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Cuando quedan ocho años para acabar con el hambre, la inseguridad alimentaria y todas las formas de malnutrición —metas 2.1 y 2.2 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)—, el mundo se está moviendo en la dirección equivocada. Tal como se ha argumentado en las últimas dos ediciones del presente informe, con objeto de cumplir los objetivos del ODS 2 para 2030, las dietas saludables deben proporcionarse a un menor costo a fin de contribuir a que las personas puedan permitírselas. Esto implica tanto un aumento del suministro de los alimentos nutritivos que constituyen una dieta saludable como un cambio en el consumo en favor de estas dietas.

En su mayor parte, las políticas de apoyo a la alimentación y la agricultura actualmente no está en consonancia con el objetivo de promover dietas saludables y, de hecho, en numerosos casos, está socavando de manera inadvertida los resultados relacionados con la seguridad alimentaria y la nutrición. Asimismo, gran parte del apoyo no se distribuye equitativamente, distorsiona el mercado y daña el medio ambiente.

Es posible asignar los presupuestos públicos de manera más eficaz en función del costo y más eficiente para ayudar a reducir el costo de las dietas saludables, mejorando así su asequibilidad, sostenibilidad e inclusividad, asegurándose de que nadie se quede atrás.

En el informe de este año, en primer lugar se presenta la información actualizada más reciente sobre la situación de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo, incluidas estimaciones actualizadas sobre el costo y la asequibilidad de las dietas saludables. A continuación, el informe profundiza en la “adaptación de las políticas de apoyo a la alimentación y la agricultura para hacer las dietas más asequibles y saludables” a través de la reducción del costo de los alimentos nutritivos con respecto a otros alimentos y a los ingresos de la población, lo cual, a su vez, ayuda a los países a hacer un uso más eficiente y eficaz de los recursos públicos, en muchos casos limitados.

La seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo

Indicadores de la seguridad alimentaria: información actualizada y últimos progresos con vistas a poner fin al hambre y garantizar la seguridad alimentaria

A pesar de la esperanza de que el mundo saldría más rápido de la crisis y de que la seguridad alimentaria comenzaría a recuperarse de la pandemia en 2021, el hambre aumentó todavía más ese año a nivel mundial, tras un repunte acusado en 2020, en plena pandemia de la COVID-19. Las disparidades en la repercusión de la pandemia y la recuperación, junto con la limitada cobertura y duración de las medidas de protección social, dieron lugar a un incremento de las desigualdades que ha contribuido a que en 2021 se sumen nuevos retrocesos en lo que respecta al logro del objetivo del Hambre cero para 2030.

Tras permanecer relativamente estable desde 2015, la prevalencia de la subalimentación (indicador 2.1.1 de los ODS) aumentó del 8,0% en 2019 a cerca del 9,3% en 2020 y siguió aumentando en 2021, aunque a un ritmo menor, hasta alcanzar aproximadamente un 9,8%. Se calcula que entre 702 y 828 millones de personas en el mundo (esto es, entre el 8,9% y el 10,5% de la población mundial) se enfrentaron al hambre en 2021. Considerando los puntos medios de los rangos estimados (que reflejan la incertidumbre añadida derivada de las persistentes consecuencias de la pandemia de la COVID-19), el hambre afectaba a 46 millones de personas más en 2021 que en 2020 y a un total de 150 millones de personas más que en 2019, antes de la pandemia de la COVID-19.

Las cifras muestran disparidades regionales persistentes, siendo África la región que soporta la carga más pesada. Una de cada cinco personas en África (el 20,2% de la población) se enfrentaba al hambre en 2021, en comparación con el 9,1% en Asia, el 8,6% en América Latina y el Caribe, el 5,8% en Oceanía y menos del 2,5% en América septentrional y Europa. Tras incrementarse entre 2019 y 2020 en la mayor parte de África, América Latina y el Caribe y Asia, la prevalencia de la subalimentación siguió aumentando en 2021 en la mayoría de las subregiones, pero a un ritmo menor.

