Mirando hacia el futuro, todo indica que, si no se toman medidas contundentes, los pueblos indígenas y tribales no podrán seguir resguardando los ecosistemas forestales en sus territorios como lo han hecho hasta ahora. Eso se debe tanto a tendencias generales que afectan a todos los bosques como a aquellas que son específicas a esos territorios.
En América Latina, en general, hay cada vez más presión sobre los bosques. Las emisiones anuales de carbono de la Cuenca Amazónica relacionadas con cambio en el estado de los bosques subieron en un 200% entre 2012 y 2016, y ningún país de la Cuenca salió ileso (Walker et al., 2020): en Brasil, el Estado Plurinacional Bolivia, Colombia, la República Bolivariana de Venezuela y Mesoamérica la deforestación tendió subir a partir de 2015 (Butler, 2019).
Los bosques ubicados en los territorios indígenas y tribales no se han librado de esa tendencia. Entre 2016 y 2018, la deforestación en los territorios indígenas de Brasil aumentó en un 150% (Walker et al., 2020). También creció mucho la deforestación en regiones indígenas de Campeche, Oaxaca y Yucatán, en México, y la Costa Caribe de Nicaragua, entre otros (Ellis et al., 2017a; Bryan, 2019; López Portillo y Mondragón, 2019).
Desde 2012, la degradación de los bosques en los territorios indígenas por los incendios, la minería y el aprovechamiento forestal no sostenible aumentó en casi todos los países amazónicos (Walker et al., 2020). Entre 2000 y 2016, los bosques de los territorios indígenas del Estado Plurinacional de Bolivia, Honduras, Nicaragua y Paraguay se fragmentaron mucho, y eso se refleja en una reducción del área de bosques intactos en esos territorios del 20% en el Estado Plurinacional de Bolivia; del 30% en Honduras; del 42% en Nicaragua; y del 59% en Paraguay (Fa et al., 2020).
Los factores estructurales que generan mayor presión sobre los bosques de la región son los siguientes:
ECONÓMICOS
POLÍTICOS
GOBERNANZA
TECNOLÓGICOS
DEMOGRÁFICOS
AMBIENTALES
Otros factores, más coyunturales, son: los altos precios internacionales del oro (Álvarez-Berríos y Aide, 2017) y el vacío de autoridad en zonas de posconflicto en Colombia después de los acuerdos de paz (Clerici et al., 2020).