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PALESTINA. Un hombre cuida un huerto plantado en la azotea de su casa: aumentar el acceso a los alimentos mejorando la producción en los hogares.
© FAO/Marco Longari

El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2023

Capítulo 3 LA URBANIZACIÓN ESTÁ TRANSFORMANDO LOS SISTEMAS AGROALIMENTARIOS Y AFECTANDO AL ACCESO A DIETAS ASEQUIBLES Y SALUDABLES A LO LARGO DEL CONTINUO
RURAL-URBANO

MENSAJES PRINCIPALES
  • El aumento de la urbanización es una megatendencia que, en combinación con variaciones en los ingresos, el empleo y los estilos de vida, está conduciendo a cambios en el conjunto de los sistemas agroalimentarios a lo largo del continuo rural-urbano, desde la producción, la elaboración, la distribución y la adquisición de alimentos hasta el comportamiento de los consumidores.
  • Estos cambios plantean tanto desafíos como oportunidades para garantizar que todo el mundo tenga acceso a dietas asequibles y saludables. Entre los desafíos pueden mencionarse la creciente disponibilidad de alimentos baratos, hipercalóricos y altamente procesados, y la exclusión de los pequeños agricultores de la formalización de las cadenas de valor. Pero también hay oportunidades para aumentar el empleo a lo largo de las cadenas de valor alimentarias y mejorar la variedad de alimentos nutritivos.
  • La centralidad de las grandes ciudades para la transformación de los sistemas agroalimentarios se ve cuestionada por el hecho de que, debido a la urbanización, hoy en día una cuarta parte de la población mundial vive en zonas periurbanas de ciudades medianas y pequeñas y pueblos, que pueden actuar como nodos importantes para reforzar los vínculos entre las zonas rurales y urbanas y el funcionamiento de las cadenas de valor.
  • Asimismo, con la convergencia de altos niveles de compra de alimentos tanto en zonas periurbanas como rurales, donde vive casi la mitad de la población mundial, los mercados en estas zonas son un factor significativo de la transformación de los sistemas agroalimentarios.
  • La urbanización suele asociarse con una diversificación de las dietas, incluido el consumo de productos lácteos, pescado, carne, hortalizas, frutas y legumbres, todos ellos alimentos que pueden contribuir a una dieta saludable.
  • Sin embargo, se plantean dificultades: i) la disponibilidad de hortalizas y frutas no basta para cubrir las necesidades diarias de una dieta saludable en casi ninguna región del mundo y ii) la urbanización contribuye a la proliferación de alimentos de fácil preparación, alimentos precocinados y comida rápida, a menudo con un alto contenido energético y ricos en grasas, azúcares o sal, que son cada vez más abundante y también más baratos.
  • El aumento de la demanda de cultivos de alto valor, como las frutas y hortalizas, y de productos procesados, incluso en las zonas rurales, ha dado lugar a un crecimiento significativo de cadenas de valor alimentarias más largas, más formales y complejas, proporcionando mayores oportunidades de ingresos para el empleo no agrícola, sobre todo para mujeres y jóvenes.
  • Factores relacionados con la oferta, como la tecnología globalizada en la producción, el transporte y la comercialización de alimentos, junto con un aumento de la demanda de alimentos fácilmente disponibles, han contribuido a una expansión sustancial de los supermercados, hipermercados, servicios de entrega de alimentos y otras tiendas minoristas de conveniencia. Sin embargo, también están relacionados con una mayor oferta y difusión de alimentos hipercalóricos y altamente procesados.
  • Dado que las zonas urbanas y las zonas rurales están cada vez más interrelacionadas, los productores rurales suelen tener mejor acceso a insumos y servicios agrícolas, lo que hace posible una mejora de la productividad, que usualmente aumenta los niveles de ingresos. Sin embargo, también existen riesgos de que los productores en pequeña escala de zonas periurbanas puedan perder sus tierras ante la expansión urbana.
  • En general, el acceso a dietas asequibles y saludables y la seguridad alimentaria son mejores en las ciudades que en las zonas rurales, aunque esta generalización se ve complicada por las diferencias socioeconómicas en la asequibilidad de las dietas y la seguridad alimentaria que existen dentro de las zonas urbanas y en el continuo rural-urbano.