Las estimaciones actualizadas del número de personas subalimentadas sugieren que cerca de 670 millones seguirán estando subalimentadas en 2030, es decir, 78 millones más que si la pandemia no hubiera tenido lugar. Actualmente, se cierne sobre el mundo otra crisis que es probable que repercuta en la trayectoria de su seguridad alimentaria. La guerra en Ucrania tendrá múltiples implicaciones para los mercados agrícolas mundiales a través de los canales del comercio, la producción y los precios, lo que proyecta una sombra sobre el estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en numerosos países en un futuro cercano.

La meta 2.1 de los ODS desafía al mundo a ir más allá de la erradicación del hambre y asegurar el acceso de todas las personas a alimentos inocuos, nutritivos y suficientes durante todo el año. El indicador 2.1.2 del ODS 2, es decir, la prevalencia de la inseguridad alimentaria moderada o grave entre la población, según la escala de experiencia de inseguridad alimentaria (FIES), se utiliza para hacer un seguimiento de los progresos hacia el ambicioso objetivo de asegurar el acceso de todas las personas a una alimentación adecuada.

La inseguridad alimentaria moderada o grave a nivel mundial se ha ido incrementando desde que la FAO empezó a recopilar datos de la FIES allá en 2014. En 2020, año en que la pandemia de la COVID-19 se propagó por todo el planeta, aumentó casi tanto como en los cinco años anteriores combinados. Las nuevas estimaciones para 2021 sugieren que la prevalencia de la inseguridad alimentaria moderada o grave ha permanecido relativamente estable en comparación con 2020, aunque la prevalencia de la inseguridad alimentaria grave ha aumentado, lo cual es una nueva prueba del deterioro de la situación principalmente para quienes ya se enfrentaban a graves dificultades. Se calcula que, en 2021, un 29,3% de la población mundial (2 300 millones de personas) padecía inseguridad alimentaria moderada o grave, y un 11,7% (923,7 millones de personas), inseguridad alimentaria grave.

También existe una brecha de género cada vez mayor en relación con la inseguridad alimentaria. En 2021, el 31,9% de las mujeres del mundo padecía inseguridad alimentaria moderada o grave, en comparación con el 27,6% de los hombres, una diferencia de más de 4 puntos, en comparación con los 3 puntos porcentuales registrados en 2020.

El estado de la nutrición: progresos en relación con las metas mundiales de nutrición

En el presente informe también se evalúan los niveles mundiales y regionales y las tendencias de las siete metas mundiales de nutrición. Las estimaciones presentadas se basan principalmente en los datos recopilados antes de 2020 y no tienen en cuenta plenamente la repercusión de la pandemia de la COVID-19.

La última estimación sobre el bajo peso al nacer reveló que el 14,6% de los recién nacidos (20,5 millones) nació con bajo peso en 2015, un descenso modesto desde el 17,5% (22,9 millones) registrado en el año 2000. Las prácticas óptimas de lactancia, entre ellas la lactancia materna exclusiva durante los seis primeros meses de vida, son esenciales para la supervivencia y la promoción de la salud y el desarrollo cognitivo infantil. A escala mundial, la prevalencia ha aumentado del 37,1% (49,9 millones) en 2012 al 43,8% (59,4 millones) en 2020. Aun así, más de la mitad de los lactantes menores de seis meses de edad a nivel mundial no recibían los beneficios protectores de la lactancia materna.

El retraso del crecimiento, o sea, una estatura menor a la correspondiente por edad, socava el desarrollo físico y cognitivo de las niñas y los niños, aumenta su riesgo de morir por infecciones comunes y los predispone al sobrepeso y a las enfermedades no transmisibles (ENT) en fases posteriores de su vida. A escala mundial, la prevalencia del retraso del crecimiento en los menores de cinco años de edad ha descendido de manera constante, de una estimación del 33,1% (201,6 millones) en el año 2000 a un 22,0% (149,2 millones) en 2020.

La emaciación infantil es una afección que puede ser mortal y que está causada por una ingesta insuficiente de nutrientes, una absorción deficiente de los mismos o una enfermedad frecuente o prolongada. Los niños y las niñas afectados están peligrosamente delgados, su inmunidad está debilitada y corren un mayor riesgo de muerte. La prevalencia de la emaciación entre los menores de cinco años de edad fue del 6,7% (45,4 millones) en 2020.

