los cultivos de las tierras comunales se rotan en un ciclo que puede durar entre cinco y veinte años. La siembra en momentos diferentes es una práctica tradicional utilizada para reducir los riesgos climáticos.
Tras la designación como SIPAM, las mujeres se han fortalecido, se han empoderado y están mejor organizadas gracias a los diversos grupos de actividades femeninos que se han creado para promocionar a la mujer local de esa zona.
Valentina Avilés Tapara Agricultora de la región del Cusco (Perú)Vivo en la comunidad de Caritamaya (Puno), tengo 62 años. He sido presidente de la comunidad de Caritamaya, vivo de la agricultura, por lo que puedo decir que no todos los años son iguales, siempre hay heladas, sequías, granizos y vientos diferentes cada año. Las heladas son lo que más devasta nuestros cultivos. En nuestras aynokas, el primer año sembramos papas, el segundo, quinua, el tercero, cebada, avena.
Valentín Perqa Charaja Comunidad campesina de Caritamaya en la región de Acora en PunoDesde la designación como SIPAM del sistema de agricultura andina del corredor Cusco-Puno (Perú) en 2011:
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