La urbanización, combinada con otros factores contextuales como aumento de los ingresos, empleo y estilos de vida cambiantes, está impulsando cambios en el conjunto de los sistemas agroalimentarios a lo largo del continuo rural-urbano, desde la producción, la elaboración, la distribución y la adquisición de alimentos hasta el comportamiento de los consumidores. Estos cambios pueden asimismo ocasionar disparidades a lo largo de este continuo, con efectos tanto positivos como negativos en la disponibilidad y la asequibilidad de dietas saludables, a la vez que en los resultados en materia de seguridad alimentaria y nutrición.

En este capítulo se examinan en primer lugar los factores, modelos y dinámicas de la urbanización desde la perspectiva del continuo rural-urbano. Luego se presenta un marco conceptual con el objetivo de comprender las vías a través de las cuales la urbanización está afectando a los sistemas agroalimentarios a lo largo del continuo rural-urbano. Por último, en el capítulo se sintetizan los desafíos y las oportunidades que la urbanización y los cambios relacionados en los sistemas agroalimentarios pueden suponer para el acceso a dietas asequibles y saludables.

3.1 Factores, modelos y dinámicas de la urbanización

Factores de la urbanización

La urbanización es el resultado del crecimiento de la población urbana, la expansión urbana (es decir, la reclasificación de zonas rurales en zonas periurbanas o urbanas) y la migración de las zonas rurales a urbanas, como se conceptualiza en la Figura 16. Este proceso cambia con rapidez, atiende a un contexto específico y viene determinado por factores vinculados entre sí, como diferentes novedades económicas (por ejemplo, el aumento de la productividad agrícola), las opciones en materia de políticas, la disponibilidad de recursos naturales y factores de tensión externos como conflictos, fenómenos climáticos extremos y degradación ambiental.

FIGURA 16 Factores de la urbanización

FUENTE: De Bruin, S. y Holleman, C. 2023. Urbanization is transforming agrifood systems across the rural–urban continuum creating challenges and opportunities to access affordable healthy diets. Documento de trabajo para El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2023. Economía del desarrollo agrícola de la FAO . Estudio técnico N.o 23-08. Roma, FAO.
FUENTE: De Bruin, S. y Holleman, C. 2023. Urbanization is transforming agrifood systems across the rural–urban continuum creating challenges and opportunities to access affordable healthy diets. Documento de trabajo para El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2023. Economía del desarrollo agrícola de la FAO . Estudio técnico N.o 23-08. Roma, FAO.

Numerosas partes del mundo se han urbanizado de forma rápida desde la Segunda Guerra Mundial, y el porcentaje urbano de la población mundial ha aumentado del 30 % en 1950 al 57 % en 2021. Se prevé que para 2050 este porcentaje alcance el 68 %1. En la mayoría de las regiones, esto se ha visto impulsado en gran medida por una transformación estructural, que conlleva una transformación económica desde principalmente la agricultura hasta una economía nacional más diversificada, atrayendo en el proceso población rural hacia zonas urbanas2.

La transformación estructural de las economías se caracteriza por mejoras en la productividad, especialmente de la mano de obra, y cambios en la importancia relativa de los sectores a través de la reasignación de factores de producción como la mano de obra y el capital3. Esto implica cuatro procesos interrelacionados: i) un descenso de la participación de la agricultura en el PIB y el empleo, y un desplazamiento gradual de puestos de trabajo del sector agrícola primario a empleos en los sectores secundario y terciario, usualmente situados en zonas urbanas; ii) la migración del medio rural al urbano; iii) el auge de una economía industrial y de servicios moderna; y iv) una transición demográfica de altas a bajas tasas de natalidad y mortalidad2, 4, 5, 6.