Las niñas y los niños con sobrepeso u obesos se enfrentan a posibles repercusiones en su salud tanto inmediatas como a largo plazo, incluido un riesgo mayor de padecer ENT más adelante en su vida. A escala mundial, la prevalencia del sobrepeso en niños menores de cinco años de edad se ha incrementado ligeramente, de un 5,4% (33,3 millones) en el año 2000 a un 5,7% (38,9 millones) en 2020. En alrededor de la mitad de los países del mundo se observan tendencias al alza.

La prevalencia de la anemia en las mujeres de entre 15 y 49 años de edad se estimó en un 29,9% en 2019. El número absoluto de mujeres con anemia ha aumentado de manera constante de 493 millones en el año 2000 a 570,8 millones en 2019. Esto tiene implicaciones para la morbilidad y la mortalidad femeninas y puede dar lugar a embarazos adversos y problemas en el recién nacido. A escala mundial, la obesidad en adultos se ha duplicado casi en valores absolutos al pasar del 8,7% (343,1 millones) en el año 2000 al 13,1% (675,7 millones) en 2016. Antes del fin de 2022 estarán listas para su publicación estimaciones mundiales actualizadas.

Los niños y las niñas de las zonas rurales y los hogares más pobres son más vulnerables al retraso del crecimiento y la emaciación. Los menores y los adultos, especialmente las mujeres, de las zonas urbanas y los hogares más ricos son los que corren un mayor riesgo de padecer sobrepeso y obesidad, respectivamente. Los lactantes que se encuentran en zonas rurales, en hogares más pobres, que son niñas y cuyas madres no han recibido educación formal tienen una mayor probabilidad de ser amamantados. Las mujeres sin una educación formal son más vulnerables a la anemia y sus hijos, al retraso del crecimiento y la emaciación. Abordar las desigualdades resultará esencial a fin de lograr las metas para 2030.

Aunque se están realizando progresos en algunas regiones, la malnutrición persiste en numerosas formas en todas ellas y, de hecho, puede ser peor de lo que estas conclusiones sugieren, pues la repercusión de la pandemia de la COVID-19 sobre los resultados nutricionales todavía está por ver. Para alcanzar las metas mundiales de nutrición para 2030, se requerirán esfuerzos inmensos que permitan contrarrestar los graves retrocesos mundiales. En especial, las tendencias mundiales de la anemia en las mujeres de entre 15 y 49 años de edad, el sobrepeso infantil y la obesidad en adultos tendrán que invertirse a fin de lograr los progresos necesarios para alcanzar los ODS.

Costo y asequibilidad de una dieta saludable: información actualizada

En la edición de 2020 de este informe se incluyeron, por primera vez, estimaciones mundiales del costo y la asequibilidad de las dietas saludables. Ambos son indicadores útiles del acceso económico de las personas a alimentos nutritivos y dietas saludables.

Los efectos de la inflación en los precios de los alimentos al consumidor derivados de las repercusiones económicas de la pandemia de la COVID-19 y las medidas adoptadas para contenerla son claros y significativos. A finales de 2020, dichos precios eran más elevados a nivel mundial que durante cualquier mes de los seis años anteriores. Esto se tradujo en un aumento del costo medio de las dietas saludables en 2020 en todas las regiones y casi todas las subregiones del mundo.

La asequibilidad de una dieta saludable mide el costo medio de la dieta en relación con los ingresos; por tanto, las variaciones a lo largo del tiempo pueden ser el resultado de cambios en el costo de la dieta, en los ingresos de las personas o en ambos factores. En 2020, las medidas adoptadas para contener la COVID-19 sumieron al mundo, y a la mayoría de los países, en una recesión económica que causó una reducción de los ingresos per cápita en más países que en ningún otro momento del pasado reciente. Sin embargo, aunque las estimaciones de la asequibilidad en 2020 reflejan las perturbaciones de los precios de los alimentos, las perturbaciones de los ingresos todavía no se reflejan debido a que no se dispone de datos correspondientes a 2020 sobre la distribución de los ingresos. Por tanto, el número estimado de personas que no se podían permitir una dieta saludable podría aumentar más una vez estén disponibles los datos sobre la distribución de los ingresos, lo que permitirá tener en cuenta los efectos combinados de la inflación de los precios de los alimentos al consumidor y las pérdidas de ingresos.

