Cuando los gobiernos otorgan beneficios económicos a los pobladores de los bosques por cuidar de ellos, existen incentivos para no deforestar o degradar los bosques. Algunas políticas de manejo forestal comunitario y pagos por servicios ambientales han beneficiado a los territorios indígenas y/o tribales de forma preferencial y, en algunos casos, eso podría ayudar a explicar el mejor estado de sus bosques.
En México y otros países de la región, gracias en parte a las políticas que impulsan el manejo forestal comunitario, el aprovechamiento sostenible de la madera ha generado ingresos significativos para cientos de comunidades indígenas (Torres-Rojo y Magaña-Torres, 2006; Merino-Pérez y Martínez, 2014; Del Gatto et al., 2018). Para estas comunidades, los beneficios del manejo ofrecen un fuerte incentivo para mantener la cobertura forestal; además, es probable que los ingresos que reciben por hacer un aprovechamiento sostenible de la madera ayuden a explicar las bajas tasas de deforestación en las comunidades forestales ubicadas en zonas indígenas como la Sierra Norte de Oaxaca o el centro y sur de Quintana Roo, entre otras (Barsimantov y Kendall, 2012; Merino-Pérez y Martínez, 2014; Ellis et al., 2017b; Ellis et al., 2020). Muchas empresas forestales indígenas en México reservan una fracción importante de sus bosques para la conservación estricta y aprovechan volúmenes de madera por debajo de lo que permiten sus planes de manejo, para así asegurar la sostenibilidad de sus recursos (Bray et al., 2003; Pazos-Almada y Bray, 2018).
Ciertos programas públicos de pagos por servicios ambientales favorecen a los territorios indígenas, incluyendo al Programa Socio Bosque, en Ecuador; el Programa Nacional de Conservación de Bosques (PNCB), en Perú; el Programa de Pagos por Servicios Ambientales (PSA), en México; el Programa de Incentivos Forestales para Poseedores de Pequeñas Extensiones de Tierra de Vocación Forestal o Agroforestal (PINPEP), en Guatemala; el pilar indígena del Programa Visión Amazonía, en Colombia; y el subprograma indígena del Programa para Pioneros en REDD+, en Acre, Brasil.22
Estos programas de pagos por servicios ambientales han reducido la destrucción de los bosques en los territorios indígenas apoyados. Los programas mexicanos, ecuatorianos y peruanos redujeron la deforestación23 (Alix-García, Sims y Yáñez-Paganas, 2015; Costedoat et al., 2015; Cuenca et al., 2018; Mohebalian y Aguilar, 2018; Eguiguren, Fischer y Günter, 2019; Giudice et al, 2019; Wunder et al., 2020), sobre todo en áreas con mayor riesgo de deforestación (Cuenca et al., 2018; Alix-García et al., 2019). Es probable que también contribuyeron a reducir la degradación, dado que las comunidades indígenas mexicanas que reciben pagos hacen más monitoreo forestal, control de incendios y reforestación y reportan menos caza comercial y quemas descontroladas; asimismo, en Ecuador se observa menos daño en los bosques aprovechados y mayor presencia de especies de valor comercial (Rodríguez-Robayo, Ávila-Foucat y Maldonado, 2016; Arriagada et al., 2018a; Mohebalian y Aguilar, 2018; Alix-García et al., 2019; Eguiguren, Fischer y Günter, 2019).