A medida que cambia la relación entre la agricultura y el resto de la economía, se produce la transformación rural. Esta última se refiere al proceso de mejoras inclusivas y sostenibles de los medios de vida rurales tras el aumento de la productividad de la agricultura (a pequeña escala), el incremento de los excedentes comercializables, el aumento de las oportunidades de empleo no agrícola en las zonas rurales, la mejora del acceso a los servicios y la infraestructura también en las zonas rurales, y la capacidad de influir en las políticas, integrado en los procesos nacionales de crecimiento económico y transformación estructural7. Este proceso implica un fortalecimiento de los vínculos entre el medio rural y el urbano, que conectan a la agricultura y otras actividades de la economía rural con los sectores manufacturero y de servicios a medida que se extienden hacia los centros urbanos3. Se prevé que el crecimiento de los sectores no agrícolas y los cambios en la fuerza de trabajo fuera de las explotaciones contribuyan gradualmente a la concentración parcelaria y al aumento del tamaño de las explotaciones. La mejora de la productividad agrícola es una condición necesaria para que ese proceso se traduzca en una reducción de la pobreza rural y mejoras generales del nivel de vida.

Sin embargo, la teoría de que la urbanización suele ir de la mano del crecimiento económico y la transformación estructural no es válida para todos los países y regiones. Aunque los países con una elevada proporción de población urbana suelen ser más prósperos que los países con una gran población rural, esto no es así en todos los casos8. La Figura 17 muestra que, si bien puede verse una tendencia entre el PIB per cápita en PPA y el nivel de urbanización (medido en función de la proporción de población urbana), no puede establecerse una relación uno a uno. Por ejemplo, en 2019, el 91 % de la población de Jordania era urbana, pero el PIB per cápita de ese país era relativamente bajo, de casi 10 000 dólares PPA anuales. Del mismo modo, en el Gabón, el 90 % de la población vivía en ciudades en 2019, pero el PIB per cápita del país rondaba los 15 000 dólares PPA anuales. Los pequeños países y territorios insulares (Antigua y Barbuda, Saint Kitts y Nevis y Aruba), así como los países pequeños sin litoral, presentan niveles de urbanización más bajos de lo previsto teniendo en cuenta su PIB per cápita relativamente alto.

FIGURA 17 Producto interno bruto per cápita y nivel de urbanización

FUENTE: Banco Mundial. 2023. DataBank. En: Banco Mundial. [Consultado el 23 de mayo de 2023]. https://data.worldbank.org
NOTAS: PIB = producto interno bruto; PPA = paridad del poder adquisitivo. Cada punto representa un país o territorio.
FUENTE: Banco Mundial. 2023. DataBank. En: Banco Mundial. [Consultado el 23 de mayo de 2023]. https://data.worldbank.org

A finales del siglo XX, en algunos de los países más pobres se produjo urbanización sin transformación estructural y crecimiento económico9. Como en los casos anteriores, el aumento de la proporción de la población urbana no indica necesariamente un elevado crecimiento económico. La urbanización está más bien asociada a otros acontecimientos “atípicos”. En primer lugar, el crecimiento global de la población conduce a crecimiento tanto en las zonas urbanas como en las rurales. Sin un aumento de la productividad agrícola, el crecimiento de la población rural provoca la subdivisión de las tierras, la inviabilidad de las parcelas agrícolas y una falta de oportunidades de medios de vida en las zonas rurales. Los habitantes de las zonas rurales emigran entonces a las ciudades, donde las oportunidades pueden ser limitadas (debido a la falta de crecimiento económico), lo que se traduce en un aumento de la pobreza urbana. En segundo lugar, el crecimiento de la población urbana lleva al límite la capacidad de la infraestructura urbana y de los servicios sociales y de otro tipo. Este es especialmente el caso de las zonas urbanas de rápido crecimiento, donde las inversiones no han seguido el ritmo de la expansión urbana.