Se estima que el número de personas que no se podían permitir una dieta saludable en 2020 se incrementó a nivel mundial y en todas las regiones del mundo. Casi 3 100 millones de personas no podían permitirse una dieta saludable en 2020, un incremento de 112 millones de personas respecto de 2019. Este incremento se explica principalmente por Asia, donde 78 millones de personas más no podían permitirse llevar este tipo de dieta en 2020, seguida de África (25 millones más), mientras que América Latina y el Caribe y América septentrional y Europa contabilizaron 8 millones y 1 millón de personas más, respectivamente.

Políticas de apoyo a la alimentación y la agricultura en el mundo: ¿cuánto cuestan y cuánto afectan a las dietas?

Evaluación: ¿qué apoyo mediante políticas se proporciona actualmente a la alimentación y la agricultura?

Los gobiernos apoyan la alimentación y la agricultura mediante diversas políticas, en particular intervenciones en el comercio y los mercados (por ejemplo, medidas aduaneras y el control de los precios de mercado) que generan incentivos o desincentivos de precios, subvenciones fiscales a los productores y los consumidores y apoyo relacionado con servicios generales. Estas políticas afectan a todas las partes interesadas y a parte del entorno alimentario, y también pueden afectar a la disponibilidad y asequibilidad de las dietas saludables.

El apoyo mundial al sector de la alimentación y la agricultura representó casi 630 000 millones de USD al año de media durante el período comprendido entre 2013 y 2018. El apoyo que se centra en los productores agrícolas a nivel individual representó casi 446 000 millones de USD netos al año de media (es decir, esta cifra refleja tanto los incentivos como los desincentivos de precios aplicados a los agricultores), que corresponden aproximadamente a un 70% del apoyo total al sector y en torno al 13% del valor mundial de la producción de media. Los gobiernos destinaron alrededor de 111 000 millones de USD anuales a la prestación de servicios generales al sector, mientras que los consumidores de alimentos recibieron 72 000 millones de USD de media cada año.

Las políticas de apoyo a la alimentación y la agricultura difieren en función de los grupos de países por nivel de ingresos y a lo largo del tiempo. En general, las medidas de incentivos de precios y las subvenciones fiscales se han empleado con más frecuencia en los países de ingresos altos y se están convirtiendo en instrumentos cada vez más populares en algunos países de ingresos medianos, en particular los de ingresos medianos altos. Históricamente, los países de ingresos bajos han aplicado políticas que generan desincentivos de precios para los agricultores a fin de facilitar el acceso de los consumidores a los alimentos a precios más bajos. Los recursos de estos países para proporcionar subvenciones fiscales a los productores y los consumidores son limitados, así como para financiar los servicios generales que benefician al conjunto del sector de la alimentación y la agricultura.

En los países de ingresos medianos, las subvenciones fiscales a los productores agrícolas representaron solo el 5% del valor total de la producción, en comparación con casi el 13% en los países de ingresos altos. El apoyo relacionado con los servicios generales, expresado como el porcentaje del valor de la producción, es menor en los países de ingresos bajos (2%) que en los países de ingresos altos (4%). Dos tercios de las subvenciones fiscales mundiales dirigidas a los consumidores (ya fueran finales o intermedios, como los elaboradores) se desembolsaron en los países de ingresos altos.

Las políticas de apoyo son distintas en función de los grupos de alimentos y los productos. Los países con niveles más elevados de ingresos proporcionan apoyo a todos los grupos de alimentos y, en particular, a los alimentos básicos (entre ellos los cereales, las raíces y los tubérculos), seguidos de los lácteos y otros alimentos ricos en proteínas. En los países de ingresos altos, el apoyo en el marco de estos tres grupos de alimentos se proporcionó de manera equitativa en forma de incentivos de precios y subvenciones fiscales a los productores. Por el contrario, en lo que respecta a las frutas y las hortalizas y a las grasas y los aceites, las subvenciones fiscales (que representan en torno al 11% del valor de la producción) eran de media sustancialmente mayores que los incentivos de precios durante el período 2013-18.

