Al momento de escribir estas palabras, América Latina y el Caribe enfrenta, a causa del COVID-19, una crisis sanitaria, económica y humanitaria sin precedentes. Ante eso, el cambio climático – una gran crisis incubada a lo largo de la historia moderna – puede parecer distante. Pero la verdad es que el cambio climático amenaza con ser tan o más peligroso que la misma pandemia. Si algo hemos aprendido de la situación actual, es que no podemos darnos el lujo de ignorar las advertencias de los científicos sobre riesgos inminentes y que los costos de superar una catástrofe de esta índole pueden ser muchísimo más altos que los de prevenirla y mitigarla.
Aun así, con una crisis económica tan profunda, ningún país del continente tendrá la capacidad de reorientar fondos reclamados para la recuperación sanitaria, social y económica pospandemia, para invertirlos en esfuerzos exclusivamente climáticos. En el que será un enorme esfuerzo colectivo en términos de creatividad e innovación, tendremos que encontrar políticas e inversiones que nos ayuden a recuperarnos de la pandemia y que, al mismo tiempo, contribuyan a mitigar y favorecer la adaptación a la crisis climática.
Colaborar con los pueblos indígenas y tribales del continente para proteger a los bosques de sus territorios cumple con esos requisitos. Son pueblos ricos en cultura, conocimientos y bienes naturales, pero también entre los más pobres en cuanto a ingresos y servicios y entre los más afectados por la pandemia en cuanto a su salud y sus economías. Apoyarlos para proteger y manejar sus bosques permitiría recuperar o crear cientos de miles de empleos forestales, agroforestales, turísticos, educativos y culturales, así como evitar la posibilidad de nuevas pandemias, además de otros beneficios sociales, ambientales y culturales. También ofrece la posibilidad de movilizar cientos de millones de dólares estadounidenses por año de fuentes internacionales, pues la evidencia demuestra que cuidar esos bosques es una de las formas más baratas de evitar la emisión de dióxido de carbono, una misión que ha sido asumido por todo el planeta.
En consecuencia, los pueblos indígenas y tribales, así como los bosques situados en sus territorios ancestrales, juegan un papel vital para la acción climática global y regional y para el combate a la pobreza, hambre y desnutrición en el continente. Sus territorios contienen alrededor de un tercio de todo el carbono almacenado en los bosques de América Latina y el Caribe y el 14% del carbono almacenado en los bosques tropicales a nivel mundial. Históricamente, estos bosques han sufrido mucho menos destrucción que los otros bosques de la región, pero eso está cambiando de forma acelerada, y se requiere una respuesta urgente para revertir las nuevas tendencias.
El informe que aquí se presenta, producto de una amplia revisión de la evidencia científica, explica esta situación y presenta un conjunto de medidas prioritarias para ser implementadas por los gobiernos y los organismos internacionales en estrecha colaboración con los pueblos indígenas y tribales. Demuestra que el conjunto de condiciones y factores culturales, geográficos, económicos y políticos que han permitido la preservación de los bosques situados en los territorios de los pueblos indígenas y tribales y las culturas milenarias de sus habitantes están cambiando drásticamente. Las consecuencias pueden ser potencialmente desastrosas desde una perspectiva tanto ambiental como financiera.
Frente a estas amenazas, el informe propone un conjunto de inversiones y políticas con potencial para reactivar las economías de los territorios de los pueblos indígenas y tribales, mitigar el cambio climático, preservar la diversidad biológica y cultural y reducir los conflictos sociales y ambientales. Esta propuesta innovadora está basada en cinco pilares:
Todos en concordancia con el derecho de los pueblos indígenas y tribales al Consentimiento Libre, Previo e Informado (CLPI).
Para cada uno de estos pilares se presenta evidencia sólida con base en experiencias previas que pueden dar resultados, y se presenta un análisis econométrico y un análisis financiero indicativo que muestran que las medidas propuestas pueden ser altamente rentables.
Para la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), promover la inclusión social y la disminución de las desigualdades que afectan de forma desproporcional a los pueblos indígenas y tribales en América Latina y el Caribe es central a su mandato, especialmente en lo que respecta a la lucha por la erradicación del hambre y la promoción del desarrollo rural mediante la aplicación de un enfoque intergeneracional y sensible al género, así como del efectivo reconocimiento de los derechos colectivos territoriales. La FAO, en alianza con el Fondo para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas de América Latina y El Caribe (FILAC), a quien agradecemos encarecidamente su colaboración, hace un especial reconocimiento a las múltiples contribuciones de los pueblos indígenas y tribales a la preservación de los bienes naturales y culturales. Esperamos que esta investigación pueda ser una aportación para mejorar el acceso equitativo al financiamiento climático y la recuperación económica del mundo rural.
JULIO BERDEGUÉ
Subdirector General y Representante Regional de la FAO para América Latina y el Caribe