La urbanización sin crecimiento económico puede vincularse a condiciones de vida precarias en zonas rurales, incluidas la pobreza, la falta de empleo o el subempleo, la falta de infraestructuras, la falta de acceso a servicios y la inseguridad alimentaria, o la degradación ambiental10, 11, 12. Asia meridional y el África subsahariana son dos regiones donde la transformación estructural está rezagada, a causa de la baja productividad de la agricultura de subsistencia y, sobre todo, las rápidas tasas de crecimiento de la población y urbanización3. En el África subsahariana, la reducción de la pobreza junto con la urbanización es menor que la que se ha observado históricamente en otras regiones13. A finales de la década de 1990, el África subsahariana registraba la tasa de urbanización más alta del mundo, pero en un contexto de rendimientos rezagados en la agricultura y la economía en generalk. A finales de la década de 1990, el crecimiento de los ingresos per cápita en esta subregión empezó a aumentar de manera significativa, superando a muchos países del mundo; sin embargo, algunos aspectos de la transformación económica aún muestran divergencias importantes con respecto a la urbanización impulsada por la transformación estructural en otros lugares15. Por ejemplo, la población rural sigue creciendo a medida que la mayoría de los países de África se urbanizan y la mano de obra agrícola no se desplaza necesariamente a sectores no agrícolas de la economía15. Además, los hogares urbanos, muchos de los cuales son agricultores inversionistas de mediana escala, controlan una parte considerable de las tierras agrícolas nacionales y siguen invirtiendo en ellas.

Otro factor que puede contribuir a la urbanización es el cambio climático y la degradación ambiental, que pueden afectar a los movimientos migratorios del medio rural al urbano16, 17. Por lo general, en las regiones rurales de ingresos bajos, cuanto menores son los ingresos per cápita, mayor es la proporción de mano de obra empleada en la agricultura, la actividad forestal y la pesca18. Esto significa que, en estas regiones, hay más personas cuyos medios de vida dependen de los recursos naturales y, por lo tanto, son más vulnerables al cambio climático y a la degradación ambiental19. Si los sectores de la agricultura, la actividad forestal, la pesca y el uso del suelo se debilitan por los efectos del cambio climático y la pérdida de biodiversidad, estas poblaciones pueden verse obligadas a emigrar a zonas urbanas en busca de trabajo20. Con la creciente magnitud de los efectos del cambio climático, la futura migración del medio rural al urbano puede verse cada vez más afectada.

Sin embargo, la migración puede no ser posible ni deseable para todas las poblaciones afectadas. Algunos de los grupos más pobres y vulnerables (como las mujeres, los niños y las niñas y las personas mayores) pueden quedar atrapados en las zonas rurales, viendo su movilidad limitada por la insuficiencia de recursos o las normas sociales. Los datos también indican que otros grupos pueden optar por permanecer en zonas de alto riesgo debido a un fuerte apego a sus tierras y medios de vida ancestrales21. Aunque la migración a las ciudades presenta riesgos y oportunidades, quienes permanecen en las zonas rurales, sea por su propia voluntad o no, son desproporcionadamente vulnerables a los efectos del cambio climático, que tendrán consecuencias adversas para sus medios de vida y su seguridad alimentaria en el futuro.

Cuando se producen perturbaciones climáticas recurrentes, las pautas de desplazamiento pueden volverse cíclicas, preventivas y permanentes debido a la percepción de un riesgo futuro. Por ejemplo, los datos de Bangladesh indican que alrededor del 22 % de los hogares rurales afectados por las inundaciones provocadas por las marejadas y el 16 % de aquellos afectados por la erosión ribereña han emigrado a zonas urbanas22. Los datos del África subsahariana muestran que, entre 1960 y 2000, casi el 50 % del saldo migratoriol (estimado en 5 millones de personas) se debió a cambios en la temperatura y las precipitaciones, que afectaron a la producción agrícola y provocaron una reducción de los ingresos agrícolas y los salarios rurales, estimulando así los desplazamientos del medio rural al urbano23.

