Por lo general, los territorios con menos acceso a mercados y servicios, suelos poco fértiles, pendientes fuertes y alta precipitación están menos deforestados, porque resulta menos rentable usarlos para la agricultura comercial (Kaimowitz y Angelsen, 1998). En el trópico, la ausencia de carreteras y caminos secundarios está asociada con una menor destrucción de los bosques (Angelsen, 2010).
Históricamente, en América Latina y el Caribe, territorios de ese tipo han estado habitados por pueblos indígenas, tribales u otras comunidades tradicionales como los ribereños y los caboclos. Desde los tiempos coloniales, los españoles y mestizos ocuparon primero las áreas más aptas para la agricultura intensiva y tuvieron menos presencia en las áreas forestales habitadas por pueblos indígenas. Al mismo tiempo, muchos esclavos africanos o sus descendientes huyeron a las zonas boscosas remotas escapando de la esclavitud o la explotación, dando pie al surgimiento de los quilombos, palenques y demás territorios colectivos propios de los tribales. Por ser remotos e inaccesibles, era menos rentable dedicarse a la agricultura comercial allí y más difícil para otros grupos llegar. Una buena parte de estas áreas forestales de difícil acceso eran muy húmedas, tenían suelos muy ácidos y se inundaban con frecuencia. Además, había muchas enfermedades endémicas, como malaria y fiebre amarilla, que ahuyentaban a los colonos (Sawyer, 1993; Asenso-Okyere et al., 2009).
Sin embargo, la falta de caminos, las condiciones climáticas y edafológicas poco aptas para una agricultura intensiva y la presencia de enfermedades, no bastan para explicar la diferencia en las tasas de deforestación entre los territorios indígenas y tribales y otras áreas forestales. Múltiples estudios han demostrado que, aun en comparación con bosques que tienen condiciones ecológicas y acceso a mercados y servicios similares, los bosques de los territorios indígenas tienen tasas de deforestación más bajas (Nelson, Harris y Stone, 2001; Nelson y Chomitz, 2011; Nolte et al., 2013; Blackman et al., 2017; Blackman y Veit, 2018; Jusys, 2018).26