Los países de ingresos medianos bajos penalizaron sistemáticamente la producción de la mayoría de los productos mediante políticas de reducción de los precios a nivel de productor, pero estos países otorgaron subvenciones fiscales a los agricultores, especialmente para alimentos básicos, frutas y hortalizas, así como grasas y aceites. Los incentivos de precios fueron negativos para la mayoría de los grupos de alimentos en los países de ingresos bajos, pues fueron del –7% en el caso de los alimentos básicos (principalmente los cereales) al 1% para otros cultivos (por ejemplo, el azúcar, el té y el café).

¿Cómo están afectando las políticas alimentarias y agrícolas a las dietas?

En muchos países, el grado de apoyo público es significativo y, dependiendo de cómo se asigne, puede respaldar o dificultar los esfuerzos por reducir el costo de los alimentos nutritivos y hacer las dietas asequibles y saludables para todas las personas.

Las medidas aduaneras afectan a la disponibilidad, la diversidad y los precios de los alimentos en los mercados nacionales. Aunque algunas de estas medidas abordan importantes objetivos de política, como la inocuidad de los alimentos, los gobiernos podrían hacer más por reducir los obstáculos al comercio de alimentos nutritivos como las frutas, las hortalizas y las legumbres, a fin de incrementar su disponibilidad y asequibilidad para reducir el costo de las dietas saludables.

En los países de ingresos bajos y medianos, los controles de los precios de mercado, como las políticas de precios mínimos o administrados para los consumidores, se centran principalmente en productos básicos como el trigo, el maíz, el arroz y el azúcar, con el objetivo de estabilizar o elevar los ingresos agrícolas garantizado al mismo tiempo los suministros de alimentos básicos con fines de seguridad alimentaria. Sin embargo, estas políticas podrían estar contribuyendo a las dietas no saludables que se identifican en todo el mundo.

Las subvenciones fiscales asignadas a algunos alimentos básicos o factores de producción específicos han contribuido significativamente al aumento de la producción de cereales (especialmente, el maíz, el trigo y el arroz) y a la reducción de sus precios, pero también de la carne de vacuno y la leche. Esto ha repercutido positivamente en la seguridad alimentaria y los ingresos agrícolas y ha apoyado indirectamente el desarrollo y el uso de una mejor tecnología y de nuevos insumos agrícolas. Por otro lado, estas subvenciones han creado, de hecho, desincentivos (relativos) a la producción de alimentos nutritivos, han alentado el monocultivo en algunos países, han hecho que cese el cultivo de determinados productos nutritivos y han desalentado la producción de algunos alimentos que no reciben el mismo nivel de apoyo.

El apoyo público a través de servicios generales beneficia a los actores del sector alimentario y agrícola de manera más colectiva, lo que, en principio, es bueno para los agricultores en pequeña escala, las mujeres y los jóvenes. No obstante, este tipo de apoyo es significativamente menor que el que se proporciona a los productores de manera individual mediante incentivos de precios y subvenciones fiscales y es más cuantioso en los países de ingresos altos. En algunos casos, servicios como la investigación y el desarrollo se orientan a los productores de alimentos básicos.

Posibles opciones para adaptar las políticas de apoyo a la alimentación y la agricultura con vistas a mejorar la asequibilidad de una dieta saludable

¿Cuáles son las posibles repercusiones de reasignar de manera diferente el apoyo mediante políticas a la alimentación y la agricultura para reducir el costo de los alimentos nutritivos?

Un nuevo análisis de los escenarios basados en modelos de la adaptación de las políticas de apoyo a la alimentación y la agricultura, elaborado especialmente para este informe, apunta a posibles opciones mediante las cuales todos los países del mundo pueden adaptar el apoyo público existente a la alimentación y la agricultura para incrementar la asequibilidad de una dieta saludable.

Estos escenarios simulan la reasignación de los presupuestos actuales que apoyan a los productores agrícolas empleando diferentes instrumentos de política. Esto se aplica en todos los países de todas las regiones geográficas, a fin de reducir el costo e incrementar la asequibilidad de una dieta saludable. La reasignación se aplica linealmente entre 2023 y 2028 y se examinan sus repercusiones en 2030.