Enviar a uno o más miembros de la familia a las ciudades para trabajar en sectores distintos de la agricultura, especialmente en el caso de los hogares rurales pobres, suele ser importante para reducir los riesgos de hambre y pobreza extrema, y para hacer frente a las posibles perturbaciones adversas que pueda sufrir el hogar. Por ejemplo, los datos del distrito de Sidama, en el sur de Etiopía, muestran que los hogares cuyos miembros estaban preocupados por la disminución de la calidad y la cantidad de alimentos tenían más probabilidades de decidir que una persona adulta debía emigrar en busca de empleo para mejorar su vida y la de su familia24. Datos adicionales del mismo país confirmaron estos resultados: para los hogares sin un miembro emigrante, la incapacidad de alimentar a la familia en comparación con los hogares vecinos con miembros emigrantes aumentó cuatro veces la propensión a enviar a un emigrante a trabajar25.

Hay, asimismo, un aumento del desplazamiento forzado de zonas rurales a zonas urbanas, muchas veces como resultado de desastres o conflictos. Las poblaciones desplazadas se concentran cada vez más en las ciudades, con un 61 % de los 26 millones de refugiados26, y dos de cada tres desplazados internos residían en zonas urbanas en 201927.

Modelos y dinámicas de la urbanización

Con la expansión urbana y la mejora de la infraestructura vial y de comunicación en partes cada vez más extensas de las zonas rurales, la distinción entre zonas rurales y urbanas se desdibuja cada vez más. Se prevé que una gran parte de los nuevos residentes urbanos viva en zonas periurbanas, así como en ciudades pequeñas y pueblos interconectados. Cada vez más, las zonas rurales y urbanas son espacios menos separados por derecho propio, y más bien dos extremos de un espectro, conectados mediante numerosos vínculos a lo largo del continuo rural-urbano (Recuadro 2) que son importantes para los sistemas agroalimentarios.

RECUADRO 2Desenmarañar el continuo rural-urbano

Usualmente, las poblaciones de todo el mundo suelen clasificarse como residentes en centros urbanos o en zonas rurales. Esta distinción se atribuye a menudo a limitaciones de los datos, pero también a la practicidad para la categorización, por ejemplo en los ministerios nacionales, que suelen estar divididos en función de mandatos relacionados con el medio rural y el urbano28, 29. Este enfoque también tiende a centrarse en la división entre el medio rural y el urbano, con la conclusión de que las zonas rurales suelen ir a la zaga de sus contrapartes urbanas30, 31. Sin embargo, esta división se cuestiona tanto desde el punto de vista científico como de las políticas, considerando la creciente interconexión entre los diversos tipos de aglomeraciones de población.

No existe una definición comúnmente aceptada del término “urbano” en todos los países, por lo que no siempre resulta sencillo comparar las zonas urbanas entre países y regiones32. Esta limitación se traslada directamente a las estadísticas de población urbana notificadas a escala mundial por el Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de las Naciones Unidas, que clasifica las zonas como urbanas según los criterios aplicados por cada país o territorio33. Los criterios pueden basarse en aspectos políticos o administrativos y características estructurales o funcionales relacionadas con la densidad y el tamaño de la población o la superficie edificada, o bien las funciones que las ciudades cumplen para sus habitantes34.

Recientemente, se han realizado importantes avances en el desarrollo de una metodología para delimitar las zonas urbanas y rurales a los efectos de comparaciones estadísticas internacionales y regionales35. La Comisión de Estadística de las Naciones Unidas aprobó en marzo de 2020 el grado de urbanización (DEGURBA), una metodología formulada por un consorcio integrado por la Unión Europea y organismos internacionales (el Banco Mundial, la FAO, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos [OCDE], la Organización Internacional del Trabajo [OIT] y el Programa de las Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos [ONU-Habitat]). Con esta metodología, se clasifica todo el territorio de un país a lo largo de un continuo rural-urbano36 en función del grado de urbanización. El sistema de clasificación consta de tres clases (ciudades, pueblos y zonas de densidad intermedia y zonas rurales) y siete subclases para las zonas rurales y las zonas de densidad intermedia, basadas en el tamaño y la densidad de la población, utilizando los mismos umbrales en todo el mundo, lo que garantiza la comparabilidad a nivel mundial37. El resultado es un conjunto de datos geoespaciales de acceso libre. Este sistema de clasificación oficial se utiliza por primera vez en el Capítulo 2 para examinar las diferencias en el Indicador 2.1.2 de los ODS (la prevalencia de la inseguridad alimentaria moderada o grave entre la población), según la escala de experiencia de inseguridad alimentaria [FIES]) entre las poblaciones rurales, periurbanas y urbanas de todo el mundo.

