Los territorios en los que los pueblos indígenas y tribales realizan la gobernanza forestal de forma colectiva, son fundamentales por su:
Un esfuerzo integral para reducir la deforestación y la degradación forestal en los territorios indígenas y tribales contribuiría de forma significativa a reducir su pobreza extrema y mejorar su seguridad alimentaria y salud. También ayudaría a fortalecer el estado de derecho, la participación democrática y la resolución de los conflictos.
Los pueblos indígenas ocupan 404 millones de hectáreas en América Latina y el Caribe, alrededor de la quinta parte de la superficie total de la región (Garnett et al., 2018) (ver cuadro 2). Eso incluye todas las zonas donde predominan las poblaciones que se autoidentifican como indígenas, no solo los bosques o los territorios que se gestionan de forma colectiva. De esos 404 millones de hectáreas, 237 millones (casi el 60%) están en la Cuenca del Amazonas (RAISG, 2019). Se trata de un área más grande que la que ocupan Alemania, España, Francia, Italia, Noruega y el Reino Unido juntos (ver Mapa 1).
Más del 80% del área ocupada por pueblos indígenas contiene bosques (330 millones de hectáreas), de las cuales 173 millones de hectáreas pertenecen a la categoría de “bosques intactos” (Garnett et al., 2018; Fa et al., 2020).6 Casi la mitad (45%) de los bosques intactos en la Cuenca Amazónica están en territorios indígenas (Fernández-Llamazares et al., 2020). Los otros 153 millones de hectáreas de bosques en estas áreas están más fragmentados y/o intervenidos.
En su conjunto, las áreas ocupadas por grupos indígenas representan un 35% del área forestal de América Latina (Saatchi et al., 2011; Fa et al., 2020; Walker et al., 2020). La gran mayoría se encuentra en Argentina, Brasil, el Estado Plurinacional de Bolivia, Colombia, México, Perú y la República Bolivariana de Venezuela (ver cuadro 3). Los indígenas también ocupan casi la mitad (48%) de los bosques de Centroamérica (UICN, 2016) y una parte significativa de los de Ecuador (30%), Guyana (15%) y Surinam (39%) (Fa et al., 2020) (ver Mapa 2).
De los 404 millones de hectáreas que ocupan los pueblos indígenas, los gobiernos han reconocido los derechos colectivos de propiedad o usufructo de 269 millones de hectáreas (ver cuadro 4).7 Dicho reconocimiento toma distintas formas, pero casi siempre se les reconoce a los indígenas el derecho de permanecer en el territorio y usufructuar sus recursos para subsistir. Una vez que esos derechos se reconocen, en la mayor parte de los casos no se pueden perder: son imprescriptibles, inalienables, indivisibles e inembargables.8
En los otros 135 millones de hectáreas ocupados por los indígenas no tienen derechos colectivos reconocidos por los gobiernos. Parte de ellos son propiedades de familias indígenas individuales, fuera de cualquier esquema de tenencia colectiva, y parte son tierras donde los gobiernos podrían reconocer los derechos colectivos, pero todavía no lo han hecho. Sin ese reconocimiento, estas últimas están expuestas a ser invadidas por grupos externos y sus bosques a ser destruidos.
La mayoría de los países no cuentan con los datos para determinar qué proporción del área de los territorios indígenas con derechos reconocidos tiene cobertura forestal. Pese a lo anterior, la Iniciativa de Derechos y Recursos (RRI, 2018) estima que, de los 269 millones de hectáreas en territorios indígenas con derechos colectivos reconocidos, más de 200 millones (74%) contienen bosques, las que se encuentran, principalmente, en el Estado Plurinacional de Bolivia, Brasil, Colombia, México y Perú.9
Además, aproximadamente 11,5 millones de hectáreas fueron reconocidos por los estados del Estado Plurinacional de Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Paraguay, Perú y la República Bolivariana de Venezuela como reservas para los pueblos indígenas en aislamiento voluntario y contacto inicial; adicionalmente, se propone proteger otros cuatro millones de hectáreas y destinarlas para el uso de estos grupos (CIDH, 2013; RAISG, 2019) (ver cuadro 5). La gran mayoría de estas áreas tiene cobertura forestal. Estas reservas buscan garantizar la integridad cultural y física de estos pueblos y preservar los bosques de los cuales dependen, limitando la entrada de grupos externos.