Organización Panamericana de la Salud

Conclusión

América Latina y el Caribe no está en camino de alcanzar el ODS 2 ni las metas establecidas por la Asamblea Mundial de la Salud, relacionadas con el hambre, la inseguridad alimentaria y la malnutrición. A pesar de algunas disminuciones en la prevalencia del hambre y la inseguridad alimentaria en comparación con 2021, las cifras siguen superando los niveles previos a la pandemia y las estimaciones mundiales. Además, las persistentes desigualdades en la región afectan la seguridad alimentaria de los más vulnerables. En particular, la prevalencia de la inseguridad alimentaria moderada o grave afectó en mayor medida a mujeres que a hombres, y su incidencia aumenta a medida que disminuye la urbanización.

Las estimaciones varían considerablemente entre las subregiones. Sudamérica, experimentó reducciones en la prevalencia del hambre y de la inseguridad alimentaria moderada o grave entre 2021 y 2022. En cambio, en Mesoamérica, la prevalencia del hambre se mantuvo y la prevalencia de la inseguridad alimentaria moderada o grave aumentó levemente. En el Caribe, ambas prevalencias aumentaron.

En cuanto a la malnutrición, la prevalencia del retraso del crecimiento de menores de 5 años ha mostrado una disminución desde 2000, aunque esta tendencia se ha ralentizado. Las estimaciones de sobrepeso en niños y niñas menores de 5 años estuvieron por encima de la estimación mundial y han aumentado más rápidamente en América Latina y el Caribe en comparación con el mundo. La obesidad en adultos, según las últimas estimaciones de 2016, está en aumento y afecta a casi una cuarta parte de la población adulta de la región. En cuanto a la lactancia materna exclusiva durante los primeros 6 meses de vida, en 2021, tanto la región como las tres subregiones presentaron prevalencias por debajo de la estimación mundial. Finalmente, las últimas estimaciones de la anemia entre las mujeres de 15 a 49 años muestran que en 2019 la prevalencia en la región estaba muy por debajo de la estimación mundial. Estos indicadores muestran diferentes niveles y tendencias entre las tres subregiones.

En 2021, la región registró el costo más alto de una dieta saludable a nivel mundial. La inflación en los precios de los alimentos en la región ha impactado en el costo de la dieta saludable, haciéndola menos asequible, especialmente para los grupos más vulnerables. Como resultado, una cuarta parte de la población de la región no puede permitirse una dieta saludable.

La región enfrenta un escenario complejo, debido a una serie de crisis sucesivas: la pandemia de la COVID-19, las persistentes desigualdades, los niveles de pobreza, la crisis climática y los efectos del conflicto en Ucrania. Estos factores han contribuido al aumento de los precios de los alimentos y a la inflación alimentaria, amenazando el funcionamiento, la eficiencia y la resiliencia de los sistemas agroalimentarios. En este contexto, el hambre y la malnutrición siguen estando entre los principales desafíos para la región.

El aumento en el costo de la dieta saludable dificulta aún más el logro de las metas de los ODS 2, 3, 5, 10 y 12, ya que obstaculiza la creación de entornos alimentarios saludables y la adopción de patrones de alimentación saludable, especialmente en la población más vulnerable.

En este contexto, la cooperación y la integración regional, como el Plan SAN CELAC 2030 desempeñan un papel fundamental para facilitar la implementación y aumentar el impacto de políticas, planes, legislaciones y programas agrícolas y alimentarios. Además, el financiamiento e inversiones —públicas y privadas— para la seguridad alimentaria y la nutrición contribuyen en gran medida a abordar estos desafíos. La coordinación multilateral y multisectorial permitirán a los países de la región acelerar el cumplimiento de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, asegurando la salud de las personas y de nuestro planeta.