Para estudiar la manera en que la urbanización influye en los sistemas agroalimentarios, resulta útil adoptar un prisma más granular del continuo rural-urbano. Por este motivo, en el Capítulo 4, se utiliza otro conjunto de datos geoespaciales mundiales de acceso público sobre zonas de influencia urbanas-rurales (URCA) para analizar los estudios de casos de los países. Este nuevo conjunto de datos geoespaciales mundiales proporciona una cartografía global del continuo rural-urbano28, 38 basada en la Capa Global de los Asentamientos Humanos39. Al igual que la clasificación DEGURBA, sitúa a los centros urbanos en un gradiente basado en el tamaño y la densidad de la población y en el que el tamaño de la ciudad es un indicador aproximado de los servicios y oportunidades que ofrece un centro urbano. No obstante, también añade una segunda dimensión: a las localidades rurales se les asigna un gradiente propio, utilizando el tiempo de viaje más corto a centros urbanos de diversos tamaños como un indicador aproximado del costo de acceso a bienes, servicios y oportunidades de empleo (Figura A). De este modo, el conjunto de datos de las URCA desglosa las zonas rurales en múltiples categorías y distingue, por ejemplo, entre las localidades que se encuentran a menos de una hora de un centro urbano (en amarillo) y las que están más alejadas.

FIGURA A Continuo rural-urbano basado en el conjunto de datos de las zonas de influencia urbanas-rurales (URCA)

FUENTE: Adaptado de FAO. 2021. Global Urban Rural Catchment Areas (URCA) Grid – 2021. En: FAO. [Consultado el 12 de junio de 2023]. https://data.apps.fao.org/?share=g-3c88219e20d55c7ce70c8b3b0459001a&lang=es
NOTAS: La figura es una representación estilizada del continuo rural-urbano definido en función de las zonas de influencia urbanas-rurales (URCA), que tiene un gradiente bidimensional, y de la conceptualización unidimensional más común de un continuo rural-urbano. El tamaño de la burbuja expresa aproximadamente el tamaño de la población según el conjunto de datos de las URCA de la distribución mundial de la población a lo largo del continuo rural-urbano en 2015 (véase la Figura 19B). Véanse la definición y descripción completas en el Anexo 4.
FUENTE: Adaptado de FAO. 2021. Global Urban Rural Catchment Areas (URCA) Grid – 2021. En: FAO. [Consultado el 12 de junio de 2023]. https://data.apps.fao.org/?share=g-3c88219e20d55c7ce70c8b3b0459001a&lang=es

Esta metodología para definir las URCA proporciona una representación espacial y funcional de la conexión entre las zonas rurales y los centros urbanos, aportando nuevas perspectivas sobre el grado de conectividad entre las zonas rurales y urbanas y la diversidad de modelos en los vínculos entre los medios rural y urbano en todo el mundo. La representación espacial se refiere a la distribución geográfica y localizada de la población (es decir, en qué zona se encuentra y cómo está distribuida). La representación funcional implica la manera en que se relacionan estas zonas entre sí en cuanto a actividades y finalidad (es decir, el acceso de las localidades rurales a servicios y oportunidades urbanos, recogido en el tamaño del centro urbano más cercano y el tiempo de viaje relacionado desde la localidad rural). Esta categorización, combinada con datos de encuestas por hogares, permite realizar un análisis más detallado del consumo y la producción en el continuo rural-urbano (véase el Capítulo 4).

En la Figura 18 se presenta una conceptualización de dos modelos divergentes de urbanización y sus principales repercusiones (véanse en el Recuadro 3 las definiciones de los tamaños de las ciudades), que en última instancia determinan la disponibilidad y asequibilidad de dietas saludables3. El grado de conectividad entre las zonas rurales y urbanas configura los sistemas agroalimentarios y, por consiguiente, la disponibilidad de dietas asequibles y saludables y los medios de vida de productores primarios, elaboradores y comerciantes urbanos y rurales3.