En estos escenarios, la reasignación de los presupuestos se centra en alimentos de “alta prioridad” para una dieta saludable. Son grupos de alimentos cuyo nivel de consumo actual per cápita en cada país o región todavía no se corresponde con los niveles recomendados para ellos, definidos en las guías alimentarias basadas en alimentos empleadas para calcular el costo de una dieta saludable.

Una observación general basada en datos empíricos es que la adaptación del apoyo público existente a la agricultura en todas las regiones del mundo, con el objetivo de promover la producción de alimentos nutritivos (cuyo consumo es bajo en relación con las necesidades dietéticas), contribuiría a reducir el costo de las dietas saludables y a aumentar su asequibilidad, a nivel mundial y en especial en los países de ingresos medianos bajos y medianos altos.

La eliminación o reducción del apoyo aduanero y los controles de los precios de mercado de productos prioritarios para una dieta saludable hace que se reduzcan sus precios, especialmente en mercados con una protección fronteriza elevada. Como resultado de ello, aumenta el porcentaje de la población mundial para el que resulta asequible llevar una dieta saludable (en 0,64 punto porcentual en 2030 en comparación con el escenario de referencia), mientras que el costo de una dieta saludable cae relativamente más que el de la dieta promedio (en 1,7% en comparación con 0,4%, respectivamente).

El paso a una dieta saludable menos costosa y más asequible va acompañado por un descenso de la producción agrícola mundial que, a su vez, se refleja en unas emisiones más bajas de gases de efecto invernadero (GEI) en la agricultura más bajas. Las emisiones de GEI cayeron en todos los grupos de ingresos, excepto en los países de ingresos altos (en los que se observó un aumento de la producción agrícola).

Otros efectos incluyen un pequeño incremento de los ingresos agrícolas mundiales (hasta 0,03%), aunque en el caso de los países de ingresos bajos y de ingresos medianos bajos, donde las medidas aduaneras y los controles de los precios de mercado representan un elevado porcentaje del apoyo alimentario y agrícola total, los efectos en los ingresos agrícolas son negativos y más amplios que la variación media mundial. La repercusión en la pobreza extrema es mínima a nivel mundial, pues los pequeños incrementos en los países de ingresos medianos bajos son compensados por los descensos en los demás grupos de ingresos.

Por otro lado, en la simulación de la adaptación de las subvenciones fiscales a los productores se incrementa la asequibilidad de una dieta saludable más que en la simulación de la adaptación de las medidas aduaneras y los controles de los precios de mercado (en 0,81 en comparación con 0,64 puntos porcentuales). También se reduce el porcentaje de la población mundial que se encuentra en situación de pobreza extrema y se ve afectada por la subalimentación. No obstante, una efecto negativo importante que no se ha observado en el escenario de adaptación anterior, es que se incrementan las emisiones de GEI procedentes de la agricultura (un 1,5%), reflejando así el aumento de la producción agrícola, en particular de alimentos ricos en proteínas como los productos lácteos, cuyo consumo crece hasta satisfacer los niveles alimentarios recomendados, especialmente en los países de ingresos medianos bajos.

En cambio, si las subvenciones fiscales se destinan a los consumidores, aunque todavía se centren en alimentos de “prioridad alta”, el costo de una dieta saludable cae más notablemente que en los dos escenarios de adaptación anteriores, tanto en términos absolutos (en un 3,34% en 2030 en comparación con el escenario de referencia) como en relación con la dieta promedio. El porcentaje de la población que puede permitirse una dieta saludable aumenta (en casi 0,8 puntos porcentuales), pero algo menos que en el escenario de las subvenciones fiscales a los productores debido al efecto ingresos.

Las sinergias positivas importantes en este escenario incluyen una reducción de los niveles de pobreza extrema y de subalimentación, debido en parte al incremento de los ingresos agrícolas en los países de ingresos bajos. Además, las emisiones de GEI mundiales caen debido a una reducción de la producción agrícola. En cambio, este escenario afecta duramente a los productores en ausencia de sus subvenciones. A nivel mundial, los ingresos agrícolas y la producción agrícola caen (un 3,7% y 0,2%, respectivamente, en 2030 en relación con el escenario de referencia).