RECUADRO 3Definiciones de zonas urbanas, periurbanas y rurales en las zonas de influencia urbanas-rurales (URCA)

La definición del tamaño y el tipo de ciudad difiere mucho de un país a otro. Se usan numerosas denominaciones que indican el tamaño y la función, como ciudades primarias, secundarias o terciarias, lo que indica el papel de una ciudad en el contexto nacional.

Tampoco existe una definición normalizada de “periurbano”, y el término se aplica a una combinación diversa de asentamientos informales y formales alrededor de las zonas urbanas41, 42. En general, sin embargo, por “periurbano” se entiende el borde geográfico de una ciudad, es decir, la “franja urbana” fuera de los límites formales de la ciudad. A menudo se describe como la interfaz de paisaje o zona de transición entre las zonas urbanas y rurales.

A los efectos de la exposición y el análisis que se presentan en los capítulos 3, 4 y 5 de este informe, en la terminología se utilizan las definiciones del conjunto de datos de las URCA para definir las zonas urbanas, periurbanas y rurales.

Sobre la base de las subcategorías combinadas de las zonas de influencia urbanas-rurales, las zonas urbanas se definen en función de los siguientes tamaños de población:

  • Ciudades grandes: > 1 millón de personas.
  • Ciudades medianas: 0,25-1 millón de personas.
  • Ciudades pequeñas: 50 000-250 000 personas.
  • Pueblos: 20 000-50 000 personas.

Además, basándose en las subcategorías de las zonas de influencia urbanas-rurales, las zonas periurbanas y rurales se definen del siguiente modo:

  • Las zonas periurbanas comprenden tres categorías de zonas de influencia urbanas-rurales: a menos de una hora de una ciudad grande, a menos de una hora de una ciudad mediana y a menos de una hora de una ciudad pequeña.
  • Las zonas rurales también comprenden tres subcategorías de zonas de influencia urbanas-rurales: a menos de una hora de un pueblo, a una a dos horas de una ciudad o un pueblo y a más de dos horas de una ciudad o un pueblo.

Véanse en el Anexo 4 más detalles sobre la metodología de las zonas de influencia urbanas-rurales.

FIGURA 18 Modelos de urbanización

FUENTE: Adaptado de Bruin, S., Dengerink, J. y van Vliet, J. 2021. Urbanisation as driver of food system transformation and opportunities for rural livelihoods. Food Security, 13: 781-798. https://doi.org/10.1007/s12571-021-01182-8
FUENTE: Adaptado de Bruin, S., Dengerink, J. y van Vliet, J. 2021. Urbanisation as driver of food system transformation and opportunities for rural livelihoods. Food Security, 13: 781-798. https://doi.org/10.1007/s12571-021-01182-8

Los medios de vida agrícolas rurales suelen depender de su conexión con los espacios alimentarios periurbanos y urbanos, mientras que las ciudades dependen de las zonas periurbanas y rurales circundantes para obtener alimentos y servicios ecosistémicos. Por ejemplo, en numerosas partes de África, la agricultura suele prosperar muy cerca de los centros urbanos gracias a una producción más intensiva de cultivos de alto valor, como frutas y hortalizas, que son altamente perecederos. En este caso, los agricultores pueden aprovechar esta proximidad a los mercados tanto para los insumos como para los productos y servicios poscosecha3, 40.

En función de dónde se produzca el crecimiento urbano, en ciudades grandes, medianas y pequeñas o pueblos, este afectará al acceso de las poblaciones rurales a servicios, mercados e insumos (Figura 18). Esto se debe a que las ciudades medianas y pequeñas, también denominadas “ciudades secundarias”m, desempeñan un papel fundamental a la hora de ofrecer oportunidades de mercado de insumos y productos a las poblaciones rurales que no residen cerca de las grandes ciudades. La infraestructura y las instalaciones de las ciudades medianas y pequeñas son importantes para conectar los distintos centros urbanos entre sí y con las zonas rurales, facilitando así el acceso a modelos más dispersos de instalaciones previas y posteriores a la cosecha, como centros de recolección, instalaciones de almacenamiento (frigorífico) y centros de distribución y elaboración45, 46.

En varios estudios se concluye que el crecimiento de las ciudades medianas y pequeñas puede ser incluso más importante que el de las grandes ciudades en lo que se refiere a la reducción de la pobreza a nivel nacional47, 48, 49. El crecimiento de la población en las grandes ciudades parece tener poco efecto en la reducción de la pobreza, e incluso la aumenta en algunos casos, al tiempo que disminuye los niveles de seguridad alimentaria urbana50. Por estas razones, varias políticas locales, nacionales e internacionales han promovido explícitamente el crecimiento de estas ciudades medianas y pequeñas51.

Dado que las zonas rurales y urbanas representan dos extremos de un espectro, un marco de análisis del continuo rural-urbano es, pues, fundamental para entender los vínculos entre la urbanización y los cambios en los sistemas agroalimentarios y cómo estos cambios afectan a la disponibilidad y asequibilidad de dietas saludables y, a su vez, a la seguridad alimentaria y la nutrición. Teniendo esto en cuenta, el conjunto de datos mundiales sobre las URCA sugiere que la amplitud de los servicios y oportunidades disponibles, así como su facilidad de acceso para las localidades rurales, suelen estar determinados en función del tamaño de los centros urbanos cercanos y del tiempo de viaje relacionado desde las localidades rurales (véanse en el Recuadro 2 y el Anexo 4 una descripción completa de los datos y la definición de las categorías de las URCA).

La Figura 19A muestra una cartografía global de las categorías de las URCA en todo el mundo y la Figura 19B muestra la distribución global de la población en las categorías de las URCA por grupos de países por nivel de ingresos y grupos regionales. La cartografía de las URCA revela disparidades en el acceso a los servicios, con cerca de 3 400 millones de personas viven en localidades periurbanas y rurales (Figura 19) (véanse en el Recuadro 3 las URCA específicas). Alrededor de una cuarta parte de la población mundial vive en zonas periurbanas (a menos de una hora de un centro urbano) de ciudades medianas y pequeñas, lo que cuestiona la centralidad de las ciudades grandes en cuanto al desarrollo, así como a la transformación de los sistemas agroalimentarios (Figura 19B). Las ciudades medianas y pequeñas parecen proporcionar zonas de influencia para un número proporcionalmente mayor de personas que gravitan a su alrededor en comparación con las ciudades más grandes, lo que subraya su importancia (como se conceptualiza en la Figura 18). Del mismo modo, en los países de ingresos bajos, el 64 % de la población vive en ciudades pequeñas y pueblos o dentro de sus zonas de influencia (es decir, localidades que gravitan en torno a un centro urbano específico en términos de acceso a mercados, servicios y oportunidades de empleo). En total, casi la mitad de la población mundial, esto es, un 47 %, vive en zonas periurbanas (a menos de una hora de ciudades grandes, medianas y pequeñas o pueblos)n y zonas rurales (a una a dos horas o más de un centro urbano). Dado el aumento de la conectividad de las zonas periurbanas y rurales y la convergencia de altos niveles de compra de alimentos en ambas (véase la Sección 3.2), no cabe duda de que los mercados periurbanos y rurales son factores significativos de la transformación de los sistemas agroalimentarios.

FIGURA 19 Cartografía mundial y distribución de la población por zonas de influencia urbanas-rurales (URCA) en 2015

FUENTE: Adaptado de Cattaneo, A., Nelson, A. y McMenomy, T. 2021. Global mapping of urban–rural catchment areas reveals unequal access to services. PNAS (Proceedings of the National Academy of Sciences of the United States of America), 118(2): e2011990118. https://doi.org/10.1073/pnas.2011990118
FUENTE: Adaptado de Cattaneo, A., Nelson, A. y McMenomy, T. 2021. Global mapping of urban–rural catchment areas reveals unequal access to services. PNAS (Proceedings of the National Academy of Sciences of the United States of America), 118(2): e2011990118. https://doi.org/10.1073/pnas.2011990118
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