Ya sea mediante medidas aduaneras y controles de los precios de mercado o con subvenciones fiscales, los responsables de la formulación de políticas tendrán que adaptar su apoyo teniendo en cuenta las posibles repercusiones en la desigualdad que pueden presentarse si los pequeños agricultores (en particular las mujeres y los jóvenes) no están en condiciones de especializarse en la producción de alimentos nutritivos debido a las limitaciones de recursos.

Un desafío clave para los responsables de las políticas en los países de ingresos bajos, y tal vez en algunos de ingresos medianos bajos, no solo será alcanzar acuerdos a la hora de adaptar el apoyo alimentario y agrícola para lograr varios objetivos inclusivos de transformación agrícola que estén en consonancia plena con la reducción de los costos de los alimentos nutritivos. Teniendo en cuenta sus bajos presupuestos, los gobiernos de estos países también tendrán que movilizar una financiación significativa para acelerar la prestación de: i) apoyo relacionado con servicios generales donde deba priorizarse para subsanar eficazmente las deficiencias de productividad en la producción de alimentos nutritivos con inclusividad y sostenibilidad y ii) subvenciones fiscales para los consumidores a fin de incrementar la asequibilidad. A este respecto, el apoyo a la inversión pública internacional resultará esencial para facilitar la transición hacia un mayor apoyo a los servicios generales, en especial en los países de ingresos bajos.

Para aprovechar las oportunidades que ofrece la adaptación del apoyo, los países tendrán que reunirse en una mesa multilateral. La adaptación de las medidas aduaneras, los controles de los precios de mercado y las subvenciones fiscales tendrán que tener en cuenta los compromisos y flexibilidades de los países en el marco de las normas actuales de la Organización Mundial del Comercio, así como las cuestiones presentes en las negociaciones en curso.

En síntesis, la adaptación del apoyo centrada en los alimentos de “prioridad alta” para una dieta saludable respaldaría la recuperación económica a escala mundial, siempre que se base en la reducción de las medidas aduaneras y los controles de los precios de mercado o la reasignación de las subvenciones fiscales de los productores a los consumidores, aunque existen posibles efectos negativos que se deben tener en cuenta. Por tanto, los resultados serán distintos según el grupo de países por nivel de ingresos y la región geográfica.

Políticas complementarias dentro y fuera de los sistemas agroalimentarios que son necesarias para garantizar la repercusión de los esfuerzos de adaptación

Para que la adaptación sea más eficaz y contribuya a hacer las dietas saludables menos costosas y más asequibles, se precisarán otras políticas relacionadas con los sistemas agroalimentarios, así como políticas e incentivos fuera de los sistemas agroalimentarios. Si se armonizan y se ponen en práctica, estas políticas complementarias pueden ofrecer apoyo de dos formas.

En primer lugar, pueden proporcionar incentivos (o desincentivos) que apoyen los cambios en las cadenas de suministro de alimentos, los entornos alimentarios y el comportamiento de los consumidores en favor de hábitos alimentarios saludables. En segundo lugar, pueden aliviar o mitigar los efectos negativos o consecuencias no deseadas de la adaptación del apoyo, especialmente si conllevan una reducción del acceso a alimentos nutritivos y dietas saludables para los grupos de población vulnerables y desfavorecidos.

Aumentar la accesibilidad y la asequibilidad de los alimentos nutritivos es una condición necesaria, aunque insuficiente, para que los consumidores puedan elegir, preferir y consumir dietas saludables. Por ello, serán cruciales las políticas complementarias que promueven cambios en los entornos alimentarios y el comportamiento de los consumidores en favor de hábitos alimentarios saludables. Estas pueden incluir la aplicación de límites obligatorios o metas voluntarias para mejorar la calidad nutricional de las bebidas y alimentos elaborados, estableciendo legislación sobre comercialización de alimentos, y aplicando políticas de etiquetado nutricional y de compras públicas saludables. La combinación de las políticas de ordenamiento territorial con otras políticas complementarias para abordar los desiertos y pantanos alimentarios también puede resultar muy importante.

Dado que la adaptación puede conllevar repercusiones negativas para algunas partes interesadas, en esos casos pueden ser necesarias políticas de protección social para mitigar posibles efectos negativos, especialmente las pérdidas de ingresos a corto plazo o los efectos negativos en los medios de vida, sobre todo entre la población más vulnerable.

Resultarán imprescindibles políticas relacionadas con los sistemas del medio ambiente, sanitarios, el transporte y la energía a fin de potenciar los resultados positivos de la adaptación del apoyo en los ámbitos de la eficiencia, la igualdad, la nutrición, la salud, el cambio climático y el medio ambiente. Los servicios sanitarios que protegen a los grupos pobres y vulnerables cuyas dietas no les proporcionan todos los nutrientes son especialmente pertinentes. No abordar adecuadamente las ineficiencias y los problemas en el transporte también socavaría y haría ineficaces los esfuerzos de adaptación.

Las dinámicas de la economía política y la gobernanza que influyen en la adaptación de las políticas de apoyo

El nivel de éxito de los esfuerzos por adaptar el apoyo a la alimentación y la agricultura dependerá de la economía política, la gobernanza y los incentivos de las partes interesadas pertinentes en un contexto local, nacional y mundial. En términos generales, la economía política hace referencia a los factores sociales, económicos, culturales y políticos que estructuran, sustentan y transforman las constelaciones de actores públicos y privados, sus intereses y sus relaciones a lo largo del tiempo. Esto incluye los contextos internacionales, “las reglas del juego” que afectan a la agenda de la formulación de políticas a diario y su estructuración. Las instituciones, los intereses y las ideas son factores dinámicos en juego que influyen en las políticas de apoyo a la agricultura y la alimentación. La gobernanza se refiere a las reglas, organizaciones y procesos formales e informales a través de los cuales los agentes públicos y privados articulan sus intereses y toman y aplican sus decisiones.

Existen tres elementos generales de la economía política que se deben considerar y gestionar de manera eficaz al adaptar las políticas de apoyo a la alimentación y la agricultura: i) el contexto político, las perspectivas de las partes interesadas y la voluntad de los gobiernos, ii) las relaciones de poder, los intereses y la influencia de los diferentes actores y iii) los mecanismos de gobernanza y los marcos reglamentarios necesarios para facilitar y aplicar los esfuerzos de adaptación del apoyo. La dinámica y los mecanismos para gestionar estos elementos se exploran en detalle en este informe.

Dada la diversidad de los contextos políticos en los distintos países, resultará crucial contar con instituciones sólidas en los planos local, nacional y mundial, así como la participación y la incentivación de las partes interesadas del sector público y privado y las organizaciones internacionales para respaldar los esfuerzos de adaptación del apoyo. En el caso de numerosos países, las vías de transformación de los sistemas agroalimentarios proporcionan un marco a través del cual canalizar los esfuerzos de adaptación. La participación de las pequeñas y medianas empresas y de los grupos de la sociedad civil, así como una gobernanza transparente y salvaguardias para evitar y gestionar los conflictos de intereses, serán esenciales para equilibrar las desigualdades de poder en los sistemas agroalimentarios.

Conclusión

El informe de este año debería disipar cualquier duda que quede de que el mundo está retrocediendo en sus esfuerzos por acabar con el hambre, la inseguridad alimentaria y la malnutrición en todas sus formas. Actualmente, solo estamos a ocho años de 2030, el año fijado para el logro de los ODS. La distancia para alcanzar muchas de las metas del ODS 2 es mayor cada año, mientras que el tiempo hasta 2030 se acorta. Se están realizando esfuerzos para avanzar hacia el logro del ODS 2, pero están resultando insuficientes en un contexto más difícil e incierto.

El contexto de recesión actual dificulta aún más que muchos gobiernos incrementen sus presupuestos para invertir en la transformación de los sistemas agroalimentarios. Al mismo tiempo, se puede, y se debe, hacer mucho con los recursos existentes. Una recomendación clave de este informe es que los gobiernos comiencen a replantearse cómo pueden reasignar sus actuales presupuestos públicos para hacerlos más eficaces en función del costo y más eficientes a la hora de reducir el costo de los alimentos nutritivos e incrementar la disponibilidad y la asequibilidad de las dietas saludables, de manera sostenible y sin dejar a nadie atrás.

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